La nación tiene dos aspectos: uno objetivo y otro subjetivo. Creo ser bastante crítico con la Revolución Francesa, pero tambien creo en el principio de no contradicción y en ese sentido no creo ningún pluralismo, venga de donde venga. Estoy hasta las narices del pluralismo, vivimos en el pluralismo y olemos a pluralismo. Lo que se entiende por pluralismo es la confusión. He leido a Vázquez de Mella y casi todos los del PNV seguramente también. La universalidad como ideología sí que es algo completamente masónico, sino lease la obra de Agustín Barruel Memorias para servir a la Historia del jacobinismo. En esta obra se ve la transformación del dieal ilustrado masónico en el llamado patriotismo revolucionario, un patriotismo que si tiene algo es cualquier cosa menos una declaración de principios. El patriotismo jacobino es una maniobra política para desarticular la oposición a la Revolución mediante la guerra y de hecho así sucede porque a la revolución se la apoya en las regiones fronterizas, es decir las amenzadas por la guerra, y se la combate en la Francia del Oeste. En la democracia hay dos aspectos uno ideológico y otro conceptual. La democracia ideológicamente es una filosofía nihilista, conceptualmente es, como muy bien definiera Abraham Lincoln "El gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo" De este aspecto conceptual a los políticos lo único que les interesa de la democracia es la capacidad para hacer lo que les de la gana siempre y cuando vaya avalado por las urnas. Pero de esta definición hay una realidad inmutable y es la realidad del pueblo. Del pueblo de la nación, evidentemente. El liberalismo español ha odiado el componente nacional de la democracia porque ha sido la ideología de un secta elitista incapaz de asumir el hecho nacional. En cuanto a Estados Unidos no simpatizo con el gobierno ni con el modo de vida americano. Como muy bien dices se trata de un gobierno y una sociedad masónica pero eso es un asunto que lo tienen que resolver los Estados Unidos. Puedo desear que los hispanos de los Estados Unidos participen en unión hispana pero es necesario tener el suficiente sentido de realidad para plantearse hasta qué punto es eso posible. Los hispanos no son mayoría en los estados históricamente hispanos de los Estados Unidos salvo en Nuevo México y en Puerto Rico, muchos estan aculturados y no se identifican como tales y el proceso sería largo y posiblemente acarrearía una guerra porque las comunidades anglosajonas de estos territorios no iban a aceptar una disgregación de estas carácteristicas sin lucha. ¿Significa esto que plantee una renuncia a los intereses de los hispanos? No lo que significa es que cualquier reivindicación debe partir del realismo político. Incluso en el peor de los casos que el gobierno americano se negase en redondo, el mero hecho de confrontarlo con la evidencia de que se niega a cumplir con sus propios compromisos ya es una victoria política que ayuda a la deslegitmación del Estatus Quo sin necesidad de tirarnos al monte. ¿Es suficiente? Probablemente no, pero seguramente es el primer paso necesario. No simpatizo con la democracia pero el universo mentis de nuestros compatriotas es incapaz de concebir la política de otro modo. Posiblemente la respuesta la da León XIII en su encíclica Diuturnum Illud en la que establece "en qué términos" puede ser aceptable la democracia para un católico y no me refiero a la democracia cristiana. La primera condición es el reconocimiento expreso del Reinado Social de Jesucristo de quién procede toda autoridad, de forma tal que el pueblo goza de la autoridad pero no originariamente ya que esta sólo procede de Dios. En sentido los nacionalistas irlandeses lo tenían muy claro. “Dad, pues al Cesar lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” Mt 22, 21
“No hay autoridad que no provenga de Dios” Rom 13, 2
“A todo o aquel que me confiese delante de los hombres Yo lo confesaré delante de mi Padre celestial; más quién me niegue delante de los hombres, Yo también lo negaré delante de mi Padre celestial” Mt 10, 32-33
“Porque la nación y el reino que no Me sirvan perecerán” Is 60, 12
“No tenemos otro rey que el César” Jn 19, 15
Según Lutero sólo salva la fe y no las obras pero no explica porqué el acto de fe posee el mérito que pretende negarle al resto de los actos humanos como si la bondad de la Gracia sólo pudiese actuar en esta clase de actos. Si ese acto es voluntario la libertad posee un núcleo mínimo no corrompido y si no el hombre queda sumido en las tinieblas del agnosticismo que ha conformado el mundo moderno.
La diferencia entre España e Irlanda es que España afirmó su cristianismo en la Edad Media frente al Islam e Irlanda lo hizo en época Moderna y Contemporánea frente al protestantismo por está razón el impacto del liberalismo en ambos países ha sido muy desigual radicando la principal de las diferencias en que el liberalismo español ha asumido el catolicismo español como un dato, de la idiosincrasia española, igual que la lengua, el color de los ojos o las costumbres no como una vocación fundamental de la persona y de la nación de forma tal que al ser un mero dato, es fácilmente arrinconable a la esfera de lo “privado.” En honor a la verdad esta ha sido la posición de no una pequeña parte de la Iglesia española que haciendo esto creía “salvar” el catolicismo ante la imparable marea del liberalismo y del jacobinismo, pero está “táctica,” la política de los “inteligentes” a la larga se ha revelado mortífera porque si la Iglesia es misionera de la verdad, no puede aceptar que la fe sea una mera peculiaridad hispánica y en cierto modo no es posible disimular la verdad ante los demás sin acabar, tarde o temprano, apostatando de la verdad en el plano interno en su relación a las otras religiones, que se ven como medios legítimos de salvación, por ejemplo el encuentro de Asís, en contradicción con la letra de la Encíclica Mortalium Ánimos de Pío XI. Si la fe es un mero sentimiento, el sentimiento pertenece a la esfera de lo privado y en consecuencia no puede tener plasmación pública. Esto convierte a estos místicos de café, de los que tenemos muchos, en los principales aliados del ateismo de Estado. Y sentadas las bases de un Estado ateo resulta cuestión de tiempo que su legislación no se desarrolle en esa dirección con lo que el pueblo español se convierte en una colonia interna de su clase “ilustrada” y así ha sido desde 1.812.
El caso irlandés es un poco distinto por aquello de que sólo se valora aquello por lo que se lucha por esta razón su Constitución comienza del siguiente modo:
“En nombre de la Santísima Trinidad, de la cual procede toda autoridad y en la Cual deben inspirarse como fin último, todos los actos de los hombres y de los Estados, nosotros, el pueblo del Eyre, reconociendo con humildad todos nuestros deberes frente a nuestro Divino Señor, Jesucristo, Quién ha sostenido a nuestros Padres en el curso de los siglos, recordando su heroica y asidua lucha por reconquistar la justa independencia de nuestra Nación y tratando de favorecer el bien común…”
A partir de ahí ya pueden hacer la constitución que les de la gana.
“Dad, pues al Cesar lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” Mt 22, 21
“No hay autoridad que no provenga de Dios” Rom 13, 2
“A todo o aquel que me confiese delante de los hombres Yo lo confesaré delante de mi Padre celestial; más quién me niegue delante de los hombres, Yo también lo negaré delante de mi Padre celestial” Mt 10, 32-33
“Porque la nación y el reino que no Me sirvan perecerán” Is 60, 12
“No tenemos otro rey que el César” Jn 19, 15
Según Lutero sólo salva la fe y no las obras pero no explica porqué el acto de fe posee el mérito que pretende negarle al resto de los actos humanos como si la bondad de la Gracia sólo pudiese actuar en esta clase de actos. Si ese acto es voluntario la libertad posee un núcleo mínimo no corrompido y si no el hombre queda sumido en las tinieblas del agnosticismo que ha conformado el mundo moderno.
La diferencia entre España e Irlanda es que España afirmó su cristianismo en la Edad Media frente al Islam e Irlanda lo hizo en época Moderna y Contemporánea frente al protestantismo por está razón el impacto del liberalismo en ambos países ha sido muy desigual radicando la principal de las diferencias en que el liberalismo español ha asumido el catolicismo español como un dato, de la idiosincrasia española, igual que la lengua, el color de los ojos o las costumbres no como una vocación fundamental de la persona y de la nación de forma tal que al ser un mero dato, es fácilmente arrinconable a la esfera de lo “privado.” En honor a la verdad esta ha sido la posición de no una pequeña parte de la Iglesia española que haciendo esto creía “salvar” el catolicismo ante la imparable marea del liberalismo y del jacobinismo, pero está “táctica,” la política de los “inteligentes” a la larga se ha revelado mortífera porque si la Iglesia es misionera de la verdad, no puede aceptar que la fe sea una mera peculiaridad hispánica y en cierto modo no es posible disimular la verdad ante los demás sin acabar, tarde o temprano, apostatando de la verdad en el plano interno en su relación a las otras religiones, que se ven como medios legítimos de salvación, por ejemplo el encuentro de Asís, en contradicción con la letra de la Encíclica Mortalium Ánimos de Pío XI. Si la fe es un mero sentimiento, el sentimiento pertenece a la esfera de lo privado y en consecuencia no puede tener plasmación pública. Esto convierte a estos místicos de café, de los que tenemos muchos, en los principales aliados del ateismo de Estado. Y sentadas las bases de un Estado ateo resulta cuestión de tiempo que su legislación no se desarrolle en esa dirección con lo que el pueblo español se convierte en una colonia interna de su clase “ilustrada” y así ha sido desde 1.812.
El caso irlandés es un poco distinto por aquello de que sólo se valora aquello por lo que se lucha por esta razón su Constitución comienza del siguiente modo:
“En nombre de la Santísima Trinidad, de la cual procede toda autoridad y en la Cual deben inspirarse como fin último, todos los actos de los hombres y de los Estados, nosotros, el pueblo del Eyre, reconociendo con humildad todos nuestros deberes frente a nuestro Divino Señor, Jesucristo, Quién ha sostenido a nuestros Padres en el curso de los siglos, recordando su heroica y asidua lucha por reconquistar la justa independencia de nuestra Nación y tratando de favorecer el bien común…”
A partir de ahí ya pueden hacer la constitución que les de la gana.
Creo que cualquier proyecto político que se emprenda con deseos de éxito debe llevar el sello de Cristo, cosa que, desde la Encíclica Gaudium et Spes, no parece muy clara porque la propia Santa Sede parece haber olvidado la doctrina inmutable del magisterio pontificio a lo largo de los siglos. En cuanto a la idea de imperio es la antítesis de la nación. El choque entre Grecia y Persia es exactamente eso: un choque entre la nación y el imperio; un choque entre un pueblo, dividido por la política y unido por la lengua y la religión frente a un Estado multinacional que comprendía: árabes, etiopes, sármatas, escitas, indios, cimerios, arios, arteos, bledos, cisios, bactrianos, partos y griegos renegados, el Estado Hegemónico Universal unído sólo por dos cosas: la utopia y la abstracción del hombre universal y el despotismo al que sirve esa abstracción porque un Imperio de esas características lógicamente tiene que aglutinar a pueblos de religiones y costumbres diferentes, en consecuencia ese Inperio deberá regirse por todas las "costumbres" y todas las "religiones" lo cual es tanto como decir que no se rige por ninguna. Así detrás de ese ideal universalista lo único que se oculta es el hombre universal del kabalismo y de la masonería. Y como decía Chateau Jobert en Doctrina de Acción Contra Revolucionaria la obra del Tradicionalista es justo la contraria del Revolucionario. El revolucionario sigue el principio masónico "solve et coagula" mientras que el Tradicionalista debe oponerse a la división y buscar enlaces y puentes, no volarlos.
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