Llamo la atención sobre el siguiente fragmento de un artículo periodístico:
"Hay que impedir que la disolución de España se lleve a efecto con música de aplausos, obligando a los disidentes a una actuación armada. A nosotros no nos importa la concesión de autonomías administrativas, pues esto favorecería quizá la eficacia del Estado. Pero sí denunciamos que no es eso ni nada que se relacione con eso lo que solicitan y quieren los separatistas. Existe todo un programa de asalto a la grandeza hispánica, al que colaboran los inconscientes de más acá del Ebro en nombre de la turbiedad democrática-burguesa que concede libertades y disuelve pueblos. La política separatista se propone realizar sus fines en tres etapas. Una, la actual, encaramándose a los puestos de influencia en Cataluña y desde ellos educar al pueblo en los ideales traidores. Otra, intervenir en la gobernación de España, en el Poder central, con el propósito firme y exclusivo de debilitar, desmoralizar y hundir la unidad de nuestro pueblo. Por eso decíamos hace quince días, que no hay que prestar sólo atención a lo que los catalanes pretendan y quieran para Cataluña, sino más aún a lo que pretendan y quieran para España. Su segunda etapa consistirá, pues, en debilitar nuestro ejército, esclavizar nuestra economía, enlazar a sus intereses las rutas internacionales, propulsar los nacionalismos de las regiones haciéndoles desear más de lo que hoy desean, lograr, en fin, que un día su voluntad separatista no encuentre en el pueblo hispánico, hundido e inerme, la más leve protesta.
La tercera etapa, cumplida en el momento oportuno, consistirá en la separación radical.
Este plan lo hemos oído de labios de uno de los actuales mangoneadores de la Generalidad. Es indigno y cobarde. Denota una impotencia ruin, pues si un pueblo desea y quiere la independencia, la conquista por las armas. Pero es que no se trata del pueblo, del magnífico pueblo catalán, sino de una minoría bulliciosa que sabe muy bien no le obedecería el pueblo en su llamada guerrera. De ahí el plan, las tres etapas criminales que antes apuntamos."
Este es el diagnóstico objetivo de lo que hay detrás de todo "proceso autonomista". Como puede observarse, es perfectamente aplicable al proceso de degeneración y destrucción de España que venimos sufriendo desde 1978. No obstante, su autor es Ramiro Ledesma Ramos, y lo escribió en junio de 1931 (puede encontrarse el artículo completo, que recomiendo aunque matizaría algunas cosas, aquí) ante la previsible proclamación del Estatuto en Cataluña. Como puede observarse, el proceso es calcado para cualquier época histórica en la que España está sumida en el caos y el desorden del liberalismo y el marxismo. Los que escribieron la Constitución del 78 conocían el caos territorial existente durante la Segunda República o el cantonalismo de la Primera (mucho más leves que la agónica situación actual), por lo que no cabían esperar evoluciones diferentes al aplicar las mismas desastrosas políticas, para más inri a mucha mayor escala, en la actualidad. Entonces, sólo hay dos opciones posibles: o bien los Suárez y los Fraga y los liberal-conservadores en general (los héroes de los "buenos españoles" biempensantes de la derecha liberal "española") no veían más allá de sus narices y, con ingenuidad y sin mala intención, pensaron muy equivocadamente que "las Autonomías" servirían para solucionar los problemas separatistas (inexistentes por completo, si los comparamos con la actualidad, en los años setenta); o bien, simplemente, eran perfectamente conscientes de las consecuencias que traería el Estado de las Autonomías, y su supuesto "patriotismo" no sería más que embuste traicionero y servil a aquellos "enemigos de España y de la Civilización Cristiana que están alerta" que, de paso, permitiría encandilar a los panolis de la derecha con las consiguientes soflamas "patrióticas" (es decir, se crea un problema para presentarse luego con "soluciones"). Por supuesto, sin alzar demasiado la voz ni ser rotundos, que por algo son "centro reformista".
Por supuesto, a mí me parece todo demasiado evidente. Obsérvese también que en el artículo se distinguen tres fases, y las dos primeras se han realizado en la actualidad. El próximo paso (tercera fase) es la independencia, que es lo que pretende ahora la oligarquía separatista. Por supuesto, en un panorama mucho más complejo (y abyecto, que ya es decir) que el de escenarios históricos anteriores de la historia reciente de España.
Como colofón, Ramiro Ledesma nos recuerda también esta gran verdad:
"Lo que interesa, sobre todo destacar, es que los intereses separatistas de Cataluña se oponen a los intereses hispánicos, y que, bajo ningún concepto, puede España tolerar la fuga. Los separatistas catalanes sueñan con el Estado valenciano-catalano-balear, y no se conformarán con menos."
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