Fuente: El Pensamiento Navarro, 9 de Enero de 1979, página 3.


MEDICINA SOCIALISTA Y MEDICINA HUMANA

Por el Dr. F. Fernández Arqueo


Durante el año que ha terminado se ha repetido mucho un poco por todas partes que la medicina moderna está deshumanizada. El Ministerio de Sanidad estudia además de su abaratamiento, su humanización.

Hay en este asunto una media verdad que no es toda la verdad y que conviene aclarar y precisar. La medicina en sí no se ha deshumanizado. Es la medicina socialista la que es inhumana: no se puede llamarla deshumanizada, porque nunca fue humana sino que nació, como el mismo socialismo, ya inhumana. Calificarla de deshumanizada es hacerle el favor de reconocer en ella una esperanza de arreglo. Otros favores son, llamarla «socializada», y hablar de un socialismo «con rostro humano», que es una irremediable contradicción; favores inútiles.

Aunque la mayor parte de la medicina se ejerce en España de manera socialista, y esto ya desde los tiempos de Girón y de Franco, queda otra forma de hacer medicina que no es inhumana, sino simplemente humana, y que es la medicina libre o privada. Su existencia y su posibilidad de crecer, impiden generalizar los calificativos que merece la medicina socialista, que, aunque mayoritaria, no es la única.

Parece ser que en el Ministerio de Sanidad se han dado cuenta de esto, con la sola luz natural y sin especiales devociones al derecho público cristiano y al tradicionalismo. Pasa lo mismo que con la enseñanza: el Estado no puede con toda ella; ya lo advirtió en los albores del socialismo concreto en España, que fueron durante la segunda República, persona tan poco sospechosa como don Gregorio Marañón. Ahora estamos viendo, de manera más clara y concreta, dolorosa, que el Estado no puede con toda la asistencia médica o reprivatización de la asistencia médica.

La única forma de humanizar la medicina es pasarla del socialismo a la libertad. Es aplicar el gran principio tradicionalista de que el Estado debe restituir a la sociedad la gestión sanitaria que le usurpó en una situación excepcional. Toda la seguridad social, de la que es parte la asistencia sanitaria, debe ser igualmente restituida. Pero poco a poco y con gran cuidado, sin lesionar derechos adquiridos e intereses creados que se han ido legitimando con el tiempo.

Algunos ideólogos marxistas han tocado a rebato en cuanto han oído que en los pasillos del Ministerio de Sanidad se hablaba de «reprivatizar» una parte de la asistencia médica actualmente a cargo del Estado. Hacen ver que la medicina libre, privada, humana, es sólo para ricos, y eso es una criminal mentira.

Si los sindicatos obreros fueran auténticamente libres, en vez de dedicarse al servicio de los partidos políticos marxistas, tendrían organizada la asistencia médica para sus afiliados en plan libre y privado, estupendamente bien. No les faltaría capacidad, y si les faltara, el Estado debería completarla. De todo esto hay abundantes ejemplos en España antes de la guerra y actualmente en el extranjero.

Una cosa es predicar, y otra, dar trigo. A las centrales obreras actuales les resulta más fácil y cómodo el incesante politiqueo abstracto, disimulado con las distracciones electorales, que dirigir sus inmensos recursos al servicio concreto y claro, humano, de las necesidades reales y diarias de sus afiliados.