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Tema: «Cartas del sobrino a su diablo» por Juan Manuel de Prada.

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  1. #1
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    Re: «Cartas del sobrino a su diablo» por Juan Manuel de Prada.

    «Cartas del sobrino a su diablo (XIV)» por Juan Manuel de Prada para el periódico ABC, artículo publicado el 31/05/2020.
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    Te confesaré, eminentísimo tito Escrutopo, que a veces me aburro como una ostra mientras envisco de odios cainitas a los españoles. Ha apostatado de una manera tan exagerada este pueblo antaño tan creyente que ya ni siquiera puede atisbar aquella metodología del amor que inauguró la Encarnación de nuestro Enemigo. Pero la forma que tienen los españoles de odiarse es tan primaria y visceral y taruga que, como puedes imaginarte, un espíritu puro y orgulloso como yo se deprime. Así hasta que en mi vida apareció Cayetana, el majestuoso cisne negro de la derecha, cuya inteligencia gélida y desapasionada humilla y fulmina a todos sus contrincantes con tan sólo parpadear. ¡Al fin alguien digno de mí, a quien puedo dedicar derretidos epitalamios! De inmediato, caí rendido a sus pies de Venus de las pieles; y, mientras besaba devotamente su cuello de garza real, le inspiré la idea de injuriar malignamente al vicepresidente coletudo, que siempre anda tocándole las narices con la sangre azul que circula por sus venas.

    Por supuesto, me cuidé de que la injuria fuese diabólica en el sentido pleno de la palabra. Y se me ocurrió que Cayetana rebozase por los morros al coletudo los pecados de su padre; alevosía que, viniendo de una liberal que cree en la inmaculada concepción del hombre, resulta todavía más pérfida. Nuestro Enemigo, durante su Encarnación, dejó claro que los hijos no heredan los pecados de los padres, tampoco su ceguera ni sus fraperías, que además pueden servir para que la gloria divina se manifieste, mediante el milagro de la conversión. Pero mi diosa Cayetana, proterva y esbeltísima, señaló al coletudo como «hijo de terrorista», vástago de una estirpe maldita que predestina su alma y ulcera su carne con un estigma indeleble. ¡Cuán gloriosamente ardieron mis medulas al escucharla! ¡Polvo seré, mas polvo enamorado de su lengua viperina!

    Pero mi diosa Cayetana iba a alimentar todavía más el encendido fuego en que me quemo. En una entrevista de ABC, insistía en que el hijo del frapero es, como su padre, «un antidemócrata que trabaja contra el orden constitucional», a diferencia de otros «reformistas» y «demócratas» admirables como Santiago Carrillo. ¿No te provocó un orgasmo instantáneo este sofisma, oh titofante de colmillos retorcidos? ¿No te hizo desmayarte, atreverte, estar furioso, áspero, tierno, liberal, sobre todo liberal, constitucional y demócrata? ¿No te derretiste de gusto al escuchar que Carrillo, nuestro capataz en Paracuellos que jamás renegó de aquella matanza, es alabado por mi diosa Cayetana, mientras el frapero que repartía octavillas y su hijo coletudo merecen su feroz anatema? ¿Adviertes cómo mi diosa ha divinizado la Constitución, a la que exige idolatría, sin importarle un ardite la sangre inocente derramada, cuya expiación considera innecesaria, con tal de que se haga profesión de fe constitucionalista para poder chupar del bote democrático, como hizo Carrillo? Que, por lo demás, es lo mismo que ha hecho el hijo del frapero, sólo que ni él ni su padre han ordenado matar a nadie.

    No hace falta que te diga que las palabras de mi diosa Cayetana han encandilado a la derecha. Y tampoco que el vicepresidente coletudo tomará cumplida venganza. Porque mi diosa Cayetana no ha logrado (¡qué palote me pone su petulancia ciega!), acabar con la «superioridad moral» de la izquierda, ni con el «síndrome de Estocolmo» de la derecha, como ella -en pleno subidón de anfetaminas liberales- piensa. Sus palabras sólo han logrado envenenar al hijo del frapero, que sabrá cómo tomar atroz desquite. Arrodillémonos, ¡oh titagarto reptiliano!, ante mi diosa Cayetana, por azuzar tan brillantemente la metodología del odio.

    https://www.abc.es/opinion/abci-juan-manuel-prada-cartas-sobrino-diablo-202005312351_noticia.html

  2. #2
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    Re: «Cartas del sobrino a su diablo» por Juan Manuel de Prada.

    «Cartas del sobrino a su diablo (XV)» por Juan Manuel de Prada para el periódico ABC, artículo publicado el 05/06/2020.
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    Nunca en mi vida se había reído tu sobrinito Orugario con carcajadas tan estruendosas como cuando recibí tu última carta, en la que me preguntas desasosegado si alguna de las denuncias que se han interpuesto contra los mariachis del doctor Sánchez, acusándolos de mentir u ocultar la verdad sobre la plaga coronavírica, tiene visos de prosperar y restablecer la justicia. ¡Se ve que los años te volvieron medroso, amén de carcamal! La justicia es a los regímenes partitocráticos, ¡oh titopótamo Escrutopo!, lo mismo que el himen a los lupanares: una quimera inencontrable y totalmente fiambre que sólo se puede invocar cínicamente, mientras se persevera en el puterío.

    Recuerda, titarraco lindo, que -como advertía la piojosa de Simone Weil- el fin último de la partitocracia es alimentar a las masas de pasiones sectarias y matar en sus almas el sentido de la verdad y la justicia. Y en España, donde las pasiones sectarias alcanzan densidad de mugre, a una mayoría de españoles que votan a las oligarquías de izquierdas les parece de perlas todo lo que los mariachis del doctor Sánchez hagan, así sea dejar que los ancianos se pudran sin respiradores artificiales o fomentar el contagio multitudinario en manifas antifas, como también les parece de rechupete que el trepilla Marlaska, héroe de la operación Faisán y el Yak 42, deponga un zurullo de exorbitado diámetro sobre el artículo 126 de la Constitución. A las hordas partitocráticas, ¡oh titánico tito!, la verdad y la justicia se la refanfinflan; y sólo desean que salga triunfante su facción frente a la contraria, como el forofo futbolero sólo desea que gane su equipo, aunque sea con goles en fuera de juego, falsos penaltis y sobornos al árbitro.

    Y, además, las oligarquías partitocráticas se protegen entre sí. «Perro no come perro», titingo tilingo. Aunque ahora las facciones en la oposición galleen mucho, llegada la hora de la verdad opondrán todo tipo de trabas y fomentarán todo tipo de inmunidades para que la Justicia no caiga sobre los mariachis del doctor Sánchez, que así podrán entrar en la ronda de las puertas giratorias. Pero tu inquietud viene sobre todo por los jueces, pues temes que haya algún locatis imbuido de sentido de la justicia que dicte sentencia contra estos queridos bellacos. Y no te digo yo que no haya alguno, entre los jueces de tropa, capaz de arrostrar por amor a la justicia el escrache y el ostracismo; pero sus sentencias serían de inmediato revocadas por los tribunales superiores, que son enteramente sistémicos y al servicio de la partitocracia, de cuyas almorranas maman. Pues ya sabes, ¡oh titanosaurio rex!, que en España no existe separación de poderes; y que la elección de los miembros del Consejo General del Poder Judicial es un burdo apaño entre oligarquías. Tampoco debes olvidar, en fin, que en España el Derecho ha dejado de ser determinación de la justicia, para convertirse en un barrizal positivista nacido del arbitrio del poderoso de turno, que utiliza las leyes para imponer su voluntad.

    Conque estáte tranquilo, tituso pituso, que en la España partitocrática no se hará justicia. Y así, la injusticia no reparada envenenará (todavía más) la convivencia, azuzando deseos de venganza a través de esa septicemia moral llamada resentimiento. Y es que, como advertía el pulgoso de Castellani, el resentimiento se irradia concéntricamente de zona en zona anímica, hasta contaminar incluso el entendimiento; y sólo puede curarse allá donde actúa la Gracia del Enemigo, convirtiendo el odio a la injusticia padecida en «hambre y sed de justicia» para el prójimo, para el vecino, para el compatriota. Pero nada de esto sucederá mientras en España reine la partitocracia, que es el mejor katejon contra la acción de la Gracia jamás inventado por nuestra Legión.

    https://www.abc.es/opinion/abci-juan...8_noticia.html

  3. #3
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    Re: «Cartas del sobrino a su diablo» por Juan Manuel de Prada.

    «Cartas del sobrino a su diablo (XVI)» por Juan Manuel de Prada para el periódico ABC, artículo publicado el 07/06/2020.
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    Me pides, ¡oh dilectísimo titarrapata Escrutopo!, que te exponga las razones por las que sostengo que nuestro dilecto doctor Sánchez saldrá airoso de la plaga coronavírica. Habría que empezar señalando que el hombre moderno es por naturaleza progresista, por mucho que se crea conservador o liberal. El hombre moderno, como tú mismo me revelaste, es alguien a quien domina el miedo a «Lo Mismo de Siempre», esa pasión tan valiosa para nuestros intereses, causa de la herejía en la religión, de la infidelidad en el matrimonio y de la inconstancia en la amistad. Y, en política, causa de ese anhelo tan fatuo de «conquistar nuevos derechos y libertades».

    Por eso, como decía el gordo seboso de Foxá, «querer combatir el comunismo con la democracia es como ir a cazar un león llevando como perro a una leona preñada de león; pues ella lleva en su entraña al comunismo». El problema es que la conquista de todos esos derechos y libertades no evita que el dinero siga llenando los bolsillos de unos pocos. Y los incautos acaban dándose cuenta del truco, desarrollando una envidia y una angurria de dinero espantosas; y entonces acude solícita la izquierda, prometiéndoles hacer de Robin Hood vengador. Y, una vez que alcanza el poder, la izquierda -a la vez que amplia democráticamente la multitud de pobres sin inquietar en absoluto a los auténticos ricos- puede utilizar los derechos y libertades «conquistados» para hacer biopolítica, implantando a su conveniencia pensamientos y deseos, instilando miedos y fobias, instaurando conductas y modos de vida, inventando sexualidades de diseño que se convierten en «premisas vitales» indiscutibles. De este modo, a la vez que se anula la conciencia individual, se moldea el inconsciente colectivo.

    Y esta biopolítica puede lograr hazañas formidables. Repara en esas manadas de españoles progresistas que se manifiestan contra la muerte de un negro en Estados Unidos, a la vez que consideran fachas a quienes se manifiestan contra la muerte de cuarenta mil compatriotas de todos los colores. O que aceptan encantados que el Gobierno haya dejado de suministrarles datos sobre los muertos diarios por coronavirus; pues odian que les hablen de la muerte, que es la expresión más impepinable de «Lo Mismo de Siempre». La anulación de la conciencia individual y el moldeamiento del inconsciente colectivo, que en las personas habitadas por el Enemigo es tarea imposible, en las masas apóstatas es tan fácil como escachar huevos; pues cuando el espíritu del hombre no se orienta hacia un objeto eterno, todo su mundo interior se compone de mentecateces en batiburrillo que facilitan su trabajo al manipulador de turno.

    En este contexto a la derecha sólo le resta, si desea alcanzar el poder, ser la chacha que barre los estropicios causados por la izquierda, cada vez que se enfadan los mandamases del pudridero europeo. ¿Y no nos hallamos ahora ante una de esas ocasiones?, te preguntarás. En aboluto, titanguijuela de mis canalillos y entretetas. En la anterior crisis económica, las exigencias de austeridad de los mandamases del pudridero europeo dieron alas a los llamados «movimientos ultras», que son la bicha del europeísmo besucón de nuestros esfínteres. Así que esta vez, para evitar que la bicha se desmande, han dado la orden de regar con un manguerazo de millones a los Estados miembros y miembras, que de este modo podrán inflar la deuda a lo burro y devolver los préstamos en plazos mucho mas elásticos; lo que, junto al expolio de las clases medias, permitirá al doctor Sánchez repartir gallofas a porrillo entre su clientela. Duerme tranquilo, ¡oh titarabajo pelotero!, que tenemos doctor Sánchez para rato.

    https://www.abc.es/opinion/abci-juan...1_noticia.html

  4. #4
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    Re: «Cartas del sobrino a su diablo» por Juan Manuel de Prada.

    «Cartas del sobrino a su diablo (XVII)» por Juan Manuel de Prada para el periódico ABC, artículo publicado el 13/06/2020.
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    racias mil por tus piropos, titirrititín Escrutopo, que guardo en mi corazón mohoso. Pero si me felicitas tan efusivamente por inspirar a un ministrillo expresiones como «crisis constituyente» o «debate constituyente», ¡tendrás que besar mis pezuñas y servirme de orinal cuando conozcas el plan que he diseñado para que tal situación se haga realidad en esta España coronavírica que me has encomendado destruir! La Constitución del 78, ese bodriete nihilista que los carcamales de tu generación inspirasteis -con sus anfibologías, aporías y sofismas- para ir minando a los españoles, contiene sin embargo un procedimiento de reforma demasiado alambicado que dificulta esa «crisis constituyente» que yo ahora me dispongo a suscitar. Te explico a continuación el plan que he diseñado para instaurar el caos y la liberación de los peores instintos; plan sobre el que advierte con todo lujo de detalles en sus obras el hijodelagrán de Donoso Cortés, al que afortunadamente ningún demócrata lee.

    Nos convenía, en primer lugar, que hubiese un gobierno de escuela socialista. Las escuelas liberales son antiteológicas y escépticas, y sólo se preocupan por las cuestiones materiales; en cambio, las escuelas socialistas tienen teología, lo que las hace más fuertes y propicias a nuestros intereses. Y la teología de las escuelas socialistas, ¡oh titarraco pajarraco!, se caracteriza por santificar las pasiones más abyectas: el odio, la envidia, el resentimiento, todas esas flores pútridas del alma que el liberalismo abona con su estiércol materialista, el socialismo las convierte en virtudes democráticas, disfrazándolas de igualdad, solidaridad, justicia social y otras paparruchas eufónicas. De este modo, el socialismo crea -pemíteme que cite al hijodelagrán de Donoso- «una nueva atmósfera social en que las pasiones se mueven libremente, comenzando por destruir las instituciones políticas, religiosas y sociales que las oprimen».

    ¿Y qué institución hay que destruir primero, titonudo de mis deyecciones y moquitos, para provocar una «crisis constituyente»? ¡La monarquía, por supuesto! Pues la monarquía tiene algo de último obstáculo (katejon) que las escuelas socialistas aborrecen, aun en presencia de los reyes más vendidos, degenerados o peleles. Y la razón última de esta aversión socialista a la monarquía, aun a la más desfondada o pervertida, aun a la más genuflexa y temblona, es en última instancia la misma razón por la que nosotros odiamos al Enemigo. En la figura del Rey siguen resonando misteriosamente aquellas palabras del Enemigo a Poncio Pilato: «No tendrías ningún poder sobre mí si no te hubiera sido dado del cielo». Hay que cargarse la monarquía, o las desvaídas escurrajas de monarquía que todavía subsisten, para asegurarnos de que nunca más un gobernante en España asuma un poder «dado del cielo». ¡Piensa lo terrible que sería que mañana hubiese un rey como el Enemigo manda! Así que he aprovechado la concupiscencia de bienes materiales del anterior Monarca para relanzar ese deslizamiento político que el hijodelagrán de Donoso explica, desde la monarquía hasta la anarquía, con estación en la monarquía constitucional y en la república; que a su vez produce un deslizamiento religioso, desde la fe en nuestro Enemigo al ateísmo, con estación en el deísmo y el panteísmo. Y estos dos deslizamientos provocarán la gran «crisis constituyente» que nosotros estamos anhelando, ¡oh titoncete de mis epidídimos!, esa magnífica aurora en la que España definitivamente se convierta en el paraíso donde nuestra Legión pueda retozar y regarlo todo con su vómito. ¡Arrodíllate ante tu sobrinín Orugario, pedazo de vejestorio!

    https://www.abc.es/opinion/abci-juan...1_noticia.html

  5. #5
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    Re: «Cartas del sobrino a su diablo» por Juan Manuel de Prada.

    «Cartas del sobrino a su diablo (XVIII)» por Juan Manuel de Prada para el periódico ABC, artículo publicado el 14/06/2020.
    ______________________

    S
    in duda, titísimo Escrutopo, debemos felicitarnos por la muerte ignominiosa de esos miles de ancianos en las residencias convertidas en morideros coronavíricos, con el estrambote siniestro de los negociados partitocráticos tratando de endosar la mortandad al adversario. Pero tú y yo sabemos que nuestro triunfo es sólo aparente.

    Fuisteis los carcamales de tu generación quienes conseguisteis destruir la institucion familiar, haciendo odiosos para los hombres modernos los frutos fecundos de la tradición. Así lograsteis borrar del corazón humano la concepción de las sucesivas generaciones humanas como eslabones unidos de una cadena (vinculum) que se brindan mutuamente apoyo y fortaleza. Para ayudar a los ancianos a sobrellevar sus padecimientos, el mundo todavía regido por la tradición contaba con una auténtica comunidad familiar que cuidaba de ellos y los confortaba, haciendo presente -mediante la ofrenda de sus desvelos- al Enemigo en sus vidas. Pero los carcamales de tu generación hicisteis creer a los hombres que su vida sería más plena si rompían las cadenas de la tradición y se convirtían en eslabones sueltos y desvinculados. Y así, el hombre autónomo se «independizó» de la familia que reprimía el libre desarrollo de su personalidad, para convertirse en una mónada satisfechísima que ya no tiene que cargar con el lastre de sus viejos, a los que aparca en un moridero, para que otros cuiden mercenariamente de ellos. Sólo que ese hombre autónomo que se desentendió de sus padres ignora que su destino será aún peor, pues su cuerpo acabará también pudriéndose en un moridero; mientras que su alma ya se está pudriendo, mientras consume bulímicamente series de Netflix y porno gratis durante toda la cuarentena.

    Pero para que en este mundo sin tradición los hombres que han abandonado a sus viejos puedan dormir tranquilos hay que imponer una visión de la vejez como edad excedente, sobrante, superflua. Hay que borrar de las almas la noción cristiana de la vida como drama, en la que la escena final es siempre la más importante y la que dota de sentido a todas las anteriores. Y, por supuesto, hay que hacer olvidar que en la vejez florece lo que el cabrito de Cicerón llamaba el «brillante regalo de la edad», el consejo y la autoridad que, por no estar contaminados los viejos por el ansia de poder, son el mejor antídoto contra las traiciones a la patria y las confabulaciones clandestinas con sus enemigos; todos esos actos criminales, en fin, a los que los ansiosos gobernantes jovenzuelos son tan proclives, como se comprueba en la España coronavírica.

    Y ya que la vejez no puede ser «curada» mediante la medicina, la medicina se debe encargar de apacentar a los viejos hasta los rediles de la muerte. Rediles que, en circunstancias de bonanza, serán plácidos como una inyección de morfina. Pero que, en circunstancias de crisis coronavírica, serán rediles angustiosos, en los que los viejos perecerán muy lentamente, entre estertores y paroxismos de asfixia, abandonados de sus familias y privados de los últimos sacramentos, para después pudrirse durante unos cuantos días, antes de arder en el horno crematorio. Todo sería perfecto para nuestra causa, ¡oh titurbitáceo calabazón!, si el Enemigo, al que se le impidió la entrada por la via sacramental, no se hubiese colado en esos morideros por otras vías misteriosas, para mirar a los ojos a quienes lo imploraron. Porque el Enemigo siempre se sale con la suya in extremis, por mucho apoyo que nos brinde la chusma gobernante y partitocrática. Y es que el apoyo de esta chusma reñida entre sí es el apoyo inútil de los eslabones sueltos, mientras el Enemigo sigue haciendo cadena con los hombres que lo invocan.

    https://www.abc.es/opinion/abci-juan...1_noticia.html

  6. #6
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    Re: «Cartas del sobrino a su diablo» por Juan Manuel de Prada.

    «Cartas del sobrino a su diablo (XIX)» por Juan Manuel de Prada para el periódico ABC, artículo publicado el 19/06/2020.
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    Nunca como ahora, ¡oh titángano Escrutopo!, había sido tan necesaria mi presencia en esta España coronavírica como ahora que decae el llamado estado de alarma. Digo «llamado» porque, como tú y yo bien sabemos, ha sido en realidad un experimento de biopolítica con el que hemos acrecentado nuestro dominio sobre las almas de estas gentes, mediante el control de los espacios que habitan, de sus relaciones personales y hasta de sus pensamientos secretos (que desde ahora serán transparentes para sus tiranos mediante nanotecnología). Gracias a este dominio de las almas estoy consumando el golpe de Estado antropológico que me habías encomendado, cuyo propósito es adelgazar la condición humana de estas gentes, hasta tornarla reptiliana.

    ¿Has visto ese emocionante vídeo en el que un médico reconoce con desparpajo que los viejos se pudren -¡mala suerte!- sin recibir tratamiento alguno que alivie su agonía en los morideros llamados residencias? ¿Y esa conmovedora grabación en la que el comisario madrileño del doctor Sánchez instruye a los alcaldes de su negociado partitocrático para «retorcer el tema de las residencias» y «capitalizar el descontento»? ¿No te parece grandioso que las facciones partitocráticas se lancen unas contra otras los muertos, como si fuesen viscosos zurullos o condones con regalito? ¿Y qué te parece que el doctor Sánchez y sus mariachis oculten las defunciones diarias que causa la plaga sin que nadie proteste por el manejo? ¿Y sabes por qué, en el fondo, nadie protesta? Por la misma razón por la que tampoco nadie se escandaliza de que hayan dejado morir a los viejos; por la misma razón por la que a nadie importa que los negociados partitocráticos «capitalicen» los muertos. Todas estas impiedades sacrílegas son posibles porque estas gentes no quieren saber nada de la muerte; porque sus almas gangrenadas por la apostasía -almas ya reptilianas- rehúyen confrontarse con las verdades de ultratumba.

    Todo esto lo ha logrado tu sobrinito Orugario exaltando y a la vez denigrando la naturaleza humana, según la estrategia que me enseñasteis los carcamales de tu generación. Por un lado les hago creer que son semidioses: «Españoles -les digo, para engatusarlos-, sois libres e iguales, sois soberanos, sois dioses de vosotros mismos, sois reyes de la creación, la ciencia y el progreso, vuestros cuerpos son fuente de todos los placeres, que debéis beber sin recato, mientras exprimís a los pobres si sois ricos o desvalijáis a los ricos si sois pobres». Pero, ¡ay, titarapo gusarapo!, llega entonces el coronavirus, que borra de un plumazo esa visión exaltante; y entonces les hago creer que son gusanos: «Españoles -los denigro, para hundirlos-, vuestras vidas acabarán en un moridero cualquiera, sin amor ni consuelo. Todas vuestras ilusiones de grandeza y soberanía, todos vuestros anhelos -aun los que creíais más nobles- no son más que sublimaciones del instinto sexual, que desde vuestro subconsciente freudiano se transmuta en una ridícula ansia de belleza, en un grotesco anhelo de fraternidad, en una absurda fe religiosa. No sois más que un patético manojo de pulsiones penevulvares».

    De ahí que estas gentes no quieran saber nada de sus muertos, que les recuerdan su destino fatal, y dejen que sus politicastros los utilicen para sus «capitalizaciones», o los oculten con maldad serpentina. Así olvidan que cada uno sus cuerpos, deshechos por la edad o el coronavirus, brotarán un día con nueva vida y florecerán como rosas bajo el sol de la inmortalidad. Pero como ellos han renunciado a ese sol, nosotros les ofreceremos, ¡oh titaracha pestilente!, un chaletito muy cuqui con vistas al lago de fuego y azufre, que también calienta que es un primor.

    https://www.abc.es/opinion/abci-juan...8_noticia.html

  7. #7
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    Re: «Cartas del sobrino a su diablo» por Juan Manuel de Prada.

    «Cartas del sobrino a su diablo (XX)» por Juan Manuel de Prada para el periódico ABC, artículo publicado el 21/06/2020.
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    Te confieso, ¡oh dilectísimo tito Escrutopo!, que he hecho un viaje relámpago a los Estados Unidos. Allí he podido disfrutar de la adoración de las multitudes: pues la chusma de aquellas tierras (y, por gregarismo, la chusma de todo el orbe) hinca la rodilla en tierra, en gozosa parodia siniestra de la genuflexión ante el Enemigo; y quien no se arrodilla ante el Enemigo sólo puede arrodillarse ante nosotros, o ante nuestras obras. Estados Unidos, tan admirado por todos los panolis derechoides del orbe, siempre fue, ¡oh titotálamo chocheante!, un vivero de odios, como corresponde a una nación nacida de un espíritu sectario y puritano que, a la vez que instaura el zurriburri religioso (toda la purrela y porrusalda luteranoide), postula un falso comunitarismo que no es sino individualismo de grupo, reconocimiento entre sí de los que son de la misma secta, raza o bandería. O sea, un patchwork social que acaba, inevitablemente, en delicioso pandemónium, como ocurre siempre con todos los avatares de Babel.

    Frente a este ideal puritano y sectario, tan favorable a nuestros intereses, España instauró en aquellas tierras un ideal completamente disolvente de nuestra acción: el Enemigo había hecho nacer a todos los hombres de una misma pareja; más tarde, había querido que su Hijo se pasease por el mundo en carne mortal, como un descendiente más de aquella primera pareja; y, ya por último, había entregado su poder al Papa, que a su vez se lo había alquilado a los reyes españoles en aquellas regiones del planeta. De lo que se deducía que los habitantes de aquellas regiones eran súbditos del rey español, fieles al Papa e hijos del Enemigo, por ser descendientes todos -como cualquier rey o papa- de aquella primera pareja. Así España hizo realidad la odiosa unidad universal de todos los hombres en torno a una paternidad común, en donde las razas se funden gozosamente. Luego, este ideal español sufrió traiciones, como sucede en cualquier empresa humana, pues algunos conquistadores y encomenderos españoles escucharon nuestros consejos; pero frente a ellos hubo siempre un fraile jopu inspirando a los reyes leyes protectoras de los nativos americanos que fundaron el «derecho de gentes».

    Los carcamales de tu generación, para extender en América el odio a España, presentasteis ante la chusma los abusos personales de algunos encomenderos y conquistadores de nuestra cuerda como crímenes institucionalizados. Y conseguisteis un birlibirloque genial, convirtiendo a un fraile jopu como Bartolomé de las Casas en icono antiespañol, como si fuese un proscrito de la monarquía hispánica, en lugar de un consejero de la mayor privanza del emperador Carlos, que promulgó las Leyes Nuevas de Indias siguiendo sus consejos. Pero hacía falta una vuelta de tuerca mayor, así que he propuesto a la chusma embriagada de odio que en estos días se arrodilla ante nuestras obras la remoción de estatuas que evoquen aquella empresa inspirada por el Enemigo. Pues derribando esas estatuas, ¡oh titocondria paramecia!, se borrará mas fácilmente de las almas el principio de unidad universal de los hombres en torno a la paternidad común del Enemigo. Así nosotros podremos imponer a esas gentes ya huérfanas la unidad gregaria de pandemónium y hormiguero que las atraerá hacia las tinieblas.

    Y, por supuesto, pronto trasladaré esta fiebre de derribar estatuas que simbolicen aquella empresa a la España coronavírica; pues el españolito apóstata y resentido siempre ha sido una cacatúa orgullosa de regurgitar todos los topicazos de la Leyenda Negra. Me relamo el bálano, cuando pienso en la cantidad de pedestales vacíos de los que pronto dispondremos, para honrar a los lacayos de nuestra Legión.

    https://www.abc.es/opinion/abci-juan...9_noticia.html

  8. #8
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    Re: «Cartas del sobrino a su diablo» por Juan Manuel de Prada.

    «Cartas del sobrino a su diablo (XXI)» por Juan Manuel de Prada para el periódico ABC, artículo publicado el 27/06/2020.
    ______________________

    He comprobado, ¡oh titodídimo Escrutopo!, que cuando los hombres niegan nuestra existencia empiezan de inmediato a ver por doquier demonios de carne y hueso. Así ocurre en la España coronavírica, donde las gentes uncidas al yugo del negociado de izquierdas perciben en todo lo que hacen o proponen las gentes uncidas al yugo del negociado de derechas una obra maligna; y viceversa. Y piensan -¡pobres ilusos!- que, una vez que las gentes de la maligna ideología adversa hayan sido derrotadas, el mal desaparecerá de la faz de la tierra. Pero, en su afán fatuo de arrancar la cizaña, arrancan también el trigo; y la cizaña esparce su semilla también en sus corazones, invadiéndolos a su vez de malignidad. No advierten que todas sus acciones antagónicas, que se alimentan entre sí creyendo combatirse, están guiadas por una inteligencia que les supera, que es la nuestra. Y el entrechocar constante de sus acciones antagónicas acaba agotándolos de tal modo que terminan por aceptar un simulacro o parodia de unidad.

    Primero logré que las facciones partitocráticas se agotaran en trifulcas absurdas en torno, por ejemplo, a las restricciones de la movilidad. Al negociado de derechas, los carcamales de tu generación lo envenenasteis con el fantasma de la libertad; y al negociado de izquierdas con la pulsión de la ingeniería social. Así que la derecha se obsesionó con la mamonada de recuperar la libertad de movimientos, olvidando que las almas verdaderamente libres no la necesitan, como demostró el execrable Juanito de Yepes, que escribió (¡vade retro!) el Cántico espiritual en una mazmorra inmunda. Y, mientras el negociado de derechas clamaba por la libertad de movimientos y se entretenía con el delicioso macguffin del cambio de fase, creyendo grotescamente que así combatían la ideología adversa, el negociado de izquierdas se dedicaba tranquilamente a hacer biopolítica. Ahora el negociado de izquierdas les ha regalado al fin la libertad de movimientos, para que se contagien a gusto en terrazas atestadas y playas convertidas en hormigueros; y el negociado de derechas se ha quedado desfondado y bizcochable. Así puedo pasar a fomentar un simulacro o parodia de unidad.

    La única unidad verdadera es la que se logra mediante la asunción de la Verdad y la Justicia, que son nombres del Enemigo. Pero la unidad que yo me dispongo a fomentar para facilitar la «reconstrucción» (en vano trabajan los albañiles cuando el Enemigo no construye la casa) se logrará mediante el llamado «consenso político», que es la mixtura de errores de izquierdas y derechas. Después de no lograr ponerse de acuerdo en cuestiones tan de sentido común como quedarse quietecitos, se pondrán de acuerdo en las mayores perversidades. Para ello, el consenso político recolecta las opiniones más alejadas del sentido común -como el doctor Frankenstein recolectaba miembros de los más diversos cadáveres para fabricar su monstruo- y elabora una síntesis caprichosa que, por supuesto, admite discrepancias menores, para que la discusión sobre esos matices (igualmente erróneos) encienda con renovados bríos la demogresca. Así, ¡oh titirrititín lindo!, matamos dos pájaros de un tiro: por un lado, restauramos el consenso político, cuyo fin último es el reparto oligárquico del poder por turnos; y por otro, conseguimos que la convivencia degenere en un gatuperio aturdidor, una disociedad donde podremos retozar como niños sobre una nube de algodón azucarado. Y, a rebufo del consenso, la derecha que clamaba contra la restricción de la movilidad tragará desfondada y bizcochable leyes educativas perversas y otros primores de la ingeniería social que tu sobrinito Orugario guisa mientras espanta (o sea, maravilla) mocosas con su rabo.

    https://www.abc.es/opinion/abci-juan...5_noticia.html

  9. #9
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    Re: «Cartas del sobrino a su diablo» por Juan Manuel de Prada.

    «Cartas del sobrino a su diablo (XXII)» por Juan Manuel de Prada para el periódico ABC, artículo publicado el 27/06/2020.
    ______________________

    A tu sobrinín Orugario, ¡oh puritanísimo tito Escrutopo!, le gusta más la sicalipsis que a un tonto una tiza. Y en la España coronavírica disfrutamos ahora de una amenísima historia sicalíptica, protagonizada por el vicepresidente coletudo y una de sus becarias, con la que tal vez echó alguna guedeja al aire y se cruzó por guasá comentarios procaces. Alguno de estos comentarios acabó saliendo publicado, para escarnio público del vicepresidente coletudo, porque a la becaria le gustaba presumir entre sus amistades. Pero tan chusco enredo ha tenido un estrambote soberbiamente diseñado por tu sobrinín. Ya sabes, ¡oh castísimo titopótamo!, que nada me procura tanto placer como humillar a los humanos, haciendo burla de sus debilidades carnales; pues así la arcilla que nuestro Enemigo empleó para modelarlos se embadurna de babosos flujos genitales.

    De este modo, los abogadetes del vicepresidente coletudo cayeron en la misma trampa que aquellos censores de la película Mogambo que, por querer tapar un adulterio, aliñaron un incesto. Y aquí, por querer tapar las guedejas al aire de su líder carismático y las indiscreciones de la becaria cotorrona, los abogadetes aliñaron diversos chanchullos que remataron combinándose con el fiscal (risum teneatis) anticorrupción. Ahora los ingenuos se escandalizan de este contubernio, como si en España los fiscales que cuspidean no fuesen jenízaros al servicio de la ideología gubernativa, nombrados a dedo para que puedan hacer todas las barrabasadas que convienen al poderoso de turno.

    Los españoletes atrapados en el bucle partitocrático no saben que -como desvelase el hijodelagrán de Donoso-, a medida que desciende el termómetro religioso, asciende el termómetro político. Y en la España coronavírica, donde el termómetro religioso marca temperaturas glaciales, no hay institución del Estado que no sea pasto de la más despepitada bandería política. Y del mismo modo que, en las sociedades religiosas, los mozos se metían a curas, para administrar al pueblo los sacramentos, en las sociedades infestadas por el veneno de la bandería política, los mozos se meten a jueces y fiscales, para administrar a las masas una parodia ideologizada de la Justicia (pues el Derecho se ha convertido en un barrizal positivista al servicio del poderoso de turno). Naturalmente, del mismo modo que en las sociedades auténticamente religiosas se colaba algún cura descreído, en las sociedades infestadas por el veneno de la bandería política puede colarse algún juez o fiscal probo que no está dispuesto a convertirse en jenízaro de la ideología gubernativa; pero para estos intrusos el sistema destina los puestos más subalternos, negándoles toda promoción. Mientras que los jueces y fiscales que cuspidean son todos jenízaros despepitados, que forman asociaciones partitocráticas y salen en las televisiones escupiendo consignas atufadas de ideología de garrafón, que disfrazan con una grotesca jerga leguleya. Consignas que el consejo de la magistratura o jenizatura no castiga, sino que premia con ascensos.

    Pero los españoles habitan en un Mátrix democrático y se niegan a aceptar que son esclavos de la más formidable forma de totalitarismo, que es la que convierte el Derecho en una monstruosa «Gorgona del poder», según la expresión de Kelsen. Y donde los fiscales son las culebrillas que la Gorgona del poder exhibe, a modo de cabellera, para imponerse; culebrillas que ahora salen en auxilio de unas guedejas al aire. Y así, las culebrillas fiscales y las guedejas al aire pueden entrelazarse amorosamente, cual vid que entre el jazmín se va enredando; pues en España el poder ejecutivo y el judicial se amanceban más que las becarias cotorronas.

    https://www.abc.es/opinion/abci-juan...9_noticia.html

  10. #10
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    Re: «Cartas del sobrino a su diablo» por Juan Manuel de Prada.

    «Cartas del sobrino a su diablo (XXIII)» por Juan Manuel de Prada para el periódico ABC, artículo publicado el 03/07/2020.
    ______________________

    Aunque todavía me resten, ¡oh dilectísimo titarraco!, unas pocas semanas para concluir mi labor de devastación en la España coronavírica, quiero empezar una recapitulación de mis logros. Puesto a elegir una de las infinitas maldades perpetradas durante esta misión que me haga sentir orgulloso, elegiría el encumbramiento del doctor Simón como icono y referente moral del negociado progresista. Siempre devoto de tus enseñanzas, he descubierto que el mal disfrazado de bien es un veneno mucho más eficaz y demoledor para las almas que el mal a rostro descubierto. Y de este veneno me he servido para encumbrar a este doctor ful, heraldo pimpante de todas las mentirollas e intoxicaciones gubernativas, que durante meses disuadió del empleo de mascarillas para después -cuando sus amos las tornaron obligatorias- reconocer con muy garboso desparpajo que lo había hecho porque había desabastecimiento. Y todo dicho con esa glamurosa afonía y esos jerséis gualtrapas que ponen palotes a sus fans.

    Como bien sabes, ¡oh titirrititín picolín!, nada me divierte más que humillar a estos asquerosos humanos. Así se me ocurrió que, para humillar al negociado progresista, no había argucia más denigrante que convertirlo en idólatra de un enchufado pepero (o pepeiro, para ser más respetuosos con la procedencia del enchufe) y de currículum más magro que el de una beccaría o becaria. No pienses, sin embargo, que el enchufado pepeiro es un hombre pérfido, ni siquiera malicioso; por el contrario, es un buenazo tremendo, un mandado ejemplar, capaz de soltar las mentirollas e intoxicaciones gubernativas con una afabilidad beatífica y conmovedora, de insuperable fuerza persuasiva. ¿Cómo va a reprimir el negociado progresista sus ansias de tatuarse el nombre o de sudar la camiseta con la efigie de un cacho de pan semejante?

    Y aquí, envidioso de mi éxito rutilante, te harás cruces (del revés) tratando de explicarte cómo los españoles progresistas transigen con las afónicas trolas del doctor Simón, como la superlativa y desternillante de las mascarillas, que son La Parrala de la España coronavírica. Olvidas que son hombres modernos; y los hombres modernos, como explicaba el admirable Marcuse, se caracterizan por reclamar «el derecho de la razón autónoma a reconfigurar la realidad, aun en contradicción con los hechos». Así nacieron las ideologías, estructuras de pensamiento (o, en su versión degenerada y terminal ahora triunfante, meras colecciones de consignas) que niegan la realidad de las cosas y la someten a la voluntad humana, cada vez más fanatizada. Así, el progresista puede «reconfigurar» la figura del doctor Simón, «olvidando» todas las mentirollas e intoxicaciones que ha soltado risueñamente, sin importarle un pimiento la verdad. Que, por supuesto, en su conciencia ha dejado de existir; pues estas ideologías no son propiamente utopías, sino más bien -permíteme emplear el término foucaultiano- «heterotopías» que permiten a sus adeptos crear su propia realidad, desentendiéndose de las que crean los otros negociados (en esto consiste el sublime pluralismo democrático). Y encerrado en su «heterotopía», el negociado progresista puede -sin contacto alguno con la realidad, aunque hieda a cadaverina- idolatrar al enchufado pepeiro reconvertido en benigüigüi sociata como si de un héroe (con o sin mascarilla) se tratase, y emocionarse con sus trolas afónicas, y revolverse furioso si alguien osa toser sus jerséis gualtrapas, a los que cada día afeito las bolitas, para que el doctor Simón esté más pimpolludo. Te confieso que yo también lo amo tiernamente, como el Enemigo amaba la obra salida de sus manos. Y amándolo me siento buenecito, carcamalote mío.

    https://www.abc.es/opinion/abci-juan...9_noticia.html

  11. #11
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    Re: «Cartas del sobrino a su diablo» por Juan Manuel de Prada.

    «Cartas del sobrino a su diablo (XXIV)» por Juan Manuel de Prada para el periódico ABC, artículo publicado el 06/07/2020.
    ______________________

    Me preguntas con indisimulable regocijo, ¡oh tito capullérrimo!, por la verdadera causa de los rebrotes que padece la España coronavírica, muchos más de los que la propaganda sistémica reconoce. Y a la vez me afeas que en mis cartas deslice los juegos de palabras más escabrosos y procaces. ¿Olvidas, acaso, que -al igual que tú- soy un espíritu puro? Si introduzco en mis cartas esas guarradas que tanto te exasperan es por parodiar la vida sórdida de estos seres inferiores constantemente sometidos a estímulos sexuales. No puedo soportar que estos arcillosos hijos de Adán y Eva hayan sido llamados por el Enemigo a la bienaventuranza que nosotros hemos rechazado. Tu sobrinito es al menos tan casto como tú, titodídimo Escrutopo; pero a diferencia de ti, que te has vuelto más sequizo que un prepucio disecado, me humedezco provocando rebrotes coronavíricos en estos gusanos prisioneros de la lujuria. No hay placer comparable a verlos, viscosos como caracoles, sacudirse el manubrio, gracias al porno gratuito que la plutocracia les suministra, como al perro sarnoso se le suministran unos menudillos pútridos con séquito de moscas. O arrastrarse detrás de la churri o maromo que les alivie la comezón.

    Los carcamales de tu generación destruisteis a todos estos chimpancés evolucionados con la llamada «liberación sexual», aquella religión erótica avizorada por el cabronazo de Chesterton que, «a la vez que exalta la lujuria, prohíbe la fecundidad». Y esta religión erótica, administrada a modo de soma, los ha convertido en piltrafas merodeadas de anhelos adulterinos y aberrantes pulsiones penevulvares, una arcilla degenerada en fango que necesita explorarse todos los orificios. Y así, incapacitados para la vida familiar, convertidos en un gurruño genital, se los entregamos a nuestros devotos plutócratas, para que -tras enchufarlos a una renta mínima- puedan ser apilados en los vertederos humanos con suscripción a Netflix que les han preparado.

    Ya no pueden renunciar a la religión erótica que los ha convertido en cerdos más apestosos que los de la piara de Circe, titirrititín lindo. Y para estos cerdos fatalmente enganchados a su soma inventé yo aplicaciones como Tinder o Grindr, que durante los últimos meses han provocado miles de contagios en todo el mundo sin que nadie se entere (pues la propaganda sistémica de esto no dice ni pío). ¿He escrito nadie? Nos enteramos nosotros, por supuesto, pero también la patulea que hemos puesto al frente de los gobiernos. ¿No has advertido cómo esa patulea, a la vez que cerraba todos los negocios y destruía alegremente las economías nacionales, no se atrevía en cambio a desactivar estas aplicaciones que propician, además del canje de ladillas, el contagio masivo? Y es que la patulea gobernante sabe bien que el reparto de soma es indispensable para su subsistencia.

    Así que no hace falta que te diga que no paro de sembrar rebrotes entre la pobre chusma ansiosa de arrimar cebolleta. Todas las mañanas salgo a corretear (en realidad a contonearme), disfrazada de súcubo, con mi top melonero y mis mallas apretonas, y cuando acabo la exhibición tengo más de cincuenta peticiones de amistad en el Tinder, toda una caterva de fracasados que me trajino, uno por uno o en bukake mogollónico, exonerándolos de los trámites del cortejo (que me dan todavía más asco que sus secreciones pulgosas) e infestándolos de coronavirus. Y esta semana última, por supuesto, me he apuntado también a Grindr y he cambiado mi disfraz de súcubo por el de íncubo de pelo en pecho, convirtiéndome -permíteme citar al tipejo de Quevedo- en un «ruiseñor de los putos». Comprenderás que, después de prestar estos servicios ímprobos a la causa del rebrote, me desquite eutrapélicamente ensartando procacidades.

    https://www.abc.es/opinion/abci-juan...4_noticia.html

  12. #12
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    Re: «Cartas del sobrino a su diablo» por Juan Manuel de Prada.

    «Cartas del sobrino a su diablo (XXV)» por Juan Manuel de Prada para el periódico ABC, artículo publicado el 11/07/2020.
    ______________________

    Por supuesto, ¡oh veneradísimo tito Escrutopo!, me he preocupado, siguiendo tus indicaciones, de aprovechar la plaga coronavírica para resaltar las hipocresías indecentes sobre las que se asienta la vida de este pueblo apóstata. Así ocurrió con la escabechina de ancianos en los morideros llamados residencias, que volvió a probar que un pueblo que se ha desentendido del Enemigo acaba desentendiéndose también de sus progenitores; pues allá donde no se cuida al padre común, al que sólo hay que rezar, mucho menos se cuida a los padres particulares, a los que hay que limpiar el culo cuando llegan a viejos.

    Y, si así actúan con sus propios padres, ¿cómo van a actuar con los negros que vienen a hacer los trabajos que ellos desprecian? Habrás reparado, ¡oh potito emético!, en la obra maestra que he aliñado con los temporeros coronavíricos de la huerta de Lérida. Por un lado, he desenmascarado el farisaico discurso fachita, que pretende impedir la entrada en España a los negros, como si la patulea autóctona estuviese dispuesta a doblar el espinazo y hacer los trabajos del campo. Por otro lado, he desenmascarado el miserable discurso progre, que pretende facilitar la entrada en España de los negros, a los que luego se paga un jornal misérrimo y se hacina en ergástulos que son un maravilloso cónclave pulgoso y coronavírico. Pero los discursos progre y fachita son tan sólo el haz y el envés de la misma moneda, encargados cada uno de halagar los impulsos emocionales de su respectiva parroquia: impulsos lloricosos del progrerío, que lagrimea cuando los negros son «rescatados» por la plutocracia en el mar, desentendiéndose de su posterior destino en los ergástulos; impulsos fanfarrones del facherío, que rabia porque los negros se muevan libremente por España, olvidando que la fruta que les endulza el verano ha sido recoletada por callosas manos negras, pues los nenes españoles sólo doblan el espinazo para bajar al pilón o pilona y tomar su dosis de soma penevulvar.

    Y estos discursos progre y fachita, más falsotes ambos que el disfraz de súcubo que me pongo para seducir rijosos, sirven para ocultar la raíz del problema. Que no es otra, ¡oh titodrilo carcamalote!, sino la demolición de la economía natural (o sea, «la administración razonable de los bienes que se necesitan para la propia vida», según enseña el jopu de Aristóteles) que los sucesivos gobiernos partitocráticos perpetraron para que la plutocracia internacional pudiese instaurar el reinado de la crematística, que -como el jopu de Aristóteles también enseña- es el «arte de enriquecerse sin límites». Y para que nuestros adoradores plutócratas pudieran enriquecerse sin límites, hubo que arrinconar la fuente primordial de la economía natural, que es la tierra nutriente de la que el Enemigo hizo brotar toda forma de vida. Así, los frutos de la tierra fueron sacrílegamente relegados y remunerados ínfimamente, de tal modo que la dedicación a tareas agrícolas y ganaderas fuese considerada un oficio propio de parias; mientras que las operaciones crematísticas se convirtieron en el fundamento de una economía perversa. Y así, mientras nuestros adoradores plutócratas se enriquecen con fondos de inversión que especulan con la distribución de los alimentos y los gobiernos reparten paguitas entre la juventud haragana, la agricultura malvive a duras penas contratando negros por jornales misérrimos y hacinándolos en ergástulos donde el coronavirus florece con esplendor primaveral.

    Esta chusma no recuperará el sentido de la economía natural mientras no vuelva a rezar al Enemigo que les entregó en heredad la tierra. Sólo entonces acogerá a esos negros como hermanos, como hizo el capullo de Filemón con su esclavo Onésimo. Hasta que tal cosa no ocurra, podemos divertirnos confrontándolos con sus hipocresías.

    https://www.abc.es/opinion/abci-juan...7_noticia.html

  13. #13
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    Re: «Cartas del sobrino a su diablo» por Juan Manuel de Prada.

    Entrevista a Juan Manuel de Prada, con ocasión de la aparición de su libro "CARTAS DEL SOBRINO A SU DIABLO ". Por Cristina López Schlichting.

    https://www.cope.es/programas/fin-de...mijJVxGpprXrkU.

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