Aquí podemos verlo: Lo importante es el bien común. Eso rompe con los que ven a la Monarquia como un bien en si misma, y no como un medio.
Monarquia significa que manda Uno. Nada tiene que ver con los hijos, nietos o primos, ni familiares dispersos ajenos totalmente a la causa de Las Españas que reclamen coronas por que dicen ser hijo de tal o de cual, ni con poderes enquistados que terminan degenerando. Decir que la monarquia hereditaria es la evolición logica de la monarquia electiva (los nobles eligen a un Rey y lo controlan, y el rey elige a unos nobles a los que él también controla), no tiene fundamento ninguno, amen de opinión personal.
«No hay autoridad sino pos Dios»(1). Por otra parte, el derecho de mandar no está necesariamente vinculado a una u otra forma de gobierno. La elección de una u otra forma política es posible y lícita, con tal que esta forma garantice efecazmente el bien común y la utilidad de todos. Pero en toda forma de gobierno los jefes del Estado deben poner totalmente la mirada en Dios, supremo gobernador del universo, y tomarlo como modelo y norma en el gobierno del Estado. Porque así como en el mundo visible Dios ha creado las causas segundas para que en ellas podamos ver reflejadas de alguna manera la naturaleza y la acción divinas y para que conduzcan al fin hacia el cual tiende todo el universo mundo, así también ha querido Dios que en la sociedad civil haya una autoridad suprema, cuyos titulares fuesen como una imagen del poder y de la providencia que Dios tiene sobre el género humano.
Por tanto, el poder debe ser justo, no despótico, sino paterno, porque el poder justísimo que Dios tiene sobre los hombres está unido a su bondad de Padre. Pero, además, el poder ha de ejercitarse en provecho de los ciudadanos, porque la única razón legitimadora del poder es precisamente asegurar el bienestar público. No se puede permitir en modo alguno que la autoridad civil sirva al interés de uno o de pocos, porque está constituida para el bien común de la totalidad social
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