Gothico:
Yo no veo el tema tan por ahí. Yo lo que veo es que llevamos muchos años fracasando en " políticas territoriales ", y si bien es cierto que podemos acabar mixtificando cosas, leñe, pues tampoco está tan mal acudir a las divisiones administrativas tradicionales, aquellas que no generaron problemas tan graves como los que hoy padecemos, cuyos modernos remedios han sido para grandes enfermedades.
Que lo de Corona es más o menos inexacto...Pues sí, pero se queda en la anécdota. A mi juicio lo importante es qué hacen y cómo lo hacen, mientras otros, que saltan en seguida por peteneras, no asumen su completo fracaso y no hacen nada.
En efecto León hoy no es un reino. Ni tan siquiera una " comunidad autónoma ". Pero no veo que contra estas autonosuyas de mierda se propongan alternativas prácticas.
En efecto, el reino de Sevilla no fue una " entidad independiente "; pero sí es cierto que a pesar de los engrudos liberales, aún conserva los fortísimos vínculos etnoculturales entre sus habitantes como casi siempre, pues ya está todo tan jodido....Pero lo que me vengo a referir es que un sevillano se sigue pareciendo más a uno de Cádiz que a uno de Córdoba, estando incluso quizá a más distancia física Cádiz. Por algo es. Parece una minucia, pero no lo es, y otros lo han entendido muy bien. A nosotros así nos luce el pelo.
Y no por eso digo que haya que dejar de hablar de Corona de Castilla, o que la palabra Castilla sea maligna. Yo no soy castellano, pero no tengo ningún problema en que así me llamen, faltaría más.
Alacrán:
Y sí, hacer patria es llamar catetos de mierda a todo el que sea de ámbito rural, reírse de ellos e imitar vanamente una estética que se dio allá por los años 30 del siglo XX. Criticar a todo aquel que hace algo con la más mínima pejiguería y repartir carnets de españolidad a diestro y siniestro a quien le gusta a uno. Eso es tener visión política y amar a la patria con excelentes resultados, como venimos viendo.
Y oiga, ni que vd. fuera del barrio más pijo de Nueva York para tener ese complejito de superioridad sobre los que somos pueblerinos.
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