Re: El error de Pío XI
Es parte de la Creación especial del hombre que éste tenga dimorfismo sexual, es por ello que Dios nos crea en forma de hombre y mujer, semejantes aunque distintos y complementarios, y con ello establece también el matrimonio y la familia en su mandato de creced, multiplicaos y cubrir la Tierra.
Así pues, el matrimonio es anterior a la familia y ésta su función y justificación. Pero, para saber qué es el matrimonio hay que estar casado. O sea, no se puede teorizar sobre el mismo y no conocer la práctica cotidiana que encierra. Si en el matrimonio se cumple ordenadamente con el deber de procrear y éste se lleva a cabo ¿qué queda de matrimonio una vez que se ha cumplido con el ciclo completo de engendrar hijos, cuidarlos y educarlos hasta que se puedan valer por si mismos? ¿Acaso el matrimonio deja de ser plenamente válido a partir de dicho instante? Igualmente podríamos interrogarnos acerca de los momentos en los cuales no se puede engendrar otro hijo después del anterior -hay múltiples razones de toda índole que marcan diferencias de años entre un hijo y el siguiente-, ¿es que el matrimonio queda en suspenso en esos periodos?
Como establece SS Pío XI el matrimonio cumple con otros fines. ¿Acaso sabe alguien que no se ha casado lo que significa vivir el día a día con una persona a la que se quiere ciertamente, pero que tiene sus propias carencias, manías, gustos y costumbres? El matrimonio es más que una sola carne, es también la unión de dos personas, además, unión de por vida. Una relación conyugal sana implica compartirlo todo y cuando ese "todo" falla es cuando no sólo empiezan los problemas, sino que se acaba en ese pecado del que se ha hablado. No obstante, "todo" tiene sus excepciones o, si se prefiere, precisa de adaptaciones según los momentos. Aquí se ha mencionado acerca de lo que puede significar mantener relaciones sexuales durante los días infértiles de la mujer. Pues depende qué días, y depende qué circunstancias. No deja de ser peculiar que durante esos días la mujer suele ser poco receptiva o escasamente inclinada a mantenerlas. Pero si nos atenemos al dato frío, podría interpretarse que la mujer responde así a su "celo", como los irracionales. Por supuesto, no hay tal "celo" para el hombre, ya que tiende a ser promiscuo casi siempre, en tal caso debe contenerse, por respeto a su mujer y por respeto a sí mismo. Sin embargo, qué frecuente es oír "lo machos" que son algunos, pero siempre fuera del matrimonio, luego ya no hablamos del mismo sino de otras situaciones.
Así, podemos concluir con que la parte conyugal del matrimonio cumple con dos funciones esenciales: mantener unidos a los esposos en el amor y deseo mutuos, y la procreación.
Sin embargo, lo que si es rechazable son todas las conductas bien forzadas, bien contrarias a la relación conyugal natural y al vicio. Es verdad que entre muchos matrimonios celebrados canónicamente se dan situaciones que llaman mucho la atención y cuyas intenciones y actos son sumamente reprobables. En la localidad en la que resido hay una tienda tipo colmado en la que venden de todo, incluido un servicio de alquiler de películas. Un día, hace años, en el que buscaba algún que otro título interesante para llevar a casa, observé una enorme profusión de películas porno con ridículos y absurdos títulos. Tengo suficiente confianza con el propietario de la tienda y gestor de la misma, y no habiendo nadie en aquel momento en su interior, le dije textualmente: "Pero qué guarro eres, cuánta basura tienes aquí". Él no se ofendió en modo alguno y me replicó: ¿Pero qué dices? aquí menos cinco o seis raros como tú, todo el mundo lleva esas películas". Ante mi insistencia de que eso era lo anormal precisamente, volvió a replicarme: ¿A ver cómo te crees que muchos de los matrimonios que hay aquí se mantienen juntos?
Creo que el diálogo (prácticamente textual) ilustra muy bien cuales son las diferencias que podemos encontrar en una sociedad como la actual, por una parte, cómo los matrimonios que se toman, viven y sienten como sacramento no necesitan de esas prácticas aberrantes casi siempre pues se salen de lo que es normal y, sin renunciar a la dimensión conyugal plena instituida por Dios, de la otra, de aquella en la que el matrimonio se toma como algo temporal (mientras dure el amor, es decir, la pasión), que convierte las relaciones sexuales en algo autorizado por la sociedad, y que si viene algún nene más o menos bienvenido sea y, a lo sumo, después "a por la parejita". Pero aunque lo llamen así, y aunque se celebre por la Iglesia, eso no es matrimonio. Eso es lo que eufemísticamente llaman "contrato" que, en el momento de pasar a la sacristía a firmar "los papeles" del Estado, ya incluye el sobre con los del divorcio.
Como digo eso no tiene nada que ver con el matrimonio católico, en el que ni la vida ascética, ni la vida desenfrenada, tienen cabida. La ascética y en particular el celibato de los llamados por Dios a la vida al servicio de la Iglesia y de los demás, tiene un extraordinario mérito, pero no es la forma dispuesta por Dios en la Creación para quienes optan por la vida matrimonial. Y, en realidad, todo lo que se salga de los límites especiales de cada situación, es lo que es reprobable. En todo lo demás sólo Dios lee en las conciencias -tal como ya se ha señalado-, sólo Él conoce las intenciones y los actos y, sólo y únicamente, Él juzga, salva y condena.
Última edición por Valmadian; 02/08/2013 a las 17:06
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
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