Es que, pese a comprender perfectamente los problemas que suscita, a mi juicio, el documento que ha emitido la Comisión Teológica Internacional, sobre el limbo y los niños asesinados por el crimen del aborto, también me cuesta muchísimo pensar que Dios pudiera permitir que Satanás se salga con la suya de una forma tan estúpida y tan refinadísima y cruel (al mismo tiempo...) como ésta. Y que millones y millones de almas inocentes se pierdan en un lugar tan estúpido como es el limbo, a consecuencia de una cuestión que hasta pudiera parecerme una suerte de curiosa forma de 'orgullo intelectual' teológico que pudiéramos llegar a cometer, en nuestra ignorancia, los pobres seres humanos que intentamos comprender en su mas completa esencia Su Doctrina. Y mucho más si intentamos transitar por recovecos tan intrinquados como el que nos ocupa en estos momentos... También me da miedo ésto.
Amén de que, sinceramente, me cuesta muchísimo creer que todos esos millones de almas inocentes acaben en ese lugar tan sinsentido al que nos referimos (como un triunfo de Satanás sin precedentes...). Pero, sinceramente, lejos de mi esté la intención de querer democratizar estúpida y heréticamente el dogma de la Inmaculada Concepción para ello. Así que, por eso, como digo, prefiero dejar la cuestión en manos de Quien realmente está... es decir, en manos de la Divina Providencia.
Quizás habría que pensar en la opción del bautismo de sangre, dado que siempre he tenido clarísimo que el crimen aborto (lo sepan o no lo sepan sus autores) es obra de Satanás, y por tanto está movido únicamente en su esencia por el odio a Dios y a la inocencia.
Puede que los niños abortados no lo sepan (aunque tampoco somos nadie para adentrarnos en sus pequeñas cabecitas), pero podría incluso pensarse que sus muertes terroríficas fueran una especie de martirio cruento y terrible, que los pobres niños inocentes de nuestros días habrían de sufrir, y que éste fuera bastante similar al sufrido por aquellos pobres niños, Santos Inocentes sin duda... de los que también nos habla la Biblia. ¿Por qué podría ser tan descabellada esta idea...?.
Por eso la analogía con los Santos Inocentes de la que nos habla la Sagrada Biblia, tampoco me parecería ser tan incorrecta aplicada a esta terrorífica cuestión. Si aquellos niños, los Santos Inocentes, la tradición siempre nos dijo que eran Santos, y así lo recordamos todos los días 28 de diciembre, sin albergar en nuestros corazones la más mínima duda, ¿por qué no habrían de serlo también los nuevos 'santos' de nuestros días?. Me gustaría que alguien me contestara con datos fehacientes a esta pregunta...
Un abrazo en Cristo N.S.
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