
Iniciado por
CRISTIÁN YÁÑEZ DURÁN
Siguiendo este razonamiento jamás habría mártires, porque si fuese requisito ser santo para desear legítimamente el martirio ¿Cómo podría ser santo un hombre que se tuviese por tal? Sería el colmo de la soberbia. Todo lo contrario, el deseo del martirio nos santifica en la medida que nos impulsa a ejercitar la virtud de la Fortaleza sobrenatural, gracia especial conferida por el sacramento de la Confirmación que constituye el compromiso definitivo ante Cristo de morir por su causa de ser necesario.
Basta con leer la vida de los primeros cristianos, de los santos mercedarios, de santa Teresa de Ávila, etc. Todo santo tiene voluntad de martirio. Pero el verdadero santo jamás se considera tal sino que el peor de los pecadores.
Por otra parte, todo católico comprende que el martirio no es una decisión propia sino una gracia especialísima que, junto a la docilidad a su moción, debemos suplicar a Dios. Esto, de ordinario, sólo se logrará poseyendo el hábito de la Fortaleza.
Marcadores