El verdadero arte religioso se da cuando a la recta doctina y al talento artístico se une el amor a Dios. Como en esta preciosa anécdota que nos presenta nuestro apreciado Maestro Gelimer:

JESUCRISTO Y SU PINTOR



Cuando Diego de Velázquez pintó un Crucificado, cuenta una piadosa leyenda que el gran pintor tuvo una locución auricular. Jesucristo le preguntó:
-¿Dónde me viste, Diego, que tan bien me pintaste?
El pintor contestó:
-En mi corazón, Señor, en mi corazón.



LIBRO DE HORAS Y HORA DE LIBROS