Jasarhez. Otra vez volvemos a lo mismo. J.A. Primo de Rivera no dio ninguna solución fundamental que fuera a la raíz del problema porque él no consideraba la posibilidad de una renta distinta de la procedente del empleo; él pregonaba lo que comunmente denominamos política de pleno empleo a través de su ideología revolucionaria nacionalsindicalista. Sinceramente, entre el análisis del Marqués de Estella y del Mayor Douglas, me quedo con este último.

Todos los ingenieros y todas las políticas de I+D (o como narices quiera llamarse a la política de conseguir una mayor introducción de energía no humana en el proceso productivo) que se han seguido desde la Revolución Industrial y que se siguen actualmente provocan un cada vez mayor expulsión de la mano de obra humana en ese mismo proceso productivo. Y se da el absurdo de que al mismo tiempo los malditos gobiernos tecnocráticos (bajo el amparo de la Revolución o NOM) que hemos venido sufriendo después de la II Guerra Mundial en todos los países occidentales no paran de perseguir, mediante la política de pleno empleo, la política opuesta de tratar de meter en el proceso productivo a toda esa misma mano de obra que el avance tecnológico expulsa. Es un completo absurdo y, como decía Louis Even, una pérdida del Norte.

Los avances y mejoras que se hagan en el proceso productivo deben tener su reflejo en la sociedad mediante una cada vez mayor liberación de las personas de la vida puramente económica, y no su cada vez mayor introducción forzosa en la misma, tal y como señala el tercer principio fundamental del sistema económico moderno para su correcto funcionamiento.