Y nosotros, pagando a estos tíos, sus sedes, sus sueldos, sus coches, sus comilonas...

Aún en el caso de que admitiéramos el sistema vigente, se podría establecer la autofinanciación de los sindicatos y los partidos políticos.

Lo inadmisible es que paguemos forzosamente a unos personajes a los que ni elegimos, ni queremos, ni podemos retirar de sus puestos.