¿Que Marx no se editó durante el franquismo?
— Revolución en España, Ediciones Ariel, Barcelona, 1960 [enlace]
— El capital, EDAF, Madrid, 1967 [enlace]
— Teoría económica, Ediciones Península, 1967 [enlace]
— Sociología y filosofía social, Ediciones Península, 1967 [enlace]
— Cartes sobre el capital Karl Marx i Federico Engels, Edicions de Materials, 1967 [enlace]
— Las luchas de clases en Francia (1848 a 1850), Ciencia Nueva, Madrid, 1967 [enlace]
— Friedrich Engels, El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, Equipo Editorial, 1968 [enlace]
— Carlos Marx y Federico Engels, La Ideología Alemana, Grijalbo, 1970 [enlace]
— Miseria de la Filosofía, Editorial Aguilar, 1971 [enlace]
— La quiebra de la religión según Karl Marx, Ediciones Península, Barcelona, 1973 [enlace]
— Karl Marx y Friedrich Engels, Sobre la Religión, Ediciones Sígueme, 1974 [enlace]
— Karl Marx y Friedrich Engels, El manifiesto comunista, Editorial Ayuso, Madrid, 1974 [enlace]
La lista no es exhaustiva. Y Marx posiblemente no es lo peor que se haya editado durante el franquismo. Algunos libros terribles se editaron incluso en editoriales vinculadas al Movimiento. Algún día podemos hablar, por ejemplo, de quién introdujo en España el pensamiento de Simone de Beauvoir y en qué fecha. Por cierto, se os ha escapado que María Rosa Urraca Pastor habla claramente de «autodemolición», no de demolición efectuada por agentes externos:
Gil de la Pisa, en el colorido blog que amablemente enlaza ALACRAN (aunque tras haber eludido algunos pasajes insultantes del texto que cita de Gil), se refiere con enormes elogios a Santiago Abascal, Macarena Olona (la que quería obligar a un cura a casar maricones por la Iglesia) y Federico Jiménez Losantos, al que considera poco menos que un cruzado de la fe. Ve en Vox una continuación de Fuerza Nueva, pero ello no le impide dedicar el resto del blog a cargar contra el sionismo y contra los judíos («la sinagoga de Satanás»), que según él están detrás de todos los problemas de España y del mundo.Porque, en tanto que los míos y yo misma, dormidos en los laureles demasiado tiempo, sin organizarnos y sin formar a la juventud –que en gran parte se fue al marxismo y al separatismo (véase la Navarra de ayer y de hoy, como ejemplo)-, FUERZA NUEVA, dándose cuenta de la autodemolición del Régimen de Franco, movilizó con gran dificultad y sacrificios un sector de opinión y despertó a los mejores. Después hemos ido viniendo los demás.
Al final Fuerza Nueva era esto.
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