Al hilo de lo que comenta usted, Mefistófeles, me recuerda a lo que pasó durante el gobierno socialista de González y el 23F.
El Golpe de Estado de Tejero sirvió de muhco en aquella incipiente transición, ya que con él se pudo:
1º Al comienzo del golpe, mientras se gestaba, se insufló ánimos a los mandos para llevar a cabo la toma de poder. A todos ellos se les decía que el Rey estaba al corriente, y que daba luz verde al asunto. Los militares que participaron (con más ahínco o con menos) en la pperpetración del golpe, lo hacían desde el convencimiento de que sus ideas estaban arropadas por el Estado Mayor (o una buena parte del mismo) y por sus superiores inmediatos.
Al fracasar el golpe, y tras la espantada de los cabezas pensantes, se vio la oportunidad perfecta por parte de los políticos, para depurar a quienes eran en ese momento los militares que todavía sentían simpatías por la dictadura, y de paso, se depuró a toda la cúpula militar, pasando muchos de ellos a la reserva y otros directamente al olvido.
2º Con la Policía y Guardia Civil ocurrió algo parecido. Salvo que en este caso, los más corruptos no eran los inspectores, sino los subinspectores. En los mandos intermedios es donde se fraguó la operación de purga/traición de los más "válidos" y se aupó sin rubor a toda una camarilla al servicio del poder polítco de turno.
3º El PP no "limpió" ese apartado cuando llegó al poder. En su bonhomía -digamos esupidez- creyó que lo respetarían sin más por estar ahora ellos en el poder.
Ocurrió lo que ocurrió, (casos de chivatadzos a etarras, 11M, Faisán, detención de militantes del PP en manifestaciones, vista gorda de otros delitos, espionaje, etc.) y la cosa sigue por el mismo camino.
A día de hoy, algunos de estos mandos, infectados de corrupción y partidismo a más no poder, siguen dirigiendo sus cuerpos y unidades como si nada, obligando a sus subordinados a realizar la vista gorda allí donde al poder político de turno le interesa.
Es un problema gordo, pues son, los cuerpos y fuerzas de seguridad, una columna imprescindible en el Estado de Derecho. Si no nos podemos fiar de ellos,..., pasará lo que tenga que pasar, y no será nada bueno.
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