No sólo Las Ramblas de Barcelona. Casi cualquier capital de provincia está infestada de estos individuos que han venido al olor del dinero fácil y de la cobertura política de unos cuantos. El mal llega ya a casi todos los pueblos de España, y en algunos, como si del famoso "Barrio Chino" de otras megalópolis se tratase, te encuentras luminosos ofreciéndote comida hindú, mientras en la acera de enfrente un almacén de los "Chinos" o "Coreanos" abre durante las 24 horas sin ser molestado ni multado por autoridad alguna, sólo incordiado por su comepetencia directa, un bazar regenteado por marroquíes. Un negro vende en la acera discos piratas, sin que los buitres de la SGAE les pidan el cuantioso impuesto revolucionario y mientras esto ocurre, algún chaval joven mordisquea un trozo de pizza de un restaurante que antaño era una taberna.
Como digo. Eso es ya una realidad en los pueblos, no sólo en las capitales.
Lo peor. La pérdida deliberada por parte de nuestras gentes de alrededor de las señas de identidad propias. De la dejadez de nuestra tradición gastronomía, de nuestras costumbres y de nuestros hábitos.
Supongo que más adelante habrá más.