Muchos ateos (inspirados por Sigmund Freud, que pensaba que la fe en Dios es una ilusión) declaran que tienen una explicación muy simple y convincente de por qué las personas creen en Dios. Surge de la incapacidad de hacer frente al mundo real y sus incertidumbres.
Así pues, para los nuevos ateos, Dios es el cumplimiento de un deseo, la figura de un padre ficticio proyectada en el cielo de nuestra imaginación y creada por nuestro deseo de comodidad y seguridad.
En su éxito de ventas titulado Dios: Una breve historia del Eterno, el psiquiatra alemán Manfred Lütz señala que esta explicación freudiana de la creencia en Dios funciona muy bien... siempre que Dios no exista. Sin embargo, prosigue, por este mismo razonamiento, si Dios existe, entonces el mismo argumento freudiano nos mostrará que el ateísmo es el espejismo reconfortante, la huida de la realidad, una proyección del deseo de no encontrarse con Dios un día y dar explicaciones de tu vida.
-Manfred Lütz, Dios:una breve historia del eterno, München, Pattloch, 2007.
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