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Tema: La Ciencia en Santo Tomás de Aquino

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  1. #1
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    Re: La Ciencia en Santo Tomás de Aquino

    Le estoy hablando de cuando era adolescente... y sin embargo, fíjese que el interés estaba ahí... y es que la juventud busca referencias, modelos alternativos a la mierda que le rodea, aunque no siempre los encuentre.

    No recuerdo el título del libro, pero aparecía la cara de un monje medieval alumbrado con la luz de una vela en la portada ... y eso me interesó. Siempre me interesó la edad media. El libro era una edición barata de estas que se compran por obligación para aprobar un examen. Estaba lleno de subrayados en boli, le faltaban hojas, estaba hecho una mierda... nunca lo he vuelto a ver... se habrá perdido en alguna mudanza.

    El caso es que yo buscaba algo con un poco más de magia, algo más inocente, mas medieval en plan goliardo o algo así; sin embargo el librito se las traía, con razonamientos de sabio interminables, todo para al final acabar concluyendo que las cosas son como son y que hay que dejarlo todo como está. Con razón a mi joven amigo le pareció que Aquino era un loco... seguramente le levantó dolor de cabeza.
    Última edición por Valderrábano; 03/07/2013 a las 01:27

  2. #2
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    Re: La Ciencia en Santo Tomás de Aquino

    Cita Iniciado por Valderrábano Ver mensaje
    Le estoy hablando de cuando era adolescente... y sin embargo, fíjese que el interés estaba ahí... y es que la juventud busca referencias, modelos alternativos a la mierda que le rodea, aunque no siempre los encuentre.

    No recuerdo el título del libro, pero aparecía la cara de un monje medieval alumbrado con la luz de una vela en la portada ... y eso me interesó. Siempre me interesó la edad media. El libro era una edición barata de estas que se compran por obligación para aprobar un examen. Estaba lleno de subrayados en boli, le faltaban hojas, estaba hecho una mierda... nunca lo he vuelto a ver... se habrá perdido en alguna mudanza.

    El caso es que yo buscaba algo con un poco más de magia, algo más inocente, mas medieval en plan goliardo o algo así; sin embargo el librito se las traía, con razonamientos de sabio interminables, todo para al final acabar concluyendo que las cosas son como son y que hay que dejarlo todo como está. Con razón a mi joven amigo le pareció que Aquino era un loco... seguramente le levantó dolor de cabeza.
    Si, claro, muy propio de adolescentes. ¿La conclusión que sacó siendo usted adolescente y después de leer sin entender nada fue que "las cosas son como son y que hay que dejarlo todo como está"? ¿Y no le parece un poco raro que alguien en el S. XIII se molestase en escribir esos "razonamientos de sabio interminables" para ¡nada!? Si eso es lo que entendieron usted y su amigo no es que Santo Tomás estuviese "loco", es que tanto usted como su amigo no sabían hacer otra cosa que jugar a las canicas o coleccionar cromos y leyeron lo que no debían.

    Esta anécdota -esta vez es válida-, es muy ilustrativa de en qué estado catatónico se encuentra la educación en España. El problema no es sólo de ahora, viene de lejos y progresivamente se ha ido agravando. Recuerdo como hace unos 20 años aproximadamente a unos críos de entre 10 y 12 años, de lo que entonces eran los primeros cursos de la EGB, una profesora les hizo comprar el "Poema de Mío Cid" en castellano antiguo, concretamente una edición de "Letras Hispánicas" de la Editorial CÁTEDRA. No me sorprende que no entiendan nada y que no quieran leer, siendo un problema que muchos arrastrarán toda su vida. Cada edad tiene sus lecturas, o cuando menos las adaptaciones pertinentes.
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

    En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47


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  3. #3
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    Re: La Ciencia en Santo Tomás de Aquino

    Pues esta vez estoy de acuerdo con Vd. A veces se quieren hacer tragar las cosas con embudo y eso no funciona. Respecto a esto último, recomiendo para aquellos que tengan jóvenes estudiando a su cargo, un libro que me prestó un compañero de mili que se titulaba "EL MUNDO DE SOFIA" de un escritor noruego llamado Gardner. Es un recorrido por la historia de la Filosofía de forma novelada, donde cada capitulo trata de un filósofo distinto.

    desde luego un chaval de 16 años, - a no ser que sea un empollón - no se va a leer un ensayo de escolástica medieval, y si lo hace posiblemente no se entere de nada; pero sí se puede leer de buena gana una novela que de forma amena le explique lo esencial de la filosofía.
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    Última edición por Valderrábano; 03/07/2013 a las 04:47

  4. #4
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    Re: La Ciencia en Santo Tomás de Aquino

    Entre lo más conocido de Santo Tomás están, sin duda, sus célebres Cinco Vías de la demostración de la existencia de Dios. La exposición de estas pruebas es brillante y bastante clara por parte del Doctor Angélico (sus exposiciones metafísicas, como cuando habla de la doble composición y el ente y la esencia, son bastante más abstractas).

    Las cinco vías de la demostración de la existencia de Dios

    En la "Suma Teológica", primera parte, capítulos 2 y 3, encontramos formuladas las cinco pruebas tomistas de la demostración de la existencia de Dios, (conocidas como las "cinco vías"), que se exponen a continuación:
    Primera vía
    Movimiento:

    nos consta por los sentidos que hay seres de este mundo que se mueven; pero todo lo que se mueve es movido por otro, y como una serie infinita de causas es imposible hemos de admitir la existencia de un primer motor no movido por otro, inmóvil. Y ese primer motor inmóvil es Dios.

    "La primera y más clara se funda en el movimiento. Es innegable, y consta por el testimonio de los sentidos, que en el mundo hay cosas que se mueven. Pues bien, todo lo que se mueve es movido por otro, ya que nada se mueve mas que en cuanto esta en potencia respecto a aquello para lo que se mueve. En cambio, mover requiere estar en acto, ya que mover no es otra cosa que hacer pasar algo de la potencia al acto, y esto no puede hacerlo más que lo que está en acto, a la manera como lo caliente en acto, v. gr., el fuego hace que un leño, que está caliente en potencia, pase a estar caliente en acto. Ahora bien, no es posible que una misma cosa esté, a la vez, en acto y en potencia respecto a lo mismo, sino respecto a cosas diversas: lo que, v. gr., es caliente en acto, no puede ser caliente en potencia, sino que en potencia es, a la vez frío. Es, pues, imposible que una cosa sea por lo mismo y de la misma manera motor y móvil, como también lo es que se mueva a sí misma. Por consiguiente, todo lo que se mueve es movido por otro. Pero, si lo que mueve a otro es, a su vez, movido, es necesario que lo mueva un tercero, ya éste otro. Mas no se puede seguir indefinidamente, porque así no habría un primer motor y, por consiguiente, no habría motor alguno, pues los motores intermedios no mueven más que en virtud del movimiento que reciben del primero, lo mismo que un bastón nada mueve si no lo impulsa la mano. Por consiguiente, es necesario llegar a un primer motor que no sea movido por nadie, y éste es el que todos entienden por Dios."

    Segunda vía
    Eficiencia:

    nos consta la existencia de causas eficientes que no pueden ser causa de sí mismas, ya que para ello tendrían que haber existido antes de existir, lo cual es imposible. Además, tampoco podemos admitir una serie infinita de causas eficiente, por lo que tiene que existir una primera causa eficiente incausada. Y esa causa incausada es Dios.

    "La segunda vía se basa en causalidad eficiente. Hallamos que en este mundo de lo sensible hay un orden determinado entre las causas eficientes; pero no hallamos que cosa alguna sea su propia causa, pues en tal caso habría de ser anterior a sí misma, y esto es imposible. Ahora bien, tampoco se puede prolongar indefinidamente la serie de las causas eficientes, porque siempre que hay causas eficientes subordinadas, la primera es causa de la intermedia, sea una o muchas, y ésta causa de la última; y puesto que, suprimida una causa, se suprime su efecto, si no existiese una que sea la primera, tampoco existiría la intermedia ni la última. Si, pues, se prolongase indefinidamente la serie de causas eficientes, no habría causa eficiente primera, y, por tanto, ni efecto último ni causa eficiente intermedia, cosa falsa a todas luces. Por consiguiente, es necesario que exista una causa eficiente primera, a la que todos llaman Dios."

    Tercera vía

    Contingencia:

    hay seres que comienzan a existir y que perecen, es decir, que no son necesarios; si todos los seres fueran contingentes, no existiría ninguno, pero existen, por lo que deben tener su causa, pues, en un primer ser necesario , ya que una serie causal infinita de seres contingentes es imposible. Y este ser necesario es Dios.

    "La tercera vía considera el ser posible o contingente y el necesario, y puede formularse así. Hallamos en la naturaleza cosas que pueden existir o no existir, pues vemos seres que se producen y seres que se destruyen, y, por tanto, hay posibilidad de que existan y de que no existan. Ahora bien, es imposible que los seres de tal condición hayan existido siempre, ya que lo que tiene posibilidad de no ser hubo un tiempo en que no fue. Si, pues, todas las cosas tienen la posibilidad de no ser, hubo un tiempo en que ninguna existía. Pero, si esto es verdad, tampoco debiera existir ahora cosa alguna, porque lo que no existe no empieza a existir más que en virtud de lo que ya existe, y, por tanto, si nada existía, fue imposible que empezase a existir cosa alguna, y, en consecuencia, ahora no habría nada, cosa evidentemente falsa. Por consiguiente, no todos los seres son posibles o contingentes, sino que entre ellos forzosamente, ha de haber alguno que sea necesario. Pero el ser necesario o tiene la razón de su necesidad en sí mismo o no la tiene. Si su necesidad depende de otro, como no es posible, según hemos visto al tratar de las causas eficientes, aceptar una serie indefinida de cosas necesarias, es forzoso que exista algo que sea necesario por sí mismo y que no tenga fuera de sí la causa de su necesidad, sino que sea causa de la necesidad de los demás, a lo cual todos llaman Dios."

    Cuarta vía

    Grados de perfección:

    observamos distintos grados de perfección en los seres de este mundo (bondad, belleza,...) Y ello implica la existencia de un modelo con respecto al cual establecemos la comparación, un ser óptimo, máximamente verdadero, un ser supremo. Y ese ser supremo es Dios.

    "La cuarta vía considera los grados de perfección que hay en los seres. Vemos en los seres que unos son más o menos buenos, verdaderos y nobles que otros, y lo mismo sucede con las diversas cualidades. Pero el más y el menos se atribuye a las cosas Según su diversa proximidad a lo máximo, y por esto se dice lo más caliente de lo que más se aproxima al máximo calor. Por tanto, ha de existir algo que sea verísimo, nobilísimo y óptimo, y por ello ente o ser supremo; pues, como dice el Filósofo, lo que es verdad máxima es máxima entidad. Ahora bien, lo máximo en cualquier género es causa de todo lo que en aquel género existe, y así el fuego, que tiene el máximo calor, es causa del calor de todo lo caliente, según dice Aristóteles. Existe, por consiguiente, algo que es para todas las cosas causa de su ser, de su bondad y de todas sus perfecciones, y a esto llamamos Dios."

    Quinta vía

    Finalidad:

    observamos que seres inorgánicos actúan con un fin; pero al carecer de conocimiento e inteligencia sólo pueden tender a un fin si son dirigidos por un ser inteligente. Luego debe haber un ser sumamente inteligente que ordena todas las cosas naturales dirigiéndolas a su fin . Y ese ser inteligente es Dios.

    "La quinta vía se toma del gobierno del mundo. Vemos, en efecto, que cosas que carecen de conocimiento, como los cuerpos naturales, obran por un fin, como se comprueba observando que siempre, o casi siempre, obran de la misma manera para conseguir lo que más les conviene; por donde se comprende que no van a su fin obrando al acaso, sino intencionadamente. Ahora bien, lo que carece de conocimiento no tiende a un fin si no lo dirige alguien que entienda y conozca, a la manera como el arquero dirige la flecha. Luego existe un ser inteligente que dirige todas las cosas naturales a su fin, ya éste llamamos Dios."
    Teología de Tomás de Aquino. Las cinco vías de la demostración de la existencia de Dios
    Última edición por Montealegre; 03/07/2013 a las 09:45

  5. #5
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    Re: La Ciencia en Santo Tomás de Aquino

    Qué tiempos aquellos, de la plena Edad Media, hoy calumniada como "edad oscura", en que los jóvenes en vez de perder el tiempo y derrochar el dinero emborrachándose participaban en debates sobre temas filosóficos o teológicos. Si los jóvenes de hoy no leen a Santo Tomás es porque en vez de a pensar los han acostumbrado a una vida hedonista y cómoda, a no quebrarse la cabeza, no pensar. Los jóvenes medievales también se divertían, por supuesto, también hacían locuras de juventud, pero era una juventud sana y espiritual de la que por desgracia quedan muy pocos.
    Valmadian dio el Víctor.

  6. #6
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    Re: La Ciencia en Santo Tomás de Aquino

    Cita Iniciado por Valderrábano Ver mensaje
    Pues esta vez estoy de acuerdo con Vd. A veces se quieren hacer tragar las cosas con embudo y eso no funciona. Respecto a esto último, recomiendo para aquellos que tengan jóvenes estudiando a su cargo, un libro que me prestó un compañero de mili que se titulaba "EL MUNDO DE SOFIA" de un escritor noruego llamado Gardner. Es un recorrido por la historia de la Filosofía de forma novelada, donde cada capitulo trata de un filósofo distinto.

    desde luego un chaval de 16 años, - a no ser que sea un empollón - no se va a leer un ensayo de escolástica medieval, y si lo hace posiblemente no se entere de nada; pero sí se puede leer de buena gana una novela que de forma amena le explique lo esencial de la filosofía.
    el+mundo+de+sofia.jpg

    Aparte del conjunto de disparates que pueda contener la "novela filosófica". Porque el problema no está en leer a los escolásticos, sino en la calidad de los "lectores" que es cero sobre cero. Una sociedad en la que una parte de sus jóvenes presentan encefalograma plano, es una sociedad condenada a su extinción. Lo lamentables es que no se pueda "extinguir" a los "extinguidores" en tiempo y forma debidas.



    Cita Iniciado por Hyeronimus Ver mensaje
    Qué tiempos aquellos, de la plena Edad Media, hoy calumniada como "edad oscura", en que los jóvenes en vez de perder el tiempo y derrochar el dinero emborrachándose participaban en debates sobre temas filosóficos o teológicos. Si los jóvenes de hoy no leen a Santo Tomás es porque en vez de a pensar los han acostumbrado a una vida hedonista y cómoda, a no quebrarse la cabeza, no pensar. Los jóvenes medievales también se divertían, por supuesto, también hacían locuras de juventud, pero era una juventud sana y espiritual de la que por desgracia quedan muy pocos.
    Ya conocía la "novela" para ignorantes en la que se aspira a enseñar algo, al-go, y lo que sigue es una muestra de lo que se consigue, ¡júzguese, pues!



    RESUMEN DEL LIBRO :
    El mundo de Sofia

    ______________________________________________


    Aportado a El vago escolar por :
    (Aurora Arias )

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    EL MUNDO DE SOFÍA
    Jostein Garner 42° Edición Septiembre 2000


    La obra comienza presentando a la protagonista, una joven normal que va al Instituto y se llama Sofía Amudsen. Todo comienza cuando recibe una carta cuyo mensaje es una breve pregunta: ¿¿Quién eres?? A partir de ahí, a Sofía se le abrirán las puertas de lo que es el interés por los misterios del universo, o dicho de otra manera, la Filosofía, e irá aprendiendo más y más sobre este tema de la mano de un enigmático filósofo

    Sofía comenzará a recibir correo dirigido a otra persona, una tal Hilde Moller que curiosamente es una joven como ella, de su misma edad.
    El curso de Filosofía empieza con un ejemplo: todo es un misterio para nosotros que a la vez somos parte del enigma como si fuéramos un bicho que vive en la piel del conejo blanco que saca el prestidigitador del sombrero en medio de un circo, y el filósofo es el que intenta encaramarse en el pelo donde le ha tocado vivir para intentar ver.

    Después, el curso de Filosofía comienza por donde empezaron los filósofos griegos 600 años antes de Cristo, por la discusión de los mitos y la búsqueda de las leyes de la Naturaleza. Los filósofos se fiaron de la razón y expusieron sus ideas: los presocráticos sobre la naturaleza, Platón sobre las ideas eternas y sobre el Estado, Aristóteles sobre las distintas ciencias, la lógica, la ética, etc.

    En la etapa siguiente, que abarca desde el s. IV a.C. hasta el principio de la Edad Media, es muy interesante la postura de los cínicos, la verdadera felicidad es ¿¡que no me tapes el sol!?, y los estoicos como Séneca.


    La acción de la novela sigue avanzando con el misterio que para Sofía supone el personaje del filósofo anónimo, y para descubrirlo sale de acampada con su amiga Jorunn y entran en una cabaña donde ven un espejo y postales dirigidas a Hilde.

    El siguiente paso en el curso de Filosofía es el cristianismo, que influyó en toda la Edad Media y ha contribuido de forma esencial a que seamos como somos. De ahí la cita de Goethe “el que no sabe llevar su contabilidad por espacio de tres mil años se queda como un ignorante”. En este momento la persona que le escribe sobre Filosofía se entrevista con ella, es Alberto Knag, y a partir de aquí los dos dialogan. Hablan de la Edad Media, San Agustín, Tomás de Aquino, etc. que fueron los filósofos de la iglesia. También hubo una filósofa, Hildegarda de Eibingen.

    En el Renacimiento, la ciencia se enfrentó con la iglesia: Giorcheno Bruno, Galileo, Copérnico? Igual, por ejemplo, que luego Newton o Darwin.
    Descartes en el s. XVII volvió a empezar la Filosofía por su cuenta.

    En el s. XVIII lo que predominó fue el empirismo: ¿Adquirimos nuestras experiencias mediante los sentidos?, y ésa es la fuente del conocimiento humano (Locke, Hume).

    FRASES CURIOSAS

    ¿Los caballos nacen, pero las personas no nacen, se hacen? Pág.240
    Según mi manera de entender esta frase, quiere decir que para llegar a ser personas, debemos recibir una educación, tener una formación, y así llegar a ser personas.

    ¿Los fósiles eran hullas de animales que no consiguieron sitio en el Arca de Noé?.
    Pág. 502

    Esta frase es una tontería, puesto que no hay ningún Arca de Noé. El fósil, en geología, es un término usado para describir cualquier evidencia directa de un organismo con más de 10.000 años de antigüedad, cualquier organismo muerte por causas naturales, no porque quedaran fuera del Arca de Noé.

    ¿Si el cerebro del ser humano fuera tan sencillo que lo pudiéramos entender, entonces seríamos tan estúpidos que tampoco lo entenderíamos?. Pág. 402

    Me pareció una cita muy interesante. Kant decía que no podemos esperar a entender algún día lo que somos. No podremos nunca entendernos a nosotros mismos. Podremos entender una mesa, un gato, pero lo que nosotros somos no.

    ¿La naturaleza es buena, y el hombre es bueno por naturaleza? Pág.381

    Supongo que se referirá a que el hombre nace bueno, pero depende de la educación o de la gente que le rodee, luego lo seguirá siendo o no.

    ¿Dios no es un titiritero? Pág. 299 y 305.
    Un titiritero dirige a los títeres desde fuera, es la causa externa de lo que hacen los títeres. Dios no dirige el mundo así. Dios es la causa interna, dirige el mundo mediante las leyes de la naturaleza.


    PARA MÍ, EL MENSAJE PRINCIPAL

    "El mundo de Sofía?, con el que Jostein Gaarder quiere dar a entender que si no sabemos cuál es el camino que el hombre ha recorrido hasta el s. XX somos como el mono. No podemos pedir que el camino hacia delante sea fácil cuando ni siquiera nos preocupamos por conocer que camino nos han aventajado.

    MI OPINIÓN PERSONAL

    Se puede decir que esta novela se divide en dos historias, una la que nos cuenta el profesor de Filosofía, que es la parte del aprendizaje, un aprendizaje entretenido.
    Por otro lado está la historia de Sofía. Esta mezcla es lo que más me llamó la atención del libro, y como a partir de un libro se puede aprender tanto sobre alguna materia, en este caso de la Filosofía, pienso que deberían mandarnos leer más libros de este tipo y dejarse de mandarnos memorizar lecciones que luego vamos a olvidar.





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    Última edición por Valmadian; 03/07/2013 a las 12:51
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

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    Re: La Ciencia en Santo Tomás de Aquino

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    ¿¿¿¿¿¿Vd cree que la gente joven no habla de filosofía?????
    Pues se equivoca. Hablan de filosofía más que los adultos. Otra cosa es que no hablen de teología católica, que eso sí ha caído en desuso y la Iglesia sabrá porqué; pero las diferentes filosofías "juveniles" o filosofías del mundo underground darían para un libro... ecologismo, orientalismo, taoismo, budismo, psicodelia, chamanismo, pacifismo, anarquismo, romanticismo, new age, etc, etc todo ello es filosofía consumida con avidez por la juventud....
    No, mire usted, eso de lo que "hablan" esos jóvenes, -¿quiénes?, ¿dónde? ¿cuándo?-, no es filosofía, son modas, tendencias, pareceres, opiniones, es decir, excepto las filosofías orientales, es lo que se llama "filosofía parda", o sea, un continuo "a mi me parece que..." en función de cómo le van las cosas a cada sujeto y sus gustos personales sobre como vestir, que comer y cuando dormir o fornicar. Y eso no es Filosofía, o conjunto del saber humano a través de la razón que intenta llegar al conocimiento de la realidad total, de hoy, de ayer y de siempre.

    Luego, la Filosofía y la Teología católicas son el tema de este hilo, y para ello o se habla de SantoTomás, o elimino toda otra referencia que se salga del tema, ¿Soy suficientemente claro o hay algo que no se entienda? Si usted quiere hablar de mamarrachadas se va a un foro mamarracho de esos que menciona son el regusto cavernícola de esos jóvenes que a usted tanto le gustan.
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

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    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

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    Re: La Ciencia en Santo Tomás de Aquino

    Y vuelve el troll a la carga con sus ignorancias. No sabe leer, no importa, montará una escuela; ni entiende lo que lee ni sabe interpretar y hay que dárselo tan masticadito como un potito, da lo mismo, abrirá un liceo. Confunde las ideas y los términos, pero está convencido de que el error y la confusión de la negrura del pozo negro y sin fondo que tiene en lugar de cerebro, es suficiente para sus fines. Y, además, insulta, descalifica, ofende...

    Quosque tandem abutere patientia nostra?
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

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    Re: La Ciencia en Santo Tomás de Aquino

    "Demasiado a menudo, las discusiones actuales acerca de las implicaciones teológicas y filosóficas de la Cosmología actual, al tiempo que dicha Cosmología ha sido perfeccionada, padecen de ignorancia acerca de la historia de la Ciencia. Y por lo que se refiere a las teorías que afirman involucrar el origen del Universo, esas discusiones recientes revelan la ignorancia de los sofisticados análisis de las ciencias naturales y la creación que tuvieron lugar en la Edad Media. la recepción de la ciencia aristotélica en los círculos intelectuales musulmanes, judíos y cristianos de la Edad Media dio ocasión a una discusión de gran alcance acerca de la relación entre Teología, Metafísica y Ciencias Naturales. la concepción de Tomás de Aquino de la Creación -y en particular las distinciones que traza entre teología, metafísica y ciencias naturales- puede continuar sirviendo como un ancla de inteligibilidad en el mar actual de teorías especulativas."

    (Dios y las cosmologías modernas W. E. CARROLL. Madrid 2005

    Carroll se opone a mezclar Cosmología y Teología, ya que considera que la Ciencia es igual al cambio, mientras que la Creación, como parte de la Teología, no se refiere a ese cambio. Para este autor es preciso, pues, librar a la Cosmología de interpretaciones demasiado espurias para que si se dé una verdadera comunicación entre la Cosmología, incapaz de responder a cuestiones de profundo calado como "por qué existimos", o "para qué estamos aquí", pasando antes por la cada vez más imposible de responder "¿por qué el Universo es como es?". Y estas junto con otras, son preguntas a las que solamente puede contestar la Teología. Aquí es donde entra en pleno vigor Santo Tomás, en su obra está la respuesta que necesitan las Ciencias físicas hoy en día. Porque desde hace más de dos siglos siguen sin aparecer respuestas válidas para las inquietudes más fundamentales del ser humano.
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

    En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47


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  10. #10
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    Re: La Ciencia en Santo Tomás de Aquino

    Pero es importante conocer cual es la teoría de la ciencia en Santo Tomás. Son abundantes las referencias a verdaderas insensateces las que se pueden leer en cualquier parte. Llega hasta la saciedad la estulticia generalizada que cree -con esa fe cuasi-religiosa en el absurdo- de que la ciencia es algo de laboratorio exclusivamente, aunque no sería extraño que se acabe generalizando en las grandes superficies y supermercados. Signo de nuestra época es banalizarlo todo, laminar todo lo excelso y convertirlo en chatarra de desguace moral e intelectual. Pero esa misma decadencia es podredumbre generalizada y por ello nuestra época apesta a cadáver. No podemos esperar que la gente conozca a Santo Tomás, para lo que hace falta voluntad y un considerable esfuerzo intelectual, pues bastante tiene con soportarse a sí misma día a día. Pero a ver si se puede realizar un esbozo que, lógicamente, no podrá interesar a aquellos para quienes la lambada es una oda. Lo que pasa es que este sitio, foro y tema, no están pensados para esos.

    Sucintamente este es el esquema científico de Santo Tomás:

    1.- La ciencia es conocimiento verdadero y cierto de lo necesario por sus causas.

    2.- El conocimiento es esencialmente intelectual.

    3.- Debe ser conocimiento cierto, pues lo erróneo no forma parte de la Ciencia.

    4.- Por tanto, el conocimiento científico debe ser cierto, seguro, firme gracias a la reflexividad de la mente y la conciencia.

    5.- La certeza reflexiva se basa en los enunciados evidentes y en las verdades.

    6.- Con esto se habla de los principios de la Ciencia, que no necesitan, ni pueden, ser demostrados, se imponen por sí mismos (axiomáticos)

    7.- Pero, las verdades científicas, exigen demostración.

    8.- La certeza es un estado subjetivo de adhesión firme de la mente a un enunciado verdadero.

    9.- El objeto de la Ciencia es universal si hay una condición de necesidad.

    10.- La Ciencia entraña "per se" una explicación o fundamentación de las causas en las que encuentra su justificación.

    11.- Para conocer algo científicamente hay que conocerlo por sus causas.

    12.- Hay cuatro causas:

    12. a. Por la causalidad material al mostrar los rasgos físicos del objeto.

    12. b. Por la causalidad eficiente, o lo que es mismo, averiguando cuál es el agente y la acción que produce algo o un cambio.

    12. c. Por la causalidad final, que aspira a señalar la finalidad a que se ordena algo, sea cosa o actividad.

    12.d. Por la causalidad formal, que muestra de qué modo una propiedad es derivada de otra propiedad anterior o de su propia esencia.


    (Exposición fundamentada en: Tomás de Aquino, maestro del orden. Jesús GARCÍA LÓPEZ. Editorial CINCEL.)


    No hay un sólo aspecto que no se tenga en consideración en el actual proceder científico. El problema radica en que se "olvidan interesadamente" las fuentes, y bajo la etiqueta de Filosofía de la Ciencia hubo en el pasado quienes camuflando lenguajes, se apoderaron de ideas que no eran suyas, aunque por tales quisieron y lograron pasarlas.
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

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  11. #11
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    Re: La Ciencia en Santo Tomás de Aquino

    TOMISMO


    "Es el sistema doctrinal filosófico-teológico de Santo Tomás de Aquino y su escuela, consolidada a partir del siglo XIV y que cuenta hasta la actualidad con eminentes representantes. Si por tomismo (en sentido lato) se entienden los puntos doctrinales más importantes de Santo Tomás, el tomismo es defendido hoy por la mayor parte de teólogos y filósofos católicos. Sin embargo, a menudo se entiende por tomismo (en sentido estricto) el tomismo en oposición al suarismo o, aún más restringidamente, la doctrina de la predeterminación física.

    A diferencia del agustinismo, Santo Tomás aceptó en gnoseología y metafísica las doctrinas más importantes de Aristóteles. La doctrina agustiniana del conocimiento como contacto con las ideas divinas es abandonada y reciben otra interpretación. El hombre extrae los primeros conceptos no de su espíritu, sino de los sentidos, por la fuerza espontánea del entendimiento agente, y llega con su ayuda, sin particular asistencia de Dios, a la certeza de los primeros principios. La metafísica descansa en la analogía del ser. Santo Tomás aplica la teoría del acto y la potencia no sólo a la materia y la forma, concibiéndose entonces la materia prima como pura potencia, sino también a la relación de esencia y existencia en el ser creado cuya limitación se funda en la potencialidad de la esencia. El principio de individuación es la materia determinada de manera espacio-temporal. El alma espiritual e inmortal es a la vez forma, y forma esencial única del cuerpo, de suerte que el hombre resulta de ella y de la materia como únicos principios esenciales. La distinción real de de esencia y existencia, la doctrina de la individuación y del alma como formas esencial única son características del tomismo en sentido estricto. El hombre, con saber seguro y demostrable, se eleva desde las criaturas a Dios, primer Motor, Causa suprema, Ser absolutamente necesario y subsistente en sí y por sí (esse subsistens, actus purus), principio de todo orden y finalidad, que es al mismo tiempo causa final de la creación y en especial del hombre.

    Sin embargo, estas notas del concepto de Dios son únicamente análogas, es decir, definibles por una semejanza con lo creado esencialmente afectada de desemejanza. La ciencia humana no contradice la fe en la revelación sobrenatural, sino que es su supuesto, siendo también perfeccionada por ella. El fin del hombre es la felicidad eterna, consistente en la contemplación de Dios en la vida ultraterrena (primacía del conocer sobre el querer)..."


    FUENTE: Diccionario de Filosofía W. BRUGGER (comp)., Schuster. Edit. HERDER. Fragmento, págs., 543-544
    Última edición por Valmadian; 03/07/2013 a las 21:44
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

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    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

    En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47


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  12. #12
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    Re: La Ciencia en Santo Tomás de Aquino

    Aunque por cierta ambigüedad de expresión de algunas frases en particular y del contexto en general se podría inducir una interpretación falsa sobre el verdadero pensamiento de Santo Tomás de Aquino en materias astronómicas, sin embargo creo que es interesante colgar este texto de Mariano Artigas.

    ------------------------------------------------------------------------------------------------------------

    Fuente: “Filosofía de la Ciencia”. Mariano Artigas. Ed. EUNSA, 1999 (páginas 29, 30 y 31)

    II. El Desarrollo histórico de la ciencia.
    2. Elementos científicos de la antigüedad
    2.4. Ciencia y sabiduría en Tomás de Aquino.





    La filosofía de la ciencia en Tomás de Aquino se encuentra, principalmente, en sus comentarios al De Trinitate de Boecio y a los Analíticos Posteriores de Aristóteles (1). En líneas generales, Tomás de Aquino se sitúa en la línea de Aristóteles, pero en este campo como en otros, integra las ideas aristotélicas en un contexto más amplio y profundo.

    Aristóteles mostró un vivo interés por las ciencias naturales y dedicó una gran atención al estudio de los vivientes, que era el ámbito de la naturaleza más asequible a los medios conceptuales e instrumentales de que se disponía en la Antigüedad. Tomás de Aquino comentó las obras de Aristóteles dedicadas al estudio de la naturaleza, pero él mismo no realizó estudios de este tipo. Sin embargo, la profundidad que le proporcionaba su sutileza lógica y su perspectiva metafísica le permitió proponer una gran síntesis de los saberes y algunas observaciones particulares de gran interés para la epistemología moderna.

    Entre estas últimas se puede destacar que Tomás de Aquino advirtió claramente el carácter hipotético de las teorías astronómicas antiguas. En su comentario al De Caelo de Aristóteles, alude a los intentos de establecer una teoría astronómica sobre el movimiento de los planetas, y comenta en concreto las propuestas de Eudoxio, Calipo y Aristóteles, que se habían visto obligados a complicar el sistema de las esferas celestes para dar cuenta de las variaciones en el movimiento de los planetas; advierte que muchas de esas complicaciones no encuentran justificación en la física aristotélica; y también alude a las excéntricas y los epiciclos introducidos por Hiparco y Tolomeo. Tomás de Aquino relativiza esas teorías astronómicas, señalando las diferencias que existen entre ellas, y escribe: “No es necesario que las hipótesis que ellos (los astrónomos) han propuesto sean verdaderas: en efecto, aunque esas hipótesis permitan salvar los fenómenos observables, sin embargo no es necesario decir que son verdaderas, porque quizás los fenómenos referentes a las estrellas se pueden explicar de algún otro modo que todavía no conocemos” (2). En la misma obra ya había expuesto una consideración con anterioridad, al discutir si todos los cuerpos celestes se mueven circularmente: alude a las opiniones de Aristóteles, Hiparco y Tolomeo, subraya que se trata de intentos de explicar los fenómenos observables, y concluye: “Por tanto, esto no está demostrado, sino que es una cierta hipótesis” (3).

    En un contexto completamente diferente, hablando en la Suma Teológica acerca de nuestro conocimiento de las personas divinas, Tomás de Aquino se refiere también al carácter hipotético de las teorías astronómicas. Dice que existen dos tipos de argumentos a favor de algo. El primero consiste en probar de modo suficiente la verdad de un principio de donde se deriva, y el segundo, en cambio, consiste en mostrar que, admitido lo que se intenta probar, de ello se siguen determinados efectos: es lo que sucede en la astronomía, cuando se formulan hipótesis y, a partir de ellas, se intentan explicar las apariencias sensibles acerca de los movimientos de los cuerpos celestes. Y añade: “Pero esta explicación no constituye una prueba suficiente, porque quizás esas apariencias también podrían explicarse mediante otra teoría” (4).

    Pierre Duhem afirmó que estos principios permitieron a los autores de la Baja Edad Media utilizar sin escrúpulos las hipótesis de Tolomeo, a pesar de que su metafísica era contraria a ellas; cita como ejemplo un texto de Jean de Jendun, de la Universidad de París, escrito en 1330 (5), y lo hace en una obra a cuyo título antepuso, en griego, la frase “salvar las apariencias”; se trata de una frase clásica utilizada desde la Antigüedad para designar aquellas teorías que proponemos para dar cuenta de los fenómenos observados sin pretender que sean verdaderas. La tesis de Duhem es que las teorías físicas tienen como finalidad principal “salvar las apariencias”, sin negar, por ello, que la ciencia proporcione un conocimiento auténtico de la realidad. Este problema se encuentra en el centro de la epistemología contemporánea. Por el momento, basta señalar que Tomás de Aquino era consciente de la existencia del problema, que saltó al primer plano cuando, en el siglo XVII, se discutió la validez de la teoría heliocéntrica propuesta por Copérnico en 1543, que implicaba un cambio profundo en la cosmovisión generalmente aceptada.

    Aunque la ciencia experimental estaba poco desarrollada, en la época de Santo Tomás, la síntesis tomista proporciona una marco válido para la integración de los saberes en nuestra época, ya que permite integrar de modo armónico la teología, la filosofía y las ciencia particulares. En efecto, respeta la distinción de los distintos ámbitos del saber y su autonomía propia, y al mismo tiempo proporciona una perspectiva metafísica que sirve de fundamento para los distintos tipos de conocimiento. Sin duda, la filosofía de la ciencia debe incluir en la actualidad aspectos que se han desarrollado junto con el progreso científico de los últimos siglos, pero los principios filosóficos del tomismo pemiten formular una epistemología que reconoce el valor del conocimiento científico y afirma, frente al relativismo y el pragmatismo tan difundidos en nuestros días, la existencia de una verdad científica que se integra dentro del saber sapiencial propio de la metafísica y de la teología.


    (1) Se encuentra un estudio sistemático de este tema en: J. J. Sanguineti, La filosofía de la ciencia según Santo Tomás, EUNSA, Pamplona 1977.

    (2) Tomás de Aquino, In Aristotelis libros De caelo et mundo expositio, 1. II, lect. XVIII (Marietti, Torino-Roma 1952, n. 451, p. 226).

    (3) Ibíd., 1. I, lectio III (n. 28, p. 15)

    (4) Tomás de Aquino, Summa Theologiae, p. I, q. 32, a. 1, ad 2m. (Marietti, Torino 1963, p. 169)

    (5) P. Duhem, Essai sur la notion de théorie physique de Platon à Galilée, Hermann, Paris 1908, pp. 49-50.

  13. #13
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    Re: La Ciencia en Santo Tomás de Aquino

    Cita Iniciado por Martin Ant Ver mensaje
    Aunque por cierta ambigüedad de expresión de algunas frases en particular y del contexto en general se podría inducir una interpretación falsa sobre el verdadero pensamiento de Santo Tomás de Aquino en materias astronómicas, sin embargo creo que es interesante colgar este texto de Mariano Artigas.
    Bueno amigo, lo cierto es que la ambigüedad de expresión que encuentra en Mariano ARTIGAS, yo no la tengo tan clara. Hay un cierto punto ideológico en su comentario, y hago tal afirmación por el hecho objetivo de que ARTIGAS era sacerdote, doctor en Filosofía y Doctor en Físicas. Por tanto, en mi opinión, lo que dijo sobre el pensamiento de Tomás de AQUINO en materia de Astronomía no presenta contradicción alguna. En cambio, veo con cierto pesar que vuelve con machacona insistencia a salir la cuestión del heliocentrismo, sobradamente discutido.
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

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    Re: La Ciencia en Santo Tomás de Aquino

    HISTORIA DE LA FILOSOFÍA - TOMO II - SEGUNDA ÉPOCA FILOSÓFICA

    LA FILOSOFÍA CRISTIANA

    - SANTO TOMÁS DE AQUINO

    Antes de bajar al sepulcro, Alberto Magno vio eclipsada su fama y su gloria por la fama y la gloria de uno de sus discípulos, cuyo saber y cuyo nombre fue el primero en reconocer, profetizar y defender. Lejos de envidiar ni amenguar la gloria de su discípulo, Alberto Magno se constituye en apologista y defensor de su nombre y de su doctrina, porque moraba en su corazón la caridad cristiana quae non aemulatur, como dice el Apóstol. Llamábase este discípulo



    Tomás de Aquino, que nació en el castillo de Roca-Seca de Italia, por los años 1225-27, de la ilustre familia de los condes de Aquino, emparentada con las casas reinantes de Alemania, Francia, Aragón y Sicilia. Después de recibir su primera educación religiosa y literaria en el monasterio de Monte Casino y en la universidad de Nápoles, determinó abrazar la vida religiosa en la Orden de Santo Domingo, propósito que llevó a cabo después de vencer graves dificultades y peligrosas tentaciones.

    Formado al lado y bajo la enseñanza de Alberto Magno, a quien acompañó en sus viajes y permanencia en Colonia y París, no tardó en adquirir tal reputación, que muy joven aún enseñó públicamente Filosofía y Teología en la entonces tan célebre y concurrida universidad de París, recibiendo a la vez el grado de doctor o maestro. Su reputación creció de día en día al compás de su saber, del cual nos dejó además evidente testimonio en sus obras, tan admirables por su mérito como por su número, pues apenas se concibe que haya podido escribir tantos y tantos volúmenes, si se tiene en cuenta que Santo Tomás de Aquino sólo vivió cuarenta y ocho o cuarenta y nueve años. Sorprendióle la muerte en el monasterio de Fosa-Nova, en 1274, cuando se dirigía al Concilio general de Lyon (1), convocado y presidido por Gregorio X.

    Las obras filosóficas de Santo Tomás son muy numerosas y de índole muy diversa, no ya sólo porque algunas son exclusivamente filosóficas, mientras que otras son a la vez teológicas, sino porque algunas representan el pensamiento propio y como original de su autor, al paso que en otras representa el papel de comentador más bien que el de pensador original, habiendo también algunas que participan a la vez de todas estas condiciones (2). De aquí procede la dificultad de conocer a fondo y de una manera completa la Filosofía de Santo Tomás, y de aquí la inexactitud con que generalmente se la encuentra expuesta en las historias de la Filosofía.

    Para el que haya estudiado con alguna detención las obras de Santo Tomás, la dificultad no está en exponer su Filosofía, sino en reducirla y compendiarla. He aquí el resumen de la misma, procediendo per summa capta, para no exceder los límites que nos hemos prefijado y que no es lícito traspasaren un compendio.

    CONCEPTO DE LA CIENCIA SEGÚN SANTO TOMÁS

    La ciencia en general es el conocimiento de las cosas por sus causas (cognitio rei per causam), y es de tres maneras para el hombre: la ciencia divina, la ciencia humana, y la mixta de divina y humana. La primera es el conocimiento de las cosas divinas, procedente de una revelación especial de Dios; la segunda es el conocimiento científico de las cosas humanas, mundanas y divinas, que el hombre adquiere o puede adquirir por la sola luz natural de la razón (adquam (veritatem) rationis inquisitio pertingere potest), sin necesidad de especial auxilio; la mixta es la que abraza o comprende simultáneamente verdades conocidas por revelación y verdades conocidas por la razón natural, como sucede en la teología, ciencia a la que las verdades reveladas sirven de base y de primeros principios, y que por medio de la razón natural llega al conocimiento y posesión de ciertas verdades relacionadas con aquellos principios de una manera más o menos necesaria y científica.

    La verdad, objeto de la ciencia, y hasta fin general y supremo del Universo (oportet igitur veritatem esse ultimum finem totius universi), o es superior enteramente a la razón humuna, como la Trinidad divina y otros misterios semejantes, o está contenida dentro de los límites y fuerzas naturales de la razón. La primera sólo puede ser conocida por medio de la fe o revelación sobrenatural; la segunda puede ser conocida por la razón humana. A esta última clase pertenecen, no sólo las verdades inferiores que se refieren al mundo y al hombre, sino muchas de las que se refieren a Dios, como son su existencia, su unidad, su omnipotencia y demás atributos, la creación ex nihilo, las cuales, lo mismo que algunas verdades que se refieren al alma humana, como la libertad, la inmortalidad, etc., no son en rigor artículos de fe ni necesitan de la revelación divina, sino que son más bien condiciones y bases previas para la fe sobrenatural: non sunt articuli fidei, sed praeambula ad articulos. De aquí es que la fe divina, lejos de oponerse a la razón natural, lejos de destruirla e inutilizarla, presupone y exige necesariamente el conocimiento connatural y propio de la razón: fides praesupponit cognitionem naturalem.

    Aunque las verdades indicadas no constituyen en rigor artículos de fe para los sabios, puesto que pueden conocerlas de una manera demostrativa (quae etiam philosophi demonstrative de Deo probaverunt, ducti naturalis lumine rationis) y científica, para la generalidad de los hombres ignorantes forman parte de la fe, porque asienten a ellas en virtud de la autoridad de Dios. Y esto prueba la necesidad y utilidad de la revelación divina, toda vez que, además de ser absolutamente indispensable para conocer y tener idea de las verdades propiamente sobrenaturales o misterios de la fe, es también moralmente necesaria para que la generalidad de los hombres conozca con certeza no pocas verdades pertenecientes al orden natural, como son la mayor parte de las arriba indicadas, y principalmente las que se refieren al orden moral y religioso, por ejemplo, la existencia y providencia de Dios, la inmortalidad del alma, los premios y castigos de la vida futura. Y la razón es, porque estas verdades, si bien en absoluto no exceden las fuerzas de la razón humana, exceden las fuerzas de la generalidad de los hombres, los cuales, atendidas sus preocupaciones y atenciones cotidianas, su falta de cultura y de medios intelectuales, es moralmente imposible que conozcan de una manera científica y evidente estas verdades, sobre todo cuando vemos que, tomadas en conjunto, son conocidas por pocos, aun entre los hombres ilustrados, y esto después de largos estudios, y amalgamadas con muchos errores: a paucis, et per longum tempus et cum admixtione multorum errorum.

    Así es que en el asenso del filósofo cristiano a estas verdades, a la fuerza de la razón natural, se añade la fuerza de la autoridad divina, que afirma y robustece la primera; y esto es sobremanera racional y conveniente, atendida la flaqueza de la razón humana, que a veces toma por demostración científica y evidente la que no lo es en realidad (3), según manifiestan de consuno la experiencia y la historia misma de la Filosofía, con sus negaciones, sus luchas y sus contradicciones sobre problemas y verdades de la mayor importancia para el hombre.

    De aquí se infiere que las relaciones entre la fe y la razón, o si se quiere entre la Filosofía y la Teología, no son ni pueden ser relaciones de hostilidad y de absoluta independencia, sino relaciones de armonía y de subordinación. La luz de la fe no destruye la luz del conocimiento natural (non destruit lumen naturalis cognitionis), sino que más bien la completa y perfecciona, como hacen los demás dones sobrenaturales o las demás gracias divinas, que no destruyen, sino antes bien perfeccionan la naturaleza (eam non tollunt sed magis perficiunt), ora en sí misma, ora en sus facultades y acciones. Y, a la verdad, si hubiera oposición entre la fe y la razón, sería necesario admitir y suponer que Dios es autor de falsedad o error, toda vez que la una y la otra traen su origen de Dios mismo, autor y principio de la naturaleza y de la gracia, de la fe divina y de la razón humana: Cum utrumque sit nobis a Deo, Deus esset nobis auctor falsitatis.

    La armonía que existir debe, y existe, entre la fe y la razón, así como la subordinación relativa de la segunda a la primera, se comunican naturalmente y se reproducen, por decirlo así, entre la teología y la Filosofía, toda vez que la primera es una derivación espontánea, es como el desenvolvimiento racional de la fe, que le sirve de base y principio, al paso que la segunda es a su vez una aplicación sistemática, un desenvolvimiento racional y científico de la luz natural (sicut autem sacra doctrina fundatur super lumen fidei, ita Philosophia super lumen naturale rationis) de la razón, que le sirve de base y principio. Es, por lo tanto, imposible que las verdades que pertenecen realmente a la Filosofía o que en ésta se contienen sean contrarias a las cosas que pertenecen a la fe, debiendo decirse más bien que son inferiores a ésta (sed deficiunt ab eis), o sea a las verdades propias de la fe divina. Así, pues, cuando en los dichos o sentencias de los filósofos se encuentra algo contrario a la fe, esto no pertenece realmente a la Filosofía, sino que entraña o representa abuso de la Filosofía, por defecto o flaqueza de la razón: Si quid autem in dictis Philosophorum inveniatur contrarium fidei, hoc non est Philosophiae, sed magis Philosophiae abusus ex de defectu rationis.

    En conformidad con estas ideas, que expresan los principios fundamentales acerca de las relaciones entre la teología y la Filosofía, podremos hacer uso recto de la segunda en la primera, de tres maneras o con tres objetos. Porque, en primer lugar, la Filosofía nos sirve para demostrar ciertas verdades previas respecto de la fe y que ésta presupone (ad demonstrandum ea quae sunt praeambala fidei) como bases o condiciones necesarias para el conocimiento de las cosas pertenecientes a la fe, cuales son, por ejemplo, la existencia y unidad de Dios. Sirve, en segundo lugar, la Filosofía y debemos emplearla para dar a entender y manifestar en lo posible las cosas de la fe por medio de semejanzas y analogías, como lo practicó San Agustín, el cual, en los libros De Trinitate, hace uso de muchos ejemplos y aduce semejanzas tomadas de la doctrina filosófica, para dar a conocer e ilustrar el misterio de la Trinidad. En tercer lugar, es útil la Filosofía para rechazar y rebatir las cosas que se oponen o alegan contra la fe, bien sea demostrando que son falsas, bien sea probando que no se oponen a la fe de una manera necesaria y concluyente.

    Pero así como podemos hacer aplicaciones útiles y provechosas de la Filosofía a la teología y a la fe, habrá, por el contrario, abuso en estas aplicaciones, si éstas no se hacen en la forma y condiciones indicadas; abuso que puede verificarse de dos maneras principalmente. Es la primera, cuando el hombre aplica a las cosas de la fe e introduce en la teología opiniones erróneas, que no forman parte de la verdadera Filosofía, por más que las hayan enseñado algunos filósofos. La segunda manera, o, digamos mejor, lo que constituye el abuso más notable y peligroso de la Filosofía, consiste en querer subordinar y medir las cosas de la fe por medio de la Filosofía, siendo así que el orden natural exige, por el contrario, que la Filosofía, como ciencia humana y verdad del orden natural, se subordine a la fe, que es verdad divina, sobrenatural y de un orden superior (4); lo cual prueba cuan descaminados andan los que nada quieren creer sino lo que alcanzan por medio de la Filosofía, como si ésta fuera la medida general y única, la norma absoluta de toda verdad.

    Aunque en el orden cronológico y pedagógico la lógica es la primera de las ciencias, puesto que le pertenece enseñar los procedimientos y métodos científicos, y es como la preparación general para todas las ciencias, en el orden ontológico o del ser, la metafísica ocupa el primer lugar en la serie de las ciencias puramente humanas y naturales, porque es la que investiga las primeras causas y razones de las cosas, y es la que suministra a las demás ciencias los primeros principios y las nociones más fundamentales. La metafísica es la ciencia superior de las cosas, la Filosofía suprema (sapientia, prima philosophia), de la cual reciben su savia y vida las demás ciencias.

    La dignidad e importancia intelectual de las ciencias se halla en relación con la dignidad e importancia intelectual de los seres que les sirven de objeto, y esta diversidad de objetos es la que determina también y constituye la diversidad específica de las ciencias. La diversidad genérica de las mismas se halla en relación, o, mejor dicho, depende del grado de abstracción y universalidad a que se halla subordinada la investigación del objeto. De aquí resultan tres géneros o grupos de ciencias, que son:

    a) Ciencias físicas, en las cuales el entendimiento, al indagar, reconocer y fijar las verdades relativas a su objeto, prescinde de la singularidad (abstrahit a materia singulari) o accidentes individuales, pero no prescinde de las cualidades o accidentes sensibles: así, al inquirir y reconocer las leyes del movimiento, del calórico o electricidad, el físico prescinde de si ese movimiento se realiza en el pedazo de oro A o B, pero no prescinde de si este oro está frío o caliente, tiene esta figura o la otra, es puro o aleado, porque estas cualidades o accidentes sensibles pueden modificar la condición y desarrollo del movimiento, del calórico, la electricidad, etc.



    b) Las ciencias matemáticas forman el segundo género, porque prescinden, no sólo de la singularidad, sino también de ciertas cualidades, o sea de todos los accidentes corpóreos, menos la extensión (abstrahunt a materia sensibili); pues el matemático, al proponer y resolver los problemas geométricos, prescinde de si el triángulo, el círculo, etc., es duro o blando, caliente o frío, etc., y sólo considera la extensión.


    c) Finalmente, en las ciencias metafísicas, que forman el tercer grupo, la inteligencia considera su objeto con abstracción de la singularidad, de los accidentes sensibles, y también de la extensión (abstrahunt a materia intelligibili), que se denomina cualidad o materia inteligible.

    De aquí es que cuando consideramos la esencia y atributos de Dios; cuando discurrimos sobre los ángeles y el alma racional; cuando pensamos en la verdad, la justicia, el ser, la inteligencia, la libertad, con otros objetos análogos, nuestro entendimiento prescinde de la singularidad o diferencias individuales, prescinde igualmente de las cualidades sensibles, y prescinde también de la extensión, apellidada por los escolásticos materia inteligible, lo cual vale tanto como prescindir de toda materia o substancia que lleve consigo la composición o multiplicidad de partes: abstrahit a materia intelligibili.

    Infiérese de lo dicho, que lo universal es objeto necesario y propio de la ciencia, puesto que en toda ciencia el entendimiento considera su objeto con precisión o abstracción de la singularidad (scientia est de universalibus), no siendo posible que haya ciencia acerca de un individuo como individuo.

    Los universales son reales y existen fuera de nosotros por parte de la naturaleza concebida y denominada universal, pero no existen a parte rei, o fuera de nosotros por parte de la universalidad misma, pues ésta depende del entendimiento, según que considera y percibe lo que hay de común, por ejemplo, en los individuos de una especie, sin considerar ni percibir pro tunc las diferencias y accidentes que los distinguen y singularizan.


    El sistema platónico, o sea el realismo absoluto, es inadmisible, porque todo lo que es real, es decir, todo lo que existe de hecho, es singular, puesto que la existencia sólo conviene y puede hallarse en cosas singulares: existentia est singularium.

    El sistema nominalista es igualmente absurdo, porque niega la realidad objetiva de los universales, lo cual vale tanto como negar la realidad de la ciencia, toda vez que ésta no existe sino a condición de ser conocimiento de objetos y verdades universales. En la teoría nominalista, la ciencia no puede ser el conocimiento de verdades universales y necesarias, sino el conocimiento de palabras universales y contingentes o arbitrarias.

    Generalmente hablando, en las ciencias filosóficas deben emplearse a la vez el método deductivo y el inductivo, el procedimiento racional y el empírico, la experiencia y el discurso, porque todas necesitan más o menos de estos varios procedimientos. Sin embargo, la condición especial de cada ciencia exige el predominio relativo de cada uno de estos métodos, porque el método debe estar en relación con la naturaleza de la ciencia de que se trata. Tampoco se ha de buscar una certeza absoluta en todas las cosas (omnimoda certitudo non potest inveniri nec est requirenda similiter in omnibus), antes bien es propio del hombre instruído o de ciencia buscar en cada materia el grado de certeza que le corresponde, habida razón de la naturaleza de la cosa: Ad hominem bene instructum pertinet, ut tantum certitudinis quaerat in unaquaque materia, quantum natura rei patitur.

    Es, por lo tanto, irracional la pretensión de los que en todas las cosas buscan la certeza matemática, y aplican a todas las materias el método peculiar y propio de las ciencias matemáticas (5), sin reparar que no todas las ciencias ni todos los objetos son susceptibles de los procedimientos y demostraciones que se adaptan a las matemáticas.

    Prescindiendo de las ciencias teológicas y de las verdades sobrenaturales, y concretándonos a las ciencias y verdades comprendidas dentro de la esfera de la actividad racional del hombre, el instrumento propio y el medio principal para investigar, descubrir y conocer científicamente la verdad, es la razón natural, es nuestra razón individual. A la autoridad corresponde solamente un lugar muy secundario; porque la ciencia no consiste en saber lo que pensaron y piensan otros hombres, sino en saber cuál sea la verdad y realidad de las cosas en sí mismas, y esto más que nadie deben tenerlo presente y practicarlo los filósofos, cuya profesión propia es la adquisición de la ciencia y la investigación de la verdad: Studium sapientiae non est ad hoc quod sciatur quid homines senserint, sed qualiter se habeat veritas rerum. —Specialiter tamen hoc oportet facere philosophos, qui sunt professores sapientiae, quae est cognitio veritatis.

    Sin perjuicio de lo dicho acerca del empleo simultáneo y combinado del método racional y del empírico en todas las ciencias, el primero debe predominaran la lógica, las ciencias metafísicas y las matemáticas; el segundo en las ciencias físicas y naturales, y los dos igualmente en las psicológicas, morales y político-sociales.

    __________


    NOTAS.


    (1) Un ilustre biógrafo y elocuente apologista de Santo Tomás, gloria a la vez del catolicismo y de la tribuna española, después de reseñar la muerte de Santo Tomas, añade: «Así murió el «Ángel de las Escuelas,» el «gran Buey mudo de Sicilia,» el «Doctor Angélico,» el «Águila de la filosofía,» el «Sol de la Iglesia....»
    «Ante la nueva de la muerte de Santo Tomás, divulgada a lo lejos por los hombres y por los ángeles, «el mundo se consternó de tal modo, dicen los historiadores, como si en pleno mediodía se perdiese de pronto el sol en los espacios.» El Papa, los Reyes, las Órdenes religiosas, el pueblo, las universidades, todos rivalizaron en dar muestras de su dolor.» Santo Tomás de Aquino, por D. Alejandro Pidal y Mon, cap. I, paginas 66-67.

    (2) Las principales, y nada más que las principales obras de Santo Tomas que contienen su Filosofía y se hallan más directamente relacionadas con esta ciencia, haciendo caso omiso de sus escritos puramente dogmáticos, exegéticos y místicos, son las siguientes: Summa Theologica. —Summa contra Gentiles. —Commentaria in quataor libros sententiarium. —Quaestiones Disputalae. —Commentaria in librum Perihermenias. —De sensu et sensato. —Commentaria in libros De Anima. —De memoria et reminiscentia. —Commentaria in tredecim libros Metaphysicorum. —De Ente et Essentia. —Commentaria in librum De divinis nominibus. —Commentaria sea Expositio in librum Boetii De hebdomadibus. —Expositio et qaaestiones in librum Sev. Baetii De Trinitate. —De differentia Verbi divini et hamani. —De Natura verbi intellectus. —De unitate intellectus contra Averroistas. —Commentaria in decem libros Ethicorum. —De substantiis separatis sive de Angelorum natura. —De aeternitate mundi. —De Fato. —De principio individuationis.
    Téngase en cuenta que se omiten aquí varios tratados relativos a la lógica, los que dicen relación a las ciencias físicas, como Commentario in octo libros Physicorum. —De Coelo et Mundo. —De Generatione et corruptione. —De mixtione elementorum, etc. etc., y los que tratan de ciencias político-sociales, entre las cuales merecen especial mención sus Comentarios sobre la política de Aristóteles y el tratado De Regimine Principum.

    (3) «Inter multa vera, quae demonstrantur, immixcetur aliquid falsum, quod non demonstratur, sed aliqua probabili vel sophistica ratione asseritur, quae interdum demonstrado reputatur. Et ideo oportuit per viam fidei, fixa certitudine, ipsam veritatem de rebus divinis hominibus exhiberi. Salubriter ergo divina providit clementia, ut ea etiam quae ratio investigare potest, fide tenenda praeciperet, ut sic omnes de facili possint divinae cognitionis participes esse, et absque dubitatione et errore.» Sum. cont. Gent., lib. I, cap. IV.

    (4) Notable es el pasaje que acabamos de extractar, o, mejor dicho, de traducir en el texto, y bien merece que todo filósofo católico conserve en la memoria y tenga a la mano las palabras con que el Doctor Angélico expone y resume con tanta lucidez y exactitud su pensamiento sobre materia tan importante. Después de sentar los principios generales acerca de las relaciones entre la razón y la fe, entre la Filosofía y la Teología, y después de probar que estas relaciones no son ni pueden ser relaciones de hostilidad y de independencia absoluta, sino de armonía y de subordinación, concluye y escribe: «Sic igitur in sacra doctrina (téngase presente que Santo Tomás da el nombre de sacra doctrina a la teología) Philosophia possumus tripliciter uti. Primo, ad demonstrandum ea quae sunt praeambula fidei, quae necessaria sunt in fidei scientia, ut ea, quae naturalibus rationibus de Deo probantur, ut Deum esse, Deum esse unum, et hujusmodi de Deo vel de creaturis in Philosophia probata, quae fides supponit. Secundo, ad notificandum per aliquas similitudines ea quae sunt fidei, sicut Augustinus in libris De Trinitate utitur multis similitudinibus ex doctrinis philosophicis sumptis ad manifestandum Trinitatem. Tertio, ad resistendum his quae contra fidem dicuntur, sive ostendendo esse falsa, sive ostendendo non esse necessaria.
    «Tamen utentes Philosophia in sacra Scriptura possunt dupliciter errare. Uno modo utendo his quae sunt contra fidem, quae non sunt Philosophiae, sed potius error vel abusus ejus, sicut Origenes fecit. Alio modo, ut ea quae sunt fidei includantur sub metis Philosophiae, ut si nihil aliquis credere velit nisi quod per Philosophiam haberi potest, cum e converso Philosophia sit ad metas fidei redigenda.» Exposit. in lib. Boet. de Trinit., cuest. 2.ª, art. 3.º

    (5) «Quidam non recipiunt quod eis dicitur, nisi dicatur eis per modum mathematicum. Et hoc quidem evenit propter consuetudinem, his qui in mathematicis sunt nutriti, quia consuetudo est similis naturae. Potest etiam hoc quibusdam contingere propter indispositionem, illis, scilicet, qui sunt fortis imaginationis, non habentes intellectum multum elevatum.» Metaphys., lib. I, lec. 5.ª


    Santo Tomás de Aquino. Filosofía medieval. Historia de la Filosofía de Zeferino González.
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

    En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47


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    Re: La Ciencia en Santo Tomás de Aquino

    HISTORIA DE LA FILOSOFÍA - TOMO II - SEGUNDA ÉPOCA FILOSÓFICA

    LA FILOSOFÍA CRISTIANA

    COSMOLOGÍA DE SANTO TOMAS

    El mundo, con todos los seres, elementos y partes que abraza, fue creado por Dios de la nada en el tiempo, o, mejor dicho, con el tiempo, de modo que ni es parte o evolución de la substancia divina, ni fue formado de alguna materia anterior (nec ex materia prae-jacente) a la acción creadora de Dios. La creación ab aeterno del mundo no implica contradicción en cuanto a los seres permanentes, pero envuelve contradicción o imposibilidad absoluta por parte de los seres sucesivos (1), porque el ser sucesivo entraña distinción y distancia entre su principio y su término.

    Aunque este mundo es perfectísimo con relación al fin particular que Dios se propuso al crearlo, no es el más perfecto o perfectísimo entre los posibles, pues Dios pudo crear otro y otros más perfectos.



    Todas las substancias sublunares o terrestres están compuestas de materia prima y forma substancial, las cuales son los principios internos absolutamente primeros y primigenios de todos los cuerpos. La materia primera debe concebirse como una entidad o realidad substancial, pero incompleta en la línea de substancia, y esencialmente potencial, porque de su naturaleza no incluye ninguna actualidad ni forma, sino la aptitud y capacidad para recibir cualquiera forma substancial: Illa materia quae intelligitur sine qualibet forma, dicitar materia prima.

    La forma substancial es una realidad incompleta y substancial, capaz de actuar y determinar primitiva e inmediatamente (actus primus materiae) la materia prima, con la cual constituye una esencia específica y una substancia subsistente, o sea un supuesto.

    La forma substancial, por lo mismo que es actualidad primitiva (actus primus) y substancial, es el principio radical de todas las modificaciones, propiedades, atributos, potencias activas, operaciones y determinaciones de la substancia por ella actuada e informada.

    Así, por ejemplo, en un árbol, la forma substancial, no solamente es el principio y razón suficiente originaria de las fuerzas y funciones vitales, sino que lo es también del color, de la dureza, de la corporeidad, y hasta de la extensión, considerada ésta como accidente o modificación actualmente existente en el árbol, si bien considerada la extensión en estado potencial, su raíz y razón suficiente primitiva es la materia prima, porque la extensión tiene una relación directa e inmediata con la materia.

    Así es que la distinción entre las substancias, según que son extensas o inextensas, se funda originariamente en su distinción, según que la materia prima es o no parte de su esencia. Si la substancia A extensa, se distingue de la substancia B inextensa, es porque la materia entra en la primera como una parte esencial de la misma.

    La forma substancial es el principio de la unidad y diferencia específica: si el caballo se distingue en especie del perro, es porque son diferentes sus formas substanciales; y viceversa, si el caballo A es idéntico en especie con el caballo B, es por la identidad o semejanza específica de sus respectivas formas substanciales.

    Por el contrario, la materia es el principio de la unidad y diferencia numérica: el caballo A es distinto numéricamente, o con diferencia individual, del caballo B, porque y en cuanto la materia informada y actuada por la forma substancial del primero, está dividida y separada, por su extensión determinada, de la materia en que se recibió la forma substancial del caballo B.

    Luego el principio de individuación es la materia en cuanto dice orden a la extensión, o sea en cuanto sellada y determinada por la cantidad (materia signata quantitate) que divide y separa el cuerpo A del cuerpo B: Principium diversitatis individuorum ejusdem speciei, est divisio materiae secundam quantitatem.

    De aquí se infiere que en las substancias o esencias simples que carecen de materia y de extensión, no puede tener lugar la diversidad puramente individual, sino que habrá tantas especies como individuos: quot sunt individua, tot sunt species (2).

    El alma racional, aunque esencia simple, está sujeta a individuación, como forma substancial que es de materia determinada o signata quantitate, lo mismo que otras formas substanciales, y si después de la separación conserva su individuación, es porque en fuerza de la unión y de la información precedente, dice orden y relación a la materia singular que informó y con la que estuvo unida substancialmente, conteniendo cierta tendencia natural, como una proporción y comensuración, si es lícito hablar así, con el cuerpo determinado y singular, informado y vivificado por ella en su estado de unión: Haec anima differt ab illa solo numero, ex hoc quod ad aliad numero corpus habitadinem habet, et sic individuantur animae humanae.


    En la naturaleza corpórea se verifican, no solamente mutaciones accidentales (tránsito del calor al frío, del movimiento al descanso, del vicio a la virtud, etc.), sino también mutaciones substanciales, o sea tránsito de una substancia a otra. Este tránsito se llama generación substancial, y tiene lugar cuando la materia pierde la forma substancial que tenía, para recibir otra diferente, de manera que toda generación de una nueva substancia va acompañada de una corrupción o destrucción de otra substancia, según el dicho: generatio unius corruptio alterius. Cuando tiene lugar esta generación de una substancia, por ejemplo, de un animal, de una planta, la nueva forma substancial no es producida por creación, sino por una operación especial del agente o causa eficiente que la saca de la potencialidad de la materia (educitur ex potentia materiae), actuando sobre la misma, de suerte que la producción de la forma es el resultado a la vez de la potencialidad, o, mejor, de la virtualidad pasiva de la materia, y de la virtualidad activa de la causa eficiente.

    El espacio no tiene realidad objetiva realmente distinta de los cuerpos, sino que se identifica a parte rei con las dimensiones o extensión de éstos. Lo que concebimos como espacio total y universal, no es más que la representación y el concepto de la extensión de los cuerpos que constituyen el mundo corpóreo. El espacio que concebimos o imaginamos fuera de este mundo y antes de su creación, es una mera ilusión y no tiene más realidad que la de una representación imaginaria.

    El tiempo es el número o medida de los movimientos y mutaciones que percibimos y observamos en las cosas. Su realidad objetiva es la misma realidad de los movimientos y mutaciones: su concepto intelectual se forma según que comparamos un movimiento con otro, o las partes anteriores de un movimiento con las posteriores y sucesivas: totalitas motus accipitur per considerationem animae comparantis priorem dispositionem mobilis ad posteriorem.... Ipsa totalitas temporis accipitur per ordinationem animae numerantis prius et posterius in motu.


    NOTAS

    (1) «Si ponatur causa producens effectum suum subito, non repugnat quod non praecedat duratione suum causatum; repugnat autem in causis producentibus effectum per motum, quia oportet quod principium motus praecedat finem ejus.» Opusc. 27.

    (2) He aquí el pasaje íntegro que resume el pensamiento de Santo Tomás sobre este punto: «Essentiae rerum compositarum, ex eo quod recipiuntur in materia designata vel multiplicantur secundum divisionem ejus, contingit quod aliqua sint idem specie et diversa numero. Sed cum essentia simplicium non sit recepta in materia, non potest ibi esse talis multiplicatio. Et ideo non oportet quod inveniantur plura individua unius speciei in illis substantiis, sed quot sunt individua, tot sunt species.» Opusc. De Ente et Essent., cap. v.


    Cosmología de Santo Tomás. Filosofía medieval. Historia de la Filosofía de Zeferino González.



    La biblia no es un conjunto de textos de ciencia - Página 2
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

    En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47


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