TEORÍA DEL TODO
LUIS VENTOSO
Un filósofo brasileño y un físico neoyorquino, contra el chiringuito teórico de Hawking
LA película «Teoría del todo» relata con elegancia y emoción el noviazgo y matrimonio de Stephen Hawking y Jane Wilde y cómo supo el físico que padecía la aterradora esclerosis. La interpretación de Eddie Redmayne resulta asombrosa, no se puede ir más allá. Hawking, de 73 años, además de un científico superdotado es un héroe de la humanidad, por el cuajo y hasta sentido del humor con que ha encarado la enfermedad más cruel, que te entierra en tu cuerpo.
Una confesión preliminar obligada: uno sabe de física lo que le cayó en el bachillerato, pero el debate que se ha suscitado en el mundo anglosajón sobre si a los físicos teóricos se les ha ido la pinza es apasionante y el profano puede seguirlo en sus líneas generales. El filósofo y político brasileño Roberto Mangabeira, de 67 años, y el físico neoyorquino Lee Smolin, de 59 años, ambos hijos de Harvard, acaban de publicar un tocho titulado «El universo singular y la realidad del tiempo», en el que sin mentarlo demasiado le zumban claramente la badana a las teorías de Hawking. Vienen a decir que a partir de los años setenta la física teórica se separó de la física experimental y se lanzó a idear hipótesis matemáticas cada vez más alambicadas y audaces, brillantísimas, pero un poco onanistas, sin principio de realidad probado. Mangabeira y Smolin creen que Hawking y los de su estirpe abordan la ciencia bajo la premisa «podría darse el caso...», y a partir de ahí comienzan a elucubrar en el vacío. Es decir: que se encargue la realidad de avenirse a mi hipótesis. Pero ellos replican que nones, que la ciencia no es eso, sino que debe establecer sus principios de manera concluyente basándose en argumentos racionales testados en la naturaleza. Lamentan que se estén sacralizando construcciones matemáticas nunca probadas.
Este debate, que puede parecer abstruso y lejano, ha llegado incluso al cine comercial. La película de ciencia-ficción «Interstellar», del inteligente Christopher Nolan, bebe por ejemplo de los hallazgos de la física teórica: no hay presente pasado ni futuro, todo ocurre al mismo tiempo. El resultado es que nuestras vidas son meras líneas en un bloque, lo cual lleva al determinismo, a la negación del libre albedrío y hasta del propio yo. Una alegoría circular en la que tampoco cabe Dios, negado con un ateísmo hostil por sabios como Hawking.
Mangabeira y Smolin denuncian que al no saberse cómo comenzó el universo, han inventado un «Big-Bang», sin el que el resto de las teorías carecerían de sentido, y replican que el tiempo sí existe. Frente al «multi universo» de los físicos teóricos, responden que solo hay un universo. Les bajan los humos a las matemáticas. Vuelven a abrir un huequecillo para Dios y para la filosofía natural, frente al callejón sin salida de Hawking, cuyo universo vendría a ser la broma amarga de un genio.
¿Tienen razón? Quién sabe. En un debate con Popper en Cambridge, en 1946, el divino Wittgenstein estaba dando un recital con una ardorosa negación del principio de realidad. Entonces Popper agarró el atizador de la chimenea y le vino a decir lo siguiente: cómo la realidad no existe, le voy a atizar con esto y usted ya me cuenta... Sobra decir quién ganó.
Fuente: ABC.ES
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