Pero vamos a ponernos serios de verdad, al menos esta vez. Y es que la ciencia no es un juguete y menos en manos de aficionados decimonónicos, superados la mayor parte de las veces en unas proporciones difíciles de evaluar. Unas, porque sus teorizaciones o hipótesis constituyeron la base o fundamento del cual partir para el desarrollo posterior hasta nuestros días de lo que es la investigación en todos los campos, con mayor o menor grado de abstracción empírica, pero todos con el denominador común del método científico. Y otros porque no fueron más que pseudoinvestigadores, o farsantes y la mejor de las veces, viajeros que tomaban notas y sacaban sus conclusiones particulares sin contraste alguno. No deja de ser llamativo el hecho de que ese es el caso de Darwin, y por tal motivo ha sido objeto de toda clase de ataques, mientras que otros con un método muy inferior de recogida de datos, hayan sido "capaces" de elaborar teorías nada menos que sobre las razas humanas. Es decir, es discutible que un geranio venga de otro geranio que, a su vez, viene de otro geranio aunque ya algo diferente por una cuestión de adaptación, pero es perfectamente creíble que existió una raza de hombres superiores llamados arios sólo porque hay algunas coincidencias en los fonemas de una etnia de la India y las lenguas germánicas. No deja de ser también llamativo que alguien, estudioso y profesor de lenguas antiguas y medievales como Tolkien, fuera incapaz de detectar semejantes coincidencias, ¡muy peculiar!

A cualquier interesado en el tema de verdad, recomiendo la lectura del siguiente pdf:

https://eprints.ucm.es/7827/1/alonsocortes_X.pdf