Re: Destruir el sacerdocio católico

Iniciado por
CRISTIÁN YÁÑEZ DURÁN
Pienso que aventurar quien sea el Anticristo es llegar demasiado lejos. Pero tenemos una garantía infalible, la verdadera devoción a Nuestra Señora, Corredentora y Mediadora de todas las gracias, cuyo auxilio es garantía de fidelidad al Magisterio de siempre. Y en esta fidelidad está inmersa la debida al Sumo Pontífice-que a su vez incluye resistirle en cuanto se oponga a la Fe-; pues, tal como recuerdas, tenemos la certeza más absoluta de que la única Iglesia de Cristo jamás será destruida. Y aunque sea de un modo muy precario, siempre mantendrá sus notas distintivas. Dios jamás nos pedirá lo imposible.
LAUS DEO VIRGINIQUE MATRI.
Lo de quien sea el Anticristo sólo es una mera impresión deducida, en parte, de las descripciones existentes, aunque no revelen nada particular. Y por otra parte, por lo que se ve en el mundo. Evidentemente se trata de una apreciación muy personal y sin otra intención que mencionarla.
Al resto de tu mensaje, Amén, pues es Dios mismo quien ha depositado en Nuestra Señora la misión de aplastar la cabeza de la Serpiente para siempre, Ella es Nuestra Mater Salvatoris, y en Ella debemos depositar todas nuestras esperanzas.
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
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