Me preocupa seriamente que se critique que por ser un Príncipe de la Iglesia no se porte aparentemente como tal, cuando El REY del Universo entró en Jerusalém montado en un borriquillo en lugar de en un gran caballo enjaezado, y rodeado de discípulos, amigos y seguidores, en lugar de hacerse acompañar de sus legiones de ángeles.

Parece, a la vista de los enlaces puestos, que el nuevo Papa en su etapa como cardenal fue hombre polémico, ubicado en situaciones que algunos ven como comprometidas, pues tengo que recordar a todos que Cristo habló con publicanos, con rameras, con zelotes y con fariseos y hasta conversó con un romano. Me pregunto hasta donde se puede llegar en vez de callar prudentemente y esperar para no ser medido y juzgado con la misma medida y el mismo juicio. Con qué facilidad se olvida la dureza del corazón y qué poquísima caridad cristiana hay.