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Tema: ¿Sínodo o tifón?

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  1. #1
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    Re: ¿Sínodo o tifón?

    SOBRE EL LOCO APREMIO DE TANTO PRELADO

    Un sonriente heresiarca
    Esta manía del cambio que atenaza a la Jerarquía revela la más vergonzante evidencia de haber desertado de la eternidad. De aquí la atención exclusiva al paradigma móvil, al tiempo como patrón ejemplar, a los "signos de los tiempos". A la cualidad "profética", ya no como remitente al misterio sino a la sociología.

    Es toda una vasta superchería la que se niega a acatar la orden de morir. Porque los clérigos llegan tarde al mercado de las ideologías, y llegan para prolongar innecesariamente la agonía de aquella que se halla en trance de muerte. Son los encargados de vocear la salud pujante del paciente cuyo electrocardiograma discurre horizontal, los que asimilan (¡oh, morbo tan peculiar!) el amasijo exánime de novedades ayer bogantes. Como los religiosos que abrazaban el absolutismo en la antesala de la Revolución o el bolchevismo cuando la Cortina de Hierro ya anunciaba ruina.

    Y el vicio mental que los hace tan infalibles en la adopción de lo superfluo y morituro, aparte la prudentia carnis (ese sentido de la oportunidad tan apropiado a los débiles), es la exaltación del hecho histórico como de cumplimiento inexorable: esto los atonta y los traiciona. Cualquiera puede afirmar la irreversibilidad de lo ocurrido; proclamar su absoluta necesidad: he aquí el pecado. El secreto de esta actitud consiste en haber trocado la docilidad a los designios de la Providencia por la sumisión servil al factum, siendo tan grande la diferencia ente ambas disposiciones como la que puede haber, digamos, entre un sujeto con plena responsabilidad moral y un ente vegetativo. ¡Que se vuelvan árboles!, clamaba un Aristóteles hastiado de ciertas patologías espirituales.

    Entre el progresismo y el calvinismo hay algo más que unas pocas coincidencias secundarias o un aire de familia. Hay un común fatalismo de efecto deprimente: por eso la infestación de progresismo en la Iglesia coincide con la caída en picada de las vocaciones religiosas, del número de bautismos, de matrimonios ante el altar, etc. Pero la obstinación idiota en aplicar la misma medicina que llevó a la parálisis, esto resultaría inexplicable a no ser en atención a un aspecto habitualmente poco señalado en el progresismo, pero que le es del todo inseparable.

    Este particular lo señaló en 1969 Sacheri en La Iglesia clandestina, en el imborrable capítulo dedicado a aquel que él llamaba «clericalismo invertido»: en éste se reconocen, en efecto, como en el viejo clericalismo, «la voluntad de dominio, de honores mundanos, de prestigio pseudo-intelectual, de confort material», siendo que «lo paradójico -en apariencia- es que la prepotencia del clericalismo progresista se ejerce para lograr que los fieles abandonen su fe, su vida sacramental, su oración, sus responsabilidades temporales de cristianización del mundo, en virtud de su autoridad sacerdotal. El mismo clero que hace ostentación de su desprecio por la sotana, por el latín, por el celibato, por todo lo tradicional, el mismo clero que afirma que el sacerdocio debe ser secularizado y transformado en una especie de padre de familia que fracciona el pan entre los suyos, es el mismo clero que utiliza su condición sacerdotal para someter por coacción moral a los fieles, obligándolo a aceptar por vía de autoridad espiritual sus aberrantes tesis».

    La rigurosa actualidad del diagnóstico indica la pervivencia del achaque: nótese el despotismo con el que se procura asimilar a la Iglesia a los "cambios" tan declamados de la vida civil, de los hábitos de familia, etc., no ahorrando vileza de recursos para alcanzar el fin previsto. Y es que la praxis despótica es inseparable de la apostasía: ésta afecta, desfigurándola, la vida moral del prelado, lo que se nota inmediatamente en su relación con sus subordinados y con todo cuanto caiga bajo su órbita. Por eso también la insistencia ciega en la aplicación de programas ya ensayados y fracasados. Respecto del progre-clericalismo de cuarenta años atrás y aquel que cunde en nuestros días, habrá entonces que decir que si las proclamas cambiaron parcialmente -por fuerza de la mutabilidad de las modas-, no así los métodos, pudiendo ahora aplicarse aquello de «clericalismo invertido» en la otra acepción del término, según la acertada fórmula de José Miguel Serrano: «tras abandonar por agotamiento la revolución social, muchos clérigos se unen ahora a la revolución sexual». ¡Y vaya si se nota, sinvergüenzas!


    Como Esaú ante su apetecido plato de lentejas, se trata de una clerecía que trocó la consumación de su vocación específica por el tributo a la modernidad -y a la modernidad tardía, caduciente a largas zancadas. De ahí su triste apego a lo mudable y fugitivo. De ahí también su ulterior nota, la más sombría, la que lo enlaza con el Apóstol réprobo. Apoyándose en palabras de san Agustín («el que es semejante a la vanidad no es reformado a imagen de la Verdad»), agrega Gueydan de Roussel, a propósito del descocado evolucionismo de unos cuantos:
    vanidad es amar lo que pasa a toda velocidad [...] Ahora bien, cuando llega la hora de cumplir sus grandes designios sobre el mundo, Dios abandona al hombre a la velocidad del movimiento: quod facis, fac cito.














    In exspectatione
    Tropo dio el Víctor.

  2. #2
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    Re: ¿Sínodo o tifón?

    Los mafiosos tienen dones y cualidades para ofrecer a la comunidad cristiana




    Se publicó la Relatio de las discusiones de la III Asamblea General Extraordinaria del Sínodo de los obispos que se está celebrando en Roma. El documento es una verdadera porquería. A tal punto que ha merecido los siguientes comentarios de prelados que no se caracterizan por hacer declaraciones temerarias:
    - Cardenal Müller, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe: “El documento preliminar del sínodo es indigno, vergonzoso y completamente equivocado”.
    - Cardenal Burke, Prefecto de la Signatura Apostólica: “El documento carece de una base sólida en las Sagradas Escrituras y en el Magisterio”.
    - Cardenal Wilfrid Fox Napier, arzobispo de Durban, “El documento es virtualmente irredimible”.
    - Mons. Gadecki, Presidente de la Conferencia Episcopal Polaca: “El documento es inaceptable”.
    Su estilo es subjetivista y emotivo, mechado con vocablos propios de esa psicoterapia light de los libros de autoayuda.
    Un pasaje representativo del grado de descomposición sinodal es el siguiente:
    50. Las personas homosexuales tienen dones y cualidades para ofrecer a la comunidad cristiana: ¿estamos en grado de recibir a estas personas, garantizándoles un espacio de fraternidad en nuestras comunidades? A menudo desean encontrar una Iglesia que sea casa acogedora para ellos. ¿Nuestras comunidades están en grado de serlo, aceptando y evaluando su orientación sexual, sin comprometer la doctrina católica sobre la familia y el matrimonio?
    La primera parte es de una insoportable ambigüedad. O para ser más claros: quien lo redactó es un burro, un estúpido u obra de mala fe. Las personas homosexuales tienen “dones y cualidades para ofrecer a la comunidad cristiana” no en cuanto homosexuales. Pero hay algo que es mucho peor: “aceptando y evaluando su orientación sexual”. Lo que la Iglesia enseña -de manera reiterada y secular- es que la orientación homosexual, aunque no se concrete en actos, es en sí misma desordenada. Por tanto, no es una orientación que pueda “aceptarse”, porque constituye un desorden y como tal es inaceptable. Si es posible, dicha inclinación se ha de rectificar. Además, tampoco es necesario “evaluarla”, porque esa evaluación ya ha sido realizada por la Iglesia y es negativa.
    Siguiendo la lógica de la primera parte de este pasaje habría que decir que también los mafiosos y los corruptos –tan fuertemente anatematizados por el Papa- poseen “dones y cualidades para ofrecer a la comunidad cristiana”. Una simple interpolación muestra el absurdo:
    50. Las personas [mafiosas] tienen dones y cualidades para ofrecer a la comunidad cristiana: ¿estamos en grado de recibir a estas personas, garantizándoles un espacio de fraternidad en nuestras comunidades? A menudo desean encontrar una Iglesia que sea casa acogedora para ellos. ¿Nuestras comunidades están en grado de serlo, aceptando y evaluando su orientación [criminal], sin comprometer la doctrina católica sobre [el respeto a la vida, la libertad, la integridad física, la propiedad, de las víctimas de la mafia]?
    El «Pensamiento Alicia» de Rodríguez Zapatero -que ácidamente criticara Gustavo Bueno- ha penetrado en las cabezas de muchos obispos católicos. Que Dios ayude a estos pastores a recuperar un poco del sentido común que han perdido.

    InfoCaótica
    Mefistofeles y Tropo dieron el Víctor.

  3. #3
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    Re: ¿Sínodo o tifón?

    Herejía en el documento sinodal

    El "Gradualismo", hijo del modernista Loisy





    Un amigo de esta "casa" nos envía un interesante análisis sobre el Documento Sinodal, que tiene estos días en vilo a muchos católicos y no católicos.


    Lo publicamos abajo, agradeciendo a su autor la caridad y claridad que ha puesto en la búsqueda de la Verdad, que hoy se nos quiere escamotear desde la cima de la Iglesia; al mismo tiempo que pedimos a nuestros lectores tengan a bien difundirlo... si fuera de su agrado.





    Espeto de tonteras, insensateces e inmundicias




    Por Lambertín de Parmentín


    Ha salido a la luz lo que la aherrojada publicidad vaticana ha permitido conocer del debate dentro del Sínodo en curso. Es destacable que las diversas “posiciones” reflejadas en el documento –que de ninguna manera debería considerarse definitivo, según las autoridades que lo dieran a publicidad– son en realidad una sola, según el curso del texto va sugiriendo.


    No se advierte ninguna discrepancia en una materia en la cual, como es natural, podría y hasta sería saludable esperar alguna. Este mismo hecho torna poco creíble su texto.


    Por otra parte, los distintos puntos de esta “relación” se convertirán a partir de ahora en el temario principal del Sínodo, sometiéndose al estudio y la votación de los obispos y dignatarios participantes. No queda espacio alguno para la duda: la heterodoxia ha salido triunfante por medio del engaño, el ocultamiento y la traición. Ni más ni menos que otro nuevo juicio a Nuestro Señor Jesucristo.


    El documento se inaugura con una visión dulzona y sentimental, y por eso mismo profundamente individualista, de lo que podría llamarse “la familia”. El tono intimista y psicologista, de corte netamente subjetivo y hemipléjico, pone en clima para aligerar una forzada compasión no necesariamente merecida ni exacta ni siquiera virtuosa y que elude de intento la cuestión principal de cualquier tribulación humana que es, a saber: que Dios no impone a nadie un pesar superior a sus fuerzas y a la gracia dada para sortear el mal. Dios no es peronista: no ha creado una ley para ver si el hombre se enreda en ella y, complicado en algo que no puede cumplir, se pierde eternamente. San Pablo recuerda en la Carta a los Romanos que así era, de alguna forma, la ley antigua, que señalaba una obligación pero no daba la fuerza para cumplirla. La Ley de la Gracia no quita la obligación, sino que pone los medios para cumplir la Ley de Dios, para mantenerse fiel al Creador. Esa nueva ley es Cristo, que es la Iglesia y la gracia de los Sacramentos, signos eficaces de la fuerza sobrenatural que nos auxilia.


    Ni la historia personal, ni la historia “global”, se ven aquí como lo que realmente son, una espiral que se dirige hacia Dios en la cual algunas cosas nos son dadas y otras podemos elegirlas. La familia, y acaso su propia ausencia o falta, son una gracia y también una prueba del Cielo; la Gloria que esperamos nos es anticipada en la misma vida familiar de manera tal de hacernos más apetecible lo que no vemos a través de lo que vivimos. Esa dimensión verdaderamente religiosa de la familia, comprobable aún en los pueblos paganos de la antigüedad –y es lo que omite el mundo moderno y la “Relatio” que comentamos. Volver a la casa del Padre es de este modo un anhelo comprensible y razonable para quien ha tenido un padre terrenal amable, fuerte y generoso; amar el decoro de Su casa no es, así visto, cosa menor ni infundada; volver a la infancia –feliz y despreocupado descanso en “la fuerza de papá y el amor de mamá”– es la cima del deseo íntimo humano que Nuestro Señor resume en tres palabras: “Sed como niños”.


    ¿Qué sentido último tiene toda la esperanza cristiana y los consejos del Redentor sin esta base vertical, este torrente vívido y cordial corriendo por nuestras venas y que nos lleva hacia arriba…? Ninguno, pues predicar categorías vacías, sin sentido para quien las oye es lo mismo que no decir nada, es como ofrecer al pecador la misma agonía del pecado en la cual ya vive, pasarle una película de miserias a los habitantes del pobrerío. Esto es, fue y será una crueldad inmensa.


    Así pues, la familia tal cual natural y religiosamente es, debería ser siempre el norte, la causa ejemplar y el punto de no retorno de nuestra actividad pastoral, de manera tal de sostener la perseverancia de los buenos y dar a los pecadores y a los perdidos un ejemplo amable, un respiro a su mal y la segura esperanza de su curación.


    El camino de la Salvación propuesto por Cristo es para los esforzados, que con los auxilios de la gracia llegarán a la Casa del Padre; pero les será negado a aquellos que no quisieron poner su pequeña porción de esfuerzo para ganarse el Cielo; pues “milicia es la vida del hombre sobre la tierra”, como nos dice Job. Milicia y esfuerzo, no francachela.


    Dicho esto como una crítica introductoria a un contexto general que, en ocasiones singulares, no carece de interés y de verdades de rebosante realismo, como el párrafo sexto de la primera parte cuando se critica con indudable acierto la criminal presión tributaria que se ejerce sobre las familias, que ya padecen la escasez de trabajo en todas sus formas habituales, es decir, como falta de labor remunerada o como subempleo.


    No obstante, daría la impresión que esta descripción preliminar únicamente tuviera por propósito ser la base de impulsión de ciertas frases que, so color de sencillez, encierran más confusión que simple verdad. Por ejemplo, en la primera parte, párrafo once, se dice que, en todo este contexto “la Iglesia advierte la necesidad de dar una palabra de esperanza y de sentido”. ¿Qué son entonces las Sagradas Escrituras, la Tradición, la Liturgia pública sino las palabras de esperanza y sentido propias de la Iglesia, mas no como las daría el mundo…? ¿Se afirma implícitamente que Dios no ha dado lo necesario y suficiente para afrontar los desafíos de nuestro tiempo…? Luego, las palabras que habrán de darse no serían ya las de la Iglesia, sino las del mundo por boca de eclesiásticos, pues las de la Iglesia –el Cuerpo Místico de Cristo– están ahí hace 2000 años.


    Esta idea es confirmada por la cita falsa contenida en el parágrafo 13, en el cual se alude a la necesidad de tener en cuenta una supuesta “ley de la gradualidad” de la ley moral, ley que habríase confirmado como medio de pedagogía divina en la Exhortación Apostólica “Familiaris consortio”, pár. 34, de Juan Pablo II. Lo cierto es que el texto de la exhortación juanpablista es exactamente lo contrario a lo que se pretende demostrar con esa cita. Leámoslo: «…en el ámbito de la vida moral, se está llamado a un continuo camino, sostenido por el deseo sincero y activo de conocer cada vez mejor los valores que la ley divina tutela y promueve, y por la voluntad recta y generosa de encarnarlos en sus opciones concretas… Sin embargo, no se puede mirar la ley como un mero ideal que se puede alcanzar en el futuro, sino que se la debe considerar como un mandato de Cristo Señor a superar con valentía las dificultades. «Por ello la llamada “ley de gradualidad” o camino gradual no puede identificarse con la “gradualidad de la ley”, como si hubiera varios grados o formas de precepto en la ley divina para los diversos hombres y situaciones. … Esta pedagogía (divina), como ha puesto de relieve el Sínodo, abarca toda la vida conyugal. Por esto la función de transmitir la vida debe estar integrada en la misión global de toda la vida cristiana, la cual sin la cruz no puede llegar a la resurrección. En semejante contexto se comprende cómo no se puede quitar de la vida familiar el sacrificio, es más, se debe aceptar de corazón, a fin de que el amor conyugal se haga más profundo y sea fuente de gozo íntimo.»


    Es sin embargo evidente que la tesis central del párrafo es proponer cierta “gradualidad de la ley moral”, que por divina condescendencia con la flaqueza humana regiría las exigencias de la Moral católica. Expresamente Juan Pablo II y, desde luego, toda la ortodoxia católica desecharon esta idea nefasta. Es de allí de donde proviene la asombrosa afirmación (§ 14) sobre la “continuidad y novedad de la alianza nupcial”, como si la revelación fuese distinta o variable en más o menos y como totalmente nueva para cada generación –que lo es en cuanto dicha generación la recibe, pero no en lo que recibe– modificando su contenido a lo largo del decurso histórico, sin detenerse en que el depósito del a Revelación es siempre igual e inmutable –como inmutable y eterno es Dios, su Autor– y jamás “nuevo” en el sentido de contradictorio o distinto o por grados. La Fe, se dice y con razón, es una virtud teologal íntegra: Se cree todo lo que se propone para ser creído, o no se cree. Y así mismo es el acto moral: absoluto.


    Consideramos esencial reparar en estos parágrafos en particular, porque en ellos se contiene el fundamento teológico del ensayo moral que luego se verá. Es decir, son el error inicial.


    Así pues, siguiendo este error, se afirma que la vida familiar –que se reconoce como trasunto de la Santísima Trinidad, es decir, de la vida divina– ha reconocido jalones o etapas históricos, lo cual es inmensa falsedad, por que no son más que diversas modalidades de un mismo y único instituto matrimonial creado por Dios en el Paraíso y que perpetuará hasta el fin de los tiempos.


    Esta idea equívoca de la gradualidad –ora de la ley divina, ora de la Salvación, cosas bien diversas por cierto– aparece nuevamente para responder al interrogante sobre los matrimonios desavenidos –atención: hasta aquí son solamente “fracasados”, pero todavía no son adulterinos, como pronto se verá es lo que los redactores tienen in mente, reserva mediante– de la mano de Lumen Gentium, 8, donde dice que la Iglesia de Cristo “subsiste en” otras agrupaciones religiosas cristianas o acaso no cristianas, que es un modo equívoco de afirmar que la verdad puede vivir mezclada in substantia con el error, lo cual es un auténtico disparate.


    Seguramente un pecador puede decir una verdad, pero eso no hace recomendable ni recuperable, ni mucho menos amable, el pecado en el cual vive; seguramente se puede ser misericordioso con los pecadores y detestar el pecado que los hace sufrir, como Dios quiere probar con su santísima paciencia. Pero en ningún caso se puede admitir el pecado so pretexto de salvar al pecador, que sería cosa tan eficaz como combatir al incendio con nafta u ofrecerle agua al ahogado. Como el acto moral es absoluto –un solo pecado nos puede llevar de cabeza al infierno– también así es el rechazo que nos debe producir.


    Y de esto, en realidad, se trata todo el texto que leemos –y poco creemos: de justificar el pecado para hundir más al pobre pecador.


    No está demás señalar que esta “doctrina” de la gradualidad –aplicada caprichosamente a cualquier cosa y a partir de cualquier cosa– no es más que la teoría de los redivivos “círculos concéntricos” de Alfred Loisy, un ateo y heresiarca que se fingió católico durante 30 años para destruir la Iglesia desde dentro y fue condenado por San Pío X. Así pues, se puede ser bueno “gradualmente”, no en el sentido de ir acopiando los hábitos perfectivos que nos alejarán cada vez más del pecado sino en el no dejarlo tajantamente, sino de a poco o aún, no dejarlo nunca del todo porque no hace falta.


    Por eso, a la vida pecaminosa no se la llama por su nombre propio sino con el encubridor eufemismo de vida “imperfecta o incompleta” (§ 20), como si el vicio pudiera ser un jalón en el camino al bien o solamente un retroceso, pero no un mal en sí mismo. Los caminos del pecado y de la Vida Eterna son diametralmente opuestos; ciertamente, cada uno de nosotros puede debatirse toda la vida entre la Gloria y la perdición eterna; pero amando la Salvación que Cristo nos ofrece, lo primero es detestar el pecado con toda el alma, aunque nosotros mismos no podamos zafarnos de sus garras. Esta nueva teología “kasperiano–francisquista” lo que ofrece es una cómoda instalación en el pecado, apoltronarse y no luchar contra el mal a favor de la propia salvación.


    Cristo no nos ha pedido que triunfemos, simplemente que luchemos, pues el mérito está en la milicia y no en el triunfo, que es todo de Él; esta “receta” hodierna no es más que una abdicación de la lucha, un bajar los brazos y un cambio substancial de miras. Ya no deseo salvarme, porque el Sínodo me dice que igual Dios no se va a enojar si me detengo aquí y sigo pecando.


    El engaño sin embargo es patente; una frase : «La verdad se encarna en la fragilidad humana no para condenarla, sino para sanarla» (§ 25), desnuda el propósito artero de los redactores. Cristo, y la Iglesia es Cristo, no condena la fragilidad humana sino que la anima a fortalecerse en Él y por Él, que es como decir: el médico sano no detesta a los enfermos, sino que desea curarlos y se ofrece a sí mismo para hacerlo. Pero supuesto que quiera dejarse atrás la enfermedad y no incorporarla también al médico sano, que es lo que sibilinamente propone esta doctrina.


    Será por eso que el § 40 comienza con un vibrante llamado: «En el Sínodo ha resonado la clara necesidad de opciones pastorales valientes», lo que haría suponer a algún desprevenido que la Iglesia se ha mantenido los últimos 500 años al margen de toda realidad e ingerencia en las cosas.


    Sin embargo el propósito es desviar la atención hacia un camino que la Iglesia tenía vedado por disposición de N. Señor, esto es, tener trato familiar y frecuente con adúlteros no arrepentidos, haciendo como si no pasara nada. Cristo se tropezó varias veces en su vida terrenal con adúlteros; en todos los casos los trató con inmenso amor y compasión y logró su fin primordial: el arrepentimiento. En ningún caso los felicitó ni los animó a continuar en su estado, aunque sus reprimendas no carecieran de humor y hasta de cierta displicencia informal –rechazada por los judíos sabios– como prueba el diálogo con la mujer samaritana del Pozo de Jacob.


    Son innumerables las conversiones de adúlteros a lo largo de los siglos, lo que prueba que la Iglesia ha ejercido desde siempre “opciones pastorales valientes” y no acomodaticias con el mundo o la carne.


    Sin embargo, el “plato fuerte” no podía ser otro que la homosexualidad, el “pecado nefando”, esto es, el que no se debía nombrar, el “innombrable”.


    San Pablo refiere en Romanos, I, que la homosexualidad es el condigno castigo impuesto por Dios a la apostasía. Si esto es así, va de suyo que, además de ser pecado notablemente contra natura, es decir, que violenta la naturaleza humana, contiene por sí mismo un elemento nada desdeñable que incluye la apostasía. Sin duda podría demostrarse –fuera cierto o no– que existen algunas tendencias hormonales desordenadas que inclinan a la persona hacia los individuos de su propio sexo; pero eso no obliga a nadie a vivir pecaminosamente ni es causa fatal de sodomía alguna. Este último paso –paso atrás si los hay– es libérrimo y lo da el que quiere y porque quiere, recibiendo en su propia carne lo que su espíritu malquiso. Eso dice San Pablo y está obligada la Iglesia a decir.


    Pero, he aquí que algunos “padres” sinodales deben haber mencionado la cuestión con gran insistencia, pues abarca un capítulo entero, cuando –por ejemplo– no hay ninguno dedicado a los hijos, a su educación, etc. Se afirma que hay que recibirlos “aceptando y evaluando su orientación sexual, sin comprometer la doctrina católica sobre la familia y el matrimonio”, es decir en buen romance, dejando de lado la fe y la solidez de los principios sobre los cuales se asienta una familia normal. Ni más ni menos es lo que dice allí.


    En el espacio que estaba dedicado supuestamente a la prole, se habla solamente de “la pareja” y ni una palabra sobre la paternidad –analogía humana de la paternidad de Dios– salvo para indicar cómo evitarla mediante la “regulación de la natalidad”. Una expresión fea para una realidad ídem.


    En lo que hemos leído no existe la menor referencia a la familia, ni campea tampoco la idea que de ella tenemos los católicos y mayoría de los seres humanos, ni alusión a sus problemas y dificultades ni al misterio teológico que encierra y a la concatenación natural que supone y que es la tradición misma. Simplemente, referencias deshilvanadas a los vicios individuales de algunas personas, algunas de las cuales serían casadas y otras no, las cuales hipotéticamente deberían ser recibidas sin prevención alguna por la comunidad cristiana, pese a ser portadoras –eso se admite implícitamente– de conflictos morales de muy difícil resolución y seguramente de perniciosa difusión –escándalo del cual nada temen estos “padres”. Por supuesto no existen referencias evangélicas, ni escriturísticas que avalen tal o cual postura, sino tan solo una invitación a “reflexionar” sobre una serie de hipotéticas realidades que, se acepta, no se desea contribuir a modificar en ninguna forma. Todo el lenguaje es relativista y lleno de los lugares comunes que hizo afamados el modernismo teológico, generalmente constituido por sentencias irrelevantes o sentimentales fuera de su contexto debido y conclusiones sin orden lógico ni ontológico.


    La alusión a nuevos “caminos pastorales” es filfa pura. No es otra cosa que la renuncia al apostolado católico para instalar a los fieles como meros espectadores del caos terminal del mundo, sin mediar impedimento alguno. Ni siquiera la severa advertencia evangélica sobre los tres enemigos del alma, a saber: el demonio, el mundo y la carne –tres ausentes totales de la mente del redactor sinodal– han detenido este espeto de tonteras, insensateces e inmundicias.


    Y es que no existe ningún “camino pastoral” fuera del trazado por el Buen Pastor.

    Página Católica: Herejía en el documento sinodal
    Tropo dio el Víctor.

  4. #4
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    Re: ¿Sínodo o tifón?

    Católico y perplejo.

    La religión no es un taller de risoterapia, tampoco es una actividad cargada de moralina empalagosa, no le sirve el lloriqueo de quien convence al Mundo - o es convencido por él - pero no tiene razón. No es un producto del occidente devaluado (bendita África) ni puede mirar solamente a este.

    Hyeronimus y Tropo dieron el Víctor.
    TU REGERE IMPERIO FLUCTUS HISPANE MEMENTO

    El Rincón de Don Rodrigo

  5. #5
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    Re: ¿Sínodo o tifón?

    Cardenal africano: Grupos de presión buscan cambiar enseñanza de la Iglesia sobre la homosexualidad


    ROMA, 16 Oct. 14 / 06:09 pm (ACI).- El Cardenal africano Robert Sarah, Presidente del Pontificio Consejo Cor Unum y participante del Sínodo de la Familia, denunció que los diversos reportes del evento que están haciendo los medios seculares constituyen un intento de presión sobre la Iglesia Católica para forzarla a cambiar su enseñanza sobre la homosexualidad.
    En declaraciones a ACI Prensa este jueves el Cardenal, originario de Guinea, aseguró que “lo que los medios han publicado sobre las uniones homosexualeses un intento de presionar a la Iglesia (para cambiar) su doctrina”.
    “La Iglesia nunca ha juzgado a las personas homosexuales, pero los actos homosexuales son graves desviaciones de la sexualidad”, añadió.
    El Purpurado africano dijo luego que aunque el documento que se emitió al final de la primera semana, conocido como la Relatio post disceptationem (RPD – Relación después del debate) no contiene algunos temas importantes, sí menciona otros puntos esenciales como “el rechazo de la Iglesia a promover políticas vinculadas a la ideología de género a cambio de ayuda financiera”.
    Para el Cardenal africano “no hay familia cristiana sin una mirada a Jesús, que se encarnó en una familia, con un padre y una madre”.
    Uno de los llamados círculos menores en inglés –los grupos en los que los padres sinodales conversan en esta segunda semana del Sínodo– moderado por el Cardenal africano Wilfrid Napier, resaltó que “la Iglesia tiene que seguir promoviendo la naturaleza revelada del matrimonio de un hombre y una mujer unidos en comunión fiel, duradera y abierta a la vida”.
    Citando el Catecismo de la Iglesia Católica, el Cardenal Sarah explicó a ACI Prensa que esta enseñanza no puede modificarse porque “basados en las Sagradas Escrituras, la Tradición de la Iglesia siempre ha señalado que ‘los actos homosexuales son intrínsecamente perversos, ya que son contrarios a la ley natural y están cerrados al don de la vida. No pueden ser aprobados en ningún caso’”
    Tras afirmar que la RPD es “documento de trabajo que refleja parcialmente lo discutido”, el Purpurado recordó que la difusión de este texto “generó una sorpresa general, dado que el documento tenía que terminarse, pulirse y llevaría al borrador final del texto que debe ser aprobado por los padres sinodales”.
    “¿Alguien quiere desestabilizar a la Iglesia y minar su enseñanza?” cuestionó.
    “Recemos por esos pastores que dejan a las ovejas del rebaño del Señor a merced de los lobos de esta sociedad decadente y seculariza, alejada de Dios y su naturaleza. La sexualidad no es un hecho cultural sino natural”, concluyó.
    https://www.aciprensa.com/noticias/cardenal-africano-grupos-de-presion-buscan-cambiar-ensenanza-de-la-iglesia-sobre-la-homosexualidad-84217/

  6. #6
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    Re: ¿Sínodo o tifón?

    Vaticano desmiente a medios: Ni el Sínodo ni el Papa Francisco han tomado decisiones doctrinales


    VATICANO, 14 Oct. 14 / 10:31 am (ACI/EWTN Noticias).- Ante las noticias difundidas ayer sobre un supuesto cambio doctrinal de la Iglesia con respecto a las parejas homosexuales, el sitio web de noticias de la Santa Sede, News.va, señaló este martes que las discusiones que tienen lugar en el Sínodo de laFamilia no son “ni doctrina ni normas definitivas”, sino propuestas para un documento de trabajo que será enviado a las diócesis para preparar el Sínodo de 2015.
    “Ante todo, es importante recordar una vez más que lo que se habla en el Sínodo no es ni doctrina ni normas definitivas: no habrá ‘resultados’ del Sínodo, ya que el Sínodo solo está preparando un documento de trabajo que será discutido en todas las diócesis del mundo para preparar el sínodo de octubre de 2015”.


  7. #7
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    Re: ¿Sínodo o tifón?

    Los foreros de hispanismo estan influenciados por la media controlada por los grupos que todos conocemos que de algun modo u otro quieren influir en kas decisiones que afectaran alos catolicos de mundo, he leido comentarios burlones siento lastima de esas personas que opinan lo que no entienden.

  8. #8
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    Re: ¿Sínodo o tifón?

    Pues nada, tenemos a otros que le dan el comunicado oficial del "todo va bien" ya listo, ya todo va bien.

    Una canción para tí, ser libre de influencias, para confirmarte que todo va bien:

    Hyeronimus y Tropo dieron el Víctor.
    Aquí corresponde hablar de aquella horrible y nunca bastante execrada y detestable libertad de la prensa, [...] la cual tienen algunos el atrevimiento de pedir y promover con gran clamoreo. Nos horrorizamos, Venerables Hermanos, al considerar cuánta extravagancia de doctrinas, o mejor, cuán estupenda monstruosidad de errores se difunden y siembran en todas partes por medio de innumerable muchedumbre de libros, opúsculos y escritos pequeños en verdad por razón del tamaño, pero grandes por su enormísima maldad, de los cuales vemos no sin muchas lágrimas que sale la maldición y que inunda toda la faz de la tierra.

    Encíclica Mirari Vos, Gregorio XVI


  9. #9
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    Re: ¿Sínodo o tifón?

    Ya salieron los catholic media a decir que nada pasa, que el amarillismo de la prensa hecha todo a perder.

    Pax.




  10. #10
    Avatar de Hyeronimus
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    Re: ¿Sínodo o tifón?

    Sínodo: se utilizaron los mismos métodos del Concilio Vaticano II.




    En la novela Demonios de Fiodor Dostoievski, cuando Stéphan Stepánovich –personaje que representa al típico liberal aburguesado, académico, de moralinas inconsistentes– increpa a su hijo Piotr –devenido en socialista anarquista– por su comportamiento de violento, terrorista, incendiario, la respuesta de Piotr es fulminante: –“padre, hago lo que tú has comenzado”. Los demonios nihilistas engendrados por los liberales conservadores, estos horrorizados por las acciones de sus hijos ya no reconocidos en las acciones, es la enseñanza profética que nos deja el escritor ruso.
    Los sucesos que actualmente ocurren en el Sínodo sobre la familia en el seno de la autoridad eclesiástica, son los de una batalla entre liberales conservadores por un lado y progresistas por el otro.
    Otra analogía que podemos encontrar, claramente notada por el aturo del artículo que publicamos a continuación, es la similitud que esta pequeña asamblea ha tenido con respecto a la gran asamblea del Concilio Vaticano II. Un grupo previamente muy bien organizado de modernistas y liberales, sorprende con su manejo del Concilio y provocan la reacción tardía de los tradicionalistas y conservadores. Según el autor, esto se preparó paso a paso, con el protagonismo estelar de los jesuitas.


    Nota aparecida en Chiesa, 17-Oct-2014.


    SANDRO MAGISTER


    La verdadera historia de este sínodo. Director, ejecutores, ayudantes


    Nuevos paradigmas sobre divorcio y homosexualidad ya son normales en los vértices de la Iglesia. No se ha decidido nada, pero Francisco es paciente. Un historiador americano confuta las tesis de “La Civiltà Cattolica”


    ROMA, 17 de octubre de 2014 – “Ha vuelto a soplar el espíritu del Concilio”, ha dicho el cardenal filipino Luis Antonio G. Tagle, estrella emergente de la jerarquía mundial, además de historiador experto en el Vaticano II. Y es verdad. En el sínodo que está a punto de concluir hay muchos elementos comunes con lo que sucedió en ese gran acontecimiento.

    La semejanza más llamativa es la separación entre el sínodo real y el sínodo virtual transmitido por los medios de comunicación.

    Pero hay una similitud aún más sustancial. Tanto en el Concilio Vaticano II como en este sínodo, los cambios de paradigma son el producto de una cuidada y atenta dirección. Un protagonista del Vaticano II como don Giuseppe Dossetti –habilísimo estratega de los cuatro cardenales moderadores que estaban al mando de la maquinaria conciliar– la reivindicó con orgullo. Dijo “haber dado un vuelco a la suerte del Concilio” gracias a su capacidad para pilotar la asamblea, aprendida en su experiencia política anterior como líder del mayor partido italiano.

    También en este sínodo ha sucedido lo mismo. Tanto la apertura a la comunión a los divorciados que se han vuelto a casar por lo civil –y, por lo tanto, la admisión por parte de la Iglesia de las segundas nupcias– como el impresionante cambio de paradigma en el tema de la homosexualidad introducido en la “Relatio post disceptationem”, no habrían sido posibles sin una serie de pasos hábilmente calculados por quien tenía, y tiene, el control de los procedimientos.

    Para entenderlo, basta recorrer las etapas que han llevado a este resultado, aunque el final provisional del sínodo -como se verá- no ha cumplido las expectativas de sus directores.

    El primer acto tiene por protagonista al Papa Francisco en persona. El 28 de julio de 2013, en la rueda de prensa en el avión que lo llevaba de vuelta a Roma después de su viaje a Brasil, él lanza dos señales que tuvieron un impacto fortísimo y duradero en la opinión pública.

    El primero, sobre el trato a los homosexuales:

    “Si una persona es homosexual y busca al Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarla?”.

    El segundo, sobre la admisión de las segundas nupcias:

    “Un paréntesis: los ortodoxos siguen la teología de la economía, como la llaman, y dan una segunda posibilidad [de matrimonio], lo permiten. Creo que este problema -cierro el paréntesis- se debe estudiar en el marco de la pastoral matrimonial”.

    Sigue en octubre de 2013 la convocatoria de un sínodo sobre la familia, primero de una serie de dos sínodos sobre el mismo tema en el arco de un año, con decisiones pospuestas al final del segundo de ellos. Como secretario general de esta especie de sínodo permanente y prolongado el Papa nombra a un nuevo cardenal con ninguna experiencia al respecto, pero muy cercano a él: Lorenzo Baldisseri, al lado del cual, como secretario especial, nombra al obispo y teólogo Bruno Forte, anteriormente exponente de relieve de la línea teológica y pastoral que había tenido su faro en el cardenal jesuita Carlo Maria Martini y a sus mayores adversarios en Juan Pablo II primero y en Benedicto XVI después: una línea declaradamente abierta a un cambio en la enseñanza de la Iglesia en campo sexual.

    A la convocación del sínodo se asocia el lanzamiento de un cuestionario a nivel mundial con preguntas específicas sobre las cuestiones más controvertidas, incluidas la comunión a los que se han vuelto a casar y las uniones homosexuales.

    Gracias a este cuestionario -al que seguirá la publicación intencionada de las respuestas por parte de algunos episcopados de lengua alemana- se genera en la opinión pública la idea de que se trata de cuestiones que ya hay que considerar “abiertas”, no sólo en la teoría, sino también en la práctica.

    Da prueba de esta huida hacia adelante, por ejemplo, la archidiócesis de Friburgo, en Alemania, dirigida por el presidente de la conferencia episcopal alemana, Robert Zollitsch el cual, en un documento de su oficina pastoral, anima al acceso a la comunión de los divorciados vueltos a casar sobre la simple base de una “decisión de conciencia”.

    Desde Roma, el prefecto de la congregación para la doctrina de la fe, el cardenal Gerhard L. Müller, reacciona publicando el 23 de octubre de 2013 en “L'Osservatore Romano” una nota suya, que ya había sido publicada en Alemania, con la que vuelve a confirmar y explica la prohibición de la comunión.

    Sin embargo, su recordatorio no hace que la archidiócesis de Friburgo retire ese documento; al contrario, tanto el cardenal alemán Reinhard Marx como, con palabras más groseras, el cardenal hondureño Óscar Rodríguez Maradiaga critican a Müller por su “pretensión” de troncar la discusión en materia. Tanto Marx como Maradiaga forman parte del consejo de ocho cardenales llamados por el Papa Francisco para asistirlo en el gobierno de la Iglesia Universal. El Papa no interviene en apoyo de Müller.

    El 20 y el 21 de febrero, los cardenales se reúnen en Roma en consistorio. El Papa Francisco les pide debatir sobre la familia y delega la relación de introducción al cardenal Walter Kasper, combativo defensor en los primeros años Noventa de superar la prohibición de la comunión a los casados en segundas nupcias pero derrotado, en esa época, por Juan Pablo II y Joseph Ratzinger.

    En el consistorio, a puertas cerradas, Kasper vuelve a relanzar las tesis de entonces. Numerosos cardenales se oponen, pero Francisco lo gratifica con grandes elogios. A continuación, Kasper dirá que había “concordado” con el Papa sus propuestas.

    Además, Kasper recibe del Papa el privilegio de romper la reserva sobre cuanto dicho por él en el consistorio, a diferencia de los otros cardenales. Cuando el 1 de marzo su relación sale publicada por sorpresa en el diario italiano “Il Foglio”, la misma relación está de facto ya en proceso de impresión en la editorial Queriniana. El eco de la publicación es inmenso.

    A inicios de la primavera, para equilibrar el impacto de las propuestas de Kasper, la congregación para la doctrina de la fe programa la publicación en “L'Osservatore Romano” de una intervención de signo opuesto de un cardenal de primer plano. Pero contra la publicación de este texto se dispara la prohibición del Papa.

    Sin embargo, las tesis de Kasper son objeto de unas críticas severas y razonadas por parte de un buen número de cardenales, que intervienen en distintas ocasiones en los órganos de prensa. En la vigilia del sínodo, cinco de estos cardenales vuelven a publicar en un libro sus intervenciones anteriores, complementadas con ensayos de otros estudiosos y de un alto dirigente de la curia, jesuita, arzobispo, experto en la praxis matrimonial de las Iglesias orientales. Kasper, con un amplio consenso de los medios de comunicación, deplora la publicación del libro como afrenta cuyo fin es atacar al Papa.

    El 5 de octubre inicia el sínodo. Contrariamente a lo que se hacía en el pasado, las intervenciones en el aula no se dan a conocer al público. El cardenal Müller protesta contra esta censura. Pero en vano. Una prueba más, dice, de que “no formo parte de la dirección”.

    La central operativa del sínodo la forman los secretarios general y especial, Baldisseri y Forte, flanqueados por los que se ocuparán de la redacción del mensaje y la “Relatio” finales, elegidos por el Papa y todos ellos pertenecientes al “partido” del cambio, con a la cabeza su “negro” de confianza Víctor Manuel Fernández, arzobispo y rector de la Universidad Católica de Buenos Aires.

    Que esta es la verdadera cabina de dirección del sínodo es algo que se hace patente de manera clamorosa el lunes 13 de octubre, cuando ante más de doscientos periodistas de todo el mundo, el cardenal delegado que figura como el autor formal de la “Relatio post disceptationem”, el húngaro Péter Erdõ, preguntado sobre los párrafos concernientes a la homosexualidad, se niega a responder y cede la palabra a Forte diciendo: “Quien ha redactado este pasaje debe saber qué decir”.

    A la petición de aclarar si los párrafos sobre la homosexualidad pueden ser interpretados como un cambio radical en la enseñanza de la Iglesia en materia, de nuevo el cardenal Erdõ responde: “¡Ciertamente!”, marcando también aquí su desacuerdo.

    Efectivamente, estos párrafos reflejan no una orientación expresada en el aula por un número consistente de padres –como uno espera leer en una “Relatio”– sino las cosas dichas por no más de dos de ellos, sobre casi doscientos, en especial por el jesuita Antonio Spadaro, director de “La Civiltà Cattolica”, nombrado miembro del sínodo personalmente por el Papa Francisco.

    El martes 14 de octubre, en rueda de prensa, el cardenal sudafricano Wilfrid Napier denuncia con palabras cortantes el efecto de la prevaricación llevada a cabo por Forte incluyendo en la “Relatio” esos explosivos párrafos. Esos, dice, han puesto a la Iglesia en una posición “irredeemable”, irreversible. Porque “el mensaje ya ha salido: esto es lo que dice el sínodo, esto es lo que dice la Iglesia. A este punto no hay corrección posible, todo lo que podemos hacer es intentar limitar los daños”.

    En realidad, en los diez círculos lingüísticos en los que los padres sinodales prosiguen la discusión, la “Relatio” sale al encuentro de una masacre. Empezando por su lenguaje “touffu, filandreux, excessivement verbeux et donc ennuyeux” (“denso, enrevesado, excesivamente verboso y, por lo tanto, aburrido”), como denuncia el despiadado relator oficial del grupo “Gallicus B” de lengua francesa, a pesar de que incluye dos ases de dicho idioma –y de sus contenidos igualmente vagos y equívocos– como los cardenales Christoph Schönborn y Godfried Danneels.

    El jueves 16 se retoman las sesiones en el aula y el secretario general Baldisseri, que tenía a su lado al Papa, da el aviso de que las relaciones de los diez grupos no se harán públicas. Explota la protesta. El cardenal australiano George Pell, con físico y temperamento de jugador de rugby, es el más intransigente a la hora de exigir la publicación de los textos. Baldisseri cede. El mismo día, el Papa Francisco se ve obligado a integrar el pool encargado de escribir la relación final, e incluye al arzobispo de Melbourne Denis J. Hart y, sobre todo, al combativo cardenal sudafricano Napier.

    El cual, sin embargo, había acertado. Porque cualquiera que sea la desembocadura de este sínodo programáticamente privado de una conclusión, el efecto deseado por sus directores ha sido, en buena medida, alcanzado.

    De hecho, tanto sobre la homosexualidad como sobre el divorcio y las segundas nupcias, el nuevo verbo reformador incluido a pesar de todo en el circuito mundial de los medios de comunicación vale más que el favor que las propuestas de Kasper o de Spadaro han efectivamente recogido entre los padres sinodales.

    El partido podrá durar mucho. Pero el Papa Francisco es paciente. En la “Evangelii gaudium” ha escrito que “el tiempo es superior al espacio”.

    *


    Nota agregada por PCI, 17-Oct-2014.


    “La Civiltà Cattolica” se ha mostrado particularmente dinámica en pilotar el sínodo hacia la admisión a la comunión de los divorciados vueltos a casar, con la publicación de un artículo según el cual ya el Concilio de Trento habría abierto una posibilidad en esta dirección:

    > Segundas nupcias en Venecia para “La Civiltà Cattolica”

    “La Civiltà Cattolica” está dirigida por el jesuita Antonio Spadaro y se imprime cada vez con el examen previo y la aprobación de las máximas autoridades vaticanas; en este caso, es fácil imaginar el “placet” personal del Papa, con el que el padre Spadaro mantiene una relación muy estrecha y confidencial.

    Pero, ¿cuánto fundamento histórico tiene la tesis que hace del Concilio de Trento un precursor de las “aperturas” del pontificado de Jorge Mario Bergoglio en materia de divorcio?

    He aquí a continuación una confutación al artículo de "La Civiltà Cattolica". El autor es profesor de teología moral en el St. John Vianney Theological Seminar de Denver, Estados Unidos, y ha estudiado en profundidad los actos del Concilio de Trento en materia de matrimonio.


    Ver artículo aquí

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  11. #11
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    Re: ¿Sínodo o tifón?

    Francisco, ejecutor del ideario martiniano.




    Recordarán nuestros lectores que nos hemos referido más de una vez al Cardenal Martini, jesuita, como hombre de doctrinas (ver aquí) y acciones dignas de todo un modernista. Como tal, recordarán que fue quién -entre otras cosas- ha apoyado públicamente la comunión a divorciados vueltos a casar y al aborto “en ciertos casos”. También hemos recordado su simpatía por la masonería (ver aquí y aquí). También fue promotor del cardenal Bergoglio como su candidato representante de su línea doctrinal en el Cónclave del 2005. Así que, lo que ocurre hoy ya no nos debería sorprender tanto, porque todo tiene su lógica consecuencia. Y si no entienden, lean lo que dice el mismo Martini en una entrevista que concedió antes de morir.


    Entrevista aparecida en PCI, 14-Oct-2014.


    Francisco, ejecutor del ideario martiniano


    Así como fue su candidato en el Cónclave, es ahora el ejecutor de su ideario


    El Card. Carlo María Martini, jesuita, fue el mentor de la candidatura de Jorge Bergoglio en 2005. Varios años después, depuesto Benedicto, el pupilo de Martini accedió a la Sede Primada. En esta versión de una entrevista más larga de Martini, la última antes de morir, el jesuita resume su idearios y hoy vemos como quien fuera su candidato al papado lo lleva adelante con notable celeridad.


    ¿Cómo ve la situación de la Iglesia?


    «La Iglesia está cansada, en la Europa del bienestar y en América. Nuestra cultura está envejecida, nuestras Iglesias son grandes, nuestras casas religiosas están vacías y el equipo burocrático de la Iglesia se hincha, nuestros ritos y nuestras vestimentas tienen mucha pompa. ¿Expresan estas cosas sin embargo lo que somos hoy? (…) El bienestar pesa. Nos encontramos como el joven rico que se alejó triste cuando Jesús lo llamó para se hiciera discípulo suyo. Sé bien que nosotros no podemos dejar todo con facilidad. Por lo menos podríamos buscar a hombres que sean libres y estén más cerca del próximo. Cómo fueron el obispo Romero y los martirios Jesuitas de El Salvador. ¿Dónde están entre nosotros los héroes a quien inspirarnos? Por ninguna razón los debemos limitar con los lazos de la institución».


    ¿Quién puede ayudar la Iglesia hoy?


    «Karl Rahner utilizó de la imagen de las brasas ocultas bajo la ceniza. Veo en la Iglesia de hoy tanta ceniza encima de las brasas que a menudo me asalta un sentimiento de debilidad. ¿Cómo liberar las brazas de la ceniza de forma que se reavive la llama del amor? En primer lugar debemos buscar estas brasas. ¿Dónde están las personas llenas de generosidad como el buen Samaritano? Las que tienen fe como el centurión romano. Que son apasionados como Juan Bautista. Que se atreven a innovar como Paolo. Que son fieles como María de Magdala. Aconsejo al Papa y a los obispos buscar a doce personas fuera de lo establecido para los puestos de gobierno. Hombres y mujeres que estén cerca de los más pobres y que estén rodeados por jóvenes y que experimente cosas nuevas. Necesitamos confrontarnos con hombres y mujeres que ardan de forma que el espíritu puede difundirse por todas parte».


    ¿Qué instrumentos aconseja Usted contra la fatiga de la Iglesia?


    «Aconsejo para ello tres muy eficaces. El primero es la conversión: la Iglesia debe reconocer los propios errores y debe recorrer un camino radical de cambio, empezando por el Papa y por los obispos. Los escándalos de la pedofilia nos empujan a emprender el camino de la conversión. Las preguntas sobre la sexualidad y sobre todos los temas que implican el cuerpo son un ejemplo de ello. Son temas importantes para todos y a veces son quizás también demasiado importantes. Tenemos que preguntarnos si las personas aún escuchan los consejos de la Iglesia acerca de lo sexual. ¿Es la Iglesia todavía en este campo una autoridad de referencia o sólo una caricatura en los medios?
    El segundo instrumento es la Palabra de Dios. El Concilio Vaticano II devolvió la Biblia a los católicos. (… ) Sólo quien percibe en su corazón esta Palabra puede formar parte de los que ayudarán al resurgimiento de la Iglesia y sabrán contestar a las preguntas personales con una elección correcta. La Palabra de Dios es sencilla y la busca como compañero un corazón que escuche. (…) Ni el clero ni el Derecho eclesiástico puede reemplazar a la interioridad del hombre. Todas las reglas externas, las leyes, los dogmas nos son dados para aclarar la voz interior y para el discernimiento de los espíritus.
    ¿Para quién son los sacramentos? Estos son el tercer instrumento de recuperación. Los sacramentos no son una herramienta para la disciplina, sino una ayuda para los hombres en los momentos del caminar y en las debilidades de la vida. ¿Llevamos los sacramentos a los hombres que necesitan una nueva fuerza? Pienso en todas las personas divorciadas y unidas en nuevas parejas, en las familias extendidas. Estas tienen necesidad de una protección especial. La Iglesia apoya la indisolubilidad del matrimonio. Esto es una gracia cuando un matrimonio y una familia lo consiguen (…).
    La actitud que tengamos hacia las familias extendidas determinará el acercamiento a la Iglesia de una generación de los hijos. Una mujer fue abandonada por el marido y encontró a un nuevo compañero que se cuida de ella y de sus tres hijos. El segundo amor tiene éxito. Si esta familia es discriminada, se expulsa de la Iglesia no sólo la madre sino también a sus hijos. Si los padres se sienten fuera de la Iglesia o no sienten su apoyo, la Iglesia perderá la futura generación. Antes que la Comunidad nosotros decimos: “Señor que yo no soy digno…”. Nosotros sabemos que no somos dignos (…). El amor es gracia. El amor es un don. La pregunta sobre si los divorciados pueden comulgar debería formularse justo al revés. ¿Cómo puede la Iglesia aportar la fuerza de los sacramentos a quienes están en situaciones familiares complejas?».


    ¿Qué hace Usted personalmente?


    «La Iglesia ha retrocedido 200 años. ¿Por qué no espabila? ¿Tenemos miedo? ¿Temor en vez de coraje? Y, sin embargo, la fe es el fundamento de la Iglesia. La fe, la confianza, el coraje. Soy viejo y estoy enfermo y dependo de la ayuda de los otros. Las personas buenas que me rodean hacen me hacen sentir amor. Este amor es más fuerte que el sentimiento de desconfianza que alguna que otra vez yo percibo hacia la Iglesia en Europa. Solo el amor vence a la fatiga. Dios es Amor. Tengo todavía una pregunta para ti: ¿qué puedes hacer tú por la Iglesia?».


    Fuente: Atrio


    Más datos sobre Martini


    Apoyo a las parejas de homosexuales


    Martini, precursor de Bergoglio


    Discípulo del cardenal turinés



    Martini, santo para los masones

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  12. #12
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    Re: ¿Sínodo o tifón?

    Actualidad: Sínodo sobre la familia – Hermandad San Pío X – Tradición Católica – FSSPX España

    Sínodo sobre la familia: una revolución doctrinal con una máscara pastoral
    El lunes 13 de octubre de 2014, el relator general del Sínodo extraordinario sobre la familia, el Cardenal Peter Erdö (en la foto), Primado de Hungría, hizo público el Informe preliminar, el cual proporciona una idea de la orientación de los debates que se llevan confidencialmente a cabo desde hace una semana, y durante una semana más.Llama la atención, en primera instancia, encontrar en este informe los dichos escandalosos del Cardenal progresista Walter Kasper, en una entrevista con el periodista Andrea Tornielli del 18 de septiembre, hace aproximadamente un mes. Como si ya estuviera todo previsto…Juzguen Uds.:
    - Cardenal Kasper, el 18 de septiembre: “La doctrina de la Iglesia no es un sistema cerrado: el Concilio Vaticano II enseña que existe un desarrollo en el sentido de una posible profundización. Me pregunto si una profundización similar a lo que sucedió en la eclesiología es posible en este caso (de los divorciados vueltos a casar civilmente, ndlr): si bien la Iglesia católica es la verdadera Iglesia de Cristo, existen elementos de eclesialidad incluso fuera de las fronteras institucionales de la Iglesia católica. En ciertos casos, ¿acaso no se podrían reconocer igualmente en un matrimonio civil elementos del matrimonio sacramental? Por ejemplo, el compromiso definitivo, el amor y cuidado mutuo, la vida cristiana, el compromiso público que no existe en las uniones de hecho”- Cardenal Erdö, el 13 de octubre: “Una clave hermenéutica significativa proviene de la enseñanza del Concilio Vaticano II, el cual, si bien afirma que ‘la única Iglesia de Cristo subsiste en la Iglesia católica’, reconoce a su vez que aunque numerosos elementos de santificación y de verdad se encuentran fuera de su esfera, elementos que, perteneciendo propiamente por el don de Dios a la Iglesia de Cristo, llevan por sí mismos a la unidad católica (Lumen Gentium 8). En esta perspectiva, se deben reafirmar antes que nada el valor y la consistencia propia del matrimonio natural. Algunos se preguntan si es posible que la plenitud sacramental del matrimonio no excluya la posibilidad de reconocer elementos positivos igualmente en las formas imperfectas que se encuentran fuera de esta realidad nupcial pero en todo caso ordenados a ella. La doctrina de los grados de comunión, formulada por el Concilio Vaticano II, confirma la visión de una manera articulada de participar del Mysterium Ecclesiae por parte de los bautizados. En esta misma perspectiva, que podemos llamar inclusiva, el Concilio abre igualmente el horizonte en el cual se aprecian los elementos positivos presentes en las otras religiones (cf. Nostra Aetate, 2) y culturas, a pesar de sus límites y sus insuficiencias (cf. Redemptoris Missio, 55).” (Informe del Card. Erdö, nº17-19)En una entrevista con DICI, el 3 de octubre, Mons. Bernard Fellay, Superior General de la Fraternidad San Pío X, había manifestado el razonamiento falaz del Cardenal Kasper: “Propone que los nuevos principios sobre la Iglesia, que el Concilio Vaticano II enunció en nombre del ecumenismo —existen elementos de eclesialidad fuera de la Iglesia—, se apliquen pastoralmente al matrimonio. Pasa lógicamente del ecumenismo eclesial al ecumenismo matrimonial. En este sentido, según él habría elementos del matrimonio cristiano fuera del sacramento. Para ver las cosas concretamente, ¡pregúntese, pues, a los esposos, qué pensarían sobre una fidelidad conyugal “ecuménica” o sobre una fidelidad en la diversidad!”En Il Foglio del 15 de marzo de 2014, el Cardenal Carlo Caffarra, Arzobispo de Bolonia, había contestado con palabras contundentes las proposiciones del Cardenal Kasper sobre la comunión dada a los divorciados vueltos a casar, durante el Consistorio del 20 de febrero pasado: “Existiría (así) un ejercicio de la sexualidad humana extra-conyugal que la Iglesia consideraría como legítimo. Pero con esto se arruina el pilar de la doctrina de la Iglesia sobre la sexualidad. Llegados a este punto, podríamos preguntarnos: ¿Por qué no se aprueba launión libre? ¿Y por qué no las relaciones entre homosexuales?”El informe del Cardenal Erdö abre perspectivas supuestamente “pastorales” en una doble dirección: “Una nueva sensibilidad de la pastoral actual consiste en comprender la realidad positiva de los matrimonios civiles y, teniendo en cuenta las diferencias, de losconcubinatos. (…) En estas uniones también (uniones de hecho, ndlr) se pueden ver valores familiares auténticos, o por lo menos el deseo de ellas. El acompañamiento pastoral siempre debe comenzar por estos aspectos positivos. (…) Las personas homosexuales son dones y cualidades que se deben regalar a la comunidad cristiana: ¿Estamos preparados para acoger estas personas garantizándoles un espacio de fraternidad en nuestras comunidades? Desean a menudo encontrar una Iglesia que sea una casa acogedora. ¿Acaso pueden nuestras comunidades serlo, aceptando y evaluando su orientación sexual, sin arriesgar la doctrina católica sobre la familia y el matrimonio?” (Informe Card. Erdö, nº36, nº38, nº50)Estas afirmaciones –que pretenden ser únicamente “pastorales”, sin ninguna implicación doctrinal, como durante el Concilio Vaticano II–, serán debatidas por los miembros del Sínodo extraordinario esta semana y en todas las diócesis durante el año 2014-2015, antes de la reunión del Sínodo ordinario que se debe llevar a cabo en octubre de 2015. Desde ahora, sin embargo, conforme declaran los cardenales Kasper y Erdö, se puede afirmar que así como el Vaticano II introdujo el ecumenismo con su noción de comunión más o menos perfecta, el Sínodo se empeña en proponer el matrimonio ecuménico con una noción mudable de indisolubilidad, es decir más o menos capaz de diluirse en la “pastoral”.El 3 de octubre Mons. Fellay afirmaba: “reprochamos al Concilio esta distinción artificial entre la doctrina y la pastoral, porque la pastoral debe necesariamente derivarse de la doctrina. Gracias a múltiples aperturas pastorales se introdujeron cambios sustanciales en la Iglesia y la doctrina se vio afectada. Es lo que pasó durante y después del Concilio, y denunciamos la misma estrategia utilizada ahora contra la moral del matrimonio.”(Fuente: FSSPX/MG – DICI del 14/10/14)

  13. #13
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    Re: ¿Sínodo o tifón?

    Bergoglio tiene la culpa


    Todo fue perfectamente urdido


    No tengas temor de los hombres, sino de Dios

    A estas alturas del partido y visto lo ocurrido durante el Sínodo, quedó claro que hemos asistido a la culminación de un proceso que comenzó al asumir Francisco, si no antes.

    Hay una decisión por parte de un grupo que sostiene el mismo Papa, de cambiar la doctrina católica en los hechos siguiendo una agenda que el mundo ha impuesto a la Iglesia.


    Preguntarán nuestros lectores si decir: "sostiene el Papa" no significa "encabeza el Papa"; a lo cual hay que contestar lógicamente que sí, en virtud del poder del Pontífice, de la personalidad de Bergoglio y del silencio cómplice que ha mantenido cuando las herejías de un documento publicado sin consultar a los demás padres, llegaron a la gran prensa.
    Silencio que le ha reprochado el cardenal Burke, cuando dijo que hace mucho que se espera su palabra que confirme a sus hermanos en la fe de siempre.


    Plan tanto más peligroso si tenemos en cuenta las palabras del cardenal Pell (que pronto publicaremos íntegras):
    Los que quieren la comunión de los casados en segunda unión son pocos en el sínodo, no la mayoría ciertamente; y esta petición es sólo la punta de un iceberg, un caballo de troya. Ellos quieren cambios mucho más amplios; como el reconocimiento de las uniones civiles y de las uniones de homosexuales."
    Si nuestros lectores pidiesen pruebas de este plan, les sugeriríamos que leyeran la nota que acaba de publicar Sandro Magister con lujo de detalles, y que copiamos abajo.

    Es interesante comprobar que Magister insinúa la misma opinión manifestada por este Blog: Tucho, el "negro" de confianza de Bergoglio, es el encargado de hacer que la redacción final del documento Sinodal, contenga lo que él quiere.


    Por nuestra parte, recordemos que, como dijo el cardenal Napier, el mal que se hizo con la publicación de la Relatio post diseptationem es casi imposible de corregir. Roguemos, pues, por Bergoglio quien, más tarde o más temprano, deberá dar cuentas a su Señor por la traición que ha permitido.




    Director, ejecutantes y ayudantes

    Por Sandro Magister


    ROMA, 17 de octubre de 2014

    "Ha vuelto a soplar el espíritu del Concilio", ha dicho el cardenal filipino Luis Antonio G. Tagle, estrella emergente de la jerarquía mundial, además de historiador experto en el Vaticano II. Y es verdad. En el sínodo que está a punto de concluir hay muchos elementos comunes con lo que sucedió en ese gran acontecimiento.

    La semejanza más llamativa es la separación entre el sínodo real y el sínodo virtual transmitido por los medios de comunicación.

    Pero hay una similitud aún más sustancial. Tanto en el Concilio Vaticano II como en este sínodo, los cambios de paradigma son el producto de una cuidada y atenta dirección. Un protagonista del Vaticano II como don Giuseppe Dossetti – habilísimo estratega de los cuatro cardenales moderadores que estaban al mando de la maquinaria conciliar – la reivindicó con orgullo. Dijo "haber dado un vuelco a la suerte del Concilio" gracias a su capacidad para pilotar la asamblea, aprendida en su experiencia política anterior como líder del mayor partido italiano.

    También en este sínodo ha sucedido lo mismo. Tanto la apertura a la comunión a los divorciados que se han vuelto a casar por lo civil – y, por lo tanto, la admisión por parte de la Iglesia de las segundas nupcias – como el impresionante cambio de paradigma en el tema de la homosexualidad introducido en la "Relatio post disceptationem", no habrían sido posibles sin una serie de pasos hábilmente calculados por quien tenía, y tiene, el control de los procedimientos.

    Para entenderlo, basta recorrer las etapas que han llevado a este resultado, aunque el final provisional del sínodo - como se verá - no ha cumplido las expectativas de sus directores.

    El primer acto tiene por protagonista al Papa Francisco en persona. El 28 de julio de 2013, en la rueda de prensa en el avión que lo llevaba de vuelta a Roma después de su viaje a Brasil, él lanza dos señales que tuvieron un impacto fortísimo y duradero en la opinión pública.

    El primero, sobre el trato a los homosexuales:

    "Si una persona es homosexual y busca al Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarla?".

    El segundo, sobre la admisión de las segundas nupcias:

    "Un paréntesis: los ortodoxos siguen la teología de la economía, como la llaman, y dan una segunda posibilidad [de matrimonio], lo permiten. Creo que este problema - cierro el paréntesis - se debe estudiar en el marco de la pastoral matrimonial".

    Sigue en octubre de 2013 la convocatoria de un sínodo sobre la familia, primero de una serie de dos sínodos sobre el mismo tema en el arco de un año, con decisiones pospuestas al final del segundo de ellos. Como secretario general de esta especie de sínodo permanente y prolongado el Papa nombra a un nuevo cardenal con ninguna experiencia al respecto, pero muy cercano a él: Lorenzo Baldisseri, al lado del cual, como secretario especial, nombra al obispo y teólogo Bruno Forte, anteriormente exponente de relieve de la línea teológica y pastoral que había tenido su faro en el cardenal jesuita Carlo Maria Martini y a sus mayores adversarios en Juan Pablo II primero y en Benedicto XVI después: una línea declaradamente abierta a un cambio en la enseñanza de la Iglesia en campo sexual.

    A la convocación del sínodo se asocia el lanzamiento de un cuestionario a nivel mundial con preguntas específicas sobre las cuestiones más controvertidas, incluidas la comunión a los que se han vuelto a casar y las uniones homosexuales.

    Gracias a este cuestionario - al que seguirá la publicación intencionada de las respuestas por parte de algunos episcopados de lengua alemana - se genera en la opinión pública la idea de que se trata de cuestiones que ya hay que considerar "abiertas", no sólo en la teoría, sino también en la práctica.

    Da prueba de esta huida hacia adelante, por ejemplo, la archidiócesis de Friburgo, en Alemania, dirigida por el presidente de la conferencia episcopal alemana, Robert Zollitsch el cual, en un documento de su oficina pastoral, anima al acceso a la comunión de los divorciados vueltos a casar sobre la simple base de una "decisión de conciencia".

    Desde Roma, el prefecto de la congregación para la doctrina de la fe, el cardenal Gerhard L. Müller, reacciona publicando el 23 de octubre de 2013 en "L'Osservatore Romano" una nota suya, que ya había sido publicada en Alemania, con la que vuelve a confirmar y explica la prohibición de la comunión.

    Sin embargo, su recordatorio no hace que la archidiócesis de Friburgo retire ese documento; al contrario, tanto el cardenal alemán Reinhard Marx como, con palabras más groseras, el cardenal hondureño Óscar Rodríguez Maradiaga critican a Müller por su "pretensión" de troncar la discusión en materia. Tanto Marx como Maradiaga forman parte del consejo de ocho cardenales llamados por el Papa Francisco para asistirlo en el gobierno de la Iglesia Universal. El Papa no interviene en apoyo de Müller.

    El 20 y el 21 de febrero, los cardenales se reúnen en Roma en consistorio. El Papa Francisco les pide debatir sobre la familia y delega la relación de introducción al cardenal Walter Kasper, combativo defensor en los primeros años Noventa de superar la prohibición de la comunión a los casados en segundas nupcias pero derrotado, en esa época, por Juan Pablo II y Joseph Ratzinger.

    En el consistorio, a puertas cerradas, Kasper vuelve a relanzar las tesis de entonces. Numerosos cardenales se oponen, pero Francisco lo gratifica con grandes elogios. A continuación, Kasper dirá que había "concordado" con el Papa sus propuestas.

    Además, Kasper recibe del Papa el privilegio de romper la reserva sobre cuanto dicho por él en el consistorio, a diferencia de los otros cardenales. Cuando el 1 de marzo su relación sale publicada por sorpresa en el diario italiano "Il Foglio", la misma relación está de facto ya en proceso de impresión en la editorial Queriniana. El eco de la publicación es inmenso.

    A inicios de la primavera, para equilibrar el impacto de las propuestas de Kasper, la congregación para la doctrina de la fe programa la publicación en "L'Osservatore Romano" de una intervención de signo opuesto de un cardenal de primer plano. Pero contra la publicación de este texto se dispara la prohibición del Papa.

    Sin embargo, las tesis de Kasper son objeto de unas críticas severas y razonadas por parte de un buen número de cardenales, que intervienen en distintas ocasiones en los órganos de prensa. En la vigilia del sínodo, cinco de estos cardenales vuelven a publicar en un libro sus intervenciones anteriores, complementadas con ensayos de otros estudiosos y de un alto dirigente de la curia, jesuita, arzobispo, experto en la praxis matrimonial de las Iglesias orientales. Kasper, con un amplio consenso de los medios de comunicación, deplora la publicación del libro como afrenta cuyo fin es atacar al Papa.

    El 5 de octubre inicia el sínodo. Contrariamente a lo que se hacía en el pasado, las intervenciones en el aula no se dan a conocer al público. El cardenal Müller protesta contra esta censura. Pero en vano. Una prueba más, dice, de que "no formo parte de la dirección".

    La central operativa del sínodo la forman los secretarios general y especial, Baldisseri y Forte, flanqueados por los que se ocuparán de la redacción del mensaje y la "Relatio" finales, elegidos por el Papa y todos ellos pertenecientes al "partido" del cambio, con a la cabeza su "negro" de confianza Víctor Manuel Fernández, arzobispo y rector de la Universidad Católica de Buenos Aires.

    Que esta es la verdadera cabina de dirección del sínodo es algo que se hace patente de manera clamorosa el lunes 13 de octubre, cuando ante más de doscientos periodistas de todo el mundo, el cardenal delegado que figura como el autor formal de la "Relatio post disceptationem", el húngaro Péter Erdõ, preguntado sobre los párrafos concernientes a la homosexualidad, se niega a responder y cede la palabra a Forte diciendo: "Quien ha redactado este pasaje debe saber qué decir".

    A la petición de aclarar si los párrafos sobre la homosexualidad pueden ser interpretados como un cambio radical en la enseñanza de la Iglesia en materia, de nuevo el cardenal Erdõ responde: "¡Ciertamente!", marcando también aquí su desacuerdo.

    Efectivamente, estos párrafos reflejan no una orientación expresada en el aula por un número consistente de padres – como uno espera leer en una "Relatio" – sino las cosas dichas por no más de dos de ellos, sobre casi doscientos, en especial por el jesuita Antonio Spadaro, director de "La Civiltà Cattolica", nombrado miembro del sínodo personalmente por el Papa Francisco.

    El martes 14 de octubre, en rueda de prensa, el cardenal sudafricano Wilfrid Napier denuncia con palabras cortantes el efecto de la prevaricación llevada a cabo por Forte incluyendo en la "Relatio" esos explosivos párrafos. Esos, dice, han puesto a la Iglesia en una posición "irredeemable", irreversible. Porque "el mensaje ya ha salido: esto es lo que dice el sínodo, esto es lo que dice la Iglesia. A este punto no hay corrección posible, todo lo que podemos hacer es intentar limitar los daños".

    En realidad, en los diez círculos lingüísticos en los que los padres sinodales prosiguen la discusión, la "Relatio" sale al encuentro de una masacre. Empezando por su lenguaje "touffu, filandreux, excessivement verbeux et donc ennuyeux" ("denso, enrevesado, excesivamente verboso y, por lo tanto, aburrido"), como denuncia el despiadado relator oficial del grupo "Gallicus B" de lengua francesa, a pesar de que incluye dos ases de dicho idioma – y de sus contenidos igualmente vagos y equívocos – como los cardenales Christoph Schönborn y Godfried Danneels.

    El jueves 16 se retoman las sesiones en el aula y el secretario general Baldisseri, que tenía a su lado al Papa, da el aviso de que las relaciones de los diez grupos no se harán públicas. Explota la protesta. El cardenal australiano George Pell, con físico y temperamento de jugador de rugby, es el más intransigente a la hora de exigir la publicación de los textos. Baldisseri cede. El mismo día, el Papa Francisco se ve obligado a integrar el pool encargado de escribir la relación final, e incluye al arzobispo de Melbourne Denis J. Hart y, sobre todo, al combativo cardenal sudafricano Napier.

    El cual, sin embargo, había acertado. Porque cualquiera que sea la desembocadura de este sínodo programáticamente privado de una conclusión, el efecto deseado por sus directores ha sido, en buena medida, alcanzado.

    De hecho, tanto sobre la homosexualidad como sobre el divorcio y las segundas nupcias, el nuevo verbo reformador incluido a pesar de todo en el circuito mundial de los medios de comunicación vale más que el favor que las propuestas de Kasper o de Spadaro han efectivamente recogido entre los padres sinodales. El partido podrá durar mucho. Pero el Papa Francisco es paciente. En la "Evangelii gaudium" ha escrito que "el tiempo es superior al espacio".

    Página Católica: Bergoglio tiene la culpa

  14. #14
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    Re: ¿Sínodo o tifón?

    Bergoglio echó al cardenal Burke

    Gravísimo: Burke dixit

    El Papa hizo mucho daño al no fijar su posición

    Podría no haber cumplido su deber como Pastor Supremo

    El Sinodo es una excusa para cambiar la doctrina católica

    <strong>

    No te perdonan la Misa Tradicional


    El cardenal Raimond Burke ha confirmado en una entrevista concedida a BuzzFeedNews los rumores que circulaban desde hace unos días: le han comunicado que deberá dejar el Supremo Tribunal de la Signatura Apostólica para ocupar funciones muy inferiores.

    Probablemente Bergoglio no desea tenerlo en esa posición, desde la que podría interferir si acaso llegara el momento de "rifar" nulidades matrimoniales.
    Seguramente tampoco haya digerido el libro que presentó Burke, ni las clarísimas palabras de uno de los pocos obispos que habla sin pelos en la lengua. Ni su apego por la Misa Tradicional, ni la protección y paternal acogida que brinda a los tradicionalistas.


    El cardenal sabe ahora en carne propia lo que significa atravesarse en el camino de Jorge Mario.


    Veamos ahora la parte del reportaje que se refiere al asunto, en nuestra propia traducción:


    BuzzFeed News: Quisiera preguntarle por los informes que indican que Ud. será removido de la Signatura. ¿Qué mensaje se está mandando con este acto? ¿Cree que lo despide por la forma directa conque ha tratado todos estos temas (se refiere a los problemas del Sínodo)?


    Cardenal Burke: Obviamente estoy al tanto de los rumores, pero la dificultad para contestarle reside en que aún no he recibido oficialmente la comunicación de mi traslado. Quiero decir, se me ha dicho que seré transferido a una nueva posición, pero hasta que no tenga la comunicación en mis manos es difícil para mí hablar sobre esto. No puedo comentar libremente el por qué pienso que esto vaya a pasar.


    BuzzFeed News: Pero ¿Se le ha dicho que será trasladado?


    Cardenal Burke:


    BuzzFeed News: Ud. es, obviamente una persona muy respetada. Esto deber ser decepcionante.

    Cardenal Burke: Bueno, tengo que decir que trabajo en un tema para el cual me he preparado, y he tratado de hacerlo de la mejor manera posible. He disfrutado mucho y he sido feliz prestando este servicio, por lo tanto será desalentdor dejarlo.
    Pero, por otro lado, los presbíteros de la Iglesia tenemos que estar siempre listos para aceptar cualquier encargo que nos den. De manera que confío en que Dios me bendecirá por la aceptación de este cambio; y esto, al final, es lo más importante.
    Y aunque me hubiera gustado seguir trabajando en la Signatura Apostólica, me entregaré de lleno al encargo que me asignen.


    BuzzFeed News: ¿Será Canciller de la Orden de Malta, no es así?


    Cardenal Burke: Así es, aunque se llama Protector de la Soberana Orden Militar de Malta.




    Por otro lado, tan grave es la situación en que Bergoglio ha puesto a la Iglesia, que en la entrevista que comentamos el mismo cardenal se expresa en forma nunca oída, al menos en los últimos decenios, sobre un Papa reinante. Palabras que posiblemente tendrán profunda influencia en los acontecimientos que pudieran venir en adelante:





    Un cardenal de primera línea nos dijo el Viernes que el Sínodo que se celebra en Roma parece haber sido preparado para "debilitar las enseñanzas y la praxis de la Iglesia", con la aparente bendición del Papa Francisco.


    El cardenal Raimond Burke, un norteamericano que preside la Corte Suprema del Vaticano, hizo estos comentarios en una entrevista telefónica desde el Vaticano, donde sesiona el Sínodo de la Familia que concluirá este fin de semana.


    El primer informe de las reuniones, publicado el pasado lunes, produjo amplio rechazo entre los obispos conservadores, para los cuales esto implica un cambio radical en las enseñanzas de la Iglesia sobre divorcio y homosexialidad; y Burke ha sido uno de los que más ha criticado a los obispos escogidos por Francisco para liderar las discusiones.


    Si Francisco ha seleccionado ciertos cardenales para obligar al Sínodo a hacer suyo sus puntos de vista sobre divorcio y homosexualidad, dijo Burke, entonces no estaría cumpliendo su deber como Jefe de la Iglesia Católica.
    "De acuerdo a lo que yo entiendo sobre las enseñanzas y la disciplina de la Iglesia, sería correcto", dijo Burke, decir que el Papa ha "hecho mucho daño" por no fijar "abiertamente cuál es su posición".


    Dijo también que Francisco había dado la impresión te aprobar algunas de las partes más controvertidas de la Relatio, especialmente sobre el divorcio, porque un cardenal alemán, quien dio un importante discurso sugiriendo caminos que permitan a los divorciados y vueltos a casar recibir la Comunión, el Cardenal Walter Kasper, abrió las discusiones sinodales.


    "El Papa, más que cualquier otro pastor de la Iglesia universal, tiene que servir a la verdad", dijo Burke. "El Papa no es libre de cambiar las enseñanzas de la Iglesia con respecto a la inmoralidad de los actos homosexuales, ni la indisolubilidad del matrimonio, ni cualquier otra doctrina de la fe"... ... ...


    La Relatio está siendo revisada con los informes emanados por los Círculos Menores que funcionaron esta semana, y se ha programado que la versión final sea votada este Sábado.
    Dice Burke que confía en que el comité que escribe el nuevo informe produzca "un documento digno", pero, dijo que su "confianza estaba un tanto erosionada" por el lenguaje utilizado en la primera versión, que carecía "de una buena fundamentación en las Sagradas Escrituras o en la Tradición de la Iglesia".




    Hasta aquí el artículo mencionado, alguno de cuyos párrafos, que no cambian el fondo del asunto, no hemos traducido.


    Querido cardenal Burke: Te hemos visto celebrar la Misa Tradicional con toda solemnidad y apoyar constantemente a los fieles tradicionalistas. Te hemos visto rezar el Santo Rosario frente a las clinicas abortistas de los EEUU. Te hemos visto decir claramente que los políticos que sostienen el aborto no pueden comulgar.
    Ahora te vemos sostener en alto y sin ambages la doctrina imperecedera de Jesucristo; y vemos también cómo enfrentas al poder mas despótico de la tierra; mientras muchos obispos mantienen la boca vergonzosamente cerrada.
    ¡Dios te bendiga por tu ejemplo! Rezaremos por tus intenciones y por tu bienestar.

    El cardenal Burke reza el Rosario
    frente a una clínica abortista

    Huston - Texas - 2011
    (a partir de 02' 30")




    El cardenal Burke acompaña una marcha por la vida

    <strong>



  15. #15
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    Re: ¿Sínodo o tifón?

    Mensaje Sinodal previo al documento Final


    Reafirma implícitamente la ruta torcida


    ¡No tienen lo que hay que tener!

    En una conferencia de prensa se ha presentado el texto del Mensaje emitido por el Sínodo sobre los desafíos pastorales en el contexto de la nueva evangelización; que no es el Documento Final a conocerse más tarde.

    Lo ponemos a consideración de nuestros lectores, indicando solamente que, si el empeño de la Asamblea es corregir el grave daño que hizo Bergoglio con la publicación de la Relatio, no lo conseguirán con estas aspirinas conciliatorias. Sobre todo cuando se vuelve a insistir que es posible, si no necesario, que los adúlteros comulguen:


    La cima que recoge y unifica todos los hilos de la comunión con Dios y con el prójimo es la Eucaristía dominical, cuando con toda la Iglesia la familia se sienta a la mesa con el Señor. Él se entrega a todos nosotros, peregrinos en la historia hacia la meta del encuentro último, cuando Cristo ''será todo en todos''. Por eso, en la primera etapa de nuestro camino sinodal, hemos reflexionado sobre el acompañamiento pastoral y sobre el acceso a los sacramentos de los divorciados en nueva unión.



    Mensaje de la Asamblea del Sínodo sobre
    los desafíos pastorales de la familia
    en el contexto de la evangelización


    Ciudad del Vaticano, 18 octubre 2014 (VIS)

    Esta mañana en la Oficina de Prensa de la Santa Sede ha tenido lugar la conferencia de presentación del Mensaje de la III Asamblea Extraordinaria del Sínodo de los Obispos dedicada a ''Los desafíos pastorales de la familia en el contexto de la evangelización'' (5-19 de octubre).
    Han intervenido los cardenales Raymundo Damasceno Assis, arzobispo de Aparecida (Brasil), Presidente delegado; Gianfranco Ravasi, Presidente del Pontificio Consejo para la Cultura, Presidente de la Comisión para el Mensaje y Oswald Gracias, arzobispo de Bombay (India).
    Sigue el texto integral:

    ''Los Padres Sinodales, reunidos en Roma junto al Papa Francisco en la Asamblea Extraordinaria del Sínodo de los Obispos, nos dirigimos a todas las familias de los distintos continentes y en particular a aquellas que siguen a Cristo, que es camino, verdad y vida. Manifestamos nuestra admiración y gratitud por el testimonio cotidiano que ofrecen a la Iglesia y al mundo con su fidelidad, su fe, su esperanza y su amor.

    Nosotros, pastores de la Iglesia, también nacimos y crecimos en familias con las más diversas historias y desafíos.Como sacerdotes y obispos nos encontramos y vivimos junto a familias que, con sus palabras y sus acciones, nos mostraron una larga serie de esplendores y también de dificultades.

    La misma preparación de esta asamblea sinodal, a partir de las respuestas al cuestionario enviado a las Iglesias de todo el mundo, nos permitió escuchar la voz de tantas experiencias familiares. Después, nuestro diálogo durante los días del Sínodo nos ha enriquecido recíprocamente, ayudándonos a contemplar toda la realidad viva y compleja de las familias.

    Queremos presentarles las palabras de Cristo: ''Yo estoy ante la puerta y llamo, Si alguno escucha mi voz y me abre la puerta, entraré y cenaré con él y él conmigo''. Como lo hacía durante sus recorridos por los caminos de la Tierra Santa, entrando en las casas de los pueblos, Jesús sigue pasando hoy por las calles de nuestras ciudades. En sus casas se viven a menudo luces y sombras, desafíos emocionantes y a veces también pruebas dramáticas. La oscuridad se vuelve más densa, hasta convertirse en tinieblas, cundo se insinúan el mal y el pecado en el corazón mismo de la familia.

    Ante todo, está el desafío de la fidelidad en el amor conyugal. La vida familiar suele estar marcada por el debilitamiento de la fe y de los valores, el individualismo, el empobrecimiento de las relaciones, el stress de una ansiedad que descuida la reflexión serena. Se asiste así a no pocas crisis matrimoniales, que se afrontan de un modo superficial y sin la valentía de la paciencia, del diálogo sincero, del perdón recíproco, de la reconciliación y también del sacrificio. Los fracasos dan origen a nuevas relaciones, nuevas parejas, nuevas uniones y nuevos matrimonios, creando situaciones familiares complejas y problemáticas para la opción cristiana.

    Entre tantos desafíos queremos evocar el cansancio de la propia existencia. Pensamos en el sufrimiento de un hijo con capacidades especiales, en una enfermedad grave, en el deterioro neurológico de la vejez, en la muerte de un ser querido. Es admirable la fidelidad generosa de tantas familias que viven estas pruebas con fortaleza, fe y amor, considerándolas no como algo que se les impone, sino como un don que reciben y entregan, descubriendo a Cristo sufriente en esos cuerpos frágiles.

    Pensamos en las dificultades económicas causadas por sistemas perversos, originados ''en el fetichismo del dinero y en la dictadura de una economía sin rostro y sin un objetivo verdaderamente humano'', que humilla la dignidad de las personas. Pensamos en el padre o en la madre sin trabajo, impotentes frente a las necesidades aun primarias de su familia, o en los jóvenes que transcurren días vacíos, sin esperanza, y así pueden ser presa de la droga o de la criminalidad.

    Pensamos también en la multitud de familias pobres, en las que se aferran a una barca para poder sobrevivir, en las familias prófugas que migran sin esperanza por los desiertos, en las que son perseguidas simplemente por su fe o por sus valores espirituales y humanos, en las que son golpeadas por la brutalidad de las guerras y de distintas opresiones.

    Pensamos también en las mujeres que sufren violencia, y son sometidas al aprovechamiento, en la trata de personas, en los niños y jóvenes víctimas de abusos también de parte de aquellos que debían cuidarlos y hacerlos crecer en la confianza, y en los miembros de tantas familias humilladas y en dificultad. Mientras tanto, ''la cultura del bienestar nos anestesia y […] todas estas vidas truncadas por la falta de posibilidades nos parecen un mero espectáculo que de ninguna manera nos altera''. Reclamamos a los gobiernos y a las organizaciones internacionales que promuevan los derechos de la familia para el bien común.

    Cristo quiso que su Iglesia sea una casa con la puerta siempre abierta, recibiendo a todos sin excluir a nadie. Agradecemos a los pastores, a los fieles y a las comunidades dispuestos a acompañar y a hacerse cargo de las heridas interiores y sociales de los matrimonios y de las familias.

    También está la luz que resplandece al atardecer detrás de las ventanas en los hogares de las ciudades, en las modestas casas de las periferias o en los pueblos, y aún en viviendas muy precarias. Brilla y calienta cuerpos y almas. Esta luz, en el compromiso nupcial de los cónyuges, se enciende con el encuentro: es un don, una gracia que se expresa –como dice el Génesis– cuando los dos rostros están frente a frente, en una ''ayuda adecuada'', es decir semejante y recíproca. El amor del hombre y de la mujer nos enseña que cada uno necesita al otro para llegar a ser él mismo, aunque se mantiene distinto del otro en su identidad, que se abre y se revela en el mutuo don. Es lo que expresa de manera sugerente la mujer del Cantar de los Cantares: ''Mi amado es mío y yo soy suya… Yo soy de mi amado y él es mío''.

    El itinerario, para que este encuentro sea auténtico, comienza en el noviazgo, tiempo de la espera y de la preparación. Se realiza en plenitud en el sacramento del matrimonio, donde Dios pone su sello, su presencia y su gracia. Este camino conoce también la sexualidad, la ternura y la belleza, que perduran aun más allá del vigor y de la frescura juvenil. El amor tiende por su propia naturaleza a ser para siempre, hasta dar la vida por la persona amada. Bajo esta luz, el amor conyugal, único e indisoluble, persiste a pesar de las múltiples dificultades del límite humano, y es uno de los milagros más bellos, aunque también es el más común.

    Este amor se difunde naturalmente a través de la fecundidad y la generatividad, que no es sólo la procreación, sino también el don de la vida divina en el bautismo, la educación y la catequesis de los hijos. Es también capacidad de ofrecer vida, afecto, valores, una experiencia posible también para quienes no pueden tener hijos. Las familias que viven esta aventura luminosa se convierten en un testimonio para todos, en particular para los jóvenes.

    Durante este camino, que a veces es un sendero de montaña, con cansancios y caídas, siempre está la presencia y la compañía de Dios. La familia lo experimenta en el afecto y en el diálogo entre marido y mujer, entre padres e hijos, entre hermanos y hermanas. Además lo vive cuando se reúne para escuchar la Palabra de Dios y para orar juntos, en un pequeño oasis del espíritu que se puede crear por un momento cada día. También está el empeño cotidiano de la educación en la fe y en la vida buena y bella del Evangelio, en la santidad. Esta misión es frecuentemente compartida y ejercitada por los abuelos y las abuelas con gran afecto y dedicación. Así la familia se presenta como una auténtica Iglesia doméstica, que se amplía a esa familia de familias que es la comunidad eclesial. Por otra parte, los cónyuges cristianos son llamados a convertirse en maestros de la fe y del amor para los matrimonios jóvenes.

    Hay otra expresión de la comunión fraterna, y es la de la caridad, la entrega, la cercanía a los últimos, a los marginados, a los pobres, a las personas solas, enfermas, extrajeras, a las familias en crisis, conscientes de las palabras del Señor: ''Hay más alegría en dar que en recibir''. Es una entrega de bienes, de compañía, de amor y de misericordia, y también un testimonio de verdad, de luz, de sentido de la vida.

    La cima que recoge y unifica todos los hilos de la comunión con Dios y con el prójimo es la Eucaristía dominical, cuando con toda la Iglesia la familia se sienta a la mesa con el Señor. Él se entrega a todos nosotros, peregrinos en la historia hacia la meta del encuentro último, cuando Cristo ''será todo en todos''. Por eso, en la primera etapa de nuestro camino sinodal, hemos reflexionado sobre el acompañamiento pastoral y sobre el acceso a los sacramentos de los divorciados en nueva unión.

    Nosotros, los Padres Sinodales, pedimos que caminen con nosotros hacia el próximo Sínodo. Entre ustedes late la presencia de la familia de Jesús, María y José en su modesta casa. También nosotros, uniéndonos a la familia de Nazaret, elevamos al Padre de todos nuestra invocación por las familias de la tierra: Padre, regala a todas las familias la presencia de esposos fuertes y sabios, que sean manantial de una familia libre y unida. Padre, da a los padres una casa para vivir en paz con su familia.

    Padre, concede a los hijos que sean signos de confianza y de esperanza y a jóvenes el coraje del compromiso estable y fiel.

    Padre, ayuda a todos a poder ganar el pan con sus propias manos, a gustar la serenidad del espíritu y a mantener viva la llama de la fe también en tiempos de oscuridad.

    Padre, danos la alegría de ver florecer una Iglesia cada vez más fiel y creíble, una ciudad justa y humana, un mundo que ame la verdad, la justicia y la misericordia''.

    Página Católica: Mensaje Sinodal previo al documento Final

  16. #16
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    Re: ¿Sínodo o tifón?

    A ver si maduran, che


    Dentro de pocos días se realizará en Madrid un congreso sobre "La hermenéutica de los gestos del Papa Francisco". Se trata, por cierto, de una completa pérdida de tiempo, aunque vendría bien una hermenéutica del discurso que pronunció el pontífice en la clasura del sínodo sobre la familia el día de ayer. No tengo ganas de hacerla, pero hay una frase muy significativa que pinta su pensamiento. Dice en el último párrafo: "Tenemos un año para madurar las ideas propuestas". Veamos:1. ¿Quiénes son los que necesitan madurar? No él, ciertamente, sino aquellos a quienes llama "tradicionalistas" que se considerar "dueños y patrones del depositum fidei", incapaces de "dejarse sorprender por Dios", y que tieran "pesados fardos" a los fieles.
    2. ¿Por qué digo esto? Muy fácil. Porque los "tradicionalistas" sostienen la doctrina de la Iglesia, doctrina que ya está madura hace dos mil años. Yo me pregunto si es necesario madurar la idea acerca de que los adúlteros puedan recibir la eucaristía, o de que la práctica del sexo sodomítico pueda ser considera un valor para las comunidades cristianas. Los católicos hace veinte siglos que tenemos claras las respuestas a esas cuestiones y no necesitamos un año, ni siquiera un día, para "madurarlas".
    3. En el fondo, toda esta cháchara de la maduración, no es más que otra de las expresiones de la particular teología pontificia. Recuerdo que en la homilía de su primera misa como pontífice romano, la mañana del 14 de marzo de 2013, se la pasó hablando de que la Iglesia era movimiento. Pero esa no es la idea católica, sino que es justamente la contraria. La Iglesia es roca en la que los hombres se guarecen mientras arrecia el vendaval en los peligrosos mares del mundo. Ahora resulta que Bergoglio quiere someter a la Iglesia a los vientos y tempestades, idas y vueltas, y mareas y reflujos del mundo. Esas serían para él las "sorpresas divinas".
    4. Bajando a la práctica, ¿cómo se dará esa maduración de 365 días? Estimo que habrán dos procesos: la incubadora plebiscitaria, en la que las "ideas" pontificias pasaran por la maceración de los diálogos y discusiones en el seno de las "comunidades cristianas", y la maduración a los golpes, en la que el pontifice romano se deleitará misericordiando a los padres sinodales que fueron críticos de sus propuestas. No nos extrañemos si, dentro de algunas semanas, nos enteramos el cardenal Napier es transferido desde su sede sudafricana de Durban a la sede rusa de Vladivostok.

    The Wanderer

  17. #17
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    Re: ¿Sínodo o tifón?

    EL INMINENTE POST-SÍNODO

    Salvo sorpresas no previstas, no parece que haya que esperar otra cosa, concluido el Sínodo, que una continuidad en la indisciplina bogante en lo relativo a la práctica sacramental. Bautismo y comunión para todos y todas, sin requisitos, con profusión de escándalos y fandangos, según el estilo impuesto por la mugrienta política local e increíblemente exportado cabe el Tíber. Y es que bajo el auspicio del Papa que no cree en un Dios católico pero sí en un Dios peronista (es más: que considera incompatible la profesión de fe trinitaria con la proposición «Dios existe»), bajo la mirada del pontífice que confunde a la Iglesia con una Unidad Básica, hoy se firmó, luego de encendidas disputas en el aula sinodal tras el matorral de despropósitos consumados en los últimos días, una especie de «alto el fuego» entre los obispos. Fórmula de compromiso si las hay, incapaz de convencer a quien aún conserve un hálito de sensu fidei, fue la carta blandida después de barajar y dar de nuevo a expensas de la pestilencial Relatio post disceptationem del pasado lunes, que urgió la lima por razones obvias.

    Pero acá no era cuestión de limas ni de emplastos. A la Relatio, definida con razón por algunos -aun en su condición de "borrador" exhibido con sospechosa generosidad- como el documento más desgraciado emitido por la Iglesia en los dos mil años de sus existencia, en lugar de repudiarla con inequívoco rigor se le dio lo que entre nosotros y prosaicamente suele llamarse el "baño del polaco", esto es: un lavaje somero, sin mayores exigencias, como para hacerla apenas presentable a la vista de todos. Constan, en el así titulado Mensaje de la Asamblea del Sínodo sobre los desafíos pastorales de la familia en el contexto de la evangelización, pasajes tan inquietantes como los que siguen (las cursivas y los paréntesis son nuestros):

    - Los fracasos [matrimoniales] dan origen a nuevas relaciones, nuevas parejas, nuevas uniones y nuevos matrimonios, creando situaciones familiares complejas y problemáticas para la opción cristiana.
    - Cristo quiso que su Iglesia sea una casa con la puerta siempre abierta, recibiendo a todos sin excluir a nadie. (Ni la menor alusión a la parábola de los invitados a la boda (Mt 22, 1 ss), en la que el que asistió sin el vestido de fiesta fue atado de pies y manos y arrojado afuera, a las tinieblas)
    - ...en la primera etapa de nuestro camino sinodal, hemos reflexionado sobre el acompañamiento pastoral y sobre el acceso a los sacramentos de los divorciados en nueva unión.
    La propuesta que debía ser definitivamente aventada, a lo que indica este último pasaje, sigue en pie. Y las inexactitudes en los términos (cosa que empece gravemente a la misión docente de la Iglesia), por supuesto que también. Caemos en la cuenta de que, pese a la resistencia que provocó la inverecunda Relatio en la mayoría de los obispos presentes (que se muestran aún moderadamente capaces de distinguir el gato de la liebre y no se dejan imponer un escabeche adulterado así no más), la lucha sigue siendo favorable a los más malos, porque no sirve oponerse al modernismo con armas liberales -esto es, con pólvora mojada.

    Menos mal que salieron al ruedo algunos de los participantes laicos en la magna asamblea, como la pediatra argentina Zelmira Bottini de Rey, a reconocer que en la malparida Relatio «no fue muy feliz» la redacción de párrafos como el que sostiene (n. 50) que «las personas homosexuales tienen dones y cualidades para ofrecer a la comunidad cristiana» porque, asegún la doctora, «en primer lugar (...) se habla de personas homosexuales y, en realidad, la homosexualidad no es algo ontológico en una persona, sino que se tendría que haber dicho personas con tendencia homosexual», siendo «muy importante dejar en claro (...) que todas las personas con orientación homosexual tienen la misma dignidad que todas las personas, porque la dignidad no pasa por la orientación sexual». Era menester, para hablar claro de una buena vez, que la dignidad es, en principio, común a todos los hombres, pero que ésta se pierde, o al menos se vulnera, a instancias del pecado. Y que no hay una irrestricta admisión de todas las "tendencias" en el seno de la sociedad de los elegidos. Para no abundar en que la fumosa categoría de "personas homosexuales" empleada maliciosamente por los autores del pérfido texto está tomada literalmente del Catecismo de la Iglesia Católica (n. 2359) promulgado bajo Juan Pablo II, que usa de notoria discriminación cuando en los parágrafos pertinentes no aplica la misma deferencia para con las "personas homicidas" o las "personas idólatras".


    Con razón cierto político italiano se quejó últimamente de las reticencias que su partido encontraba para tratar el asunto de los "matrimonios" homosexuales: «el debate que se está sosteniendo es más bien humillante, y ciertamente no podemos permanecer un paso atrás respecto del Sínodo y el Papa». A la vanguardia de las proclamas más aberrantes: así la han dejado a la Iglesia ante la opinión pública. Capitanes de este cambio abrupto de fachada, una recua de obispos perversos con nombre y apellido; lansquenetes de los mismos sin acaso saberlo, los prelados emasculados por el post-concilio.

    Cundirá ahora, a no ser que Dios nos depare un insospechado giro en los acontecimientos, un adensarse los más fétidos abusos, el desbocamiento de una demencia inclusivista sin reparos. Y el ascenso imparable de aquellos mismos prelados a los que debiera penarse con la portación del sambenito. Una agonía, en fin, que sigue prolongándose, justo cuando esperábamos del Sínodo -pese a toda la impostura de su convocatoria- la criba purificadora. Aunque ellos se quedaran con los templos.

    Y es increíble el camino que hizo, como ariete de la entronización del hombre, el remozado concepto de misericordia, desde aquella vidriosa devoción de sor Faustina Kowalska hasta la manipulación definitivamente soez que Francisco procuró del término, refundiéndolo. Si la monja polaca sentó una disonancia doctrinal, haciendo de la misericordia el principal de los atributos de Dios, lo que hace a su vez a Dios ontológicamente dependiente de su criatura, que es el objeto de su misericordia (Dios debió crear necesariamente al hombre para actuación de ese atributo «principal»), la Iglesia post-conciliar, junto con la rehabilitación de este mensaje que Pío XII y el propio Juan XXIII habían colocado en el Índex, vio en la misericordia el más eficaz salvoconducto de todos los desmanes pastorales y, por ello, doctrinales, mirantes todos a la mayor gloria del hombre. Lo explica inmejorablemente Thibaud Collin: «este concepto de la misericordia se asemeja extrañamente a la tolerancia en cuyo nombre la mayoría de las sociedades civiles de Occidente han roto el amarre, en las últimas décadas, de la ley política con la ley moral. En buena lógica, la legitimación de la excepción arruina simplemente toda norma. La norma, rebautizada "ideal", ya no estorba más a la persona desde el mismo momento en que aparece como reservada para una élite. El llamado universal a la santidad proclamado por el Concilio Vaticano II se convierte en una opción entre otras. Este texto, que introduce un nuevo método, desestabiliza la doctrina cambiando su estatuto. La doctrina pastoral desconectada de la doctrina se identifica con el arte de hacer excepciones a una ley vista como impedimento de la misericordia.»


    In exspectatione
    Tropo dio el Víctor.

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