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Tema: ¿Sínodo o tifón?

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  1. #1
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    ¿Sínodo o tifón?

    ¿SÍNODO O TIFÓN?

    Desde el día de su convocatoria, hace ya unos meses, el próximo Sínodo Extraordinario sobre la Familia viene señalando un horizonte borrascoso. La encuesta preparatoria a las diversas diócesis del mundo sobre asuntos que, en muchos casos, no tienen nada de opinable, parece más una estratagema para modelar la moral evangélica sobre el consenso de época que otra cualquier cosa más santa. Se ventiló, mientras tanto, el contenido de cierta introducción leída por el cardenal Kasper en el consistorio del pasado febrero, texto alabado públicamente por Bergoglio, en el que se pretendía "abrir puertas" a la readmisión de los divorciados (en nueva y no canónica unión) a la comunión eucarística.


    Estando a lo que dice Sandro Magister en su lacónico pero resonante estilo, quien intervino ahora es Giovanni Cereti, autor de un libro titulado Divorcio, nuevas bodas y penitencia en la Iglesia primitiva, en el que se habría inspirado Kasper para su relación escrita. Refiriéndose a la Iglesia de los primeros siglos y al presunto uso que entonces se hiciera de un período más o menos prolongado de penitencia -luego de la ruptura matrimonial y formalización de nueva pareja- como remedio suficiente para ser readmitido al sacramento (tesis fundamental de su trabajo, destrozada recientemente por el alemán cardenal Brandmüller como «carente de pruebas»), Cereti tronó esta terrible advertencia: «me acompaña la esperanza de que ninguno de cuantos se oponen al giro pedido por el papa Francisco pase a una posición novaciana, negando el poder de la Iglesia de perdonar todos los pecados y arriesgando así el salir de la comunión eclesial».
    Casi desde aquel célebre discurso de apertura del Vaticano II, en el que Juan XXIII precisó que «en nuestro tiempo... la Esposa de Cristo prefiere usar la medicina de la misericordia más que la de la severidad», confiado, con inexplicable optimismo, en que los errores doctrinales «se hallan tan en evidente contradicción con la recta norma de la honestidad, y han dado frutos tan perniciosos, que ya los hombres, aun por sí solos, están propensos a condenarlos, singularmente aquellas costumbres de vida que desprecian a Dios y a su ley» (juzguemos, entre paréntesis, la clarividencia de aquel papa por la mole de los hechos sucesivos que lo contradicen), casi desde entonces, decimos, que no se oye una tan solícita apelación al anatema y a la excomunión. Cincuenta años de blandura para con la peste de todas las pamplinas teológicas lograron el prodigio de que la doctrina común pasase a ser llamada "novacianismo", y la vara para castigar repose finalmente en manos heréticas.

    No sabemos qué es lo que canonizarán próximamente en Juan Pablo II, pero ciertamente no aquello que fue su mejor legado: el magisterio de la Familiaris consortio, en el que el tema principal que hoy pretende debatirse había sido ya resuelto y definido; el de la Evangelium vitae, sobre cuestiones de bioética de las que hoy quieren hacer revisión para mejor conformarse a los dictámenes del siglo. Cuanto a aquel sofisma de Cereti, que pretende que el poder de la Iglesia de perdonar todos los pecados se extiende a la contumacia actual, a la bigamia o adulterio no enmendados, el propio papa polaco también fue lo suficientemente terminante en una alocución a la Rota Romana en el año 2000, recordando ser cosa enseñada como definitiva por el Magisterio que «la potestad del Romano Pontífice no se extiende a los matrimonios ratos y consumados».

    Mons. Dagens, el obispo que quería
    ser agente inmobiliario
    En el entrevero pre-sinodal, como si no fuesen suficientes los sustos, asoma ahora también la estampa del galo monseñor Claude Dagens, quien el año pasado se destacó por haber estigmatizado como a "ultras" y "oscurantistas" a sus connacionales católicos que se manifestaron públicamente contra la aprobación del connubio sodomítico. Resulta que por estos días salió a decir, tomando dardos prestados por Francisco contra los defensores de la doctrina católica sobre matrimonio, divorcio y aborto, que «estamos en plena guerrilla ideológica y me rehúso a entrar. Como yo digo no a los discursos sociologizantes que reducen a la nada al cristianismo, rechazo la instrumentación ideológica de un catolicismo que ya no es más verdaderamente cristiano [...] Con aquellos que se encomiendan a un catolicismo duro, implacable, intransigente, nosotros no tenemos el mismo Dios».

    Todo como para adelantar el clima de pulseada, de capitulación doctrinal y de fractura que envuelve al malhadado Sínodo ya desde antes de su celebración. Un Sínodo que, para decirlo con un pleonasmo un tanto urticante pero veraz, vino malparido de entrada.






    In exspectatione

  2. #2
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    Re: ¿Sínodo o tifón?

    SÍNODO: PENSAR LO PEOR

    No puede cuestionarse la validez de aquellas palabras de Jaime Balmes respecto de la extendida máxima "piensa mal y acertarás": ésta, que «se propone nada menos que asegurar el acierto con la malignidad del juicio, es tan contraria a la caridad cristiana como a la sana razón. En efecto: la experiencia nos enseña que el hombre más mentiroso dice mayor número de verdades que de mentiras, y que el más malvado hace muchas más acciones buenas e indiferentes que malas», siendo la razón de esto que «el hombre ama naturalmente la verdad y el bien, y no se aparta de ellos sino cuando las pasiones le arrastran y extravían» (El criterio, VII, 2). Esto es cierto si evaluáramos cuantitativamente las acciones del hombre malvado: sus malas obras son las menos numerosas. No obstante, no puede objetarse que son justamente las más significativas y relevantes de las decisiones del protervo las que se ven informadas por la mala volición: Judas Iscariote lo comprueba con la mayor diafanidad.

    En todo caso, y siéndonos imposible adentrarnos en la conciencia ajena ni anticiparnos a cuál de los actos del prójimo (por muy mala que sea su fama) estará empañado por su mala voluntad, la advertencia de Balmes conserva toda su vigencia y será un eficaz correctivo de los juicios temerarios, tan lesivos de la justicia y del orden. Valga, para ejemplo no menos clamoroso, la prejuiciosa incursión de Natanael: ¿es que de Nazareth puede salir algo bueno? Y discúlpense esta protesta y digresión para entrar finalmente en tema.

    «¿Es que de este cónclave puede salir algo bueno?» nos preguntábamos hace dieciocho meses, fundados en las anómalas circunstancias de la renuncia de Benedicto y en el prontuario de algunos de los conclavistas -apenas aquellos pocos de los que teníamos noticia, de suficiente impudicia como para demudar los frescos de Miguel Ángel. Harta razón teníamos en pensar mal, que la realidad superó el más desaforado de los pesimismos. Pues bien, en este camino de escollos (escándalos) en que ha venido a parar la Iglesia de estas últimas décadas, la cuestión urgió una ulterior refórmula: «es que de este sínodo puede salir algo bueno?». Primero, la oportunidad de una tal convocatoria en tiempos de indisimulados zarpazos a la autoridad y al magisterio perenne de la Iglesia. Segundo, las loas públicas del propio pontífice al cardenal Kasper, el patrocinador de una enmienda a la ley divina. Luego, la difusión del Instrumentum laboris, repleto de trampas que auspician la consabida reversibilidad en boga, aquella que invita a «leer el Evangelio a la luz de la cultura contemporánea» y no al revés. Incluyendo, dentro de la "problemática de la familia", a la de los pederastas coyuntados al amparo de la jurisprudencia de Gomorra. Finalmente, la dudosísima calidad de no pocos de los participantes en la asamblea, cuyos nombres fueron ventilados hace un par de días por la Santa Sede.

    Un repaso para nada exhaustivo destaca al belga cardenal Danneels, encubridor serial de pedófilos en su pais, uno de los cardenales de quienes (por este motivo) fue solicitada la exclusión del cónclave que consagró finalmente a Bergoglio, y que no sólo conservó su lugar como elector, sino que llegó a rezar una oración en la misa de entronización de Francisco como primero de los cardenales presbíteros. Pese a su sonada condición de corrupto y chanchullero, tan estigmatizadas en abstracto por el Obispo de Roma, se lo señala como uno de sus principales allegados. Bruno Forte, secretario especial del Sínodo, es uno de esos mercenarios a los que una fortuna generosa concedió la cátedra y el báculo para proclamar, entre otras lindezas, que «el sepulcro vacío de Cristo es una leyenda» y que se burló públicamente de la carta enviada en su momento por Benedicto XVI a los obispos para instar a la aplicación del motu proprio Summorum pontificum. El cardenal André Vingt-Trois, arzobispo de París, supo solicitar a Roma penas canónicas para quienes celebraran la Misa tradicional. El innombrable rector de la UCA, mons. Tucho Fernández, capaz de enaltecer el léxico de los altos dignatarios de la Iglesia con giros otrora impensables bajo las mitras, como "dejémonos de joder" y otras retóricas afines. El cardenal neoyorkino Timothy Dolan, de quien se supo le concederá un lugar en la venidera procesión del día de san Patricio en las calles de su ciudad a un grupo de activistas homosexuales, aparte de otras innúmeras connivencias que se le atribuyen. El cardenal Angelo Sodano, el mismo que le ocultaba sistemáticamente a Juan Pablo II las denuncias que llegaban a Roma de abusos sexuales de parte de clérigos, entre otras aquellas que inculpaban al tristemente noto Marcial Maciel.

    Parece demasiado, y debe haber mucho más de maloliente. A juzgar por el tenor de algunos de los convidados y por la dilución historicista de la doctrina católica sobre la familia, aviada con descaro por varios de los participantes, aquel slogan de «la Iglesia ante los nuevos desafíos» debe significar una sola cosa, y apostasía explícita. A los incautos obispos de latitudes lejanas que aún acudan a buscar soluciones pastorales para los arduos días que corren, y luego de explicarles sobre las fuerzas políticas que andan entre bambalinas musitándoles a los indecisos algo así como «abríos a los derechos civiles modernos y os perdonamos la vida», habría que enterarlos de lo que significa "meterle a uno el perro" en el terruño de Bergoglio (él, que supo engarzar alguna de sus memorables homilías porteñas con la sutil expresión), para luego mentar el oportuno cartel que merece presidir la sala sinodal, escrito en gruesos caracteres y en nítidos latines: CAVETE CANEM.




    In exspectatione
    Tropo dio el Víctor.

  3. #3
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    Re: ¿Sínodo o tifón?

    La tendencia del sínodo


    De todo lo que llevo leído a propósito del próximo y pre-polemizado Sínodo sobre la Familia, uno de los textos que más me han preocupado es este, del obispo francés, ex-provincial de los dominicos de Francia, Jean Paul Vesco: Pour en finir avec la notion de persistance obstinée dans un état de péché grave (Para hacer desaparecer el concepto de 'persistencia obstinada' en un estado de pecado grave).

    En resumen, el obispo dominico postula la distinción entre indisolubilidad y singularidad; valora como un bien la estabilidad familiar de la segunda unión de un divorciado vuelto a casar; pide la superación del concepto de adulterio persistente en estos casos, cuya consideración debería ser otra, de tal forma que no impidiera la práctica sacramental ordinaria. He aquí algunas citas de su artículo:

    (...)Esta noción de persistencia obstinada en un grave estado de pecado es, por supuesto, irrelevante para la vida de muchas de las parejas que ponen su corazón para reconstruir día a día un matrimonio verdadero y fructífero. Su vida no tiene mucho que ver con el desorden y la duplicidad de una vida que requiere relación adúltera simultánea con dos personas, que no es su caso.

    (...)la posición del magisterio parece injusta, legal en exceso, por lo que hay espacio para la expresión de la misericordia divina. Se sienten excluidos, o peor auto-excluyen de la Iglesia, y muchos de ellos pierden el camino de la fe.

    (...)es necesario volver a las fuentes de la indisolubilidad y distinguir entre la singularidad y la indisolubilidad.

    (...)Para recibir el sacramento de la reconciliación, y por lo tanto a continuación, tener acceso a la comunión eucarística, los "divorciados vueltos a casar-" se colocan cara una decisión imposible: romper una unión feliz, un matrimonio del que pueden nacer hijos. Esta decisión no puede ser tomada no por falta de coraje o de la falta de fe. Es imposible porque deciden participar en una segunda alianza crearon un segundo enlace del mismo modo indisoluble como la primera.

    (...) se asocia con demasiada facilidad la indisolubilidad y la singularidad.

    (...) Las viudas que deciden, después de un tiempo, volver a casarse tienen a menudo la experiencia desagradable e inquietante de poder amar a dos personas con un amor diferente, pero total. Ellas descubren que su segundo amor no disolvió al primero, que conserva su lugar con todo su valor único
    (se pretende equiparar la experiencia de las viudas que vuelven a casarse, cuyo primer matrimonio, aun sin existir, propiamente, por la muerte del cónyuge, no pierde su propiedad de indisolubilidad, aunque después de un nuevo matrimonio ya no sea 'singular')

    El obispo dominico pone a su artículo este subtítulo: 'Aproximación teológico-legal a la cuestión del acceso de "los divorciados vueltos a casar" a los sacramentos de la Reconciliación y la Eucaristía', encuadrando su reflexión en el centro preciso de la polémica sinodal. (Aquí una entrevista al autor, sobre el mismo tema: Une proposition pour sortir de l’impasse sur les divorcés remariés )

    Una polémica novedosa en cuanto ninguno de los Sínodos de los Obispos habido hasta ahora estuvo precedido de alguna discusión que los hubiera puesto al nivel de la opinión de los medios, o de la gente de la calle; ni siquiera a las parroquias llegaba apenas el eco efectivo de los temas y trabajos sinodales, salvo la habitual comunicación de las noticias religiosas o el interés particular de algunos expertos, sacerdotes o teólogos. No recuerdo ningún sínodo que haya sido debatido en la prensa antes de su celebración. Pero en este caso, los documentos de trabajo se difundieron junto con las encuestas consultivas que se enviaron a los obispos y que en muchos casos llegaron a estudiarse y responderse en las parroquias y otros ámbitos eclesiales ajenos ordinariamente al proceso de preparación del trabajo sinodal. Lo más sorprendente es que se entendió que todo ello se había hecho intencionadamente, como una puesta en práctica del 'hacer lio', la sorprendente propuesta/proclama del nuevo estilo francisquista.

    El tema del Sínodo interesa socialmente por referirse a la situación de numerosas familias católicas rotas por el divorcio y recompuestas desordenadamente, al margen de la ley eclesial, moral y canónica. Sin conocer estadísticas, me consta la extensión de la problemática, el desorden existe, sin que la Iglesia sepa, de hecho, cuántos divorciados se acercan a los Sacramentos y practiquen irregularmente, ocasional o habitualmente, sin una conciencia debidamente formada sobre la irregularidad canónica/moral de sus actos. Ítem más: En el ámbito familiar (de familias católicas practicantes) es rarísimo que los padres (o los familiares directos) censuren o adviertan a sus hijos (o hermanos, parientes etc.) divorciados cuando incurren en estos actos, obviando la prohibición eclesiástica por suponerla caduca o que no afecta al caso de su familia o allegado.

    De toda la polémica suscitada en estos últimos meses, sobresale el frente que postula la necesidad de nuevas normas que regulen el acceso a los Sacramentos de los divorciados. El problema pastoral es importante porque afecta a tres Sacramentos: Eucaristía, Penitencia y Matrimonio. Lo que se discuta y elabore en el aula sinodal repercutirá en la pastoral de la administración de estos Sacramentos (¿afectando también a su doctrina?). Lo preocupante es que, según parece, se tiene ya decidido optar por una mitigación de la actual disciplina que no permite el acceso de los fieles divorciados y vueltos a unir irregularmente, fuera de la Iglesia. El Cardenal W. Kasper, desde el curso pasado, se ha constituido en el paladín de esta causa, dejando entender incluso que su propuesta ha sido previamente concertada con PP Franciscus, quien sería el verdadero promotor de la iniciativa reformista.

    Es aventurado concluir anticipadamente cuales serán las consecuencias del Sínodo, pero no es temerario intuir que ya está marcado por una muy determinada tendencia, la misma que Kasper se ha encargado de exponer y alentar durante todos estos meses, con extenso eco en los medios.

    De los 191 asistentes al Sínodo, 162 son ex officio (presidentes de conferencias episcopales, prefectos de dicasterios romanos, prelados miembros del Consejo del Sínodo, y sinodales de Patriarcados Orientales católicos), 3 ex electione (superiores mayores de órdenes y congregaciones religiosas) y 26 ex nominatione pontificia, electos directamente por el Papa. Por su procedencia, 78 son europeos, 42 africanos, 38 americanos, 29 asiáticos y 4 de Oceania.

    ¿Cuáles serán sus puntos de vista, criterios, propuestas? ¿Qué voces serán las más escuchadas, las más prestigiosas, quienes hablarán con más autoridad?

    Obviamente, las sociedades que más han sentido el impacto de la modernidad son las más afectadas por la descomposición del matrimonio católico y la desestructuración del modelo tradicional familiar, Europa y Norteamérica, principalmente. Pero también Iberoamérica, el gran continente católico, siente gravemente la crisis del matrimonio católico y la familia, y lo mismo, con sus peculiaridades socio-culturales, las emergentes y prolíficas iglesias africanas.



    El documento del obispo dominico Jean Paul Vesco con el que he empezado este articulete, reflexiona desde los supuestos socio-pastorales que, previsiblemente, serán los mismos que afloren en el aula sinodal. Lo preocupante no son los hechos, sino su interpretación y las propuestas que se articulen como remedio o solución. En la exposición del obispo francés se llega a plantear, de hecho, una nueva visión del matrimonio como estado y de su ruptura (en caso de divorcio y nueva unión de unos de los cónyuges divorciados con otra persona) como generadora no ya de un adulterio consumado y persistente que impide el acceso a los Sacramentos, sino de otro nuevo estado matrimonial, distinto y merecedor de valoración y atención pastoral. Al fin, se elabora una nueva doctrina sobre el Sacramento, bajo la hipócrita salvedad de no atentar contra la indisolubilidad del matrimonio sacramental, cuya propiedad se mantiene indiscutida en cuanto tal, pero reconociendo el 'bien conyugal' de la nueva unión extra-canónica y reclamando para ella una atención pastoral reconciliadora, sin enjuiciarla como estado (persistente) de pecado (adulterio).

    Concluyendo: El peligro de la propuesta/tesis de Kasper & cía es que, de ser reconocida y aprobada, la admisión pastoral de los divorciados re-casados se traducirá, más pronto o más tarde, en una nueva doctrina sobre el matrimonio sacramental y sus propiedades.

    Esta mañana, hace un par de horas, el Cardenal Baldisseri hacía ante los medios una breve presentación del Sínodo.

    También se ha abierto una web especial, con información, resúmenes, reportajes, etc.

    A pocas horas de su inauguración, in Communio Sanctorum, oremus!


    p.s. Otro tema importante latente en el Sínodo y que podría dar una sorpresa: Un replanteamiento de la práctica anticonceptiva. Lean este articulete, para que se hagan idea del ambiente: The Synod and birth control


    +T.

    EX ORBE

  4. #4
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    Re: ¿Sínodo o tifón?

    Comunión para todos y todas



    El tema que más temíamos, hasta ahora, del Sínodo sobre la Familia que comenzó hoy en Roma, es que en é, a instancias de Francisco y de un grupo de cardenales progresistas, se decidiera admitir a la sagrada comunión a las personas divorciadas y vueltas a casar civilmente, es decir, a los adúlteros.
    Pero eso no será todo. El diario La Nación publica hoy una entrevista realizada por el periodista Joaquín Morales Solá, argentino y sodomita, al Papa Francisco. En ella, el pontífice afirma lo siguiente:


    "Se ha puesto mucho énfasis sobre el tema de los divorciados. Un aspecto que, sin duda, será debatido. Pero, para mí, un problema también muy importante son las nuevas costumbres actuales de la juventud. La juventud no se casa. Es una cultura de la época. Muchísimos jóvenes prefieren convivir sin casarse. ¿Qué debe hacer la Iglesia? ¿Expulsarlos de su seno? ¿O, en cambio, acercarse a ellos, contenerlos y tratar de llevarles la palabra de Dios? Yo estoy con esta última posición".


    Me parece a mí que resulta claro cuál es la nueva movida de Bergoglio: admitir a la sagrada comunión a quienes viven en estado permanente de fornicación.
    Agarrémonos, que todo es peor de lo que parecía.

    The Wanderer

  5. #5
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    Re: ¿Sínodo o tifón?

    El Sínodo de Francisco

    PP Franciscus ha repetido (se repite mucho) que no se debe criticar, que la crítica hace tanto daño a la Iglesia, que la murmuración intra-eclesial es tan nociva, etc. etc. etc. Sin embargo, él mismo no deja de criticar, lanzar puyas (siempre en la misma dirección) y arremeter contra algún bando bien caracterizado...pero que al final no identifica. PP Franciscus pide claridades que él no da.

    Comenzar el Sínodo llamando 'fariseos' a los obispos no es alentador. Cuando en la Misa de apertura del Sínodo PP Franciscus espetó a los cardenales y obispos presentes (concelebrantes y asistentes) que "...(para saciar su avidez de poder y dinero) los malos pastores cargan los hombros de las personas con pesos insoportables que ellos no mueven ni siquiera con un dedo", PP Franciscus estaba perfilando tan peyorativamente a la Jerarquía que cuesta no creer que mantenga un prejuicio muy negativo sobre, por lo menos, una parte notable de los asistentes al Sínodo. Si no, ¿por qué les lanzó esa tremenda crítica?

    Ayer Domingo, en la parroquia, predicando la Parábola de los Viñadores Homicidas, comencé explicando lo que el mismo Evangelio deja muy claro al principio: Que el Señor dirigió aquella parábola a los 'principes sacerdotum et seniores populi' (Mt 21,23) y también al final del texto se recalca que "...Los sumos sacerdotes y los fariseos, al oír estas parábolas, comprendieron que se refería a ellos". (Mt 21,45). ¿Sintieron lo mismo los prelados presentes? Confieso que me parece terrible.

    ¿De verdad cree PP Franciscus que la Jerarquía es un sanedrín de saduceos y fariseos ávidos de poder y dinero que cargan los hombros de los fieles con pesos insoportables? ¿Se refería...a quién, a qué?

    Pensando en la campaña pre-sinodal de Kasper, se podría suponer que PP Franciscus se refería a la onerosa carga espiritual de vetar la Comunión a los divorciados mal-casados. ¿Sería eso?

    La Comunión, el Sacramento de la Eucaristía, se implica en el desorden del divorcio y el adulterio de manera - entiendo yo - muy ligera. El Sacramento de la Comunión ha sufrido desde los años '50 una contínua rebaja pastoral-espiritual tan enorme que (es un detalle elocuente) se ha pasado en cincuenta años de la tradicional práctica del ayuno eucarístico desde la noche-víspera de la Comunión al actual ayuno de una quasi-hora que supone, prácticamente, la anulación del ayuno eucarístico con la consiguiente pérdida de conciencia eucarística y del práctico (quasi universal) incumplimiento de las tres cosas necesarias para comulgar bien: 1. Estar en gracia de Dios 2. Guardar el ayuno eucarístico 3. Saber a Quien se recibe

    Los numerosísimos comulgantes del catolicismo postconciliar 1. han perdido la conciencia de pecado-gracia, 2. ignoran y no practican el ayuno eucarístico, 3. no tienen recta, formada y devota consciencia de la Presencia.

    Como para la eclesiología y teología sacramental del post-concilio la Misa, más que Oblación-Sacrificio-Acción-Comunión, es, sobre todo, sinaxis-reunión-fiesta-asamblea comunitaria, la recepción del Sacramento es, más que nada, un acto comunitario, social. Por eso la insistencia en la admisión-acogida de los excluidos que, por enfatizarse el comunitarismo de la Misa (y los Sacramentos) quedan más señalados como excluidos. Cuando se entiende la Comunión (y la Misa) como un sacramento social, otras consideraciones morales-espirituales quedan minimizadas y relegadas. Exigen desde la perspectiva de la comunidad-comunión la admisión a la eucaristía como expresión comunitarista y superación de disciplinas, penas y exclusiones canónicas.

    Si el Sínodo admitiera a los divorciados malcasados a la Comunión, el golpe lesivo, muy grave, sería doble: Al Matrimonio y a la Eucaristía. A los ojos de los fieles, quedarían devaluados los dos Sacramentos; de hecho, sería así. Las consecuencias también serían degenerantes, afectando a la moral familiar, la pastoral sacramental y la doctrina-teología de ambos Sacramentos.,

    El timón de la Iglesia está en manos de jerarcas que sintieron la frustración de no ver puesto en práctica el V2º en toda su plenitud, desplegado en todas sus posibilidades y alcances (reales o supuestos), según la variopinta gama de reformas y novedades alentadas por el espectral 'espíritu del concilio'. El estímulo francisquista está removiendo todo aquel mundo.

    Hasta dentro de dos semanas no sabremos en queda el Sínodo. Y luego un largo año hasta el otoño del 2015, a la espera del documento final.

    Hasta entonces, sin exageradas aprensiones, oremus pro Ecclesia (et trememus etiam).


    p.s. Del cartel con la pintura de Marc Chagall sólo me gusta que el novio es macho y la novia hembra.


    +T.

    EX ORBE

  6. #6
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    Re: ¿Sínodo o tifón?

    El que hacía falta, Nicolás

    Nicolás, el prepósito de la degenerada y degenerante Societas I. ha dicho una de esas cosas que dicen los perturbadores cumpliendo su oficio, una de esas cosas que escandalizan y que merecen piedra de molino al cuello:

    Eso ha dicho Nicolás (con la sombra de Martini revoloteándole por encima de la coronilla).

    Siendo Nicolás el jesuita cabeza de la jesuitez, lleva en sus genes jesuíticos aquel perverso equívoco que afloró ya en Ricci y remató en de Melo, esa especie de pancristismo indiferentista que ve asimilable a Confucio, compatible a Brahma y cotangente al Shinto. Todo es digerible, traducible, intercambiable (siendo Cristo el sustituible/transferible).

    Por eso pronuncia esa sentencia escandalizante que lleva implícita su lógica premisa: Al decir que en una unión pecaminosa puede haber virtud cristiana, dice también que en el Sacramento del Matrimonio podría no haber gracia. Ergo Nicolás está diciendo que quizá sea mejor un estado de pecado que una vida en gracia. Ergo ¿para qué sirve el Sacramento, si el fornicar de los enamorados es virtud?

    Se permite Nicolás bromear recordando los problemas de San Ignacio con la Inquisición, como si él (o quizá estuviera pensando en otro más conspícuo) se equiparara en la actualidad, verbis operibusque, con el Santo de Loyola.



    Cuando el otro dia PP Franciscus celebraba los 200 años de la restauración de la Compañía de Jesús, yo me preguntaba si no hubiera sido mejor haberla dejado extinta, tal y como quedó con el Papa Clemente XIV, sin la rehabilitación graciosa de Pio VII. Porque me preguntaba qué pesaba más, si el bien obrado por la Compañía a la Iglesia entre Pio VII y Pio XII o el daño infligido a la Iglesia por los jesuitas desde Juan XXIII al presente PP Franciscus.

    Que el Cielo lo juzgue. Pero si al árbol bueno se le reconoce por sus frutos, los frutos del árbol contemporáneo-postconciliar de la S.I. son nocivos sin comparación.

    La Iglesia sería hoy mejor sin la Compañía de Arrupe y de Nicolás (y demás).


    +T.






    EX ORBE

  7. #7
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    Re: ¿Sínodo o tifón?

    El Sínodo pinta mal



    Bloqueo de prensa desde el principio

    El grupo de tareas Kasper avanza


    Agnus Dei, miserere nobis

    El 3 del corriente, los periodistas acreditados ante la Sala de Prensa del Vaticano se sorprendieron al saber que las ponencias de los padres sinodales no iban a ser publicadas íntegramente, como era costumbre. Sólo se conocería un resumen diario, el que no especificaría quién dijo qué cosa.

    La razón de tal medida quizá sea el marcado enfrentamiento que, probablemente, vaya a acontecer entre los "tradis" y "proges". O puede deberse al ansia de filtrar lo que se dará a conocer, de manera que sólo trasciendan las posturas favorables a determinadas posiciones, que luego serán amplificadas por los medios para extraer conclusiones contrarias a la doctrina católica. O..., etc.

    El periodista Andrés Beltramo da una posible razón en un tuit que copiamos:


    Andrés Beltramo A. @sacroprofano · 3 de oct.

    El Vaticano no quiere dar los discursos de los obispos durante el Sínodo, dicen q es porque buscan dar libertad para cambiar intervenciones
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    Andrés Beltramo A. @sacroprofano · 3 de oct.

    Polémica en la sala de prensa del Vaticano porque no quieren dar a los periodistas los textos de los discursos de los padres sinodales





    Por lo que se va conociendo, parece que los "kasperianos" llevan la batuta. He aquí algunas perlitas:


    En diversas intervenciones se ha abordado la necesidad de adaptar el lenguaje de la Iglesia para que la doctrina acerca de la familia, la vida y la sexualidad se entienda correctamente. O sea que hasta ahora la Iglesia se comunica en un lenguaje que nadie entiende correctamente, ¡y eso luego de 50 años de aggionamiento y mundanización! Menos mal que se dieron cuenta a tiempo.

    El reto, se ha dicho, es pasar de una situación defensiva a una propositiva y activa, relanzando el patrimonio de la fe con un lenguaje nuevo...
    El ser humano aspira a la felicidad y el cristiano sabe que la felicidad es Cristo, pero ya no encuentra el lenguaje adecuado para decírselo al mundo. La Iglesia, sin embargo, debe ser ''magnética'', trabajar por “atracción”, con una actitud de amistad hacia el mundo. Más de lo mismo pero:

    Pero atenti, porque el cambio que piden hacer en el lenguaje, para que se entienda correctamente, no es cualquiera; tienen sus reglas muy precisas y las hemos sabido por algún espía:
    Hablando sobre el resumen de prensa del Sínodo de la Familia, el portavoz de ese organismo para la lengua Inglesa, Padre Thomas Rosica, ha dicho que hubo muchísima discusión acerca del lenguaje en las deliberaciones.
    Al explicar la que para él ha sido una de las intervenciones más destacadas del día, el padre Rosica señaló que, de acuerdo al expositor (que por la política de prensa tomada no sabemos quién fue), "frases como -vivir en pecado-, -intrínsecamente desordenado-, o "mentalidad contraceptiva", no son palabras que inviten necesariamente a la gente a aproximarse a Cristo y a la Iglesia. Hay un gran deseo de que nuestro lenguaje cambie para satisfacer situaciones concretas. Muchos ya ven al Matrimonio como algo que hay que eliminar del duro lenguaje de la Iglesia. ¿Cómo podemos hacer que nuestro lenguaje sea atractivo, cariñoso, y acogedor? No estamos hablando de reglas y leyes; hablamos de una Persona, Jesús, la fuente de nuestra fe, el conductor de la Iglesia; Él nos invita a penetrar en el misterio".
    ¿Qué se puede contestar a éste mensaje que sale de la boca de un Obispo, quizá un cardenal? Sólo se nos ocurre el contundente mensaje del Señor: ¡Sí, sí, no, no!
    Y sigue el resumen de esta Segunda Congregación:
    Hay que entablar un diálogo con el mundo, siguiendo el ejemplo del Concilio Vaticano II, es decir con una apertura crítica pero sincera. Porque si la Iglesia no escucha al mundo, el mundo no escuchará a la Iglesia. Por supuesto, antes del famoso Concilio la Iglesia estaba encerrada en un armario y no "dialogaba" con el mundo; pero el número de conversiones, el número de hijos por familia y el número de seminaristas iba en aumento. Es decir, el mundo que la iglesia no atendía, por estar encerrada, se iba cristianizando. Además: ¡No hace acaso 50 años que estamos hablando con el mundo, con las piernas... perdón, con la mente muy abierta para escuchar y consentir sus obcenidades? ¿Qué más quieren hacernos abrir? Ahh cierto, no usamos el lenguaje adecuado hasta ahora...
    Y el diálogo puede basarse en cuestiones importantes, como la igual dignidad de hombres y mujeres y el rechazo de la violencia. ¡Vaya! ¿No habrá nada menos trillado para hablar? Y ¿no habrá en el Sínodo alguien que no cometa la mariconería de utilizar el lenguaje de género (hombres y mujeres) en su discurso?


    El matrimonio es y sigue siendo un sacramento indisoluble; sin embargo, ya que la verdad es Cristo, una Persona, y no un conjunto de reglas, es importante mantener los principios, no obstante cambien las formas concretas de su actuación. En resumen, como decía Benedicto XVI: novedad en la continuidad: el Sínodo no cuestiona la doctrina, pero reflexiona sobre la pastoral, es decir sobre el discernimiento espiritual para la aplicación de la misma para enfrentar los retos de la familia contemporánea. En este sentido, la misericordia no elimina los mandamientos, sino que es su clave hermenéutica.
    Cristo es una Persona, divina en este caso, y Él mismo ha llevado a la plenitud las leyes del Antiguo Testamento. Es por lo tanto falaz contraponer la Persona del Señor a las "reglas" que ha confirmado con su divina autoridad; entre las cuales no puede haber contradicción alguna, como no sea en la mente calenturienta de los que se aprestan a demoler la moral católica. Como tampoco puede haber contradicción entre la doctrina y la práctica que de ella se deriva. Si, Dios no lo permita, de esa "reflexión sobre la pastoral", saliera la posibilidad de dar la Sagrada Comunión al que vive en pecado, la pastoral habrá quebrado la doctrina sin que nadie pueda negarlo.

    Por otra parte, se ha observado que incluso las situaciones imperfectas deben tratarse con respeto, por ejemplo, las uniones de hecho en que se convive con lealtad y amor, presentan elementos de santificación y de verdad. Lo esencial es, por tanto, considerar ante todo los elementos positivos, para que el Sínodo infunda valor y esperanza también a las formas imperfectas de familia, que pueden ser valoradas según el principio de gradualidad . Hay que amar realmente a las familias necesitadas.
    Bueno, aquí cae la careta: el expositor dice sin miramientos que hay santificación y verdad en una unión basada en el pecado mortal. Es decir en la rebelión del hombre contra Dios, puesto que conscientemente decide rechazar sus leyes. ¡Y aconseja al Sínodo infundir valor a estas formas pecaminosas de vida! ¡Qué más se puede decir!

    Hay algo muy curioso en la parte final de este resumen; curioso y que podría mover a risa:

    También se ha abordado la cuestión del valor esencial de la sexualidad dentro del matrimonio. Efectivamente, se habla tanto, críticamente, de la sexualidad fuera del matrimonio que la sexualidad conyugal parece casi la concesión a una imperfección.
    Pero, desafortunado escritor, ¿te atreves a sugerir que la Iglesia, pues quien otro puede hablar en estos días aconsejando la castidad fuera del matrimonio, con su prédica "represora" acerca del sexo, ha logrado que la unión carnal de los esposos sea vista como una imperfección? Deberías leer las Sagradas Escrituras, por ejemplo el libro del Cantar de los Cantares, así te desasnas un poco.

    En un diario se puede leer las palabras que dijo éste expositor antes de la frase que comentamos, y que no están en el informe:
    En su discurso ante el pleno, uno de los obispos reconoció que los católicos se han enfocado de manera excesiva "en el justo rechazo del matrimonio homosexual", pero han descuidado transmitir el valor de la sexualidad en el matrimonio. ¡De manera excesiva? No en Santiago del Estero, al menos.

    Página Católica: El Sínodo pinta mal

  8. #8
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    Re: ¿Sínodo o tifón?

    El Sínodo aberrante ???

    El otro día, cuando un papá y una mamá contaban entusiasmados y enternecidos la entrañable acogida hogareña de su nene gay y su noviete, la asamblea sinodal se puso en pie y les aplaudió con fervor. Increíble, pero pasó.

    Ahora el síndrome filo-homosex-familiar sube un nivel (o varios) y ha sido un cardenal, el brasileño Assis, obispo de Aparecida, quien destapa su proclividad y reclama que la Iglesia sea la casa paterna también para las parejas gays.

    Es muy tremendo lo que voy a decir, pero el Emmº y Revmº Assis quiere, ni más ni menos, que la Iglesia sea Sodoma: Sodoma, la ciudad vecina de Gomorra, donde habitaban y vivían aquellos legendarios sodomitas y gomorritas. Huelga contar cómo acaba el relato del Génesis (Gn 18,16-19,29) que cuenta aquello, con el prólogo de la bella escena del regateo de Abraham con el Señor, rebajando la cuenta castigadora hasta los 10 justos sodomitas, que no se hallaron ni siquiera esos diez. En Sodoma no había ni diez sodomitas decentes.

    La pregunta (retórica) a propósito del Sínodo y sus desviaciones no es si podrá jamás haber diez sodomitas justos. La pregunta es si caben en la Iglesia con todos los parabienes, como pide el purpurado brasileñí. ¿Cabrían?

    Respondo: Como pecadores, sí; como justos, sólo si dejan su pecado, que no sólo es no practicar sodomías, sino no reconocerse en la tal condición y desprenderse, externa e internamente, de la categoría. Si no, si persistieran en la práctica nefanda y/o mantuvieran el gay pride, su lugar en la Iglesia es la lista de los pecadores, con las condiciones y privaciones anejas a su estado y su pecado.

    Resulta repugnante que un cardenal confunda misericordia con tragaderas. El Hijo Pródigo, cuando volvió a la casa paterna, no se llevó a las putas ni a los cerdos. Se le admitió porque llegó arrepentido (con atrición, por lo menos).

    Confundir a la Iglesia con Sodoma y Gomorra es muy grave. Pero en esas estamos. A eso hemos llegado.

    Por lo demás, todo normal. Si en siglo IX hubo un Concilio Cadavérico, que en el XXI pueda haber un Sínodo Aberrante entra dentro de nuestra normalidad histórica. Nihil novum sub sole.

    Ya vendrán tiempos mejores y correctores.

    Te rogamus, audi nos !!!


    +T.

    EX ORBE

  9. #9
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    Re: ¿Sínodo o tifón?

    a = F / m


    Añoro los tiempos en que publicaba en este blog una o dos entradas semanales y discutíamos algún texto de Newman o de Knox, o alguna opinión teológica siguiendo a Santo Tomás o a sus comentadores. Ahora, en cambio, en conciencia no puedo hacer más que comentar lo que día a día estamos viviendo.
    Esa es la razón del título de este post: la fórmula la aceleración, porque la velocidad con que se están sucediendo los hechos asusta. Y asusta porque todas las tradiciones religiosas afirman que, en los tiempos postreros, todo sucederá aceleradamente, como la masa que, cuanto más cerca está del centro de gravedad, mayor velocidad adquiere.
    Comentaré en este caso los acontecimientos que hemos visto no el último año, ni el último mes, ni siquiera la última semana. Comentaré lo que ha pasado en los últimos tres días.
    1) El primero caso llegó a mis manos el lunes, aunque seguramente era conocido con bastante anterioridad por los párrocos. Se trata de un documento elaborado por la Conferencia Episcopal Argentina sobre “El acompañamiento pastoral de los fieles que han hecho cambio civil de género”. Puede bajarlo aquí. Amparados en la encíclica Chantae Gaudium, en la que el papa Francisco dice que “… hay que acompañar con misericordia y paciencia las etapas posibles de crecimiento de las personas que se van construyendo día a día”, los obispos instruyen a los curas para que, cuando se acerque algún tipo de personas que se encuentran en esta “etapa de crecimiento y construcción personal” a solicitar los sacramentos de la iniciación cristiana “que no serán negados por los ministros sagrados”, se informe primero por escrito al Ordinario del lugar, quien dará la autorización a condición de que se coloque una nota marginal aclaratoria en los libros parroquiales.
    El caso puede ser de dos personas del mismo sexo que se han casado o de un “matrimonio” en el que uno de los “cónyuges” hizo cambio de sexo, y quieren bautizar a su hijo. No se les negará. Sobre esto puede haber discusión, y verán los canonistas y quienes tienen cura de almas, si es o no lícito negar el bautismo a un niño que crecerá en esas condiciones contra-natura.
    Pero lo que resulta indignante es que los obispos, con aprobación de la Congregación para la Doctrina de la Fe, estipulan que si un casado civilmente con otra persona de su mismo sexo o alguien que hizo cambio de sexo, se acerca a recibir el bautismo o la confirmación, se les concedan estos sacramentos, eso sí, con nota marginal.
    A ver: pellizquémonos. Un tipo que nació varón pero se “hace” mujer civilmente, o civilmente se “casa” con otro varón y que, permaneciendo en esa situación, un día se le da por recibir los sacramentos de la iniciación cristiana (bautismo y confirmación) lo puede hacer sin problemas. ¡Es un disparate! A los excelentísimos prelados argentinos les convendría releer las Catequesis bautismales de San Cirilo de Jerusalén, Padre y Doctor de la Iglesia, del siglo IV, tan cercano a la “simplicidad evangélica” a la que gusta referirse el papa Francisco. Cuando los catecúmenos eran considerados aptos para recibir el bautismo, es decir, cuando habían dejado los hábitos pecaminosos, la iglesia los hacía formar parte de los photizómenoi, los que van a ser iluminados, y allí recibían las enseñanzas del obispo que, entre otras cosas, les decía: “El pecado es una cosa terrible y la transgresión de la ley es una enfermedad del alma que al mismo tiempo que destruye su vigor se convierte en cómplice del fuego eterno” (Catequesis II, 1). Señores obispos, cambiarse de “género” o vivir en concubinato con una persona del mismo sexo, ¿no es transgredir la ley? ¿Cómo una persona, por más que se encuentre en una etapa de “crecimiento y construcción personal”, y que vive en esas condiciones de pecado puede ser “iluminado” con el bautismo y la confirmación? ¿Ustedes creen, acaso, que con una nota marginal se soluciona el problema? Pastores de esta calaña no merecen sino la maldición de Dios.
    2) Pasemos ahora al sínodo que se está celebrando en Roma. Llama la atención de que el mismo Papa que ha pedido una Iglesia de puertas abiertas, organice un sínodo de puertas cerradas: nadie puede saber qué se dijo ni quién lo dijo. Lo único que se sabe es lo que la oficina de prensa de la Santa Sede informa diariamente a través de un escueto boletín. Es decir, se sabe lo que Bergoglio quiere que se sepa. No me extrañaría en, en algún tiempo, comience a hablarse del “sínodo de los padres” y del “sínodo de la prensa”.
    Hace un mes, yo me hubiese sumado al lector del blog que se jugó una vaquillona tierna a que el documento final del Sínodo iba a ser un largo ni fú ni fá, en el que se reafirmaría la doctrina de siempre y se haría la vista gorda a prácticas pastorales concretas. Ahora, no me jugaría ni el osobuco de la vaquillona, porque seguro que lo pierdo.
    El domingo publicaba en el blog un comentario sobre las afirmaciones del papa Francisco en su entrevista con Morales Solá: “La juventud no se casa. Es una cultura de la época. Muchísimos jóvenes prefieren convivir sin casarse. ¿Qué debe hacer la Iglesia? ¿Expulsarlos de su seno? ¿O, en cambio, acercarse a ellos, contenerlos y tratar de llevarles la palabra de Dios? Yo estoy con esta última posición”. No lo afirmaba, pero dejaba entrever que se podría admitir al sacramento de la eucaristía a los jóvenes que conviven sin casarse porque la Iglesia no puede expulsarlos de su seno. Muchos me dijeron que mi interpretación era descabellada.

    Pues bien, lean ustedes aquí lo que declaró ayer el Superior General de la Compañía de Jesús, P. Adolfo Nicolás, que ven ustedes en la foto de la izquierda abrazándose efusivamente con Bergoglio. Son muchas las barbaridades que dice el jesuita, pero que quedo con la siguiente: “Puede haber más amor cristiano en una unión irregular que en una pareja casada por la Iglesia”. Léanlo nuevamente y pellízquense. Esto lo acaba de decir un “padre sinodal”. Como bien comenta el blog Ex Orbe, al decir el P. Nicolás que en una unión pecaminosa puede haber virtud cristiana (“amor cristiano”), dice también que en el Sacramento del Matrimonio podría no haber gracia. Ergo, Nicolás está diciendo que quizá sea mejor un estado de pecado que una vida en gracia. Ergo, ¿para qué sirve el Sacramento, si el fornicar de los enamorados es virtud?
    No me extrañaría que los Padres Sinodales terminaran abriendo la manga más de lo que pensábamos: a fin de alcanzar una Iglesia inclusiva, que acompaña al hombre en su camino de construcción personal, y habida cuenta de que la comunión es “remedio” para los enfermos y no “premio” para los perfectos, no se negará el sacramento de la eucaristía a los divorciados y vueltos a casar ni a los convivientes. Y, como quien dice “a” dice “b”, tampoco se negará aún si los convivientes son del mismo sexo.
    c) Pueden leer aquí el boletín que reporta lo actuado en el sínodo el día de ayer. Obsérvese como se machaca con insistencia en el bergoglema: “La eucaristía no es el sacramento de los perfectos, sino de aquellos que están en camino”. Sumemos a este latiguillo la intervención en el sínodo de un matrimonio australiano, Ron y Mavis Pirola, codirectores del Consejo Católico de Australia para el Matrimonio y la Familia: “Unos amigos nuestros estaban planeando su reunión familiar para Navidad, cuando su hijo gay les dijo que quería invitar a su compañero. Ellos creían profundamente en las enseñanzas de la Iglesia y sabían que a sus nietos les habría gustado ver que acogían a su hijo y a su compañero en la familia. Su respuesta podría ser resumida en tres palabras: “Es nuestro hijo”. Este, explicaron Ron y Mavis Pirola, es un «modelo de evangelización para las parroquias, puesto que responden a situaciones semejantes». El papel de la Iglesia es el de «hacer conocer al mundo el amor de Dios»”. Nuevo pellizco por favor. Esto se dice en el aula sinodal.
    d) Y termino con lo que dijo hoy mismo el Papa Francisco en la Audiencia General de los miércoles: “…hoy estoy muy agradecido al Señor, porque hoy ¡hace 70 años que hice la Primera Comunión! Pero, hacer la Primera Comunión todos nosotros debemos saber que significa entrar en comunión con los otros, en comunión con los hermanos de nuestra iglesia, pero también en comunión con todos aquellos que pertenecen a comunidades diferentes, pero creen

    en Jesús. Agradezcamos al Señor, todos, por nuestro bautismo, agradezcamos al Señor todos, por nuestra comunión, y para que esta comunión sea al final una comunión de todos juntos”.
    Por favor, lean el texto nuevamente y díganme si lo que el Pontífice de la Santa Iglesia ha dicho es doctrina católica. ¿Ni una mención siquiera a la presencia real del Señor en la Eucaristía? No vale la pena rebatirlo. Un niño de primer año de catequesis lo puede hacer.
    Conclusión: Se comenta en círculos cercanos al Vaticano que ayer, luego de unas de las intervenciones de Francisco en el sínodo, dijo el cardenal Gerhard Müller, con claridad aunque en voz baja: “Ma come puó dire tante stronzate!”, en criollo: “¡Pero cómo puede decir tantas boludeces!” Eminencia, las seguirá diciendo. Pero no se quejen; ustedes lo eligieron.
    Yo creía que un palurdo como Bergoglio no iba a hacer más que un pontificado berreta, pero ahora me está pereciendo que estaba equivocado. Estoy viendo algo mucho más oscuro y escalofriante detrás.

    ¿Bergoglio terminó de levantar la compuerta? ¿Habrá sido quitado el katejon?

    The Wanderer

  10. #10
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    Re: ¿Sínodo o tifón?

    EN EL FOCO DE LA TORMENTA SINODAL

    Si el antiguo imperio había arrastrado a los cristianos al circo para hacerlos pasto de las fieras, la Iglesia postconciliar, cumpliendo un designio circular, quiso ser ella misma el circo. Y como todo espectáculo que se precie, éste también tiene sus números congruos: payasos, representados por aquella Jerarquía que gustó estropear su dignidad en público ora con estolas multicolores, ora con narices de clown; malabaristas y equilibristas consumados, como aquellos clérigos que pretextan su adhesión a la doctrina cristiana pero consienten todos los excesos que, en el orden de la fe y de la moral, cunden bajo su jurisdicción. Ni hace falta recordar cuánto se haya multiplicado en nuestros días el oficio del tragasables.

    Se sabía que el malfamado Sínodo sería otro tanto coliseo para triturar a la ortodoxia, una finta de disertaciones y disputas para las que se invocó un presunto clima de parresia, pero que en realidad tendría sus conclusiones ya prescritas antes de empezar. La democracia y el parlamentarismo nos han enseñado a desconfiar; llevados ambos a la Iglesia bajo el alias de «sinodalidad permanente», nos han instado a invocar más a menudo a san Miguel Arcángel.

    Porque tras de la acepción hoy instaurada de «sínodo» (como de la de «comunión episcopal» y otras mistificaciones de similar tenor) asoma la cabeza inclemente del tirano, del arribista elevado por la complicidad de sus pares a expensas del criterio de la "selección al revés". La retahíla de detonaciones que se le escucharon a Francisco en los días inmediatamente previos a la apertura del Sínodo confirma -por si no hubiesen bastado los sonoros antecedentes de los Franciscanos de la Inmaculada y de monseñor Livieres- que el papa bonachón recobraría el triregno depuesto por Paulo VI, pero esta vez para fulminar anatemas contra aquellos «que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús» (Ap 14,12). No será una licencia literaria apelar a este pasaje de la Escritura tantas veces leído y hoy al fin tan apremiante.

    Muy contra Alcuino, que recomendaba enfáticamente: «no des crédito a quien suele decir "Vox populi, vox Dei", ya que el alboroto del vulgo se halla siempre a un paso de la locura», Bergoglio restableció esa identidad conculcada por el teólogo carolingio pidiendo al Espíritu Santo «escuchar a Dios y al clamor del pueblo», todo en una. Clamor cuyo contenido debía explicitarse por vía indirecta con las siguientes exhortaciones, en frenética progresión:

    - a la Iglesia, a «no encerrarse en supuestas interpretaciones del dogma», ya que «el mundo ha cambiado»;
    - contra los malos pastores, «que cargan sobre los hombros de la gente pesos insoportables que ellos no mueven ni siquiera con un dedo»;
    - contra los jefes del pueblo, según los cuales «todo se reduce al cumplimiento de los preceptos creados por su fiebre intelectual y teológica».
    Murillo, Sagrada Familia.
    Justo aquella que no está representada en el Sínodo
    Todo adobado por las intervenciones del superior de los jesuitas que, convidado a roznar a la asamblea, distinguió que «puede haber más amor cristiano en una unión irregular que en una pareja casada por la Iglesia», y por la apelación del cardenal Assis a la causa gay: «lejos de encerrarnos en una mirada legalista, queremos bajar a lo profundo de estas situaciones difíciles para acoger a todos aquellos que están implicados». Al paso que con esa ambigüedad ya tan transitada en las últimas décadas, y que tan magra cosecha evangelizadora reportara, la Segunda Congregación del sínodo sentenció que «el matrimonio es y sigue siendo un sacramento indisoluble; sin embargo, ya que la verdad es Cristo, una Persona, y no un conjunto de reglas, es importante mantener los principios, no obstante cambien las formas concretas de su actuación». Al fin lo sabemos: no se cuestiona la indisolubilidad del matrimonio, simplemente se erigen múltiples y divergentes formas de actuarla. Incluida, tras la abolición de la lógica, la disolución de la sociedad conyugal.

    Es demasiado para tan pocos días. Tanto, que Alessandro Gnocchi supo resumir en un reciente artículo: bajo Francisco «se ha difundido por todo el orbe católico un cierto fastidio liberatorio por cuanto de sacramental y de doctrinal informa el yugo suave que Jesús promete a sus seguidores [...] Difícilmente el Sínodo extraordinario de la familia tome otros rumbos que aquel de la pastoral abierta a las ganas locas del mundo». Se cumple al fin aquel sueño del Tucho Fernández, doctor superfluus: la colectivización del individualismo, o bien el "viva la pepa" escanciado a todos los estratos, para que a nadie falte su pasaporte a la Gehenna.

    Estamos convencidos de que esta farsa no irá a concluir -según algunos aventuraban- en un montón de documentos irrelevantes, con formulaciones ambiguas y amplio margen para su aplicación pastoral. Que la astucia sea principalísimo entre los atributos del Maligno es cosa innegable, pero no es menos cierto aquello de que "el demonio hace las ollas pero no las tapas". Pudiera dejarse a la Iglesia zozobrar indefinidamente hasta su extinción, si esto fuera posible, y quizás fuera esta la estrategia más conducente a los intereses del enemigo. Pero hay algo que caracteriza al trágico afán de estos prelados infieles: su hipertelia, su incontinencia, la ardiente necesidad de patear el tablero al tiempo que acarician la victoria.

    Algún doctor sacro enseñó oportunamente que si Satanás hubiese sabido que la crucifixión de Cristo le acarrearía la derrota, no habría inducido a los Sumos Sacerdotes, ni al populacho, ni a Judas ni a Pilatos a intervenir como lo hicieron. Aventuramos, a este respecto, una pronta salida de las ambigüedades de rigor a través de una explícita traición al depositum, rotunda e inequívoca, de parte de los compadres sinodales, y esto para dividir de una buena vez los campos. Quizás este zarpazo con el que la herejía enquistada intentará de paso quedarse con las temporalidades de la Iglesia -expulsando para ello a los refractarios- constituya, en breve, su más aciago fracaso.

    In exspectatione: EN EL FOCO DE LA TORMENTA SINODAL

  11. #11
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    Re: ¿Sínodo o tifón?

    ¡¡ Malditos Dogmas !!


    La verdad es que si no fuera por los dogmas que han quedado fijados por la Iglesia Católica a lo largo de los siglos, algunos estarían obligándonos desde hace tiempo a estar arrodillados ante Mahoma, Buda y todos los Dioses del Olimpo. Los dogmas están ante nosotros, definidos por la Iglesia a partir de la Revelación y por tanto, son parte esencial de la Enseñanza Divina a los hombres. Claro que si se empieza a no creer en la Revelación, se acaba pensando irremediablemente que tampoco es creíble lo que deriva de Ella. Los enemigos de los dogmas, siempre han atacado a los contrarios llamándolos dogmáticos, apelativo que para ellos es el insulto mayor que pueda hacerse, una vez que ha salido todo el mundo del armario y no se puede llamar a nadie mariquita o mariposón, sin peligro de que te metan en la cárcel. Señalar a alguien como dogmático o acusarle de que está encerrado en los dogmas, es para ellos una afrenta o un agravio capaz de mermar las fuerzas del peor enemigo.
    Oigo muchas veces ahora hablar en contra de los dogmas de la Iglesia. Hasta hace poco, venía al convento un panadero que por lo visto se empapaba de programas de televisión mientras horneaba los panes, y se despachaba a gusto con el hermano portero sobre la necesidad de superar estas cosas del pasado, que ya no se estilan. Lo decía con tal prosopopeya y engolamiento, que el pobre hermano tenía que sufrir pacientemente los minutos que duraba la disertación del citado ignorante. Lo mismo ocurre con algunos de mis novicios, que dogmatizan inconscientemente sobre la necesidad de que no haya dogmas y se quedan tan panchos. Vuelven de la universidad o de sus reuniones catequéticas, siempre con el mismo sonsonete. Y no digamos cuando vuelven de algún cursillo sobre teología. Mi capacidad de reir con estas gentes ante tamaños disparates es infinita, y ni siquiera me preocupo de hacerles ver su error, ya que sería inútil, dado que proviene de cerebros tan escasos de materia como abundantes en criterios televisivos, lo cual ya de por sí hace imposible la tarea. Sin embargo, esta mañana me he desayunado el picatoste escuchando a algunos monjes comentar que el Santo Padre ha dicho que la Iglesia no puede encerrarse en supuestas interpretaciones del dogma. No puede ser verdad, me he dicho a mí mismo. Y he de reconocer que esto ya no me ha dado ninguna risa. Porque las barbaridades dichas por el panadero pueden pasar, las dichas por los jovenzuelos novicios mal formados, también. Pero dichas por el Sumo Pontífice, adquieren un tono de preocupación, inquietud e intranquilidad, que raya en lo trágico. ¡Quién me iba a decir a mí que escucharía estas palabras de labios de un Pontífice, antes de morirme! Porque lo que reflejan estas consideraciones hechas (además) a un periodista -otra vez las declaraciones a los periodistas-, llevan una carga malévola y malintencionada de la que no puede salir nada nuevo. Y si me lo permiten, retrata de arriba abajo al que las pronuncia. Porque se supone que el que las perpetra es justamente el encargado de guardar los dogmas como algo intocable. Pero no. Hay que reinterpretarlos, o sea, hay que darles la vuelta, manipularlos, sobarlos, zarandearlos y torcerlos. Dios sabe cuál podrá ser el resultado final, pero desde luego no será nada bueno. La insistencia machacona en que este Sínodo de la Anti-Familia es pastoral (ya estamos como en el Concilio Vaticano II), no puede presagiar buenos resultados. No hay más que ver los reportajes aparentemente ingenuos que ya van surcando internet, con las primeras declaraciones de unos, con las exposiciones iniciales de otros y las chorradas de una experta española declarando que todo va muy bien y que promete. Me llama la atención que todavía no haya sacado la cabeza el cardenal Kasper, pero tal cosa está prevista, para que veamos que también hay muchos otros cardenales que piensan así. Y no sólo él. Bueno, por lo visto así piensa también el Santo Padre, sin lugar a dudas. Así las cosas, queda declarada la guerra a los dogmas, esas malditas verdades que quisieron imponernos en otros tiempos, pero que ahora vamos a reinterpretar, renovando los lenguajes de la fe. Obsérvese el palabro que se utilizará para encandilarnos cuando salgamos del armario de los dichosos dogmas. Y como tampoco creen en el pecado, lo minimizan considerando que la Eucaristía es para los imperfectos, no para los que hacen todo bien. O sea, la Eucaristía es para los que pecan, no para los que están en gracia de Dios. Otra chocarrería de Su Santidad, dicha ya hace tiempo y repetida ahora por todos los bobos y majaderos eclesiales. Eso sí. Todo esto se ha montado para ayudar y acompañar a estas pobres gentes que pecan y que no se quieren bajar del burro. Y tenemos que abrir nuestros ojos a la realidad, por supuesto. Como si la Iglesia nunca hubiera ayudado a los que de buena fe se sienten agobiados por situaciones penosas. Ahora todo es distinto a los tiempos anteriores: ahora es cuando se comprende a los pecadores, ahora es cuando la misericordia ha hecho su aparición, ahora es cuando la verdad va a estar fuera de la hornacina de los dogmas estables y tiesos, para encontrarla a cada paso en el peregrinar del amor fraterno. Menos mal que el Cardenal Maradiaga (otra vez ante los focos), nos ha tranquilizado diciendo que el Espíritu Santo no está de vacaciones ni durmiendo la siesta, lo cual es un mensaje para que veamos que realmente lo que salga de ahí será obra del Espíritu Santo. Pobre del que lo ponga en duda. Pero me gustaría que Su Eminencia no fuera tan gracioso y tan superficial. Mientras rezaba Tercia en el Coro, he pedido a nuestro Señor por su Iglesia. Y cuando he celebrado la Santa Misa y he llegado al lugar en que se pide por la Iglesia Santa y Católica quam pacificare, custodire, adunare et regere digneris toto orbe terrarum, una cum famulo tuo Papa nostro…, no he podido evitar que se me saltaran las lágrimas.

    Fray Gerundio de Tormes

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