Así como Lutero pretendió reformar la Iglesia, y para eso se salió de ella, convirtiéndose en hereje. San Juan de Ávila sostiene que la verdadera reformar es la que tiene que hacer cada uno de nosotros en el interior.

Lo cierto es que en la parábola no es el padre el que va a buscar al hijo pródigo, sino éste el que regresa a la casa del padre arrepentido y pidiendo perdón y sólo un rincón en el que esconder su vergüenza.

Personalmente no veo hijos pródigos volviendo a casa por ninguna parte.