Si he enviado este panfleto, por supuesto, ha sido con la única mira de criticarlo. Y de paso, hacer ver las mentiras, sofismas y medias verdades con que estos prebostes posconciliares camuflan con desenvoltura las mayores barbaridades, llevando al huerto al lector incauto. Empezamos:
1Nada de eso; llegasteis al Concilio con la preparación correcta, con la de toda la vida, la secularmente enseñada por el Magisterio en los seminarios, en las casas religiosas y en los catecismos de siempre. Lo que ocurre es que tanto a vosotros como a los demás conservadores os pilló de sorpresa “el planteamiento” del Vaticano II, y en vez de reaccionar llamando al pan, pan, y a la herejía, herejía, volviéndoos perros mudos, consentisteis las tropelías y barbaridades que, con el aval de las altas instancias, allí se vociferaban. Y luego, disimulando, cambiasteis aceleradamente el chip, mutándoos en correveidiles pseudo-luteranos....Los católicos españoles -obispos, sacerdotes y seglares con muy pocas excepciones—llegamos al Concilio sin la debida preparación. Nos pilló de sorpresa su planteamiento…
2Dilo claro: no os “permitió sintonizar” con los movimientos…heréticos, que ya campaban a sus anchas, bajo cuerda episcopal, en Francia, Alemania y el Benelux. Y no se sabe de ningún clérigo que se quejara de no poder “sintonizar”, en los años 50, con aquellas barbaridades de la (entonces llamada) “Nueva Teología”. El “largo aislamiento” lo fue solo frente a aquellas herejías, que luego tendrían manga ancha gracias al Vaticano II.…El largo aislamiento consiguiente a nuestra guerra civil no nos permitió sintonizar con movimientos que, en otras partes, fueron allanando los caminos conciliares.
Además, el “aislamiento de la guerra civil” no afectaba en absoluto a la doctrina de la Iglesia, que oficialmente seguía siendo la misma desde los tiempos de Maricastaña. Esa mención a la “guerra civil” (…como dando a entender que Franco impedía al clero viajar a Europa o introducir aquí aquellos textos) no pasa de ser una payasada. Aquellas heréticas doctrinas no llegaban a España, simplemente, porque los obispos preconciliares, con todo derecho, lo impedían.
3¡¡Vaya desvergüenza la de este hombre!! Aquella “unidad católica”y “larga historia secular” no era capricho de los reyes españoles, sino que se amparaba en la propia doctrina católica milenaria que siempre condenó todo lo que no fuera un fundamento católico del orden político; su base no eran las “antiquísimas tradiciones”, sino que esas tradiciones eran antiquísimas por ser antiquísima la doctrina católica en que se apoyaban.…Y el haber vivido las últimas décadas, como remate de larga historia secular, en una aparentemente firme unidad catóIica, amparada en una legislación confesional y en tradiciones antiquísimas, nos hizo marcar un ritmo ecIesiaI distinto del que se daba en otras naciones sometidas a un rápido proceso secularizador.
¡¡...A ver si ahora va a resultar que los papas medievales, renacentistas y de la época borbónica no tenían nada que decir sobre la catolicidad política y legislativa de los reinos cristianos!! ¿Es que acaso no amenazaban con excomuniones a los monarcas en caso contrario??
¡¡Siempre usando medias verdades este obispo, para liar y llevar el agua a su molino!!
4No; di claramente que lo que pasó fue que todo “el pescado” lo partían entre alemanes y franceses (obispos y peritos) con Juan XXIII y luego Pablo VI. La “decisiva influencia” española, en la línea de Trento, hubiera sido dar allí cuatro voces, poner a caldo a los seis sinvergüenzas que mangoneaban aquel contubernio y haberse vuelto a España dando un portazo.…Por eso, y por otras razones concomitantes, nuestro episcopado no fue demasiado influyente en el Vaticano II, contra lo que era de esperar de una comunidad cristiana de tan grande peso específico católico como la española, y de tan decisiva influencia en otros concilios sobre todo en Trento.
5No; lo que ocurrió fue que “vuestro pueblo” resultó ser tan aborregado como los obispos; era un pueblo acostumbrado a obedecer por que sí, sin ningún sentido crítico. Y por lo mismo que vosotros no pedisteis cuentas de los excesos al papa, el pueblo tampoco os la pidió a vosotros. El resultado acabaría siendo: si los obispos hacen lo que quieren, los fieles también lo haremos, creeremos lo que queramos creer y haremos lo que mejor nos parezca. O sea, la debacle.…Se dice, por lo contrario, que nuestra Iglesia figura hoy entre las más decididas en la marcha renovadora posconciliar. La natural facilidad de nuestro temperamento para la improvisación, la firme y tradicional adhesión de nuestro pueblo a la Santa Sede y a la jerarquía toda, y en algunos hasta el prurito de no quedar atrás, pueden explicar el inesperado cambio de cosas, que a muchos trae sorprendidos.
6Dice “…respeto al pensamiento de… otros grupos religiosos o increyentes (¿marxistas?)”…. Bueno, el pensamiento de esos grupos siempre se respetó; otra cosa es el nuevo derecho que les otorgasteis para ejercer el proselitismo y la libertad religiosa en un país católico (entonces) en un 99%, para descristianizarlo y pulverizarlo espiritualmente.… el respeto al pensamiento de otros, sean de la propia confesión católica, o pertenezcan a otros grupos religiosos o increyentes, dentro de un sano pluralismo y del espíritu de la libertad religiosa; la preocupación por fermentar en cristiano el orden temporal…
Y por cierto, ¿es ”sano pluralismo” conceder los mismos derechos y dialogar de tú a tú al representante del 99% católico de la población que a representantes protestantes del 0,9%, o del 0, 2% de la población, etc?
7Debe referirse al “fermento” clerical… etarra, sindicalista, contestatario, liberacionista, etc, contra el “orden temporal” franquista… La verdad es que, cuando llegue el totalitarismo partitocrático del juancarlismo, de ese “fermento cristiano“ no se conocerá el más mínimo éxito.“…la preocupación por fermentar en cristiano el orden temporal…”
8Lo de que esos dos disparates sean nada menos que “verdades” tiene guasa: “la dignidad de toda persona humana llevada hasta sus últimas consecuencias” es, en la práctica, la sustitución de la teología por la antropología en la Iglesia, y cambiar el culto a Dios por el culto al Hombre. Y el tal “misterio de la Iglesia como pueblo de Dios”no pasa de ser un invento de la “nueva teología" herética centroeuropea de los años 40-50 que implantaría el Concilio a bombo y platillo.…nueva psicología cristiana, cuyas raíces más hondas se adentran en dos verdades: una idea altísima de la dignidad de toda persona humana llevada hasta sus últimas consecuencias, y un concepto renovado del misterio de la Iglesia como pueblo de Dios
9¡Vaya! He aquí al típico buenecito tibio atacando a los “ultras” y metiéndolos en el mismo saco que a los herejes: o sea, igual es de malo, para éste tibio, la defensa intransigente de un dogma (“inmovilistas”) …, que el ataque a todos los dogmas en bloque (“progresistas”). Pero, claro, ya sabemos que ser tibio (como estos obispos), es la condición sine qua non para acabar siendo “progresista”.“…preocupados, ya entonces, ante las tensiones que aparecían entre dos grupos extremos de nuestra comunidad cristiana: los que hoy llamarnos ultras inmovilistas o progresistas. Los describíamos así: “la inercia que se aferre al pasado por miedo a las desviaciones que pueden seguirse de los cambios, y el afán de novedades que da valor a lo nuevo por la única razón de su novedad”.
Cooperación e independencia entre Iglesia y Estado
10He aquí una falaz media verdad pues, según la milenaria doctrina católica y por supuesto, de los papas anteriores al Vaticano II, la comunidad política y la Iglesia aunque son independientes entre ellas están llamadas a cooperar al mismo fin en su trasfondo y en materias comunes; por lo que las leyes del Estado deben adecuarse y no contradecir a lo dispuesto por la Iglesia. No basta con definirlas solo como "independientes y autónomas en su terreno"....Los obispos españoles salimos del Concilio convencidos de que entrábamos en una era nueva en las relaciones entre la Iglesia y la comunidad política española. Sabíamos de siempre lo que enseña el Vaticano II, que la comunidad política y la lglesia son independientes y autónomas cada una en su propio terreno.
Esa y no otra es la verdad que los “obispos españoles” (y de todo el mundo) “sabían de siempre”: la colaboración entre ambas sociedades perfectas. Miente, por tanto, Cirarda al fingir que la tesis de “la (sola) independencia y autonomía de cada una en su terreno” (puro liberalismo asumido por el Vaticano II) es algo como de derecho divino… y, además, miente al decir que tal barbaridad ellos la “sabían desde siempre”. Sí acierta en decir que el Vaticano II dogmatizó la barbaridad en cuestión.
11Vuelve otra vez a exculpar del catolicismo en España a la Santa Sede (y a su magisterio milenario y a su derecho canónico), remitiéndolo todo, falazmente, como a asunto interno exclusivo y caprichoso de los monarcas y gobernantes españoles y de la Historia de España; ¡¡como si los privilegios y derechos del catolicismo en España no hubieran sido asuntos que implicaron a la Historia de la Iglesia, a sus papas, nuncios, magisterio, derecho canónico, etc.!! Si “la Historia de España había ido trenzando estrechamente lo católico y lo nacional”, por lo mismo, también había trenzado al Vaticano y a España… ¡¡O acaso está insinuando que lo católico de España era algo ajeno a Roma y a sus papas!! Vaya jeta que tiene el tipo.…Pero la Historia de España había ido trenzando estrechamente lo católico y lo nacional, lo solamente eclesiástico y lo civil. No era cosa de los últimos años. Tenía antigüedad de muchos siglos. Muchos bienes se habían seguido de tal situación.Pero también males.
Dice: “Muchos bienes se habían seguido de tal situación. Pero también males.” Bueno; podía haber especificado, por lo menos, algunos de esos “males”; y decir si fueron más que los bienes o y si valieron la pena para lograr los bienes”. Pero, lógicamente, dice que hubo “males”… sólo para justificar la renuncia a los bienes que decretó su amadísimo Vaticano II ( que es de lo que trata toda su perorata).
12Hay que aclarar eso. Lógicamente, la renuncia a esos“privilegios”, estos bigardos la acompañaron con la renuncia a unos deberes que secular y canónicamente tenían encomendados: dejaron de vigilar y denunciar la inmoralidad de costumbres, de prensa y de ideas en cada diócesis y cada ciudad; hicieron la vista gorda con el proselitismo de las sectas, pasaron a quitarse los hábitos y las sotanas para camuflarse (¿…y poder así pecar mejor?), menos catequesis y clases de religión, menos misas y confesiones, menos procesiones etc. Por supuesto, la renuncia a esos deberes la hacían a la chita callando……A poco, de acuerdo con lo que habíamos aprobado en el Vaticano II, hicimos pública nuestra prontitud para renunciar a los privilegios que pudiera tener la Iglesia en España, y aún al ejercicio de ciertos derechos legítimamente adquiridos tan pronto como conste que el uso puede empañar la pureza de testimonio o las nuevas condiciones de vida exijan otra disposición.
13Efectivamente, el alejamiento hacia la Iglesia partía siempre del Estado. Algo lógico: de un lado, porque la doctrina eclesial siempre postuló lo contrario, como sabemos. Y de otro, porque los estados liberales tenían sus propios principios exclusivistas y anticlericales. Pero que mons. Cirarda se vanagloriase de ser ahora la cúpula de la Iglesia la que imita el gamberrismo de los postulados liberales solo es indicio de la degeneración y podredumbre de las jerarquías eclesiales.En este orden de cosas, nuestro postconcilio aporta un hecho histórico quizás sin par. Cuando la Iglesia y el Estado han estado muy unidos, aquí o en otras partes, su alejamiento ha sido forzado normalmente por iniciativa de los Estados, bien por prejuicios laicistas o persecutorios, bien por estatismos agudos exacerbados. En la última década española es la Iglesia quien viene esforzándose por garantizar y salvaguardar su plena libertad, cueste lo que costare
14¿Y en qué aspecto no era “libre” la Iglesia con Franco si todo eran privilegios para ella? ¿Acaso en esconder etarras, explosivos y metralletas en sacristías y sagrarios? ¿En predicarse el marxismo en homilías de muchos sacerdotes? ¿En acoger a huelguistas y alborotadores marxistas en iglesias? Mira por donde, me parece que el freno a esas “libertades” políticas para alborotar, no era solo cosa de Franco; jamás ningún Papa preconciliar y ni el mismo Pío XII las hubiera consentido (y ni aun imaginado). Cirarda sabía eso de sobra....En la última década española es la Iglesia quien viene esforzándose por garantizar y salvaguardar su plena libertad, cueste lo que costare, a la vez que cuida de seguir ofreciendo y practicando aquella sana colaboración con la comunidad política, que conviene al pueblo, a quien tanto el Estado como la lglesia sirven desde ángulos distintos complementarios.
¿Y como serían esos tales "ángulos distintos complementarios" ? ¿habrán podido conciliar la retirada del crucifijo en edificios oficiales?; ¿habrán dado poder al Estado para censurar temarios de religión de escuelas públicas?; ¿servirán para arreglar el escandaloso acceso al divorcio de los casados por la Iglesia? ¿y el matrimonio civil de homosexuales católicos? ¿y la obligación de fiestas religiosas que el Estado quiera ignorar? ¿ y para no gravar con impuestos los bienes de la Iglesia? ¿y sabrán condenar a monarcas "católicos" firmadores de leyes abortistas? ¿impedirán a los obispos rendir honores a reinas "católicas" que abortan como si tal cosa?... etc.
Muy aguda, la nueva teoría, sí señor...
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