Revista FUERZA NUEVA, nº 504, 4-Sept-1976
HA MUERTO JAIME CALDEVILLA
(Era director de la revista “Iglesia-Mundo”)
Fue combatiente y fundador del Tercio de Requetés Nuestra Señora de Covadonga en la Cruzada
Llevó a cabo una gran labor diplomática en Cuba y en la ONU
Dios, España y el periodismo acaban de perder a uno de sus más formidables campeadores: un hombre que lo mismo que en la Cruzada se entregó con entusiasmo a la lucha, formando en los Tercio de Requetés para combatir al marxismo, después en la paz ha luchado en la esfera diplomática o en el periodismo, mediante su acerada pluma, por la continuación de unos ideales que hoy vuelven a estar en peligro.
Como tradicionalista fervoroso, Dios y la Patria eran su afán primordial, y al frente de “Iglesia-Mundo”, revista que conserva las más puras esencias ortodoxas del catolicismo, venía combatiendo desde hace años con denuedo, denunciando a la par las herejías que tratan de minar la Iglesia de Cristo y la infiltración comunista que ha irrumpido, una vez más, por extrañas claudicaciones, componendas y proclividades de los políticos en la Nación que la venciera en 1939.
Combatiente en la Cruzada
Ese ha sido Jaime Caldevilla y García Villar, asturiano de Cangas de Onís, cabe a Covadonga, cuna de la primera Reconquista. Ese espíritu de devoto hijo de la Santina y de hombre impregnado de sentido histórico, alentaron, sin duda, su ideario político. Por eso tomó parte en la segunda Reconquista. Y estaba dispuesto a la tercera, que ahora parece augurarse sobre España. Caldevilla combatió en el Tercio de Requetés de Covadonga, del que fue uno de sus fundadores: los hechos de armas de esta agrupación militar prueban el ardor con que los hombres como este asturiano se jugaron la vida por Dios y por España.
Estudiante y periodista
Luego, al concluir la guerra de liberación, Caldevilla dejó las armas por los libros. Estudió Filosofía y Derecho en la Universidad de Oviedo y, concluidos los mismos, se dedicó a la docencia. Sin embargo, no era ése su camino. Un nuevo frente ce combate habría de atraer su espíritu inquieto y apasionado. Fue el periodismo lo que le llevó a la dirección del diario “Región”, de la capital asturiana. Después, nuevo rumbo a su vida, con una gestión de la máxima importancia. Nombrado consejero de Información y prensa en la Embajada de España en Cuba, lleva a cabo en La Habana una extraordinaria labor. Primero, como experto de la delegación Española en la ONU, que le lleva a Nueva York durante tres asambleas generales.
Después, como diplomático, junto al embajador Lojendio, es testigo del famoso incidente con Fidel Castro y sufre, muy pronto, las consecuencias de la tensión política. Su ayuda a miles de españoles y cubanos, facilitando su salida para España o hurtándolos a la persecución castrista, le gana la animosidad de las autoridades castristas. Caldevilla es secuestrado y, gracias a su temple y serenidad y a su acción enérgica, consigue que le pongan en libertad y llegar a salvo a nuestra representación oficial en la capital cubana, tras unas largas horas de angustia. Vicisitudes que ha vivido, como en todo momento, su esposa y magnífica colaboradora doña Rosa María Menéndez Garrido.
Vuelto a España y recibido por Franco, el Jefe del Estado está dispuesto a confiarle nuevas misiones; pero considera al conocer los hechos, que, para evitar acciones contra Caldevilla en Hispanoamérica, donde la crisis internacional se agrava, el ilustre periodista llevará mejor a cabo su patriótica labor en España.
Hombre de cultura
Caldevilla, que en una ocasión se acercó a la tribuna de FUERZA NUEVA para denunciar los planes comunistas, condecorado con la Encomienda de Número de Isabel la Católica, Encomienda del Mérito Civil, Cruz del Mérito Naval y Laureada Colectiva de San Fernando, en reconocimiento a sus méritos, tanto en la guerra como en la paz, no puede permanecer quieto. Su dinámica le impele a coger de nuevo la pluma y, al frente de la revista de “Iglesia-Mundo”, en un momento decisivo e histórico para la religión, vuelve a asumir otra función de primer orden. Quincenalmente, a través de la revista, sus editoriales han denunciado o defendido, según el caso, lo que él consideraba, respectivamente, una amenaza para los principios de la Iglesia o los Principios del Movimiento Nacional.
El 18 de Julio, con su gloriosa significación, ha sido en la última etapa de su vida combativa el eje de esa acción, como hombre tradicionalista, magnífico requeté y hombre de cultura que sabía que debía poner al servicio de Dios y de la Patria su inteligencia y su empeño profesional. Hombre de lealtades y de fe, jamás ha claudicado ni ha conocido el desánimo. Porque era auténtico creyente, devoto y apasionado, que, como Vázquez de Mella, creía que la Religión Católica es la inspiradora de España, la informadora de toda su vida, lo que le ha dado el ser, y sin la cual no hay alma ni carácter ni espíritu nacional. Y hasta su último suspiro, en la tarea periodística ha luchado por ese ideal. Dios se lo haya premiado.
P. R.
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