Pablo VI y la autodemolición de la Iglesia (i)

Redacción | Publicado el 28 Abril, 2009 |
Desde octubre de 2002 ha aumentado notablemente el afán de maquillar la memoria de los papas conciliares Juan XXIII y Pablo VI, particularmente el último. Es también cruzada de algunos círculos del Opus Dei que desean a Pablo VI intachable para que la canonización de su Fundador no caiga en sospecha de “error arbitral”, como la de San Jorge y de otros santos desantificados. Pero todavía muchos católicos se preguntan cómo fue que Pablo VI denunciara la autodemolición de la Iglesia o, peor, nos advirtiera de su invasión por entes preternaturales, según Ricardo de la Cierva, o el humo de Satanás. Pienso que la respuesta no es tan difícil. Sólo hay que hacer memoria de algunos de sus hechos y dichos de los que en este artículo seleccionaremos los más destacados.
La llegada a la Sede de San Pedro del ex-Pro-Secretario de Estado, Juan Bautista Montini, determinó una auténtica revolución. Ya saben ustedes lo que eso es: que lo que antes era ahora no sea, que lo que estaba arriba pase a estar debajo. Pablo VI impulsó un cúmulo de audaces cambios, transformaciones y errores no superado en la historia de la Iglesia. Piénsese que lo que todos los heresiarcas juntos no pudieron destruir, en su pontificado lo obtuvieron gratis. Sus lamentos jeremíacos suenan a hueco precisamente porque fue por su gobierno que se justificaron, de modo que no sabemos si interpretarlos más como muestra de la hipocresía farisea recibida en sus genes que como patológica inconsciencia. Examinemos algunos.
1.- El 20 de marzo de 1965 Pablo VI recibía en audiencia privada a un grupo de dirigentes del Rotary Club, oportunidad que aprovechó para elogiar sus métodos asociativos y de captación. Y los objetivos. No importó al Papa que al Rotary Club en todo el mundo se le conoce como filial de la Masonería.
2.- El 7 de agosto de 1965 Pablo VI levantaba al Patriarca Atenágoras la excomunión que en 1054 lanzara León IX a los cismáticos orientales. A esta generosidad con la pólvora del rey, es decir con la fe católica, el Patriarca en nada correspondía de sus viejos motivos segregadores. El caso es que, desgraciadamente, al levantar el Papa la excomunión, la Iglesia Católica aceptaba por primera vez la falsa doctrina de ‘las iglesias hermanas’. Falsa porque Jesucristo fundó una única Iglesia.
3.- Con el Motu proprio “Apostólica sollicitudo”, del 15 de septiembre de 1965, Pablo VI instituyó las conferencias episcopales, algo que nunca antes existiera en la Iglesia de jurisdicción apostólica. Un grave peligro aparecía claro para las cabezas más avisadas: que el Primado del Papa se redujera a condición honorífica en una confederación de iglesias autónomas.
4.- El 23 de marzo de 1966, acompañado por el cismático “Arzobispo” (laico) Dr. Ramsey, el Papa Montini visitó la Basílica romana de San Pablo Extramuros y en aquel acto público cedió al anglicano la bendición a los fieles, incluidos obispos y cardenales. Sin embargo, lo peor no era ese obsequio sino que al abrazar al hereje se contradecía la Bula “Apostolicae curae”, de septiembre de 1896, en la que León XIII anuló todas las órdenes anglicanas. Otro asunto es la contradicción de hablar con quien no existe, el anulado Ramsey, o hacer de León XIII el papa que no existió.
5.- Por el Motu proprio “Sacrum diaconatus ordinem”, de 18 de junio de 1967, se admitía al diaconado a hombres de edad madura, tanto si eran solteros como si estaban casados. Un gesto paternal en apariencia, que al suponer una nueva clasificación de sacerdotes casados determinó que, tres años después, el mismo Pablo VI no supiera cómo frenar la sangría de secularizaciones y solicitudes de liberación del celibato.
6.- Con la Constitución Missale Romanum y, más tarde, en el Nuevo Misal, Pablo VI sustituía el antiguo rito romano de la Misa, que se originaba en los tiempos apostólicos, con otra nueva, pervertida de inicio. Con el supuesto buen propósito de “aggiornamento” el Papa Pablo VI buscó más imitar a los protestantes pero sin obtener la contrapartida de que aceptaran los dogmas esenciales de nuestra fe. Contrariamente, la innovación pastoral consistió en suprimir o disimular los dogmas católicos que molestaban. Tanto con ellos como con los judíos.
7.- Con el Motu proprio “Matrimonia mixta”, de 31 de marzo de 1970, pretendía hacer más fáciles los matrimonios entre un fiel católico y un cónyuge no católico. La fórmula no pudo ser más onerosa para la Iglesia ni más rumbosa con el infiel pues que eximió al cónyuge no católico de comprometerse a que sus hijos se bautizaran y educaran en la fe católica. Para compensar el desequilibrio impuso a los párrocos el deber de informar a la parte no creyente de los compromisos que asumía… ¡la parte católica! (Código de Derecho Canónico, de 1983. c. 1125).
8.- Con el Motu proprio “Ingravescente aetatem”, de 22 de noviembre de 1970, Pablo VI reglamentaba que los cardenales con más de ochenta años de edad no participaran en el Cónclave. Una medida, como tantas, en que tras la apariencia de practicismo, o si se quiere de piedad, se despreciaba la sabiduría de la edad, consuetudinariamente respetada en la Iglesia, y se apartaba de la Curia, del Cónclave y de las diócesis a los elementos tradicionales que pudieran obstaculizar el desarrollo de la nueva religión.
9.- El 14 de junio de 1966, abolió el Índice de libros prohibidos con la nota “Post Littera apostolicas”. Esta decisión se justificaba “en la libre responsabilidad de los cristianos adultos”. Aparte de ser una penosa dejación del deber de la Iglesia para con sus hijos, a los que dejaba como ovejas sin pastor en un mundo de lobos, la permisión indiscriminada de lecturas trajo toda clase de herejías, muchas de ellas firmadas por autores eclesiásticos y, para mayor anarquía, incluso vendidas en librerías católicas.


Pedro Rizo | Pablo VI y la autodemolición de la Iglesia (i) : Actualidad