Fuente: The New Age, 27 Octubre 1921, nº 26, Vol. 29. Página 304.
PREGUNTA Y RESPUESTA
¿Puedo hacer una sugerencia en Economía elemental?
Todos los hombres capaces de discutir la presente situación o dispuestos a discutirla honestamente ven, por supuesto, que tenemos en Inglaterra la energía mecánica, así como también la energía humana, para producir en abundancia aquellos artículos fabricados que pueden producirse totalmente dentro del país. En este sentido, es verdad que la pobreza respecto a esas cosas puede deberse nada más que a una insuficiente organización, ya proceda ésta de la locura, o ya proceda de una adhesión a un principio moral (tal como el de propiedad privada), o ya proceda de cualquier otra causa. Del mismo modo, si vemos a un hombre abstenerse de toda la comida que le rodea, tendríamos derecho a decir que él, o bien era excesivamente estúpido, o estaba obedeciendo alguna orden cruel, o quizás estaba ayunando debido a algún motivo religioso.
Muy bien.
Pero, ¿qué cosas pueden producirse en esta isla con las solas energías de sus habitantes? Tenemos la maquinaria para dar a cada hombre, mujer y niño varios pares de botas, pero, ¿tenemos el cuero, y podríamos cultivarlo? Podemos tejer, cortar y coser para cada hombre, mujer y niño abundancia de ropa cálida hecha de lana, pero, ¿tenemos la lana? Todos ellos pueden tener el hilado, el tejido y el corte de bienes de algodón en abundancia, pero, ¿tenemos el algodón?
Es elemental que una gran masa de lo que consumimos bajo cualquier sistema, con independencia de lo favorable que sea para una máxima producción y consumo, conlleva o acarrea el tener que importar a una escala muy grande. Esa importación puede obtenerse, por supuesto, mediante negociación del Estado. El capitalismo no le es necesario. Un Estado Comunistas podría, por ejemplo, en teoría (presumiendo, en aras de la hipótesis, que semejante Estado pudiera funcionar en absoluto) obtener trigo de Argentina contra cualesquiera artículos fabricados que los argentinos pudieran querer, y no habría necesidad de que entrara en absoluto ninguna cuestión sobre “coste de producción” sino hasta el momento en que hubiera competencia con algún otro Estado Comunista que también quisiera exportar.
Pero lo que todavía no hemos tenido es un programa para obtener esas importaciones, ya sea en la forma hipotética comunista, ya sea en cualquier otra forma; y considerando que las importaciones están en la base de las necesidades absolutas en nuestro caso –(de todas las necesidades a excepción de calefacción y viviendas –e incluso la vivienda normal necesita de madera)– las importaciones constituyen la clave de la situación. Incluso si tuviéramos una máquina que a un toque de la mano de un hombre pudiera arrojar toda la energía de fabricación requerida por nuestro pueblo para quedar ampliamente satisfecho por ese lado, habríamos de seguir estando todavía bajo una necesidad absoluta de importar. Hay muy pocas áreas en el mundo que dependan así de la importación en absoluto, y nuestra isla es la única área nacional que depende de la importación para la mera vida. Esto me parece a mí que altera todo el problema para nosotros en comparación con cualquier otro pueblo. Si tuviéramos estadistas no sería suficiente con que ellos estimularan la fabricación (tal y como podemos) para satisfacer al máximo la demanda doméstica. También tendrían que asegurar las importaciones: es en esto en lo que se ha de pensar, ¿no es así?
H. BELLOC
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La respuesta a esto va directa a la raíz de la diferencia entre el actual sistema económico, y el que se defiende en estas páginas. Toda la tendencia del capitalismo ortodoxo consiste en hacer baratos a los hombres y en mantener caros lo bienes: en otras palabras, consiste en hacer trabajo (“empleo”), no en suministrar bienes con el mínimo posible de trabajo. El resultado de esto es que la capacidad productiva, digamos, de estas islas nunca ha sido explotada a fin de producir y suministrar bienes consumibles, hasta el día en que la guerra nos forzó a ver ciertos destellos elementales de la realidad. Siempre se ha afirmado que debemos importar enormes cantidades de trigo, por ejemplo, pagando por ellas con bienes fabricados o manufacturados; y antes de la guerra nosotros importábamos aproximadamente el suministro de 42 semanas, de las 52 del año. Bajo la presión de la amenaza de los submarinos alemanes, elevamos nuestra producción de trigo en dos años, siendo la mayoría de la mano de obra agrícola del propio país, hasta llegar a más de cuatro veces las cifras de pre-guerra; y no hay duda alguna de que podemos producir fácilmente el suministro completo de las 52 semanas en este país. Pero eso abarataría el trigo; el precio se volvería incomercial, y la oferta habría de disminuirse a fin de poder subir el precio o mantenerlo a un nivel “comercial”. Eso es exactamente lo que ha pasado; y, en consecuencia, desde el fin de la guerra han cesado de cultivarse 1.000.000 de acres de tierras de trigo británicas. Si bien, bajo cualquier programa económico, las exportaciones e importaciones serían obviamente deseables, y, a todos los efectos prácticos, esenciales, el actual sistema nos hace ser un vendedor obligado, con el resultado de que una cantidad bastante desproporcionada de nuestras exportaciones son pagadas con las materias primas para más exportaciones.
C. H. D.
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