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Tema: ¿Ser de derechas es bueno y de izquierdas malo, o era al revés...?

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  1. #9
    Avatar de Valmadian
    Valmadian está desconectado Miembro tradicionalista
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    Re: ¿Ser de derechas es bueno y de izquierdas malo, o era al revés...?

    No sé por qué, pero me estaba acordando de mi amigo Felipe Llopis de la Torre del que no sé nada desde hace...¡hum! demasiados años. Con sus dos metros de bonhomía, siempre positivo, generoso y educado. Sus charlas de café en el Hotel Velázquez de Madrid eran un gusto por que eran divertidas en medio de la seriedad debida. En su día publicó un opúsculo (MONTEJURRA. Tradición contra Revolución editado por Edit. RIOPLATENSE (1976) y que yo bien me procuré un ejemplar que después me dedicó. Hace un repaso somero de lo que es la Tradición y el Carlismo, lo dedica a Don Sixto Enrique de Borbón al que manifiesta su lealtad y en donde no deja de tocar a "los referentes" que, para un buen carlista son más los liberales que los socialistas, aunque éstos sean un calco especular de los otros. A su manera hay que ver cómo relata un pasaje de la Biblia:

    "Estas tendencias enfrentadas de derecha e izquierda son autodefensa natural que obliga a la sociedad a reaccionar contra aquellos que tratan de destruirla por el predominio constante de una de ellas. Debido al instinto de conservación, la Humanidad va consiguiendo caminar sin perder el rumbo como resultante del predominio alternativo de estas dos tendencias -andadura defectuosa y zigzagueante-, que la permite subsistir y continuar su andadura.

    Una tiende a que el hombre obre libremente con arreglo a la propia conciencia, sin sujetarse a normas fijas en donde inspirar la justicia para señalar el propio deber de cada uno. La otra tiende a que el hombre obre al dictado de un responsable común y único -a modo de pater familia-, que con arreglo a su propia conciencia y sin sujetarse tampoco a las normas fijas en donde inspirar su justicia, la dicta, también libremente para que los demás cumplan lo mandado.

    Ninguna de estas tendencias acepta que la justicia conmutativa y la distributiva tienen que supeditarse a la justicia política que persigue el bien común y que ésta debe inspirarse en la Ley de Dios y en la ley natural, y no deben venir dictadas libremente por nadie, porque jamás sería objetiva.

    En los hijos de Jacob o de Israel, ya se dieron estas dos tendencias muy acusadas. Por tratarse de una familia adinerada, la mayoría de ellos eran de tendencia liberal capitalista y pensaban que deberían explotar y administrar las fincas y ganados que entre ellos había repartido su padre, con entera libertad, empleando luego los beneficios como mejor les pareciera.

    Imagino que cada uno le entregaría a su padre una parte de esos beneficios en concepto de arrendamiento o de compensación como una renta vitalicia. Probablemente unos le entregarían una cantidad fija; otros, un porcentaje sobre los ingresos o lo que buenamente les sobrara; tal vez alguno le pagaría en especies y no faltaría quien le regateara toda compensación. Lo que parece seguro es que ninguno daba cuentas a su padre de lo que hacía para administrar sus bienes, ni de cómo pensaba invertir el dinero que ganaba.

    Solamente José, que era el penúltimo de estos doce hijos, creía que era más justo trabajar todos bajo la dirección de su anciano padre, entregando a éste los frutos recolectados y los beneficios económicos obtenidos, para que él repartiera lo que creyera conveniente entre sus hijos con arreglo a las necesidades de cada uno y según su criterio.

    Esto le perjudicaba a José puesto que sus necesidades eran menores que las de sus hermanos por ser soltero todavía, mientras que la mayoría de sus hermanos estaban casados y tenían hijos, pero no le importaba porque consideraba justo este proceder y obraba con arreglo a su conciencia, pese a que sus hermanos no le imitaban.

    Dios veía con buenos ojos la postura de José, quien entregaba a su padre la totalidad de los productos de sus tierras y de su ganado, y en prueba de ello Dios le premiaba, hasta tal extremo que sus siembras se doblaban por el peso de las espigas y su ganado producía tres veces más que el de sus hermanos.

    Esto provocó la envidia de ellos, que además intuían que José era el preferido de su padre, y como buenos liberales decidieron quitársele de en medio por la vía rápida, vendiéndole a unos mercaderes que lo llevaron a Egipto. Al padre le dijeron que lo había devorado una fiera del monte, para que no intentara buscarle, pero si no hubieran encontrado la solución de venderlo como esclavo, tampoco les hubiera frenado otro procedimiento más drástico para deshacerse de él.

    El resto de la historia también es aleccionador, porque nos muestra el fallo de la tendencia de José. Una vez en Egipto, como consecuencia de haber interpretado bien unos sueños del faraón, éste encarga a José la administración del país, con el fin de que ponga en práctica la solución sugerida, construyendo grandes silos para almacenar, durante los siete años de grandes cosechas, todo el grano que fuera posible, y luego repartirlo entre el pueblo, con arreglo a sus necesidades, durante los siete años de plagas, sequía y malas cosechas. Así, se le presentó a José la oportunidad de instaurar un Estado paternalista que sería el primer régimen socialista del mundo.

    Desde ese momento empiezan a manifestarse los defectos de la tendencia de José. Lo primero que precisaba era de personas de su confianza, para confiarles los cargos de mayor responsabilidad al frente de los grandes almacenes y de la administración, y no encontró a nadie mejor para estos puestos que a sus propios hermanos, a los que mandó llamar para que le ayudasen. Vuelve a confiar en los mismos liberales que ya le habían traicionado con anterioridad, lo cual demuestra que ambas tendencias reúne a los mismos perros con distintos collares.

    Es muy sencillo imaginarse el expolio. Toda la elemental economía del país en aquella época queda así centralizada por el primer Estado paternalista o totalitario del mundo, y ese Estado estaba en manos de personas acostumbradas a hacer de su capa un sayo. Bien conocidos son los abusos de poder que aquel grupo familiar o étnico, que funcionaba como un partido único, ejerció sobre el pueblo egipcio, hasta el punto de provocar que fueran expulsados en masa y perseguidos por el desierto.

    (...) De la tendencia seguida por la mayoría de los hijos de Israel, incorporando distintas fórmulas, surgen todos los partidos más o menos liberaloides, y de la propugnada por José con la aportación de nuevas técnicas , brotan diferentes ideologías de matiz socialistoide, pero las raíces son las mismas."


    (págs., 44-48)

    No sé si esta explicación te ayuda en tus dudas acerca de las "derechas" e "izquierdas", pero si se aplica esta explicación un tanto "sui generis" de buen amigo, además de ilustrativa y divertida, incluye todas las posibles interpretaciones que se quieran dar, sólo hay que leer entre líneas y "cortar y pegar" en cada caso particular. Aquí también está retratado Pablete.
    Última edición por Valmadian; 30/05/2014 a las 19:07
    jasarhez dio el Víctor.
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

    En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47


    Nada sin Dios

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