Dentro de esa heteróclita y erudita variedad, precisamente, se ubica la invención del neocriollo, una cruza idiomática de castellano, portugués y otras lenguas, que él llegó a encarecer como una suerte de sincretismo verbal del continente americano, casi una modalización lingüística de la gran utopía de la reintegración en un solo cuerpo político-cultural que habían alentado los Precursores.
Sus "Apuntes de Neo-criollo", escritos en 1925, fueron publicados cinco años después en la revista Azul, una curiosa publicación en la que colaboraron también Arlt, Borges, Olivari, Rega Molina y los hermanos González Tuñón, aunque algunas primicias de la nueva creación fueron conocidas hacia 1927, pues en neocriollo vertió precisamente Xul Solar al poeta alemán Christian Morgenstern para la revista Martín Fierro. Un poema en la nueva lengua sincrética fue recogido asimismo por Elvira de Alvear en el primer número de Imán (1931), y otro aparece hacia la misma época en la tercera entrega de Signo (1930).
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