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Tema: La mujer hispana en América.

  1. #21
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    Re: La mujer hispana en América.

    Ana Francisca de Borja y Doria


    Ana Francisca de Borja fue una noble europea nacida en el Ducado de Gandia, miembro de la distinguida Casa de Borgia. La historia de esta mujer de buena cuna y de familia prestigiosa se vincula con el Perú a través de su esposo, el conde Pedro Antonio Fernández de Castro.

    Cuando Fernández de Castro es designado Virrey del Perú en 1667 por orden de la reina regente Mariana de Habsburgo es que Ana llega a estas tierras. Su esposo tuvo que viajar al sur del Virreinato para sofocar una rebelión por lo que legalmente entrega el poder a Ana como "Gobernadora del las tierras del Perú". Es así que Ana Francisca se convierte en la primera gobernante del Perú.

    Desde el primer día hizo entender que ella tenia las riendas del Estado, era una mujer de carácter que supo lidiar con la crisis política de la capital y con los prejuicios de la época.

    Tras el ataque pirata a Portobelo (Panamá) la virreina envió tropas y suministros, se encargó de organizar la defensa de los puertos del Perú frustrando así las pretensiones del pirata Morgan de atacar el Virreinato, combatió el contrabando y reorganizó el comercio ambulatorio en las ciudades principales.





    https://www.facebook.com/18705357365...type=3&theater
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  2. #22
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    Re: La mujer hispana en América.

    Las nobles de linaje incaico eran muy cotizadas por los indios, españoles y mestizos plebeyos que veían en ellas un medio para alcanzar un mejor status social.

  3. #23
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    Re: La mujer hispana en América.

    Españolas en el Nuevo Mundo , documental





    https://www.youtube.com/watch?v=ifcxi_QQXLY

  4. #24
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    Re: La mujer hispana en América.

    Isabel de Santiago (1660-1714)



    “Arcángel Gabriel”. Atribuido aIsabel de Santiago, segunda mitad del sigloXVII, principios del XVIII.
    Museo Fray PedroGocial. Quito


    Isabel de Cisneros y Alvarado nació en Quito en la segunda mitad del siglo XVII (probablemente en la década de 1660 a 1670) y murió en el año 1714 en la misma ciudad. Fue hija de Miguel de Santiago, considerado el mejor pintor del siglo XVII en Ecuador, y de doña Andrea Cisneros y Alvarado. Recibió los apellidos de su madre pues su padre no deseaba que sus hijos llevasen un apellido que no les pertenecía (Santiago, que él mismo había tomado de su benefactor), ni Vizuete (que representaba su pasado indígena); sin embargo en el medio artístico fue siempre conocida como Isabel de Santiago.

    Contrajo primer matrimonio con Juan Merino de la Rosa, Portero Mayor de la Audiencia de Quito. Tras la muerte de este, se casó con el capitán Antonio Egas y Venegas de Córdoba. De este matrimonio nacieron cinco hijos, tres hombres y dos mujeres: Agustín, María Mónica, Nicolás Fortunato, Antonio y María Tomasa. Dos de ellos se hicieron sacerdotes de la orden agustina a la que tanta devoción le había profesado su abuelo materno.

    Isabel siguió los pasos de su padre y fue heredera de su taller, en el que habitualmente trabajaron ella y su marido. La artista ya era viuda cuando falleció su progenitor en 1706 y continuó pintando hasta su muerte. Por su testamento se sabe que fue respetada en su profesión, ya que recibió numerosos encargos, concluyó obras de su esposo y realizó otras para cancelar algunas deudas dejadas por él.

    Por ser mujer no pudo realizar los exámenes para la obtención de los grados que la acreditaban como una pintora profesional, pero se ganó el respeto, tanto que uno solo de sus lienzos era aceptado como pago de grandes deudas que le habían dejado su padre y su marido. Mientras trabajó con su padre, ambos se dividían las ganancias en partes iguales.

    El historiador quiteño Federico González Suárez dice que se destacó en la pintura y manejaba el pincel con admirable delicadeza. El historiador y arqueólogo Jacinto Jijón y Caamaño afirma que el estilo de Isabel se caracteriza por un cúmulo de flores y animalillos que reflejan "la pequeñez de su espíritu", entendido esto último como un halago a su pureza de espíritu y humildad.

    Su obra más conocida es el retrato que le hizo a Sor Juana de Jesús, monja clarisa a la que le atribuían comportamientos de santa. Pocos días después de su muerte, en 1703, le encargaron el retrato a su esposo, quien sintiéndose incapaz de realizarlo se lo pidió a Isabel.

    Su estilo personal, de belleza floral, luminosidad y presencia de pequeños animales, se ve en el resto de sus trabajos, entre ellos los lienzos titulados "El hogar de Nazareth", guardado en el convento de San Diego, y "El arcángel Gabriel" en La Merced. Además, Isabel trabajó en conjunto con su padre en varias obras muy conocidas, entre ellas: "La Virgen de las Rosas", para el convento de Santo Domingo; "La Virgen de las Flores", que se encuentra en el Museo de Arte Colonial, de Quito; y "San Antonio de Padua", para el monasterio de El Carmen Alto.


    Los óleos sobre la infancia de la Virgen María y también del niño Jesús se convirtieron en su especialidad tras las muertes de su padre y esposo.


    Isabel continuó pintando hasta el día de su muerte, ocurrida en Quito en 1714. Fue enterrada en el convento de La Merced.





    “El hogar de Nazaret”. Atribuido a Isabel de Santiago, segunda mitad del siglo XVII, principios del XVIII.
    Museo del Convento de San Diego. Quito





    _____________________________

    Fuente:

    Mujeres pintoras: Isabel de Santiago (1660-1714)

  5. #25
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    Re: La mujer hispana en América.

    Beatriz de la Cueva es nombrada Gobernador de Guatemala

    Manuel de Francisco 09/09/2018






    Tal día como hoy [9-9], en 1541, el Cabildo Guatemalteco nombró a Beatriz de la Cueva Gobernador y Capitán General de Guatemala. No nos confundan los nombres. La Capitanía de Guatemala llegó a abarcar las actuales Repúblicas de Guatemala, Belice, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica, además del Estado mexicano de Chiapas y las actuales provincias panameñas de Chiriquí y Bocas del Toro. La sede se encontraba en la actual Antigua Guatemala y basta observar los edificios de la época de gestión española para darse cuenta de la importancia de la ciudad y del cargo.


    ¿Cómo rayos llegó una mujer a semejante cargo y a mediados del siglo XVI?


    Beatriz de la Cueva nació en 1490 en la ciudad de Úbeda​ en el Reino de Jaén. No. No es una errata del autor. El reino de Jaén existía en esta época y era simplemente el nombre de una de las jurisdicciones administrativas de la época.


    No se conoce la formación que recibió, pero debió ser muy esmerada y no se limitó a lo que el vulgo cree que era la norma en la España de 1490. Sabía leer y escribir y conocía lo suficiente de leyes para desenvolverse con soltura a la hora de redactar codicilos y proclamas. El caso es que su hermana mayor, Francisca de la Cueva, se había casado con Pedro de Alvarado, uno de los que participaron en la conquista del Imperio Azteca. Francisca falleció nada más desembarcar en América. La mortandad entre españoles era de igual calibre que entre los indígenas. Ambos no estaban preparados para entrar en contacto con patógenos de ambos lados del Atlántico.


    Beatriz aprovechó la ocasión y convenció a Pedro que casarse con ella era un buen negocio. Se casaron, organizaron una expedición a Guatemala y una vez allí, Pedro se fue hacia el norte a la conquista de nuevas tierras (no había tenido bastantes aventuras) y Beatriz se quedó en Guatemala.


    A Pedro se le acabó la buena suerte y murió luchando en el centro del actual México durante la llamada guerra del Mixton. Entonces ocurrió lo extraordinario. Reunido el Cabildo de Guatemala, se nombró Gobernador y Capitán General a Beatriz de la Cueva. No era un nombramiento desde la cúspide del imperio, era un acuerdo votado legalmente (hoy diríamos democráticamente) entre los vecinos de la ciudad. A pesar de lo poco que sabemos de Beatriz, no cabe que de era era una persona muy capaz como político.


    De sus capacidades como gestoras, no sabemos nada. Dos días después de su nombramiento, unas fuertes lluvias provocaron un alud que arrasó la capilla donde Beatriz se había refugiado con su sequito. Parece que no hubo sobrevivientes.


    Sirvan estas líneas como homenaje a las mujeres españolas que contribuyeron positivamente a la epopeya de ultramar. No eran en absoluto floreros y sus tareas no tenían más límite que sus capacidades e imaginación.



    Manuel de Francisco


    https://espanaenlahistoria.org/perso...beatriz-cueva/
    Mexispano dio el Víctor.

  6. #26
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    Re: La mujer hispana en América.

    Mujeres que destacaron en la conquista y colonización de América

    Las primeras europeas que arribaron al Nuevo Mundo cumplieron roles importantes.
    por Roberto Villalobos Viato

    Publicado el 4 de septiembre de 2016 a las 0:09h





    Retrato de Beatriz de la Cueva, "la Sin ventura", quien fue esposa de Pedro de Alvarado. A la muerte de este asumió como gobernadora de la Provincia de Guatemala. Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL.


    Bien sabida es la historia de los hombres que arribaron a tierras americanas, a finales del siglo XV y principios del XVI. Pero, ¿qué es de las mujeres?

    Según el cronista Gonzalo Fernández de Oviedo, en 1502 llegaron las primeras españolas a América, en la expedición que hizo fray Nicolás de Ovando en La Española (actuales República Dominicana y Haití).

    Algunos historiadores, sin embargo, afirman que Cristóbal Colón, desde el Descubrimiento (1492), vino con varias mujeres en sus navíos.

    Con información más precisa vuelve a aparecer Fernández de Oviedo, quien menciona la emigración de ibéricas en 1509, en compañía del virrey Diego Colón. Indica que ahí venía la virreina doña María Álvarez de Toledo y Rojas y, con ella, “algunas dueñas e doncellas hijasdalgo (…) eran mozas (que) se casaron en esta ciudad y en la isla con personas principales e hombres ricos de los que acá estaban, porque en la verdad había mucho falta de tales mujeres de Castilla”.

    Algunas eran las hermanas Juárez, hijas de Juan Juárez, a quienes el cronista consideraba “bonicas”. Una de ellas, Catalina, se casó con Hernán Cortés. También venían en esa embarcación María de Cuéllar, quien contrajo nupcias con Diego Velásquez, conquistador de Cuba.

    “La Corona española estimuló la emigración familiar para evitar que los conquistadores se mezclaran con las nativas, para mantener la pureza de sangre y la garantía de una continuidad cultural”, consigna el documento La mujer en la Colonia, de M. Ángeles Vásquez, publicado por el Centro Virtual Cervantes.

    Desde entonces, la emigración creció. Venían de todos los estratos sociales: hidalgas, soldaderas, amas de casa y hasta sirvientas negras, esclavas o libres, e incluso, delincuentes. Por supuesto, también había parientes o criadas de los conquistadores, así como viudas y solteras que preferían probar fortuna en América.

    Tantas mujeres estaban viniendo al Nuevo Mundo que, el 23 de mayo de 1539, la Corona dejó de otorgar licencias a las solteras: “porque esto queda a nos reservado”, decía el decreto. Años antes (1515), se indicó que las casadas debían acompañar a sus maridos o que, si querían pasar hasta América, debían constatar que tenían pareja en estas tierras y que aseguraran que iban a hacer vida maridable.

    Inhóspito

    El mundo recién descubierto era inhóspito; de hecho, los primeros ibéricos debieron vivir en bohíos y, por tanto, sin comodidades. La sociedad, además, estaba desorganizada.
    En cualquier caso, las mujeres tuvieron que aprender a ser “mandonas”, algo que no podían ser en la España del siglo XVI.

    Aquí, aunque también estuvieron relegadas a un segundo plano, tuvieron más funciones. Como dueñas de la casa, se encargaron de asumir la representación social del marido cuando este se ausentaba, así como ordenar a los criados.

    Cuando sus esposos morían, quedaban como propietarias de la encomienda y con las obligaciones de cobrar tributos, hacer trabajar a los indígenas y adoctrinarlos. Con el tiempo, lo normal era que se volvieran a casar y traspasaran las encomiendas a sus nuevas parejas.
    Asimismo, las amas de llaves y familiares de los curas tenían la responsabilidad de que la vivienda fuera “un modelo para los indígenas”.

    Por supuesto, no todas lograron tener una mejor vida. Muchas desempeñaron oficios como cocineras, tejedoras, vendedoras y, según el historiador chileno Luis Vitale, algunas se dedicaron a la prostitución.






    Dispersión

    Muchas eran las vicisitudes de América en aquellos tiempos, por lo que Santo Domingo (La Española) era el lugar más cómodo para ellas, al menos hasta el primer cuarto del siglo XVI.
    Con el tiempo se poblaron otras localidades. Primero Cuba, después México por su clima más benigno. De ahí se extendieron en otras direcciones, como Guatemala y el resto de Centroamérica. “La gran cantidad de conquistadores y el escaso número de castellanas motivó un enorme grado de mestizaje; muchas de estas mestizas de primera generación figuraron como ‘españolas’ en Perú y Quito”, consigna el libro Mujeres en Indias: mujeres soldado, adelantadas y gobernadoras, de Carmen Pumar Martínez.

    Según la investigadora, el primer contingente importante de féminas que arribó a Guatemala lo hizo con Beatriz de la Cueva, segunda esposa del adelantado Pedro de Alvarado. Según las crónicas de la época, vino acompañada de “20 doncellas para casar”.


    Aguerridas

    Algunas mujeres se salieron del estereotipo de sumisas y tomaron un rol protagónico. Durante la Conquista, algunas se sumaron a las filas del ejército, como Inés Suárez, compañera de Pedro de Valdivia, quien, en 1537 se embarcó y participó en las batallas en Chile. También está el caso de María Estrada, la mujer soldado de México, y la aventurera donostiarra Catalina de Erauso, la monja alférez.

    El Nuevo Mundo también elevó a la categoría de gobernadoras a Aldonza Villalobos y a Beatriz de la Cueva.

    Villalobos —y por un tiempo su mamá, doña Isabel Manrique de Villalobos— dirigió los rumbos de la Isla Margarita (actual caribe venezolano), entre 1527 y 1575. Durante su mandato, la isla pasó de ser nada a una próspera colonia, bastante rica, por cierto, a causa de la explotación de perlas.

    El caso de Beatriz de la Cueva es el más conocido en la historia de nuestro país. Era originaria de Úbeda (Jaen), que hoy es parte de la Comunidad de Andalucía. Se casó con Pedro de Alvarado, luego de que este enviudara de Francisca de la Cueva, su hermana.

    Doña Beatriz y el Adelantado llegaron a Guatemala en 1539.

    Alvarado, en una expedición de conquista en México, murió el 4 de julio de 1541.

    El 9 de septiembre de ese año, De la Cueva fue nombrada gobernadora, cargo que aceptó de buen agrado, firmando la toma de posesión como “la sin ventura doña Beatriz”, convirtiéndose en una de las pocas mujeres con ese cargo en la América colonial.

    De la Cueva, sin embargo, estuvo al mando poco tiempo, ya que uno o dos días después, Santiago de Guatemala fue destruida por una correntada de lodo y piedras que bajó del volcán de Agua. Fue un triste final para ella y su séquito de doncellas.

    Otras fuentes consultadas: Biblioteca de la Academia de Geografía e Historia de Guatemala: Status de la mujer en Centroamérica, de Manuel Rubio Sánchez / Hemeroteca PL / El País: Ellas también hicieron las Américas.


    De armas tomar

    – Doña Luisa Xicontencatl, según el historiador Adrián Recinos, fue la primera mujer extranjera de abolengo que llegó a la Provincia de Guatemala. La primera mestiza de alto estrato social fue su hija, Leonor.

    – Isabel Barreto fue la única almiranta de Felipe II. En 1595 estuvo al mando de una expedición que partió de Perú en busca de las islas Salomón, donde había un supuesto reino de oro y piedras preciosas.

    – Entre las armadoras estuvo la sevillana Francisca Ponce de León, quien fletó su nave San Telmo a Santo Domingo, 17 años después del Descubrimiento.

    – María Escobar fue la primera en importar y cultivar trigo en América. Mencía Ortiz fundó una compañía para enviar mercancías a las Indias, en 1549.




    _______________________________________

    Fuente:

    https://www.prensalibre.com/revista-...on-de-america/

  7. #27
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    Re: La mujer hispana en América.

    Isabel Barreto, la primera mujer almirante en la historia de la navegación

    La conferencia «Isabel Barreto, la primera mujer almirante en la historia de la navegación», octava del ciclo «Españolas por descubrir», corrió a cargo de la historiadora María Elvira Roca Barea. La autora de «Imperiofobia y leyenda negra» repasó la vida de Isabel Barreto (1567-1612), quien acompañó a su marido, Álvaro de Mendaña, en su expedición hacia las Islas Salomón, formada por unas 380 personas en cuatro barcos. Durante el viaje, Mendaña muere y ella es nombrada almirante. Es la primera mujer que tiene este puesto en la historia de la navegación. Su peripecia vital al mando de la expedición en el Océano Pacífico, Filipinas y su vuelta al Perú componen un mosaico de aventuras extraordinarias.





    https://www.youtube.com/watch?v=FtQZovW9ogs

  8. #28
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    Re: La mujer hispana en América.

    Voces conventuales: escritura y autoría femeninas





    Durante los siglos XVII y XVIII los claustros femeninos crearon una cultura propia que se plasmó también en una literatura particular. Las cartas, las vidas de monjas y beatas, los relatos en primera persona, escritos por las mismas religiosas, muestran no solo las dinámicas de su vida cotidiana y sus búsquedas piadosas, sino que también son el resultado de la interacción entre ellas, los monasterios y las instancias de poder, el testimonio de su lucha por ganar el espacio público y ser dueñas de la palabra.





    El libro que publican Beatriz Ferrús Antón y Ángela Inés Robledo en la colección de Cuadernos de América sin Nombre de la Universitat d’Alacant reúne cinco ensayos que, desde una perspectiva actualizada, abordan tanto la investigación del ingente corpus de obras escritas por estas mujeres en la época colonial, como el análisis de dicha producción. Sor María de Jesús de Ágreda, la beata Antonia de Cabañas, Sor Juana Inés de la Cruz y Sor Josefa de los Dolores son las autoras estudiadas, además de presentar también un ensayo sobre los vínculos entre vida y hagiografía, géneros fundamentales en el marco de la literatura conventual, y una bibliografía complementaria sobre el tema.


    Además de las dos editoras, participan en el volumen Julia Lewandowska, Sara Poot-Herrera y Alejandra Araya Espinoza.




    _______________________________________

    Fuente:


    https://enlosbordesdelarchivo.com/voces-conventuales-escritura-y-autoria-femeninas/?fbclid=IwAR1Y20umcbx5el-_Mgrapb8kad7Xl-lY1lQ2vefGD3I7pnm-8SfBINB70LA

  9. #29
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    Re: La mujer hispana en América.


    Ilustración de Inés de Suárez luchando en Chile

    La historia borrada por la Leyenda Negra de las mujeres que acompañaron a Cristóbal Colón a América

    La mitad de las mujeres que emigraron eran andaluzas, un 33% castellanas y un 16% extremeñas. Además, la mayoría eran solteras, el 60%, muchas con hijos, que vieron en América una oportunidad de alejarse del enclaustramiento familiar

    César Cervera

    Se calcula por los registros de la Corona que en el siglo XVI 45.327 colonos llegaron a América, de los cuales hasta 10.118 eran mujeres. Su historia es poco o nada conocida, a pesar de que entre estas valientes se encuentran biografías tan asombrosas como la de Inés de Suárez, con un importante papel en la conquista de Chile, o la de una superviviente del calibre de Mencía Calderón, esposa del adelantado del Río de la Plata, que a la muerte de su marido se hizo cargo de la expedición por este territorio.

    El olvido se debe a la leve memoria de los españoles y, sobre todo, a la alargada mano de la Leyenda Negra, que ha difuminado su presencia para que los violentos y sádicos conquistadores no parezcan demasiado humanos. En el imaginario popular, los británicos que llegaron a América siguen siendo pacíficos y familiares colonos (palabra de raíz griega que significa labrador), mientras los españoles fueron sádicos colonizadores (palabra procedente de imperialismo, un fenómeno propio del siglo XIX) en busca de oro y sexo.

    El tercer viaje de Colón

    El 30 de mayo de 1498, Colón partió al frente de una flota de seis barcos en lo que fue su tercer viaje al Nuevo Mundo. Una vez en América, la situación que encontró en Santo Domingo era de alboroto, sedición y con centenares de personas enfermas de sífilis. A pesar de todo, el representante castellano pasó de largo y se fue a buscar oro en nuevas tierras, lo que en España levantó más indignación e insultos contra el navegante. Son «personas injustas, enemigos crueles y causantes de derramamiento de sangre española», personas que «disfrutaban» matando a quienes se oponían a ellos, en palabras de Pedro Mártir. Paranóico y cada vez más religioso, Colón empezó a ver enemigos en todas partes.

    En la primavera de 1499, Isabel, al fin, tomó cartas en el asunto y envió a Francisco de Bobadilla a que investigara sobre el terreno lo que estaba ocurriendo. Tenía licencia real para arrestar a los rebeldes y asumir el poder en los fuertes de Colón. Así lo hizo. Tras tres expediciones fabulosas pero poco rentables, Cristóbal Colón fue esposado y enviado en 1500 a Europa con los grilletes puesto a explicar a Isabel «La Católica» si eran ciertas acusaciones de estar actuando de forma autoritaria en los nuevos territorios descubiertos.


    Cristóbal Colón ante los Reyes Católicos en la corte de Barcelona

    Las tormentosas circunstancias de este tercer viaje de Colón hizo pasar inadvertido algo tan fundamental como la presencia, por primera vez, de mujeres europeas en América. Si bien algunos investigadores sostienen la presencia de mujeres en el segundo (1493) e incluso en el primero (1492), fue a partir del tercero cuando llegaron de forma masiva a América. Hasta 30 españolas acompañaron a Colón en este viaje, a petición de los Reyes Isabel y Fernando, con el objeto de que prosperaran las nuevas ciudades y se desarrollaran lazos familiares estables.

    Más de 300 siguieron a estas pioneras a Santo Domingo en el primer cuarto del siglo XVI, de modo que para el periodo de 1560 a 1579 la población femenina ya constituía casi una tercera parte de los pasajeros embarcados.

    La mayoría eran solteras (el 60%), muchas con hijos, que vieron en la emigración a América una oportunidad de alejarse del enclaustramiento familiar

    La mitad de estas mujeres eran andaluzas, un 33% castellanas y un 16% extremeñas. Además, según datos recogidos por José A. Solís en «Mujeres de capa y espada» (El Arca de papel), la mayoría eran solteras (el 60%), muchas con hijos, que vieron en la emigración a América una oportunidad de alejarse del enclaustramiento familiar y de la marginación social. No en vano, una orden de la Corona en 1515 obligó a todos los cargos y empleados públicos a embarcarse siempre con sus esposas, lo que también implicaba a madres y hermanas. Ricas, pobres, religiosas, prostitutas, aventureras o labradoras... El perfil medio es difícil de determinar, pero siempre con certificado de buena conducta, puesto que la Corona reguló de forma estricta la migración al nuevo mundo.

    Mediante una real cédula de 1549 se prohibía el viaje de «judíos y moros conversos, reconciliados con la Iglesia, hijos y nietos de quemados por herejía, extranjeros nacidos fuera de los territorios del imperio español y esclavos blancos y negros sin licencia especial».

    Mujeres olvidadas

    Entre estas españolas en América destacaron figuras como María de Toledo, nuera de Cristóbal Colón y virreina de las Indias Occidentales entre 1515 y 1520; Beatriz de la Cueva, que rigió los destinos de Guatemala; Isabel Barreto, primera y única Almirante de la Armada que lideró una expedición por el Pacífico; María Escobar, que introdujo el trigo en América; María de Estrada, que participó en la expedición de Hernán Cortés; Catalina de Erauso, que abandonó el convento en España donde residía y se hizo pasar por un soldado toda su vida; o Mencía Ortiz, una emprendedora que creó una compañía para el transporte de mercancías.

    La desidia de los españoles y la siempre recurrente Leyenda Negra tienen la culpa de que hoy apenas sean conocidos estos nombres. Frente a los caritativos, pacíficos y familiares colonos puritanos que desembarcaron en Norteaméricacon el Mayflower, se retrata, en contraste, por el lado español a los conquistadores barbudos, violentos y dados al desenfreno sexual y el oro. De tal modo, la presencia de mujeres y familias en el proceso de conquista de América ha sido desdibujada con frecuencia por las fuentes protestantes para perpetuar la supuesta rapiña de los españoles. Mejor representarlos arrasando y violando que construyendo caminos o universidades y formando familias...

    Tampoco es cierto el mito de que la mayoría de estas mujeres fueran prostitutas. Muchas eran madres solteras y mujeres que se habían rebelado contra su entorno, sí, pero eso no las convertía en lo que entonces se designaba como mujeres públicas. Incluso del suministro de estas trabajadoras se preocupó la Corona española, empeñada en regular cada detalle. El primer prostíbulo en América, llamado «casa de mujeres públicas», fue autorizado y promovido en la ciudad de Santo Domingo por la Corona española en agosto de 1526, «por la honestidad de la ciudad y mujeres casadas de ella y por excusar otros daños e inconvenientes».



    https://www.abc.es/historia/abci-his...3_noticia.html

  10. #30
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    Re: La mujer hispana en América.

    Marquesas virreinales, entre el ser y el parecer

    Los títulos nobiliarios de marquesados a los súbditos indianos, si bien es cierto que surgen alrededor del reinado de Carlos V, es hacia la segunda mitad del siglo XVIII donde se otorgan asiduamente a las familias criollas, mientras que se mantienen en los nobles indios, a excepción del Cuzco en donde se impulsó una política de iconoclastia contra todo símbolo de la nobleza incásica, tras la rebelión de Tupac Amaru II.

    A pesar de que en la América del XVIII el poder económico no determinaba el buen nombre ni el tratamiento de “Don” ni el derecho de portar armas y montar a caballo, sí aseguraba, implícitamente, la nobleza mediante la compra de títulos nobiliarios. Sin embargo, las autoridades virreinales premiaron con mercedes titulares a varias familias americanas por distintos motivos que denotaban su lealtad y sumisión a la Corona, tales como, el haber participado con éxito en conflictos bélicos, presencialmente o mediante donaciones para la guerra, el haber reprimido rebeliones populares o, simplemente, porque alguno de sus miembros familiares mantenía buenas relaciones con la Corte de Madrid o el Consejo de Indias.

    De esta manera surgieron marqueses, condes, barones y otros segundones que accedían tardíamente a la nobleza. No sólo habían sido favorecidos con títulos nobiliarios, sino que varios de sus familiares fueron incorporados en importantes cargos político-administrativos, en los cabildos civiles y eclesiásticos, además de obtener posesiones de tierras, obrajes, haciendas, estancias y plantaciones.

    Los retratos que presentamos a continuación muestran a bellas y suntuosas nobles criollas, de aquella nueva nobleza que había sido fomentada por la Monarquía para mantener el orden político que aun quedaba en sus extensos territorios americanos. Las marquesas y condesas lucen ricos jubones, corsés y tontillos, soberbias y poderosas, sin olvidar ser retratadas con sus perlas y otras alhajas, muestras de su espacio íntimo, de la decencia pública, y de la nobleza a través de las apariencias. Es así que varias de ellas posan en sus habitaciones, exhibiendo sus objetos íntimos y cotidianos como peinadores, escritorios, cojines, plumas, cartas y libros de oración. Otras, como la marquesa de Montealegre, aparece con un rico ajuar de costosísimas joyas. No pocas de ellas han preferido pasar a la posteridad demostrando sus regios blasones y escudos nobiliarios. En cuanto a la flor y el abanico, son alegorías a las virtudes propias de una mujer del Antiguo Régimen: la modestia, el decoro y la fidelidad.


    Investigado por: Santiago Paúl Yépez.



    Josefa Leonarda de Aulestia III Marquesa de Montealegre, anónimo, siglo XVIII, Virreinato de Lima, Pontificia Universidad Católica del Perú.






    María Magdalena de Villaurrutia Marquesa viuda del Apartado, Herrera, Miguel de, siglo XVIII, Nueva España. Colección Concepción Obregón.






    Joaquina Brun y Carvajal, Primera Duquesa de San Carlos, siglo XVIII, anónimo, Reino de Chile. Museo Histórico Nacional de Santiago.






    Señora Doña Maria Thadea Manrique del Frago Bonis, Marquesasa de San Jorge, Joaquín Gutiérrez, 1775, Virreinato de Nueva Granada. Museo Colonial de Bogotá.






    [Detalle] Marquesa de Miraflores como donante de San José, anónimo, siglo XVIII, Real Audiencia de Quito. Colección particular.


  11. #31
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    Re: La mujer hispana en América.

    Teresa Mixares de Sólorzano y Tovar, primera condesa de San Javier, Bartolomé Alonso de Cazales, 1722, Capitanía General de Venezuela. Galería de Arte Nacional.






    Señora Doña Juana Guerra de la Daga Marquesa de Casa Boza, anónimo, Virreinato de Lima. Colección Manuel Gastañeta






    Catalina Laredo y Larrea III Marquesa de Montealegre, anónimo, siglo XVIII, Virreinato de Lima. Pontificia Universidad Católica del Perú.






    Doña Ana Antonia Teresa Delgadillo y Zotomayor marquesa de Villafuerte, anónimo, siglo XVIII, Virreinato de Lima. Colección particular.






    Señora Doña Ana María de la Campa Cos Zeballos Zeballos Villegas, condesa de san Matheo de Valparaíso y marquesa de Jaral de Berrío, Andrés Islas, 1776, Nueva España. Banco Nacional México (BANAMEX).


  12. #32
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    Re: La mujer hispana en América.

    Señora Doña María Rosa de Rivera, Condesa de la Vega del Ren, Pedro José Díaz, 1770-1810. Virreinato de Lima.








    Rosa de Salazar Gabiño II condesa de Monteblanco, anónimo, siglo XVIII, Virreinato de Lima. Colección Manuel Gastañeta.







    Señora Condesa de Sierragorda Doña María Josefa de Lleras Bayas Condesa de Sierra Gorda, anónimo, siglo XVIII, Nueva España. Colección Antonio Escandón.







    Francisca Gabiño y Riaño I condesa de Monteblanco, Cristóbal Lozano, 1765, Virreinato de Lima. Colección Manuel Gastañeta.






    Nicolasa de Ontañon III condesa de Las Lagunas, Cristóbal de Aguilar, 1750-1770, Virreinato de Lima. Colección particular.


  13. #33
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    Re: La mujer hispana en América.

    Rosa María Salazar condesa de Monteblanco y Montemar, Pedro José Díaz, 1770-1810, Virreinato de Lima. Colección Roberta y Richard Huber (Philadelphia Museum of Art).









    Señora Brígida Ibarra, Marquesa del Toro y Viscondesa de San Bernardo, anónimo, siglo XVIII, Capitanía General de Venezuela. Colección Mercedes Quintero.








    ______________________

    Fuente:

    https://www.facebook.com/vidasvirrei...7853?__tn__=-R
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  14. #34
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    Re: La mujer hispana en América.

    Estimados amigos y amigas


    Estoy muy feliz de anunciar que ya por fin dentro de muy poquito mi obra “Mujeres Ricas y Libres” sobre las encomenderas del virreinato peruano en el siglo XVI estará disponible. Esta monografía ganó el premio Nuestra América 2018 convocado por la Diputación de Sevilla y saldrá con el triple sello de tres excelentes instituciones como son la Universidad de Sevilla, el CSIC y la propia Diputación, y será publicado por la Editorial de la Universidad de Sevilla.

    Hoy por fin puedo compartirles la portada, y estos días estaré posteando alguna novedad y contenido del libro.

    Tal y como diría Churchill.. ha habido “sangre, sudor y lágrimas” pero también muchas cosas hermosas que sobrepasan con creces lo sufrido. Estoy muy emocionada de la próxima aparición de este trabajo al que he dedicado tanto esfuerzo y espero que la historia de estas fascinantes mujeres os resulte tan apasionante e interesante como me resultó a mi❤️






    ______________________

    Fuente:

    https://www.facebook.com/liliana.perezmiguel.3
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  15. #35
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    Re: La mujer hispana en América.

    Leonor Cáceres, la primera mujer en armas en defensa de su ciudad

    9 marzo, 2021

    Emilio Acosta

    Historiador y escritor



    Algunos de los sucesos más atractivos y desconocidos de nuestra historia son los de las mujeres que vivieron durante la época hispánica en el espacio geográfico que hoy corresponde a Venezuela.

    Caraballeda fue fundada a inicios de 1568 en las tierras del cacique Guaicamacuto por el capitán español, Diego de Losada, sobre las antiguas ruinas de El Collado, aldea hispana que había fundado el mestizo Francisco Fajardo en 1560.





    Leonor Cáceres

    Tan solo un año después de su fundación, en 1569, los indios caribes de la isla de Granada después de haber saqueado e incendiado algunos pueblos, llegaron a Caraballeda con 300 hombres y 14 piraguas.

    Los vecinos sorprendidos por la inesperada invasión decidieron reunirse en número de 20 e hicieron frente al enemigo en una lucha terrible por las calles del pueblo.

    Los españoles, acostumbrados a las guerras en Europa, se formaron en cuadro y ordenadamente enfrentaron a la horda desordenada de los caribes. Entre los 20 españoles que combatieron había una hija de un andaluz, llamada Leonor Cáceres, a quien refieren las crónicas de la época como una mujer con una extraordinaria belleza.





    Los caribes lograron capturar a varios de los indígenas aliados de los españoles y también secuestraron a una mujer española: la esposa de Duarte de Acosta, una vecina de Leonor.

    Leonor, ayudada por Gaspar Pinto, toma una rodela -pequeño escudo redondo- y una macana de uno de los caribes abatidos y embiste contra los caribes, Gaspar Pinto la ayudó a la distancia junto con su arcabuz y rescatan a la mujer secuestrada. Los asaltantes al verse vencidos se replegaron en las playas cercanas.

    En la historia de Venezuela, Leonor Cáceres, figura en las crónicas -hasta el momento- como la primera mujer que empuña las armas en defensa de su ciudad.




    _______________________________________

    Fuente:

    https://correodelara.com/leonor-cace...-de-su-ciudad/

  16. #36
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    Re: La mujer hispana en América.

    “De mucho más honor merecedora”






    Retomo estas píldoras históricas en mi blog para contarles brevemente sobre mi nuevo libro “De mucho más honor merecedora. Doña Aldonza Manrique, la gobernadora de la isla de las perlas”, publicado por SND editores.

    Acaba de salir a la venta y ya se encuentra disponible en librerías, plataformas y en la web de la editorial www.sndeditores.com. Por cierto, hasta el domingo 2 de mayo tienen una oferta de lanzamiento con un 15% de descuento si lo compran en dicha web y ponen el código ARVLANZGOB21 en el proceso de compra.

    Lo primero de todo es transmitirles la ilusión que le hace al autor el hecho de que vea la luz su nueva obra, producto de innumerables horas de trabajo, búsqueda de documentos de la época, consulta de bibliografía, redacción y revisión del texto. Tengo la fortuna de contar, además, con una prologuista de primera fila, María José Solano Franco, cofundadora de zendalibros.com y responsable de la editorial Zenda Aventuras.

    No les voy a destripar aquí todo el libro, no tendría sentido, pero sí que quiero apuntarles algunas claves fundamentales.

    No es una novela, lo que se van a encontrar en este libro es una historia real, de esas sobre las que más me gusta escribir, me refiero a aquellas que mucha gente desconoce y nadie o casi nadie ha llevado al papel hasta la fecha. La Historia de España es inabarcable y en ella abundan episodios y personajes por descubrir y por contar. Lo que yo les relato en el presente libro es uno de estos casos.

    Doña Aldonza Manrique o doña Aldonza de Villalobos, como ustedes prefieran, existió, nació en Santo Domingo en 1520, fue gobernadora de la isla Margarita desde que era una niña en tiempos del emperador Carlos y tuvo el mando sobre ese pedacito del Caribe hasta su muerte en 1575, bajo el reinado de Felipe II. Fue, por tanto, la primera gobernadora criolla, española nacida en América, del Nuevo Mundo.

    Además, gracias a su tesón, gestiones y peticiones, consiguió del segundo monarca mencionado legar su gobernación a su nieto, Juan Sarmiento de Villandrado, último gobernador de esta saga familiar en la isla y muerto trágicamente en 1593, defendiendo precisamente su ínsula.




    Costa de Tierra Firme e isla MargaritaAquel escenario caribeño fue siempre especialmente agitado y complejo. A losindios caribes y otras belicosos que se toparon los españoles en las costas de Tierra Firme y en las islas de su entorno, se unieron muy pronto los amigos de lo ajeno extranjeros en busca de botín, piratas y corsarios franceses, ingleses y holandeses que depredaban por allí con frecuencia para robar y saquear todo cuanto pudieran. El principal imán que les atraía hacia aquellas latitudes era, lógicamente, el que ofrecían las riquezas del Nuevo Mundo, metales preciosos y, en concreto en esta zona, las perlas que se daban en abundancia.

    Como no podía ser de otra manera, las perlas están muy presente en el libro, sus métodos de extracción, los esclavos empleados para ello, los “señores de canoas”, el control y valor de las piezas, la legislación de la Corona…, pues aquella fue la primera industria o negocio de aquellas latitudes y lo que motivó en buena media que los españoles, después del tercer periplo colombino, por allí volvieran y se asentaran.

    Debo asimismo apuntarles que mi libro tampoco es una biografía sobre doña Aldonza, pues es más lo que aún desconocemos sobre ella que lo que, al menos un servidor, ha podido hallar en su investigación, pero sí que su presencia es preeminente en este libro y arrojo algo de luz sobre su vida y gobierno de la isla Margarita.

    Una época de exploraciones y expansión española en el Nuevo Mundo, una mujer muy desconocida, perlas, caribes, esclavos, piratas y corsarios impregnan las páginas de “De mucho más honor merecedora. Doña Aldonza Manrique, la gobernadora de la isla de las perlas”.

    Por último, decirles que, sin duda, el título hace justicia a su persona, pues doña Aldonza Manrique merece mucha más atención de la que hasta ahora le hemos prestado. Ya lo apuntó un gran cronista de Indias en aquellos tiempos…
    Ahora sólo queda que se animen a leer esta historia.

    ¡Gracias por su interés y apoyo!





    https://historiasdeamerica.wordpress...or-merecedora/

  17. #37
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    Re: La mujer hispana en América.

    Daniel Arveras recrea la vida de doña Aldonza Manrique, gobernadora de la isla de las Perlas SND





    (Una entrevista de Javier Navascués) –

    Daniel Arveras Alonso (Madrid, 1971) es periodista por la Universidad San Pablo CEU y tiene un máster en Historia y Antropología de América por la Universidad Complutense de Madrid. Apasionado de la historia, colabora periódicamente en diferentes medios de comunicación rescatando del olvido personajes y hechos referidos a nuestra presencia secular en América.

    “De mucho más honor merecedora. Doña Aldonza Manrique, la gobernadora de la isla de las perlas” es su tercer libro y el segundo publicado por esta misma editorial tras el exitoso “Conquistadores olvidados” (2ª edición ya en librerías).

    El autor recupera en la presente obra la figura de una mujer que apenas ocupa una línea en la vasta historiografía sobre las Indias, pese al destacado papel que desempeñó durante casi toda su vida. De manera amena, pero con el necesario rigor y utilización de amplia documentación de la época, Arveras nos ofrece la apasionante historia de una mujer que gobernó una isla del Caribe en el siglo XVI.

    ¿Por qué un libro sobre la figura de doña Aldonza Manrique?

    Porque muy poco se ha escrito sobre esta mujer que fue, nada menos, la primera gobernadora criolla de la monarquía hispana en un territorio del Nuevo Mundo. Me llamó la atención que este dato se obviara con frecuencia en la historiografía o que no fuera resaltado como se merece.

    Una mujer, nacida en Santo Domingo en 1520, fue titular de la isla Margarita desde que era una niña en 1527 y hasta su muerte en 1575. Es una gran desconocida, debería ocupar un más relevante espacio en la historia y este libro pretende arrojar algo de luz sobre ella y el escenario en el que se desenvolvió.

    Quizás no es una heroína al uso, pero fue pionera, tenaz y superó mil dificultades para mantener su gobernación en el siglo XVI.
    ¿Cómo enlaza este libro con su anterior trabajo “Conquistadores olvidados”?

    En “Conquistadores olvidados” -que ya se encuentra en su segunda edición y ha tenido una muy positiva crítica y acogida por los lectores, cosa que agradezco- ya escribía sobre varias mujeres relacionadas con el Nuevo Mundo (Inés Suárez, Marina Ortiz de Gaete, Catalina de Erauso “la monja alférez”, Inés de Atienza y la inda Catalina).

    Hay muchas más y dudaba si dedicarles un libro a algunas de ellas, precisamente para darles su lugar a las numerosas mujeres que cruzaron el océano desde bien temprano y protagonizaron hechos dignos de resaltarse. Esa era mi idea hasta que di con doña Aldonza y decidí centrarme en ella, pues sobre la gobernadora de la isla de las perlas apenas se ha escrito nada o, por lo menos, un servidor no ha dado con publicaciones importantes dedicadas a su figura.
    Una figura injustamente olvidada, que merece mucho más honor como reza el título…

    Sin duda alguna, ya lo escribió Juan de Castellanos -cronista de Indias coetáneo de doña Aldonza- en unos bellos versos: “Era perpetua gobernadora, desta isla do va furia rabiosa, aquella nobilísima señora, doña Aldonza Manrique, generosa, de mucho más honor merecedora”.

    La historia de España es inabarcable y está repleta de personajes como ella que han pasado desapercibidos o no han merecido el foco investigador de historiadores, hispanistas y divulgadores. Por eso mismo decidí dedicar todos mis esfuerzos para contar quién era, qué hizo, cómo lo hizo, dónde lo hizo y por qué lo hizo. Lógicamente, este libro es una aproximación a todo eso, basado en lo que he podido hallar y leer en mi proceso de investigación. Queda mucho por encontrar, escribir y contar sobre esta mujer.

    El olvido es, sobre todo, cosa de mujeres…

    Esto ha sido así, es innegable, pero por fortuna está cambiando y cada vez son más los estudios y trabajos que se publican sobre importantes mujeres de nuestra historia. También es verdad que a lo largo de los tiempos el hombre ha tenido un mayor protagonismo, pues el papel de la mujer estaba más relegado o centrado en el ámbito del hogar hasta prácticamente el siglo XX, producto de la mentalidad, sociedad y educación de entonces. Las guerras, conquistas, exploraciones, reinados, gobiernos y numerosas ocupaciones eran cosas de hombres. Por supuesto, hay bastantes excepciones o casos muy destacables pues, como diría mi colega y amigo Javier Santamarta, “Siempre estuvieron ellas” y, en el Nuevo Mundo, esto también fue así.

    Doña Aldonza Manrique es otro pequeño ejemplo, uno más de las mujeres relevantes en la historia que han merecido, hasta la fecha, poca atención. Me alegra darle su lugar con este trabajo.
    ¿Cómo fue el proceso de documentación para poder hablar del personaje con rigor?

    Intenso, sin duda. Aproveché bien el maldito confinamiento en mi casa. Al principio tiré de documentos que iba consultando y sacando del Archivo de Indias (PARES), de otros estudios y trabajos accesibles online y de libros que obraban en mi poder. Luego, cuando abrieron las bibliotecas, accedí a una notable bibliografía, sobre todo en los fondos de la biblioteca de la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad Complutense, que cuenta con un vasto compendio relativo a la Edad Moderna y al Nuevo Mundo.
    Lógicamente, queda mucho por saber sobre doña Aldonza y los múltiples hechos de los años de su gobernación, cientos o quizás miles de documentos que no he podido hallar ni consultar, pero con este libro al menos la saco del olvido y acerco su figura con un mínimo de rigor a los lectores interesados en la historia.
    Más necesaria si cabe dicha documentación al no tratarse su libro de una novela, ¿verdad?

    Una buena novela histórica, si pretende ser tenida en cuenta, también requiere de una oportuna y profunda investigación sobre la época, escenario, hechos, personajes…, pero permite ciertas licencias y que el autor pueda hacer volar la imaginación a su antojo, para envolver o adornar el relato narrativo y cautivar más al lector.

    Mi libro no es una novela porque mi intención es rescatar del olvido a doña Aldonza Manrique, quién fue y qué vivió, además de relatar diferentes situaciones que se daban en aquellas latitudes caribeñas. No hacía falta que me inventara nada y menos oportuno aún me parecía al tener siempre muy presente lo que comentaba antes, muy poco se ha escrito sobre ella.

    Definitivamente, tenía que ser este ensayo que he realizado.
    Una vez que fue creciendo, ¿qué cualidades tenía como gobernadora?

    El tesón y la defensa de su gobernación. Delegó en tenientes de gobernador el mando sobre el terreno y también en familiares cercanos, pero siempre estuvo al tanto y atenta a todo lo que allí acontecía. Vivió situaciones dramáticas en su vida que tuvo que superar una tras otra, quedó viuda muy pronto, casó a su hija con el hijo de un importante funcionario de la administración indiana y nunca cejó en su empeño de ampliar su gobernación.

    Tras el paso de las huestes de Lope de Aguirre que arrasaron la isla y asesinaron a su yerno en 1561, doña Aldonza viajó a España para pedir auxilio al Consejo de Indias y al propio rey, Felipe II. Consiguió alguna ayuda, pero no se conformó y logró finalmente poder legar la gobernación de la isla Margarita a su nieto cuando ella muriera, algo no previsto en la capitulación original y que obtuvo a base de persistencia y orgullo.

    Además, pese a diversos altibajos producto de los frecuentes ataques de corsarios y piratas, sequías y otras calamidades, la isla Margarita se fue consolidando como un lugar interesante para asentarse, sirviendo también de base a múltiples exploraciones que se dirigían a Tierra Firme.
    ¿Cómo brilla su figura frente a los ataques de la leyenda negra?

    Uno de los peligros a la hora de combatir la sempiterna leyenda negra es caer en lo contrario, es decir, en trasladar una leyenda aúrea o dorada de la larga presencia española en América. Un servidor no lo hace y, en este libro, verán que los esclavos, indios y luego negros, fueron pieza fundamental en la extracción de perlas. Eso fue así y así lo cuento, resaltando los intentos de la Corona y la sucesiva legislación española para, poco a poco, ir frenando los abusos y explotación de los naturales de aquellas latitudes hasta prohibirla.

    Doña Aldonza reúne dos cualidades muy interesantes, dos aspectos que a menudo también son citados por los fustigadores de la leyenda negra antiespañola. Fue una mujer criolla, la primera de tal condición en gobernar una porción del Nuevo Mundo por designación de la Corona. Su componente femenino niega el carácter misógino o profundamente machista que se le atribuye en ocasiones a la monarquía hispana de la Edad Moderna. El emperador Carlos y su hijo Felipe II fueron un ejemplo de todo lo contrario, al delegar como regentes y gobernadoras, en sus esposas, hermanas e hijas en diferentes e importantes periodos.

    En el caso que nos ocupa, el emperador no tuvo problemas en reconocer a una niña criolla de tan sólo siete años de edad su legítimo derecho a heredar la gobernación de la isla Margarita tras haber muerto su padre, el licenciado Marcelo de Villalobos. Hubiera sido más sencillo otorgar una pensión o alguna merced a su viuda y darle la gobernación a un varón de prestigio o a algún cortesano que le conviniera más, pero no lo hizo.

    También Felipe II favoreció varias décadas después a doña Aldonza y, finalmente, concedió que el nieto heredara la gobernación tras su muerte.

    En cuanto a lo segundo, es cierto que la mayoría de los virreyes en América fueron peninsulares, aunque hubiera también alguno criollo. Es normal que así fuera, pues su designación correspondía al monarca, que premiaba directamente a alguno de sus nobles cortesanos con tal cargo o lo elegía de una terna que le proponía su Consejo de Indias.

    Pero los españoles americanos ocuparon importantes puestos en la administración y gobierno de las Indias (gobernadores, alcaldes mayores, regidores, corregidores…), especialmente hasta las reformas borbónicas de la segunda mitad del siglo XVIII. Fueron fundamentales para que operara eficazmente la maquinaria administrativa, política, social y económica de los virreinatos.
    En este sentido, doña Aldonza fue pionera al ser la primera gobernadora criolla, una mujer nacida en Santo Domingo en 1520.

    Llama la atención que ostentó el cargo hasta su muerte, sin claudicar, aunque no lo tuvo nada fácil.

    Efectivamente, así fue. Al principio, cuando era niña, su tutora o curadora fue su madre, doña Isabel Manrique, quien trató de cumplir con las condiciones estipuladas en la capitulación con la Corona. Tuvo muchas dificultades y las denuncias y presiones de los vecinos de Cubagua lograron arrebatarle el control sobre la isla Margarita durante unos años. Pero, esto es importante remarcarlo, aún en ese tiempo la gobernadora titular fue siempre doña Aldonza y así se la consideró.

    Luego, tras crecer y casarse con un conquistador del Perú, Aldonza recuperó el control total sobre la isla y ya no lo dejaría hasta su muerte, más de 30 años después.

    Su esposo murió pronto y tuvo que delegar de nuevo el mando hasta que su hija se casó con Juan de Villandrado, capitán de una expedición que iba hacia el Río de la Plata y se desvió hasta Santo Domingo. Su yerno tomó entonces el control sobre el terreno, pero poco después, fue víctima del sanguinario Lope de Aguirre.

    En fin, las desgracias familiares se suceden en su vida y, sin embargo, pese a que en un momento de extrema debilidad ofreció dejar su gobernación a cambio de una pensión, continuó siendo la gobernadora hasta su muerte.
    ¿Qué importancia tuvo en la historia la isla Margarita?

    En el periodo en el que yo me centro, el siglo XVI, la isla Margarita fue uno de los primeros lugares al que los españoles llegaron, atraídos por la riqueza de sus aguas tras el tercer viaje colombino. Me refiero a las perlas que se daban en la cercana isla de Cubagua. Allí se asentaron durante las primeras décadas del siglo, prestando menor atención a la vecina isla Margarita, de donde obtenían leña y algunos productos de los nativos.

    Con las perlas de Cubagua agotándose por la sobreexplotación de aquellos años, la isla Margarita tomó el relevo como lugar de asentamiento de los españoles a partir de 1530. Había perlas, podía haber más como así fue años más tarde, se daba bien el ganado y se convirtió en base y aprovisionamiento de diferentes expediciones al interior del continente, entre ellas varias que buscaban el mítico el Dorado.

    Las últimas décadas del siglo XVI, a partir de 1573, con el descubrimiento de nuevos ostrales, son una época de crecimiento y bonanza económica. El segundo yerno de doña Aldonza, el polémico Miguel Maza de Lizana, y su nieto, Juan Sarmiento de Villandrado, serían los gobernadores de este periodo y tuvieron que hacer frente como pudieron a los ataques de corsarios y piratas extranjeros, cada vez más frecuentes y osados.

    La riqueza perlífera atraía a los ladrones del mar y también dio pie a un contrabando nunca controlado, y en muchas ocasiones permitido, por las autoridades.

    Un lugar clave y muy interesante del Caribe, sin duda.



    https://www.ahorainformacion.es/blog...as-perlas-snd/

  18. #38
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    Re: La mujer hispana en América.

    La Beata que hizo historia en el Bajío


    Por: Rafael Soldara Luna



    Beatriz María de Jesús, es una "mujer fornida, de cuerpo alto ni bajo, mujer algo violenta en sus cosas y varonil en los hechos. En lo espiritual muy justa y comulga todos los días". Así era consignada en 1724, en la crónica conventual, la mujer criolla fundadora del Beaterio de San Juan del Río y del Beaterio de Jesús Nazareno en Celaya, lugar donde murió en 1769 a los 86 años de edad. Con su fundación en Celaya, se hizo posible que dicho Beaterio se convirtiera en lugar muy reconocido en la región para el refugio de mujeres desamparadas dispuestas al servicio de los demás, también para la educación de niñas mediante su colegio, cumpliendo funciones socio-culturales propias de su época. Ahora, después de 10 años de investigación histórica, vinculación académica y luego de 251 años, su memoria, su imagen y el reconocimiento a esta fundación femenina, retorna a Celaya. Este viernes 27 de noviembre de 2020 su retrato llegará al Museo de Celaya, Historia Regional. Esta vez ya no habrá exclaustración; llegó para quedarse como lo anheló bajo la obediencia y vocación franciscana. El Templo de Jesús Nazareno actualmente se ha convertido en el Templo del Inmaculado Corazón de María; su antiguo y modesto convento, ahora lo ocupa el Conservatorio de Música y Artes de Celaya, A.C. Existe además del Beaterio de San Juan del Río, una fundación más creada en Amecameca, cuya comunidad se considera continuadora. Sus restos, que gozaron de fama de santidad, se perdieron, toda vez que fueron sepultados en el Templo de la Cruz de Celaya, destruido para ampliar la calle José María Morelos en 1934. A pesar de los estragos del tiempo, la memoria de las obras nobles, perdura.


    Mi agradecimiento al Lic. José Dagoberto Serrano Sánchez, Director General del Instituto Municipal de Arte y Cultura, por su apoyo para enriquecer los acervos del Museo de Celaya, Historia Regional. De igual manera, a la Dra. Mina Ramírez Montes, investigadora del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM, por su invaluable vinculación permitiendo la donación del Dr. José Manuel Ayala Valenzuela, coleccionista generoso a quien debemos nuestro reconocimiento por su doble aportación para enriquecer los acervos culturales de nuestro municipio. En Celaya, seguiremos haciendo historia.


    Fotos: izquierda; retrato original de Beatriz María de Jesús, óleo sobre tela, siglo XVIII (1769), Beaterio de San Juan del Río, imagen proporcionada amablemente por Francisco Pájaro Ayala; derecha: copia del mismo retrato, 1856, donado al Museo de Celaya, Historia Regional por el Dr. José Manuel Ayala Valenzuela. El copista hizo un trabajo muy profesional, precisando el año de la réplica e invirtiendo al Nazareno del medallón. Ambas son pinturas de alto valor histórico para Celaya y San Juan del Río.









    https://www.facebook.com/soldaraluna...23281695452679

  19. #39
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    Re: La mujer hispana en América.

    Doña María Rosa de Salazar Gabiño

    Doña María Rosa de Salazar Gabiño fue en vida la II Condesa de Monteblanco y Condesa Consorte de Montemar. Fue hija del conde Agustín de Salazar Muñatones y de María Gabiño Riaño. Contrajo matrimonio con el conde Fernando Carrillo de Albornoz Bravo de Lagunas con quien tuvo siete hijos.

    Se estima que Doña Rosa de Salazar fue una de las mujeres más poderosas y acaudaladas de la América hispánica. Tenía bajo su tutela las haciendas de San Regis, La Playa, La Presa, San José y Hoja Redonda, mayormente situadas en el valle de Chincha, mientras que en Los Reyes tenía la Casona de Salazar y la quinta El Payacal en Barranco.

    También era propietaria de numerosas piezas de arte, textiles y metales preciosos. Disponía de un total de 1.039 esclavos a su servicio. Su familia fue partidaria de la causa independentista. Tras una vida fastuosa falleció a la edad de 63 años en septiembre de 1810.

    Referencia:

    .- La Nobleza Titulada en la América, Gómez de Olea y Bustinza (2005).






    _______________________________________

    Fuente:

    https://www.facebook.com/reynodelper...6732471562559/
    Imágenes adjuntadas Imágenes adjuntadas

  20. #40
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    Re: La mujer hispana en América.

    Libros antiguos y de colección en IberLibro
    ANTONIA LUCÍA DEL ESPÍRITU SANTO, LA ECUATORIANA MAS ILUSTRE QUE TUVO EL PERÚ.

    Nació en Guayaquil el 12 de junio de 1646. Contrajo matrimonio con Don Alonso de Quintanilla. Fue un matrimonio arreglado, típico de la época. Sin embargo, su esposo respetó su castidad por la gran devoción de su esposa. En 1681 quedó viuda y se dedicó a una vida de recogimiento.

    El 15 de octubre de 1681 fundó un beaterio. A partir de entonces cambió su nombre al de Antonia Lucía del Espíritu Santo.

    Problemas económicos obligaron a la beata a cerrar el beaterio y trasladarse a Lima donde entró al Beaterio de Santa Rosa de Viterbo.

    Posteriormente Antonia fundó un nuevo beaterio en el barrio de Monserrate el 1 de enero de 1684, este sería el origen del Instituto Nazareno.

    En 1687 don Sebastián de Antuñano, realizó una donación de terreno a las beatas para hacerse cargo del cuidado de la imagen del Señor de los Milagros.

    Durante muchos años la beata organizó la hermandad de la nazarenas, dedicadas a rendir culto a la imagen del Señor de los Milagros. A ella se le atribuye haber impuesto el hábito morado de la hermandad.

    Enferma de un mal cardíaco, falleció el 17 de agosto de 1709. Sus restos fueron depositados cerca del altar de la Iglesia de las Nazarenas de Lima, allí se encuentran hasta el día de hoy, al otro lado se encuentran los del benefactor Sebastián de Antuñano. (Juan José Pacheco Ibarra)








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