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Tema: La mujer hispana en América.

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    La mujer hispana en América.

    La Virreina Ana de Borja Condesa de Lemos,
    Gobernante del Perú en 1668


    image.jpg


    Doña Ana Francisca Hermenegilda de Borja y Doria, fue hija de Don Francisco Diego Pascual de Borja y Aragón y Centelles, VIII Duque de Gandía y de Doña Artemisa María Ana Teresa Gertrudis Princesa de Doria de Melfi. Doña Ana, casó en segundas nupcias el 20 de julio de 1664, con su primo, Don Pedro Antonio Fernández de Castro Andrade y Portugal, VIII Conde de Villalba, X Conde de Lemos, VII Marqués de Sarria, quien nació y fue bautizado en Monforte de Lemos el 20 de octubre de 1632; con esta unión, se convirtió en la Condesa de Lemos. Doña Ana de Borja y Doria, Condesa de Lemos (1640-1706) fue la primera Gobernante del Perú.

    La familia Borja, era una de las más célebres del reino de Aragón. Inició la segunda casa del Condado de Gandía con el linaje valenciano de los Borja, quienes al trasladarse a Roma, italianizaron su apellido por Borgia, estos alcanzaron fama mundial cuando Alfonso de Borja fue elegido Papa con el nombre de Calixto III, a fines del mismo siglo, hubo otro Papa Borja, Alejandro VI, el cual dejaba frecuentemente a su hija Lucrecia Borgia (1480-1519) a cargo del papado, a quien en el año 1501, le otorgó el título de Vicariesa.


    El III duque de Gandía, fue el padre de Francisco de Borja y Aragón, (1511-1572), IV duque de Gandía, quien ya viudo ingresó al Convento de los Jesuitas convirtiéndose posteriormente en San Francisco de Borja y Aragón, canonizado en 1671; el mismo que era nieto del Rey Fernando de Aragón y del Papa Borgia, Alejandro VI, primo del emperador Carlos V, abuelo del Virrey Francisco de Borja y Aragón quien fue Príncipe de Esquilache por su matrimonio con Ana de Borja, (Borgia) Princesa de (Squilacce) Esquilache, Virrey Gobernante del Perú entre 1615-1621.


    Doña Ana de Borja y Doria Condesa de Lemos, Virreina Gobernante del Perú en 1668, era su nieta chozna en 1º grado, (hijo de tataranieto).

    Entre las costumbres palaciegas y las Casas Nobles, la de la Casa de los Borja y de los Castro de Lemos, se les llegó a imponer matrimonios, en especial desde la Corona, la cual, durante el reinado de los Reyes Católicos, vigiló y siguió la política matrimonial de las Casas Nobles; estas uniones generalmente eran entre parientes para así conservar los títulos y los dominios territoriales. Es el caso de la unión de Doña Beatriz de Castro con Dionís de Portugal, hijo de Fernando II, Duque de Braganza y de Isabel Viseo, hermana del Rey Manuel de Portugal; otro caso es el de la hija, de 12 años, del Conde de Lemos y de Ana de Borja y Doria, Doña María Alberta, quien casó con Don Manuel Joaquín López de Zúñiga Sotomayor y Mendoza, XI Duque de Bejar.

    Ambos de mucha alcurnia, los Condes de Lemos, llegaron al puerto del Callao un miércoles nueve de noviembre de 1667 sonando un cañonazo a las tres de la mañana, acoderando a las siete de la noche entre el bullicio de la elegante sociedad que fue a recibir al señor Virrey. Según el cronista Josephe Mugaburu “... fue una balsa entoldada toda de tafetanes, y un estado con seis cojines de terciopelo y una silla de lo mesmo para el señor Virrey... venían en la balsa más de cien personas... llegó otra mayor que estaba ala orilla del mar con corredoras, donde estaban aguardando, con dos sillas de mano, la una de terciopelo verde, donde se metió la dueña [sirvienta] con un hijo del señor Virrey y la otra silla de mano de tela muy rica y tachonada de clavos dorados, muy costosa donde se metió la señora Virreina con una niña...”. (sic)

    El virrey tomó posesión de su cargo el 21 de noviembre 1667, hizo su ingreso por la calle de Los Mercaderes donde había un arco muy lujoso y costoso, dice Mugaburu, “...otro arco en las cuatro esquinas en la salida de la misma calle muy alto y de gran arquitectura, estaba desde lo alto, por dentro y por fuera relleno de fuentes, palanganas y salvavillas, todas de plata blanca y dorada, en este arco estaba todo lo que cogía el vacío del arco empedrado con más de 550 barras de plata y cada barra pesaba ducientos marcos [230 gr.]...”. Los virreyes Lemos, Castellar y La Palata, desde 1667 hasta 1689, sintieron bajo los herrajes plateados de sus caballos el tintineo de las minas legendarias del Perú.

    El día 7 de junio de 1668 el Virrey salió por el puerto del Callao para Islay, Arequipa y Puno, quedando la señora Virreina Doña Ana, como Gobernadora de las tierras del Piru en virtud a los poderes conferidos al Conde de Lemos en la Célula Real del 12 de junio de 1667, otorgada por la Reina Doña Mariana de Austria, quien gobernaba la monarquía española entre (1665-1675) durante la minoría de edad del Rey Carlos II. En dicho documento lo autorizaba para que, en caso de que el mejor servicio del reino le obligase a abandonar Lima, pusiese las riendas del gobierno en manos de su consorte. El historiador y político Manuel de Mendiburu (1805-1885) dice en su Diccionario Histórico-Biográfico del Perú. “...Al emprender su viaje a Arequipa y Puno el Conde de Lemos, encomendó el gobierno del reino a Doña Ana, su mujer, quien lo ejerció durante su ausencia, resolviendo todos los asuntos, sin que nadie hiciese la menor observación, principiando por la Audiencia, que reconocía su autoridad...”.
    Última edición por Michael; 19/05/2013 a las 20:27
    La Iglesia es el poder supremo en lo espiritual, como el Estado lo es en el temporal.

    Antonio Aparisi

  2. #2
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    Re: La mujer hispana en América.

    La Virreina Gobernadora echó bandos [órdenes]


    Ya en el poder desde el 7 de junio de 1668, según registros se echaron bandos desde el día 16, detallaré algunos:

    El 18 del mismo mes, contra los franceses; “...y los demás que tuviesen noticias de ellos...así en este reino como en Tierra Firme [en tiempos coloniales era el nombre que se le daba al Istmo de Panamá]


    y México, y en España y Francia, pena de traidores a la Real Corona...”. en virtud de la célula mandó S.E. echar el bando como gobernadora destos reinos, y que manifestasen los franceses.

    Jueves 5 del corriente [julio] reunión con los señores Oidores, Alcaldes de Corte y el Cabildo Secular, “,,, y la señora virreina gobernaba este reino por cuanto fue el señor Virrey Conde de Lemus para las provincias de arriba, que fue a Arequipa y a Puno...” (sic).

    Se registra un despacho de la virreina nombrando un empleado del tribunal de cuentas, dice: “...Don Pedro Fernández de Castro y Andrade, conde de Lemos, y doña Ana de Borja, su mujer, condesa de Lemos, en virtud de la facultad que tiene para el gobierno de estos reinos, atendiendo a lo que representa el tribunal, he venido en nombrar y nombro de muy buena gana...”.

    Tras el aviso llegado el 31 de agosto desde Panamá, que el pirata Henry Morgan había atacado el 11 de julio de 1668, a Porto Bello (Istmo de Panamá) y que posteriormente lo saqueo; la Virreina Gobernadora socorrió a Porto Bello, mandando abastecimientos y pertrechos de guerra, amparada en los amplios poderes recibidos del Virrey, también dispone aprestos marítimos contra los piratas; organizó la defensa y consiguió alejar el peligro de la costa limeña contra el saqueo de los piratas que intentaron un ataque frente al puerto del Callao en ausencia de Fernández de Castro.

    22 setiembre otro bando “...que no anduviesen vendiendo por las calles si no fueran cuarenta mercachifles y alistados [registrados] por el gobierno....”.

    31 de octubre de 668 años, se hechó bando en esta ciudad, “...que ninguno de los que tuvieren marquetes de cera, no vendiesen a más de 140 pesos el quintal, pena, de 4,000 pesos y para el denunciador la tercia parte, y lo demás para la cámara de S.M. y los cereros vendan la libra de cera labrada a 12 reales con pena de 100 pesos por la primera vez, y este bando lo mandó a echar la señora Condesa de Lemus...” .

    Josephe de Mugaburu dice en su Diario de Lima (1640-1694) Llegada del Virrey

    “... 2 noviembre de 668 años llegó el Virrey al puerto de El Callao en la Capitana [buque insignia], a las dos de la tarde, que dio fondo. Después de haber estado en el Cuzco y Puno y Arequipa, que se tardó en todo 5 meses menos 5 días y al lunes siguiente se vino a Lima con gran suma de gente que lo acompañaba... Y en la otra Nao trujo presos de Arequipa..” (sic)

    La Condesa de Lemos, según registra Mugaburu, tuvo tres hijos en Lima, los llamados criollos, palabra utilizada desde la colonia para los hijos de los europeos y africanos en América. Curiosamente en su genealogía solo figuran los dos niños que llegaron desde España, Doña María Alberta nacida en Madrid en 1665 (registra 12 nombres) Don Ginés Miguel Francisco Ruiz de Castro (registra 13 nombres) nacido en Madrid en 1666, éste heredó el titulo de XI Conde de Lemos, Grande de España y al llegar a Lima ya era VIII Marqués de Sarria, heredó otros títulos.

    El primer hijo limeño (criollo) fue durante la gobernación de Doña Ana, nacido el: 11 de julio 1668, un niño, Salvador Francisco Ruiz de Castro, bautizado el 23 del mismo mes.

    18 de septiembre 1669, una niña, Rosa Francisca, bautizada el 1 de octubre.

    12 de abril 1672, un niño, Francisco Ignacio bautizado el 21 del mismo mes, fue su padrino el sacerdote jesuita Francisco del Castillo, (1615-1673) el cual implantó el Sermón de las tres horas el día de Viernes Santo. La prédica, como ahora, empezaba al mediodía y se extendía hasta las tres de la tarde. Su difusión por toda América, e incluso a países de Europa como Irlanda, fue posterior y se debe a otro sacerdote jesuita: el padre Alonso Messía. Francisco del Castillo también fue padrino de Rosa Francisca, su nombre fue en honor y devoción a la Beata Rosa de Lima.

    La Virreina, joven mujer de mucho temple, tuvo grandes influencias palaciegas y a través de ellas en el papado, continuó el trabajo iniciado en 1618 por su tío el Príncipe de Esquilache, para la pronta canonización de Rosa de Lima. El Papa Clemente IX había sido Nuncio de la Corona en España durante el reinado de Felipe IV, a petición de Carlos II y de su madre la reina regente, Doña Mariana de Austria ésta ordenó en 1667, que se examinaran los restantes milagros y así proceder a su beatificación y canonización. Se concedió la beatificación de Rosa el 12 de febrero de 1668, la fiesta oficial fue realizada el 15 de abril de 1668 en la Basílica de San Pedro. En comunicación privada (vía chasqui desde Quito) recibió el Virrey, el día 28 diciembre de 1668, la noticia y que dio a conocer personalmente a las autoridades eclesiásticas de Lima; el 18 de enero de 1669 llegó la comunicación oficial a la Cuidad de los Reyes, la que se celebró de manera imponente.

    Los Condes de Lemos encargaron a Roma una escultura de la santa limeña, obra realizada por Melchiore Caffa. Con motivo de su beatificación, fue sustituido el ataúd de madera por uno de plata a expensas de la Virreina Ana de Borja Condesa de Lemos. “...el 15 de junio de 1670 el Conde y la Condesa de Lemos fueron al Callao cuando llegó la Nao con la hechura de Santa Rosa que vino desde Roma...el día 20 la sacaron a las 6 de la mañana del puerto, la trujeron hasta la capilla real de palacio, acompañaron también toda la infantería del Callao y su maestro de campo el sargento mayor, cuando llegaron a la Recoleta de Belén salieron todos los religiosos, lo mesmo hicieron los de San Juan de Dios, los del Convento de la Gran Merced y en toda la ciudad los vitorearon, y, la misma noche había grandes luminarias y candeladas por toda la ciudad por ventanas y calles...”
    La Iglesia es el poder supremo en lo espiritual, como el Estado lo es en el temporal.

    Antonio Aparisi

  3. #3
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    Re: La mujer hispana en América.

    Por intermedio del Embajador ordinario en Roma, 1667-1671 Don Antonio Pedro Alvarez Osorio Gómez Dávila y Toledo, Marqués de Astorga de Velada, años decisivos de la beatificación y canonización de Santa Rosa, una vez más la Reina Regente Doña Mariana, pidió al Papa Clemente X, que Rosa fuera nombrada Patrona de las Américas, Filipinas e Indias Occidentales, (dominios españoles), lo cual se dio el 11 de Agosto de 1670. Éste mismo Papa el 12 de Abril de 1671, canonizó a Santa Rosa de Lima y a San Francisco de Borja, en una ceremonia compartida con 3 santos más, en la Capilla Sixtina. El 18 de mayo del mismo año, vía Chasqui, desde Quito, (Se encuentra el registro del Chasqui en un mandato del siguiente Virrey en 1685), así tuvieron la noticia de éstas canonizaciones los Señores Condes de Lemos. Las fiestas por la santa limeña y el de su abuelo chozno (4to abuelo, padre de su tatarabuelo) San Francisco de Borja fueron apoteósicas, los cronistas dan cuenta de ello, señalando la majestuosidad y esplendor que se lucieron.

    Los virreyes, con sus despensas inauguraron el 30 de enero de 1672 la nueva Iglesia de los Desamparados, el mismo día que llegó el aviso oficial de España de la canonización de ambos santos. El martes 6 de diciembre de 1672 falleció el Virrey Conde de Lemos, su corazón fue retirado y se colocó a los pies de la Madre de Dios en la Iglesia de los Desamparados que él mandó a hacer; al ésta ser demolida en 1938 el corazón del Conde de Lemos fue llevado a la Iglesia de San Pedro, colocado en un nicho entre los altares de San Francisco de Borja y San Luis Gonzaga.

    Ana de Borja Condesa de Lemos y sus hijos salen del Perú el 11 de junio de 1675, casi dos años después de la muerte de su esposo, el Virrey Fernández de Castro. Su cuerpo fue sepultado en la actual Iglesia de San Pedro, llamada en esa época, Iglesia de San Pablo. No se encuentra si se cumplió la orden del Virrey que decía: “...que cuando la señora Condesa fuera a España, llevase sus huesos y se enterrasen en Monforte de Lemos, en Galicia, adonde están enterrados su padre y aguelos...”.


    Casi nadie sabe que alguna vez fuimos gobernados por una dama, mujer joven, devota, inteligente, justa, elegante y astuta, la cual supo manejar en sus pocos meses de gobernante la Ciudad de Lima, contando con el apoyo y aprobación de la Audiencia. La historia del Perú es rica en recuerdos y anécdotas, solo es buscar y sabremos bien nuestro pasado.


    Los condes de Lemos, virreyes del Per
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    Antonio Aparisi

  4. #4
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    Re: La mujer hispana en América.

    Una muestra reivindica el papel de las mujeres en la conquista de América


    ALGUNOS OBJETOS DE LA MUESTRA


    El Museo Naval expone casi un centenar de piezas sobre las costumbres en los siglos XVI y XVII Isabel Barreto, la única almirante al servicio de Felipe II, buscó El Dorado en las islas Salomón


    Fueron aguerridas y aventureras. Se batieron el cobre en batallas, gobernaron haciendas y hasta ejercieron el almirantazgo. En la conquista y colonización de América las mujeres tuvieron un papel destacado.


    Una exposición en el Museo Naval, en Madrid, trata de desagraviar y recuperar del olvido a las virreinas, expedicionarias y soldados que abandonaron el jubón y blandieron la espada para abrirse paso en el Nuevo Mundo. Bajo el título 'No fueron solos.


    Mujeres en la conquista y colonización de América', la muestra inaugurada ayer exhibe un centenar de piezas que hablan del vestuario y los usos y costumbres de los siglos XVI y XVII en las colonias.


    Negociaron sus haciendas, fundaron empresas y trasplantaron su lengua y costumbres a tierras ignotas. Asumieron en muchas ocasiones tareas masculinas, sin dejar por ello de parir y educar a sus hijos.


    Siglos de silencio han enterrado las historias de verdaderas pioneras que no escaparon al sueño seductor de hacer las Américas.


    Mujeres de probada templanza y liderazgo, algunas de las cuales no pudieron sustraerse al sueño de El Dorado.


    Es el caso de Isabel Barreto, la primera y única almirante al servicio de Felipe II. En 1595 enviudó y tomó el mando de la expedición que había partido de Perú a la búsqueda de las islas Salomón, donde ella y su marido, Álvaro de Mendaña, creían que se hallaba Ophir, un reino colmado de oro y piedras preciosas. Barreto no se anduvo con zarandajas para mantener la disciplina entre los marineros. «Señor, matadlo o hacerlo matar... y si no, lo haré yo con este machete», advertía. Arrostrando peligros y con mano de hierro, consiguió arribar a Filipinas, donde contrajo de nuevo matrimonio.


    Treinta españolas acompañaron a Colón en su tercer viaje transoceánico. La emigración fue a más.


    En el siglo XVI, de los 45.327 viajeros que marcharon a la otra orilla del Atlántico, 10.118 eran mujeres. Entre la legión de emigrantes había de todo: religiosas, prostitutas, nobles y plebeyas.


    Las hubo pioneras, como María Escobar, que introdujo el trigo en el Nuevo Mundo.


    Arrojadas y piadosas, como Catalina de Arauso, motejada como la Monja Alférez, que dejó atrás el convento en España para combatir como soldado de infantería en los reinos de Perú y Chile.


    Empresarias como Mencía Ortiz, creadora de una compañía para el transporte de mercancías a las Indias. Resolutivas, como Beatriz de la Cueva, gobernadora de Guatemala.




    El viaje comenzaba en Sevilla, desde donde se controlaba el tráfico con las Indias.


    Las naos y galeones, además de las pertenencias personales, cargaban con una treintena de pasajeros que convivían con pulgas, chinches, piojos, cucarachas y ratas.


    Los alimentos y el agua se pudrían a las pocas jornadas, los camarotes aún no existían y los pasajeros se acomodaban en cualquier hueco sin que el espacio disponible por persona superara el metro cuadrado.


    «Desde el principio la Corona tuvo claro que quería poblar las Indias, con el mismo modelo que en la Reconquista: colonizar los territorios ganados militarmente mediante un modelo católico, basado en la familia, cuyo pilar era la mujer», aseguran Aguado y Mariela Beltrán.


    El hilo narrativo de la exposición subraya la importancia que desempeñaron las mujeres criollas en el desarrollo de la sociedad colonial.


    Su cometido era la conservación de las tradiciones, la transmisión de los valores religiosos y el afianzamiento de un modelo de vida familiar, todo lo cual permitió que se asentase la sociedad hispano-criolla.


    Las criollas acomodadas pronto hicieron ostentación del lujo y el ornato. A este respecto, la muestra exhibe una espuela de plata para un pie femenino muy pequeño y zapatos de tacón. También se puede ver un jubón, una prenda muy ceñida al cuerpo con las que una cincuentena de mujeres difíciles de arredrar cruzaron andando el Mato Grosso.


    Nobles y plebeyas de armas tomar. hoy.es
    Última edición por Michael; 19/05/2013 a las 21:16
    Hyeronimus dio el Víctor.
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    Antonio Aparisi

  5. #5
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    Re: La mujer hispana en América.

    La primera mujer almirante, Isabel Barreto (1567-1612)


    El 16 de junio de 1595 zarpaba del puerto de El Callao, en Perú, una expedición con cuatro navíos y más de 350 personas a bordo. Su destino, las Islas Salomón. Capitaneados por el navegante Álvaro de Mendaña, con la tripulación viajaba su esposa, Isabel Barreto. Isabel, noble de difusa procedencia, fue una mujer de fuerte carácter, determinación y a veces incluso crueldad, que, por circunstancias del destino, se convertiría en la primera mujer almirante de la historia de la navegación española.


    De Galicia a Perú
    El pasado y los orígenes de Isabel Barreto no están del todo claros. Su biografía, anterior a su llegada a tierras americanas, en 1585, es difusa e inconcreta. Isabel Barreto, cuya fecha de nacimiento algunos sitúan en 1567, habría sido una mujer natural de Pontevedra nacida en el seno de una familia noble gallega. Su padre podría haber sido Francisco Barreto, marinero de origen portugués y gobernador de la India portuguesa. Otros hacen de Nuño Rodríguez Barreto, conquistador del Perú, su padre, y Mariana de Castro su madre.


    Lo que parece más cierto es que siendo todavía una niña, una pequeña con una elevada educación, viajó con sus padres hasta Perú a donde es probable que hubiera viajado junto con el séquito del nuevo virrey de Nueva Castilla, Don García Hurtado de Mendoza, y su esposa Teresa de Castro.


    En 1585 la encontramos ya casada con Álvaro de Mendaña, uno de los exploradores más destacados de la historia de los descubrimientos. Mendaña había nacido en León, hacia 1542 y llevaba a sus espaldas una larga carrera como navegante. De hecho, estaba prácticamente arruinado cuando tuvo la ocasión de casarse con la joven y rica dama Isabel Barreto.


    De Perú al Pacífico


    Álvaro de Mendaña
    En 1595 Álvaro de Mendaña organizó una nueva expedición para poblar las Islas Salomón, descubiertas años antes por él mismo. Entre las personas que iban a bordo de los cuatro navíos de la expedición había algunas mujeres, entre ellas Isabel, a pesar de la disconformidad de algunos de los marineros de la expedición.


    Desde el principio, el duro viaje por mar enfrentó a Isabel y al portugués Pedro Fernández Quirós, totalmente contrario a la presencia de mujeres en los barcos y hastiado de soportar el carácter enérgico y dominante de la esposa de Mendaña.


    El 18 de octubre, en tierras de las Islas de Santa Cruz, Álvaro de Mendaña murió a causa de la malaria. Antes de morir, y para sorpresa y desacuerdo de muchos, nombró a su esposa gobernadora en tierra y a Lorenzo Barreto, su cuñado, almirante de la expedición. Este hermano de Isabel también moría a los pocos días, lo que convertía a Isabel en la persona al mando en tierra y en el mar. En aquel momento Isabel Barreto se convertía en adelantada del mar océano, título que ostentaba una mujer por primera vez en la historia.


    Rumbo a las Filipinas
    El 11 de febrero de 1596 las naves de Barreto llegaban al Puerto de Manila. Terminaba una fase de la expedición plagada de problemas y conflictos con su almiranta, tachada por muchos de déspota y dominante.


    Isabel Barreto se ganó su fama de mujer caprichosa pues mientras la tripulación moría de hambre y sed, ella custodiaba los víveres y lavaba la ropa con agua dulce sin ningún tipo de miramiento.


    A todo ello se unía su aplicación de la justicia radical, pues no le temblaba el pulso al ordenar la ejecución de cualquier miembro de la tripulación que pusiera en duda su poder.


    En Filipinas, y cuando no se había cumplido ni un año del fallecimiento de su primer esposo, Isabel se volvió a casar, esta vez con el general Fernando de Castro, caballero de la orden de Santiago. Los nuevos esposos continuaron su vida expedicionaria navegando de nuevo a América donde se le pierde la pista y de nuevo surgen divergencias sobre la fecha y lugar de fallecimiento. Mientras unas fuentes sitúan su muerte en 1610 otros la alargan hasta 1612 y hay quien la sitúan en el continente americano mientras otros aseguran que volvió a pisar tierras españolas.


    Mujeres en la historia: La primera mujer almirante, Isabel Barreto (1567-1612)
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    Re: La mujer hispana en América.

    La monja alférez, Catalina de Erauso (1592-1650)


    image.jpg



    Rebelde, violenta y valiente, Catalina de Erauso pasó a la historia como la Monja Alférez. Sus padres quisieron para ella la tranquila vida de un convento pero ella escogió una existencia de aventuras en el Nuevo Mundo. Su aspecto masculino le permitió a Catalina llevar una vida de soldado y luchador.


    Novicia rebelde
    Catalina Erauso nació en San Sebastián en 1592. Sus padres, Miguel de Erauso y María Pérez de Gallárraga y Arce internaron en el convento de San Sebastián el Antiguo a Catalina y tres hermanas suyas a muy temprana edad. Pero así como sus otras tres hijas aceptaron con obediencia la decisión paterna, Catalina dio pronto signos de rebeldía.


    En 1607, cuando Catalina era una adolescente, participó en una discusión dentro del convento con otra novicia. Además de recibir varios golpes fue recluida en una celda de castigo. La joven tuvo entonces claro que no pasaría el resto de su vida entre aquellos muros y escapó.


    Contruyendo una identidad masculina
    Los años siguientes Catalina vagabundeó por distintas ciudades españolas con una identidad falsa. Vestida de labriego se hacía llamar con distintos nombres masculinos. Su aspecto físico nada femenino así como su porte varonil ayudaron al engaño.


    Hacia el Nuevo Mundo
    En Sanlúcar de Barrameda embarcó rumbo a América. Después de desempeñar varios oficios se enroló en el ejército español que por aquel entonces participaba en diversas guerras de conquista. Su manejo de las armas y su maestría en el combate le permitió llegar a ostentar el grado de alférez.


    Sin embargo, Catalina no dejó nunca de participar en refriegas, conflictos y duelos que la obligaban a no permanecer demasiado tiempo en un lugar determinado por miedo a ser detenida. En un duelo llegó incluso a matar a su propio hermano, Miguel, quien descubrió su parentesco segundos antes de morir.


    Finalmente fue detenida en Perú en 1623 tras una de tantas disputas. Declarada culpable y condenada a morir, Catalina decidió entonces desenmarcarase ante el obispo Agustín de Carvajal al que pidió clemencia. Fue entonces cuando tras casi 20 años de vida clandestina se destapó que aquel alférez español pendenciero era una mujer que había sido monja. Unas matronas certificaron además que era virgen. A Catalina le salió bien la jugada. Tras permanecer un tiempo en varios conventos peruanos, fue enviada de vuelta a España.


    Grandes honores
    La fama de Catalina viajó más rápido que ella misma a tierras españolas. Así, el mismísimo rey Felipe IV quiso conocerla y oir de primera mano su historia. El monarca español no sólo mantuvo su graduación sino que le permitió que continuara llevando atuendo masculino. Fue Felipe IV quien la bautizó con el nombre con el que pasó a la historia: La monja alférez.


    Con su espíritu aventurero, no era extraño que Catalina emprendiera de nuevo viaje, esta vez por el viejo continente. Llegó incluso hasta Roma donde el papa Urbano VIII la recibió y ratificó el permiso del rey español de que vistiera como un hombre.


    Catalina terminó sus días en el Nuevo Mundo, en México, a donde viajó en 1630. Allí vivió los últimos 20 años de su vida.


    Autora de su propia historia
    Una mujer como Catalina, no podía menos que plasmar ella misma su propia vida. No se sabe si de su misma mano o dictada a un tercero, lo cierto es que Catalina dejó para la historia sus propias memorias, La Historia de la monja alférez.



    Mujeres en la historia: La monja alférez, Catalina de Erauso (1592-1650)
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    Re: La mujer hispana en América.

    La décima musa, Sor Juana Inés de la Cruz (1651-1695)
    image.jpg


    Dudosos orígenes para una gran mujer
    Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana nació el 12 de noviembre de 1651 en Nepantla. Su padre fue don Pedro Manuel de Asuaje y Vargas Machuca, un militar español del que poco se conoce. Su madre, doña Isabel Ramírez de Santillana, era una mujer de origen criollo que dirigía una alquería.


    Seguramente Juana fue la segunda de tres criaturas habidas de la pareja que nunca se casó y pronto se separaría, pues se sabe que Isabel, la madre de Juana, tuvo tres hijos más con otro hombre con el que tampoco contrajo matrimonio.


    Una cabeza llena de ideas y no de hermosuras
    Sor Juana aprendió a leer a los tres años con la ayuda secreta de su hermana mayor. Con cinco años sabía escribir. Así, desde bien pequeña, esa niña que se iba a convertir en una atractiva joven, dedicó buena parte de su tiempo a la lectura y el estudio. Mujer perseverante, no dudaba en cortarse un mechón de su bonita cabellera como auto castigo cada vez que no conseguía aprender todo aquello que ella consideraba necesario para su intelecto. Para Juana, la cabeza antes debía llenarse de ideas más que de “hermosuras”.


    Tras una infancia excepcional para una niña del siglo XVII, Juana rogó a su madre que la dejara ingresar en la universidad disfrazada de hombre. Aunque su petición fue denegada, Juana continuó buscando maneras para seguir estudiando. La biblioteca de su abuelo materno fue el lugar idóneo.


    Convertida en una joven bella y elegante, en 1656 Juana marchó a vivir con un familiar a la capital mexicana, donde entraría en contacto con maestros que le enseñarían diferentes disciplinas.


    En la corte del virrey
    En 1664 Juana fue invitada por el virrey Antonio Sebastián de Toledo y su esposa doña Leonor Carreto a formar parte de la corte virreinal como dama de compañía de la virreina. Pronto se ganó la estima y respeto de la corte, sobre todo tras un examen al que se vio sometida a un examen intelectual ante un grupo de sabios humanistas.


    Durante este periodo su producción poética y lírica fue ampliamente aplaudida.


    De las carmelitas al convento jerónimo de Santa Paula
    Juana tenía claro que no quería ser una mujer casada, sino que quería dedicar su vida a Dios y al estudio. Así, en 1666 ingresó en el convento de Santa Paula de la orden de San Jerónimo, tras permanecer tres meses en un convento carmelita, en el que la rigidez y estricto orden alteraron la salud de la nueva monja.


    En Santa Paula permanecería el resto de su vida. Allí recibió a importantes poetas e intelectuales y personajes destacados de la vida del virreinato. En su celda se forjó toda la ingente obra de Sor Juana.


    Intelecto autodidacta
    Sor Juana practicó y ensayó múltiples formas de poesía; escribió villancicos, redactó alegatos en defensa de los desfavorecidos. De su pluma salieron grandes obras cuya fama resonaba por todas partes.


    La décima musa o el fénix fueron algunos de los llamativos sobrenombres que adquirió Sor Juana.


    En defensa de la intelectualidad femenina



    Como ya hiciera María de Zayas poco tiempo antes, Sor Juana defendió el acceso de las mujeres al estudio defendiendo el carácter abstracto del pensamiento: el ser valientes y sabias es resultado de las acciones del alma y esta no es hombre ni mujer, sino ente universal2.


    En 1691 Sor Juana escribió su famosa Respuesta a Sor Filotea de la Cruz, un texto que reclamaba al obispo de Puebla su derecho a poder opinar sobre temas religiosos y no solamente profanos. Su atrevimiento le supuso una pública y humillante reprimenda seguida de un castigo aún más duro: fue obligada a vender su biblioteca y su colección de objetos musicales.


    Un final solidario con las mujeres
    Sor Juana mostró a lo largo de su vida una increíble generosidad y solidaridad hacia las mujeres a las que animó a seguir sus pasos intelectuales. Su amor al prójimo la llevó a no abandonar a sus hermanas en religión cuando en 1695 una plaga afectó a un gran número de religiosas. Ella misma terminaría sucumbiendo a la enfermedad. Moría el 17 de abril de aquel mismo año.

    http://grandesmujeresenlahistoria.bl...de-la.html?m=1
    Última edición por Michael; 19/05/2013 a las 20:53
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    Re: La mujer hispana en América.

    Beatriz de la Cueva


    image.jpg


    Beatriz de la Cueva, natural de Úbeda (Jaen), llegó a Las Indias en compañía de su esposo Pedro de Alvarado, quien previamente había estado casado con su hermana Francisca. En ambos matrimonios intervino el influyente secretario de Carlos V, Francisco de los Cobos, nacido también en Úbeda. La llegada de Beatriz como nueva esposa del gobernador de Guatemala fue un acontecimiento lleno de fastuosidad que causó la admiración de aquellas gentes.


    Aparte de la nueva comitiva que había partido desde España, Doña Beatriz llevaba consigo un valioso equipaje valorado en treinta mil ducados de mercadería de muchas cosas ricas, así brocados y telas de oro y plata y todo género de sedas y tapicería fina y otras muchas cosas de ciertos factores de mercaderes de Medina del Campo. Su presencia constituyó un cambio radical en las formas de vida de Guatemala: en la comida, en el vestido, en la crianza y atención de los niños. Impuso las modas españolas en aquellas tierras.


    La muerte del adelantado provocó un problema de sucesión en la gobernación de Guatemala. Antes de emprender su última expedición, Pedro de Alvarado en previsión de su ausencia, dejó como teniente de gobernador a Francisco de la Cueva, cuñado y yerno, ya que estaba casado con Leonor, hija suya natural. En estas circunstancias y muerto Alvarado, el Virrey de México, nombra Virrey de Guatemala interino a Francisco de la Cueva. Aunque éste era querido y respetado por los guatemaltecos, recibieron con desagrado la orden por considerarla una intromisión en sus asuntos. Por ello se planeará un singular proceso de sucesión que, si bien terminaría confirmnando lo anterior, esquivaba la intervención del Virrey de México, con lo cual todos quedaban satisfechos.


    El 9 de septiembre de 1541 se reunió el cabildo de Guatemala y por votación mayoritaria decidió el nombramiento de Doña Beatriz de la Cueva como gobernadora, cargo que aceptó de buen agrado, firmando la toma de posesión como "la sin ventura Doña Beatriz". Así se convertía en la primera mujer española que ostentaba el cargo de gobernadora de Las Indias, cargo que le duró un día, porque el Volcán Agua entró en erupción el día 10 y una masa de lodo inundó la ciudad. El cuerpo de Doña Beatriz fue encontrado sin vida días después.


    Doña Francisca y Doña Beatriz eran sobrinas del Duque de Alburquerque, descendientes del célebre Don Beltrán de la Cueva, mayordomo del rey Enrique IV de Castilla, considerado el padre de Juana La Beltraneja que estuvo a punto de ser reina.


    Francisca y Beatriz eran hijas de Don Luis de la Cueva, Almirante de Santo Domingo, Comendador de Alcántara y hermano del Duque de Alburquerque y de Doña María Manrique de Benavides. Tuvieron varios hermanos, pero casi todos murieron en distintas guerras contra el ejército francés en Argel.


    Francisca fue dama de honor de la corte de Doña Leonor de Austria, futura reina de Francia, por el año de 1527. Sobre Francisca nos dice Fuentes y Guzmán que era una mujer colmada del esplendor claro de su ilustre sangre, virtud, discreción y belleza, que la hacían ser codiciada de muchos títulos y grandes mayorazgos de aquel tiempo. Bernal Díaz del Castillo se refiere a ella como una mujer hermosa en extremo. Igual nos presenta a su hermana Beatriz (según Bernal Díaz y Adrián Recinos no eran hermanas sino primas segundas).


    De su hermana, añade Ricardo Majó Framis, que era fina como de seda toda ella, especie de altanera muñequena aristocrática. Y de Beatriz dice que era toda de fino contorno, de un quebradizo natural, como una rosa de grana apasionada, fiera, aterciopelada, y quizás más inteligente que la otra. Ambas hermanas eran naturales de la Villa de Úbeda, en la provincia de Jaén, Andalucía, de la que lo era también Francisco de los Cobos, privado de Carlos V. Francisca nació entre los años 1485 y 1500, y Beatriz, aunque se desconoce la fecha exacta de su nacimiento, se supone que haya sido en 1500. Dato interesante es que Beatriz estaba emparentada con María Alvarez de Toledo y Rojas, esposa del virrey Diego de Colón y primera virreina de Santo Domingo, de la siguiente forma: La tercera hija de Diego y María, Juana Colón, estaba casada con don Luis de la Cueva, hermano del duque Alburquerque, y por tanto tío abuelo de Doña Beatriz.


    http://www.artehistoria.jcyl.es/v2/personajes/10656.htm
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    Re: La mujer hispana en América.

    Doña Ines Muñoz: La primera panadera de Lima


    Con la llegada de los españoles, ya fundada la Ciudad delos Reyes, el 18 de enero de 1535, llega también el trigo alPerú. Venía junto con Pizarro una dama muy especial,perspicaz, astuta e instruida. Durante esta expedición por elmar murieron sus dos hijos. Razón por la que estuvo sumidaen el dolor y la angustia, su esposo tuvo que apoyarla en untiempo tan difícil. Esta Dama se llamaba Doña Inés Muñoz,era la cuñada de Francisco Pizarro y esposa de Martín deAlcántara medio hermano del conquistador, quien llegó enel tercer viaje de la expedición por el Perú. Ella se dedicaba alas labores del entorno doméstico de los Pizarro, entre susfunciones estaba la preparación de alimentos para ellos, dela mano de una experta cocinera de Segovia llamada Catalina Cueva. Inés Muñoz tenía una tarea bastante delicada, pues había mucho temor de consumir plantas venenosas, por ello Quispe Sisa hermana de Atahualpa brindaba la información necesaria sobre las bondades delos productos de origen vegetal del nuevo mundo. La llegadadel Trigo al Perú se produjo de manera casual, Doña InésMuñoz estaba por recibir una encomienda de Cádiz (Sur de España). En dicha encomienda recibiría algunas legumbrespara elaborar un plato conocido como “olla podrida”, que esuna especie de sopa o caldo a base de garbanzos. Pero en elcajón, entre las legumbres se encontró accidentalmentealgunos granos de trigo, los cuales separó con la ayuda desus damas, logrando reunir 45 granos de trigo. Luego tuvola genial idea de sembrarlos en el jardín de su casa, quesegún lo que indica Fernando Cabieses estaba ubicada entrela Casa de Pizarro y el Cabildo. En poco tiempo comenzarona nacer las primeras espigas, que años más tardeocuparían los Valles de Lima, Majes (Arequipa) y Jauja queadornarían los paisajes con el trigo procedente de Europa.No solo a Inés Muñoz se le atribuye haber traído el trigo alPerú, haberlo sembrado sino también haber elaborado elprimer tipo de pan casero en la Ciudad de los Reyes.Francisco Pizarro que era la cabeza visible de esta empresa,decidió construir un molino en Lima (impulsado por la fuerzade las aguas) y hacer una panadería (ubicada en la zonaconocida como Martinete, lo que hoy es la cuadra 6 del jirónAmazonas). De ahí que uno de los primeros productos alimenticiosimpuestos por los españoles a nuestros antepasadosfue el Pan.


    El 26 de Junio de 1541, Doña Inés Muñoz preparaba un exquisito banquete en Palacio de Gobierno, cuando demanera abrupta ingresaron partidarios de Almagro yasesinaron a Francisco Pizarro y a Martín de Alcántara (esposode doña Inés Muñoz). Doña Inés nuevamente sumidaen el dolor, se tuvo que convertir en la tutora de los hijos dePizarro; Francisca y Gonzalo. Sin embargo en 1547 tendríaun nuevo romance, se trataba del adinerado Don Antoniode Ribera. Y como caso anecdótico se unen en matrimoniola primera mujer que trajo el trigo al Perú, con el primervarón en traer el olivo a nuestro país, dueño además de lafamosa Huerta Perdida, que fue uno de los bastiones de lafertilidad, higos, melones, naranjas, pepinos y duraznos.Hemos querido rendir un merecido homenaje a esta precursorade la Panadería en el Perú, sobre Inés Muñoz se sabe que pasó sus últimos días convertida en monja en elConvento de la Concepción, que hoy se encuentra en elCentro de Lima. Convento que ella fundó, pues era una delas españolas más adineradas de la época.


    Para 1539 en el Cuzco ya se había sembrado Trigo ensuelo Imperial. Pero menciona Clorinda Matto de Turnerque Don Pedro Castillo de Noceda que vivía en el Cuzco porel año 1562, sembró un puñado de Trigo en la zona conocidacomo Oropesa, ciudad fundada así por el Virrey FranciscoToledo en honor a su tierra natal. El Cronista ocial delNuevo Mundo, Pedro Cieza De León decía sobre la ciudadde Huamanga, “Se cosechaba muy bueno y abundantetrigo, del cual se hace pan como lo mejor de Andalucía”.
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    Re: La mujer hispana en América.

    Dos Damas impulsoras en la difusión del Trigo


    En 1547 dos damas se encargaron de poner más que ungranito de arena, un granito de trigo en incrementar lasiembra de este cereal en nuestro suelo. Ellas deben necesariamentemencionarse en la Historia de la Panadería en elPerú: Doña María Escobar y Doña Beatriz Salcedo. DoñaMaría Escobar trajo el trigo de la ciudad española de Trujillo.Aproximadamente 10 kilos para repartirlos entre susfamiliares y amigos, a 30 ó 40 granos por persona (En 1550María Escobar se instala en el Cuzco con su esposo PedroPuertocarrero). Doña Beatriz Salcedo habría encontradounos granos en un saco de harina mal molido destinadopara elaborar hostias y los plantó en el jardín de su casa.Según Garcilazo no había en 1547, Pan de Trigo en el Cuzco,pero en ese mismo año ya había molinos de Trigo en Lima,Cuzco, Arequipa y Cajamarca. La Costa Central peruana erabuena productora de trigo durante los primeros años de laColonia. En aquella época Lima fue el primer centroproductor de Trigo y el valle de Cañete se convirtió en elgranero del Virreinato y el pan de trigo se popularizó entrecriollos e indios.


    Una de las primeras panaderías perteneció a una damade origen árabe, llamada Francisca Suárez y conocida como“La Valenciana”. Una de las mujeres más distinguidas deHuerta de Doña Inés Muñoz Lima por los años 1550.


    La ruta del Pan Peruano (Parte II: La Conquista) | El club del pan
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  11. #11
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    Re: La mujer hispana en América.


  12. #12
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    Re: La mujer hispana en América.

    Historia

    La criolla española que atravesó la Amazonía en solitario en el siglo XVIII

    Publicado hace 2 días - Jorge Alvarez






    El 22 de julio de 1770 la ciudad amazónica de Oyapock fue el escenario del emocionante reencuentro del cartógrafo y natutalista Jean Godin des Odonais con su brava esposa Isabel.





    Isabel en la selva / Imagen: Damn Interesting



    Habían pasado veinte años desde que se tuvieron que separar y ella protagonizó una rocambolesca aventura, un viaje largo y penoso por la selva para dar con él, sin importarle los mil y un peligros a los que tuvo que hacer frente y que de haber sido explorador varón probablemente habría dado lugar a más de una novela.

    Isabel de Casamayor y Bruno era una criolla española nacida en 1728 en Riobamba, ciudad de lo que hoy es Ecuador pero que entonces formaba parte del Virreinato del Perú, en el seno de una familia acomodada de origen galo; por eso había recibido una buena educación, hablando francés y quechua (la leyenda también le atribuye la improbable habilidad de saber leer los quipus).

    Pocos años después llegó a aquellas latitudes Jean Godin, formando parte de una expedición organizada por la Academia de las Ciencias de París por orden de Luis XV: la que fue la primera misión geodésica en la Real Audiencia de Quito, que tenía el objetivo de medir la longitud de un grado del meridiano terrestre cercano al ecuador para compararlo con mediciones semejantes del ártico y demostrar que la Tierra era más plana por los polos.

    Duró casi una década y durante su desarrollo conoció a Isabel, por entonces una adolescente de catorce años. Se enamoraron y terminaron casándose el 27 de diciembre de 1741.





    Retrato de Isabel (Chevignard) / Dominio público



    Juntos se establecieron en Riobamba. Pese a que fue un éxito, la misión había tenido muchos inconvenientes por las rencillas surgidas entre franceses y españoles (al desarrollarse en suelo hispano Jorge Juan y Antonio de Ulloa también formaban parte del grupo) e incluso entre los propios franceses (uno de los cuales era el astrónomo y matemático Louis Godin, primo de Jean), así que sus jefes se separaron para seguir las investigaciones cada uno por su lado: Pierre Bouger se centró en publicar el correspondiente informe y dedicó su atención a cuestiones navales, mientras Charles-Marie de La Condamine organizó una expedición al Amazonas. Jean intentó sumarse a ella pero Isabel quedó embarazada y al final optó por quedarse.

    Sin embargo, tendría que separarse de su esposa en 1749, al recibir la noticia de que su padre había muerto y debía viajar a Francia para arreglar cuestiones relacionadas con la herencia (otra versión decía que tuvo un hijo extramatrimonial y queria quitarse de en medio). La idea, en realidad, era que él se adelantaría hasta Cayena (Guayana) para gestionar el traslado de toda la familia.

    Pero una vez allí quedó atrapado en una de esas raras situaciones legales que se dan a veces: no pudo embarcarse hacia Europa pero tampoco regresar a Riobamba, ya que las autoridades portuguesas no daban su autorización para que atravesara su territorio. El enfado de Godin fue considerable y ofreció sus servicios como espía del gobierno francés para arrebatar territorio a Portugal.

    A la postre resultó una idea contraproducente porque tiró por tierra el esfuerzo mediador de La Condamine, que había conseguido por fin un barco fluvial para reunir a los cónyuges: consciente de que la falta de respuesta a su oferta se debía probablemente a que la carta había sido interceptada, Godin desconfiaba de los lusos y desembarcó a la primera ocasión que tuvo mientras la nave continuaba su misión.





    La Condamine / Imagen: Dominio público en Wikimedia Comemos



    Así fue pasando el tiempo, sin que Isabel recibiera noticia alguna de Jean, hasta que cuatro años después se supo de la llegada de la lancha para trasladarla; esperaba en un sitio llamado Laguna. Comprobada la veracidad del asunto, toda la familia se puso en marcha: Isabel, sus dos hermanos (Isabel Antoine y Eugenio), su sobrino Joaquín y tres criados; los hijos de los Godin, dos niños y una niña (a la que su padre no llegó a conocer), habían muerto de viruela.

    Con ellos viajaban también un trío de franceses y algunos indios hasta sumar un total de cuarenta y dos personas. Se pusieron en marcha el 1 de octubre de 1769, atravesando los Andes para alcanzar luego la selva por lo que hoy es la provincia ecuatoriana de Pastaza.

    El viaje fue un infierno. A las dificultades propias de la selva amazónica se unieron una epidemia de viruela que había despoblado muchas zonas y el abandono de las misiones jesuíticas donde tenían pensado hacer paradas, expulsadas por los portugueses. Inmovilizados en medio de la nada, aceptaron la oferta de unos indios de continuar en una gran canoa.

    Remar por el río Bobonaza tampoco fue fácil; los indios desertaron y la embarcación, que estaba maltrecha, empezó a hacer agua amenazando hundirse. Aun se hallaban a una semana de Laguna, así que decidieron acampar mientras dos de los franceses y un sirviente se adelantaban con la canoa en busca de ayuda.

    Pero establecerse en la ribera fluvial fue un error tan grande como haberse internado en la selva porque los mosquitos se cebaron con ellos y varios enfermaron gravemente de alguna enfermedad tropical, expirando uno tras otro en unos pocos días. Isabel se quedó sola en tan terrible entorno.





    Mapa del Perú y el amazonas de 1767 (Emanuel Bowen) / Imagen: Dominio público en Wikimedia Comemos



    Tiempo después, el criado regresó al campamento con provisiones y sólo encontró cadáveres inidentificables, por lo que dio media vuelta, volvió a la civilización e informó de la muerte de todos sus compañeros. Pero se equivocaba. Isabel no había tirado la toalla: calzándose las botas de su hermano fallecido y agarrando un machete, se abrió paso a pie siguiendo el curso del río, alimentándose de lo que le ofrecía la naturaleza y sobreponiéndose tanto a la fiebre como a la locura.

    Diez días más tarde la encontraron unos indios que navegaban en canoa y la llevaron hasta la misión más cercana, de donde la trasladaron hasta el barco portugués que la esperaba desde hacía tanto tiempo. Cuentan que, para entonces, el cabello se le había tornado de color blanco.

    Meses más tarde, y dejando atrás miles de kilómetros, pudo por fin reunirse con su marido; habían pasado veinte años desde su separación. Resultó que Jean sí había enviado cartas a través de un amigo, pero éste había huido con el dinero que le dio por ello sin entregarlas.

    Pudieron dejar Cayena por fin el 21 de abril de 1773 y cruzar el Atlántico a Francia, estableciéndose en Saint-Amand-Montrond, donde La Condamine les consiguió una buena pensión del estado. Allí vivieron hasta 1792, año en el que ambos murieron, primero él en marzo y luego ella en septiembre.




    Fuentes: The Mapmaker’s Wife: A True Tale Of Love, Murder, And Survival In The Amazon (Robert Whitaker) / Plotting the Globe: Stories of Meridians, Parallels, and the International Date Line (Avraham Ariel y Nora Ariel Berger) / The Explorers of South America (Edward Julius Goodman) / Wikipedia.




    _________________________________

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    La criolla española que atravesó la Amazonía en solitario en el siglo XVIII
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    Re: La mujer hispana en América.

    Que bella historia..!!! yo no me dejo de impresionar de cuanto le ha dado la mujer americana a los españoles..!!!

    Cita Iniciado por Mexispano Ver mensaje
    Historia

    La criolla española que atravesó la Amazonía en solitario en el siglo XVIII

    Publicado hace 2 días - Jorge Alvarez






    El 22 de julio de 1770 la ciudad amazónica de Oyapock fue el escenario del emocionante reencuentro del cartógrafo y natutalista Jean Godin des Odonais con su brava esposa Isabel.





    Isabel en la selva / Imagen: Damn Interesting



    Habían pasado veinte años desde que se tuvieron que separar y ella protagonizó una rocambolesca aventura, un viaje largo y penoso por la selva para dar con él, sin importarle los mil y un peligros a los que tuvo que hacer frente y que de haber sido explorador varón probablemente habría dado lugar a más de una novela.

    Isabel de Casamayor y Bruno era una criolla española nacida en 1728 en Riobamba, ciudad de lo que hoy es Ecuador pero que entonces formaba parte del Virreinato del Perú, en el seno de una familia acomodada de origen galo; por eso había recibido una buena educación, hablando francés y quechua (la leyenda también le atribuye la improbable habilidad de saber leer los quipus).

    Pocos años después llegó a aquellas latitudes Jean Godin, formando parte de una expedición organizada por la Academia de las Ciencias de París por orden de Luis XV: la que fue la primera misión geodésica en la Real Audiencia de Quito, que tenía el objetivo de medir la longitud de un grado del meridiano terrestre cercano al ecuador para compararlo con mediciones semejantes del ártico y demostrar que la Tierra era más plana por los polos.

    Duró casi una década y durante su desarrollo conoció a Isabel, por entonces una adolescente de catorce años. Se enamoraron y terminaron casándose el 27 de diciembre de 1741.





    Retrato de Isabel (Chevignard) / Dominio público



    Juntos se establecieron en Riobamba. Pese a que fue un éxito, la misión había tenido muchos inconvenientes por las rencillas surgidas entre franceses y españoles (al desarrollarse en suelo hispano Jorge Juan y Antonio de Ulloa también formaban parte del grupo) e incluso entre los propios franceses (uno de los cuales era el astrónomo y matemático Louis Godin, primo de Jean), así que sus jefes se separaron para seguir las investigaciones cada uno por su lado: Pierre Bouger se centró en publicar el correspondiente informe y dedicó su atención a cuestiones navales, mientras Charles-Marie de La Condamine organizó una expedición al Amazonas. Jean intentó sumarse a ella pero Isabel quedó embarazada y al final optó por quedarse.

    Sin embargo, tendría que separarse de su esposa en 1749, al recibir la noticia de que su padre había muerto y debía viajar a Francia para arreglar cuestiones relacionadas con la herencia (otra versión decía que tuvo un hijo extramatrimonial y queria quitarse de en medio). La idea, en realidad, era que él se adelantaría hasta Cayena (Guayana) para gestionar el traslado de toda la familia.

    Pero una vez allí quedó atrapado en una de esas raras situaciones legales que se dan a veces: no pudo embarcarse hacia Europa pero tampoco regresar a Riobamba, ya que las autoridades portuguesas no daban su autorización para que atravesara su territorio. El enfado de Godin fue considerable y ofreció sus servicios como espía del gobierno francés para arrebatar territorio a Portugal.

    A la postre resultó una idea contraproducente porque tiró por tierra el esfuerzo mediador de La Condamine, que había conseguido por fin un barco fluvial para reunir a los cónyuges: consciente de que la falta de respuesta a su oferta se debía probablemente a que la carta había sido interceptada, Godin desconfiaba de los lusos y desembarcó a la primera ocasión que tuvo mientras la nave continuaba su misión.





    La Condamine / Imagen: Dominio público en Wikimedia Comemos



    Así fue pasando el tiempo, sin que Isabel recibiera noticia alguna de Jean, hasta que cuatro años después se supo de la llegada de la lancha para trasladarla; esperaba en un sitio llamado Laguna. Comprobada la veracidad del asunto, toda la familia se puso en marcha: Isabel, sus dos hermanos (Isabel Antoine y Eugenio), su sobrino Joaquín y tres criados; los hijos de los Godin, dos niños y una niña (a la que su padre no llegó a conocer), habían muerto de viruela.

    Con ellos viajaban también un trío de franceses y algunos indios hasta sumar un total de cuarenta y dos personas. Se pusieron en marcha el 1 de octubre de 1769, atravesando los Andes para alcanzar luego la selva por lo que hoy es la provincia ecuatoriana de Pastaza.

    El viaje fue un infierno. A las dificultades propias de la selva amazónica se unieron una epidemia de viruela que había despoblado muchas zonas y el abandono de las misiones jesuíticas donde tenían pensado hacer paradas, expulsadas por los portugueses. Inmovilizados en medio de la nada, aceptaron la oferta de unos indios de continuar en una gran canoa.

    Remar por el río Bobonaza tampoco fue fácil; los indios desertaron y la embarcación, que estaba maltrecha, empezó a hacer agua amenazando hundirse. Aun se hallaban a una semana de Laguna, así que decidieron acampar mientras dos de los franceses y un sirviente se adelantaban con la canoa en busca de ayuda.

    Pero establecerse en la ribera fluvial fue un error tan grande como haberse internado en la selva porque los mosquitos se cebaron con ellos y varios enfermaron gravemente de alguna enfermedad tropical, expirando uno tras otro en unos pocos días. Isabel se quedó sola en tan terrible entorno.





    Mapa del Perú y el amazonas de 1767 (Emanuel Bowen) / Imagen: Dominio público en Wikimedia Comemos



    Tiempo después, el criado regresó al campamento con provisiones y sólo encontró cadáveres inidentificables, por lo que dio media vuelta, volvió a la civilización e informó de la muerte de todos sus compañeros. Pero se equivocaba. Isabel no había tirado la toalla: calzándose las botas de su hermano fallecido y agarrando un machete, se abrió paso a pie siguiendo el curso del río, alimentándose de lo que le ofrecía la naturaleza y sobreponiéndose tanto a la fiebre como a la locura.

    Diez días más tarde la encontraron unos indios que navegaban en canoa y la llevaron hasta la misión más cercana, de donde la trasladaron hasta el barco portugués que la esperaba desde hacía tanto tiempo. Cuentan que, para entonces, el cabello se le había tornado de color blanco.

    Meses más tarde, y dejando atrás miles de kilómetros, pudo por fin reunirse con su marido; habían pasado veinte años desde su separación. Resultó que Jean sí había enviado cartas a través de un amigo, pero éste había huido con el dinero que le dio por ello sin entregarlas.

    Pudieron dejar Cayena por fin el 21 de abril de 1773 y cruzar el Atlántico a Francia, estableciéndose en Saint-Amand-Montrond, donde La Condamine les consiguió una buena pensión del estado. Allí vivieron hasta 1792, año en el que ambos murieron, primero él en marzo y luego ella en septiembre.




    Fuentes: The Mapmaker’s Wife: A True Tale Of Love, Murder, And Survival In The Amazon (Robert Whitaker) / Plotting the Globe: Stories of Meridians, Parallels, and the International Date Line (Avraham Ariel y Nora Ariel Berger) / The Explorers of South America (Edward Julius Goodman) / Wikipedia.




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    Re: La mujer hispana en América.

    La maestra española que luchó por las niñas indígenas en América





    Javier Sanz 23 febrero 2015



    Sólo algunas de las mujeres que viajaron hasta América tienen su propia historia (Inés de Suárez, la monja Alférez, Mencía Calderón…); la mayoría de ellas lo hicieron acompañando a sus maridos en su aventura por el nuevo continente. Pero hubo una mujer que, aunque inicialmente viajó simplemente acompañando a su marido y a sus dos hijas, las circunstancias y su compromiso la llevaron a ser protagonista de la historia de México. Ella fue Catalina de Bustamante (Llerena, España, 1490 – Texoco, México, 1546), la llamada “primera maestra de América” (como reza el monumento erigido en su honor en Texcoco).





    Catalina de Bustamante



    El 5 de mayo de 1514 Catalina, su marido Pedro Tinoco y sus dos hijas partieron de Sanlúcar de Barrameda rumbo a Santo Domingo. Los primeros años en el Nuevo Mundo no fueron diferentes a los de cualquier otra esposa de los aventureros llegados a América…. hasta que quedó viuda y decidió tomar las riendas de su destino. Comenzó instruyendo y educando a las hijas de hidalgos, aventureros y exploradores, pero Catalina sufría cuando veía todas las injusticias sufridas por los indígenas, especialmente por las niñas. Aprovechando su condición de terciaria seglar de la Orden de San Francisco, consiguió, por mediación del franciscano Fray Toribio de Benavente, que la Orden le cediese parte de un antiguo palacio de Texcoco (México) para establecer un colegio para niñas indígenas. Catalina educaba a las niñas en la fe cristiana -condición impuesta por los franciscanos-, les enseñaba a leer y escribir, defendía su dignidad y denunciaba los abusos sufridos. En 1529, a través del obispo Zumárraga, envió una carta al mismísimo rey de España Carlos I exigiendo justicia: un regidor español de la zona se había encaprichado de dos niñas del colegio y ordenó secuestrarlas. Aunque Catalina denunció el caso, la justicia por aquellos lares dependía de si las víctimas eran indígenas o españolas, si eras hombre o mujer y de tus posibles. Afortunadamente, la carta llegó a las manos de la reina, Isabel de Portugal, quien se interesó por el tema. Nada pudo hacer por aquellas niñas, pero decidió involucrarse en el trabajo de Catalina para instruir a las niñas de Nueva España. Reclutó a varias mujeres letradas, les pagó el pasaje y las envió como apoyo a Catalina.

    En 1535 regresó a España para entrevistarse con la reina y solicitar más apoyo de la corona. Catalina le explicó que la situación de las niñas indígenas era precaria y que había que seguir ampliando el número de colegios y seguir enviando maestras para revertir el papel que las niñas tenían: meras monedas de cambio para sellar alianzas con caciques o regidores españoles. Con el apoyo directo de la reina consiguió que se enviasen más educadoras y extender su labor por otros lugares y llegar a más niñas. A mediados del siglo XVI, la peste se llevó a la “primera maestra de América“.


    Fuentes e imágenes: Alianza de Maestros, El País
    _________________________________

    Fuente:
    La maestra española que luchó por las niñas indígenas en América - Historias de la Historia
    ReynoDeGranada dio el Víctor.

  15. #15
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    Re: La mujer hispana en América.

    Monumento a Beatriz Hernández




    En la narración acerca de esta última fundación de Guadalajara, se nombra a Beatriz Hernández, una de las pocas mujeres que acompañaron a los primeros vecinos de la villa. La historia cuenta que fue ella la causante de la fundación de la villa en el valle de Atemajac.

    Fue hasta el año de 1542, cuando se asentaron definitivamente en el actual sitio del Valle de Atemajac sesenta y tres familias europeas a instancias de una valerosa mujer: Doña Beatriz Hernández, que demandó a la comunidad a no volverse a mudar, y decidieron conservar este sitio. Aunque la elección pareció desventajosa por la mala calidad de la tierra, la falta de agua y la carencia de buenas comunicaciones, lo plano y extenso de la llanura ofrecía mejores condiciones para protegerse de los ataques.

    Cuando Mendoza y Oñate declararon fundada la villa, los pobladores no se atrevían a vivir, debido al miedo por los tres intentos fallidos anteriores en que los indígenas cocas y caxcanes los habían expulsado de las fundaciones precedentes.

    Sin embargo Antonio de Mendoza propuso la fundación de la nueva villa; sus acompañantes temerosos y desconfiados por las experiencias vividas dieron gritos de protesta, hasta que Cristóbal de Oñate sacó su cuchillo y lo clavó en el tronco de un árbol que tenía frente a él (a espaldas del lugar que actualmente ocupa el Teatro Degollado, en el centro de la ciudad) y declaró fundada la ciudad de Guadalajara, en nombre del rey. (Por eso actualmente se considera que Oñate fue el fundador de la ciudad El desorden continuaba, nadie estaba de acuerdo con el sitio, hasta que se paró junto a Oñate la señora Beatriz Hernández, quien a gritos se hizo el silencio, y la mujer dijo casi gritando: «¡Gente, aquí nos quedamos, el rey es mi gallo y aquí nos quedamos por las buenas o por las malas!». Un momento después se escucharon aplausos y vítores de alegría. Todos aceptaron el lugar elegido y mostraron su apoyo. En muchos aspectos, el área no era una buena elección, pero era ideal para evitar ataques de los pobladores locales.

    El 10 de diciembre de 1560, Guadalajara se convirtió en la capital de la Nueva Galicia y más tarde en la Sede del Obispado, comenzando a tener importancia fundamental como centro de actividades en el occidente del país, sirviendo de puente comercial entre Europa y Oriente.

    Al inicio, las actividades de sus habitantes fueron principalmente la cría de ganado y el cultivo de cereales y frutos, y en menor escala fue la minería. Pronto toda la región resultó propicia para la ganadería y la agricultura. Se fundaron enormes haciendas que dieron fuerza a la naciente ciudad, convirtiéndola en centro de abastecimiento y comercio de todo el Occidente de la Nueva España.



    _________________________________

    Fuente:


    Guadalajara de hoy: Monumento a Beatriz Hernández

  16. #16
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    Re: La mujer hispana en América.

    “La Indiana”, como también se le conoció, emprendió su carrera monástica en esa congregación con el convencimiento absoluto de dedicarse a la educación de las mujeres en la Nueva España. A 15 años de su estancia en la Madre Patria y nueve de su ingreso al convento, consiguió del rey el permiso para traerse a América una filial de aquella Orden. Todavía hubo de imponerse a la opinión de sus parientes, que no querían verla entregada nuevamente a las incomodidades y riesgos de caminos y navegación. Ella contestaba que, nacida y bautizada en Indias, era su obligación hacer a su patria ese servicio para corresponderle por los dones de la vida y la fortuna.

    […]

    No parece extraño que una monja funde una Orden religiosa y erija convento y capilla. Lo extraordinario es que una noble, rica y joven dama pueda mudar el palacio por el claustro, la gala por el hábito y la abundancia por la pobreza. María Ignacia renunció a la lisonja, a la vida fácil de la nobleza criolla entre la Nueva España y la Madre Patria, y dedicó sus afanes y su patrimonio a enseñar la lectura y la escritura a las niñas novohispanas en la segunda mitad del siglo XVIII.

    En la imagen: En el libro “Himnos acordes, cánticos festivos”... puede leerse un villancico dedicado a María Ignacia de Azlor en el que se elogia su filantropía y deseo de educar a las niñas de Nueva España. (Himnos acordes, cánticos festivos, sonoras aclamaciones, con que se celebra el dichoso arribo, y el feliz ingreso de las muy ilustres señoras doña María Ignacia Azlor y Echeverz, y Doña Anna de Torres y Quadrado, en el religiosísimo y ejemplar convento de la compañía de María Santísima de las señoras de la enseñanza de la muy noble, antigua, y leal ciudad de Tudela, Zaragoza, imprenta del Rey Nuestro Señor, 2 de febrero de 1743).

    Esperanza Dávila Sota, “María Ignacia de Azlor y Echeverz”, Relatos e Historias en México 65.





    _________________________________

    Fuente:


    https://www.facebook.com/relatosehis...type=3&theater

  17. #17
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    Re: La mujer hispana en América.

    La Primera Gobernante del Perú

    En el virreinato peruano las mujeres llegaron a ocupar puestos importantes en ocasiones especiales. Una de estas mujeres fue la esposa del Conde de León, Virrey del Perú.

    Doña Ana de Borja gobernó el Virreinato del Perú desde el 4 de junio de 1668 hasta el 3 de noviembre de ese año. Durante seis meses estuvo al frente del gobierno, mientras su esposo iba a solucionar un conflicto en Laycacota. Se convirtió así en la primera gobernante del Perú.





    _________________________________

    Fuente:

    https://www.facebook.com/16918322777...type=3&theater

  18. #18
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    Re: La mujer hispana en América.

    GENEALOGÍA NOVOHISPANA

    Estudios cortos sobre familia y parentesco en la Nueva España. .

    9 de abril de 2012
    Una Potosina en El Prado.




    Doña Francisca de la Gándara y Cardona, condesa viuda de Calderón,
    retratada por Vicente López Portaña, propiedad del Museo Nacional del Prado.

    "De buena presencia y modales afables y cortesanos, era Calleja bien visto en la sociedad potosina. A 26 de enero de 1807 contrajo matrimonio con doña Francisca de la Gándara, hija de don Manuel Jerónimo de la Gándara, dueño de la hacienda de Bledos. En la Iglesia de San Sebastián bendijo el matrimonio Mateo Braceras, cura del pueblo; y fueron padrinos el coronel don Manuel José Rincón Gallardo y doña Ignacia de la Gándara."
    Primo Feliciano Velázquez


    Hace algunos meses, paseando por el Museo del Prado, me llevé una grata sorpresa, varias veces había recorrido las salas del museo, pero nunca me había detenido en este maravilloso cuadro, y menos había percibido que se trataba de una novohispana, de la ilustre virreina potosina, doña María Francisca de la Gándara y Cardona. Supongo que la mayoría de los visitantes que han visto esta obra no saben quién es aquella digna señora que los mira sentada sobre aquel sofá verde, sosteniendo un pañuelo blanco de rico engaje y un breviario o “libro de horas” aludiendo a su gran religiosidad. Doña María Francisca de la Gándara, condesa viuda de Calderón, pudiera ser el nombre cualquier aristócrata española del siglo XIX, pero si uno se detiene un momento, podrá darse cuenta que no se trata de una persona cualquiera. En primer lugar, llama la atención la pequeña descripción del cuadro, en la cual se atestigua el lugar de su nacimiento, la Nueva España, en segundo lugar, es de llamar la atención el autor de tan portentoso retrato, el Primer Pintor de Cámara de S.M. el Rey don Fernando VII y más tarde de S.M. la Reina doña Isabel II, don Vicente López Portaña, sucesor de Francisco de Goya y Lucientes en la corte regia. El nombre de doña María Francisca, así como su título, pueden sonar desconocidos para la mayoría de los visitantes del Museo del Prado, pero para un aficionado de la historia virreinal, un nombre como éste no pasa desapercibido, sino que despierta una gran admiración e ilusión de que el retrato de una novohispana tan distinguida como doña María Francisca de la Gándara tenga el honor de ser exhibido en una de las pinacotecas más importantes del mundo, compartiendo la sala con reyes, príncipes y caballeros del Toisón.

    ¿Quién entonces fue doña María Francisca de la Gándara? ¿Y porqué es tan importante como para que su imagen haya sido inmortalizada por el primer pintor de cámara del Rey de España y para que su retrato cuelgue en las paredes del Prado? Todos los que hemos tenido el inmenso placer de visitar el centro histórico de la Ciudad de San Luis Potosí, podemos atestiguar el inmenso orgullo que ahí se evidencia por haber sido el lugar de nacimiento de la única virreina criolla que existió en la historia de la Nueva España, con excepción de doña Gertrudis de Castro y Gutiérrez del Cueto, nacida en Guadalajara, Nueva Galicia, como esposa del virrey interino don Pedro Malo de Villavicencio, pero claro, no es lo mismo virrey interino que virrey con mayúsculas. Así como Querétaro se enorgullece de su querida marquesa de la Villa del Villar del Águila, y presume su maravilloso palacio (La Casa de la Marquesa), San Luis Potosí se honra de tener a su virreina, única de su jerarquía nacida en la España Americana. Ciertamente, la condesa de Calderón ennoblece a la ciudad y la llena de distincción. Doña María Francisca de la Gándara y Cardona fue la esposa del virrey don Félix María Calleja del Rey, quien recibió el título de conde de Calderón en alusión a su victoria contra el insurrecto Miguel Hidalgo y Costilla en el Puente de Calderón, en la Nueva Galicia. A pesar del gran orgullo de ser una “ciudad virreinal” con todas sus letras, aunque la Plaza de Armas de San Luis Potosí albergue la “Casa de la Virreina”, y a pesar de que uno de los restaurantes más prestigiosos de la ciudad se llame “La Virreina”, poca gente parece recordar quién fue dicha virreina, y qué fue de ella. Las fuentes informales de información parecen estar más bien preocupadas de las leyendas y de chismes virreinales que de traer a la memoria la verdadera historia de esta ilustre potosina, hija de un poderoso hacendado y esposa de un brigadier de los Reales Ejércitos, que terminó sus días en la Península como dama de la corte y digna consorte de quien fue uno de los últimos virreyes de la Nueva España, el fundador del linaje de los ilustres condes de Calderón. La condesa viuda de Calderón, cumple en el Museo del Prado su digna función de embajadora de la Nueva España, de embajadora de sus familias y sus linajes, así como de la ciudad de San Luis Potosí, único territorio novohispano representado en un recinto similar.





    Casa que fue de la familia de la Gándara, en vida de Doña María Francisca.


    Para honrar a nuestra querida virreina y recordar su importantísimo rol en la historia de nuestro país, he decidido publicar este artículo inspirado en el maravilloso retrato que Vicente López hizo de ella con tanta maestría, demostrando la dignidad y la casta de esta ilustrísima potosina, descendiente de la familia La Gándara y Rubín de Celis, dueños de la importantísima hacienda de San José de Bledos y pieza clave en la fuerza y dinamismo de la economía y producción de la Capitanía de San Luis Potosí en la Nueva España. A continuación, expongo la ascendencia y descendencia de doña María Francisca, y aunque me hubiera gustado profundizar aún más, creo que lo que aquí encontramos ya es suficiente para darnos cuenta acerca de quién fue esta magnífica persona, de qué familias descendía, con quiénes gozaba parentesco y amistad, así como las personas que actualmente aseguran la continuidad del noble linaje de los condes de Calderón, y por supuesto, de su primera condesa consorte.



    I.- Don Antonio de la Gándara y Gutiérrez. Casó con doña María Antonia González de Cevallos.Fueron padres de:


    II.- Don Antonio de la Gándara y González de Cevallos (1703). Casó con doña María Antonia Rosalía de la Puebla de Rubín de Celis y García de Rojas, hija de don Gerónimo Antonio de la Puebla de Rubín de Celis y Mata, y de doña María Micaela Javiera García de Rojas y Véliz de la Torre. Fueron padres de:


    III.- Alférez Real don Manuel Jerónimo de la Gándara y Rubín de Celis (6 de febrero de 1746, Real Minero de Nuestra Señora de Belén de los Asientos de Ibarra), dueño de las haciendas de Bledos, Altos, Canoas, Santiago y Tepetate, en San Luis Potosí. Casó en 1765 con doña María Ignacia de Eguía Muro y Mier, hija de don Ildefonso de Eguía y Muro, y de doña María Micaela de Mier Caso y Domínguez. Doña María Ignacia falleció cinco años después, habiéndole dejado dos hijos a don Manuel Jerónimo (don Juan y don Manuel). Casó en segundas nupcias (en 1772) con doña María Gertrudis de Cardona y Vázquez, hija de don José de Cardona y doña Mónica Vázquez. Fueron padres de:



    Don Félix María Calleja del Rey, I Conde de Calderón,
    Virrey de la Nueva España.


    IV.- Doña María Francisca de la Gándara y Cardona
    (29 de enero de 1786, Hacienda de San Juan de Vanegas, San Luis Potosí - 1855, Valencia). Casó el 26 de enero de 1807 en la Iglesia de San Sebastián (San Luis Potosí) con el brigadier don Félix María Calleja del Rey (1759, Medina del Campo, Valladolid-1828, Valencia), más tarde virrey de la Nueva España (1813-1816), I conde de Calderón, caballero Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica, caballero Gran Cruz de la Orden de San Fernando, caballero Gran Cruz de la Orden de San Hermenegildo, hijo de don Juan Cayetano Calleja, y de doña Eugenia Severina del Rey. Fueron padrinos del matrimonio el primer marqués de Guadalupe Gallardo y doña Ignacia de la Gándara.
    Fueron padres de:


    a) Doña María de la Concepción Eligia Franscica de Paula Trinidad Josefa Calleja y de la Gándara (1814), sin sucesión.


    b) Don Félix María José de Guadalupe Pascual Francisco de Paula Calleja y de la Gándara (1815-1816), sin sucesión.


    c) Doña María de Guadalupe Calleja y de la Gándara (1817), sin sucesión.


    d) Don Félix María Calleja y de la Gándara (1818-1855), sin sucesión.


    e) Doña María del Carmen Calleja y de la Gándara (1821), que sigue.


    V.- Dona María del Carmen Calleja y de la Gándara (1 de marzo de 1821, Madrid - 5 de noviembre de 1873, Madrid). Casó en 1846 (Valencia) con don José María Mayans y Mayans (1810-1883), conde de Trigona, diputado en Cortes. Fueron padres de:


    a) Doña María del Carmen Mayans y Calleja (1847-1924), casada con don Manuel Navarrete y Vergada, marqués de Tremolar.


    b) Don Francisco de Sales Mayans y Calleja (1851), que sigue.




    VI.- Don Francisco de Sales Mayans y Calleja (18 de julio de 1851, Valencia), conde de Trigona, Teniente de Estado Mayor de la Real Maestranza de Caballería de Valencia, caballero Gran Cruz de la Real Orden de Isabel la Católica. Casó con doña Francisca de Borja de Sequera y Díez de Rivera (1851), dama de la Real Maestranza de Caballería de Valencia, de los condes de la Puebla de Portugal. Fueron padres de:


    VII.- Don Leopoldo Mayans y de Sequera (12 de enero de 1890, Valencia-1945), conde de Calderón. Le sucedió su hermano, que sigue:



    VIII.- Don José María Francisco de Paula Francisco de Borja Froilán Pascual Miguel Roque Luis Vicente Mayans y de Sequera (1887-1965, Madrid), conde de Calderón y de Trigona, gentilhombre de cámara con ejercicio y servidumbre de S.M. el Rey don Alfonso XIII, caballero maestrante de la Real Maestranza de Valencia, Gran Cruz del Mérito Civil, abogado del Colegio de Valencia, miembro del consejo de administración del Banco de Valencia. Casó con doña Amalia de Jáudenes y Villalonga, condesa de Zanoni, dama de la Real Maestranza de Caballería de Valencia. Fueron padres de:


    IX.- Don Luis Mayans y de Jáudenes, conde de Calderón. Casó en 1969 con doña Ana María de la Lastra y González, hija de don José de la Lastra y Messía y de doña Ana González y Giménez, nieta de don José María de la Lastra y Romero de Tejada, de los marqueses de Torrenueva, mayordomo de Semana de S.M. el Rey don Alfonso XIII, y de doña Ángela Messía y Fitz-James Stuart, a su vez hija de los IV duques de Tamanes y nieta de los XV duques de Alba. Fueron padres de:


    X.- Don José María Mayans y de la Lastra, actual conde de Calderón.


    Pasillo de la Hacienda de Calderón, antigua propiedad
    de Don Félix María Calleja del Rey, I Conde de Calderón.






    Bibliografía:


    - Herrera Peña, José. Morelos Ante Sus Jueces. Editorial Porrúa. 1985. México.


    - Núñez y Domínguez, José de J. La Virreina Mexicana, Doña Francisca de la Gándara de Calleja. Imprenta Universitaria, UNAM. 1950. México.


    - Álvarez Cuartero, Izaskun; Sánchez Gómez, Julio. Visiones y Revisiones de la Independencia Americana, México, Centroamérica y Haití. Aquilafuente, Ediciones Universidad de Salamanca. 2005. Salamanca.


    - Esparza Osorio, José Jorge. El Real Minero de Nuestra Señora de Belén de los Asientos de Ibarra. LICEUS, Portal de Humanidades. 2002. Aguascalientes.


    - BOE número 249 de 18/10/1965, páginas 14130 a 14130 (1 pág.). Ref: BOE-A-1965-17759.


    - BOE número 2 de 3/1/1966, páginas 32 a 32 (1 pág.). Ref: BOE-A-1966-130.


    - BOE número 148 de 21/6/1985, páginas 19266 a 19266 (1 pág.). Ref: BOE-A-1985-11801.


    - BOE número 299 de 14/12/1985, páginas 39485 a 39485 (1 pág.). Ref: BOE-A-1985-26040.


    - BOE número 135 de 7/6/1967, páginas 7895 a 7895 (1 pág.). REf: BOE-A-1967-8944.


    - ABC de Madrid, Esquelas (22 de febrero de 1967) Ver imágenes: Hemeroteca del ABC.



    - Pérez Moragón, Francesc. 1900-2000, Cien Años de Vida en el Banco de Valencia. Edita Banco de Valencia.1999. Valencia. Ver PDF: Cien Años de Vida en el Banco de Valencia.



    - Salazar y Acha, Jaime de. Estudio Histórico Sobre Una Familia Extremeña, los Sánchez Arjona. Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía. Lletra. 2000. Ciudad Rodrigo. p. 209.



    - Velázquez, Primo Feliciano. Historia de San Luis Potosí. Tomo II. Colegio de San Luis y Archivo Histórico del Estado de San Luis Potosí. San Luis Potosí. p.409



    - Museo Nacional del Prado. María Francisca de la Gándara y Cardona, condesa viuda de Calderón, por Vicente López Portaña, óleo sobre lienzo, 128 x 98 cm, firmado, 1846 [P7041].



    - ABC de Sevilla, Hemeroteca (28 de octubre de 1969), Hemeroteca del ABC de Sevilla.



    - ABC de Madrid, Hemeroteca (30 de octubre de 1969) Hemeroteca del ABC.



    - Anales de la Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía. Volumen IX. 2005-2006. Real Academia Matrinse de Heráldica y Genealogía. Madrid. Página 28.





    _________________________________

    Fuente:


    GENEALOGÍA NOVOHISPANA: Una Potosina en El Prado.

  19. #19
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    Re: La mujer hispana en América.

    Las poco conocidas Virreinas de Nueva España y sus vicisitudes





    De los temas fascinantes que encierran los tres siglos de presencia hispana, especialmente en la época virreinal, que es la más larga pues ocupó 286 años, de 1535 a 1821 (recordando que los primeros 14 años son el periodo colonial), poco se ha hablado de las esposas de los virreyes, quizá suceda lo mismo que en la actualidad, que la “primera dama” brilla por su ausencia y solamente se le ve en actos sociales y en contados eventos de carácter político. Así pues, al hacer recuento de sus maridos, los Señores Virreyes, nos viene a la cabeza el nombre de al menos tres, quizá un poco más si eres aficionado a la historia o porque has visto nombres de las calles en el centro histórico de la ciudad de México… aunque, por ejemplo aquí, en Salamanca, Guanajuato, hay una calle en el barrio de Nativitas llamada Duque de Alburquerque, otra llamada Conde de Monterrey. (Aclaro que en la imagen vemos a la familia Fagoaga.)





    O porque la ciudad en donde vives tiene el apellido o más bien el título nobiliario de un Virrey, así tenemos varias Cadereyta, un Linares, un Salvatierra, un Monterrey, un Guadalcazar, un Monclova; ni que decir de las islas Revillagigedo o la de Cerralvo. O las ciudades que eran novohispanas y ahora están “del otro lado”: Alburquerque y Galveston. Poca memoria hay de las virreinas, quizá solo se sepa algo de la bella Lisi, como apodaba Sor Juana a la virreina en turno y los profesionales de la historia han logrado poner nombre, apellido y abundantes títulos nobiliarios a quienes, casi a escondidas, casi encerradas en su palacio ocupaban el empeño de ser la esposa del Virrey, por tanto, la Señora Virreina.




    Fueron 61 virreyes, de ellos 9 tuvieron un doble cargo pues, además, eran Obispos. 9 de los virreyes eran viudos, 5 solteros, otros no trajeron a sus esposas y las dejaron en España y de los que sí las trajeron solamente se conoce el nombre de 28 de ellas. Por ejemplo los de María Luis Manrique de Lara y Gonzaga, princesa de Mantua, condesa de Paredes, esposa del 28° virrey Tomás Antonio de la Cerda y Aragón, marqués de la Laguna. Fue ella la segunda mecenas de Sor Juana, quien la apodó “Lisi”.




    Una virreina conocida fue Leonor Carreto, marquesa de Mancera, ocupó el cargo de 1664 a 1673 fue la primera mecenas de Sor Juana; era la esposa de Antonio de Toledo y Salazar, marqués de Mancera, 25° Virrey. La vida de la virreina termina cuando iba de regreso a España pues muere en Tepeaca, Puebla. La única virreina nacida en México fue María Francisca de la Gándara y Cardona, esposa del 60° virrey, Félix María Calleja del Rey, primer conde de Calderón, enemigo acérrimo de los Insurgentes. Trágica fue la vida de la virreina esposa del 56° virrey, José de Iturrigaray Aróstegui, Inés de Jáuregui y Aróstegui su historia la puedes ver aquí.





    Varios nombres de más virreinas de la Nueva España podemos agregar, Francisca Fernández de la Cueva, esposa de Rodrigo Pacheco y Osorio, marqués de Cerralvo. Elvira Toledo, esposa de Gaspar de la Cerda Sandoval Silva y Mendoza, conde de Galve. Blanca Enríquez de Velasco, esposa de Álvaro Manrique de Zúñiga, marqués de Villamanrique. Ana María de Mendoza, esposa y prima hermana de Juan de Mendoza y Luna, marqués de Montesclaros. Para ver más sobre las virreinas, su vida, sus nombres, te recomiendo ampliamente leer este enlace (1). Y para enterarnos de las barbaridades que también ocurrieron en torno a las virreinas, a continuación un escandaloso ejemplo:




    “El insigne Don Luis de Velasco, el segundo, tuvo por esposa a Doña María de Ircio y de Mendoza, hija del Conquistador Martín de Ircio, Encomendero de Tepeaca, El Marqués de Guadalcázar casó con una dama austriaca, doña Ana María Riederer de Paar, Condesa de Barajas, dama de la Reina Margarita e hija de don Juan Jorge Riederer y de doña María Isabel Adorno de Amerín. El vigésimo Virrey del a Nueva España, don Francisco Fernández de la Cueva, VIII Duque de Alburquerque, en compañía de su esposa doña Juana Francisca de Armendáriz, Marques a de Cadereyta, Condesa de la Torre y Camarera Mayor de la Reina
    .







    “Como era tan pacífica la vida colonial de México, sobre todo comparada con la de las Cortes de Madrid y de Versalles, las esposas de los Virreyes, especialmente a fines del siglo XVII y principios del XVIII, tuvieron pocas oportunidades para lucir, socialmente hablando. Los saraos y besamanos en palacio, las funciones religiosas, las visitas a los conventos, los días de campo en San Ángel o San Agustín de las Cuevas, con una que otra excursión a Guadalupe o los Remedios, llenaban la vida de aquellas damas, vida que si carecía de emociones fuertes, abundaba, en cambio, en suaves goces que hacían a las Virreinas cobrar gran afecto a México, al grado que, cuando terminaba el período de gobierno de sus maridos, partían generalmente en medio de copiosas lágrimas. La sociedad de entonces, por su parte, no dejaba de encariñarse con sus gobernantes; de manera que solían ir a despedirlos, con marcadas muestras de afecto, hasta San Agustín, Guadalupe o la Piedad, la Real Audiencia, los Tribunales y las personas más prominentes de la capital
    .




    “Don Agustín de Ahumada y Villalón tuvo por esposa a su sobrina doña Luisa María del Rosario de Ahumada y Vera, en su propio derecho Marquesa de las Amarillas, dama en alto grado afecta a la ostentación y al lujo.


    Cuando se supo en México que había sido nombrado Virrey de la Nueva España, el Excmo. Señor don Miguel de la Grúa Talamanca y Branciforte, marqués de Branciforte, se despertó grandemente el interés de la sociedad de la colonia, por estar casado dicho personaje con una hermana del verdadero señor de las Españas, don Manuel de Godoy, Príncipe de la Paz, valido del pusilánime Carlos IV. Era, en efecto, la marquesa de Branciforte señora de muchas campanillas, dama de honor de la Reina y de la Banda de María Luisa; y, cuando el Virrey hizo su entrada pública a la Ciudad de México, las esposas de los Oidores, queriendo honrarla de especial manera, se reunieron en los corredores de Palacio para recibirla.




    “Branciforte demostró, desde un principio, que su único afán era enriquecerse, y no desdeñó en apelar a adulaciones al monarca y a otros medios ruines para conseguir su objeto, en los cuales, se dice, tomó no pequeña parte su esposa doña María Antonia de Godoy y Álvarez, quien, prendada de las perlas que resplandecían sobre los pechos y brazos de las grandes damas de la corte virreinal, ideó una manera de engañar a las sencillas mexicanas en provecho propio. Como notaran los Virreyes que lo que hacía la Branciforte era en seguida copiado por las damas de la colonia, convidaron en cierta ocasión a palacio a toda la aristocracia de entonces y cuál no sería la sorpresa de ésta, al notar que la Virreina no ostentaba ni una sola perla, si no magnífico aderezo de corales. Mayor fue el asombro de la concurrencia al oír de los autorizados labios de los Virreyes, que las perlas ya no estaban de moda, sino únicamente los corales. En los días siguientes, las poseedoras de perlas despojárnosle de ellas a vil precio, y compráronse corales, mientras que los Branciforte, de tras mano, efectuaban una verdadera pesca milagrosa”
    (2).




    Sobre la virreina Mariana Isabel de Leyva y Mendoza hay un interesante ensayo aquí.

    Fuente:



    1.- Rubial García, Antonio. Las virreinas novohispanas, presencia y ausencia. UNAM. Estudios de Historia Novohispana. Núm. 50, México. Enero-junio 2014. pp. 3-44

    2.- Romero de Terreros, Manuel. Bocetos de la vida social en la Nueva España. Editorial Porrúa, México, 1944




    Este libro no lo conozco, pero, viniendo de la pluma de Artemio de Valle Arizpe, no dudo que sea magnífico.




    _________________________________

    Fuente:

    El Bable: Las poco conocidas Virreinas de Nueva España y sus vicisitudes


    Última edición por Mexispano; 11/06/2018 a las 06:33

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    Re: La mujer hispana en América.

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    Si bien en el mundo prehispánico las mujeres Curacas y nobles tenían un poder real y poseían muchos bienes, con la instauración del Virreynato del Perú este poder fue reducido. Durante el transcurso del Virreynato las nativas de linaje noble solo servían para estrechar los lazos de un linaje con otro mediante el matrimonio.


    Las indias nobles o Principales garantizaban a una familia de la nobleza muchas dotes si es que estas se unían en matrimonio a un indio noble, español noble, español adinerado o a un alto funcionario español. Las Cacicas si bien ostentaban el cargo no ejercían el poder, en la casi totalidad de los casos era el cónyuge quien gobernaba el Cacicazgo. El mayor número de Cacicas se encontraban en la costa norte del Virreynato.


    Las nobles de linaje incaico eran muy cotizadas por los indios, españoles y mestizos plebeyos que veían en ellas un medio para alcanzar un mejor status social.






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