El Padre José Alberto Espinosa fue designado en su momento orador en las exequias de los restos del Libertador, los cuales estaban de regreso a su ciudad natal en 1842, doce años después desde su fallecimiento en Santa Marta. Su oración impresa fue recibida con muy buenas críticas. En este momento compartimos la refutación que ofrece Espinosa a los críticos de ayer y del presente sobre la autoridad dictatorial de Bolívar, que si muy tirano hubiera sido, no hubiera dejado el poder voluntariamente a los delegados del pueblo en 1830:
“Cierto es, Señores, que la dictadura, dignidad odiosa á las instituciones libres, y siempre amenazante, fue por lo regular el signo de su poder, o el título de su autoridad; y que ella, en el concepto de algunos; rebaja su reputación, y quita á su heroísmo un tanto de su brillo. Pero seamos justos: no abandonemos el hombre grande á la violencia dé las pasiones, ni el examen de su causa á los que se hallan deslumbrados aun con el resplandor de sus glorias..... la razón demanda imperiosamente este imparcial procedimiento (…) En primer lugar, respondedme con franqueza ¿qué fue lo que dio ocasión á esta suprema potestad? No olvidemos que nuestra República, puesta muchas veces al borde del precipicio, clama ella misma por el Libertador, y se arroja á sus brazos como el naufrago á los de su bienhechor. Nuestros delirios, ó más bien, la falta de maestría en nuestra nueva profesión, nos pone en este conflicto, y él es el único que puede salvarnos; él lo hace, y vuelve á la patria, próxima á morir en la anarquía, la paz y bienestar, que nosotros en los furores de la libertad habíamos desconcertado” (1)
(1) José Alberto Espinosa, “Oración fúnebre pronunciada en Caracas el 17 de diciembre de 1842, en las exequias a los restos del Libertador”. Caracas: Imprenta El Venezolano (1843), pág. 22
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