"La Alianza Libertadora Nacionalista creó la consigna Patria Sí, Colonia No"
Por:
Matías Méndez Especial para Infobae
De Rodolfo Walsh a Guillermo Patricio Kelly, del primer guerrillero guevarista y Mario Santucho a Dalmiro Sáenz, ¿qué fue ese grupo de pensamiento y acción, nacionalista, católico y filofascita, capaz de congregar a personalidades tan dispares?
La historia argentina del siglo XX, marcada por la fuerte impronta que le dio el peronismo, tuvo
un movimiento nacionalista sobre el que se escribió poco. Fue "poco relatado", dice el autor de
Puños y pistolas (Sudamericana),
Rubén Furman, quien dedicó los últimos años a estudiar este fenómeno político que comenzó en el primer golpe de Estado del siglo, cuando un edecán de José María Uriburu advirtió la presencia de jóvenes nacionalistas en colegios secundarios y le propuso su organización. Uriburu le ordenó crear la Legión Cívica, como milicia de apoyo que después sería disuelta por Agustín P. Justo. Pero esos jóvenes que habían terminado el secundario continuaron luego su militancia embuidos por el clima que se vivía en Europa a fines del ´30 y formaron la Alianza de la Juventud Nacionalista que después se transformaría en Alianza Libertadora Nacionalista.
Puños y pistolas está edificado en diez capítulos que se abren con la descripción de
la demolición a cañonazos de la Sede Nacionalista por la Revolución Libertadora en 1955 y se cierran con un apéndice en el que se publica el
Programa de la ALN para las elecciones de 1946. A lo largo de 346 páginas, el autor analizará la formación ideológica del nacionalismo y su relación con la época histórica en cada una de las etapas de desarrollo de esta corriente.
Furman, que fue
uno de los fundadores del diario Página 12, escribió un libro en el que se percibe su pasión por la historia y la obsesión por el dato duro, propio del periodista puntilloso que contrasta la información histórica con el testimonio de los actores de la época. El autor indagó en archivos periodísticos y políticos y en la bibliografía existente, pero también
entrevistó a protagonistas destacados del movimiento nacionalista, como Emilio Gutiérrez Herrero, uno de los fundadores que, a sus 98 años, vive en Uruguay o el periodista Rogelio García Lupo: a través de su relato el lector podrá conocer la historia de uno de sus amigos y mártir del nacionalismo que cayó muerto el 17 de octubre de 1945, Darwin Passaponti.
Furman narra también
el momento en que los nacionalistas analizaron bombardear el Congreso y cómo fueron ellos los creadores de las consignas
Patria Sí, Colonia No y
Alpargatas Sí, Libros No. En esta entrevista, el autor hablará de estos temas, de los personajes más destacados que pasaron por sus filas, como
Rodolfo Walsh o
Guillermo Patricio Kelly, de la relación que tuvieron con Perón y del acercamiento de algunos de ellos a la revolución cubana de la mano del
primer guerrillero del Che Guevara en Argentina, Jorge Masetti.
-El libro pone luz sobre un movimiento del que no se sabe mucho: la Alianza Libertadora Nacionalista
Poco relatado. Es algo que, como tuvo durante un período importante al peronismo como telón de fondo, está contado como historia heroica o trágica o mala. Eso evitó que se tratara de reconstruir lo que fue
el grupo más importante del nacionalismo de la Argentina de los años 30 al 50: la Alianza Libertadora Nacionalista.
Fue un grupo de origen católico, nacionalista, de base extremadamente juvenil, que tenía una facilidad asombrosa para reclutar jóvenes en los colegios secundarios. En 1937, cuando la mayoría de los chicos que estaba en la Unión Nacional de Estudiantes Secundarios (UNES), que fue la más importante creación del nacionalismo argentino como organización social, dejaban el colegio, hacía falta una organización que pudiera tomar ese impulso nacionalista que había surgido con el golpe de Uriburu, con la Legión Cívica, que era copiada de la milicia de Mussolini y para que Uriburu tuviera una fuerza militar propia. Cuando esos chicos, que ya no habían vivido la experiencia de la Legión porque había sido disuelta por Justo, abandonaban el colegio formaron lo que en ese momento se llamó la Alianza de la Juventud Nacionalista. Ese grupo buscaba captar la fuerza de un nacionalismo que me animo a decir era un nacionalismo de época: con una fuerte impronta filofascista, con un componente católico muy importante.
-¿La Agrupación tiene distintas etapas?
Este grupo duró dieciocho años, desde el 37 hasta el 55, en que la Revolución Libertadora lo terminó de manera brutal, en el hecho militar más importante que hizo la Libertadora en la Capital cuando demolió a cañonazos la sede, que estaba a cuatro cuadras de Plaza de Mayo. En esos dieciocho años tuvo distintas etapas: una nacionalista, más vinculada a ese nacionalismo de época, una posterior, próxima a los inicios del peronismo, una fuerza fundamental para la defensa del neutralismo en Argentina y una etapa donde Perón opera sobre ella y la convierte en una fuerza de choque, que es
como es más recordada, sobre todo por los antiperonistas, porque era un grupo al que el Estado le insufló recursos materiales y logísticos y lo convirtió en un grupo de choque que podía amedrentar a los enemigos del gobierno y podía lograr un control de la calle que, por otra parte, Perón lograba de otra manera: por vía política; pero esto era una vía complementaria y muy eficaz.
-¿El origen del aliancismo es una decisión que se toma desde el Estado?
No, hay algo que la vincula al Estado. Según el relato que me hace el último fundador vivo, Emilio Gutiérrez Herrero, el que lleva la idea de fundar la Alianza Libertadora para retener a los chicos nacionalistas, es el General Juan Bautista Molina, que había sido el edecán de Uriburu en el golpe del 30. En el año 31, Uriburu le ordena que organice la Legión Cívica, que se arma a semejanza de los
Fasci italiani di combattimento: era una milicia voluntaria y realizaba todos los fines de semana entrenamiento militar en los cuarteles con oficiales a cargo. Tiene impulso inicial muy parecido al del golpe: son sectores nacionalistas, impregnados de ese aire oligárquico y elitista del nacionalismo de esos años. Como ya tiene el componente masivo, lo que comienza a imponerse es una tónica que es más acorde al fascismo: sectores medios que encarnen esa ideología. Aunque representen intereses aristocratizantes son sectores medios.
-En este sentido, la Alianza plantea un Estado corporativo. ¿De qué se trataba?
En los años 30 el modelo a imitar es el modelo fascista italiano que con el triunfo de Franco en la Guerra Civil, se impone en España. Proponen que se elimine la representación popular directa, que en Argentina había instaurado la Ley Saenz Peña y se reemplace por la representación estamental de corporaciones, los obreros organizados por sindicatos cuyo reconocimiento era dado por el Estado, la representación de los patrones también ordenada por el Estado, la de las otras corporaciones (Ejercito, Iglesia). Esta idea falangista es este impulso original que tiene la Alianza y está en sus programas, que son sumamente curiosos porque son nacionalistas, tienen un planteo sobre la realidad agraria que es sumamente descarnado, proponen una reforma agraria profunda con entrega de la tierra a los arrendatarios y hacen una descripción de la situación social en el campo que es análoga a la que justifica el Estatuto del Peón rural muchos años después por el peronismo. Por eso se dice que muchas de las consignas que plantearon los nacionalistas anticiparon al peronismo y fueron tomadas por el peronismo, pero Perón una vez que logró tener una base social propia no necesitaba de los nacionalistas para que lo asesoren. Se deshizo de ellos porque eran piantavotos y radicalizados y tomó un pequeño segmento, un núcleo que a él le interesaba, que era el de este grupo juvenil de choque decidido a imponer ideas en lo que le da el título al libro: la dialéctica de puños y pistolas, que es una lógica explicada por el fundador de la falange, José Antonio Primo de Rivera.
-¿La política de Perón con el sindicalismo y su política educativa con la incorporación de Martínez Zuviría fue central en la relación con el aliancisimo?
El relato de la historia más habitual es que el nacionalismo acompañó globalmente al nacimiento del peronismo. Esto no es cierto, el nacionalismo sufrió los mismos embates y los mismos dilemas que el resto de las fuerzas políticas con el surgimiento de un liderazgo impensado, cuando en 1943 los militares toman por segunda vez en el siglo el gobierno. Los nacionalistas acompañan desde afuera, porque no habían sido convocados, el golpe del 43 y sufren ataques de amor y odio porque a fines del 43 el gobierno se recuesta en el sector nacional-católico y le entrega el manejo de la educación. Nombra ministro a Hugo Wast, seudónimo de Martínez Zuviría, que era autor de novelas antisemitas cuya idea central era que los judíos se quieren apoderar de la riqueza y el dominio del mundo, son un enemigo que está en todos lados y que hay que eliminar.
Los aliancistas están fascinados con el giro nacional católico del gobierno cuando sus propios instructores en los cursos internos comienzan a ser rectores de Universidades. Y después sufren decepciones porque en determinado momento por imperio de las circunstancias, la revolución del 43 tiene que romper con el Eje y muy tardíamente le declara la guerra.
-¿El otro punto central y de quiebre es la aprobación del Acta de Chapultepec?
Exactamente, algunas de las voces de este libro dicen que el tema central de ese nacionalismo previo al 45 fue la neutralidad. Hay muchas interpretaciones de lo que significaba la neutralidad, si era una posición de autonomía nacional o implicaba además simpatía con el Eje, o ambas cosas a la vez. Los aliancistas, el verdadero nacionalismo que existía, era partidario activo del neutralismo. La mayor concentración que hizo el nacionalismo en toda su historia en Argentina, fue la marcha de la neutralidad durante el gobierno de Ortiz. Pensaban que el régimen del 43 iba a mantener eso. En el '45 cuando el gobierno de Farrell firma las actas de Chapultepec y declara la guerra al Eje, Argentina se incorpora al sistema de seguridad hemisférica norteamericana: es el primer pacto de defensa regional, en el que el enemigo no es aún el comunismo, porque todavía no tenía esa definición la política exterior norteamericana.
El primer acto de gobierno efectivo de Perón en el año '46 es ordenar al Congreso que ratifique el Acta de Chapultepec. Se produce un enorme alboroto popular, porque primero el peronismo era reacio a esa definición. Los nacionalistas por supuesto. García Lupo dice "era como que Perón ejecutara la política de Braden, nosotros habíamos luchado con la consigna Braden o Perón y de pronto viene Perón y dice vamos a hacer lo que decía Braden". Se produce un gran desgajamiento de nacionalista de la Alianza, que es mencionado en muchas crónicas como uno de los grandes agitadores de ese momento. En la semana previa a la ratificación parlamentaria se produce una semana de agitación nacionalista que convulsiona a la Capital. Hay intento de quema de cines, tratan de descarrillar tranvías, apedrean el Congreso.
-¿Ahí piensan en bombardear el Congreso?
Piensan en bombardear el Congreso. Está contado como una anécdota reídera, porque es un tema de comedia. Logran robar un avión del aeroclub de La Matanza y tratan de hacerlo despegar, habían puesto una bomba adentro sin la carga explosiva, tenía un cartel que decía "la próxima vez va en serio". La iban a tirar a mano sobre la claraboya del recinto de Diputados. Pensaban que iba a caer ahí adentro e iba a armar un destrozo. La cosa que es que no pueden hacer decolar el avión porque el encargado de eso había tomado un curso rápido y no pudo despegar.
-¿Los aliancistas participan del 17 de Octubre?
Los aliancistas, sobre todo el sector juvenil, están encandilados con Perón y marchan el 17 de octubre, una impresionante e impensada demostración popular, además pacífica, pero que termina con pequeños incidentes en los que mueren dos aliancistas. En la desconcentración marchan hacia el diario Crítica, que era un diario antiperonista, aparentemente hay un intento de incendiarlo y desde adentro responden a balazos y mueren dos muchachos, uno de ellos, Darwin Passaponti, que muchos años después, en los '70 fue nominado por Perón como el primer mártir del peronismo, que aún no existía como peronismo, podríamos decir. Cuando Perón cortejaba a los grupos juveniles, a Passaponti, que había sido un héroe del nacionalismo y que aún no era exactamente un héroe del peronismo, lo canoniza.
-Le dedica un capítulo a Guillermo Patricio Kelly. ¿Cree que su toma de la conducción de la Alianza fue impulsada por el propio gobierno peronista?
El encabeza un grupo dentro de la Alianza que se denominaba el Comando Nacional Anticomunista, eran los muchachos pesados, más vinculados a esa estructura que proveía el Estado que era básicamente complicidad policial para los hechos (liberar zonas, permitirles cometer atentados, crímenes). Esto les permite a algunos integrantes que venían del nacionalismo previo, decir que esto fue el comienzo de la Triple A. Yo creo que no tuvo ese dramatismo, naturalmente, pero efectivamente es un grupo de choque. La Alianza tenía una lógica de choque. Tenían cierto entrenamiento en ganar la calle, Perón toma eso y dice
háganme esto bien, yo les doy todo lo que les haga falta para hacerlo.
-¿Cómo analiza el acercamiento de muchos aliancistas con la Revolución Cubana? ¿Cree, como dice García Lupo, que uno de los puntos importantes es la formación jesuita de Fidel Castro?
Hay un personaje decisivo que es Jorge Ricardo Masetti, un periodista que había sido aliancista y había trabajado en el Diario Tribuna, de Manuel Frescó (N. del A.: el Gobernador de la provincia de Buenos Aires entre 1936 y 1940 que simpatizaba con el fascismo italiano). Había estado el 17 de octubre en Plaza de Mayo y era uno de los desengañados por las primeras medidas de Perón y entonces se hizo brutalmente antiperonista. Tenía formación católica y era menor que Walsh. En el '58 viaja a Cuba a hacer una nota a los barbudos que habían subido a la Sierra para derrotar a Batista. Va con un esquela de presentación que le permite relacionarse con Guevara. Lo reciben y lo llevan a la Sierra y él realiza la primera entrevista radial a Fidel Castro y al Che en la Sierra Maestra. Masetti entabla una relación bastante próxima con el Che, descubren que tienen puntos de contacto y Masetti termina fascinado con lo que ve. Pocos días después del triunfo de los barbudos es invitado a Cuba y le proponen formar una agencia de Prensa, que es Prensa Latina. Viene a la Argentina y recluta a sus amigos aliancistas. Les propone a Walsh, a García Lupo, a Muñoz Unzaín, a Carlos Aguirre. Eran todo un grupo que va desde acá, discutiendo con los peronistas, porque Masetti invita a algunos amigos peronistas que le dicen: "No, ese es un régimen pro norteamericano". Masetti, les dice: "No, son nacionalistas". El observaba eso: a Fidel lo formaron los jesuitas, ha sido un tipo de acción en la Universidad, sí hay un grupo que lidera su hermano que está más vinculado al comunismo pero él no. En Cuba sus primeras medidas además los fascinan, porque Fidel no sólo tenía carisma, sino una decisión: nacionalizaba empresas norteamericanas, decretaba la reforma agraria. Quedan fascinados y entablan algún tipo de diálogo.
Pero el grupo que fue a Cuba fue minúsculo, la mayoría no se fue, quedó en las formaciones de la ultraderecha de los años '70 en Argentina, así como hubo sectores que lo hicieron en Montoneros.
-¿Los aliancistas son los creadores de las consignas Patria sí, Colonia No y Alpargatas sí, libros no?
Sí.
Patria Sí, Colonia No es una expresión popular que, al margen de su historia posterior, en su origen contrasta con algunas ideas aristocráticas del grupo.
Alpargatas sí, libros no es posterior, ya es del 45 y de los sectores de la Alianza vinculados al peronismo.
La primera es una idea de los años 40, una consigna que en las primeras etapas comienzan a cantar los Aliancistas. Expresa ese sentimiento antiimperialista, sobre todo contra el imperialismo anglosajón, que en las condiciones de la guerra estaba muy vinculado a la simpatía con el Eje.
La segunda consigna tiene que ver con la manifiesta hostilidad que reciben, en el ámbito estudiantil, culto o educado, el nacionalismo.
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