Esa palabra de factura tan extraña, ahorrar, tiene una etimología muy curiosa. Viene del árabe hurr, que significa libre. Como a los esclavos en la América española se les pagaba (¿cuándo han percibido jornal o salario los esclavos?), podía ir juntando dinero hasta llegar a comprar su libertad, en cuyo caso eran horros, es decir libres. De ahí ahorrar. ¿En qué otra parte o cuándo se ha visto esclavos que cobren, que ahorren, que puedan demandar a sus amos o incluso que continúen sirviéndoles en algunos casos una vez libertos, por estar contentos a su servicio?

Esos negros de La Florida desde luego eran libres, no esclavos. Ser negro no suponía necesariamente ser esclavo en los territorios españoles. A pesar del infame comercio de esclavos realizado por marranos portugueses y holandeses (no olvidemos que a propuesta de Bartolomé de las Casas), el trato habría sido muy diferente en una colonia anglosajona u holandesa. Aunque en el renacimiento había resurgido la esclavitud en los países cristianos (el islam nunca la abolió), la cual el cristianismo había eliminado siglos antes, precisamente la Iglesia siempre se preocupó por facilitarles la vida y evitar los abusos, y lo misma mentalidad católica de la gente los veía como hijos de Dios en vez de como seres inferiores. La labor de San Pedro Claver, apóstol de los esclavos, en tierras de Nueva Granada es impresionante. Y por esa misma mentalidad católica, universal, de aceptación de todos como hijos de Dios, nunca ha llegado a haber apartheid en tierras de cultura hispánica.