Es más bien al contrario, salvo cuatro grandes obras de ingeniería y alguna ciudad que hubiera florecido en el XIX y primer cuarto del siglo XX, la impresión general que causan las distintas zonas de Iberoamérica en las que he estado, es que nada BUENO se ha hecho en esas regiones desde el Virreinato.
Lo único bueno que tienen, en términos arquitectónicos, se lo legamos nosotros.
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