Estimado Ordóñez:
En le que respecta a mí suscribo practicamente todo lo expuesto. Sólo difiero en el tono. Mi juicio es muchísimo más severo para con los intitulados "Libertadores". No pasaron de ser un ato de traidores de la peor laya. No concibo que alguien se pueda llamar católico e hispanista y defienda aunque sea un punto de aquella catástrofe conocida como guerra de la independencia, que no fue sino el conjunto de guerras civiles entre españoles américanos que término por derrumbar la ciudad católica hispánica que nos legara la Madre Patria. De ahí la razón que en estricto rigor en América no hay tradición católica- como sentenciara con justísima razón un R.P., argentino, de la FSSPX- Claroo, aquí la máxima religión es el revolucionario nacionalismo, tan entrañablemente liberal y corrosivo. A los "próceres" se les tributa más deferente trato que a los santos. Siendo en su totalidad enconados enemigos del trono y del altar, tan indisolublemente unidos para todo católico. En una blasfema parodia se tiñe de "catolicismo" el culto a la "patria". Patrañas, nuestras "patrias" son ante todo repúblicas ateas de cuarta magnitud, descastadas, literalmente sin nobleza. No puedo sino abominar de esa "patria". Mi Patria, aunque no está en acto está en potencia, la España a quien debo la Fe, cultura y civilización. Aquella Patria madre que pasmando al mundo se desangró por informar masas humanas que no eran sino materia prima. El bien es difusivo de sí mismo.
Cómo no se advierte que la Independencia no ha sido sino el "Non serviam" de estos pueblos, de la autonomía frente a la heteronomía teándrica. Sí, Lucifer también prefirió ser ciudadano y no súbdito. De ahí la radical impotencia, en el orden natural, de una tradición católica en América, donde el Antiguo Régimen es blasfemia, dónde la máxima virtud del hombre masa es ser ciudadano ejemplar; o sea, el escrupuloso observador de derechos, frente al esforzado servidor de deberes. El noble es siempre siervo- Lo dijo el centurión a Nuestro Señor-. El ciudadano abomina de servir es auto-nomos, "dueño de su destino" y otro sinfín de desatinos.
Antes que chileno, evidentemente soy español. Como decía el R.P. Lira "Soy chileno por lo que tengo de español".
Lo chileno, argentino, colombiano, análogamente, no puede sino ser un accidente de la substancia español, en un hispanoamericano de pro; o sea en un anti-descastado.
Mientras no se haga entraña la piedad patria para con nuestros grandes soberanos: San Fernado, Los Reyes Católicos, El césar Carlos, Don felipe II; y no nos duela hasta el tuétano cualquier ataque a la España eterna, no tenemos derecho a llamarnos hispanos.
EXURGE DOMINE ET JUDICA CAUSAM TUAM
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