Carlos X. Blanco
Miércoles, 25 de octubre de 2017
En busca del alma (española)
Banderas españolas / Imagen: Facebook
España ha perdido su alma en algún rincón de su hacienda. Andando camino en la Historia, buscando los muertos en las cunetas, sin embargo, ha perdido su alma. La parte de su alma que no había perdido, le fue burlada. La pérfida Albión se encargó de tal burla, autora principal de tamaño hurto y encargada de cargar las cuentas del latrocinio a la propia víctima. Entonces, el martillo de herejes se hizo de goma. La luz de Trento se apagó sin aviso de corte. La espada de Roma está mellada. Los siete cerrojos del sepulcro del Cid, saltaron por los aires, y el seguro no cubre la desaparición de éste ni de otros héroes. Y nadie gana las batallas después de muerto si antes de la muerte se ha perdido el alma.
Cuando algo iba mal, en mi casa se decía "¡más se perdió en Cuba!". Pero no se pierden posesiones cuando se ha perdido el alma, se pierde todo. Perder el alma es más que perder el ser: se trata de perder la razón de ser. Yo no digo que España pueda volver a ser, de forma fulminante y mágica, católica e imperial de nuevo y que ello mismo implique, de manera utópica y nostálgica a la vez, "recuperar su alma". Yo lo que digo es que una nación se recuesta sobre su Historia, abreva en ella, adquiere vitaminas en su estudio, rejuvenece los tejidos de sus músculos, aprende de nuevo a golpear cuando ella es golpeada. La Historia, la Historia: estudiadla y amadla.
Íbamos mal por el camino trazado por las mafias del 78. Ahora con los golpistas de Barcelona nos estamos dando cuenta. Íbamos muy mal con nuestras diecisiete taifas, algunas desleales, algunas con un alma pequeña y enteca, asistida mecánica y artificialmente con un resentimiento: el odio a España. Las pequeñas taifas: algunas se inventaron, no eran patrias chicas sino vomitorios contra España. Créanlo: esos rufianes y esos traperos, que en países serios y moderados ya estarían enjaulados, no poseen patrias, resentidos como están contra todas y contra una Historia que ignoran. Las pequeñas taifas quieren riqueza, se envidian riqueza porque ya han liquidado, mucho antes, el alma española. Pretenden decirnos que aman sus lenguas regionales cuando en el fondo su única lengua es la lengua bífida del resentimiento y la envidia. Con verdadera alma española, no irían como perros famélicos tras la riqueza ajena, tras la grandeza de una nueva nación elegida por Dios como superior. Al contrario: le habrían demostrado a todas las burguesías caciquiles del mundo, periféricas o no, que aquí en España queda "alma", que aquí queda grandeza, aunque sea de la mano de los más pobres. Y que el sudor de sus padres (de ahí patria, de pater) o de sus abuelos y demás parentela es sudor hispano, que junto a la sangre, forma el torrente vital de una nación grande, que construye porque ama y se ama.
Nunca habría peligro en que una oligarquía caciquil vizcaína o barcelonesa se creyera superior sin tontos que bailen a su son, con un aurresku o una sardana. El peligro de España está en la pérdida de su alma, en su masoquismo, en su complejo de culpa interiorizado, en la impotencia inducida por sus enemigos. Pero algo está cambiando. Ante la mascarada golpista, salieron muchas banderas rojas y gualdas. Por primera vez esas banderas no eran "fachas". Por primera vez el alma, que andaba desmemoriada con su memoria histórica, que ignoraba si tenía sexo o género, que buscaba con lupa sus "hechos diferenciales", por primera vez, el alma española salía de sus catacumbas, de sus antros de automortificación. No se sabe muy bien cómo terminará este golpe barcelonés, este negro contubernio. Por donde quiera que Vd. mire se ve la pata peluda de la Pérfida, la media luna del sarraceno, las altas finanzas, que es como decir, el Nuevo Orden…Pero las payasadas de un soberanismo tardío, pues llega con más de un siglo de retraso, pueden encerrar, con todo lo peligrosas que parecen ahora, una consecución muy feliz: las banderas de España ya no son "fachas". Hay alma que no es resentida, que no odia, que guarda esencias "católicas", es decir, universales. Esa es la verdadera alma española, la del amor (caritas), la de la construcción, que no liquidación.
Europa existe, digámoslo sin manierismo ni exageraciones, por los Imperios: la Monarquía Católica Hispana y el Sacro Imperio, en primer lugar. La Edad Moderna, edad de luz en la ciencia, de Ilustración y libertades, sólo pudo darse con la espada, haciendo retroceder a los secuaces de Mahoma al otro lado del Estrecho, de una parte, y alejándolos de Viena y de Centroeuropa toda, de la otra. Después, con Hungría y la Santa Rusia, los Imperios "padres de naciones", hicieron posible Europa que es como decir Cristiandad. Pero Francia, la Pérfida Albión y Holanda crearon tan sólo imperios depredadores, naciones-estado, y se sacaron de la manga un "Occidente" a falta de un Imperio verdaderamente universal.
Venga el alma perdida a la vida de nuevo. No revive el alma con una bandera, revive con fe en Dios, y si ésta falta, con fe en los propios esfuerzos. No es la primera vez que a los españoles les traicionan desde dentro y desde fuera, y aparece nuestro Imperio venido a menos como perro flaco comido por las chinches. Y sin embargo, aparecen los caudillos y la sangre hierve cuando la afrenta es grande. Si el alma revive, el Imperio renace. Para ello quizá las afrentas, como ésta de hoy hagan las veces de estimulantes y vigorizantes. Y entonces tiemblen esas chinches y garrapatas con sus banderas inventadas y sus repúblicas envueltas en vainas de banana.
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Fuente:
https://latribunadelpaisvasco.com/no...lma-espanola-/
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