Es probable que no hubiese muchos campos de concentración en zona roja. Muchos de los campos de concentración de la zona nacional durante la guerra eran más bien campos de prisioneros de guerra hechos al conquistar nuevos territorios, y donde se mantenían estos hasta clasificarlos. Muchos de esos prisioneros pasaban a engrosar las filas nacionales una vez visto que eran rojos geográficos.
Los rojos no hicieron muchos prisioneros de guerra, por lo que no tenían necesidad de controlarlos.
Además, no tenían ningún reparo en utilizar como cárceles conventos o iglesias los buques prisión de triste memoria.
Pero si que hubo algunos. Uno de ellos era para sus propios soldados, como el que relata Marty aquí:
El web oficial de Csar Vidal - Blog - Otro golpe para la memoria histórica - CesarVidal.com
El 15 de noviembre de 1937, André Marty, jefe de las Brigadas internacionales en España, dirigió al Comité central del Partido comunista francés el siguiente comunicado: “ En España, mezclados entre los buenos militantes comunistas, socialistas, antifascistas italianos, emigrados alemanes, anarquistas de todos los países y razas, vinieron muchos centenares de elementos criminales internacionales, y mientras que una parte de ellos se dedicaban a vivir con comodidad sin hacer nada y sin luchar, otros muchos, aprovechando el desorden de los primeros días, comenzaron una serie innumerable de delitos abominables: estupros, violencias, saqueos, asesinatos por pura maldad, robos, raptos de personas, etc....

Se enviaba a estos elementos a Albacete, el centro de formación de las Brigadas internacionales sometido a mis órdenes. Aunque una parte de los mencionados elementos lograron lavar sus culpas, yendo a luchar con valentía y cayendo en las batallas más duras libradas por las Brigadas en la defensa de Madrid, otros han dejado de manifiesto que son incorregibles. Algunos intentaron seguir con los comportamientos criminales realizados en otros lugares; se escaparon del campo de concentración en que estaban recluidos, agrediendo y asesinando a sus guardianes. Ante aquello no dudé y ordené las ejecuciones necesarias... Las ejecuciones ordenadas por mí no sobrepasan las quinientas”.