Aunque en esta labor he de decir que contaron con una inestimable ayuda, la de la desidia española. Se regalaron gran cantidad de cuadros como si fueran cromos a cambio de diversos favores o reconocimientos. Además al acabar el conflicto, en el Congreso de Viena, donde se pudieron reclamar a Francia los objetos saqueados en los países invadidos, la tradicional dejadez e incultura española lució con todo su esplendor. Basta leer este pequeño fragmento para hacerse una idea del papelón que hicimos.
El embajador Pedro Gómez Labrador fue el designado por el gobierno de Madrid, quien, en 1814, recibió instrucciones para reclamar toda la documentación y objetos artísticos sacados de España por el gobierno intruso, haciendo ésta de forma vergonzosa, olvidando muchos despojos, accediendo a recibir el valor de los cuadros y no éstos, en tono blandengue y desinteresado
(MARQUES DE VILLAURRETA: “España en el Congreso de Viena, según la correspondencia oficial de don Pedro Gómez Labrador”)
Pero quizás el caso más flagrante de este desinterés ocurrió cuando Jose Bonaparte trataba de huir de España con más de 500 carros cargados con su botín de guerra. A la altura de Vitoria fue interceptado por las tropas de Wellington y aunque el Bonaparte consiguió huir, una pequeña parte del botín, principalmente obras de arte, fue recuperado por los ingleses.
Wellington decidió enviar lo recuperado a Inglaterra y más tarde ordenó a su embajador en España que comunicara al rey Fernando VII lo que había encontrado.
Esto fue el 16 de Marzo de 1814. En Septiembre de 1816 (¡más de dos años después!) y ante la falta de respuesta, Wellington vuelve a ordenar a su embajador que nos recuerde lo que tenemos allí a nuestra disposición. La respuesta del embajador a Wellington fue la siguiente:
«Adjunto os transmito la respuesta oficial que he recibido de la Corte, y de la cual deduzco que Su Majestad, conmovido por vuestra delicadeza, no desea privaros de lo que ha llegado a vuestra posesión por cauces tan justos como honorables»
Desde entonces la colección de Wellington creció de golpe en 175 cuadros de un enorme valor artístico y económico
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¡ Que papelon!. De esta idiotez ¿Tambien tuvieron la culpa los liberales?. Cuando se leen estos detalles de nuestra historia es natural que se tenga complejos.
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