ROMANCE DE ABDELAZIS
No llores, Abdelazis;
no llores, que vas a España.
Que el fusil te lo da Franco
y en el fusil, su palabra;
y está el jardín del Profeta
al otro lado del agua.
Ya están girando las hélices,
ya en el avión te embarcas,
ya vuela sobre las nubes
la flor morena del África.
-¿De quién son estos tejados
y esta huerta regalada?
-Estos tejados, buen moro,
son la ciudad de Granada.
Sus ojos mirando al suelo
se le llenan de lágrimas.
Los Regulares de Ceuta
llevaban pardas chilabas.
-¿Dónde está Córdoba, amigo?
¡Mi Córdoba entre naranjas!
-Los rojos la están cercando,
casi la tienen ganada.
¿Por qué no vuela este pájaro?
¿por qué no mueve las alas?
(Bajo los roncos motores
sonaban tenues campanas
que llegaban a Sevilla,
jazmín y remo, en el agua
barcos del Guadalquivir,
el limonar del Alcázar
y en los turbantes la sombra
antigua de la Giralda).
¿Harás el té en las trincheras,
Agdelazis, por España?
Platerito de Tetuán,
babuchero de sus plazas,
el que vendió las ajorcas
desde Arcila y Casablanca
y en Fez, no estudió el Korán
porque pertenece a Francia.
Sé que caerás una noche,
y Alá sabe en qué batalla.
No sé si será en Toledo
o en Oviedo la cercada
o te helará con la luna
la Ciudad Universitaria.
Pero sé que está tu sangre,
defendiendo a mis campanas,
mis libros de El Escorial
y mis custodias labradas.
Que al otro lado del monte
los hombres sin Dios te aguardan,
con tanques de oro judío
y cien banderas de Asia.
Si mueres, Abdelazis,
sobre los surcos de España,
no el Zoco-Chico de Tánger
celebrará tus hazañas
ni el domador de serpientes
cantará solo tu fama.
Los poetas de Castilla
te dirán con lengua brava:
"También tienes tu lucero,
español de piel tostada".
(el almendro y la espada)
AGUSTÍN DE FOXÁ

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