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¿En España interesa la historia lejana más que la reciente?
La historia es siempre interesante porque el pasado nos ayuda a comprender lo que sucede en el presente. Puede ser una de las razones del éxito del libro que el año pasado el país ha atravesado una situación muy difícil y hemos estado durante décadas viéndolo venir y creyendo que no iba a ocurrir. El libro quizá aporta algunas respuestas a esta situación.
No parece fácil ir contracorriente y explicar que los imperios no son siempre malos y que las leyendas negras son eso, leyendas.
Claro, por eso el término imperiofobia porque lo más inmediato es ante la palabra imperio sentir un instintivo rechazo por aquello de que toda la unidad política grande, hegemónica, se nos antoja que es necesariamente mala. Si estudias superando prejuicios, te das cuenta de que los imperios han sido muy beneficiosos en la historia del desarrollo humano. Han traido los periodos más largos de paz, prosperidad y crecimiento demográfico, y estudiarlos como un fenómeno perjudicial no es correcto. Pensamos que enfrentarse a ellos es heroico. Pero los imperios nos trajeron acueductos, leyes y calles asfaltadas, y vivir en Numancia era muy desagradable. Hay que corregir esa visión que es romántica pero absurda, en líneas generales. Y dentro de los imperios este país ha sido uno de los más grandes y no ha sabido gestionar su memoria para rebatir esa visión de que todo lo que surge malo en Europa es culpa del imperio español.
¿Por qué esa imagen?
Nosotros somos culpables de no haberla contrarrestado y haberla aceptado acríticamente, desde finales del XVIII. Aceptamos que lo que se dice al otro lado de los Pirineos es verdad y lo que se hace allí es superior. A partir de ahí hay un encaje completo de la historia de Europa que es hispanofóbica, y de que la libertad y la tolerancia estaban en el otro lado. Pero no hace falta investigar mucho para ver que eso no era cierto. Luego llega la crisis y vuelven los tópicos con la España atrasada, de la que no te puedes fiar. La utilización de los tópicos de la leyenda negra, renovados, siempre beneficia y hay que preguntarse a quién.
¿Y cuáles han sido las leyendas negras más recientes?
Una utilización de ella ha sido la de la prima de riesgo, clarísimo, y la otra, la del nacionalismo secesionista catalán. Lo suicida del lado español es no haber hecho nunca un intento de manera organizada de contrarrestar esa visión de nuestra historia que desestabiliza cualquier proyecto de futuro. Hay un estado de opinión con el que es muy difícil luchar porque se aprende en el colegio.
¿Cree que esa distorsión de la historia continúa en España y también en Cataluña?
Bueno en el caso de Cataluña ya es increíble. La ley del silencio es el borrado de la palabra España y de todo lo que tenga que ver con España, por no hablar de las versiones ofrecidas de la guerra de Sucesión y la muerte de Carlos II, y de que el resultado de eso fue el principio de las leyes catalanas. A ellos no les ocupó nadie, todos los reinos quedaron en la misma situación y regidos por las mismas leyes. Pero ellos cuentan esa versión. El nombre de España es el que le damos a la casa común de la mayor parte de los habitantes de la península, cada uno con su particularidades; es el resultado de una convivencia y de haberla construido entre todos, también Cataluña, y para acabar con ello hay que hacerlo deformando la historia. Pero el país ha tenido gobiernos que no han sabido defender esa cultura común necesaria para que seamos más fuertes.
La conquista de América, la Inquisición, la expulsión de los judíos son algunas de las leyendas negras que nos persiguen.
La conquista de América y la Inquisición que son los dos temas estrella durante mucho tiempo. En el XVIII pasa a que somos ignorantes y no sabemos. Luego en el XIX, los españoles somos inútiles para la economía. Una de las últimas incorporaciones es la expulsión de los judíos. El asunto es lamentable, como toda persecución, pero España en su historia ha perseguido poco en relación con la de otros países, como en Inglaterra que tuvieron que irse sin poderse llevar sus bienes. El asunto de la conquista de América parte de otra idea de pensamiento mágico que es la del buen salvaje, de que lo allí había gente muy feliz, que estaba en el paraíso terrenal y llegaron los españoles y destrozaron todo. Pero todos los pueblos del mundo han peleado para conquistar territorios, los aztecas en algún momento llegaron a México donde había una población a la que esclavizaron. ¿Qué invasión tenemos que condenar? Después de la llegada de los españoles hay una estabilización política y una organización legal donde la gente vive con bastante más seguridad de la que había antes y hubo crecimiento de la población y convivencia. A partir de la independencia hubo un retroceso económico grande pero nadie hace autocrítica y proyecta la culpa hacia el pasado.
¿Cómo ve el tema de Cataluña en el presente y cómo cree que se verá en el futuro, tamizado por el paso de la historia?
Estamos en unos movimientos de sístole y diástole, y ahora vendrá una etapa de concentración, de remar mucho por la unidad visto el peligro en el que nos hemos puesto y de aterrizar en el sentido común. Yo creo que sí lo habrá. Si en 40 años, con todas las instituciones que tiene Cataluña, con todos los dineros públicos en su mano, con todos los medios habidos y por haber, el secesionismo catalán no ha roto es que no es capaz. Nadie les ha cuestionado nada durante muchos años, y los gobiernos sucesivos han colaborado a ello, que es el problema. Porque el problema de Cataluña no estuvo nunca en Cataluña, estuvo siempre en Madrid porque pactaron con quienes tenían ideas letales para la convivencia de todos los españoles. No hay que seguir alimentando estos «autonomismos» enloquecidos que se convierten en trinchera de políticos de segunda. El nacionalismo catalán ha sido siempre supremacista y excluyente. Todos lo son. El nacionalismo es una enfermedad social.
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