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Tema: SociologÍa Del Carlismo

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    SociologÍa Del Carlismo

    IGNACIO JAVIER CASTÁN ANDOLZ, ncastan@wanadoo.es, IES Ramón José Sender, Fraga (Huesca).
    La sociología del carlismo catalán durante la guerra de los "matiners".

    Resumen: Además de sus componentes dinásticas y políticas, el carlismo parece tener también el carácter de un movimiento de reacción popular ante la transición desde una sociedad tradicional a otra caracterizada por unas relaciones de producción capitalistas. Campesinos afectados por la desamortización o por la apropiación burguesa de los comunales, artesanos arruinados por la competencia de las manufacturas industriales e incluso obreros en paro a causa de la crisis del textil pudieron encontrar en el carlismo un cauce para expresar de forma organizada y violenta su descontento. En el presente articulo se procede al análisis de las bases sociales del carlismo catalan a lo largo de un conflicto específicamente centrado en esta tierra (la segunda guerra, también llamada de los "matiners") para tratar de dilucidar en que medida crisis económica y traumas generados por la transición pudieron favorecer su adscripción a la causa de D. Carlos
    Palabras clave: Carlismo, "Matiner", Cataluña, Sociología, partidas, artesanado, campesinado.

    Abstract: Beyond its dynastic and political features, carlism seems to have also the character of a moviment of popular reaction against the transition from traditional society to a new one characterized by capitalist production relationships. Farmers affected by "desamortización" or bourgeois appropiation of comunlands, craftsmen broken by competition of industrial manufacture, and even workmen unemployed because of the crisis in the textile industry, could find in carlism a way to an organized and violent expression of their anger. The present article proceeds to the analysis of the social support to Catalan carlism along a conflict which centers specifically in that region (the second war, also called the "matiner" war), and try to dillucidate up to which level the economical crisis and traumas generated by transition could favour popular adscription to "Carlos VI" cause.
    Key words: Carlism, "matiner" Catalonia, Sociology, Guerrilla groups, Farmers, Craftsmen.

    Cuando en 1846 el carlismo, fracasada y extinta la vía negociadora que habían abierto los intentos balmesianos de una reconciliación dinástica por la vía del frustrado matrimonio entre Luis Carlos de Montemolín e Isabel II, opta por un nuevo llamamiento a las armas, éste tendrá una muy desigual respuesta en los distintos territorios españoles. Tanto en Navarra como en las provincias vascas, auténtica patria del carlismo durante la guerra de los Siete Años, como en Galicia o Aragón, Andalucía, Extremadura o Castilla los alzados serán pocos y sus esfuerzos rápidamente neutralizados, en la mayoría de los casos, por la rápida respuesta gubernamental. Puede afirmarse que, en puridad, será Cataluña la única excepción a la norma. El único lugar donde el alzamiento cuaja y se consolida. La nueva patria del carlismo.
    La segunda guerra carlista es, por ende, un conflicto fundamentalmente catalán. Pero ¿por qué? No parecen existir razones ideológicas o religiosas que permitan establecer profundos distingos entre este país y las restantes zonas del estado español. Sí que es fácil, sin embargo, apreciar claras particularidades catalanas en otros aspectos. Por ejemplo el de la creciente presión demográfica. Según Josep Iglesies entre 1834 y 1860 la población catalana aumentó desde 1.041.222 habitantes hasta 1.637.842, un crecimiento claramente superior al del conjunto de España, en cuyo total pasó porcentualmente de representar el 8,56% al 10,67%[1]. Y mayor presión demográfica significa, invariablemente, incremento de las tensiones sociales si no lleva aparejado un crecimiento de recursos similar. No parece que fuera este el caso de Catalunya. En 1846-47 se produce en todo el orbe capitalista una crisis económica generalizada que, dentro de la Península Ibérica, incide especialmente sobre una Cataluña individualizada por el doble carácter de su economía (con una incipientes transformaciones burguesas, pero con una estrecha dependencia de la agricultura tradicional). Esta crisis se verá además agravada por las malas cosechas de 1846, que provocaron la escasez de cereales y otros productos alimenticios básicos.
    En algunas comarcas de la Cataluña prepirenáica y pirenáica la carestía de productos alimenticios esenciales resulta además agravada por el deterioro de las estructuras económicas agrarias provocado por la anterior contienda (Primera guerra carlista) que de forma intermitente y larvada había venido manteniéndose tras Vergara, entre 1840 y 1846. Esta situación llevará, por ejemplo, en el Solsonés a una situación de suma indigencia a numerosas familias, lo que provocará que en mayo de 1847 el capitán general de Catalunya, Manuel Pavía, preocupado por que el hambre pueda empujar a algunos ciudadanos a buscar la soldada en las filas carlistas, intentará paliarla, al menos parcialmente, a costa de su propio bolsillo al hacer entrega al obispo de la diócesis de Solsona de una donación de una suma de 4.000 reales, específicamente destinada a ayudar a los elementos más necesitados a causa de la hambruna[2].
    La crisis fabril aparece, por otro lado, claramente descrita en los diversos trabajos de investigación de carácter económico y de alcance local realizados en municipios eminentemente industriales, como es el caso de Sallent, estudiado por Ferrán Sánchez i Agustí[3]. A tenor del mismo, en la citada localidad del Llobregat, a pesar de que entre 1840 y 1850 la actividad industrial fue vigorosa, no faltan las quejas empresariales ante la disminución de la demanda, agravada por el incremento del contrabando: "Se verán precisados los fabricantes a cerrar sus fábricas (...) dicha paralización procede del mucho contrabando y de las medidas librecambistas gubernamentales (.../...) y lo que es aún más sensible que tantas familias que trabajan en esta industria que no les es fácil ocuparse en otro oficio por haberse dedicado exclusivamente toda su vida a aquella, quedarán sin un bocados de pan y por consiguiente a una suma miseria pudiendo aquí seguirse fatales resultados", entre los que expresamente se menciona que la juventud en paro se pase a los matiners. Según el estudio de Sánchez i Agustí , en fin, el año 1847 resulta en Sallent especialmente apocalíptico al coincidir la mencionada crisis del textil con los efectos de la epidemia de gripe que ocasionó 68 defunciones, sobre un censo de 2654 almas.
    En Cataluña en su conjunto, sobre crisis y presión demográfica inciden, a su vez, otros factores relacionados con el proceso de transición desde una economía de antiguo régimen a otra de carácter capitalista, o con la definición, a través del Código Civil realizado entre 1843 y 1851 bajo la inspiración de Francisco García Goyena, de un modelo de estado liberal español más centralizado que perjudica instituciones del derecho catalán como son la Legítima, la Enfiteusis y la " Rabassa Morta". En este contexto jurídico se verifican las reformas financieras de Mon y Santillán, que implican la implantación de un nuevo sistema fiscal probablemente bastante más gravoso para el pequeño y mediano campesinado de Cataluña.
    Una de las más significativas reformas que el nuevo modelo de estado burgués conlleva es la introducción en Cataluña del sistema de quintas que había de generar un lógico rechazo agravado además por el hecho de privar a las economías domésticas de una fuerza de trabajo imprescindible en estos momentos especialmente críticos.
    Si en este contexto que hemos descrito, un movimiento político lograra convertirse en expresión de la resistencia a la transición, dando además a esta resistencia a la transición, dando además a esta resistencia un carácter violento, sería fácil explicarse que a través de él pudiera canalizarse un descontento más social que político.
    Considerando que el carlismo había operado, tras la abdicación del pretendiente y el acceso a su cúpula de Luis Carlos de Montemolín un radical giro ideológico, o cuando menos estratégico, que podría resumirse en la postergación de los sectores más ultramontanos y en el triunfo de elementos más populistas, tal vez deberíamos preguntarnos en qué medida el alzamiento de 1846 no es, en el caso del espacio rural catalán, antes que nada, un verdadero movimiento social, una forma de reacción popular frente a un proceso de transición traumático y percibido como una clara agresión.
    Pero contestar a tales cuestiones pasa, necesariamente, por un análisis sociológico del carlismo catalán en la década de los cuarenta del pasado siglo; un análisis que lejos de limitarse al carlismo dirigente se acerque a las bases de este movimiento. Realmente interesante sería, así mismo, acceder al estudio del otro carlismo, del no combatiente, del estrictamente social, que prestaba a los matiners un imprescindible apoyo económico y también moral. Pero tal cual es el estado de nuestros conocimientos en el presente, quiero en este artículo limitarme a analizar a los luchadores carlistas, o al menos a aquellas personas que por haber sido represaliadas políticamente desde el bando gubernamental, constan de un modo u otro como tales, y me propongo a hacerlo mediante el estudio de los integrantes de la agrupación de combate característica de esta segunda guerra: las partidas.

    Las partidas
    No fue la de los matiners una guerra entre grandes ejércitos, como lo había sido el anterior conflicto carlista. El eco relativamente escaso del llamamiento a las armas obligó al carlismo a adoptar la táctica de la lucha de guerrillas, eludiendo los enfrentamientos a campo abierto con unas fuerzas gubernamentales siempre muy superiores en número y armamento. El instrumento de tal planteamiento táctico, al igual que durante la guerra del francés o el levantamiento de los "malcontents" fueron las partidas; estas unidades cuyo número de integrantes era siempre reducido, actuaban bajo la dirección de un cabecilla caracterizado por un alto grado de autonomía en sus decisiones respecto al mando central, al que no siempre acataba. Se componían de combatientes naturales del país y, más concretamente, de la zona geográfica en que operaban, lo que les otorgaba la indudable ventaja del conocimiento del terreno y, presumiblemente, el apoyo de las poblaciones locales que les liberaba de las preocupaciones relacionadas con la intendencia e incrementaba su eficacia.
    Aparecieron por toda Cataluña a raíz del alzamiento de otoño de 1846, aunque algunas existían ya con anterioridad, bien por haber mantenido izada la bandera de "la causa" tras Vergara, bien por provenir de bandas de salteadores que entre las dos guerras hallaron en el bandolerismo una forma eficaz de capear la crisis económica y las dificultades de reinserción social y laboral post-bélica. Del estudio de sus jefes, pero sobre todo del de sus integrantes, intentaremos extraer elementos susceptibles de explicar qué les movía a combatir, de donde procedían social y geográficamente hablando, cómo influyeron, en fin, fenómenos tales como la crisis o las quintas en su decisión de tomar las armas. Intentaré, en resumidas cuentas, saber si puede considerarse el alzamiento "matiner" en Cataluña, por su volumen y por sus causas un movimiento social de reacción frente a una transición forzada y traumática.

    Los "cabecillas"
    Al frente de las partidas cabría distinguir entre dos tipos de jefes. Por una parte los líderes de aquellas formaciones que, por motivos ideológicos o económicos se habían mantenido con las armas en la mano durante el periodo entre ambas guerras. Por otra, los viejos combatientes que manteniéndose leales a la causa de D.Carlos, optaron tras el Convenio de Vergara por el exilio francés y que ahora regresan, con grados militares diversos, al frente de partidas embrionariamente estructuradas tras los Pirineos y reforzadas, una vez en territorio catalán, con nuevos efectivos.
    Entre los primeros, además de numerosos jefecillos de bandas de "salteadores de caminos", que hubieron de ser dificultosamente reducidos a obediencia e incluso a veces, represaliados por los comandantes en jefe carlistas, cabe destacar a los Tristanys, comenzando por Mosen Benet, cuya partida, alzada en el Solsonés en 1838 nunca desapareció por completo, enlazando con 1846. Sus sobrinos, que habían combatido a su lado como capitanes, tomaron el relevo tras su muerte, manteniendo viva la lucha en aquella comarca hasta bastante después de concluida esta segunda guerra. Otro lugarteniente de Mosen Benet que formaría después partida propia es "El Guerxo de la Ratera".
    En muchos de estos casos -aunque no desde luego en el de los Tristanys- el bandolerismo como medio de repuesta a la crisis, aparece detrás de la negativa a dejar las armas de unos jefes de partidas que, naturales de las comarcas donde operaban, encontrarían fuertes dificultades de reinserción laboral una vez concluida la guerra.
    La relación de los segundos -o sea, de los jefes venidos del exilio- sería numerosa, comenzando por el propio Ramón Cabrera, que se había hecho prácticamente inexpugnable en el Maestrazgo a fines de la anterior contienda, o por Borges cuya fidelidad a las ideas legitimistas le llevaría no solo a participar en la dos guerras carlistas sino a defender también el "viejo orden", después de finalizadas estas, sobre el suelo italiano, donde fue a morir defendiendo Nápoles frente a los Camisas Rojas de Garibaldi. También habían tenido mando en tropa durante la contienda de los Siete Años Castells y Torres de Sanahuja, su segundo, que ya se habían significado como defensores de la monarquía tradicional y de "el rey solo" en el conflicto de 1822 contra el trienio y en el levantamiento de los "malcontents", en 1827.
    En todos estos casos "la firme adhesión a los conflictos tradicionales", el odio al liberalismo, "la lealtad a la causa de D.Carlos", parecen ser el motor principal que empuja a estos líderes al combate. De origen mayoritariamente catalán, sabrán conectar a la perfección con los hombres que nutrirán sus partidas, a las que aportan su indiscutible carisma y su experiencia militar y organizativa.

    El contingente humano de las partidas
    Lo que podríamos denominar como "lealtad a la causa" hizo empuñar las armas a alguno de los excombatientes de la Primera Guerra. Se habían negado a aceptar las relativamente generosas condiciones impuestas por los vencedores en 1839, optando por el exilio. Ahora, cuando aquel a quien consideraban su "rey legítimo" les requería, se aprestaban a responderle y entraban en España, generalmente como jefes de partida.
    Pero este concepto de fidelidad que mueve a los cabecillas no resulta de recibo para los contingentes de tropa de las partidas, para los "matiners". No era, ni mucho menos, el exilio carlista tan numeroso como lo serán los combatientes de la Segunda Guerra en Cataluña, algunos de los cuales, como más adelante veremos al estudiar sus edades, eran prácticamente niños en la década previa y mal pudieron por tanto, haber nutrido entonces las filas que defendieron los supuestos derechos al trono de D.Carlos María Isidro.
    Pero ¿cuántos eran los "matiners"? ¿Cómo distribuían sus efectivos?. Solo sabiéndolo podremos analizar en qué medida fue marginal o general el fenómeno de "echarse al monte" tras el llamamiento de 1846.
    Aunque no existen relaciones totalmente fiables al respecto, dos autores, Pírala[4] y Camps Giró[5], han realizado estudios de los efectivos de las partidas procedentes de los informes dados sobre las mismas por las autoridades isabelinas. Ambos estudios, alejados en el tiempo, difieren entre sí y parecen responder a la situación a lo largo de 1847.
    A.Pirala, a mediados del pasado siglo (1853-56) intentó en su obra "Historia de la guerra civil y de los partidos liberal y carlista", un primer recuento de los efectivos "matiners" y de su distribución por partidas. Es el siguiente:
    PARTIDAS EFECTIVOS Vilella 300 "Boquica" 260 Hermanos Tristany 250 Marcelí Gonfaus, "Marçal" 250 Bozo 230 Castells 300 Borges 200 Clenchu 200 Torres 190 Caletrus 190 Griset de la Cabra 180 Cendros 180 Cor de Roure 160 "Currutaco" 160 Estartus 150 Guerxo de la Ratera 120 Antón de la Puda 90 Pau Mañe 70 Estallade 70 Llucifer 60 Carrofa 50 Blanco, "El Comediant" 40 Cabet de Seros 40 Jubany 40 Altamira 40 Poca Roba 40 Galart 30 Pío 20 Gironella 20 Estevet de Sallent 20 Gravat 10

    La suma de estas cifras del censo de Pirala nos daría unos efectivos totales de 3950 matiners.
    El de Camps Giró, realizado con algo más de un siglo de posterioridad y mediante métodos más fiables de investigación, aparece como sigue en "La guerra dels matiners i el catalanisme polític :
    JEFES DE PARTIDA EFECTIVOS APROXIMADOS Ramón Vilella
    Joan Griset
    Currutaco
    de 300 a 320 matiners
    Estartus
    Climent Brau
    José Puig "Boquica"
    Climent
    Marçal
    Josep Juvany
    Isidre de Marata
    Ramón Arbucias En torno a los 200 matiners Bartomeu Posas
    Josep Pou, "Bou o Pep Milisera"
    Josep Borjas "Borgetes"
    L´Estudiant de Grau 150 matiners Miquel Vila, "Caletrus"
    Masdefiol, "Anton de la Puda"
    Sellares
    Josep Martí, "L´Hereu Lladre" de 120 a 140 Torres de L´Espluga de Francolí
    Ferrer i Tabertet
    Pau Mañé
    Puiggugut
    Mirats de Santa Olna de 80 a 100 Joan Castells, "Gravat de L´Ase"
    Josep Sucarrats, "Corda Ronse"
    Manuel Musell de L´Hostal Nou
    Jaume Monserrat menos de 80

    Este censo supone el hallazgo de unos efectivos superiores en un 25% a los aportados por Pírala. Ninguno de los dos autores tiene en cuenta a la partida de Mosén Benet Tristany -cuyos efectivos máximos rondaron los 300 hombres- ya extinta, como tal, en 1847, pero que continúa activa bajo la dirección de su sobrino, Rafael Tristany. Tampoco aparece la facción de Ros d´Eroles, que supera los 150 guerrilleros, en tanto que otras, como la de "Guerxo de la Ratera" aparecen con unos efectivos claramente estimados a la baja al complementarlos con otras fuentes[6].
    Cotejando ambos censos, así como datos de otras procedencias[7], se podría elaborar una aproximación al número de combatientes montemolinistas en Cataluña en 1847 y los primeros meses del siguiente año:
    18 grandes partidas, con un promedio de 220 guerrilleros.
    12 partidas de tamaño medio, con un promedio de 150 guerrilleros.
    22 pequeñas partidas, con un promedio de 60 guerrilleros.
    Esto supondría unos efectivos totales bastante mayores que los censados por Pírala o Camps Giró, que se aproximarían a los 7000 hombres aún antes del incremento producido con la llegada de Cabrera (este último llegará a reunir en su cuartel general de Vidrá a 5000 carlistas en mayo de 1848). Claro que tal relación se refiere a un periodo relativamente extenso, a lo largo del cual se produjeron bajas, defecciones y altas. Nunca habría, por tanto, antes de Junio de 1848, 7000 "matiners" combatiendo, pero el número total de los que alguna vez engrosaron las partidas bien podría aproximarse a éste. En cualquier caso, los altibajos en el nº de efectivos no resultaron excesivamente significativos.
    La entrada de Ramón Cabrera en Cataluña, a principios del verano del 48, provocó, tal como decíamos más arriba, una ola de nuevas adhesiones al bando "matiner", que según un informe de Capitanía General de Barcelona llegaría a alcanzar entonces unos efectivos cercanos a los 10000 hombres.

    La procedencia geográfica de los "matiners"
    Tal y como ya demostró Camps Giró, los combatientes de la Segunda Guerra carlista fueron sobre todo catalanes, puesto que solo en Cataluña el llamamiento a las armas de Luis Carlos de Montemolín adquirió características de conflagración generalizada. No obstante también hubo combatientes de otras partes del estado español entre 1846 y 1849. Evaluar porcentualmente el origen geográfico de los guerrilleros carlistas nos permitirá saber la importancia del caso catalán en el conflicto general de un modo más preciso.
    Cuando en 1849, liquidada la guerra, el gobierno del partido moderado concede una amplia amnistía política a través del Decreto de Aranjuez del 8 de Junio, la autoridades consulares españolas en Francia redactarán listas de acogidos que se avienen a realizar el preceptivo juramento de fidelidad a la reina Isabel II. En estas listas se especifican los lugares del territorio español donde los amnistiados pretenden establecer su residencia; considerando elevada la probabilidad de que tal lugar de destino coincida con aquel en que residían antes de exiliarse, el estudio de estas listas nos permitiría proceder al análisis arriba propuesto.
    Tanto Camps Giró[8] como Josep Carles Clemente[9], han estudiado las listas de amnistiados correspondientes al Registro de Perpiñán (Registro de 46 páginas, legajo M-1897: "Espagnols réfugies rentrant dans leur patrie par suite de L´Amnistie du 8 de Juin 1849"). El censo alcanza un total de 1496 amnistiados, entre los que la procedencia política carlista es abrumadoramente mayoritaria:
    Carlistas 1396 (es decir,el 95%) Progresistas y republicanos 22 Otras procedencias 51

    El lugar en el que estos amnistiados pretenden establecer su residencia nos habla claramente de que la de los "matiners" ha sido, fundamentalmente, una guerra catalana, pues catalanes son, en efecto, el 86,5% de los mismos y el 94,72% de los que se declaran carlistas (1204). Aunque en ello influya el hecho de provenir estas listas de un registro francés cercano a la frontera con Cataluña, como es el de Perpiñán, las cifras no dejan de ser elocuentes.
    Yo he completado estos estudios con el del legajo 8.128 de la Sección de Estado del Archivo Histórico Nacional, que recoge los datos referentes a otros 339 exiliados carlistas, procedentes de los consulados españoles en Bayona y Perpiñán, con mención, en este caso, de sus localidades natales, lo que nos permite completar con datos más diversos, y también más seguros, la distribución geográfica de muchos de los combatientes carlistas de la segunda guerra. A saber:
    REGION NÚMERO PORCENTAJE Cataluña 162 45% Navarra 37 11% Aragón 33 9,5% Madrid 33 9,5% País Vasco 20 6% Castilla y León 19 5,5% Castilla-La Mancha 9 2,5% Andalucía 7 2% Valencia 7 2% Rioja 4 1% Baleares 3 0,8% Cantabria 3 0,8% Galicia 1 0,2% Extremadura 10,2%

    Si confrontamos esta distribución con la que, procedente del registro de Perpiñán han estudiado Giró y Clemente, vemos que en ella desaparece la práctica unanimidad de la presencia catalana para mostrar también la incorporación al fenómeno de otras zonas como Aragón y Navarra. De todos modos los carlistas catalanes siguen representando casi la mitad del total de amnistiados, lo que refuerza la visión de una contienda carlista centrada fundamentalmente en Cataluña.
    Dentro del ámbito catalán podemos desglosar, a su vez, la siguiente distribución comarcal:
    COMARCA NÚMERO Barcelonés 26 Noguera 14 Bergadà 10 Osona 7 Gironés 7 Garrotxa 7 Bages 5 Alt Empordà 5 La Selva 4 Segrià 4 Urgell 4 Cerdanya 4 Baix Cinca 4 Pla d´Urgell 3 Solsonés 3 Pallars Sobirà 3 Ripollés 3 Baix Empordà 3 Anoia 3 Conca de Barberà 3 Montsià 3 Vallés Occidental; 3 Baix Ebre 2 Vallés Oriental 2 Llitera 2 Pla de l´Estany 2 Garrigas 2 Maresme 2 Vall d´Aràn 1 Alt Camp 1 Baix Camp 1 Alta Ribagorça 1 Terra Alta 1 Priorat 1 Segarra 1 Pallars Jussà 1

    En suma, si dejamos a parte el Barcelonés que por ser la zona más intensamente poblada es también la más representada, encontramos una distribución bastante homogénea en la que la práctica totalidad de las comarcas catalanas aportan combatientes al carlismo, pero eso si, con una especial incidencia del fenómeno en algunas zonas como el Bergadà, Osona, el Gironés, la Garrotxa y, sobre todo, la Noguera. Sería interesante comprobar, mediante estudios económicos a escala comarcal si la incidencia de la crisis de 1846 fue mayor en estas comarcas que en el resto de Cataluña, o si las consecuencias de la transición hacia una sociedad capitalista resultaron aquí más violentas. Se trata de saber si las zonas que nutrieron de combatientes las filas del de Montemolín eran, realmente, las más pobres de Cataluña o bien, como afirma Josep Fontana, las más empobrecidas por crisis y transformaciones burguesas.
    En cualquier caso, el hecho de que aparezcan guerrilleros "matiners" de la práctica totalidad de las comarcas catalanas parece cuestionar la existencia de una relación directa entre zonas rurales especialmente deprimidas y militancia carlista. La incidencia de crisis y transición habrá de rastrearse en la procedencia laboral y, por ende, social de los miembros de las partidas. Geográficamente, Cataluña en su totalidad y no algunas de sus comarcas en concreto, se nos presenta como la patria del carlismo en esta segunda guerra.

    El origen laboral y social de los "matiners"
    En tanto carezcamos de detallados estudios sobre la incidencia de la crisis en las comarcas catalanas de mayor presencia "matiner", habrá que recurrir a otro tipo de métodos para evaluar en qué medida la propia coyuntura económica y las reacciones frente a los desequilibrios ocasionados por la transición burguesa contribuyen directamente a engrosar las filas de las partidas carlistas.
    La metodología que aquí propongo es un análisis de la procedencia laboral y, por tanto, social de estos "matiners" para a partir del mismo comprobar si los oficios reflejados con preferencia son también los supuestamente más afectados por la desintegración de las relaciones de producción características del Antiguo Régimen o los más agredidos por las crisis agrícola y fabril.
    El principal problema procede de que son, lamentablemente, muy escasos los documentos donde datos como la ocupación laboral aparecen reseñados, y por tanto el estudio de los mismos ha de ser tomado con las precauciones propias del menguado volumen de la marca estadística resultante.
    Para la comarca de La Noguera contamos con uno de estos infrecuentes documentos; se trata de una relación de 29 vecinos presuntamente incorporados a las filas del pretendiente, de los cuales se cita nombre, edad y oficio[10]. De su lectura extraemos las siguientes procedencias:

    Labradores 14 Jornaleros 4 Pequeños artesanos 8 (cinco de los cuales son, concretamente, alpargateros) escribano 1 con el grado de oficial Músico 1 "quinto desertor" 1

    De una rápida lectura podemos deducir el claro predominio agrícola (labradores y jornaleros) de los carlistas de esta comarca, si bien no debemos tampoco dejar de tener en cuenta la presencia de ocho pequeños artesanos, cuya decisión probablemente parte de motivaciones distintas a las de los primeros.
    Pocos años después, en octubre de 1855, y a raíz de un nuevo levantamiento matiner, más localizado en las comarcas de la Cataluña prepirenáica, y conocido como "guerra de los Tristanys", el ayuntamiento de Balaguer informa al gobierno superior político de Lleida sobre los vecinos del municipio que han tomado parte en las partidas carlistas; la similitud con los datos de 1849 es palpable, lo que viene a incidir en las características arriba reseñadas:
    Labradores y jornaleros 17 Artesanos 8 Estudiantes 1 Escribanos 1 Músicos 1 Sin profesión alguna 2

    Otra comarca que cuenta para esta época con un censo de características similares es la del Solsonés[11]. En este caso la distribución es la siguiente:
    Jornaleros 14 Artesanos 8 Pastores 5 Labradores 4 Estudiantes 2 Cedaceros 1

    Las similitudes con la distribución comarcal de La Noguera son obvias. Predominio agrícola y, dentro de este sector, de la mano de obra no propietaria (integrada por jornaleros y pastores). También, como en La Noguera, es significativa la marca de artesanos (9 en total) y tan apenas apreciable la presencia de sectores acomodados: dos estudiantes que, con toda probabilidad, son seminaristas.
    El Baix Cinca, una comarca ya aragonesa, pero de evidentes concomitancias económicas y culturales con la Cataluña Ponent, nos aporta igualmente los datos de dedicación laboral de una serie de vecinos de Fraga detenidos en 1845, pocos meses antes del inicio del conflicto matiner, por participar en un motín de signo carlista en el que se entonaron diversos himnos y se dieron vivas a D.Carlos[12]. De un total de 37 personas mencionadas la distribución es la siguiente:
    Jornaleros 17 Alpargateros 9 Pastores 5 Agricultores 4 Sogueros 1 Seminarista 1

    Tales ocupaciones coincidentes en los esencial (predominio agrario y pequeño artesanal, con especial presencia de los alpargateros) con las de La Noguera y el Solsonés sin embargo contrastan, reflejando la diferente especialización económica zonal, con las aparecidas en otra relación de huidos de las quintas cuyas familias han sido encarceladas en represalia por su ingreso en el bando "matiner". Realizada en Manresa, en agosto de 1847, ha sido ya publicada por Ferran Sanchez i Agustí, y de ella extraemos las siguientes procedencias laborales:[13]
    Trabajadores del textil 17 Parados 9 Trabajadores de la construcción 2

    En este caso, y aún a falta de saber cual había sido en su día el oficio de estos nueve parados mencionados, el predominio de la incidencia de la crisis fabril parece más que evidente entre los carlistas del entorno manresano.
    Contamos, además, con otras relaciones tan poco numerosas como las citadas previamente, pero útiles para completar nuestra visión. En los documentos de refugiados acogidos a la amnistía de 1849 del consulado español de Perpiñán se menciona, aunque de forma muy excepcional, el oficio:
    Tejedores 26 Fajeros 13 Pelaires 9 Calceteros 6 Molineros 4 Carpinteros 2 Tintoreros 1 Panaderos 1 Cordeleros 1 Sastre 1 Estudiante 1 Papelero 1 Contable 1 Peón de la construcción 1 Albañil 1 Ladrillero 1 Vagabundos 1

    Tenemos, así mismo, el caso de seis jóvenes, cuatro de Sallent y dos de Balsareny sobre los cuales el ayuntamiento de aquella primera localidad informa de este modo el 27 de julio de 1847: "Son trabajadores del algodón, y como este ramo está totalmente paralizado, tuvieron sus amos que despedirles (siendo esta) la causa de haber desaparecido del pueblo y enrolarse, tal vez, en las filas rebeldes"[14].
    También de la localidad de Sallent procede la siguiente relación de jóvenes, que habiendo perdido sus medios de subsistencia a causa de la crisis económica se han acogido a las filas carlistas. Se trata de 27 trabajadores en situación de desempleo (17 de ellos solteros y 10 casados). En 19 casos se especifica el oficio que previamente ejercían. El predominio del sector textil algodonero resulta aquí incontestable:
    Tejedores de algodón 18 Peón de la construcción 1 Sin expresar oficio 8

    Finalmente, en una relación de jóvenes huidos de Cervera en agosto de 1847 para unirse a las filas rebeldes (quintos desertores según el oficio municipal en que aparecen reseñados) se nos mencionan los oficios siguientes[15]:
    Labradores 2 Sogueros 2 Albañil 1 Cerrajero 1

    Si, aunque resulte audaz a causa de referirse a comarcas de diferente especialización económica, aunamos todas estas relaciones, prescindiendo de su diferente origen geográfico, podemos intentar un análisis de conjunto de las mismas. Actuamos ahora sobre una lista de 288 individuos cuyas profesiones serían las siguientes:
    Artesanado tradicional 77 Obreros fabriles (textil) 92 Parados 11 Labradores 33 Jornaleros 43 Pastores 10 Obreros de la construcción 7 Molineros 4 Profesiones liberales, estudiantes 8 Músicos, vagabundos; 3

    Con estos datos podemos elaborar el siguiente gráfico sectorial para el conjunto de comarcas catalanas:

    El primer elemento reseñable es la casi nula representación de las clases medias y altas, que se reducen a tres escribanos y otros tantos estudiantes. También apreciamos la significativa ausencia de miembros del clero regular o secular, lo que parece alejar entre las causas de militancia "matiner" a concepciones ideológicas, de carácter religioso o de defensa de viejos privilegios. La mayoría abrumadora de "matiners" cuyo oficio conocimos pertenecen a las clases trabajadoras y populares en general, las más expuestas ante la coyuntura de crisis, las más indefensas frente a las transformaciones realizadas por la burguesía.
    Tres son los sectores especialmente representados. Primeramente, con nada menos que 92 individuos (el 35% del total), aparecen los obreros del sector textil, a lo que tal vez tendríamos que añadir los parados. ¿Estamos ante el espectro de la crisis económica generalizada de 1846-47?. Sin duda que las partidas suponían un modo de vida alternativo para aquellos obreros que perdían sus empleos, para aquellos a los que unos salarios estancados frente a la vertiginosa tendencia alcista de los precios, no les permitían la satisfacción ni de las necesidades más perentorias. En segundo lugar y con una significativa marca de 77 individuos (el 26,7% del total),el de un artesanado tradicional en descomposición, incapaz a buen seguro de competir con la producción manufacturera en alza. Estamos quizás tras la pista de una concepción de movimiento "matiner" como una reacción violenta, desesperada frente a la transición del modelo económico.
    Por último 86 campesinos -pues hemos incluido aquí tanto a labradores como jornaleros y pastores- (representan el 29,8%). Cifra considerable, aunque menos voluminosa de lo que a tenor de la importancia de la agricultura en el reparto sectorial del momento (50% del total de la población activa española según los trabajos del profesor Asín Remirez de Esparza) se pudiera esperar. Tras ellos está, la crisis de subsistencias crónica frente a una demografía creciente. Un espacio rural que expulsa hacia las facciones de la guerrilla, o también hacia el bandolerismo, a jornaleros en paro y a pequeños labradores incapaces de hacer frente al incremento de la presión fiscal, a las condiciones de los nuevos contratos.
    En resumidas cuentas, desarticulación de la sociedad rural tradicional ante las transformaciones burguesas. Incidencia de una crisis económica de carácter capitalista. Ambos elementos que en el análisis estadístico arriba realizado aparecen como causas motrices de la adscripción "matiner" se nos delinean con mayor claridad, de forma independiente, si intentamos agrupar los datos de que disponemos en dos grandes regiones; por una lado la Cataluña industrializada de Manresa o el Llobregat; por otro la Cataluña del interior y la montaña, las Terras de Lleida o del Pirineo. Tal ejercicio es posible solo en la medida en que existen relaciones en las que además del oficio se nos cita la comarca de procedencia del combatiente carlista. La ausencia de este último dato nos obliga a excluir de este nuevo análisis a los 71 amnistiados recogidos en el Registro de Perpiñán. Con los restantes elaboramos los siguientes cuadros: a)Comarcas caracterizadas por el predominio de una economía tradicional(datos procedentes de La Noguera, Baix Cinca, Solsonés y La Segarra).
    Artesanado tradicional 38 Jornaleros 43 Labradores 33 Pastores 10 Escribanos,estudiantes 6 Trabajadores de la construcción 1 Músicos,vagabundos 1 Sin oficio alguno 2

    Lo que nos da el siguiente gráfico de reparto porcentual:

    La crisis agrícola, la expulsión del campo de los elementos más desfavorecidos merced al proceso de apropiación capitalista, incremento de la presión fiscal rústica y descomposición de la sociedad tradicional aparecen en la Cataluña interior, no industrializada, como factores fundamentales que impelen a la adscripción "matiner", como se expresa a través del neto predominio en sus filas de campesinos (que entre jornaleros, labradores y pastores suponen el 65% del total, porcentaje, ahora sí, superior al de población agrícola en el reparto sectorial de población activa en Cataluña) y de artesanos (que representan alrededor de un 30%).
    B)Comarcas de la Cataluña industrial o en proceso de industrialización (datos procedentes de Sallent, Manresa y Balsareny).
    Trabajadores del textil 66 Parados 9 Trabajadores de la construcción 6

    Datos con los que elaboramos un gráfico sectorial de características bien distintas al que describíamos más arriba:

    En este cuadro la incidencia de la crisis industrial y muy en particular la del colapso del sector textil algodonero (aunque éste pueda repercutir de manera indirecta en otros sectores como el de la construcción, que también está representado) resulta innegable. Unos miserables salarios frente a unos precios en alza y lo que aún es más grave, el desempleo, la pérdida de puestos de trabajo provocada por el cierre de no pocos talleres y la reducción de plantilla de otros, parecen ser la causa que empuja hacia las filas carlistas a los más desfavorecidos de una Cataluña en proceso de modernización.
    La percepción de que la guerra de los "matiners" era, en buena medida, alimentada por la crisis económica, no escapó totalmente a las propias autoridades del moderantismo. Pavía, tal vez el único capitán general de Cataluña durante esta década que contempló el problema del carlismo desde una perspectiva no exclusivamente militar, propuso a Bravo Murillo, ministro de Fomento, con fecha de 8 de febrero de 1848, la construcción de una red de carreteras que, financiada por la Diputación de Barcelona mediante arbitrios extraordinarios sobre la importación de diversos artículos tendría como misión no solo facilitar los desplazamientos del ejército regular, sino también dar trabajo a los numerosos parados, apartándoles así de la tentación de acudir a engrosar las partidas de "matiners".
    Fruto de esta convicción nacería la Junta Central de Carreteras de Cataluña que impulsó de forma decisiva la red de caminos vecinales y carreteras en el país (construyéndose más quilómetros de vías de comunicación en la década 1846-56 que en todo el resto del siglo XIX), cuyas obras absorbieron en buena medida un paro que de otra forma hubiera nutrido, a buen seguro, las filas carlistas. Tan solo, por ejemplo, en la carretera Lleida-Tarragona se emplearon a más de 800 peones.
    Tal esfuerzo se vió,sin lugar a dudas,favorecido por la creación prácticamente simultánea, el mismo año 1848,del Ministerio de Fomento,fruto del traspaso de competencias de las subdirecciones generales de Obras Públicas e Instrucción Pública, circunscritas hasta ese momento al Ministerio de Gobernación.

    La incidencia en la cuestión de las quintas
    La extensión a Cataluña del sistema de quintas por parte de la política centralista del partido moderado parece estar, indiscutiblemente, entre los elementos que contribuyeron a alimentar de combatientes las partidas de "matiners". A la catástrofe doméstica que implica el tener que prescindir, en tiempos de tal marasmo económico, de mano de obra joven, se unía el natural rechazo de los mozos a ser alejados de su tierra. Ejército por ejército el de D.Carlos Luis resultaba menos riguroso y más cercano, y dejaba abierta la posibilidad de que los miembros de las partidas regresaran a sus casas en los meses de más intensas faenas agrícolas, para colaborar en la siembra o en la cosecha, tal y como aparece documentado para el caso de la comarca del Solsonés[16].
    Inmediatamente antes de comenzar el conflicto objeto de este estudio (a lo largo de 1845) el Gobierno Superior Político de Lérida mostraba su preocupación por la demora de muchas de las localidades de la provincia en la presentación de sus quintos. Para intentar poner remedio a tal situación hubieron de imponerse, ya en 1845, diversas sanciones a algunos ayuntamientos, como el pago de una multa de 10000 reales por cada individuo no presentado a caja de reclutamiento[17].
    Una vez empezada la guerra son numerosos los documentos en los que se menciona a jóvenes desertores de las quintas, que frecuentemente hallan refugio en las facciones carlistas. En el caso de los muchachos manresanos a que hemos hecho referencia más arriba14, se cita explícitamente que huían de las quintas, en otras se menciona a alguno de los "matiners" como quinto desertor (v.g. la relación de Balaguer) y finalmente en otras, como las dos de la propia comarca de La Noguera y las de Cervera y Solsona, la juventud de los huidos hace sospechar que se trataba, igualmente de desertores (v.g. 33 de entre los 37 cuya edad se menciona en Balaguer son susceptibles, por tal concepto, de ser llamados a filas)[18].
    Las represalias de todo tipo a que recurrieron las autoridades militares (multas a los pueblos retrasados en la recluta, detención de familiares de los huidos, como en el ejemplo de Manresa) son una muestra más de la magnitud del rechazo popular en Cataluña frente a la imposición de las quintas.

    Conclusión
    A lo largo del presente artículo me he esforzado en comprobar la veracidad de una serie de hipótesis previas. Soy, en cualquier caso, consciente de que la mayor parte de la tarea está por realizar y que son muchas las preguntas a las que aún no somos capaces de dar respuesta en el tema del movimiento "matiner". Creo, no obstante, que lo aquí expuesto, fundamentalmente sobre sus aspectos sociales puede ser suficiente para permitirnos enunciar una serie de conclusiones:

    1ª.- Dentro de Cataluña, la segunda guerra carlista será una contienda civil que enfrenta a miembros de las clases sociales más desfavorecidas, a las que el carlismo proporciona cobertura estratégica y organizativa, con los propietarios de los medios de producción capitalistas (agrícolas o fabriles) y con el gobierno Narváez que actúa como su superestructura, tanto en el espacio rural como en determinadas zonas semi-urbanas.
    2ª.- La incidencia de la crisis económica de 1846-47, sumada a una crónica crisis de subsistencias en el mundo rural agravada por un crecimiento demográfico superior al incremento de recursos, así como las consecuencias de una transición traumática hacia nuevas formas de producción características del sistema económico capitalista, nutrieron las bases del carlismo "matiner" dándole el sesgo de un verdadero movimiento social.
    3ª.- Por otra parte, el descontento social que alimentó el alzamiento "matiner" no desaparecerá con el final de la Segunda Guerra carlista, sino que desbordando los límites cronológicos de esta, dará lugar a nuevos rebrotes violentos a lo largo de la década de los cincuenta del pasado siglo, (v.g. la denominada "guerra de los Tristanys" que asoló las comarcas de La Noguera y el Solsonés en 1855). Se puede afirmar, por tanto, que el fenómeno "matiner" perdura mientras se prolonga la transición económica y social hacia el capitalismo y los traumas generados por ella entre las clases populares.
    Posiblemente haya que ser precavido a la hora de aceptar plenamente las conclusiones expuestas. Quedan muchos aspectos por dilucidar todavía. Las enuncio, por tanto, como provisionales, consciente de que al profundizar en mi investigación habré, seguramente, de revisarlas. Marcas estadísticas mayores a la hora de analizar el origen laboral y social de los "matiners", obtenidas a través de las listas de acogidos a la amnistía de 1849 que no aparecían reflejados en los documentos del Archivo Histórico Nacional a que tuve acceso, o a través de una exhaustiva búsqueda en los diversos archivos comarcales y locales de la Cataluña rural, permitirían precisar más el carácter de movimiento social que creo poder afirmar para el alzamiento carlista en este país. Serían también muy útiles al efecto estudios económicos comparados sobre la incidencia del proceso de transición en las comarcas que más contingente humano aportaron a las partidas de combatientes "matiners".

    Notas
    [1] IGLESIES,J. El cens del comte de Floridablanca. 1787. (Part de Catalunya). Barcelona,1969 y Lleida y el seu corregiment al darrer ter? del segle XVIII. Separata del Boletín Informativo del Centro Comarcal Leridano, nº 68, Barcelona 1965.
    [2] Arxiu Episcopal de Solsona/ Mayo 1847
    [3] SANCHEZ Y AGUSTI,Ferrán. Carlins y bandolers a Catalunya (1840-1850) Sallent 1990
    [4] PIRALA,A. Historia de la guerra civil y de los patidos liberal y carlista. Madrid,Imp.Mellado, 1853-56 (reedición en Madrid,Turner,1984).
    [5] CAMPS GIRO,Joan. La guerra dels matiners i el catalanisme politic.1846-49. Curial, Barcelona,1978
    [6] Por ejemplo,archivos comarcales de La Noguera y El Solsonés. O bien autores como CLEMENTE, OYARZUM, FERRER etc...
    [7] Por ejemplo,archivos comarcales de La Noguera y El Solsonés. O bien autores como CLEMENTE, OYARZUM, FERRER etc...
    [8] CAMPS GIRî,Joan. La guerra dels matiners i el catalanisme politic. Op.Cit.
    [9] CLEMENTE,Josep Carles. Historia general del carlismo. Servigrafint.Madrid,1992
    [10] Arxiu Comarcal de La Noguera, Balaguer. Expediente Carlismo
    [11] Arxiu Episcopal de Solsona. Exp.31
    [12] Archivo Municipal de Fraga
    [13] SANCHEZ i AGUSTÍ,Ferrán. Carlins i bandolers a Catalunya(1840-50) Sallent 1990
    [14] SANCHEZ i AGUSTÍ,Ferrán. Carlins i bandolers a Catalunya(1840-50) Op. Cit.
    [15] Arxiu de la Diputaci-; Lleida/leg.5/CAJA A-903/exp. 6.056
    [16] Arxiu Episcopal de Solsona.Exp.31
    [17] Arxiu de la Paer'a,Lleida. CAJA 1845.
    [18] Arxiu Comarcal de La Noguera,Balaguer.
    "El nombre de España, que hoy abusivamente aplicamos al reino unido de Castilla, Aragón y Navarra, es un nombre de región, un nombre geografico, y Portugal es y será tierra española, aunque permanezca independiente por edades infinitas; es más, aunque Dios la desgaje del territorio peninsular, y la haga andar errante, como a Délos, en medio de las olas. No es posible romper los lazos de la historia y de la raza, no vuelven atrás los hechos ni se altera el curso de la civilización por divisiones políticas (siquiera eternamente), ni por voluntades humanas.
    Todavía en este siglo ha dicho Almeida-Garret, el poeta portugués por excelencia."Españoles somos y de españoles nos debemos preciar cuantos habitamos la península ibérica" .España y Portugal es tan absurdo como si dijéramos España y Catalunya. A tal extremo nos han traído los que llaman lengua española al castellano e incurren en otras aberraciones por el estilo."
    Marcelino Menéndez Pelayo.

  2. #2
    tautalo está desconectado Uno más... que no se rinde
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    Re: SociologÍa Del Carlismo

    Muy interesante el artículo, Litus. En lo poco que sé de la Historia de Cataluña digo que tal vez también sería digno de consideración en cuanto a la raíz carlista de los catalanes un dato que no hay que eludir: la mayoritaria adhesión catalana al pretendiente a la corona el Archiduque Carlos de Austria... Parece que no tiene mucho que ver, pues con la fecha de la Guerra de Secesión nos ponemos en el zaguán del siglo XVIII, pero ¿cuántos catalanes tuvieron que emigrar de su bella tierra a otras, para escapar de las rencillas provocadas por aquella guerra civil?
    En Andalucía no son pocos. Después de cotejar los archivos de algunas parroquias del Reino de Jaén me llamó poderosamente la atención que tras la Guerra de Secesión apellidos catalanes como Armengol, Puchet, Font, etcétera... Aparecieran aquí, en mi tierra. Todos procedían, como se hace constar, de Cataluña y aunque en las partidas de bautismos, desposorios y defunciones se es bastante parco... Siempre me quedó esta duda: ¿Por qué aparecen tantos catalanes en las Andalucías después de la Guerra de Secesión?
    Creo que hay que tener en cuenta que los agravios cometidos a lo largo del siglo XVIII, a cuenta de haber pertenecido al bando perdedor de los Austria, tuvieron que pesar siquiera indirectamente en que tantos catalanes abrazaran la causa carlista. Sería un estudio muy interesante.

    Bisca Catalunya espanyola!

  3. #3
    Avatar de Litus
    Litus está desconectado "El nombre de España, que hoy
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    Re: SociologÍa Del Carlismo

    De la Guerra de Sucesión a la Corona de las Españas y que termina tragicamente para Catalunya y para todo el Reino de Aragón, hay mucha documentación sobre todos los que se marcharon a otras zonas exiliados para no ser victimas de la represión.
    Miles se trasladaron a otras zonas de las Españas, pero la gran mayoría se exilio por diferentes lugares de Europa. Se fueron a zonas cercanas del Archiduque Carlos, pero al final olvidados por todos se esparcieron por diferentes paises y se creó una gran colonía catalana por la zona de Croacia y Servia y al final se fueron disolviendo con las poblaciones autoctonas, aunque se conservan apellidos originarios de Catalunya pero con algunas modificaciones adaptadas a las lenguas de los paises en donde se asentaron.
    Familias y sagas como la de los Tristany y otras sagas carlistas también combatieron con el bando austriacista, e incluso entan presentes en antiguos capitulos de nuestra reconquista.
    Una vez dieron un reportaje de un pueblecito marinero andaluz en donde se decia que fue fundado por catalanes exiliados despues del 11 de septiembre de 1714, y la mayoria de los barcos de pesca tenian nombres catalanes.
    "El nombre de España, que hoy abusivamente aplicamos al reino unido de Castilla, Aragón y Navarra, es un nombre de región, un nombre geografico, y Portugal es y será tierra española, aunque permanezca independiente por edades infinitas; es más, aunque Dios la desgaje del territorio peninsular, y la haga andar errante, como a Délos, en medio de las olas. No es posible romper los lazos de la historia y de la raza, no vuelven atrás los hechos ni se altera el curso de la civilización por divisiones políticas (siquiera eternamente), ni por voluntades humanas.
    Todavía en este siglo ha dicho Almeida-Garret, el poeta portugués por excelencia."Españoles somos y de españoles nos debemos preciar cuantos habitamos la península ibérica" .España y Portugal es tan absurdo como si dijéramos España y Catalunya. A tal extremo nos han traído los que llaman lengua española al castellano e incurren en otras aberraciones por el estilo."
    Marcelino Menéndez Pelayo.

  4. #4
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    Re: SociologÍa Del Carlismo

    El problema que se plantea es complejo. Por un lado, Carlos II igual no hubiera llegado mejor a reinar, y a pesar de eso me merece respeto aquel Rey de las Españas. En el testamento de Carlos II ( Que me tengo que creer que no está manipulado y que fue hecho con toda lucidez y voluntad ) se da el Trono a Felipe de Anjou so pretexto de que éste respete los fueros de los Reinos. Felipe de Anjou no sólo no hace esto, sino que consuma un enfrentamiento entre españoles que eran por igual españolistas y católicos. En cambio, el Archiduque Carlos entra como amigo de jansenistas y protestantes, y a los años abandonará al exilio maulet a su suerte. Dudo mucho que con el Archiduque nos hubiera ido mejor. Con los Borbones, pasamos a ser la órbita de Francia ( Que incluso los nacionalistas franceses siguen celebrando ) y a cumplir aquello que dijera el afeminado Luis XIV. Con el Austria, probablemente hubiéramos sido como Portugal con Methuen. El caso es que media Europa se disputó España como si fuera un botín, y se consumó nuestra decadencia. Hay escritores carlistas como el vasco Carlos Ibáñez Quintana que creo que sostiene que el carlismo está desde primera hora tan vivo en zonas como Cataluña o Valencia por la " reminiscencia de lucha austracista ". No lo sé la verdad. Sólo sé que el josefismo austriaco no fue muy distinto que el absolutismo borbónico. Sólo sé que las grandes fallas que ya se hallaban rutilantes en la Europa Cristiana terminaron, por un modo u por otro, de consumarse. Francia nos ayudó bastante en la Reconquista y contra la herejía albigense, pero jamás aceptó que España se erigiese como potencia de la Cristiandad, y su soberbia fue tal que se alió con protestantes y turcos, amén de firmar traiciones como Westfalia.



    Al fin y al cabo yo creo que la sociología carlista más próxima radica más, pues, en ese noble sentimiento que seguía muy presente en muchas áreas españolas, pues el pueblo pide en todo caso reformas pero no Revolución y no acepta la conspiración de la minoría masónica afincada en Cádiz. Por ello las Guerras Realistas. Por ello una Santa Alianza, con todos sus fallos, quizá el último reducto de la lucha por la Cristiandad. Por ello es un pueblo que es incapaz de adaptarse a las formas " modernas "; porque a España quien la ha hecho y reafirmado es el Altar y el Trono, y todo " nacionalismo laico " acá es inútil. Se pierde eso, se pierde España. Así de sencillo y complejo.
    ReynoDeGranada dio el Víctor.

  5. #5
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    Re: SociologÍa Del Carlismo

    Con la venia de Litus y mi amigo Ordóñez, ya que a colación ha salido las antiguas lealtades a la Casa de Austria -la diáspora de catalanes leales a zonas en las que hubo partidarios de aquella antigua guerra dinástica- traigo a la memoria una leyenda de una de las ciudades más ilustres de este viejo Reino de Jaén que hace al caso.

    LEALTAD AL ARCHIDUQUE CARLOS DE AUSTRIA.

    Se levanta en Andújar, ciudad de solera del Reino de Jaén, una casa vetusta, de nobles hechuras. Columnas, pilastras, entablamentos, dinteles y jambas de almohadillado reciben al viajero, como entrada señorial y principal de esta casa hidalga que todos los lugareños conocen como la "Casa de los Niños de Don Gome".

    Todavía, después de tantos siglos, dos heraldos de piedra flanquean el balcón, montando guardia desde que los encaramaron en la fachada para servir de gallardos centinelas. Multitud de elementos decorativos exornan el alzado: blasones y águilas parecen brotar de la pared, como si quisieran salir de la piedra para cobrar vida y alzar el vuelo. Toda la fachada en sí es un barroco retablo a la mayor gloria del orgullo de la casta aristocrática que habitó tras aquellos muros durante siglos y siglos.

    Esta puerta estuvo tapiada hasta hace poco. Se conservan fotografías de 1929 en que puede apreciarse la puerta principal obturada completamente por un muro de piedra. Pero ¿cuándo fue tapiada aquella señorial puerta? La casa tiene una leyenda.

    Cuenta la leyenda que a principios del siglo XVIII vivía en esta Casa D. Gome de Valdivia -otros autores piensan que se trata de D. Gómez de Quero, pues cerca de la mansión se encontraba la antigua calle llamada de D. Gómez de Quero.

    Murió Carlos II el Hechizado, y el trono de España quedó vacante. Dos candidatos competían por cobrar la corona española y, por la habilidad diplomática y el poderío de Francia, vino a ser coronado Felipe de Anjou, nieto del Rey Sol, no sin que su rival, el Archiduque Carlos de Austria, pusiera en disputa la cuestión de la sucesión al trono. Estalló la Guerra de Sucesión y el dueño de esta Casa de Andújar, el tal D. Gome, abrazó la causa de Austria. Parece ser, según algunos, que durante aquel conflicto fue cuando se excavaron galerías subterráneas que recorren el suelo sobre el que se erige la Casa de D. Gome.

    Triunfó el partido borbónico en aquella guerra y las flamantes autoridades de Andújar, leales a Felipe V, sabedoras de las lealtades de D. Gome no tardaron en mandar emisarios al noble señor demandándole que jurara lealtad a Felipe V de Borbón. A esos requerimientos el hidalgo se negó, perseverando en su insumisión, manteniéndose fiel a su causa derrotada. Tras varios intentos infructuosos de disuadirlo, el hidalgo porfió y, viendo que no se le podía doblegar por las buenas, las autoridades municipales dictaminaron prohibirle que entrara y saliera por la puerta grande de su casa (la más arriba descrita), aunque se le permitía que tuviera como salida de su morada la puerta de la servidumbre -lo cual constituía una humillación que, según la usanza de la época, menoscababa el honor del propietario.

    El noble caballero, para demostrar el desdén que les merecían aquellos ediles que, gananciosos de la guerra, le ponían contra la espada y la pared, mandó a sus criados tapiar la puerta de su casa, enclaustrándose de por vida tras los muros de ella, emparedándose a sí mismo en aquella casa hasta su muerte.

    Desde hace unos años esta Casa que a principios del siglo XX pertenecía a los Marqueses de Valenciana, fue adquirida y restaurada por el Ayuntamiento de Andújar, que la acondicionó como Casa de la Cultura, para albergar diversos eventos culturales: congresos, conferencias, etcétera.

    Espero que os haya gustado la historia, que ya que la he contado yo, quiero dedicar a todos los catalanes de bien, que no son pocos... Y a los que estimo sin que nadie pueda lograr hacerme caerme en la catalanofobia -ni siquiera Pérez (Carod) Rovira.

    Lealtad de hidalgos antiguos que, pese a ser derrotados, permanecen fieles a su bandera y no se doblegan ni claudican.

    ¡Cuánto tenemos que aprender de esa gente antigua y linajuda!

  6. #6
    Gothico está desconectado Miembro Respetado
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    Re: SociologÍa Del Carlismo

    Cita Iniciado por tautalo Ver mensaje
    sería digno de consideración en cuanto a la raíz carlista de los catalanes un dato que no hay que eludir: la mayoritaria adhesión catalana al pretendiente a la corona el Archiduque Carlos de Austria...
    De esa tesis de “la mayoritaria adhesión catalana al pretendiente a la corona el Archiduque Carlos de Austria”, como causa legítima de rebelión, resultarían ciertas cosas curiosas.
    Propongo varias reflexiones:

    - Supuesta esa razón de mayorías, en las otras zonas de España que no apoyaron al archiduque Carlos debió haber, por lo mismo, “mayoritaria adhesión” a Felipe de Anjou.
    Lo que supondría que, por esa lógica de mayorías, ¿la mayoría de españoles (que se concentraban en la Corona de Castilla) prefería a Felipe de Anjou? Luego sería lógico que, por causa de esa mayoría, él reinara.
    Ahora bien, en cualquier caso, ni las mayorías ni las minorías quitan o dan derechos legítimos.
    ¿o es que en el caso catalán si valdría lo de la soberanía popular?

    - ¿que Felipe de Anjou tenía tendencias “centralistas”?
    Si se sabía en Cataluña que Felipe de Anjou era “centralista”…, motivo de más para que, de existir una Castilla foral, “mayoritariamente” se hubiera hecho causa común con la “mayoritaria adhesión catalana”, a favor del Archiduque.
    No fue así. Luego eso probaría que el sentimiento foral en Castilla era ya, más bien, nulo a principios del siglo XVIII.

    - ¿por qué los vascos y los navarros, foralistas natos, no se sublevaron, por lo mismo, contra las tendencias “centralistas” de Felipe de Anjou?
    No se sublevaron, y el “centralista” Felipe V no les privó ni de sus instituciones ni de sus fueros.
    Quizá por lo mismo, (es una hipótesis) tampoco a los reinos de la Corona de Aragón les hubiera privado de ellas, de no haber luchado esas regiones contra él.

    Ordóñez escribió:
    En el testamento de Carlos II ( Que me tengo que creer que no está manipulado y que fue hecho con toda lucidez y voluntad ) se da el Trono a Felipe de Anjou so pretexto de que éste respete los fueros de los Reinos. Felipe de Anjou no sólo no hace esto, sino que consuma un enfrentamiento entre españoles que eran por igual españolistas y católicos.
    Me parece que estamos tomando el efecto por la causa.
    Felipe V no respetó los fueros en tanto a él tampoco le habían respetado previamente como rey legítimo en los territorios aragoneses.
    La Guerra de Sucesión fue anterior a la abolición de fueros e instituciones de Aragón.
    No olvidemos que el título de Felipe V para ser rey de esos reinos, posterior a la guerra de sucesión, pasó a ser el derecho de conquista de los mismos tras su rebeldía contra él. Y en virtud de ese derecho de conquista les impone el ordenamiento jurídico de Castilla.
    Esto podrá gustar más o menos, ser más o menos justo. Pero fue así.

    Hay escritores carlistas como el vasco Carlos Ibáñez Quintana que creo que sostiene que el carlismo está desde primera hora tan vivo en zonas como Cataluña o Valencia por la " reminiscencia de lucha austracista ".
    No hay datos que permitan asegurarlo.
    En cualquier caso parece un contrasentido ponerse a luchar en 1833 a favor de la legitimidad de Carlos V, descendiente legítimo de Felipe V y reivindicador de sus derechos, para sostener añoranzas de legitimidad de un archiduque rival a esa dinastía y que nunca reinó…
    ¡¡Como si el carlismo pudiera haber transigido en ese punto!!
    No olvidemos que entre principios del siglo XVIII y 1820 (comienzo de las guerras realistas) hay cien años de paz “política” en la antigua Corona de Aragón y de aceptación del “statu quo” borbónico.

    Al fin y al cabo yo creo que la sociología carlista más próxima radica más, pues, en ese noble sentimiento que seguía muy presente en muchas áreas españolas, pues el pueblo pide en todo caso reformas pero no Revolución y no acepta la conspiración de la minoría masónica afincada en Cádiz. Por ello las Guerras Realistas.
    Cierto. La lucha inicial del carlismo fue antiliberal y dinástica exclusivamente. Se trataba básicamente de que hubiera un rey legítimo en continuidad con la Tradición. No se trataba tanto de reponer antiguos fueros. El ejemplo está en que la zona vasco navarra, aun con fueros propios se alzó contra la dinastía usurpadora.
    El tema foral fue más bien propio del carlismo posterior.

    Última edición por Gothico; 26/02/2007 a las 16:15

  7. #7
    Avatar de Ordóñez
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    Re: SociologÍa Del Carlismo

    Gothico: Eso de que en Castilla el sentimiento foral era nulo es una opinión tuya hombre. Igual en otras zonas se acogían mayormente a lo que se decía " las leyes de Castilla ". Pero el que venía a mi pueblo, debía hacerlo con la venia del Rey de Sevilla, y sus Ordenanzas eran las del Reino de Sevilla; enmarcado en el Fuero Juzgo, que es la herencia leonesa estrictamente hablando, no la castellana. Es que creo que depende lo que consideremos.


    El tema en efecto puede parecer contradictorio, como que Carlos VII devuelva los fueros a la Corona de Aragón en nombre de Felipe V, poco más o menos.

  8. #8
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    Re: SociologÍa Del Carlismo

    Tu razonamiento exhibe una lógica casi aplastante, y digo "casi" porque en las cosas de la Historia, la lógica nunca puede ser contundente (revisaré más tranquilamente cuando pueda tu razonamiento, a ver si estoy o no de acuerdo contigo). No obstante, en lo que se trata a la aparición del foralismo en el Tradicionalismo sí que puedo apuntar unos datos históricos que creo que ponen de manifiesto la rapidez con la que se impuso en el bando carlista, aunque el Rey tardara un año en cerciorarse de la fuerza que tenía la reivindicación foralista.
    Sobre la irrupción del foralismo en el Carlismo... Algunos datos:
    La presencia del foralismo en el carlismo es muy remota. Cinco días más tarde de iniciarse la I Carlistada, Valentín Verástegui arenga a los alaveses, diciéndoles que se apresten a las armas contra los que "han abolido nuestros fueros y libertades". En el Manifiesto de Carlos María Isidro de Borbón a los aragoneses, de 1834, también se refiere el Rey: "al derecho de Agnación en la sucesión del Trono tan solemnemente proclamado en los antiguos Fueros de Aragón, que ha sido siempre Numen tutelar de esta parte tan preciosa de mis Dominios, y que hoy os quiere arrancar la usurpación".
    Si por un lado hay cabecillas "apostólicos" que proclaman a grito el: "¡Viva la Inquisición!" o moderados que dicen: "¡Dios y Rey Legítimo!"... Los cabecillas populares convencen a sus mesnaderos con el: "¡Rey y Fueros!"... Muy pronto el grueso de los carlistas estará formado por voluntarios de origen campesino, bajo clero y foralistas anticentralistas. Cuando D. Carlos se percata de la fuerza que tiene la reivindicación de los Fueros lanza su primera proclama netamente foralista: "Decreto de Carlos V confirmando los Fueros de Vizcaya", es el 7 de septiembre de 1834. Fue un poco tardo, la verdad, pero lo hizo y el pueblo sano que amaba su terruño como a la España Grande corrió en masa a morir por la Causa Santa.

    Un saludo para tí, Gothico, y para el incombustible Ordóñez.

  9. #9
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    Re: SociologÍa Del Carlismo

    De acuerdo con tautalo. Añadiría además que una interpretación demasiado lineal de la Historia puede conducir a un puro idealismo. El carlismo se singulariza por su unidad. Hay un manifiesto de la Comunión Tradicionalista (Cerro de los Ángeles 2002) que trata sobre la necesaria unidad del Carlismo. Lo reproduzco por su interés:


    CARLISMO Y UNIDAD
    El lema que hemos elegido este año para la celebración del acto nacional que la Comunión Tradicionalista celebra, organizado por los círculos carlistas –el de San Mateo a la cabeza– con motivo de la festividad litúrgica de Cristo Rey, en el Cerro de los Ángeles, símbolo de las promesas del Reinado Social de Nuestro Señor Jesucristo, tiene un significado más hondo del que la primera lectura pudiera indicar.
    Carlismo y unidad evoca, sí, la conveniencia de reagrupamiento de las fuerzas –por más que hoy estén menguadas respecto de las de otros momentos– que se tienen por carlistas. Pero no es el mensaje más importante. Esa unidad, para tener valor, debe venir precedida de no pocos esclarecimientos y seguida de no menos rigor.
    Lo que, en un primer momento, quiere significar el lema es la necesidad de recuperación del carácter unitario, íntegro, del Carlismo como fenómeno histórico y político. La fragmentación que acompañó a la crisis de la Cristiandad no ha dejado de producir frutos de escisión, unilateralidad, parcialidad. El Carlismo, como custodio del espíritu de Cruzada de la vieja Cristiandad prolongada en las Españas, es una bandera dinástica, una continuidad histórica y una doctrina cabalmente tradicionalista. La bandera dinástica es el legitimismo, del que el Carlismo no puede abjurar y del que tampoco puede prescindir sin dejar de ser Carlismo. La continuidad histórica es la de las Españas como Cristiandad menor: sin el Carlismo el ser histórico de España habría perecido por la Revolución liberal, de modo que la supervivencia de un modo de ser, el de los pueblos hispánicos, ha sido preservado por el Carlismo. Y la doctrina tradicionalista no es una ideología, esto es, no es una pura asunción arbitraria e infundada ajena a la naturaleza de las cosas: es una doctrina que busca dar razón de las cosas.
    Cuando los elementos anteriores, forjados esforzadamente hasta componer una realidad indestructible, se escinden o se toman separadamente, el Carlismo como unidad desaparece. Eso pasa cuando se olvida el legitimismo, cuando se deja de lado la vinculación con la continuidad histórica hispánica o cuando se cede en algún punto del ideario tradicionalista, aunque fuere a título de "hipótesis", para aceptar las tácticas o los principios de la ideología, esto es de la Revolución: sea ésta liberal, conservadora, socialista o fascista. Esto es lo que acontece en buena parte de las fuerzas que se dicen hoy carlistas. Que han caído, por poner variados ejemplos, en el agnosticismo dinástico, la fragmentación del ideario (la absolutivización y desnaturalización del foralismo, o el delirio socialista autogestionario, entre otras) y la táctica democristiana de los "católicos en la vida pública".
    Así pues, por el contrario, la proclamación de un Abanderado, el tejido de una hermandad cada vez más estrecha con todos los pueblos de la Hispanidad y el cultivo de un tradicionalismo purísimo (que toca a todas las esferas de la vida, a comenzar con la consideración de la crisis contemporánea de la Iglesia, y la venerable tradición litúrgica, hasta llegar a los menores detalles de la constitución política y social), militan en la mejor y más eficaz edificación del Carlismo.
    Todavía, en un segundo lugar, cabe encontrar en el lema Carlismo y unidad una lección de esperanza. El Carlismo, en cuanto crisol de la tradición política hispánica, si es fiel a sí mismo se convierte en instrumento (por modesto e imperfecto que se quiera) del Reinado Social de Nuestro Señor Jesucristo. De ahí que haya de ser, como su Divino y Único Maestro, "signo de contradicción". Y que, en cuanto la coyuntura lo permita, concite en su torno los anhelos políticos de los católicos, tanto como el rechazo de los revolucionarios. En tal sentido, la perseverancia en la lealtad de la Causa lo es en el servicio de Dios. Y no admite desmayos o cesiones. Un servicio, además, alejado de las tácticas humanas, y ajeno a cualquier cálculo o ventaja, sino por los medios que Dios quiere. He ahí un camino para nuestra perfección personal y para el bien de nuestros pueblos.


    Hasta aquí el manifiesto.

    El Carlismo no se singulariza por su "foralismo", su "monarquismo" o su "patriotismo". Otras organizaciones reivindican esos principios. Aisladamente. El Carlismo es la unidad de los principios de Dios, Patria-Fueros, Rey. Que nace de la protesta histórica por la usurpación. Y que evidentemente acoge en su seno a las clases populares, las más perjudicadas por el liberalismo. Y es precisamente en la unidad de esos principios dónde más auténticamente se entienden, pues representan la continuidad de las Españas históricas frente a las meras abstracciones ideologistas de los "patriotismos" posteriores.

    Sobre el particular tema de los Fueros: ha habido y hay organizaciones "foralistas" de matriz liberal. A finales del siglo XIX principalmente en forma de protesta económica. Después dieron forma a las primeras manifestaciones de regionalismo.

    Sobre los territorios de la Corona de León y Castilla se dió un proceso de unificación del Derecho, excepto en los territorios vascongados y en el Reyno de Navarra. Pero el pase foral no existió en el resto de territorios. No por imposición, sino por la pura dinámica histórica básicamente del proceso repoblador. Pero eso no quiere decir que no se desconociese a grandes rasgos el principio de subsidiariedad. Ni que el derecho unificado, más de origen Real que emanado de las Cortes, fuese un uniformismo legislativo axfisiante como es el signo del derecho revolucionario. Se mantenian además los fueros particulares de las entidades sociales, lo que en ciencia política se conoce como un "pluriverso" de derechos concretos (frente al universo de los derechos abstractos liberales) que eran una defensa frente a la posible tiranía. Que es lo que en cierto modo hizo que pese a la abolición de los fueros de carácter territorial posteriormente los territorios de la Corona de Aragón se mantuvieran en paz durante el reinado de Felipe V (pese a que en el Reino de Valencia no se respetaron ni los fueros de derecho privado). Es lo que diferencia la unificación normativa del centralismo revolucionario en sentido estricto.
    Última edición por Villores; 26/02/2007 a las 18:41

  10. #10
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    Re: SociologÍa Del Carlismo

    El tema del Austriacismo es complejo, pues no solo se trató en Catalunya y en el resto del Reino de Aragón como un problema dinastico, sino tambien religioso, en donde dos escuelas de Barcelona se disputan diferentes opciones y orientaciones religiosas, quedando el bando maulet y austriacista como partidario aferrimo del Tomismo.
    "El nombre de España, que hoy abusivamente aplicamos al reino unido de Castilla, Aragón y Navarra, es un nombre de región, un nombre geografico, y Portugal es y será tierra española, aunque permanezca independiente por edades infinitas; es más, aunque Dios la desgaje del territorio peninsular, y la haga andar errante, como a Délos, en medio de las olas. No es posible romper los lazos de la historia y de la raza, no vuelven atrás los hechos ni se altera el curso de la civilización por divisiones políticas (siquiera eternamente), ni por voluntades humanas.
    Todavía en este siglo ha dicho Almeida-Garret, el poeta portugués por excelencia."Españoles somos y de españoles nos debemos preciar cuantos habitamos la península ibérica" .España y Portugal es tan absurdo como si dijéramos España y Catalunya. A tal extremo nos han traído los que llaman lengua española al castellano e incurren en otras aberraciones por el estilo."
    Marcelino Menéndez Pelayo.

  11. #11
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    Re: SociologÍa Del Carlismo

    Cita Iniciado por Villores Ver mensaje
    De acuerdo con tautalo. Añadiría además que una interpretación demasiado lineal de la Historia puede conducir a un puro idealismo. El carlismo se singulariza por su unidad. Hay un manifiesto de la Comunión Tradicionalista (Cerro de los Ángeles 2002) que trata sobre la necesaria unidad del Carlismo. Lo reproduzco por su interés:


    CARLISMO Y UNIDAD
    El lema que hemos elegido este año para la celebración del acto nacional que la Comunión Tradicionalista celebra, organizado por los círculos carlistas –el de San Mateo a la cabeza– con motivo de la festividad litúrgica de Cristo Rey, en el Cerro de los Ángeles, símbolo de las promesas del Reinado Social de Nuestro Señor Jesucristo, tiene un significado más hondo del que la primera lectura pudiera indicar.
    Carlismo y unidad evoca, sí, la conveniencia de reagrupamiento de las fuerzas –por más que hoy estén menguadas respecto de las de otros momentos– que se tienen por carlistas. Pero no es el mensaje más importante. Esa unidad, para tener valor, debe venir precedida de no pocos esclarecimientos y seguida de no menos rigor.
    Lo que, en un primer momento, quiere significar el lema es la necesidad de recuperación del carácter unitario, íntegro, del Carlismo como fenómeno histórico y político. La fragmentación que acompañó a la crisis de la Cristiandad no ha dejado de producir frutos de escisión, unilateralidad, parcialidad. El Carlismo, como custodio del espíritu de Cruzada de la vieja Cristiandad prolongada en las Españas, es una bandera dinástica, una continuidad histórica y una doctrina cabalmente tradicionalista. La bandera dinástica es el legitimismo, del que el Carlismo no puede abjurar y del que tampoco puede prescindir sin dejar de ser Carlismo. La continuidad histórica es la de las Españas como Cristiandad menor: sin el Carlismo el ser histórico de España habría perecido por la Revolución liberal, de modo que la supervivencia de un modo de ser, el de los pueblos hispánicos, ha sido preservado por el Carlismo. Y la doctrina tradicionalista no es una ideología, esto es, no es una pura asunción arbitraria e infundada ajena a la naturaleza de las cosas: es una doctrina que busca dar razón de las cosas.
    Cuando los elementos anteriores, forjados esforzadamente hasta componer una realidad indestructible, se escinden o se toman separadamente, el Carlismo como unidad desaparece. Eso pasa cuando se olvida el legitimismo, cuando se deja de lado la vinculación con la continuidad histórica hispánica o cuando se cede en algún punto del ideario tradicionalista, aunque fuere a título de "hipótesis", para aceptar las tácticas o los principios de la ideología, esto es de la Revolución: sea ésta liberal, conservadora, socialista o fascista. Esto es lo que acontece en buena parte de las fuerzas que se dicen hoy carlistas. Que han caído, por poner variados ejemplos, en el agnosticismo dinástico, la fragmentación del ideario (la absolutivización y desnaturalización del foralismo, o el delirio socialista autogestionario, entre otras) y la táctica democristiana de los "católicos en la vida pública".
    Así pues, por el contrario, la proclamación de un Abanderado, el tejido de una hermandad cada vez más estrecha con todos los pueblos de la Hispanidad y el cultivo de un tradicionalismo purísimo (que toca a todas las esferas de la vida, a comenzar con la consideración de la crisis contemporánea de la Iglesia, y la venerable tradición litúrgica, hasta llegar a los menores detalles de la constitución política y social), militan en la mejor y más eficaz edificación del Carlismo.
    Todavía, en un segundo lugar, cabe encontrar en el lema Carlismo y unidad una lección de esperanza. El Carlismo, en cuanto crisol de la tradición política hispánica, si es fiel a sí mismo se convierte en instrumento (por modesto e imperfecto que se quiera) del Reinado Social de Nuestro Señor Jesucristo. De ahí que haya de ser, como su Divino y Único Maestro, "signo de contradicción". Y que, en cuanto la coyuntura lo permita, concite en su torno los anhelos políticos de los católicos, tanto como el rechazo de los revolucionarios. En tal sentido, la perseverancia en la lealtad de la Causa lo es en el servicio de Dios. Y no admite desmayos o cesiones. Un servicio, además, alejado de las tácticas humanas, y ajeno a cualquier cálculo o ventaja, sino por los medios que Dios quiere. He ahí un camino para nuestra perfección personal y para el bien de nuestros pueblos.


    Hasta aquí el manifiesto.

    El Carlismo no se singulariza por su "foralismo", su "monarquismo" o su "patriotismo". Otras organizaciones reivindican esos principios. Aisladamente. El Carlismo es la unidad de los principios de Dios, Patria-Fueros, Rey. Que nace de la protesta histórica por la usurpación. Y que evidentemente acoge en su seno a las clases populares, las más perjudicadas por el liberalismo. Y es precisamente en la unidad de esos principios dónde más auténticamente se entienden, pues representan la continuidad de las Españas históricas frente a las meras abstracciones ideologistas de los "patriotismos" posteriores.

    Sobre el particular tema de los Fueros: ha habido y hay organizaciones "foralistas" de matriz liberal. A finales del siglo XIX principalmente en forma de protesta económica. Después dieron forma a las primeras manifestaciones de regionalismo.


    Sobre los territorios de la Corona de León y Castilla se dió un proceso de unificación del Derecho, excepto en los territorios vascongados y en el Reyno de Navarra. Pero el pase foral no existió en el resto de territorios. No por imposición, sino por la pura dinámica histórica básicamente del proceso repoblador. Pero eso no quiere decir que no se desconociese a grandes rasgos el principio de subsidiariedad. Ni que el derecho unificado, más de origen Real que emanado de las Cortes, fuese un uniformismo legislativo axfisiante como es el signo del derecho revolucionario. Se mantenian además los fueros particulares de las entidades sociales, lo que en ciencia política se conoce como un "pluriverso" de derechos concretos (frente al universo de los derechos abstractos liberales) que eran una defensa frente a la posible tiranía. Que es lo que en cierto modo hizo que pese a la abolición de los fueros de carácter territorial posteriormente los territorios de la Corona de Aragón se mantuvieran en paz durante el reinado de Felipe V (pese a que en el Reino de Valencia no se respetaron ni los fueros de derecho privado). Es lo que diferencia la unificación normativa del centralismo revolucionario en sentido estricto.


    El escrito y comunicado es muy correcto desde el punto de vista del legitimismo dinastico, por eso yo no me defino como Carlista con mayusculas, aunque a veces lo hago por la simpatia historica que me produce, sino que me defino como BATZEC O JELKIDE por aquello del lema del Partido Integrista de Jaigoinkoa eta Lege Zaharra (Déu i Lleis Antigues), ya que no creo en la monarquía tal como vosotros la presentais, sino que yo la recojo como integramente se ha de entender, que es lo que su significado dice: que Manda Uno. Y esto nada tiene que ver con el origen, pues finalmente suele terminar en decadencia, sino con el ejercicio y el poder del que lo ejerce que se presenta como lo que fueron las primitivas monarquías hispanicas: jefe militar y político, es decir los antiguos Caudillos hispánicos.
    ReynoDeGranada dio el Víctor.
    "El nombre de España, que hoy abusivamente aplicamos al reino unido de Castilla, Aragón y Navarra, es un nombre de región, un nombre geografico, y Portugal es y será tierra española, aunque permanezca independiente por edades infinitas; es más, aunque Dios la desgaje del territorio peninsular, y la haga andar errante, como a Délos, en medio de las olas. No es posible romper los lazos de la historia y de la raza, no vuelven atrás los hechos ni se altera el curso de la civilización por divisiones políticas (siquiera eternamente), ni por voluntades humanas.
    Todavía en este siglo ha dicho Almeida-Garret, el poeta portugués por excelencia."Españoles somos y de españoles nos debemos preciar cuantos habitamos la península ibérica" .España y Portugal es tan absurdo como si dijéramos España y Catalunya. A tal extremo nos han traído los que llaman lengua española al castellano e incurren en otras aberraciones por el estilo."
    Marcelino Menéndez Pelayo.

  12. #12
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    Re: SociologÍa Del Carlismo


    Ordóñez escribió:
    Gothico: Eso de que en Castilla el sentimiento foral era nulo es una opinión tuya hombre. Igual en otras zonas se acogían mayormente a lo que se decía " las leyes de Castilla ". Pero el que venía a mi pueblo, debía hacerlo con la venia del Rey de Sevilla, y sus Ordenanzas eran las del Reino de Sevilla; enmarcado en el Fuero Juzgo

    Ordóñez, eso no es opinión mía. Yo no sé, desde luego qué opinaba aquella gente de los antiguos fueros, pero en la Historia del Derecho figura recopilada la labor legislativa de los Reyes primero de Castilla, y luego de toda España.
    Y eran leyes que se aplicaban independientemente de los fueros. No olvidemos que los fueros quedaron en la práctica fosilizados como vestigios medievales locales y no podían reflejar legalmente otras realidades sociales (Hacienda, Ejército, Industria,) que se extendían a realidades territoriales más amplias.
    Yo ya envié en su día una relación de los textos principales de todos los monarcas de Castilla y España desde Alfonso X hasta las Cortes de Cádiz.

    http://www.hispanismo.org/showthread.php?t=4152

    Eso que dices parece propio de los siglos XIII hasta el XVI, o como mucho el XVII.

    Tautalo escribió:
    aunque el Rey tardara un año en cerciorarse de la fuerza que tenía la reivindicación foralista.
    Sobre la irrupción del foralismo en el Carlismo...

    “tardara un año” …“irrumpió” …
    Lo cual revela que el foralismo no estaba en el origen ni fue causa de la sublevación carlista.

    La presencia del foralismo en el carlismo es muy remota. Cinco días más tarde de iniciarse la I Carlistada, Valentín Verástegui arenga a los alaveses, diciéndoles que se apresten a las armas contra los que "han abolido nuestros fueros y libertades

    ¿abolidos los fueros alaveses en 1833? ¿Pero acaso no hubo fueros en los territorios vascos hasta 1876?

    En el Manifiesto de Carlos María Isidro de Borbón a los aragoneses, de 1834, también se refiere el Rey: "al derecho de Agnación en la sucesión del Trono tan solemnemente proclamado en los antiguos Fueros de Aragón, que ha sido siempre Numen tutelar de esta parte tan preciosa de mis Dominios, y que hoy os quiere arrancar la usurpación".
    ...
    Ya un año después, en 1834… y da la sensación de que es un modo de granjearse la simpatía de los foralistas aragoneses para la Causa.

    Muy pronto el grueso de los carlistas estará formado por voluntarios de origen campesino, bajo clero y foralistas anticentralistas
    “foralistas …anticentralistas”...
    La fuente que aportas parece relativamente moderna. Esa redacción, desde luego, no es de la época.

    Cuando D. Carlos se percata de la fuerza que tiene la reivindicación de los Fueros lanza su primera proclama netamente foralista

    Repito lo anterior. Eso revela que el foralismo no estaba en el origen ni fue la causa de la sublevación carlista.

    Villores escribió:
    Sobre los territorios de la Corona de León y Castilla se dió un proceso de unificación del Derecho, excepto en los territorios vascongados y en el Reyno de Navarra. Pero el pase foral no existió en el resto de territorios. No por imposición, sino por la pura dinámica histórica básicamente del proceso repoblador. Pero eso no quiere decir que no se desconociese a grandes rasgos el principio de subsidiariedad. Ni que el derecho unificado, más de origen Real que emanado de las Cortes, fuese un uniformismo legislativo axfisiante como es el signo del derecho revolucionario. Se mantenian además los fueros particulares de las entidades sociales, lo que en ciencia política se conoce como un "pluriverso" de derechos concretos (frente al universo de los derechos abstractos liberales) que eran una defensa frente a la posible tiranía. Que es lo que en cierto modo hizo que pese a la abolición de los fueros de carácter territorial posteriormente los territorios de la Corona de Aragón se mantuvieran en paz durante el reinado de Felipe V (pese a que en el Reino de Valencia no se respetaron ni los fueros de derecho privado). Es lo que diferencia la unificación normativa del centralismo revolucionario en sentido estricto.

    De acuerdo en todo. El trasfondo de todo ello está en que el derecho unificado(Austrias, Borbones) anterior a la revolución respetaba el orden social existente, velaba por mantenerlo y se amoldaba a él; pero la revolución liberal intenta amoldar a la sociedad a los caprichos, vicios y artimañas de sus líderes mediante la ley . La diferencia es abismal.
    Para mí esto es lo decisivo; frente a ello, que el derecho venga del monarca o de entes forales me parece accesorio.

    Última edición por Gothico; 26/02/2007 a las 21:23

  13. #13
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    Re: SociologÍa Del Carlismo

    Es un tema complejo desde luego Gothico. Porque Carlos María Isidro quiso jurar los fueros de Aragón y Cruz Mayor le exhorta a que no lo haga, apelando al " sentido de Estado de las potencias modernas ", poniendo de ejemplo a Italia o Prusia.... Pero proclamas foralistas existen desde las Guerras Realistas. No obstante, en tiempos de guerra poco " doctrinalismo " cabe muchas veces.


    Litus: Yo antes pensaba como tú. Pero por Historia y práctica y justicia entiendo que la Monarquía es el culmen de ese " gobierno de uno ", y que dentro de la Monarquía se corresponde la " aristocracia " y la " democracia " ( En sentido lato ). El problema no es que la Monarquía conlleve decadencia, el problema es que mira las repúblicas que hemos tenido....Asimismo, la monarquía tiene sus propias instituciones que ayudan a sustentarla. La dificultad de hoy radica en una sociedad inerte, en la inexistencia de nobleza; y en tantas cosas.....

  14. #14
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    Re: SociologÍa Del Carlismo

    Estimado Gothico:
    Lo que he entrecomillado son citas textuales, mientras que lo de "anticentralista" es una fuente tan moderna -llevas razón- como que es de mi propia cosecha -y por lo tanto no prescinde de mis prejuicios, lo reconozco.
    La cita de Valentín Verástegui a los alaveses la he tomado de Ferrer, Tejera y Acedo: "Historia del Tradicionalismo Español". La del "Manifiesto a los Aragoneses" que refiere el derecho de Agnación también. El "Decreto de Carlos V confirmando los Fueros de Vizcaya" se reproduce en la misma obra, tomo V, pág. 221.
    Es obvio que el foralismo no aparece el mismo día 2 de octubre de 1833, cuando en Talavera de la Reina un administrador de correos declara la guerra. Hemos de suponer que la situación es caótica. Los militares más importantes, por ejemplo, estaban en algunos casos en territorio enemigo -recordaré el caso de D. Tomás de Zumalacárregui o de mi paisano D. Miguel Gómez Damas... Y tuvieron que escapar de una zona hostil a uña de caballo.
    Creo que el foralismo, aunque -como bien apuntas tú- pudo ser un instrumento del carlismo para allegar voluntariado -que falta les hacía- aparece mucho antes de lo que pareces dispuesto a aceptar. Y aparece así, con esa "oportunidad" que algunos cabecillas inteligentes saben aprovechar.
    Claro que los Fueros fueron suprimidos con Cánovas del Castillo y su farándula charlamentaria, pero no hemos de olvidar que en situaciones de rebeldía abierta -como ocurrión en las provincias vascongadas- los Fueros pendían de un hilo, sino es que fueron conservados en la traición de Maroto. Después de la "ocurrencia" del malagueño liberal Antonio Cánovas y su camarilla, el foralismo derivó en algunos casos a la aberración separatista que ahondó Sabino y su hermano Luis Arana. Muy interesante en ese sentido es "Paz en la guerra" de D. Miguel de Unamuno que, pese a no ser carlista en modo alguno -ni siquiera estéticamente como Valle-Inclán- muestra una sensibilidad muy notable en esa novela, describiendo los primeros conatos de lo que más tarde dará por resultado la locura sabiniana.
    Creo que la enseñanza que hemos de extraer de la incorporación del foralismo a la Causa -amén de ser respetuosísimos con las libertades y compromisos forales- es esa sindéresis de la que hicieron gala aquellos hombres, partidarios al principio de un pretendiente a la corona, pero profundamente leales a la Tradición, leales hasta el sacrificio más alto. Puedo suponer que los movimientos en la Corte, entre liberaloides que cortejaban a esa desgraciada de María Cristina, no tenían que ser vistos con buenos ojos por los que estaban más cerca, dígase por caso Calomarde.
    En fin, es un tema que puede traer mucha cola.

    Un saludo

  15. #15
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    Re: SociologÍa Del Carlismo

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    En efecto, es que Sabino instrumentaliza la palabra " fueros "; pues la influencia de Sabino realmente es el nacionalismo italiano. Los liberales vascos ya eran entusiastas de los nordistas yanquis.

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