Valmadián, con la venia. Sobre samuráis, creo que te refieres al libro de Ruth Benedict "El crisantemo y la espada", pero entretanto ha salido uno al mercado que merece la pena por su sobriedad historiográfica, me refiero al de Wolfgang Schwentker, también en Alianza Editorial, que se titula "Samuráis". Para la cuestión tampoco está mal leer algo de Yukio Mishima, como "Caballos desbocados".
Un saludo.
Por lo prolijo que podría ser la respuesta, y el poco tiempo de que dispongo, doy palabra de que volveré a responder a Kurt Hausser, al que le mando un cordial saludo.
Muchas gracias por los datos, mi cabeza a veces no da más.![]()
Compartimos el mismo desdén por el mundo surgido de la revolución francesa, Kurt Hausser. La modernidad se caracteriza por un progresivo alejamiento de lo tradicional. Primero, son los renacentistas pretendiendo ponerse en la antigüedad clásica grecorromana como si los pueblos germánicos no hubieran marcado con su sello propio a Occidente. Es la gran epopeya que nos presenta en la segunda parte de su “Fausto” el genio de Goethe: antigüedad clásica versus civilización gótica. Los renacentistas quisieron hacer borrón y cuenta nueva con todos los siglos que llamaron “Edad Media”. Nadie crea que detesto el arte renacentista, ni mucho menos; lo que no puedo tolerarles es su engreimiento que rebajaba los siglos que median entre el fin del Imperio Romano de Occidente y el “renacer” que tiene lugar, primero en Italia, y luego por mímesis en el resto de la cultura occidental.
Pero el Renacimiento, con su aversión a la escolástica, incorporó a la filosofía elementos paganizantes, incluso adoptó tics gnósticos conscientemente (piénsese en Marsilio Ficino o en Pico Della Mirandola). Al Renacimiento hay que ir a buscar el origen de la crítica, que en Descartes será “duda metódica” y, ya en la Ilustración, crítica destructiva de todo el mundo tradicional: de los valores tradicionales. Al Renacimiento, y en concreto al despertar de los estudios filológicos, hay que ir a buscar el origen del protestantismo que rompió la unidad cristiana que había reinado en el medioevo.
En ese sentido, la revolución francesa es la erupción de todo eso que se estaba fraguando desde que el hombre prefirió empezar a adorarse a sí mismo, dejando de adorar a Dios. El sensualismo y la soberbia fueron las características del Renacimiento, y el sensualismo y la soberbia de la aristocracia degenerada de la Francia de Luis XVI los desencadenantes fatídicos de la revolución, revolución que asimismo era instigada por la soberbia intelectual de los adoradores de la Diosa Razón y la concupiscencia de sus secuaces.
Y por conectar con el tema: la aristocracia decadente que bailaba el rigodón, con sus pelucas empolvadas y su lunares postizos, esnifando rapé… No es aristocracia, es oligarquía. La idea de hidalgo que presenta la hispanidad nada tiene que ver con la degeneración de la alta nobleza europea. También nuestra aristocracia se pudrió al contacto de las modas afrancesadas. Pero en las aldeas seguían los viejos hidalgos, levantándose temprano para ir a misa de alba, pugnando por hacer valer sus ejecutorias, incluso cuando ya no valían ni para exención de impuestos.
En cuanto a los tradicionalistas españoles: Vázquez de Mella es formidable, como también Donoso Cortés, Menéndez y Pelayo, Nocedal… Pero hay muchos más, y más antiguos que estos. En este foro en que estamos encontramos información sobre ellos, sus libros han pasado a formar parte de los "infiernos" (esos depósitos bibliotecarios que quedan ocultos al lector). Pero el término “tradicionalista”, en el sentido católico, está desprovisto de adherencias gnósticas tal como ocurre cuando Guénon o Evola emplean el término “tradicionalista”. En ese sentido, ciertos rezagos de gnosis pueden encontrarse en un tradicionalista como Joseph de Maistre -en su juventud también perteneció a la orden martinista. No obstante, estoy seguro de que una inmersión en los tradicionalistas castizos será muy grata para alguien como tú, que rechazas la revolución francesa y sus frutos venenosos. Gothico presentó hace unas semanas un hilo magnífico que puede ser una congrua introducción, personalmente disfruté mucho aprendiendo de él:
EL PENSAMIENTO REACCIONARIO ESPAÑOL
Sobre la Revolución Conservadora alemana hay que hablar largo y tendido. Personalmente, le debo mucho al Oswald Spengler de “La decadencia de occidente” y “El hombre y la técnica”, al Ernst Jünger de “Tempestades de acero” y “El Trabajador”, pero se me pierden Franz Schauwecker, Helmut Franke, Ernst von Salomon, Albrecht Erich Günther, o los nacional-bolcheviques Karl O. Paetel y Enrst Niekisch. Creo que falta todavía, corrígeme si me equivoco, una traducción al español del libro de Armin Mohler, “Konservative Revolution”. Y también da para mucho la figura, muy desconocida en España, de Corneliu Codreanu. Pero, bueno, esto son cosas que no tienen que ver con este hilo. Habría, con permiso de los administradores, que habilitar otro, para no molestar a los hidalgos con estas cosas. Pero que conste aquí que, los hidalgos, también gustaban de esto, de pegar la hebra con una cosa y otra hasta altas horas de la madrugada, al amor de la lumbre y con buenos amigos, como sois todos vosotros.[/SIZE][/FONT]
Un saludo
Última edición por tautalo; 02/09/2008 a las 23:08
Gracias por tus palabras estimado Valmadian, al final me lo voy a empezar a creer.
Bueno, y navego por esos mundos de Dios de la Red como buen "grumetillo", pero nunca recalo en ningún puerto virtual de esos, sólo miro, revoloteo, nada más, prefiero ser cola de león en Hispanismo que cabeza de ratón en otros foros.
Saludos en Cristo.
Bueno, vayamos por partes:
Gracias Tautalo por las dos referencias. Tengo alguna cosa de Yukio Mishima pero no la que citas. Para la mentalidad samurai, aunque culturalmente un poco lejana, citar Hagakure de M. Yamamoto, y "el libro de los 5 anillos" de Musashi. De todas maneras, una aproximación tamizada con la mentalidad occidental es "living the martial way" (F. Morgan) o más purista aún, "moving towards stillness" de Lowry. Como introducción a la mentalidad del budismo zen, que es interesante conocer, "zen in the martial way" (Hyams); según Evola, el espíritu de casta es más semejante entre identica casta de distinta cultura que distinta casta de igual cultura.
Otra cosa: Coincido contigo en tu exposición sobre el espíritu del Renacimiento y sobre todo, el del s. xviii, pero no nos engañemos, supuso el cambio de la sociedad estamental por la de clases, en la cual el patrón definidor es el dinero desnudo. La aristocracia versallesca ya había perdido su razón de ser (bueno, decían frases muy ingeniosas -con "sprit") y el auge del capitalismo financiero ya venía desde el xvii, dándole la revolución francesa y sobre todo, la revolución industrial, (reflejada despues en los estados liberales) carta de supremacía. Sólo en los estados como Prusia, Austria y Rusia, la aristocracia conservó su función de servicio al estado, entre otras formas, en el ejercito(y si no, vease los "junkers" prusianos- vaya, se me ve el plumero). Es decir, seguían teniendo una función destacada.
Respecto a los tradicionalistas Españoles, he de decir que fueron reeditadas alguna cosa recientemente, de Maeztu y Donoso. De Vazquez Mella sólo en librerías de viejo, cosas ya bastante antigüitas... (y le tengo aprecio por ser pariente lejano mío...-¿el conservadurismo es transmisible genéticamente?
)
Otro tema aparte sería la Revolución Conservadora alemana, que daba para un foro de semanas, pues es tema amplio, interesantísimo (te recomiendo encarecidamente "años decisivos" de Spengler). Aún tengo que darle a Carl Schmitt. De Von Salomon sé que fue sobre todo un hombre de acción (estuvo en los Freikorps)...
Bueno, de todos estos deberíamos hablar en foro específico, si os parece...
Por cierto, Tautalo, te dire (para despertar tu envidia) que tenfgo un forito"real" cada dos domingos con hijosdalgos discutidores y cervezas... el buen momento de la semana!!!
Saludos cordiales
Kurt Hausser
Muchas gracias Valmadian por tu comentario. A continuación te copio una página de un historiador argentino, José María Rosa, de su libro "Del municipio indiano a la provincia argentina".
EL GOBIERNO: LOS VECINOS
Como los infanzones españoles de la Edad Media, los pobladores asentados en la jornada serán los únicos en gobernar la ciudad, poseer las tierras o las encomiendas, y formar en la milicia. Es la idea feudal que sobrevive, o mejor dicho, renace, en Occidente: la propiedad de la tierra implica el señorío de gobernarla y la obligación de defenderla.
Los pobladores reciben el nombre de vecinos en el Río de la Plata en otras partes de Indias se los llama nobles. Es un título transmisible a sus descendientes: el “hijo de vecino”, como el hijodalgo español, tiene privilegio por su nacimiento.
Se es vecino por el hecho del nacimiento, pero otras circunstancias se requieren para entrar en el pleno goce de los derechos de ciudad. A los quince años revista en las reseñas de la milicia que se efectúan en la plaza mayor, se ejercita en los alardes que salen al campo, combate a indios y piratas en los apellidos convocados por el Caudillo. Debe “aderezarse” de caballo, armas y escuderos a su costa. Puede aspirar a una donación de tierras, reparto de indios o - si proviene de las familias pobladoras – gestionar “permisiones para accionar" contra animales mostrencos. Al contraer matrimonio y tener “casa poblada”, estará en condiciones de integrar el Cabildo como alcalde o regidor.
El vecino es feudatario; así se lo llama en ocasiones. Vive del producto de las tierras o de las minas repartidas por el Fundador primero, o el representante del monarca después, o adquiridas por su esfuerzo. Como en las Indias no hay payeses, las tierras o minas deben trabajarse por indios encomendados; a falta de éstos, por esclavos africanos. Por excepción, “hombres libres” blancos o mestizos, sin jerarquía vecinal, realizan las labores de pastoreo o labranza mediante un jornal.
La obligación militar del vecino no cesa con la edad, sino con la “falta de disposición”. Es un señor feudal, y debe antes que nada defender la tierra y la gente encomendada a su custodia. Si tiene que ausentarse de la ciudad, o se encontrase impedido, debe poner “escudero” a su costa que lo reemplace en la milicia. Como defiende lo que es suyo, no limita su obligación al comparendo de su persona: si se trata de un vecino feudatario (es decir, propietario), se presenta en los alardes, reseñas o apellidos, con “soldados” aderezados a su peculio y pagados a su costa. Como los Cabdillos de los fonsados medievales, sus abuelos españoles.
La vecindad puede adquirirse. El Cabildo otorga “carta de vecindad” a quien acredite residencia, aptitud militar, buen concepto social y fuere jefe de hogar. No era menester una “información de solar conocido"; bastaba como ejecutoría suficiente el hecho de haber intervenido en la conquista de Indias. También, en el caso inverso, no eran bastantes los pergaminos de la nobleza española para optar a la hidalguía criolla; había que demostrar condiciones para merecerla. Don Francés de Beaumont y de Navarra, como don Enrique Enríquez de Guzmán o don Juan de Bracamonte, tuvieron que allanarse al trámite de demostrar al Cabildo de Buenos Aires sus méritos para optar a una parte de los derechos que tenía del poblador Pedro Luys, a secas, vecino poblador y feudatario de comienzos del siglo XVII.
Si el vecino es de los primeros pobladores o desciende de ellos, se lo llama poblador. Goza entonces del derecho de “accionar” contra los animales mostrencos, yegüerizos o vacunos, pues se entiende que estos baguales o cimarrones (aquél era el nombre indio, éste el español) provenían de los alzados a los primeros pobladores. La lista de pobladores o “vecinos accioneros” (como también se los llamó) fue confeccionada por el Cabildo e integrada, además de los hijos y nietos de fundadores, con los sucesores de quienes se avecindaron durante el siglo XVI.
El vecino podía solicitar "permisiones de navegar frutos: el derecho de exportar sus productos (cuero, sebo, etc.) a España u otras partes de Indias. Durante la unión de España y Portugal (1581 a 1640), las “permisones se concedían generalmente para Brasil, y los navegantes traían en retorno esclavos de Guinea (las primeros llegados a Buenos Aires), necesarios en el Plata por la carencia de indios aptos para encomiendas en la zona pampeana. Estas “permisiones de retorno”, concedidas por los gobernadores a solicitud del Cabildo, no fueron aprobadas – con protesta de Buenos Aires – por el Consejo de Indias, debido a la prohibición, de la esclavitud que regía en los dominios españoles.
Para el caso, está bueno recordar el texto de la la Real Cédula de Nuevas Poblaciones:
«Don Felipe, por la Gracia de Dios, Rey de Castilla, León, etc. A los Virreyes, Presidentes, Audiencias y Gobernadores, de las nuestras Indias del Mar Océano y a todas las otras personas a quien lo infrascrito toca y atañe y pueda tocar y atañer en cualquier manera: sabed, que para los descubrimientos y nuevas poblazones y pacificaciones de las tierras y
provincias, que en las Indias están por descubrir, poblar y pacificar, se haga con más facilidad y como conviene al servicio de Dios y nuestro y bien de los naturales, entre otras cosas hemos mandado hacer las ordenanzas siguientes: a los que se obligaren hacer la dicha poblazón y lo hubieran poblado y cumplido con su asiento, por honrar más sus personas y descendientes y que de ellos, como primeros pobladores, quede memoria, los hacemos hijosdalgo de solar conocido a ellos y a sus descendientes legítimos, para que en el puesto que poblaren y en otras cualesquier partes de las Indias, sean hijodalgo y personas nobles de linage de solar conocido y por tales sean habidos y tenidos y gocen de todas las gracias, honras y preeminencias y puedan hacer todas las cosas que todos los hombres hijosdalgo y caballeros de los Reinos de Castilla, según leyes, fueros y costumbres de España, pueden hacer y gozar. Hecho en el Bosque de Segovia, a 13 de julio de 1573»
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