Gracias a tí, amigo, por este hilo.
La verdad, es que Contreras fué único. Lo que daría por tener una conversación con él.
Hasta el fénix de los ingenios le dedicó una obra: El rey sin reino.
"...si me resuelvo a estar excomulgado, no va a quedar nadie tranquilo", Jajajaja... Alonso de Contreras es mi "ídolo", lo mismo que hay gente que es fan de deportistas o cantantes, el modelo de Contreras es una de las encarnaciones de españolidad más grande que han visto los siglos, y yo soy de los que admiran esos modelos hispánicos como Contreras mismo que es un español de pies a cabeza: devoto, colérico, leal y bravo.
"Si me resuelvo a estar excomulgado, no va a quedar nadie tranquilo" (teniendo en cuenta que, incluso comulgado, las hacía tan grandes... ¿qué podría ser si lo hubieran excomulgado? Creo que los demonios se hubieran ido por una competencia más agresiva que la del infierno. Ese Obispo fue un temerario, jajajajaja.
Esto promete. Vamos a seguir, que aqui Aquilífero tiene una biblioteca bélica envidiable. Y, ya vemos que no es como los progresistas que, por tener libros, se creen que son cultos; Aquilífero tiene libros y salta a la vista que se los lee.
Un abrazo a todos.
P.D:
Gracias Mazadelizana por esa anécdota de mi venerado Alonso.
Estimado Antonio Hernández Pé: No hay un pueblo bajo el sol más bravo que el nuestro. Y el día en que levantemos la cabeza, como dijo Contreras, "no va a quedar nadie tranquilo".
Última edición por tautalo; 21/12/2009 a las 12:06
Gracias a tí, amigo, por este hilo.
La verdad, es que Contreras fué único. Lo que daría por tener una conversación con él.
Hasta el fénix de los ingenios le dedicó una obra: El rey sin reino.
"El vivir que es perdurable
no se gana con estados
mundanales,
ni con vida deleitable
en que moran los pecados
infernales;
mas los buenos religiosos
gánanlo con oraciones
y con lloros;
los caballeros famosos,
con trabajos y aflicciones
contra moros".
http://fidesibera.blogspot.com/
¡EA, SOLDADOS, SANTIAGO Y A ELLOS!
El grito de "¡Santiago y a ellos!" tenía que poner los pelos como escarpias a cuantos enemigos tuvo España. La invocación en sus diversas versiones (la más popularizada: "¡Santiago y cierra España!" -que viene a significar como sabemos "Santiago y choca España contra el enemigo") es algo compartido con los hermanos portugueses. Así nos cuenta Pedro Ordóñez de Ceballos, famoso viajero, primero soldado y luego sacerdote, también negrero:
"Concertéme con un mercader portugués que tenía licencia para ir a Guinea por negros. Acetólo, aunque compró él otro navío, y así partimos de Sanlúcar; a los cinco días descubrimos dos velas, las cuales, ganándonos el barlovento, vinieron sobre nosotros dando voces que nos rindiésemos y disparando juntamente sus piezas y arcabucería; y, respondiendo con lo propio, tuvimos una refriega muy reñida hasta que la noche nos apartó. Hacía muy escuro, y por no perdernos todos pusimos luces. Al amanecer dije: ¡Ea, soldados, Santiago y a ellos! y, visto por los enemigos que los acometíamos, quiso Dios que concibiesen miedo, y, con ser mayores sus navíos, dando velas huyeron, y nosotros hicimos nuestro viaje;y hasta llegar a Cabo Verde no hubo otra cosa más que hallar mala venta de negros y partir de allí a los Ríos y a Congo."
(Viaje del mundo, Ordóñez de Ceballos.)
RECORDAD EL AÑO 1380
LA ARMADA INVENCIBLE DE 1380... LA PÉRFIDA ALBIÓN TRAGA SUS CENIZAS
Pocas naciones como Inglaterra han odiado con más saña a España. Sus razones tienen, pues a diferencia de nosotros, no olvidan su Historia. Por su aversión a España no cejaron nunca de hostigarnos, bien a las claras o bien a la chita callando, viciándonos con las podredumbres ideológicas más inverosímiles. En el siglo XIX habían avanzado mucho, gracias al servicio prestado por los colaboracionistas liberales de Gran Bretaña,
dígase Rafael del Riego, Quiroga, Espartero y otros miserables traidores que abrazaron las consignas de la Gran Logia de Londres para nuestra calamidad nacional. Luego, una caterva de supuestos "hispanistas" anglosajones hicieron lo propio -y siguen haciéndolo (Gerald Brenan, Ian Gibson son ejemplos), para arruinarnos espiritualmente, haciendo que contemplemos nuestra Historia con sus ojos y sus parámetros, convirtiéndonos, mediante una cultura hecha a su medida y según sus intereses geopolíticos, en una colonia.
Pero mientras permanecimos fieles a lo que somos, ellos nunca pudieron con nosotros. Tuvieron que suministrarnos sobredosis de escepticismo, para que dudáramos de nuestra identidad. El Inglés Eterno, masón y trapacero fue, es y será el enemigo de España, de su grandeza y de su poderío. Pudieron darse su satisfacción humillándonos, y siguen dándosela con el contencioso de Gibraltar.
Pero, podemos decirlo con orgullo, hubo un tiempo en que algunos aguerridos españoles -cuya memoria se ignora y nosotros reverenciaremos siempre- supieron tratar a la pérfida Albión como hay que tratarla.
El 10 de agosto de 1375, la Armada castellana hundió los restos de la flota inglesa en la bahía de Borneuf. Ante tañamo revés y desastre, la pérfida Albión se apresuró a negociar la tregua de Brujas en que, tragándose su soberbia, tuvieron que reconocer la absoluta hegemonía naval de Castilla en el Atlántico. El protagonista de esta victoria que pasa desapercibida fue de Fernán Sánchez de Tovar, Almirante de la gloriosa Armada de Castilla. A los dos años de aquel desastre, los ingleses incumplen, según manda la costumbre de los traidores, las cláusulas de la Tregua de Brujas. No se hará esperar la reacción española. Ese mismo año del Señor de 1377 Fernán Sánchez de Tovar con nuestras "galeas" se pasea por la costa inglesa: los puertos de Rye, Lewes, Folkestone, Darthmouth y Plymouth son escenario del desembarco de los castellanos y vascos que, como un tifón, arrasan dichas ciudades y las dan por saco. Pero estos saqueos no satisfacían la revancha española por la felonía de los ingleses al romper la Tregua de Brujas. El año de 1380 la Armada de Castilla remonta el Támesis a toda vela rumbo hacia Londres. Gravesand, un arrabal londinense, es arrasado: los castellanos pusieron pie en tierra inglesa, y mataron a hierro a la guarnición indígena. Gran mortandad hubo en aquella jornada. Nuestras espadas se regaron con su sangre, nuestras hachas rompieron sus cráneos, flecheamos a los que huían dando la espalda a la furia española, llenamos nuestros sacos de botín de guerra y prendimos fuego a la barriada aquella. Ni los wikingos habían sido más crueles que nosotros, pues nosotros éramos una raza fogosa más irascible que la nórdica. Ardió bien aquel orgulloso caserío de madera en que vivían los ingleses. Desde la Torre de Londres, el mismo Rey de Inglaterra, a la sazón Ricardo II, podía contemplar (O, my goodness! -diría el isleño) los resplandores del incendio de Gravesand sin poder hacer nada para remediar el estrago que habían dejado nuestros bravos castellanos a su paso por allí. Era una visita de cumplido... Días después, todavía humeaba Gravesand, mientras los cuervos intocables de Inglaterra escarbaban con sus picos en la cadaverina inglesa... ¿Para llevárselos a Avalon?
Parcamente lo cuenta Pedro de Escavias: "E de allí, enbió beynte galeas en ayuda del rrey de Françia, con don Fernán Sánchez de Tovar, su almirante, los quales fizieron gran guerra aquel año por la mar a los yngleses. Entraron por el río de Artamisa, fasta çerca de la çibdad de Londres, donde galeas de enemigos nunca jamás entraron."
La fuente de la que se sirve Escavias (que escribe en el siglo XV) es la crónica del vasco Pero López de Ayala que dice: "En este año envió el rey don Enrique gran armada de galeas y naos en ayuda del rey de Francia, y pasaron estas galeas en la isla Duyc, que es de Inglaterra; y era almirante de la flota de Castilla don Ferrand Sánchez de Tovar. Y el rey de Francia hizo gran armada; e hicieron mucho daño en la costa de Inglaterra. y era almirante de Francia mosén Juan de Viana."
El protagonista de aquel escarmiento, ya hemos dicho más arriba, fue nuestro Almirante de Castilla, el muy noble Fernán Sánchez de Tovar, bendita sea su alma por los siglos. Repitió su hazaña el 27 de julio de 1384, desembarcando ahora con su "infantería de marina" frente a Lisboa, prendiendo fuego al pueblo y fortaleza de Almada. No pudo contra el bravo marino de Castilla ningún enemigo humano. Tuvo que ser la peste la que lo matara. Recibió sepultura en la Capilla de San Clemente de la Catedral de Santa María de Sevilla, una vez que la nave que portaba su féretro, llegara a espléndida Ciudad que reina sobre el Padre Betis.
Según Argote de Molina, en su "Nobleza de Andalucía", éste era su epitafio:
"Aquí yace el bueno e honrado cavallero D. Ferrant Sanchez de Tobar, Almirante de Castilla que Dios perdone, e finó sobre Lisboa en el año de MCCCLXXXIV, e mandole fazer esta sepultura Juan de Tobar su viznieto, en el año de MCCCCXXXVI."
Esta época que nos ha tocado vivir es para nosotros la edad de la vergüenza. El palabrerío de la chusma moderna no puede mitigar esta nostalgia por tiempos en los cuales fuimos respetados, haciéndonos respetar. Desde el siglo XVIII una porción de suelo español -nuestra Gibraltar- está en manos de los británicos. Queremos recordar estas proezas de nuestro espléndido pasado, para animar los corazones españoles. No, nosotros no pedimos perdón por el incendio de Londres (lo volveríamos a incendiar con mucho gusto. Que pidan perdón los desnaturalizados, esos españoles que confraternizan con el invasor inglés y le rinden pleitesía.)
El desgobierno actual de España es el más intolerable de los esperpentos, no por su demostrada inutilidad, sino por su rastrera sumisión al extranjero, por su vergonzante docilidad de cipayos, por su ultrajante servidumbre bajo las fuerzas de ocupación inglesas en Gibraltar.
Pero sepan cuantos que hay un pueblo español indómito en cuyos corazones todavía vibra el orgullo patrio, y el mismo que volvería a aplastar la cabeza al invasor que se mofa de nosotros desde el Peñón. Es el mismo pueblo español que se solidariza con Argentina por sus Malvinas, el mismo pueblo español que sufre como verdaderos vejámenes la sola presencia de un inglés en nuestro suelo: no sólo en Gibraltar, sino en cualquier parte de nuestra bienamada España.
A ese pueblo español no lo representa esa pandilla de cobardes que se dicen nuestros políticos. Ese pueblo español es el que, desde los ayuntamientos declara la guerra a países, y no dobleba jamás su cerviz. Ese pueblo español es el que me está leyendo y siente en su corazón que nos asiste la razón para no ser "amigos" de nuestros invasores ingleses.
Ingleses... Recordadlo: 1380.
Españoles, ruego una oración en sufragio por el alma del insigne Almirante de Castilla Fernán Sánchez de Tovar, que en gloria esté.
Publicado por Maestro Gelimer
LIBRO DE HORAS Y HORA DE LIBROS
Durante la II Guerra Mundial España no participó oficialmente en las contiendas bélicas europeas, pero lo cierto es que hubo soldados combatiendo en diferentes frentes en un y otro bando. De parte de los alemanes, los más conocidos son los hechos de la División Azul, y de parte de los republicanos, la liberación de París y la guerra de guerrillas en forma de resistencia. No fueron los únicos. Algunos españoles, exiliados o refugiados en Francia, terminaron enrolándose en la Legión Extranjera francesa, y combatieron en escenarios muy diversos. Uno de ellos los llevó al desierto.
Rommel, el Zorro del desierto, tuvo un brusco frenazo en la fuerte resistencia que le supuso la plaza de Bir-Hakeim. Allí había soldados españoles que vendían cara la posición. Curtidos en los combates acaecidos en la Guerra Civil Española, incluso animaban al resto de legionarios a permanecer en sus puestos. Alfonso Domínguez, en su libro “Historias de los españoles durante la II Guerra Mundial” lo cuenta así:
“En el diario de marcha de la 13ª Semibrigada el 8 de junio se puede leer: Las ametralladoras pesadas del enemigo depararon durante cuarenta y ocho horas sin la menor interrupción, día y noche sobre la posición Bir-hakeim. Y cuando algún soldado aliado no español comentaba, con aire dramático, la situación, siempre había un ibérico –en este caso el barcelonés Perxachs- que lanzaba: Bueno, bueno, que no hay para tanto. Fijaos aquí, en esta madriguera, estamos siete topos. Los mismo que cuando empezó el asedio, sin un rasguño casi. ¡En el Ebro ya la hubiéramos palmado todos! ¡Aquello si que fue un festival de aupa!”.
“El comportamiento de la batalla –continúa el libro- aumentará la admiración de británicos y franceses por aquellos rudos españoles de la 13ª Semibrigada de la Legión Extranjera francesa que habían jugado un papel importantísimo como fuerza de choque y tanto habían contribuido al fracaso de Rommel: “Con estos españoles no hay quein pueda, ¡son indestructibles”, dirá el general Koening al capitán de la Bollardiére durante aquella noche irrepetible de la evacuación”.
"Entre los alemanes, el general von Mellenthin no recuerda haberse enfrentado “Durante toda la guerra del desierto, a una defensa tan encarnizada y heroica” Rommel, del que se conocen abundantes testimonios, sentenció: "Con frecuencia tomé personalmente el mando de las fuerzas atacantes y he de reconocer que rara vez tuvimos en África unas jornadas más activas”.
Rommel. Impresionado por la resitencia francesa- entiéndase española- y dándose cuenta que los presos franceses/espñoles morían de sed, dio la orden de asignarles la misma ración de agua que recibían sus propios soldados.”
Y es que el español es el mejor soldado de infantería, se diga lo que se diga. Ahora, eso sí, ha de estar motivado y bien dirigido. Cosa que ahora resulta muy difícil.
Conócete, acéptate, supérate.(San Agustín)
También hubo españoles en la guerra de Vietnam.
Aquí hay más sobre este tema e incluye varias fotos.Misiones de paz. Pioneros españoles en la guerra de Vietnam
Al general Antonio Velázquez Ribera no hace falta que nadie le venga con películas. «Lo que yo vi en Vietnam es el "Platoon" de Oliver Stone: americanos a los que les importaba un carajo la vida de
VIRGINIA RÓDENAS
15-2-2009 11:37:14
Al general Antonio Velázquez Ribera no hace falta que nadie le venga con películas. «Lo que yo vi en Vietnam es el "Platoon" de Oliver Stone: americanos a los que les importaba un carajo la vida de los otros porque lo único que querían era volver vivos a su país, y que habían planteado la misma guerra de guerrillas que el Vietcong, donde "platoon" no es más que un pelotón, en hombres como una sección de las nuestras, veintitantos, en medio de combates muy duros, pero muy bien apoyados por el aire, donde eran los amos. Oíamos un motor y te decían "recuerda siempre que ése es el sonido de los nuestros" y eso aliviaba mucho la tensión. O no tanto: Volando en uno de sus helicópteros camino de Saigón vi que empezaron a ametrallar al suelo; pregunté si nos estaban bombardeando, porque no había oído nada, y un piloto que llevaba escrito en el casco "González" me respondió que "hay que gastar la munición que se caduca" y que estábamos sobre una "zona de tiro libre", o sea que, o no había nadie, o los que había eran enemigos; y allí había gente. Eran las bajas "colaterales" que luego nos llegaban al hospital de Go Cong con unos agujeros así de grandes en la espalda. Recuerdo que no pude sino soltarle una barbaridad, "¿y por qué no le tira al coño de su madre?"».
Velázquez tenía 25 años, acababa de salir de la Academia en julio del 68, se había casado en octubre y en marzo siguiente cuando partió hacia la sangría de Vietnam estaba esperando una hija. ¿Y qué pintaba el entonces teniente médico Velázquez junto a una decena de militares españoles en un hospital de mala muerte en el delta del Mekong, en el mismo ombligo de la terrible guerra de la que tanto habían oído hablar? Simplemente, servir como voluntarios en la primera misión de ayuda humanitaria de nuestras Fuerzas Armadas.
«Salimos de España muy discretamente. El Gobierno no quería hacer público su apoyo a EE.UU. aunque oficialmente estábamos con Vietnam del Sur. Se montó una buena discusión en las Cortes de entonces porque el ministro de la Guerra quería mandar tropas a luchar contra el comunismo, pero el ministro de Exteriores, Castiella, se opuso, y Franco cortó la polémica con la decisión de que fueran militares sanitarios, pero no combatientes. Los americanos querían que se viera que allí había un país occidental, pero Máximo Cajal, entonces embajador en Tailandia, se afanó en que nuestra presencia resultara casi invisible, hasta el punto de que no quería ni que lleváramos uniforme». Era el guiño de Franco a los americanos en el marco de los acuerdos entre ambos países y que se inscribió a través de la Oficina de Asistencia Militar del Mundo Libre (FWMAO) como Misión Sanitaria Española de Ayuda a Vietnam del Sur.
Un apoyo para una guerra que el Caudillo ya daba por fracasada. «Política y militarmente -le escribió en agosto de 1965 a Lyndon B. Johnson- su guerra la tienen perdida debido a que el comunismo social agrada al pueblo vietnamita ya que ofrece más posibilidades que su sistema liberal occidental». Es más, el general español -según consta en la misiva que se conserva en los Archivos del Departamento de Estado norteamericano- le espetó al presidente de EE.UU.: «No conozco a Ho Chi Minh, pero por su historia y su empeño en expulsar a los japoneses primero, a los chinos después y a los franceses más tarde, hemos de conferirle un crédito de patriota al que no puede dejar indiferente el aniquilamiento de su país. Y dejando ahora su carácter de duro adversario, podría ser, sin duda, el hombre de esta hora, el que Vietnam necesita». No consta la reacción de Johnson, al que debió helársele la sangre ante el elogio a su terrible enemigo por parte del dictador español que demostró una lucidez y visión estratégica muy superior a la del Pentágono.
El primer equipo de militares llegó a Saigón en septiembre de 1966 y desde entonces, y hasta cinco años después, la bandera española ondeó en el delta del Mekong. Vestidos con uniformes de faena americanos, que se resistían a usar por si se le confundía, protegidos por un chaleco antibalas y un casco, y armados con un fusil M-40, treinta militares españoles llevaron a cabo una misión tan desconocida que a su discretísimo regreso, como relata a D7 el único de aquellos expedicionarios que llegó a general, «se me acercó un comandante y me preguntó que si no era muy joven para haber estado en Ifni, a la vista de la cruz roja que llevaba. Cuando le dije que era por Vietnam exclamó "¿es que se va usted a cachondear de mí?" Luego, años después, el coronel Faúndez, que tenía mucho prestigio, solicitó al entonces ministro de Defensa, Eduardo Serra, que le hiciera general honorífico a su retirada, pero se lo negó porque haber estado en Vietnam no era mérito suficiente. Yo no sé si con haber estado allí bastaba, pero le aseguro que hacía falta ser muy valiente para ir a esa guerra en aquel momento».
Al propio Velázquez, que se embarcó en la aventura dos años después de iniciada la misión, se lo dijo su padre, también médico militar. «Luego, me lo propuso mi coronel. Aquella era una guerra mítica para nosotros, muy rechazada por la sociedad occidental, más que hoy la de Irak. Yo fui con los ojos cerrados. Tenía muchísima ilusión y muchísimo miedo. Fue una experiencia muy bonita, -me cuenta el general desde su retiro ceutí-, pero también muy triste porque se veían cosas muy malas».
El drama de los niños
A este médico, «por ser el más nuevo», le tocó atender Pediatría, que nadie quería, en el hospital provincial de Go Cong, a 46 kilómetros al sur de Saigón, un ruinoso edificio iluminado por un generador donde las madres acompañaban a sus hijos tendidos sobre hojas de palma, amontonados de dos en dos y hasta de tres en tres. «Las condiciones de trabajo eran francamente difíciles, lo mismo que las condiciones de vida en medio de aquella guerra civil. La comunicación con España era inexistente, salvo las cartas que nos enviaban nuestras familias y las que nosotros les escribíamos a ellos y que recibíamos con ocho días de retraso. Nunca pude hablar con Madrid, ni con mi mujer... Del nacimiento de mi hija Carmen, que nació el 14 de julio, me enteré diez días más tarde. Es verdad que el ejército regular de Vietnam del Norte no llegaba hasta allí, pero todo estaba plagado de guerrilleros. Se oían ráfagas de disparos y no se veía nada. También es cierto que no venían a por nosotros porque atendíamos a la población civil -la mayoría vietcongs-, pero si te caía un morterazo encima te la liaban. Yo llegaba a la consulta y elegía a los más graves de los 300 chiquillos que podían estar esperando y de los que todos los días se me morían tres o más. Faltaban medicamentos, faltaba sangre... Había malaria, cólera, disentería, paludismo... Y luego estaban los heridos. Fue terrible».
Los recuerdos de Antonio Velázquez están cuajados de anécdotas, de muertes, de vida y amigos, y hasta de milagros. «Lo peor era la sensación de inseguridad. No sabías por dónde te podía venir un atentado; dónde estaba el amigo o el enemigo. Una tarde paseando me topé con un trabajador del hospital. "Váyase a casa que esta noche bum-bum", y efectivamente esa noche bombardearon. Otro día fuimos a Saigón, a casa de un americano que estaba casado con una española y que celebraban la Fiesta Nacional, entonces el 18 de julio, y la vuelta era muy complicada porque había que atravesar varios brazos de río; nos detuvieron unos guerrilleros vestidos con ese esquijama negro y el gorro cónico típico y nos dimos a conocer como médicos españoles, "taibanha" (españoles), lo primero que aprendí a decir en vietnamita, y nos dejaron pasar. Al día siguiente, los americanos nos contaron que justo después de dejarnos pasar habían atacado uno de sus puestos».
El último día fue para aquel joven teniente médico una jornada triste y terrorífica. «Me dio por pensar, fíjese, después de seis meses, si al final no llegaba a ver a mi hija». Pero la vio. Y a otras dos más. Una de ellas, Rocío, es teniente, enfermera, y, como su padre, voluntaria en misiones de paz a Kuwait, a Kosovo...
También Velázquez se pudo traer de su primera guerra el recuerdo de otros españoles que 110 años antes tomaron Saigón a las órdenes del coronel Palanca: un monumento cerca de la catedral les rendía homenaje. «La estatua ya no existe -lamenta-; de aquello no queda nada, y muy pocos españoles saben algo».
En la guerra de Cochinchina
Pero el coronel José Antonio Pizarro, doctor en Historia y profesor en el Centro de Estudios de la Defensa (Ceseden), estudió bien aquella toma de Saigón por tropas españolas y francesas, de la que el próximo 17 de febrero se cumplen 150 años. Fue la guerra de la Cochinchina (sur de Vietnam) a la que se embarcaron 1.500 españoles procedentes de la Capitanía de Filipinas tras la decapitación del vicario apostólico del Tonkín central, el dominico español Díaz Sanjurjo, en medio de una terrible persecución contra los católicos. «Desembarcaron en la famosa bahía de Da Nang -que volverá a ser fundamental en la guerra del Vietnam (1958-75)-. En nuestras filas había muchos soldados tagalos, más habituados a las enfermedades tropicales, que son el gran enemigo de la expedición, hasta el punto de que cada hombre causa baja al menos cuatro veces. Se enfrentan al paludismo, amebas, serpientes y a las hormigas rojas que podían devorar a los heridos. Piense que los chinos desisten de conquistar Vietnam tras más de mil años de intentos al tratarse de un territorio mitad jungla y mitad calcáreas, que se presta muy bien a la defensa y muy mal a la invasión». Por eso se apuesta por la toma de Saigón, al sur, y cortar el suministro de arroz al norte. «A la ciudad -relata Pizarro- entró una compañía de cazadores, una unidad de ingenieros, de artillería y una dotación de desembarco del buque Elcano, junto a los militares galos. Al final, 233 españoles y 322 franceses defienden Saigón de unos vietnamitas de los que ya entonces se dice que eran muy expertos en el movimiento de tierras, un trabajo de hormigas con el que cavaban hasta las mismas trincheras del enemigo».
En mayo de 1862, el emperador vietnamita Tu Duc pidió iniciar las negociaciones de paz, y así se alumbró el tratado por el que nacía la Indochina francesa, «que fue la perla del imperio galo, con minas, arroz, caucho... Para los españoles, enviados por el Gobierno de O'Donnell sin el más mínimo proyecto político -subraya el coronel-, no hubo resultados a pesar del magnífico trabajo de nuestra gente, sólo una indemnización de guerra, escasa y tardía, y un montón de tumbas».
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Misiones de paz. Pioneros españoles en la guerra de Vietnam - Nacional - Nacional - Abc.es
ESPAÑOLES EN VIETNAM - Cascos y Uniformes.
"El vivir que es perdurable
no se gana con estados
mundanales,
ni con vida deleitable
en que moran los pecados
infernales;
mas los buenos religiosos
gánanlo con oraciones
y con lloros;
los caballeros famosos,
con trabajos y aflicciones
contra moros".
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Si amigo Maza, dignos de los Tercios los soldados españoles. Pero mira tú lo que son las cosas. Los autores progresistas, a la hora de escribir libros referentes a las hazañas de los soldados en diferentes frentes de la II Guerra Mundial, se les va la pluma (en el sentido metafórico) de la mano y tratan de vender heroicidades –que serán rigurosamente ciertas, no lo dudo-, pero que esos mismos españoles, en España y durante la Guerra Civil, no habrían hecho o hicieron todo lo contrario.
Es el caso de “La Nueve”, columna motorizada formada por elementos franceses y españoles, pero que en su inmensa mayoría, al principio, estuvo integrada por soldados españoles. Estos eran casi todos de ideología socialista, troskista, anarquista y demás. No había comunistas, pues el PCE, siguiendo directrices de Moscú, había decidido que sus militantes no se alistasen en ejércitos aliados.
Esta famosa columna “La Nueve”, es la que en anterior hilo dije que era la que liberó París. En muchas fotografías se puede ver blindados entrando por el Arco del Triunfo parisino, y los nombres que llevan rotulados esos blindados son tales como “Guadalajara, Belchite, Guernica, etc” nombres de batallas de la Guerra Civil española.
Uno de los momentos más destacados de acción de esta Nueve, ocurrió en suelo francés en la localidad de Ecouché, el autor del libro Alfonso Domínguez Álvaro la narra así:
“El día 15 la Nueve recibe fuego del enemigo y una vez más, por error, de los propios americanos. El día 16 los alemanes cercan el pueblo e intentan reconquistarlo. El capitán Dronne sabe que con los efectivos que dispone no podrá defender la plaza, así que decide que la mejor opción es pasar a la ofensiva. Asalta las posiciones alemanas protegido por fuego de morteros. La batalla es cruenta. Los alemanes atacan con las divisiones Waffen-SS Leibstandarte Adolf Hitler y Das Reich, las 9ª y 16ª Divisiones Panzer y la 3ª División e Fallschimjäger (paracaidistas.) Allí muere el sargento-jefe Constantino Pujol –su hermano Fermín resultará herido- abatido por las ráfagas de metralleta de un oficial alemán, su compañero Juan Castells le venga disparando al alemán hasta matarlo. También mueren Luis del Águila y el veterano prusiano Poreski.”
(...) Los combates se suceden durante los siguientes días. Las horas son interminables y los efectivos españoles cada vez menos, son mermados, pero no se rinden. La plaza es importante para el avance de las tropas aliadas camino de París. Allí, frente a lo mejor y más granado del ejército alemán, resisten los españoles.
“Por fin el 18 la Nueve enlaza con una columna del II Ejército británico de Bernard Montgomery lo que salva a los españoles de una masacre y la posición se consolida. Han muerto en combate siete españoles y 10 han sido heridos graves, pero ha sido un éxito táctico. Sus cuerpos son enterrados en el cementerio de Ecouché. Los españoles realizan una misa en honor de los caídos, en agradecimiento además al cura del pueblo que se ha jugado la vida en aquellos días rescatando heridos de las calles. Llegan incluso a hacer una colecta para comprar un Sagrado Corazón para la iglesia francesa destruida por los alemanes.”
Como puedes ver, algo muy distinto de lo que ocurría en España, donde se dedicaban a matar y asesinar sacerdotes y religiosos. Destruían todo lo que olía a sagrado y católico, pero en el frente europeo, lejos quizás de las influencias comunistas, se comportaban de otra manera.
La de Sagrados Corazones españoles que serán destruidos por fuerzas socialistas, anarquistas y troskistas en España, y mira tú por donde, aquí, los relatores de mentalidad izquierdistas, colocan este suceso como un gesto de desprendimiento y buen hacer del soldado republicano. Ver para creer.
Conócete, acéptate, supérate.(San Agustín)
Muy interesante lo que cuentas, Aquilífero: esos socialistas, anarquistasy troskistas que dieron el do de pecho lo hicieron por el temple de españoles que tenían, no por sus diabólicas ideas. Y es muy curioso, como apuntas, que en los mismos pirómanos de todo lo sagrado se pusieran a hacer una colecta por el Sagrado Corazón de Jesús.
Muy interesante lo que contáis. Precisamente acabo de terminar de leer el libro del reportero izquierdista Antony Beevor sobre el Día D y nada cuentan sobre celebraciones de misas o colectas por el Sagrado Corazón de Jesús.
Me permito añadir otra anécdota, por llamarla de algún modo, sobre la forma en que murió el teniente Flomesta, murciano de pro, en la Campaña de Annual. Está tomado de la página web de la Región de Murcia.
Diego Flomesta Moya (Bullas 1890 – Annual 1921) ingresó en 1911 como alumno de la Academia de Artillería. Tras los cinco años del plan de estudios fue promovido a Teniente de Artillería y es destinado al 2º Batallón de Artillería de Posición en Mérida y poco después al 6º Batallón de Artillería de Posición en Murcia.
El 5 de mayo de 1920 tomó el mando de la Sección de Automóviles de esta Comandancia de Artillería, interviniendo en las operaciones para la ocupación de Arrayen, Lao, Cheif y Tamamsin Norte en Marruecos. Quedó destacado en esta última posición, al mando de la Batería de Posición hasta el 2 de Julio que regresó a Melilla. El 1 de Agosto del mismo año 1920 marchó a mandar el Destacamento del Draa n1 1, donde permaneció hasta el 14 de diciembre al ser trasladado con el Destacamento a la nueva posición de Bu-Hermana, y poco después fue destinado al Regimiento Mixto de Artillería de Melilla.
A principios de 1921 se incorporó a la Batería de Annual, y el 1 de junio de ese año salió al mando de la Batería formando parte de la Columna a las órdenes del Comandante Jesús Villar, asistiendo a la operación que dio como resultado la ocupación de Abarrán, quedando destacado en esta posición.
Las fuerzas españolas se dedicaron a fortificarla, pero ese mismo día fueron atacados por un numeroso contingente. Tras varias horas de combate, caen los oficiales, y toma el mando el Teniente Flomesta, quien, pese a estar herido, mantiene la defensa. Sin embargo, al agotarse la munición Flomesta decide inutilizar los cañones antes de caer herido de nuevo y por fin, ser hecho prisionero.
Flomesta fue llevado cautivo a un poblado próximo donde le atendieron con solicitud con el propósito de que, una vez curado, enseñase a sus enemigos el manejo de las piezas que habían caíido en poder de éstos. Al enterarse de esto Flomesta se niega a secundarlos y se arranca los vendajes de sus heridas, prefiriendo morir antes que verse obligado a prestar ese servicio.
Para vencer tan inesperada resistencia, los rifeños decidieron privarle de todo alimento, sin embargo ni así consiguieron domar su férrea voluntad. Fallece al mes justo de su cautiverio, el 30 de Junio de 1921.
En 1923 se le concedió la Cruz de San Fernando.
Es por eso que puese ese esbozo de las hazañas de los españoles en la II Guerra Mundial. Como digo más arriba, es costumbre de algunos escritores "izquierdistas" o con esa tendencia política al menos, el retratar heróicamente las proezas de los republicanos en el extranjero, algunas veces incluyendo "perlas" como las que he indicado más arriba, que son de lo más chocante si las extrapolamos a la Guerra Civil española, donde ese tipo de actitudes son escasísimas o inexistentes.
Está calro que hay que tener mucho cuidado con el tipo de literatura que uno gasta, pues de lo contrario se puede uno envenenar sin darse cuenta, y llegar demasiado tarde a comprender, de la pérdida de dinero tan tonta que ha realizado con la compra de marras. Por eso es bueno el exractar los comentarios de esas lecturas y rumiarlos lentamente, para así destilar el veneno que llevan y poder ofrecerlos tal y como deben ser vistos.
En otro orden de cosas y animado por lo que he visto navegando en los blogs, intentaré poner alguna heroicidad de los soldados españoles en la gloriosa División Azul. Ahí también hubo momentos heróicos para proezas y momentos decisivos en donde los soldados españoles tuvieron ocasión de demostar toda su valía y más.
Conócete, acéptate, supérate.(San Agustín)
UN BUEN DÍA PARA MORIR
Este esbozo sobre la Batalla de las Navas de Tolosa está muy bien traído, - perdónenme ustedes la modestia- pues desde el Régimen Socialista Andaluz se trata de reforzar lo máximo posible el “andalucismo”moruno de nuestra tierra, y no han tenido mejor ocurrencia que en plena localidad de Santa Elena, en Despeñaperros, elevar un “Centro de Interpretación de la Batalla de las Navas de Tolosa”, que ustedes podrán entender que lo único que interpreta es la manera de destruir la fama de los cristianos. En su patético montaje, el rey castellano es elevado a la categoría de “rencoroso”, y en sus vídeos sólo se muestra una recreación de la batalla, -amárrense ustedes-, de “Alarcos”, para después llevarle a uno a una sala donde continúa el adoctrinamiento ideológico en las tres culturas. En dicha sala se trata ni más ni menos que de intoxicar a las mentes menos preparadas en estos temas, haciendo de la figura del caballero cristiano una imagen odiosa y repulsiva, mientras que los árabes salen muy favorecidos. Ya he hablado en otra ocasión sobre este respecto, y creo que para el año 2012, aniversario de la efemérides, habría que hacer algo si todavía está funcionando semejante engendro.
Traición con traición se paga.
Sea como fuere aquel glorioso Lunes de las Navas, el Rey Alfonso VIII envió a sus tropas, que con el nombre de Cristo en los labios arremetieron contra los invasores musulmanes. Las crónicas son diversas, y en todas ellas (cristianas o árabes) se mitifica y se juega mucho con el número de soldados en ambos bandos. Lo cierto es que había una desproporción considerable en contra de las tropas cristianas. Esta diferencia de soldados la pretendía suplir el ejército cristiano con su caballería más pesada y mucho más preparada para las acometidas. Se trataba de abrir una cuña en la formación islámica y tratar de sacar ventaja de esa circunstancia.
A la derecha del ejército cristiano estaba las tropas del rey de Navarra, y a la izquierda, las del de Aragón. Aunque inferiores en número a las tropas castellanas, eran más profesionales y estaban mejor preparadas para defenderse de los movimientos de la caballería almohade. El centro estaba dividido en cuatro líneas: la primera al mando de D. Diego López de Haro; la segunda, por González Núñez de la Lara, con las órdenes militares, la tercera, por Felipe Díaz de Cameros y la última, que actuaba como reserva, por el rey en persona y por el arzobispo de Toledo.
El frente de batalla musulmán estaba dispuesto de forma similar. La poderosa caballería actuaba en las alas, y el centro, en forma de media luna, dispuesto en líneas igual que los cristianos. La primera con tropas ligeras árabes y bereberes del desierto, la segunda, con voluntarios procedentes de los diversos rincones del Islam y los andaluces; en la tercera línea estaban los mejores guerreros con la infantería almohade y los agzaz (fabulosos arqueros), y por último la guardia de Miramamolín, unos diez mil fanáticos.
Así dispuestas las cosas, la caballería cristiana, con lo “mejor de cada casa” arremetió contra los musulmanes, consiguiendo destrozar la primera línea de batalla de éstos. Se rompió la segunda línea, sin apenas esfuerzo por parte de los árabes, pues era su costumbre, aunque al paso de los caballeros se les arrojaba todo tipo de armas arrojadizas. Al llegar a la tercera línea, los caballeros cristianos estaban cansados de la cabalgada, y los almohades, dispuestos a todo, empujaron a los cristianos hacia su terreno. Destrozaron la primera línea defensiva cristiana, la segunda y la tercera, justo en ese momento, en lo más crítico del combate, el rey Alfonso miró a su derecha y observó el rostro del Arzobispo de Toledo, y según las crónicas le comentó: “Hoy es un buen día para morir”, e hizo la señal para que las tropas de la reserva, por el encabezadas, salieran en socorro de sus tropas. El empuje fue brutal, y los musulmanes, que no se esperaban la reacción, cedieron el terreno. Es en ese preciso momento cuando se produce un hecho que es justa venganza poética. Las tropas andalusíes, enojadas con el sultán por las vejaciones que había recibido su jefe y líder Abén Cadis, abandonan el ejército árabe. Se produce el mismo efecto que años antes, en el Guadalete, cuando las tropas de los Witizianos, desampararon a D. Rodrigo frente a estos mismos invasores.
El resultado de la Batalla de las Navas, es ya un hito en la memoria colectiva de todos los españoles (excepto en la de los socialistas ideólogos de la destrucción de España)
Conócete, acéptate, supérate.(San Agustín)
Aquilífero: La anécdota de Navas de Tolosa me ha traído a las mientes otra muy buena que tuvo lugar allí, y precisamente hace referencia al Señor de Vizcaya, D. Diego López de Haro.
Tiempo antes, Don Diego López de Haro, apodado "El Bueno" había sido traicionado por su primera esposa, que se fugó la muy fulana a Burgos con un herrero (en casa de herrero, esposa de "haro"). Esta mujer voluble le había dado un hijo a Don Diego "El Bueno", llamado Don Lope, que estaba a la vera de su padre, antes de entrar a pelear en las Navas.
Don Lope le dijo a su padre: "Señor, haced hoy de guisa tal que no me llamen hijo de traidor".
A lo que su padre, acariciándose las barbas, le dijo con mucho gracejo:
"Llamarte han hijo de puta, mas non fijo de traidor".
Al padre quería el hijo enseñarle a dar pullas.
El Tercio Español del siglo XVI , Los Tercios de Flandes, es el modelo de Infantería como modelo a adoptar, entre los soldados reclutados habia una calaña que huia de la justicia, ladrones, picaros, borrachos, fanfarrones y veian en la guerra, una válvula de escape y disfrutar de un botin.De los 400 que llegaron de Barcelona, toda variopinta y abigarrada, sembrando el espanto por donde han pasado, hay de todo, el bien vestido, el harapiento, el rasurado, el barbudo gritando y armando gresca. Millan Astray los arenga, los vigila y los conduce al Cuartel del Rey, en cuyo patio escuchan la primera arenga, les dice la verdad: Su destino es padecer hambre, sed, cansancio, trabajos y fatigas y al fin la muerte, como mas seguro destino. La Legión servirá a unos de descanso, a otros de explicación y a otros para entrar en la Gloria. La Legión va a formar una Unidad de Infantería, destinada a ser empleada en primera Linea, al principio los Generales y Altos Comisarios, desconfian de su utilidad como Unidad de Extranjeros de toda indole social y en todos los servicios de paz y de guerras, dara todo sin otro limite que su utilidad militar.
He ido recortando de Ceuta Nostalgia partes de un texto hasta montar este.
"El vivir que es perdurable
no se gana con estados
mundanales,
ni con vida deleitable
en que moran los pecados
infernales;
mas los buenos religiosos
gánanlo con oraciones
y con lloros;
los caballeros famosos,
con trabajos y aflicciones
contra moros".
http://fidesibera.blogspot.com/
Jaime Balmes escribió al terminar la Guerra de la Independencia: “La nación fue más grande que sus reyes”. Ello era así, puesto que su duda estribaba en el porqué no había desaparecido la monarquía y había advenido una república, cuando la situación era muy propicia, antes y durante el conflicto.
Llevaba mucha razón, pero desaparecidos los ejércitos al enfrentarse a las tropas profesionales de los franceses, los españoles se convirtieron en un enjambre de guerrillas que asolaría las posiciones galas y obligaría a éstos a dedicar grandes cantidades de recursos y hombres a defender sus correos, sus plazas, sus trenes de suministros, etc, y sobre todo, a reclamar a su rey (aunque fuese ese patán), su patria y su religión.
El general francés Suchet resumiría con estas palabras lo que habría de acabar sucediendo al Ejército Francés en España.
“Hay que admitir que un país tan adaptado para la guerra defensiva, y habitado por hombres distinguidos tanto por sus hábitos activos y sobrios como por su valentía e inteligencia, es muy difícilmente conquistable. Varias naciones les han invadido. La historia demuestra que, tan largas y sangrientas guerras, consiguieron establecer su dominio en varios puntos pero sin conseguir subyugar por completo a los españoles, para ser finalmente derrotadas y expulsadas por la constancia de éstos”.
Nada más que decir, pues si lo dice un general francés que participó activamente en los combates, algo de razón llevará.
Por otra parte, el escritor y periodista (polemista televisivo más que nada) Javier Nart, y el historiador Rafael Abella, escribieron en el 2007 un libro titulado “Guerrilleros”; en una de sus páginas comentan: “España sería para Napoleón una “Enfermedad militar crónica” que definió el corso como “úlcera española” Aquella úlcera sangraria, desangraría los ejércitos y al propio Napoleón hasta su muerte”.
Y así fue, pese a que muchos historiadores británcios minimizaron el efecto de las guerrillas en el conflicto, con tal de llevarse para sus tropas más laureles de los que les corresponden.
Conócete, acéptate, supérate.(San Agustín)
El soldado inglés sino es en grandes números, borracho y vociferando, es un cobarde. La historia lo muestra. En cambio el soldado español (guerrero diría yo)cuando está solo, sobrío y callado es cuando más peligroso es, ya que está dispuesto a llevarse al que sea por delante, aunque le vida le vaya en ello. No hubo ni habrá mejor soldado que el español, por mucho que le pese a los guiris y a los gabachos, incluso a los kartofen dicha idea no les agrada, pero es la verdad, tan dura, fría y afilada como el acero de toledo.
Esto por esta noche (mía) que la noche ha estado interesante y estoy cansaillo.
"El vivir que es perdurable
no se gana con estados
mundanales,
ni con vida deleitable
en que moran los pecados
infernales;
mas los buenos religiosos
gánanlo con oraciones
y con lloros;
los caballeros famosos,
con trabajos y aflicciones
contra moros".
http://fidesibera.blogspot.com/
Quiero recordaros a todos que el próximo 29 de Diciembre hay que celebrar la memoria gloriosa de Don Tomás. Se cumplirán 221 años del nacimiento de uno de los más grandes guerreros hispánicos de todos los tiempos, el bravo Zuma, nuestro egregio caudillo Don Tomás de Zumalacárregui y de Imaz, nacido en Ormáiztegui, el año de gracia de 1788. Que Dios tenga en su gloria.
Valga esta anécdota que cuenta D. Juan Antonio de Zaratiegui, para darnos una idea de la masa en que estaba hecho este gran vasco:
"Cuando eran más frecuentes los triunfos de Zumalacárregui, una de las personas de más influencia habia encargado a un íntimo amigo de éste le dijese que hallándose don Carlos dispuesto a elevarle a título de Castilla, sólo esperaba saber qué denominación prefería. Zumalacárregui, al oírle, contestó con ceño: "Después de entrar triunfantes en Cádiz lo pensaremos; por ahora no estamos seguros ni aun en el Pirineo, y un título cualquiera no sería hoy sino un paso hacia lo ridículo." Precisamente decía esto el día inmediato a la toma de Treviño; es decir, en el instante mismo en que fue más extensa la dominación de las armas carlistas en el norte de España".
"Llorad siempre, valientes navarros,
llorad siempre aquel héroe inmortal
llorad siempre aquel héroe invencible
que a la gloria os supo llevar.
Ya su nombre el clarín de la fama
ya pregona por toda la tierra
que no hay otro que muera en la guerra
con más gloria que Zuma murió."
Himno a Zumalacárregui, año 1835.
Nunca lo podremos llorar bastante. Maldita sea la bala del diablo que lo mató.
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