ALABANZAS DE ESPAÑA:
304
“¡Oh, nuestra querida y muy amada hermana, la que tantos nobles y gloriosos hijos ha llevado en su vientre y tan altos clérigos y filósofos hubo de lactar de sus pechos, de quienes todo el mundo se tiene hoy suficientemente iluminado!
JUAN MOLINET, ‘Templo de Marte’ 1517.
305
“Carlos es sólo en la tierra rey de reyes, pues recibió de Dios el imperio. Este Imperio es continuación del antiguo, y como dicen los que loaron a España que, mientras las otras naciones enviaban a Roma tributos, España enviaba emperadores, igualmente ahora vino el imperio a buscar el emperador a España, y nuestro rey de España es hecho, por la gracia de Dios, rey de romanos y emperador del mundo. Este Imperio no lo aceptó Carlos para ganar nuevos reinos, pues le sobraban los heredados, que son más y mejores que los de ningún rey; aceptó el Imperio para cumplir las muy trabajosas obligaciones que implica, para desviar grandes males de la religión cristiana y para acometer la empresa contra los infieles enemigos de nuestra Santa Fe Católica, en la cual entiende, con la ayuda de Dios, emplear su real persona. Para esta tarea imperial España es el corazón del Imperio; este reino es el fundamento, el amparo y la fuerza de todos los otros. Por eso, Carlos ha determinado vivir y morir en este reino, en la cual determinación está y estará mientras viviese. El huerto de sus placeres, la fortaleza para defensa, la fuerza para ofender, su tesoro, su espada, ha de ser España.”
OBISPO DR. MOTA, ‘Discurso en las Cortes de La Coruña’ 1520.
306
“¡Oh feliz nación española, cuán digna eres de loor en este mundo, que ningún peligro de muerte, ningún temor de hambre ni sed, ni otros innumerables trabajos han tenido fuerza para que hayáis dejado de circundar y navegar la mayor parte del mundo por mares jamás surcados y por tierras desconocidas, de que nunca se había oído hablar; y esto sólo por estímulo de fe y de virtud, que es por cierto una cosa tan grande que los antiguos ni la vieron ni la pensaron, y aun la estimaron imposible.”
NICOLÁS NICOLAI, ‘L’Art de Naviguer’ 1554.
307
“De España con alta voz y noble aliento
Cantaré los triunfos y victorias
Y daré entre su honor y eterna gloria
Al valor vuestro insigne igual asiento.
Mas un dulce esplendor, un cerco de oro
Que en crespas hebras arde, una armonía
Y gracia que florece y orna el suelo,
Una belleza a quien suspenso adoro,
Impide esta altiva empresa mía,
Y en su furor me llevan hasta el Cielo.”
FERNANDO DE HERRERA, ‘Soneto al conde de Gelves’.
308
“¡Oh, gloriosa España, numerosa de gente, poderosa de armas, maestra de guerras, rica de perlas y de oro, abundante de vituallas, copiosa de todas las cosas, más copiosísima de devoción, de santidad, de religión y de fe!
¿Y de dónde te ha nacido tanta gloria, España? Destos católicos reyes –responde la agradecida España, contenta por su bien, llorosa por su ausencia- y desta santa torre y deste divino tribunal.”
FR. JUAN LÓPEZ SALMERÓN, ‘Honras de Felipe II’ en la iglesia de Santiago de Logroño. (1601)
309
“Nunca ha habido en España tantos y tan grandes letrados, teólogos y juristas y de todas las facultades; nunca tanto libro sacado a la luz, y nunca los hombres doctos y eminentes han sido tan favorecidos y premiados; y sobre todo, nunca las religiones tan reformadas en este reino ni en tanto punto de observancia como lo han estado y están por el patrocinio y providencia de nuestro rey, que no se puede decir la puntualidad con que a esto se acudía”.
FR. ALONSO CABRERA, ‘Honras de Felipe II’ en Santo Domingo el Real. (1601)
310
“¡Oh España noble! ¡Oh nobles y valerosos españoles! ¡Y cuánto daño hace y ha hecho en nuestros reinos el ocio! Para la valentía antigua de España muy dañosa ha sido la paz en ella...
Fue España antiguamente la más florida de cuantas naciones ha tenido el mundo. Y el ocio y la larga paz dio con ella al traste, pues sabemos que cuando los alárabes entraron en España apenas hubo quien osase esperarlos, sino que todos en aquella ocasión volvieron las espaldas. Y así fue muy para sentir que aquellos que, según Trogo Pompeyo y Justino, se preciaron tan de capitanes; aquellos tan diestros en las armas que, por serlo, pudieron ser maestros de un Aníbal; aquellos tan enseñados a pelear que “si extranens deest, domi hostem quaerunt”, porque aman tanto la guerra que faltándoles con quien pelear, pelean entre sí mesmos (y así dijo Tito Livio que sobre todas las naciones eran los más aparejados para la guerra los españoles); aquellos que siendo los primeros conquistados del poder del Imperio romano, fueron vencidos los postreros; aquellos de quien dice Celio Rodiginio que habiéndoles quitado Porcio Catón las armas, se mataron a sí mismos por no vivir sin ellas; aquellos de quien fue preso el rey Francisco de Francia en la batalla de Pavía y de quien dijo, viendo que los mancebos sin barbas ceñían espadas: ¡Dichosa España que pare los hombres armados!; aquellos de quien dicen las leyes de Partida: ‘E los españoles, que fueron siempre muy sabidores de la guerra e mucho usados de fecho de armas’; y al fin, aquellos de quien confiesan los extranjeros que la virtud de la guerra está en ellos, y de quien hubo tan ilustres blasones, hazañas tan célebres y mil libros llenos de la gloria de sus victorias: ésos, por la paz y ocio en que vivían, volvieron un tiempo las espaldas”.
FR. MIGUEL PÉREZ DE HEREDIA, ‘Historia de la valerosa y discreta Judit, Trat. I” (En el Libro de sermones de Santos, Salamanca, 1605).
311
“España, madre universal y apacible acogimiento de extranjeros, más que de sus naturales.”
LUGO Y DÁVILA, ‘Teatro popular’.
312
“¡Oh España generosa, qué entrañas tan de madre tienes para todos, qué corazón tan magnánimo! No son menos altivas las naciones en tu distrito que en los suyos propios. ¡Cuántas amistades reciben, cuántas medras, cuántos aumentos sacan de tu caudal!
C. SUÁREZ DE FIGUEROA, ‘El Pájaro’.
313
“Rompa con dulces números el canto
De alguno, al son de la confusa guerra,
Entre el rumor del escuadrón que cierra
El silencio a la voz y a Juno el manto.
Cante las armas de Fernando el Santo,
O el de Aragón en la nevada sierra;
Del duque Albano en la flamenca tierra
Y del hijo de Carlos en Lepanto.
Otro cante a Cortés, que por España
Levanta la bandera sobre el polo,
Que cuando nace el sol, de sombras baña;
Que yo, Lucinda, si me ayuda Apolo,
Aunque vencerme tú fue humilde hazaña,
Nací para cantar tu nombre solo.”
LOPE DE VEGA, ‘Soneto’.
314
“¿En qué región del mundo sus banderas
No han de dar sombra, y asombrar el mundo?
En Persia, África, Arabia, y las postreras
Islas que ciñe y bate el mar profundo?
Oh venturosa España! si tuvieras
De tus Eneas un Marón segundo,
O a tus nuevos Aquiles un Homero,
¡Cuán poca envidia hubieran del primero!
Tus verdades exceden sus ficciones,
Y tu ordinario estilo a sus portentos,
Y en descubrir y hallar nuevas regiones
A los mas arrojados pensamientos:
En fe y lealtad, las bárbaras naciones,
En letras, en virtud, y entendimientos
Cuantos la Grecia y el Egipto encierra,
Y en armas todo el resto de la tierra.”
BERNARDO DE BALBUENA (1562-1627), ‘El Bernardo’.
315
“Es, España (si valgo para cosmógrafo de cosa tan insigne) la yema del mundo, la cabeza de las armas, el compendio de las letras, la fuerza de los ingenios, la monarquía mas poderosa, el poder mas extendido, el valor mas arraigado, señora de las naciones, sujetadora de imperios, vencedora de cuantos se oponen a su grandeza, columna de la Iglesia, defensión y propugnáculo de la religión; y en suma, por concluir en breves razones, la que no tiene superior y todas son sus inferiores.
Es su rey el mayor monarca, a cuyos hombros apoya la Cristiandad, en cuya corona comprehende los dos mundos, cuyas armas ven los dos polos, cuyas águilas, tusón y vellocino, ni tienen segundos, ni conocieron primeros. Es en valor invencible, en poder insuperable, en grandeza primero; y en suma, honra grande del mundo que sea su cabeza, y que con mas fidelidad que Alejandro Magno, no solo sea señor de un mundo, mas del viejo y nuevo. Es en riqueza el mayor, el más grande señor que hay ni ha habido debajo del cielo, y mama las tetas de oro de las dos Indias orientales y occidentales.
¿Adónde hay nación ni lugar que no reverencie el nombre de España, no se espante de sus hechos, no alabe su monarquía, no envidie sus triunfos y no engrandezca sus hazañas, no tema los filos de sus armas, se atreva a levantallas en competencia?”
MATEO ALEMÁN (1547-1615), ‘Guzmán de Alfarache’.
316
“Si, según la sentencia de Aristóteles, sólo el hallar o descubrir algún arte, ya liberal o mecánica, o alguna piedra, planta u otra cosa que pueda ser de uso y servicio a los hombres les debe granjear alabanza, ¿de qué gloria no serán dignos los que han descubierto un mundo en que se hallan y encierran tan innumerables grandezas? Y no menos estimable es el beneficio de este mismo descubrimiento habido respecto al propio mundo nuevo, sino antes de muchos mayores quilates, pues además de la luz de la fe que dimos a sus habitantes, les hemos puesto en vida sociable y política, desterrando su barbarismo, trocando en humanas sus costumbres ferinas y comunicándoles tantas cosas, tan provechosas y necesarias como se les han llevado de nuestro orbe y, enseñándoles la verdadera cultura de la tierra, edificar casas, juntarse en pueblos, leer y escribir y otras muchas artes de que antes totalmente estaban ajenos.”
JUAN DE SOLÓRZANO PEREIRA (1575-1655), ‘Política indiana’ (1648)
317
“1. Aunque es justo y grande el amor de la patria, y suele causar que cualquiera desee y procure aventajarla a otras y engrandecer sus proezas, poco necesitamos de trabajar en esto los naturales de España, pues Dios la dotó de tantas, como es notorio lo conceden aun los extranjeros más envidiosos.
2. Pero cuando sus glorias no hubieran sido tales y tantas por lo pasado, nadie le podrá negar con razón y justicia, la mucha que se le debe por el descubrimiento y conversión de este Nuevo Hemisferio, en que se han hallado tantas tierras y mares, tantas gentes, animales, riquezas, árboles, yerbas, drogas y otras cosas de precio y provecho como se han referido y considerado una por una infinitos autores, confesando, que por mucho que dicen, quedan todavía cortos en alabarlo. Yo apuntaré con brevedad algunas , que puedan servir como de argumento o ejemplo de otras, que de ellas se van derivando.
3. Y sea la primera, la excelencia, valor y constancia que nuestros españoles han tenido y mostrado en tantas y tan repetidas, dilatadas y peligrosas navegaciones y peregrinaciones como por Mar y Tierra han hecho en estos descubrimientos. Porque aunque no falta quien haya querido poner en disputa si es bueno en navegar y peregrinar, y si se merece gloria y alabanza por esto, lo cierto es que encaminándolo a fines útiles y honestos, siempre se ha tenido por necesario y loable, y hecho particular estimación de los que en esto se han aventajado, como le resuelven otros que mejor sientan.
4. Y esta alabanza, aunque ya de tiempo antiguo se comenzó a dar a los nuestros por inclinados a emprender hazañas valerosas, acostumbrados a las armas y cosas arduas, buscando cómo emplearlas en ellas por mar y por tierra, y sin saber contenerse ociosos dentro de la suya después de las navegaciones, de que voy hablando, se les da y se les debe dar con elogio y encomios; afirmando los que las tratan que así castellanos como portugueses se han aventajado en ellas a Hércules, Baco, Osiris, Alexandro, tirios y cartagineses, y a todos cuanto por éstos fueron celebrados y venerados por la antigüedad, y por encarecerlo más a sí mismos, pues nadie se hallará que haya alcanzado mayor pericia o destreza en el navegar, ni se haya engolfado en mares no conocidos; antes reputados por innavegables e inaccesibles, ni atrevídose con tan poca gente a reconocer tantas islas, y tantas y tan remotas, y nunca por otros pisadas provincias y regiones de tierra firme.
5. La segunda razón para asegurar los méritos de esta gloria, podemos tomar justificación del gran beneficio que al Mundo Antiguo se le ha recrecido en darle tan cumplida noticia de este Nuevo y de sus muchas provincias, habitadores y pobladores, dejándole el paso franco para ir aún descubriendo más cada día, como va aconteciendo. Cosa que no se hallará otra nación que lo haya hecho, como pía y gravemente lo considera Thomás Bozio y otros autores.
6. Porque, si según sentencia de Aristóteles y de Cicerón, sólo el hallar o descubrir algún arte, ya liberal, o mecánica, a alguna piedra, planta y otra cosa que puede ser de uso y servicio a los hombres, les debe granjear alabanza y muchas veces les ha adquirido nombre y veneración de divinos, como a Ceres, porque halló el trigo; a Hércules, porque metió en Grecia el álamo blanco; a Pixidoro Pastor, el mármol en el Campo Efesino y a otros muchos de que hacen mención las historias a cada paso. ¿De qué gloria no serán dignos los que han descubierto un mundo en que se hallan y encierran tan innumerables grandezas y riquezas? ¿Un cielo con tan nuevas y diferentes estrellas. De que como en profecía hablo el Dante aun antes de nuestras navegaciones diciendo que hacia el Polo Antártico se hallarían cuatro en lugar de la cinosura.
Jo mi volsi a man destra, eposimente
Ale altro Polo, vidi quatro stelle;
Non viste mai fuог che la prima gente.
¿Y los que nos pusieron en desengaño de que se podía con certeza navegar y pasar el Océano, y que se vive suave y templadamente debajo de la tórrida zona? consideración que la hallo en un autor bien poco afecto a nuestra Nación.
7. Y no es menos estimable el beneficio de este mismo descubrimiento habido respecto al propio Mundo Nuevo, que descubrimos, sino antes de muchos mayores quilates, pues de más de la luz de la Fe, que dimos a sus habitadores, de que luego diré, y les hemos puesto en vida sociable y política, desterrando su barbarismo, trocando en humanas sus costumbres fierinas, y comunicándoles tantas cosas, tan provechosas y necesarias como se les han llevado de nuestro Orbe, y enseñándoles la verdadera cultura de la tierra, edificar casas, juntarse en pueblos, leer y escribir, y otras muchas artes de que antes totalmente estaban ajenos. En que ya se ve, que asimismo no se hallará gente que tanto haya merecido del género humano.
8. Y que por el consiguiente debe corresponder a tal mérito condigna estimación y alabanza, pues no tienen las virtudes, y gloriosas y trabajosas hazañas otro premio, que las iguale según la doctrina de Cicerón. Y pues vemos que por menores efectos consagró, y tuvo por dioses el gentilismo a Baco, Castor y Pólux, Orfeo, Anfión y Mercurio tan celebrados por Horacio, y otros poetas.
9. En tercer lugar, aumenta mucho la excelencia y grandeza de nuestros gloriosos reyes y reinos de España el considerar lo que mediante la voluntad y disposición divina los han dilatado y la gran potencia y monarquía que han adquirido por el descubrimiento y conquista de este Nuevo Orbe.
10. Porque siendo cierto que antes tenían y gozaban en lo mejor de Europa tantos reinos y estados, como sabemos, y la gran parte que ocupaban de África y mayor del Asia con la dominación de la India Oriental, añadida ahora esta cuarta parte del mundo, si es que dignamente la podemos llamar así, pues sólo ella vence en grandeza, abundancia y riqueza a las otras tres, que antes se conocían, como ya lo dejamos advertido y probado, bien se deja entender que desde que Dios crió el mundo no ha habido Imperio que pueda compararse con el suyo, así en lo dilatado como en lo rico y lo poderoso. Como nos lo reconocen aun los escritores extraños, y con elegancia Bautista Guarini en el prologo o prefacio de su ‘Pastor Fido’, que hablando de nuestro rey de España dice:
Alacui Monarquia nascono i Mondi,
E como al Sol, che el Oriente sorge,
Produce il Mondo herbe, fior, fronde e tante
In Cielo, in terra, in Mar alme viventi,
Cossi al vostro possente, altero sole,
Che uscidal grande, e por voi chiaro Occaso,
Si veggon de ogni clima
Nascer Provincie e Regni,
Ecrescer palme, epullular trofei.
Avoi Monarca acui
Ne anco quando annota il sol tramonta.
A quien novísimamente sigue o imita fray Thomaso Stigliano en su ‘Poema del Mundo Nuevo’, Cant. I, diciendo así en su cuarta estanza u octava:
Diro in sieme in principio onde prodota
Fu la grandeza de suo istati tanti
Al Re Ispan, che Signore de le aurea flota
Piu Regnihá, che cittá gli alteri Regnanti
Al dominio del qual mainon se annota,
Poi en el sol per girar datuta, y canti,
Non pude in parte del Cielo andar sa cui
Non veggia terre, e sudditi dilui.
..............
12 Y que le son inferiores los de la China, con ser tanto lo que le escribe de su grandeza, y también la monarquía de Roma en el tiempo de su mayor pujanza... por que se le aventaja la nuestra veinte veces más...
13. Y se verifica en los términos de su Imperio la distancia, que por vía de encarecimiento se suele decir en la Sagrada Escritura y en otros autores, de lo que hay del Cielo a la tierra, o de Oriente a Poniente, la cual cuanta sea, lo explica bien
después de otros Martín del Río.
14. Y queda corto el imperio de los persas que tenían por gloria tener agua de todos los ríos...
15. Y el de Virgilio y Claudiano, que les pareció habían dicho mucho en decir que el cetro de Roma medía el Océano y su fama y riqueza se terminaba con las estrellas. Porque el nuestro pasa al otro Océano del sur, nunca conocido por los antiguos y da vuelta entera por todo lo que el sol gira y en él se verifican con más propiedad y verdad los versos de Ovidio, en que dijo lisonjeando a Roma que no tenía Júpiter adonde extender la vista que excediese los límites de su imperio....
17. La cuarta razón, que debiera ser la primera, o bastar sólo para conocer la gloria y excelencia de los reyes y reinos de España por los descubrimientos y conquistas de que tratamos, podemos tomar del gran cuidado y piedad con que siempre han procurado que los bárbaros infieles de este nuevo Orbe viniesen en verdadero conocimiento de Dios y de su santo Evangelio, de que tan remotos estaban, y se incorporasen en el cuerpo y gremio de la Iglesia Católica Romana. De suerte que en solo un siglo le ha dado nuestra diligencia más hijos y fieles en Cristo que cuantos se pueden contar con los pasados. Como también lo reconoce y encarece Tomás Bozio en varios lugares de sus doctos escritos...
18. ...Y mucho más las encarecidas palabras de Alano Copo, en que se arroja a decir que ha sido tan grande el beneficio que Dios nos hace a todos, y especialmente a su Iglesia, en descubrir este Nuevo Orbe, y reducirle a su Fe verdadera, que no le parece se hallará otro mayor ni más ilustre en divinas y profanas letras, fuera del de la Creación del Mundo y Encarnación del Verbo Divino.
19. Y el mismo Thomas Bozio con su religiosa prudencia, hizo esta otra ponderación
piadosa, de que mediante esta conversión no hay hora del día ni de noche en que se estén diciendo y celebrando misas, cantando salmos y alabanzas a Dios; respecto de que cuando en unas partes de las provincias católicas amanece, en otras anochece...
20. Y otros hay que no menos advertida que piadosamente ponderan que cuando los Reyes Católicos comenzaron este descubrimiento y conversión, acababan de expeler los moros de Granada, para que se vea que Dios los tiene como por propugnadores y propagadores de su Religión.
21. Y que asimismo sucedió esto cuando Lutero y otros herejes pervertían tantos fieles con sus malditas sectas en Alemania, como cuidando Dios que se les diese centuplicado en estas partes lo que se le quitaba en aquéllas...
22. Supuesto lo cual, bien se conoce si deben ser estimados y alabados los que con tanto celo, cuidado y gastos han trabajado en empresa tan del servicio de Dios; y que su Majestad Divina, teniéndole por muy agradable, se les ha querido premiar con dilatar y aumentar tanto el Imperio de los que tanto han propagado su religión.
23. Punto que tampoco le olvidó Thomas Bozio, ni otros muchos escritores católicos, que han mirado esas cosas con cristiandad, convenciendo de aquí a Maquiavelo, Bodino y otros herejes que se han atrevido a decir, que antes en procurar y guardar la fe y la ley cristiana, han enflaquecido y arruinado muchas repúblicas, contra los cuales escribió un elegante capítulo fray Juan Márquéz.
24. Pero qué no dirán éstos que siempre se están abrasando en envidia de las lustrosas y gloriosas acciones de los católicos, y en éstas es en lo que ella suele cebarse más de ordinario. Pues también han intentado morder y calumniar las que vamos considerando; sólo por decir que las obramos mas con el deseo y codicia del oro y plata que con el celo de propagar la ley evangélica...
25. Siendo así, que aunque no queremos ni podemos negar que mucha de la gente ordinaria iría a estas navegaciones y conquistas, alentada por ese cebo, en nuestros Católicos Reyes y en sus bien mirados caudillos siempre tuvo el primer lugar el de la conversión de las almas de los infieles, como lo descubre la piadosa oración y protestación que don Christóbal Colón hizo luego que puso pie en las primeras islas y tomó posesión de ellas. Y las cristianas y rigurosas instrucciones que se daban a todos los que se enviaban a todos descubrimientos....”
JUAN DE SOLÓRZANO PEREIRA, Política indiana’, Lib I, cap. VIII (1648)
Obra completa: Politica indiana - Google Libros
318
“¡Oh España valerosa, coronada
por monarca del Viejo y Nuevo Mundo,
de aquél temida, déste tributada!
.............
No es éste el bien mayor en que se gasta
la gloria de tu nombre, aunque éste solo
podía ser un clarín de inmortal casta,
Pues desde que amanece el rubio Apolo
en su carro de fuego, a cuya llama
huye el frío dragón revuelto al polo,
Al mismo paso que su luz derrama,
halla un mundo sembrado de blasones,
bordados todos de española fama.
Mira en los orientales escuadrones
de la India, el Malabar, Japón y China
Tremolar victoriosos tus pendones,
Y que el agua espumosa y cristalina
Del Indo y Ganges tus caballos beben,
Y el mote Imavo a tu altivez se inclina.
Y a tu espalda en las selvas de Tidoro,
De flores de canela coronada,
Arrodillado ante tu cruz el moro
¡Oh España altiva y fiel, siglos dorados
los que a tu monarquía han dado priesa,
y a tu triunfo mil reyes destronados!
Traes al Albis rendido, a Francia presa,
humilde al Pó, pacífico al Toscano,
Túnez en freno y África en empresa.
Aquí te huye un príncipe otomano,
allí rinde su armada a la vislumbre
de la desnuda espada de tu mano.
Ya das ley a Milán, ya a Flandes lumbre,
ya el Imperio defiendes y eternizas,
o la Iglesia sustentas en su cumbre;
El mundo que gobiernas y autorizas
te alabe, patria dulce, y a tus playas
mi humilde cuerpo vuelva o sus cenizas.
BERNARDO DE BALBUENA, (1562-1627) ‘Grandeza mexicana’.
319
“Ya de aquí se descubren las regiones
De la feliz y belicosa España,
Famoso reyno en las demas naciones,
Que la tierra encadena y el mar baña,
Cuya grandeza en todas ocasiones,
Si de la fama el crédito no engaña,
Única ha sido y es en cuanto encierra
De nobleza y valor en paz y en guerra.
.........................
"Paso, dixo Orimandro , que el intento
Mayor que me sacó de Persia un dia
Fué ver de España el belicoso asiento
Y asombros del valor que della oía;
Y pues se me ha venido tan á cuento,
Y sin buscarlo, lo que hallar quería,
Templad las velas, y volad despacio,
Que quiero ver de Marte el gran palacio.
........................
Y pues que vos por sabio, y por vecino,
Podeis darnos razon y luz de todo,
Gobernad el timon , y abrid camino
Por este ayre benévolo, de modo
Que yo os deba este gusto á que me inclino,
Y el contar su grandeza al reyno godo,
Y todos tres gozar en este vuelo
La magestad de tan heroyco suelo."
Así con blando y sosegado vuelo,
"¿Quien, señor, dixo, en tan pequeño rato
Del real valor deste invencible suelo
Darte podrá qual pides un retrato?
¿Quien de su clima, temple y paralelo,
Fertilidad , riqueza y aparato,
Decir podrá en palabras suficientes
Lo que á España se debe, y á sus gentes?
En lo mejor del habitable mundo
Como cabeza dél la asentó el cielo,
Combatida de un crespo mar profundo,
Que por tres partes ciñe el fértil suelo,
No en el clima tercero, ni el segundo,
Ni en el sexto , ni séptimo, en que el yelo
Con tal rigor sobre sus golfos baxa,
Que en rocas de cristal los trepa y cuaja.
............................
Penetrada con vientos de ambos mares
Conserva un ayre limpio y cielo sano,
Y de riquezas llena singulares,
No hay quien no tenga algunas de su mano:
No todas cosas dan todos lugares,
Ni el mundo es todo cuesta, ó todo llano:
La India envía marfil, la Arabia incienso,
Perlas el mar, y á él los rios su censo.
..............................
Por todo el mundo del empíreo cielo
Dones descienden de influencias varias;
Esta grandeza es propia deste suelo,
La otra de aquel, destotra las contrarias:
Aquí extraño calor, acullá yelo,
Cosas raras aquí, y allí ordinarias:
Solo los campos fértiles de España
Ninguna cosa tienen por extraña.
...........................
No engendra Ormuz mas fina pedrería
Que tu Puebla Moron y Caridemo,
Ni á las turquesas que Zamora cria
Llega el oriente en su mayor extremo:
A tus jaspes no igualan los que envía
El Paro, el Copto, ni el helado Hemo,
Ni á la miel de Beger, y la de Baza,
De Júpiter el nectar en su taza.
............................
Si á Colcos dio valor un vellocino,
Y fama en tantos siglos y naciones,
Por solo un lustre de oro peregrino
Que en sus guedejas daba reflexiones;
¿Quanto le exceden en precioso y fino
Del extremeño campo los vellones?
¿Y á las conchas de Tiro, y de sus riscos
La grana que se cuaja en sus lentiscos?
................................
Quanto al sustento y pompa es necesario
Sobre su noble tierra abrió camino,
El roxo trigo, el vino, el jaspe vario,
El lustroso azabache , el mármol fino,
El hierro duro, el cobre su contrario,
El liviano algodon, el blando lino,
El vivo azogue , el soliman y afeyte,
Y de Sevilla y Écija el aceyte.
.............................
En qué region del mundo sus banderas
No han de dar sombra y asombrar el mundo?
En Persia, Africa, Arabia , y las postreras
Islas que ciñe y bate el mar profundo:
¡ O venturosa España! ¡si tuvieras
De tus Eneas un Maron segundo,
O á tus nuevos Aquiles un Homero,
Quan poca envidia hubieran del primero!
............................
España dió al Imperio los mejores
Príncipes que ya tuvo en su gobierno,
Y en todas facultades mil autores
De soberana fama y nombre eterno:
Y no solo dió á Roma Emperadores,
Mas en los siglos de su parto tierno
Le abrió la zanja, y en feliz agüero
A su muro arrimó el terron primero.
De nadie mendigó favor humano,
Ni tras de la ambicion y zozobra
El mundo saqueó en rigor tirano,
Por rehacer su falta de otra sobra;
Y así en blason pondrá su rica mano,
"Nada me falta á mí, todo me sobra,
Todo lo doy, de todo soy barata,
Césares, Reyes, reynos, oro y plata."
.................................
Abuelo de Milon fué Claramente,
Fundador de la casa de Mongrana,
Puesta del Alpe en un soberbio monte,
Y él de la sangre y sucesion troyana:
De Deifovo nieto , que en Piamonte
Cetro tuvo y corona soberana,
Y fué de Franco Hector descendiente,
Y todos tres de la española gente.
Y aun yo, no tan de léjos, otra parte
De español tengo, no de poca estima:
Egilona, muger de Durandarte
Segundo, fué del Rey Vitiza prima:
Desta nacio mi abuelo Balisarte,
Que en España vivió , y en la honda sima
Del rico Tajo me crió, con gana
Que aprendiese la ciencia toledana.
................................
Subió tan alto el vuelo de su llama,
Que alumbró á España, y de su ardor sonoro,
Para eternas memorias de la fama,
Nuevo nombre compró á diluvios de oro;
El nombre es Pirineo, así se llama
Del fuego que dio al mundo tal tesoro,
Que á los fenices, y á su Rey Siqueo,
Hartar pudo la hambre del deseo.
Aquella altiva peña es la Collarda,
Y estotra de Sobrarbe la alta sierra,
Y la otra donde Atlante tuvo en guarda
A Rugero por miedo de la guerra:
Aquella estrecha senda blanca y parda
El real puerto de Andorra, en cuya tierra
Alemania clavó de limpio acero
Una memoria al siglo venidero.
Guipuzcoa es aquella que los gajos
Del Pirineo con sus pueblos trilla,
Haciendo de enriscados altibaxos
Murallas á los reynos de Castilla:
Vidaso corre allí, y por valles baxos
Soberbio al Olearso mar se humilla,
Ufano en dividir con su corriente
De la francesa la española gente.
..........................
Entre el de Araxes y este helado rio
La antigua villa queda de Guetaria,
Las altas sierras y el asiento frio
De Arracilo y su cumbre en flores varia:
Álava allí y el noble señorío
De Vizcaya, que en costa solitaria
Su helado y crespo mar rodea y baña
La hidalga sangre del valor de España.
............................
El que allí da frescura y sombra á un prado
Es el árbol famoso de Garnica,
A oir reales consultas enseñado,
De extrangeros Pelasgos patria rica:
Allí de un pie descalzo, otro calzado,
Sus privilegios jura y ratifica
El que entra á ser señor, y de aquel modo
Cetro absoluto cobra, y mando en todo.
.....................
Allí es Puentelareyna , y su ribera
De alegres roxos vinos abundante:
Aquí Estella y Tafalla acullá entera
La corva costa corre de levante:
La raya de Aragon es la primera
Que los Celtas con ánimo arrogante
Otro tiempo poblaron, y el tebano
Hércules les dió nombre de su mano.
.........................
Aquella es Jaca, á quien fundó el tebano
Dionisio, y Huesca, donde un dia Sertorio
Hizo academia, y con rigor tirano
Degolló en otro todo su auditorio:
Aquel blanco arroyuelo es el Turiano,
Y allí en el Edetano territorio
Parece el pueblo de Teruel antigo,
Por su cabeza puesto y sano abrigo.
.........................
Aquí está Perpiñan, de adonde el fuego
Del Pirineo asió primer centella,
Y la sima que abrio, y el pozo ciego,
Que rubias masas de oro dio á Marsella:
Gerona es la que allí se sigue luego,
Que el César ganó ahora , y puso en ella
Para adorno á su templo en bronce y oro
Divinos bultos de inmortal tesoro.
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Estos riscos bellísimos que al cielo
Con tantas puntas alzan la cabeza,
A quien rodean de cristal y yelo
El rio Lobregat y su aspereza,
Feliz reventacion del fértil suelo
Que preñado parió tanta belleza,
Son entre gajos de encrespadas peñas
De Monserrate las floridas greñas.
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Mas ya dexad esa manchada tierra
Por ver del ancho mar la costa brava,
Que á las ricas Asturias hace guerra,
Y en crespas olas sus arenas lava,
Donde el arado el oro desentierra,
O entre sus venas al cruzar se traba:
Tierra en el resto estéril y olvidada,
Y de sola esta hambre y sed buscada.
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Aquí está de Monsagro la ancha cueva,
Que al santo cofre que de Siria vino,
Por sacro relicario y guarda nueva
La dió Pelayo y su primado Urbino:
Y acá entre aquellas peñas, la que lleva
A todas en altura la de un pino,
Es Covadonga, humilde fortaleza,
En que hizo pie de España la braveza.
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De Orbion el cerro con su muerto lago,
De arboledas cercado resonantes,
Es el que allí con movimiento vago
Asombra en su quietud los caminantes,
Y á ver desciende el mauritano estrago
En torno de los muros mas constantes,
Que desde el mar de Calpe á su montaña
Contra la altiva Roma tuvo España.
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De aquí se arroja por Berlanga Duero,
Y de rosas nevado y de jazmines
A Osma baña y Gormaz , y en curso entero
De Aranda la ancha vega , y sus confines;
Y de rios cargado, mas ligero
Que por el mar Carpacio sus delfines,
Mejorado de pesca, del gran moro
Olid descubre el valle, y busca á Toro.
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Ved pues de Miño el cristalino curso
Con que busca la mar, y en su ribera
A Lugo y su muralla, que el concurso
De Roma la labró, y conserva entera:
Y en sus calientes baños el recurso
De la humana salud, que aun persevera
El muro argamasado y ricas termas,
De que cargaron sus riberas yermas.
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Aquellos ricos y altos chapiteles,
Y torres de follages coronadas,
Del Rey Alfonso y sus gallegos fieles
De nuevo en Compostela levantadas,
Arcos son, claraboyas y rejeles
Al gran Patron de España consagradas,
Cuyo cuerpo en pronóstico dichoso
Su Rey le descubrió en un bosque umbroso.
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Las dos Castillas, cuya fortaleza
Les dio el famoso nombre que hoy les dura,
Son las que allí dexando la aspereza
De las montañas buscan la llanura:
Esta es Segovia, donde la fineza
De Aragne en sus vellones mas se apura,
Y aquella la real puente de Trajano,
Y el Balsahin ó paraiso humano.
Fundóla el Rey Hispan de gente extraña,
Aunque en dichosa y favorable estrella,
Comenzó á tener nombre quando España,
Corriendo en esto por igual con ella:
Sigüenza es la que allí la vista engaña,
Pareciendo de lejos no tan bella,
Como un tiempo los Griegos, ó Almonides,
De muros la vistieron y de vides.
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Aquí al hondo raudal del rio potente
Jarama en verle tal los suyos lanza,
Dándole sin las aguas de su fuente
Las que de Henares y Tajuña alcanza:
De adonde con grandeza suficiente
Soberbio se derriba y abalanza
Hasta besar con reverencia y miedo
El pie de las murallas de Toledo.
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Y el pueblo humilde, á cuyos pies se eriza
De su crespo licor el rumbo hinchado
Que de álamos frondosos se entapiza
Sus sombríos sotos y florido prado,
Es Madrid, donde á España profetiza
Con limpia estrella el favorable hado
Que el tiempo le ha de dar de su tesoro
La monarquía del mundo en riendas de oro.
Quando aquel fértil monte, ahora inculto,
Haga gemir la ilustre pesadumbre
De un real alcázar que el soberbio bulto
Al mundo espanto dé y á España lumbre,
Y en pompa insigne del divino culto
La firme basa estribe en su techumbre,
Y sea contra el tiempo y la fortuna
De la Romana Iglesia la coluna.
¡O ya al futuro siglo prenda hermosa,
Donde de España, y de ambas las Castillas,
El rico tiempo en vuelta presurosa,
Eterno trono labra en tus orillas!
Desta que ha de venir edad dichosa
Mil años goces, goces de sus sillas,
Y aquellas magestades sacrosantas,
Que ya contemplo entre tus verdes plantas.
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Es cierto que arará este fértil llano
Isidro, un labrador, á cuyo zelo
De su milicia y pueblo cortesano
Yuntas que aren por él prestará el cielo,
Con que así Manzanares corra ufano,
Que su inmortal corona adore el suelo,
Y él levantada su gallarda frente,
Al Tajo humille, y crezca la corriente.
Con que en curso feliz vuelto al poniente
De Extremadura busca los rincones,
Y en porcelanas de barniz luciente
Talavera le ofrece ricos dones:
Ve de Almaraz la antigua y corva puente,
De Alconeta los arcos, los blasones
De Almonte, á quien Orlando quitó el brio,
Y él en herencia dió su nombre al rio.
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Mas ya volved la vista á la otra parte
De aquellos campos de texido acero,
A quien nombre dará el sangriento Marte
Con timbre ilustre al siglo venidero:
Calatrava y Montiel, en quien si el arte
De Merlin no se engaña, un Rey severo,
Que él allí llama tragadora arpía,
Morirá á manos de su hermano un dia.
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Aquí está Guadalupe, allí Truxillo,
Y acá su pueblo en opinion contrario,
Que el hado adverso al celestial caudillo
Pleyto á sus campos repartió ordinario:
Los arruinados muros de ladrillo
Que hizo Roma y deshizo el tiempo vatio,
Allí, si aun viva guarda su grandeza,
Mérida los levanta en la cabeza.
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Mas ya volved al reyno de Valencia
Los ojos, y á sus golfos de Levante,
Cuyos bellos jardines en presencia
Son de un mayo inmortal parto abundante:
Esta de su ancho Grao es la excelencia,
Y Guadalabiar el que triunfante
Se arroja al hondo mar, que entre sus olas
Rodea á Mallorca de islas españolas.
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Allí de Loja la sabrosa fuente
Sale alegrando al mundo, acullá Baza,
De un hondo valle, á su licor caliente
Florida forma y peregrina taza:
Guadix, que á los vergeles del oriente
En flores vence, tiene allí su plaza,
Con el rio de la vida al muro enjerto,
De almendras todo y de azahar cubierto.
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Allí están los alumbres de Marbella,
Y de su bella mar el firme puerto,
Ronda , y su Guadiaro rio con ella
Es el que cruza por allí encubierto:
La ciudad nueva de Algecira aquella,
Y aquel el paso que Hércules dio abierto
Con su fornida clava á los dos mares,
Y aquellas sus columnas y pilares.
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Entonces se verá, que aunque colgada
La tierra tenga el ayre, está sujeta
A ser de humanos pies toda pisada,
En firme globo de igualdad perfecta:
Y llegará esta edad de oro cargada,
El dia que España á hierro y fuego meta
La grave carga que ahora le hace guerra,
Y de una ley y un Dios haga su tierra.
Entonces sus banderas victoriosas,
Llevando al sol por relumbrante guia,
Tremolando darán sombras vistosas,
Donde se acaba y donde nace el dia:
Verán pueblos y gentes monstruosas,
Y descubriendo cuanto el mar cubria,
Podrán decir que hallaron y vencieron
Mas mundo que otros entender supieron.
Verán nuevas estrellas en el cielo,
Nuevos árboles, plantas y animales,
Y lleno un abundante y fértil suelo
De ricas pastas, de ásperos metales:
De perlas, plata y oro un dulce anzuelo,
Que con su cebo pesca hombres mortales,
De cuyo gran tesoro sus armadas
Cada año á España volverán cargadas”...
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BERNARDO DE BALBUENA (1562-1627), ‘El Bernardo, lib. XVI’. (año 1624)
‘El Bernardo’: Texto completo: El Bernardo - Google Libros
320
“La tierra y provincia de España, como quier que se pueda comparar con las mejores del mundo universo, a ninguna reconoce ventaja, ni en el saludable cielo de que goza, ni en la abundancia de toda suerte de frutos y mantenimientos que produce, ni en copia de metales, oro, plata y piedras preciosas, de que toda ella está llena. No es como África que se abrasa con la violencia del sol, ni a la manera de Francia, que es trabajada de vientos, heladas y humedad del aire y de la tierra; antes, por estar asentada en el medio de las dos dichas provincias, goza de mucha templanza; y así bien el calor del verano, como las lluvias y heladas del invierno muchas veces la sazonan y engrasan, en tanto grado que de España no solo los naturales se proveen de las cosas necesarias a la vida, sino que aun a las naciones extranjeras y distantes, y a la misma Italia cabe parte de sus bienes, y las provee de abundancia de muchas cosas; porque a la verdad produce todas aquellas a las cuales da estima, o la necesidad de la vida, o la ambición, pompa y vanidad del ingenio humano.
Los frutos de los árboles son grandemente suaves; la nobleza de las viñas y del vino, excelente: hay abundancia de pan, miel, aceite, ganados, azúcares, seda, lanas sin numero y sin cuento. Tiene minas de oro y de plata; hay venas de hierro
donde quiera, piedras trasparentes y a manera de espejos, y no faltan canteras de mármol de todas suertes, con maravillosa variedad de colores, con que parece quiso jugar y aun deleitarse los ojos la naturaleza. No hay tierra mas abundante de bermellón, en particular en Almadén se saca mucho y muy bueno; pueblo al cual los antiguos llamaron Sisapone, y le pusieron en los pueblos que llamaron oretanos.
El terreno tiene varias propiedades y naturaleza diferente. En partes se dan los árboles, en partes hay campos y montes pelados. Por lo mas ordinario, pocas fuentes y ríos: el suelo es recio, y suele dar veinte y treinta por uno cuando los anos acuden; algunas veces pasa de ochenta, pero esto es cosa muy rara. En grande parte de España se ven lugares y montes pelados, secos y sin fruto. peñascos escabrosos y riscos, lo que es alguna fealdad. Principalmente la parte que de ella cae hacia el Septentrión tiene esta falta: que las tierras que miran al Mediodía son dotadas de excelente fertilidad y hermosura. Los lugares marítimos tienen abundancia de pesca, de que padecen falta los que están en la tierra más adentro, por caerles el mar lejos, tener España pocos ríos, y lagos no muchos. Sin embargo, ninguna parte hay en ella ociosa ni estéril de todo. Donde no se coge pan ni otros frutos, allí nace yerba para el ganado, y copia de esparto a propósito para hacer sogas, gomenas y maromas para los navíos, pleita para esteras y para otros servicios y usos de la vida humana.
La ligereza de los caballos es tal, que por esta causa las naciones extranjeras creyeron, y los escritores antiguos dijeron, que se engendraban del viento: que fue mentir con alguna probabilidad y apariencia de verdad.
En conclusión, aun el mismo Plinio, al fin de su Historia Natural testifica que por
todas partes cercanas del mar, España es la mejor y más fértil de todas las tierras, sacada Italia. A la cual misma hace ventaja en la alegría del cielo y en el aire que goza, de ordinario templado y muy saludable. Y si de verano no padeciese algunas veces falta de agua y sequedad, haría sin duda ventaja a todas las provincias de Europa y de África en todas las cosas necesarias al sustento y arreo de la vida. Demás que en este tiempo, por el trato y navegación de las Indias, donde han a Levante y a Poniente en nuestra edad y en la de nuestros abuelos penetrado las armas españolas con virtud invencible, es nuestra España en toda suerte de riquezas y mercaderías dichosa y abundante, y tiene sin falta el primer lugar y el principado entre todas las provincias. De allí con las flotas que cada año van y vienen, y con el favor del cielo, se han traído tanto oro y plata y piedras preciosas, y otras riquezas para particulares y para los reyes, que si se dijese y sumase lo que ha sido, se tendría por mentira. Lo cual todo demás del interés redunda en grande honra y gloria de nuestra nación, y del que resulta no menos provecho a las extranjeras, a las cuales cabe buena parte de nuestras riquezas, de nuestra abundancia y bienes.”
PADRE MARIANA (1536-1624) ‘Historia General de España’
DEL NOMBRE DE ESPAÑA:
321
“Por cierta cosa se tiene haber Hispalo reinado en España después de los Geriones, y Justino afirma que de Hispalo se dijo España, en latín Hispania, trocada solamente una letra. Añaden otros que por su industria y de su apellido fundo Sevilla, que en latín se dice Hispalis: ciudad que en riquezas, grandeza, concurso de mercaderes, por la comodidad del rio Guadalquivir y por la fertilidad de la campiña, no de ventaja a ninguna otra en España. Dicen más, que por discurso de tiempo del nombre de Sevilla o Hispalis se llamó toda la provincia Hispania. San Isidoro atribuye la fundación de esta ciudad a Julio César, en el tiempo, es a saber, que gobernó a España, y dice que la llamó Julia Rómula juntando en un apellido su nombre y el de la ciudad de Roma, y que el nombre de Hispalis se tomó de los palos en que estribaban sus fundamentos, que hincaban para levantar sobre ellos las casas, por estar asentada esta ciudad en un lugar cenagoso y lleno de pantanos. Por ventura entonces la ensancharon y adornaron de edificios nuevos y grandes, diéronle otrosí nuevo nombre y privilegios de colonia Romana, pues es cierto que Plinio la llama colonia Romulense. Mas decir que entonces se fundó por primera vez carece de crédito y no hay argumentos ni autores que lo confirmen. Plutarco escribe que venido que hobo el otro Dionisio o Baco, es a saber, el hijo de Semele, a España, después que sujetó toda la provincia con armas victoriosas, uno de los compañeros que él mismo puso por gobernador de todo, por nombre Pau, fue causa de que toda la provincia primeramente se llamase Pania, después Spania, añadida una letra.”
PADRE MARIANA (1536-1624) ‘Historia General de España’
DEFENSA DE ESPAÑA:
322
“La poca ambición de España, bien que sean culpados los ingenios de ella, tiene en manos del olvido las cosas que merecieron más clara voz de la fama. Tal fue la ingratitud de sus escritores y el descuido, que pareció desprecio a los extraños, juzgando faltaba qué escribir y quién escribiese; y así padeció la reputación de todos, y sin duda hubieran perdido la memoria como la voz, si fuera en su mano el olvido como el silencio. Poco lugar dio la edad pasada, embarazada en armas, a más de curiosos deseos del ocio que hoy alcanzamos para que, agradecidos y
deudores dél, en pago demos a la eternidad los peligros con que nos compraron la paz, amiga de buenas letras. Hijo de España, escribo sus glorias. Sea el referirlas religiosa lástima de haberlas escuras, y no a ningunos ojos sea la satisfacción en divulgarlas... Bien sé a cuántos contradigo, y reconozco los que se han de armar contra mí; mas no fuera yo español si no buscara peligros, despreciándolos antes para vencerlos después.”
Ocasión y causas del libro.
No ambición de mostrar ingenio me buscó este asunto; sólo el ver maltratar con insolencia mi Patria de los extranjeros, y los tiempos de ahora de los propios, no habiendo para ello más razón de tener a los forasteros envidiosos, y a los naturales que en esto se ocupan despreciados. Y callara con los demás, si no viera que
vuelven en licencia desbocada nuestra humildad y silencio.
¿Qué cosa nació en España buena a ojos de otras naciones, ni qué crió Dios en ella que a ellas les pareciese obra de sus manos?
Paciencia tuve hasta que vi a los franceses con sus soldados burlando España, y vi a Josefo Escalígero por Holanda, hombre de buenas letras y de mala fe, cuya ciencia y doctrina se cifró en saber morir peor que vivió, decir mal de Quintiliano, Lucano y Séneca, y llamarlos Pingues isti cordubenses; y a Mureto, un charlatán francés, roedor de autores, llamar en un comento a Catulo, con el cual, en lugar de darle a entender a otros, muestra que él no le entendió, y lo confiesa así en muchas partes... Dice, pues en el prólogo, comparando con su veronés Catulo a Marcial español, y con Virgilio mantuano a Lucano el cordobés, no con pureza, que son sus poetas mejores, sino, blasfemo y desvergonzado, trata a Lucano de ignorante y a Marcial de bufón y ridículo y sucio, sólo por español; que el Mureto, de todos cuatro autores, para decir bien o mal, sólo entendió que los unos eran hijos de Roma y los otros de España.
Más me enojó ver que, cuando ligeramente pasábamos por estas cosas como buscando lo que más debíamos sentir, salió otro, atreviéndose a la fe y a las tradiciones y a los santos, y no quiso que Santiago hubiese sido patrón de España ni venido a ella. Y me espero a cuando otro escribirá que para los españoles no hay Dios: que un aborrecimiento tan grande y tan mal fundado no hará mucho en llegar a hereje un envidioso.
Llegóse a esto ver que, cuando aguardaban ellos a tan grandes injurias alguna respuesta, hubo quien escribió, quizá por lisonjearlos, que no había habido Cid; y, al revés de los griegos, alemanes y franceses, que hacen de sus mentiras y sueños verdades, él hizo de nuestras verdades mentiras, y se atrevió a contradecir papeles, historias y tradiciones y sepulcros con sola su incredulidad, que suele ser la autoridad más poderosa para con los porfiados. Y no sólo han aborrecido esto los mismos hijos de España, que lo vieron; pero hay quien, por imitarle, está haciendo fábula a Bernardo, y escribe que fue cuento y que no le hubo; cosa con que, por lo menos, callarás los extranjeros, pues los propios no los dejan qué decir.
¡Oh, desdichada España! ¡Revuelto he mil veces en la memoria tus antigüedades y anales, y no he hallado por qué causa seas digna de tan porfiada persecución! Sólo cuando veo que eres madre de tales hijos, me parece que ellos, porque los criaste, y los extraños, porque ven que los consientes, tienen razón de decir mal de ti. Demos que se halle un libro u dos u tres que digan que no hubo Cid ni Bernardo. ¿Por qué causa han de ser creídos antes que los muchos que dicen que los hubo? Si no es que la malicia añada autoridad, no sé cual tenga más; y cuando la tuvieren para el extraño, para nosotros no había de ser así: que el enemigo no es mucho que se muestre curioso, que es lo mismo que malévolo. Así lo dice el poeta: curiosus nisi malevolus; pero el hijo de la república, lo que le toca es ser propicio a su Patria.
No nos basta ser tan aborrecidos en todas las naciones, que todo el mundo nos sea cárcel y castigo y peregrinación, siendo nuestra España para todos patria igual y hospedaje. ¿Quién no nos llama bárbaros? ¿Quién no dice que somos locos, ignorantes y soberbios, no teniendo nosotros vicio que no le debamos a su comunicación de ellos? ¿Supieran en España qué ley había para el que, lascivo, ofendía las leyes de la naturaleza, si Italia no se lo hubiera enseñado? ¿Hubiera el brindis repetido aumentado el gasto a las mesas castellanas, si los tudescos no lo hubieran traído? Ociosa hubiera estado la Santa Inquisición si sus Melantones, Calvinos, Luteros y Zuinglios y Besas no hubieran atrevídose a nuestra fe. Y, al fin, nada nos pueden decir por oprobio si no es lo que ellos tienen por honra, y, averiguado, es en nosotros imitación suya.
Ya, pues, es razón que despertemos y logremos parte del ocio que alcanzamos en mostrar lo que es España y lo que ha sido siempre, y juntamente que nunca tan gloriosa triunfó en letras y armas como hoy, gobernada por Don Philipe III, nuestro señor. Dos cosas tenemos que llorar los españoles: la una, lo que de nuestras cosas no se ha escrito, y lo otro, que hasta ahora lo que se ha escrito ha sido tan malo, que viven contentas con su olvido las cosas a que no se han atrevido nuestros cronistas, escarmentados de que las profanan y no las celebran. Y así, por castigo, ha permitido Dios todas estas calamidades para que con nosotros acabe nuestra memoria. Pues aun lo que tan dichosamente se ha descubierto y conquistado y reducido por nosotros en Indias, está disfamado en un libro impreso en Ginebra, cuyo autor fue un milanés, Jerónimo Benzón, y cuyo título, porque convenga con la libertad del lugar y con la insolencia del autor, dice: 'Nuevas historias del Nuevo Mundo, de las cosas que los españoles han hecho en las Indias occidentales hasta ahora y de su cruel tiranía entre aquellas gentes', y añadiendo 'la traición y
crueldad que en la Florida usaron con los franceses los españoles'.
Causas son bastante todas para tomar la defensa de España a cargo, u de lástima u de amor, quien la viere así afligida.
Capítulo I - De España, su sitio, cielo, fertilidad y riqueza.
Propiamente España se divide en tres coronas: de Castilla, Aragón y Portugal. Cierra los términos de Europa; yace entre África y Francia y es ceñida del Estrecho, del Océano y de los Pirineos; y como es menor que entrambas tierras, es más fértil, porque ni es tan encendida como África, de violento sol, ni fatigada de vientos importunos, como Francia, antes medio virtuoso en estos dos extremos; del uno, admitiendo templado calor, y del otro, fértiles y sazonadas lluvias.
Es abundante de todas semillas; no avarienta para sí sola, sino pródiga para con la copia de mantenimientos, enriquecerá Italia y sustentará Roma. No solamente se precia de troj de África como Sicilia, pues es abundante ella sola en competencia del mundo junto de todo, pues es rica de miel, vino y aceite; y no sólo el hierro de España es el mejor, pues es madre de la mejor casta de caballos, y en ella se crían los más ligeros. Ni es la tierra sola digna de alabanza, pues se les debe a los ricos metales de que siempre está preñada, cuyo parto alimenta tantas ambiciones extranjeras, gran cantidad de lino y esparto, sin que haya tierra tan fértil de bermellón.
No es el curso de los ríos de España rápido, de suerte que dañe, sino blando y apacible; sus aguas son bastantes para fertilizar, sin admitir crecientes que, como los de Alemania, Francia, Flandes y Italia, tengan temerosos los campos de inundaciones, recompensando el no ser navegables con dejarse tratar, asegurando los labradores. Hácenlos orilla viñas y frutales y son fértiles de buena pesca, y más por la parte que se esconden en el Océano, y algunos arrastran arenas de oro, llevándolas algunas. Solo una espalda se llega al Pirineo francés; por las demás partes, se ciñe del mar.
La forma de la tierra casi es cuadrada; sólo parecen desdecir algo desta figura por la parte que, apretada de los Estrechos, se arrima a los Pirineos, lo cual dio ocasión a que Estrabón, tratando de la figura de España, en el libro III diga: “Al Ocaso, la primera parte de todas Spaña, semejante al cuero de un buey, cuya parte, extendida como cuello, llega a la cercana Céltica”. Lo demás vea en Estrabón quien lo quisiere ver más largo y en su lugar.
Y volviendo al primer intento, la salud del cielo de España es igual en todas sus partes, porque el espíritu del aire no es ofendido con ningún aliento ni niebla de lagunas; a esto se llegan los aires del mar, que la bañan. Continuamente frescos y nuevos, enmiendan los vapores de la tierra, y, peregrinando toda la provincia, orean el vaho terrestre y corrigen su pesadumbre, con lo cual conservan en salud los lugares. Esto dice de España no español, hijo apasionado, sino Justino de Trogo Pompeo, y añade tantas alabanzas de la paciencia, fortaleza, sufrimiento y magnanimidad de sus hijos, que, por no hacer largo el capítulo, dejo de referirlas. En él están para quien no las conociere de España misma. Sólo notaré que la tierra, que en España es tenida aun de los mismos españoles en desprecio por ruda, pobre, bárbara y remota notaré que la tierra, que en España es tenida aún de los mismos españoles en desprecio por ruda, pobre, bárbara y remota, poco favorecida de Naturaleza, mereció tales palabras de Justino de Trogo: ‘Los gallegos dicen que es de los griegos su origen’. Dejo la razón como es. Dice más adelante, tratando de la tierra: 'Galicia, región fértil de metales y de plomo y de minio o bermellón, lo cual dio nombre al vecino reino, que, corrompido el vocablo por falta de una letra y adición de una tilde, llaman el Miño, siendo su nombre el Minio, tan rica de oro, que
muchas veces con el arado se surcaban terrones de oro. Hay en esta tierra un sagrado monte por privilegios de ciega y escura antigüedad, en el cual no tiene licencia el hierro para herir tierra ni árbol; sólo cuando la tierra es tocada con rayo, que es frecuente en ella, se permite coger el oro como dádiva de Dios. Las mujeres tratan los campos y labranzas y sirven a las casas, y los hombres se divierten en armas y robos’.
No sé yo de cuál de las provincias que contra nosotros y nuestra España toman las plumas, ellos mismos podrán escribir lo que del más escondido rincón nuestro escribe Justino.
No refiero las grandezas de todas tres coronas, Aragón, Portugal y Castilla, específicamente, porque de todas en común se dice con el nombre de España. Sólo se ha de advertir que es tal la tierra, fertilidad, sitio y clima de España, que tenemos en ella por huéspedes, olvidados de sus patrias, a todas las naciones, haciéndose en nuestra comunicación ricos y dejándonos con la suya pobres y engañados; que como dice Marcial, semper (homo) bonus tiro es.
...Capítulo V – De las costumbres con que nació España y de las antiguas.
Como sea verdad asegurada por los filósofos que de la buena o mala templanza de los humores resultan las complexiones en los cuerpos, y de ellas las costumbres; las cuales, aunque suele corregir la razón, por la mayor parte muestran, o en las obras o en la intención, imperiosamente su malicia, es sin duda que España, teniendo tierra templada y cielo sereno, causará semejantes efectos en humores y condiciones; como se ve, pues, ni la frialdad nos hace flemáticos y perezosos como a los alemanes, ni el mucho calor inútiles para el trabajo, como a los negros y a los indios; pues, templada la una calidad con la otra, produce bien castigadas costumbres.
Es natural de España la lealtad a los príncipes, y religiosa la obediencia a las leyes y el amor a los generales y capitanes. Siempre en todos los reyes que han tenido, buenos u malos, han sabido amar los unos y sufrir los otros, comprando siempre la libertad de sus patrias con generoso desprecio de sus vidas. Y hanles dado ocasión a tantas glorias, la infinidad de calamidades que, eslabonadas, la han turbado el sosiego; que, como España con la riqueza trujo a sí codiciosos los siros y fenices, los griegos y los romanos y los sarracenos, de quien el mar defendió sus puertos, hasta que los trujo un traidor (o sea lo que otros quieren, ocupados en acreditar lo menos común, aunque sea menos verdadero) sin duda ha ejercitado más las armas y virtud militar que las demás naciones, que por la pobreza y poco abrigo de sus puertos sólo saben de peregrinaciones, y arrimados a la industria, se hacen ricos en España del precio que ponen a su afán y solicitud.
Y estas costumbres son hijas de la necesidad... Mientras tuvo Roma a quien temer y enemigos, ¡Qué diferentes costumbres tuvo! ¡Cómo se ejercitó en las armas! ¡Qué pechos tan valerosos ostentó al mundo! Mas luego que honraron sus deseos perezosos al ocio bestial en nombre de paz santa ¡qué vicio no se apoderó de ella! Y ¡qué torpeza no embarazó los ánimos que antes bastaron para sujetar al mundo! Viose entonces que la prudencia de los hombres sobra para vencer el mundo; mas no sabe vencerse a sí. Y si es verdad que a la envidia de los enemigos y al miedo precioso que se les tiene se debe el cuidado o disciplina de los perseguidos y envidiados, largo es sin duda en España este fruto; pues como tierra que por todas partes se ve advertida de ojos enemigos de sus principios, ha que se ejercita toda en defensa de su virtud; y así, en esta poca paz que alcanzamos en parte maliciosa, el largo hábito a las santas costumbres de la guerra la sustenta en ellas, aunque a mi opinión España nunca goza de paz; sólo descansa, como ahora, del peso de las armas para tornar a ellas con mayor fuerza y nuevo aliento. Y son a todos, como a ella, importantes las armas suyas; pues, a no haberlas, corriera sin límites la soberbia de los turcos y la insolencia de los herejes, y gozaran en las Indias seguros los ídolos su adoración; de suerte que es orilla deste mar, cuya gloria es la obediencia destas olas que solamente la tocan para deshacerse.
Así que, concluimos que las costumbres propias y primeras de España, fueron en todo hijas de la templanza de su cielo y de la naturaleza del lugar, y por eso modestas, moderadas y según justa ley y disciplina. Las antiguas, de que hay alguna aunque pobre memoria, fueron en medio de sus desdichas tales; y con nacer entre tantos diferentes bárbaros, en todo medidas con la razón, honrosas y dignas de alabanza, más encaminadas a la virtud robusta y a las armas, que a la paz y sosiego y regalo.
Todos los antiguos escritores nombran a los españoles entre las naciones más belicosas, como Platón en el De las Leyes, aunque Cicerón, en lo de De Responsis Auruspicum, nos hace insignes por el número y muchedumbre de gente, cosa en que hoy somos vencidos de todas las naciones. Salustio refiere que era costumbre en España que las madres, a los hijos que iban a la guerra, les contasen las hazañas de sus padres; cosa más conforme con la naturaleza de la tierra que de las madres, pues de sí son vencidas del amor de sus hijos, de manera que antes los detienen con lágrimas, y, blandas y temerosas, los ponen miedos con los peligros de la guerra.
Por esto en España no hicieron las corónicas mucha falta en la parte que tocaba a mover con el ejemplo, pues las madres eran corónicas a sus hijos para darles qué imitar en sus padres. Aristóteles, Politicorum, lib. VII, cap II: “Entre los españoles, gente belicosa tantos verúculos, obeliscos los llaman, ponen alrededor de sus sepulcros, cuantos enemigos ha muerto cada uno: honrosos túmulos, adornados con los vencimientos de los contrarios”. El sepulcro que con la fama y memoria del valor y virtud propia se vuelve cuna, es digno de envidia. ¡Cuanto mejor epitafio era éste y mas digno de que le respetara el caminante y de que le buscara el peregrino, que los que ahora, hechos lenguas de un bulto dorado, lisonjean al muerto y entretienen al vivo! Vense reliquias deste modo de sepulcros en España, y en los edificios antiguos estos obeliscos son frecuentes. Cayó ya todo esto en manos del regalo demasiado, pues ya, por los bultos y los sepulcros y retratos, no diferenciará nadie al soldado del mercader, ni al capitán del médico, ni al general del abogado...
Pues si bajamos los ojos a las costumbres de los buenos hombres de Castilla de quinientos y de cuatrocientos años a esta parte, ¡qué santidad y qué virtud veremos, que no imitamos ni heredamos, contentándonos con lo menos, que es el nombre! ¡Que leyes tan lícitamente nacidas de las divinas, tan cuidadosamente veneradas de ellos! ¿Qué cosas no advirtieron con castigos en los Fueros Juzgos castellanos, donde se ven con rigurosas penas cosas que por nuestros pecados nos han persuadido los tiempos a que merecen premio? La calumnia de palabras leves, aun como llamar corcovado o tiñoso a uno, se vio sujeta a graves castigos. Y así, con pocas y mal limadas palabras, aunque más propias, tuvieron gloriosos pensamientos; y, de pobres centellas de un godo perdido, se esforzaron de suerte, que dieron pueblo a Dios y libertad a su tierra, y gloria a sus nombres. ¡Qué leales fueron con Ferrant González! Los mismos fueron con su sombra que con él. ¡Cómo amaron los santos reyes y buenos, y cómo sufrieron muchos malos y crueles! Y si algunos castigaron, fue, no por su libertad, sino por la de su patria y religión; y así Dios, cuyo favor es premio justo de los buenos y castigo de los malos, peleó con algunos capitanes y dio sus ángeles a otros. Él vence en todos los que vencen.
Como Dios de los ejércitos, unas veces nos amparó, y éstas fueron muchas, con nuestro patrón Santiago; otras con la Cruz, que, hecha a vencer la misma muerte, sabe dar vida a todos los que, como estandarte de Dios, acaudilla. Milicia fuimos suya en las Navas de Tolosa. La diestra de Dios venció en el Cid, y la misma tomó a Gama y a Pacheco y a Alburquerque por instrumentos en las Indias orientales para quitar la paz a los ídolos. ¿Quien sino Dios, cuya mano es miedo sobre todas las cosas, amparó a Cortés para que lograse dichosos atrevimientos, cuyo premio fue todo un nuevo mundo? Voz fue de Dios, la cual halla obediencia en todas las cosas, aquélla con que Ximénez de Cisneros detuvo el día en la batalla de Orán, donde un cordón fue por todas las armas del mundo.
Prolijo fuera y vanaglorioso en querer contar por menudo todas las cosas que nos sucedieron a los españoles gloriosamente en los días que han pasado, sin callar que ha habido hijo suyo que llora estos tiempos y el verla viuda en parte del antiguo vigor, y osa decir que la confianza de haberle tenido introduce descuido de conservarle...
Hay valerosos capitanes, doctos prelados, y algunos hombres buenos, a quien común devoción y novelero pueblo anticipó el nombre de santos. Las ciencias que se aprendieron para vivir bien, por la mayor parte se estudian para sólo vivir; pero eso con eminencia notable envidiada de todas las naciones, pues en las ciencias sólidas, como filosofía, teología, leyes, cánones y medicina y escritura, todas las naciones nos son inferiores, si bien nos tratan de bárbaros, porque no gastamos el cuidado en gramática y humanidad, las cuales cosas, por inferiores no las ignoran, sino que las desprecian los españoles. Y aun en eso y lenguas, que es su profesión, hay ya españoles que les dan cuidado y envidia a todos. Y así se ven hoy muchos pobres virtuosos en altos lugares, más por cuerda advertencia de don Felipe III, que por costumbre que hubiese de premiar beneméritos...”
FRANCISCO DE QUEVEDO, ‘España defendida de los tiempos de ahora, de las calumnias de los noveleros y sediciosos’ (1609)
323
“Puso Dios en el principio del mundo la provincia de España, en testimonio de que en todo él no había otra más principal ni soberana”.
JUAN DE CARAMUEL, ‘Explicación mística de las Armas de España, invictamente belicosas’, 1636.
324
“Partid con este presente
veréis la mejor provincia
de Europa, donde la Iglesia
da a la fe segura silla:
donde las ciencias florecen
donde la nobleza habita,
donde el valor tiene escuela
y donde el mundo se cifra”
TIRSO DE MOLINA, ‘El Caballero de Gracia’.
325
“Lo que dices que en lo seco nos parecemos en la tierra, ¿hay otra más hermosa de frutas, aguas y saludables vientos? ¿Hay otros hijos de más vivo ingenio, pues tienen asombrados los tiempos sus escritos tan elegantes? Y cuando vosotros venís a España, sólo os avisan que os guardéis de tres cosas: de sus vinos, porque os calabrean los cascos...; de sus damas, que os enloquecen, y de sus soles, que os abrasan. Si te parece que en España hay pocas poblaciones, busca pueblos en Francia. Si te parece que está apartada del comercio de las otras provincias, pluguiese Dios lo estuviera más, pues todos nos buscáis y nos quitáis llevando nuestros frutos. Hable Inglaterra, si acaso nuestros vinos la alegran. Mira si Holanda se aforra con nuestras lanas, que todos nos trasquiláis. Hasta Venecia se ha llevado nuestro vidrio, y nuestro azafrán Alemania. Y mira si Nápoles se hace con nuestras sedas y se paladea Génova con nuestra azúcar. Pues Francia, ¿no se ensoberbece con nuestros caballos? ¿Y todo el mundo con nuestra plata?
FRANCISCO SANTOS (1617-1698), ‘La verdad en el potro’, 1686.
326
“Es cierto que, aun cuando se negara lo restante del orbe, España encierra en sí cuanto necesitan los hombres, sin haber menester las ayudas que ella hace a diversas provincias, que se aumentan y viven con las relieves de sus frutos y metales... No hay parte en sus contornos, que son de 634 leguas, que igualmente no se muestre abundante en los frutos, próspera en las riquezas, sobrada en los metales, todo merced de sus benignas influencias, puros y saludables vientos, de su cielo y asiento felicísimo”.
GONZALO DE CÉSPEDES (1585-1638) ‘Historias peregrinas’.
ELOGIO DEL NUEVO MUNDO, DESCUBIERTO POR ESPAÑA:
327
“A Don Carlos, emperador de romanos, rey de España, señor de las Indias y Nuevo Mundo, Francisco López de Gómara, clérigo.
Muy soberano señor: la mayor cosa después de la creación del mundo, sacando la encarnación y muerte del que lo creó, es el descubrimiento de las Indias; y así las llaman Mundo Nuevo...
Empero los hombres son como nosotros, fuera del color, que de otra manera bestias y monstruos serían y no vendrían, como vienen de Adán. Mas no tienen letras, ni moneda, ni bestias de carga; cosas principalísimas para la policía y vivienda del hombre; que ir desnudos, siendo la tierra caliente y falta de lana y lino, no es novedad. Y como no conocen al verdadero Dios y Señor, están en grandísimos pecados de idolatría, sacrificios de hombres vivos, comida de carne humana, habla con el diablo, sodomía, muchedumbre de mujeres y otros así. Aunque todos los indios que son vuestros subjectos son ya cristianos por la misericordia y bondad de Dios, y por la vuestra merced y de vuestros padres y abuelos, que habéis procurado su conversión y cristiandad.
El trabajo y peligro vuestros españoles lo toman alegremente, así en predicar y convertir como en descubrir y conquistar. Nunca nación extendió tanto como la española sus costumbres, su lenguaje y armas, ni caminó tan lejos por mar y tierra, las armas a cuestas. Pues mucho más hubieran descubierto, subjectado y convertido si vuestra majestad no hubiera estado tan ocupado en otras guerras; aunque para la conquista de Indias no es menester vuestra persona, sino vuestra palabra. Quiso Dios descubrir las Indias en vuestro tiempo y a vuestros vasallos, para que los convirtiésedes a su santa ley, como dicen muchos hombres sabios y cristianos. Comenzaron las conquistas de los indios acabadas la de moros, por que siempre guerreasen españoles contra infieles; otorgó la conquista y conversión el Papa; tomaste por letra Plus Ultra, dando a entender el señorío de Nuevo Mundo. Justo es, pues, que vuestra majestad favorezca la conquista y los conquistadores, mirando mucho por los conquistados. Y también es razón que todos ayuden y ennoblezcan las Indias, unos con santa predicación, otros con buenos consejos, otros con provechosas granjerías, otros con loables costumbres y policía.”
FRANCISCO LÓPEZ DE GÓMARA (1511-1566), ‘Hispania victrix: Historia General de las Indias’.
ELOGIO DE ‘LA ESPAÑOLA’:
328
“En comprobación de esta templanza y amenidad se puede considerar que Don Cristobal Colón, primer descubridor de las Provincias de este Nuevo Orbe, haviéndola comenzado a reconocer, aun en la menos acomodada, que es la isla de Santo Domingo, por otro nombre La Española, vino casi a pensar que en ellas podia haver estado el Paraiso terrenal, que muchos dicen estuvo plantado debaxo de la Equinoccial. Pero, aunque esto no se pueda afirmar sin temeridad por las varias opiniones, que hay sobre el lugar donde es ó fue el Paraiso, el qual parece que Dios ha querido encubrir, y reservar para sí, todavia no se puede negar que considerada la templanza, y casi perpetua primavera de las mas de esas Provincias, merezcan sino el nombre de Paraiso, el de Huerto del deleite, ó las alabanzas del Tempe, Campos Eliseos, Islas Atlantidas ó Fortunadas, que con menos causa fueron tan estimadas y celebradas de los Antiguos, porque ni en ellas ofende con su frio el invierno; ni abrasa con su calor el Verano, en tanto grado, que con casas de caña embarradas por fuera se rechazan en muchas partes las injurias del tiempo, y apenas hay necesidad de mudar de vestido.”
J. DE SOLÓRZANO PEREIRA ‘Política indiana’ lib. I, cap. IV.
ALABANZA DE LA NUEVA ESPAÑA:
329
“Juanote Durán, en el libro que hizo, que aún no ha salido a luz, de la Geografía y descripción de todas estas provincias y reinos por veinte e una tablas, llama Grande España a todo lo que los españoles, desde la Isla Española hasta Veragua, conquistaron y pusieron debaxo de la Corona Real de Castilla. Movióle llamar Grande España a toda esta gran tierra, por haberla subjectado subcesivamente los españoles, de la cual en la parte primera desta Crónica tractaré (dándome Dios vida) copiosamente, y porque al presente es mi propósito de escrebir el descubrimiento y conquista de la Nueva España, que es mi principal empresa, en breve relataré qué es lo que ahora los nuestros llaman Nueva España, diciendo primero cómo la ocasión de haberle puesto este nombre fue por la gran semejanza que con la antigua España tiene, no diferenciando, della más de en la variedad y mudanza de los tiempos; porque en todo lo demás, temple, asiento, fertilidad, ríos, pescados, aves y otros animales, le paresce mucho, aunque en grandeza le exceda notablemente.”
FCO. CERVANTES DE SALAZAR (1514-1575), ‘Crónica de la Nueva España’.
ESPAÑA Y SUS MÁS PRINCIPALES CIUDADES:
330
“Confiada en sus reyes la dilatada España, no pudiendo sufrir por más tiempo el verse contenida por las columnas de Hércules, se lanzó intrépida al mar desconocido e iluminó los dos hemisferios del orbe con un solo sol, para que no hubiese en el mundo más rey que Felipe. Sevilla es famosa por su puerto y sus mareas; Granada, por la industria de la seda; Córdoba es noble por su piedad y piadosa por su nobleza; Lisboa nos envía espléndidos regalos de Arabia y de la India; Barcelona está sentada junto a su puerto con las vistas puestas en el mar; Zaragoza nos presenta los primeros monumentos marianos; Galicia y Asturias, sus castañales y rebaños; Compostela, el sepulcro del Apóstol; el indómito cántabro, el hierro domado por él en sus ferrerías; Burgos fue famosa antiguamente por su mercado; Valladolid, por sus reyes y riquezas; Salamanca es la gran madre de las ciencias; Ávila, alumna de Marte y muy inclinada a las armas; Medina tiene la tierra más fértil del mundo; Toro enrama sus cuernos con pámpanos de vid; Segovia está orgullosa con su acueducto y sus paneras; Toledo se alza majestuosa en medio de España con su triple primado; pero Madrid es la corte de Felipe de Austria, madre de reyes y señora de dos mundos. Roma es la cabeza del orbe y Madrid el corazón”.
P. PEDRO DE SALAS (1584-1664) ‘Thesaurus poetarum’ (1616).
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