6. LOS MASONES TRABAJAN PARA LOS JUDÍOS “CAÍDOS”
Los masones trabajan para los judíos en su templo. Independientemente de las dos columnas «J» y «B», de Judá y Benjamín, este templo está adornado en su contorno por otras diez columnas que representa a las diez tribus perdidas. «En el friso o arquitectura que descansa sobre las doce columnas, impera un cordón que forma doce nudos, de la forma que se conoce con el nombre de «lazos de amor» (el amor fraternal que entrelaza a las doce tribus de Jacob); cada uno de los extremos del mismo termina en una borla llamada Borla Dentelada, que viene a enlazar con las columnas «J» y «B».
Cuando Roboam, sucesor de Salomón, no quiso escuchar el voto del pueblo, «Israel se separó de la casa de David, como todavía lo está hoy»; Roboam reunió a toda la tribu de Judá y a la de Benjamín para combatir contra la casa de Israel. Entonces, el Señor dirigió su palabra a Semeías, hombre de Dios, y le dijo: «Habla a Roboam, hijo de Salomón, a toda la casa de Judá y de Benjamín y a todo el resto del pueblo, y diles: He aquí que el Señor dice: No haréis la guerra contra los hijos de Israel, que son vuestros hermanos, pues yo soy quien lo manda. Y ellos escucharon la palabra del Señor» 20.
Ahora comprenderán los masones a qué templo dedican sus labores, y de qué pueblo son los servidores más humildes.
Las diez tribus de Israel se reunirán —se dicen los judíos—, pues Jehovah nos lo ha prometido. «No temas, ¡oh, Israel! pues yo te sacaré de este pueblo tan lejano donde te hallas (Babilonia) y yo sacaré a tus hijos de la tierra donde están cautivos... Yo exterminaré a todos los pueblos entre los cuales os he dispersado; en cuanto a vosotros, no os perderé enteramente; os castigaré según mi justicia, a fin de que no os creáis inocentes» 21.
Los judíos han transformado al Hombre-Dios prometido en la figura kabalística de que ya hemos hablado; luego, tras haber hecho de él una emanación de su En Soph, el judío, el Hombre por excelencia, es declarado por ellos emanación directa de Adam Kadmon: el judío, es el Hombre-Dios, según la precisa definición de Carlile. Añadamos al deicidio el sacrilegio de la apoteosis del judío y comprenderéis la furia indecible del judío kabalístico contra el Nazareno, su «herejía» y su Iglesia, y, al mismo tiempo, podréis comprender esa actividad febril que pone en destruir con su mallete (mazo) todo lo que se opone a su ambición, y en edificar con su llana el templo de su dominación universal, cuyas piedras brutas ha pulido en el grado de Aprendiz.
Antes de llegar a la Masonería, nos sería preciso recoger los nombres de todos los Mardoqueos judíos, desde el deicidio y la destrucción del Templo hasta las cruzadas; pero el fin de este estudio no nos permite escribir su historia, Por otra parte, en nuestra islita de Mauricio, no existe una biblioteca que nos permita reunir los elementos necesarios para ello. Esperemos que otras plumas emprendan la tarea de descubrir la acción de los judíos en las persecuciones de los cristianos antes Constantino el Grande, bajo Juliano el Apóstata, en la invasión de los sarracenos en España, en la rebelión de las sectas de los gnósticos, Maniqueos, búlgaros, hasta los albigenses, y en las revoluciones de los diferentes países hasta nuestros días. Estamos seguros de que en todas partes encontrarán su odio a Cristo, y su sed devoradora de dominación universal.
Tan sólo nos proponemos desenmascarar a la Masonería. El lector debe estar ya convencido de que ésta es, esencialmente, la Kabala judía, cuyas doctrinas se hallan en todos los emblemas e insignias masónicas. Y aún se convencerá; más cuando llegue la descripción detallada de los treinta y tres grados, según el plan masónico.
Asuero, desde el siglo XIII, en la omnipotente Orden del Temple, continuada en la Masonería; el judío Kabalístico es su Mardoqueo.
20 Reyes, XII.
21 Jerem. XXX, 10.
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