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Tema: La "judeomasonería" no la inventó Franco; la estudió el obispo mons. Meurin

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    Re: La "judeomasonería" no la inventó Franco; la estudió el obispo mons. Meurin

    7. CORRUPCIÓN DE LA IDEA DEL MESÍAS POR LOS JUDÍOS

    Al ver la fuerza, disciplina, riquezas e influencia de los Templarios, el pueblo judío debió envidiar a los que tenían lo que el Señor les había prometido a ellos, diciendo por boca de David: «Dominará desde el mar hasta el mar, y desde el río hasta los extremos de la tierra. Ante él se prosternarán los etíopes y sus enemigos morderán el polvo. Todos los reyes de la tierra le adorarán, y todas las naciones se le someterán» 22.

    De aquí debió surgir una idea osada, grande y fecunda: afiliarse a esta Orden para la conquista del Universo. ¡Así se cumpliría la brillante profecía!

    En la inauguración de las sesiones del Consejo Supremo del grado 33, el Soberano Gran Comendador Presidente, dirigiéndose al Teniente Gran Comendador, le dice:

    «Poderoso Soberano Teniente Gran Comendador: ¿qué edad tenéis?

    —«Treinta y tres años cumplidos, Muy Poderoso Soberano Gran Comendador.

    —«¿Cuál es nuestra misión, poderoso e ilustre Hermano

    —«Discutir y promulgar las leyes que la Razón y el Progreso hagan necesarias para la felicidad de los pueblos; deliberar sobre los medios más eficaces a emplear para combatir y vencer a los enemigos de la Humanidad.

    —«¿Cuál es nuestro deber?

    —«Defender los inmortales principios del Oriente y propagarlos sin cesar por toda la superficie del Globo».
    Los principios de Oriente son los principios de la Kabala judía. Y el fin supremo de la Masonería consiste en propagarlos combatiendo contra sus adversarios. Los judíos enseñan los principios y los Templarios luchan por imponerlos. Así se nos presenta clara la constitución de la Masonería.
    Ya Tácito 23 decía que los judíos tenían fe en una predicción contenida, según ellos, en los antiguos libros de sus sacerdotes, según la cual el Oriente prevalecería, y de la de Judea saldrían los dueños del mundo. Pero desdichadamente para ellos, el conquistador anunciado, cuyo nombre es Oriente ya había venido, y ya sus apóstoles habían ido a conquistar el mundo.

    Zacarías, predijo al gran sacerdote Jesús que el Mesías vendría al templo que Zorobabel había comenzado a reconstruir: «Escucha, oh, Jesús, gran sacerdote, y también tus amigos, que están cerca de ti, porque están destinados a ser la figura del porvenir: Yo me voy a hacer venir al Oriente que es mi servidor» 24. Los intérpretes están de acuerdo en que Tsadekh, el Oriente o germen, significa el Mesías prometido.

    Más tarde, el mismo profeta recibió orden de Dios de poner una corona de oro sobre la cabeza del gran sacerdote Jesús, y decirle: He aquí al hombre, que tiene por nombre Oriente: éste será un germen que brotará de él mismo y construirá un templo al Señor25.

    El gran sacerdote recibió la corona y el nombre de Oriente, porque era la figura del porvenir, es decir, del futuro Mesías, Rey de Israel, que debía edificar su Iglesia, el verdadero templo de Dios.

    El otro Zacarías, padre de San Juan Bautista, predice por tal razón en su bello cántico Benedictus, a su hijo: «Tú, niño, serás llamado el profeta del Altísimo, pues tú irás delante del rostro del Señor a prepararle los caminos, a fin de dar a su pueblo la ciencia de la salud, para la remisión de sus pecados, por las entrañas de la misericordia de nuestro «Dios, en las que nos ha visitado el Oriente de lo alto» 26, es decir, el Mesías prometido.

    La Iglesia católica canta tres días antes de Navidad la siguiente antífona: ¡Oh, Oriente, esplendor de la luz eterna, y Sol de justicia: ven ilumina a los que están sentados en las tinieblas y en la sombra de la muerte!».

    Pero, ¡ay!, que los judíos no quisieron reconocer al verdadero Oriente; todavía le aguardan, y esperan verle. En la espera, en las logias masónicas colocan su emblema del lado de Oriente, y le prodigan sus homenajes y adoraciones. Los masones de origen cristiano se alinean con ellos y doblan la rodilla ante el Mesías imaginario, sin comprender que al obrar así niegan implícitamente la venida del verdadero Mesías, en cuyo nombre están bautizados. ¿Hasta dónde irán en su mistificación y ceguera estos pobres servidores de los judíos? ¿No comprenden que la Masonería no es sino un instrumento judaico de dominio universal? No ven que sólo por servirse del poder formidable que había adquirido la Orden de los Templarios se aliaron los judíos con estos religiosos.

    La conquista prometida por Dios al verdadero Oriente, ellos quieren apropiársela con la ayuda de los Templarios y la del adversario de Dios, que Nuestro Señor llama «Príncipe del mundo» 27.

    22 Salm. LXXI.

    23 Histor., L; V, 13.

    24 Zac., III, 8.

    25 Id., VI, 12.

    26 Luc., 1, 78.

    27 Juan XIV, 30

    "... Los siglos de los argumentadores son los siglos de los sofistas, y los siglos de los sofistas son los siglos de las grandes decadencias.
    Detrás de los sofistas vienen siempre los bárbaros, enviados por Dios para cortar con su espada el hilo del argumento." (Donoso Cortés)

  2. #2
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    8. INFLUENCIA DE LOS JUDÍOS EN LAS LOGIAS MASÓNICAS.


    Lo primero que sorprende al nuevo adepto a una logia es el carácter judío de todo cuanto en ella encuentra. Desde el grado uno hasta el 30 no oye hablar sino de la «Gran Obra», de reconstruir el templo de Salomón, del asesinato del arquitecto Hiram-Abiff; de las dos columnas Boaz y Jakin 28, de multitud de contraseñas y palabras sagradas hebreas y de la era judía, añadiendo 4.000 años a la nuestra, para no honrar el nacimiento del divino Salvador.

    Tras haber establecido firmemente a la Masonería en los diversos países cristianos, los judíos se aseguraron el predominio en los Grandes Orientes, en número e influencia. Por otra parte, establecieron gran número de logias formadas exclusivamente por judíos. Ya antes de la revolución de 1789, los Hermanos Ecker y Eckhoffen habían fundado en Hamburgo la «Logia de Melquisedec», reservada a judíos. Los hebreos von Hirschfeld y Cotter crearon en Berlín, a finales del siglo XVIII, la «Logia de la Tolerancia», «con el fin de aproximar por medio de la Masonería a los cristianos y a los judíos, haciendo a éstos más humanos y elevándoles a un más alto nivel de cultura intelectual». El periódico secreto masónico de Leipzig, en su número correspondiente a octubre de 1864, decía que «el centro de las logias judías funcionaba en París, bajo la dirección de Cremieux y el Gran Rabino».

    El 12 de junio de 1808, la logia «Aurora Creciente» quedó establecida en Francfort, con carácter exclusivamente judío, bajo la obediencia del Gran Oriente de Francia. Tras la batalla de Waterloo, las circunstancias políticas forzaron a esta logia a separarse de dicho Gran Oriente y, al no querer someterse a las condiciones que le imponía el Landgrave Carlos de Hesse, entre ellas, la de designar un cristiano como Gran Maestre, pidió su afiliación a la gran Logia de Inglaterra, y la obtuvo en 1817.

    En septiembre de 1836, doce judíos pidieron a las tres Grandes Logias de Berlín que admitiesen hebreos en el seno de las mismas. Todas ellas se negaron. A partir de entonces, entablóse una gran polémica en torno a la admisión de los judíos en las logias cristianas. Al fin, la victoria se decidió del lado israelita, merced al argumento utilizado por Gotthold Salomón, de la logia «Aurora Naciente»: «¿Por qué —dijo— los masones basan su era, no en el nacimiento de Cristo, como los cristianos, sino en la creación del mundo como los judíos? ¿Por qué no se pronuncia jamás el nombre de Cristo ni en los juramentos, ni en las oraciones, ni en los banquetes? ¿Por qué no encontramos un solo símbolo cristiano en todo el ritual de la Masonería? ¿Por qué la escuadra, el nivel y la plomada? ¿Por qué la divisa «Sabiduría, Fuerza y Belleza», en vez de «Fe, Esperanza y Caridad?».

    Así consiguieron los judíos entrar en las grandes Logias prusianas, como mucho tiempo antes consiguieran entrar en las inglesas y francesas. El conde Fernig, vicepresidente del Consejo Supremo de las Logias prusianas, declaró que el «Gran Arquitecto del Universo», era el Dios de los judíos.

    Fischer 29, escribió entonces: «La gran mayoría de la Orden masónica no admite el cristianismo, sino que lo combate a punta de cuchillo, y la prueba de ello la tenemos en la admisión de los judíos en las logias».

    En 1844, Disraeli ponía en boca del judío Sidonia, las siguientes palabras 30: «Desde que la sociedad inglesa ha comenzado a agitarse y sus instituciones se ven amenazadas por asociaciones poderosas, ven ustedes a los judíos, antes tan leales, en las filas de los revolucionarios... Esa misteriosa diplomacia rusa que tanto alarma a los occidentales, está organizada, y en su mayor parte realizada por judíos...; la formidable revolución que se está preparando en Alemania, cuyos efectos serán aún más grandes que los de la Reforma, se lleva a cabo totalmente bajo los auspicios de los judíos. En el conde Cancrín, ministro de finanzas ruso, reconozco a un judío lituano; en el ministro español señor Mendizábal, veo un judío aragonés; en el presidente del Consejo francés mariscal Soult, reconozco al hijo de un judío francés; en el ministro prusiano, conde de Arnim, veo un judío... Ya ve, querido Coningsby, que el mundo está gobernado por personaje muy distintos de los que creen los que no están entre bastidores».

    Algún día dirá la historia que los acontecimientos de nuestros tiempos han sido promovidos por la secta masónica, dirigida por los judíos. Aquellos que se afilian a las logias participan, consciente o inconscientemente, en la guerra de la Sinagoga moderna contra los tronos y los altares de nuestras patrias.

    Durante la revolución de 1848, dirigida por el Gran Oriente de Francia, su Gran Maestre, el judío Cremieux, llegó a ser ministro de Justicia. Este hombre fundó en 1860 la Alianza Israelita Universal y proclamó, con inconcebible descaro en los Archivos Israelitas de 1861 (pág. 651) que «en lugar de los Papas y los Césares, va a surgir un nuevo reino, una nueva Jerusalén». ¡Y nuestros buenos masones, con los ojos vendados, ayudan a los judíos en la «Gran Obra» de construir ese nuevo Templo de Salomón, ese nuevo Reino césaro-papista de los kabalistas!

    29 III, Reyes, VII, 21.

    30 Revue maçonique, enero 1848.

    31 Coningsby, VI, XV.




    continúa
    Última edición por ALACRAN; 11/02/2021 a las 18:58
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  3. #3
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    9.
    QUEJAS DE LOS MASONES SOBRE LA PREPONDERANCIA JUDÍA EN LAS LOGIAS.

    En 1862, un masón berlinés hizo editar un folleto de ocho páginas, quejándose de la preponderancia que los judíos tenían en las logias. Bajo el título «Signo de los tiempos», señalaba el peligroso carácter de las elecciones berlinesas de 28 de abril y 6 de mayo del mencionado año. «Un elemento —decía— ha aflorando a la superficie y ha ejercido una peligrosa influencia, disolvente en todos los sentidos: el judío. Los judíos están a la cabeza con sus escritos, palabras y acciones; son jefes y agentes principales en todas las empresas revolucionarias, hasta en la construcción de barricadas. Bien claro se ha visto esto en Berlín, en 1848. ¿Cómo es posible que en Berlín hayan sido elegidos 217 electores especiales judíos, y que, en dos distritos, hayan sido elegidos sólo judíos con exclusión de cualquier otro candidato cristiano?

    Este estado de cosas iba a empeorar desde entonces. Los judíos formaban la mayoría de la Corporación municipal, de modo que Berlín podía ser llamado, con justicia, la capital de los judíos.

    En la Prensa, los judíos hablan del «pueblo» y de «la nación», como si sólo hubiese judíos y los cristianos no existiesen. La explicación de tal hecho pueden darla los masones agitadores que, según el Hermano Lamartine, originaron las revoluciones de 1789, 1830, 1848, etc. etc., declaración confirmada por el Hermano Garnier Pagés, ministro de la República, que declaró públicamente, en 1848, que «la revolución francesa de 1848 constituía el triunfo de los principios de la liga masónica»; que Francia había recibido la iniciación masónica, y que 40.000 masones habían prometido su ayuda para concluir la obra gloriosa del establecimiento de la República, destinada a extenderse por toda Europa y, al fin, sobre toda la faz de la tierra».

    El colmo de todo esto es el poder político y revolucionario de los judíos, según las palabras de J. Weil, jefe de los masones judíos, que decía en un informe secreto: «Ejercemos una poderosa influencia sobre los movimientos de nuestro tiempo y del progreso de la civilización hacia la republicanización de los pueblos». Otro jefe masónico, el judío Louis Boerne, decía, también en un escrito secreto: «Hemos sacudido con mano poderosa los pilares sobre los que se asienta el viejo edificio, hasta hacerles gemir».

    Mendizábal, también judío, alma de la revolución española de 1820, llevó a cabo la toma de Oporto y Lisboa y, en 1838, realizando, mediante su influencia masónica, la revolución en España, llegando a primer Ministro.

    El judío Mendizábal, había prometido como ministro, restaurar las precarias finanzas de España, pero, en un corto espacio de tiempo, el resultado de sus manipulaciones fué un terrible aumento de la Deuda nacional, y una gran disminución de la renta, en tanto que él y sus amigos amasaban inmensas fortunas. La venta de más de 900 instituciones cristianas, religiosas y de caridad, que las cortes habían declarado propiedad nacional a instigación de los judíos, les proporcionó magnífica ocasión para el fabuloso aumento de sus fortunas personales. Del mismo modo, fueron tratados los bienes eclesiásticos. La burla impudente de los sentimientos religiosos y nacionales, llegó hasta el punto de que la querida de Mendizábal se atrevió a lucir en público un magnífico collar que hasta poco tiempo antes había servido de adorno a una imagen dé la Santa Virgen María, en una de las iglesias de Madrid.

    El masón berlinés de que hacíamos mención al principio continuaba diciendo: «El peligro para el trono y el altar, amenazados por el poder de los judíos, ha llegado a su punto máximo, y ya es tiempo de dar la voz de alarma, según acaban de hacer los jefes de la Masonería alemana, al decir; «Los judíos han comprendido que el «arte real» (el arte masónico) era un medio capital para establecer sólidamente su propio reino esotérico... El peligro amenaza, no solamente a la Masonería, nuestra Orden, sino a los Estados en general... Los judíos encuentran en las logias múltiples ocasiones para practicar su archiconocido sistema de corrupción, sembrando la confusión en muchos asuntos... Si se tiene presente el papel que jugaron los judíos en los crímenes de la Revolución francesa y en la usurpación corsa; si se tiene en cuenta la obstinada creencia de los judíos en un futuro Reinado israelita sobre todo el universo y su influencia sobre gran número de ministros de Estado, se advertirá cuan peligrosa puede ser su actividad en los asuntos masónicos. El pueblo judío forma una casta en oposición hostil a toda la raza humana, y el Dios de Israel no ha elegido más que a un pueblo, al que todos los demás han de servir de «escabel».

    «Considerad que entre los 17 millones de habitantes de la Prusia, no hay más de 600.000 judíos; considerad con qué ardor convulsivo trabaja esta nación, de vivacidad oriental e irreprimible, para lograr por todos los medios subvertir el Estado; por ocupar, incluso mediante dinero, los establecimientos de enseñanza superior y monopolizar en su favor los puestos del Gobierno; considerad asimismo el insuperable horror de estos mercaderes del dinero por todo trabajo manual; observad la opresión que nuestros artesanos sufren por causa de la especulación y usura de los judíos, y preguntaos entonces cual debe ser el peso de las cadenas que han aherrojado, por obra de ellos, a aquellos de nuestros compatriotas que ganan el pan con el sudor de su frente.

    «El judío rehúsa fundirse con la masa del pueblo; sólo lo hace con la clase noble, pues pretenden convertirse en la nobleza oriental de Alemania. Quieren ejercer manifiesto dominio sobre nosotros como presidentes, ministros, gobernadores, oficiales, mayores, pero jamás consentir en figurar entre las filas de los obreros.

    «Existe en Alemania una alianza secreta con formas masónicas, situada bajo el mando de jefes desconocidos, que trabajan con fines no masónicos. Los miembros de esta alianza son casi todos judíos; trabajan en grados y sistemas, con ritos y símbolos cristianos solamente en apariencia

    «¡No desdeñéis nuestra advertencia en este momento de peligro! No se trata de calumnias ridículas, en las que sólo creería el pueblo iletrado, sino de un fraude inaudito y desvergonzado, en el que se abusa de las cosas más sagradas. Estos criminales no se esconden en las tinieblas, sino que se muestran a pleno día, como nuestros hermanos y se jactan públicamente de la protección y fraternidad de los príncipes alemanes».

    Es un masón a quien acabamos de escuchar. Se queja amargamente de que los judíos forman una Masonería en la Masonería, del mismo modo que ésta forma un Estado dentro del Estado.

    «Añadid a esto —continúa el masón berlinés— que hoy los masones recibimos en todas nuestras logias a los judíos, mientras que existen logias judías en las que no se recibe a ningún cristiano, bajo pretexto alguno. En Londres, donde se halla el verdadero hogar de la revolución, hay dos logias judías cuyo umbral no ha sido atravesado por un cristiano. Allí es donde se concentran, y de donde parten los hilos de todas las revoluciones, desde allí se dirigen las demás logias. Allí se encuentran los «superiores secretos», de suerte que casi todos los revolucionarios cristianos no son más que muñecos ciegos en manos de los judíos.

    «Durante la feria anual de Leipzig, funciona permanentemente una logia judía, que jamás abre sus puertas a un cristiano. En las logias judías de Francfort y Hamburgo no se admiten más que emisarios de otras logias.

    «La conferencia masónica de Bayreuth de 1873 se pronunció en favor de la admisión de los judíos, pero la Gran Logia berlinesa «Los Tres Globos» continuó poniendo dificultades. En abril de 1874, se sometió a todos los Maestres dependientes de la Gran Logia, la cuestión de la admisión de los judíos; la votación se resolvió con 1390 votos a favor, y 1395 en contra.

    El periódico masónico Bauh'tte del 6 de junio del mismo año, furioso contra tal mayoría negativa, calificaba a sus componentes de «obscurantistas masónicos». Y, añadía: «Esta exclusión oficial de una gran familia masónica es una medida dura y poco fraternal, una negación de idea fundamental del arte real, una herejía en la Masonería y un anacronismo».

    Pero, al fin, los judíos tendrán acceso a todas las logias. Son lo bastante hábiles para saber unir las ventajas de la Masonería y las propias de su raza. El fin de la Masonería —el imperio del mundo— es idéntico al de la raza, cuyo futuro Rey formular esta promesa: «Todos los pueblos de la tierra te adorarán, y se te someterán todas las naciones» 31.

    Su Mesías no es, sin embargo, un individuo, sino su raza entera dominando, por medio de la Masonería, a todo el universo.

    En Europa guardan con celo el secreto sobre la existencia y número de sus logias, pero en América son menos reservados. Bajo el nombre de Bnaï Brith (Hijos de la Alianza), su confederación masónica consigue admisión en todas las logias, primera ventaja para ellas, a la que se ha de agregar la inaccesibilidad en que mantienen las logias de carácter exclusivamente judío, de las que en el último tercio del siglo XIX había ya más de 210. La número 1 se fundó en Nueva York en 1843, y cuenta con más de 200 miembros Hace 20 años el número de judíos americanos masones se elevaba a 18.000.

    Carlile, una de las mayores autoridades masónicas, dice: (pág. 86). «La Masonería de la Gran Logia es, en la actualidad, enteramente judía».

    La «Gaceta de la Cruz», órgano principal de los conservadores prusianos, dedicó, del 29 de junio al 3 de julio de 1875, una serie de artículos en los que se demostraba que los principales ministros de los gobiernos alemán y prusiano, sin exceptuar al príncipe de Bismarck, estaban en manos de los reyes judíos de la Bolsa, y que los banqueros judíos eran quienes, de manera práctica, gobernaban Prusia y Alemania. Esto hizo decir al judío Gutzkow: «Los verdaderos fundadores del nuevo Imperio alemán son los judíos; judíos son los adelantados en todas las ciencias, la prensa, la escena y la política».

    M. Stamm escribió en 1860 un libro sobre este tema, en el que se prueba que «el reino de la libertad universal sobre la tierra será fundado por los judíos. En el mismo año, Sammter publicó en el Volsblait una larga carta para demostrar que «los judíos ocuparán muy pronto el lugar de la nobleza cristiana; la aristocracia caduca debe perder su puesto en esta época de luz y de libertad universales, a la que tan próximos estamos. ¿No comprendéis —escribe — el verdadero sentido de la promesa hecha por el Señor Dios Sabaoth a nuestro padre Abraham?, promesa que se ha de cumplir con seguridad, la de que un día todas las naciones de la tierra sometidas a Israel. ¿Creéis que Dios se refería a una monarquía universal, con Israel como rey? ¡Oh, no! Dios dispersó a los judíos sobre toda la superficie del globo, a fin de que constituyesen una especie de fermento, entre todas las razas, y al cabo, como elegidos que son, extendiesen su dominación sobre ellas».

    No es probable que la terrible opresión sufrida por las naciones cristianas de Europa, que se ven empobrecidas por la usura y la avaricia de los judíos, y se quejan de ver las riquezas nacionales acumuladas en manos de los grandes banqueros, se calme con esporádicos levantamientos antisemitas., Las monarquías cuyos cimientos no están aún pulverizados por el martillo masónico, y cuyas dinastías no están aún reducidas al nivel de los masones descamisados, descalzos y con los ojos vendados, se coaligarán contra la secta monstruosa, y harán pedazos las filas de los anarquistas. El propio Carlile, masón furioso, dice, aterrado de la suerte de la humanidad entre las manos de los judíos: «Cuando los legisladores vuelvan a ocuparse de las sociedades secretas, harán bien en no hacer una excepción en favor de la Masonería».

    El privilegio del secreto está legalmente acordado a los masones en Inglaterra, Francia, Alemania, y, creemos, en todos los países. El hecho de que todas las revoluciones salgan del fondo de las logias, sería inexplicable si no supiéramos, que, con la momentánea excepción de Bélgica, los ministerios de todos los países se hallan en manos de masones dirigidos, en el fondo, por los judíos.

    Lo que hemos expuesto parece suficiente para desvelar uno de los grandes misterios de la Masonería. ¿Quiénes son sus rectores secretos? La respuesta es clara: los judíos.

    31. Salm. LXXI



    Última edición por ALACRAN; 13/02/2021 a las 17:50
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    10. LOS PRESIDENTES DEL CONSEJO SUPREMO DEL GRADO 33 NO SON LOS VERDADEROS JEFES.


    Pero, ¿quiénes de entre los judíos son los jefes secretos de la Masonería? Seguramente, que no son los Soberanos Grandes Inspectores Generales del grado 33, porque, en primer lugar, sus nombres figuran impresos, y luego, ¡hay tan elevado número de ellos!...

    Tampoco son los Presidentes del Consejo Supremo, pues, en la ceremonia de iniciación al grado 33, hablan de sus jefes: «Los príncipes y sacerdotes, que no podían vencer una institución que les es hostil, y que tan temibles les resulta, han tenido en épocas diversas la audacia de pasarse al campo enemigo, haciéndose masones e introduciendo en la Masonería estos usos, estas fórmulas, estos títulos, estas leyendas tan absurdas, que debían falsear el espíritu de la institución, desnaturalizando sus tendencias, a la vez que parecían favorecer a los principios religiosos y aristocráticos, en vez de a las doctrinas democráticas y liberales.


    «Nuestros jefes; ante tal peligro, estrecharon los vínculos entre los verdaderos miembros de esta sociedad secreta por excelencia que es la Masonería y deseando asegurarse, si no la protección, al menos la tolerancia de los poderosos de este mundo, les dejaron tomar parte en las obras masónicas, de las cuales no se les dio a conocer sino lo que no había inconveniente en que supiesen. Nuestros jefes, viendo, sin sobresalto, a la Masonería convertida en una sociedad benéfica y de caridad, lo más insignificante posible, cuyo gobierno creían tener en las manos esos poderosos de la tierra, les dejaron declarar que la política y la religión eran completamente extrañas a la Masonería» 32.

    Nos es imposible expresar aquí todas las mentiras, toda la hipocresía, la misma confesión de falsedad con que los famosos Presidentes colman, en esta declaración, a sus jefes; nos basta con hacer notar que no dicen «Nosotros, los jefes...», sino «Nuestros jefes...», lo que lleva implícita la declaración de que por encima de los grados 33, por encima del Presidente del Consejo Supremo, hay todavía otros jefes: los verdaderos jefes masónicos.

    ¿Quiénes son estos? ¿Dónde se hallan?

    32 P. Rosen: Satan; p. 294

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    Re: La "judeomasonería" no la inventó Franco; la estudió el obispo mons. Meurin



    11.
    LA SUPUESTA DIVINA TRINIDAD, CONJUNTO DE LOS JEFES DESCONOCIDOS.


    Tenemos ante nosotros la obra llamada «El Templo de Salomón, Carta General del Organismo, y Plan de Trabajo de la Alianza Revolucionaria», por el doctor Eduardo Emilio Ecker, abogado (Praga, 1855).

    La explicación que la acompaña, nos da una idea clara de todo el conjunto de la Masonería — combinación diabólicamente ingeniosa— que ni debemos ni deseamos reproducir aquí. Solamente tomaremos de ella lo que nos resulte útil.

    El templo de Salomón está construido sobre un tapiz de 16 cuadrados oblongos, que se llama el Vestíbulo. El templo consiste en 14 piedras cúbicas: 9 que forman el primer piso, 4 el «segundo, y 1 el tercero. Cada cubo representa una logia o una parte del universo. Uno de los cubos no es visible, por estar cubierto con los cuatro del segundo piso. Los demás, son sólo visibles en sus tres cuartas partes, con la excepción del que forma el piso superior, que está totalmente al descubierto.

    Este último representa la sede de la luz; el cubo central del piso inferior representa la sede de las tinieblas. Así se nos ofrece una representación del dualismo divino, de la doctrina kabalística.

    Pasamos en silencio el decrecimiento gradual de la luz que viene de lo alto, de la Inteligencia, y se pierde totalmente al llegar al último cubo, que representa la materia.

    En el centro del cubo superior se encuentra el Hombre-Dios, que en seguida reconocemos como Adan Kadmon, el Hombre Arquetipo de la Kabala. Su símbolo es el Fénix. Es el portador de la doble corona, del imperio material o político, y del espiritual o religioso; como tal es representado por un águila bicéfala, cuyas dos cabezas están ceñidas por una sola corona. Como jefe del imperio político universal, se llama «Emperador del Mundo»; como jefe del imperio espiritual o eclesiástico, recibe el nombre de Patriarca del Mundo, como jefe de toda actividad viril en el Universo, se llama «Gran Arquitecto del Universo»; como jefe de la actividad del Poder que gobierna el mundo, se llama Gran Maestro y, en fin, como unidad personal de todos estos atributos, lleva el nombre de «Jehovah».

    Lo que nos asombra, es hallar las designaciones de Patriarca, Emperador del Mando y Gran Maestro, junto a las de Jehovah y Gran Arquitecto del Universo.

    Carlile nos enseña 33 que «El sentido primitivo de la palabra judío, era el de un hombre sabio y perfecto por su dedicación a la ciencia. El nombre tiene el mismo significado que el de Jehovah; literalmente es el de Hombre-Dios, Espíritu Santo del hombre inspirado por el hombre». Como tal, es el Gran Arquitecto del Universo. Este es un raro testimonio en favor de lo que ya hemos visto: el Hombre Primitivo o Adan-Kadmon es el ideal del judío.

    Hay que distinguir, sin embargo, entre el judío ideal, que tiene identidad con Jehovah, y el judío encarnado en este mundo. Este último es el Gran Maestre de la Sociedad secreta por excelencia; tiene por ayudantes otros dos judíos o esclavos de los judíos: el Patriarca y el Emperador del Mundo.

    Estos tres personajes, el Gran Maestro, el Patriarca y el Emperador, constituye lo que, blasfemando, se llama la Divina Trinidad.

    Preguntemos aún: ¿Dónde están los jefes de la Masonería?

    33. o. c. p. 117


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    Re: La "judeomasonería" no la inventó Franco; la estudió el obispo mons. Meurin


    12. RESIDENCIA DE LOS JEFES DESCONOCIDOS DE LA MASONERÍA.


    El 29 de junio de 1869, fiesta de San Pedro, tuvo lugar en Leipzig un concilio judío muy posiblemente, en vista del Concilio en el Vaticano, convocado para el 8 de diciembre de ese mismo año. A tal reunión concurrieron los gran rabinos de Rusia, Turquía, Alemania, Inglaterra, Países Bajos, Bélgica, etc. Los judíos ortodoxos y los reformados constituyeron dos fracciones, que se mantenían una a otra en equilibrio. Y véase la tesis común de unos y otros, tal como fué formulada: «El Sínodo reconoce que el progreso y realización de las ideas modernas constituyen la más segura garantía para el presente y futuro del judaísmo y sus hijos» 34.

    ¿Existe, pues, solidaridad entre los judíos de Occidente y los de Oriente, entre el Gran Rabí de Turquía y los de los países cristianos? El abate Chabauty 35 nos lo enseñará:

    «Es históricamente incontestable que los judíos han tenido, desde su dispersión hasta el siglo once un centro visible y conocido de unidad y dirección 36».

    Después de la ruina de Jerusalén, este centro se encontró a veces en Jafné, y a veces en Tiberíades; estaba representado por los PATRIARCAS de la Judea, que gozaban de gran autoridad. «Ellos decidían los casos de conciencia, y los asnillos más importantes de la nación; dirigían las sinagogas como jefes superiores; establecían impuestos; tenían oficiales llamados «apóstoles.», que llevaban sus órdenes a los judíos de las provincias más apartadas. Sus riquezas llegaron a ser inmensas. Estos patriarcas obraban unas veces de manera ostensible y otras ocultas, según las disposiciones que los emperadores romanos dictasen a tenor de los judíos».

    Por encima de estos Patriarcas estaban los PRINCIPES DE LA CAUTIVIDAD, que residieron largo tiempo en Babilonia 37.

    «Los escritores judíos hacen gran diferencia entre los Patriarcas y los Príncipes del Exilio. Los primeros, afirman, no eran sino lugartenientes de los segundos. Los Príncipes de la Cautividad tenían la calidad y autoridad suprema de jefes absolutos de toda la dispersión de Israel. Según la tradición de los Doctores, debían haber sido instituidos para ocupar el lugar de los antiguos Reyes, y tenían derecho a ejercer su IMPERIO sobre todos los judíos del mundo».

    «Los Califas de Oriente, aterrados ante su poderío, suscitaron terribles persecuciones contra ellos, y, a partir del siglo once, la historia deja de mencionar a estos jefes de Israel. ¿Desaparecieron por completo o trasladaron a otra parte la sede de su poder? Esta segunda hipótesis es la más verosímil; sobre todo, teniendo en consideración los siguientes documentos:

    “a) Carta de los judíos de Arles a los de Constantinopla.

    «Honorables judíos, Salud y Gracia. Debéis saber que el rey de Francia, que es de nuevo dueño de todo el territorio de la Provenza, nos obliga, por público edicto, a hacernos cristianos o abandonar su territorio. Y los de Arles, Aix y Marsella, quieren tomar nuestros bienes, amenazan nuestras vidas, arruinan nuestras sinagogas y nos causan infinidad de males, lo que nos causa incertidumbre en cuanto a lo que debemos hacer según la ley de Moisés. Y por ellos os pedimos vuestro sabio consejo, en cuanto a la que ha de ser nuestra conducta. Charnor, Rabino de los judíos de Arles. 13 de Sabath de 1489»

    “b) Respuesta de los judíos de Constantinopla, a los de Arles y Provenza.

    «Bien amados hermanos en Moisés, hemos recibido vuestra carta, en la que nos hacéis conocer las ansiedades e infortunios que os veis obligados a soportar, y nos hallamos penetrados de un dolor tan grande como el vuestro.

    «El consejo de los más grandes Rabinos y Sátrapas de nuestra Ley, es el siguiente:

    «Decís que el Rey de Francia os obliga a haceros cristianos; pues bien, hacedlo, pero guardad la Ley de Moisés en vuestros corazones.

    «Decís que se quiere arrebatar vuestros bienes: haced a vuestros hijos mercaderes, para que ellos despojen de los suyos a los cristianos, por medio del tráfico.

    «Decís que se atenta contra vuestras vidas: haced a vuestros hijos médicos y boticarios, a fin de que ellos priven de la suya a los cristianos, sin temor al castigo.

    «Decís que se destruyan vuestras sinagogas: haced a vuestros hijos canónigos y curas, a fin de que ellos destruyan la Iglesia cristiana.

    «Decís que se os hace objeto de otras vejaciones: haced a vuestros hijos abogados, notarios o miembros de otras profesiones que estén corrientemente a cargo de los asuntos públicos, y, por este medio, dominaréis a los cristianos, os apropiaréis de sus tierras, y os vengaréis de ellos.

    «Seguid esta orden que os damos, y veréis por experiencia que, por abatidos que estéis, llegaréis a la cúspide del poderío.»

    V. S. S. V. E. F., Príncipe de los Judíos de Constantinopla. 21 de Casleo de 1489.

    El abate Chabauty ha demostrado de forma indubitable la autenticidad y el significado de estos documentos. «Era —dice— una línea de conducta política y social lo que pedían y, efectivamente la recibieron, los judíos españoles y provenzales. Así, se explica perfectamente por qué dejando a un lado rabinos y doctores de países vecinos, se dirigieron nada menos que a Constantinopla, lugar muchísimo más lejano. Allí, y ahora lo vemos con toda evidencia, residía su Jefe Supremo, no sólo religioso, sino también político, es decir, el cabeza de la nación».

    La línea de conducta sugerida por ese príncipe de Constantinopla, a los judíos provenzales, ha sido admirablemente seguida hasta nuestros días. El abate Chabauty, ha probado que los judíos de hoy, obedecen, como los de los siglos pasados, a un jefe oculto, pero único. Ese jefe existe; tiene el mismo poder que en la Edad Media, y conduce al mismo pueblo por los mismos caminos 38. ¿Podemos decir que el razonamiento hasta aquí seguido es concluyente, y que el jefe desconocido de los judíos es también el jefe de los masones? Si no es concluyente, es, al menos, muy verosímil y válido para servir de dirección a aquellos que tienen interés en hallar a los primeros culpables en esta liga anticristiana y antisocial.

    34 A. Rohiling: o. c.

    35 Les Juifs. nos maitres.

    36 T. Reinach lo afirma en su Histoire des Israelites.

    37 Franck. o. c. p. 270.

    38 H. Desportes, o. c. p. 335

    Última edición por ALACRAN; 13/02/2021 a las 18:02
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    Re: La "judeomasonería" no la inventó Franco; la estudió el obispo mons. Meurin


    13.
    RESIDENCIA DE LOS JEFES SUPREMOS DE LA MASONERÍA.


    Adolphe Ricoux 39 ha tenido la suerte de poder hacerse con el «Compendio de Instrucciones», del Jefe dogmático de los masones. En ella se da un documento de importancia máxima: la carta encíclica del Jefe dogmático, o Soberano Pontífice de los masones. «La Masonería universal, dice el autor, (pág. 64), tiene como cima de su organización internacional, un Directorio Supremo, cuyos miembros, en número de siete se eligen por turno en los Supremos Consejos, los Grandes Orientes y Grandes Logias de los diversos países, con un período de funciones de solamente seis meses... La sede del Directorio Supremo está en Berlín.

    «Por el contrario, cuatro jefes de Grandes Centros Directivos están instalados con permanencia ad vitam, que dependen del Director Supremo y centralizar las comunicaciones importantes. Estos cuatro Grandes Centros Directores están: el de Europa, en Nápoles: el de Asia y África, en Calcuta; el de América del Norte, en Washington, y el de Sudamérica, en Montevideo.

    Finalmente, hay dos personajes, aparte de estos Centros Directores, cada uno con una misión especial: el Jefe de Acción Política, particularmente encargado de la supervisión del Vaticano, para precipitar los acontecimientos contra el Papado, según órdenes del Directorio Supremo; este personaje reside en Roma. El otro, es el Gran Depositario de las Tradiciones Sagradas, que viene a ser una especie de Gran Lama de la secta, su Jefe dogmático, antipapa secreto, que es conocido de los Jefes de los Grandes Orientes, Grandes Logias y Consejos Supremos, bajo el nombre de Soberano Pontífice de la Masonería universal, con residencia en Charleston. Este era Albert Pike, que acaba de morir. Se dice que Albert Machey es su sucesor.

    Los siete miembros del Directorio Supremo, más los cuatro Grandes Centros Directores, componen el famoso número once. Probablemente, la Divina Trinidad de que hemos hablado, la forman el Presidente del Directorio Supremo, el Jefe de Acción Política (Emperador) y el Jefe Dogmático (Pontífice). Con estos últimos, el número místico llega a trece.

    Esta obra trata del número kabalístico once. Algún día saldrá a la luz otra obra sobre el número satánico trece.


    39 L’ existence des Loges de femmes.

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    Re: La "judeomasonería" no la inventó Franco; la estudió el obispo mons. Meurin

    Continuando con la obra de mons León Meurin "Filosofía de la Masonería", tras habernos centrado en el específico libro III: "Los judíos en la masonería" volvemos atrás para centrarnos en más aspectos judaicos de la masonería.

    Como el tema va de judeo-masonería nos permitimos subrayar la palabra JUDÍO en todo el texto, para compensar a la wikipedia que, refiriéndose a la Masonería, la pasa por alto de modo desvergonzado

    En la Introducción de su "Filosofía de la Masonería" escribía mons Leon Meurin sobre masones y judíos:


    INTRODUCCIÓN


    (...) 2. El número treinta y tres en la Masonería. Los primeros once grados de la Masonería, como veremos más adelante, están destinados a transformar al «Profano» en «Hombre verdadero», en el sentido masónico; la segunda serie, que va del grado 12 al 22 debe consagrar al Hombre «Pontífice judío»; y la serie tercera, del grado 23 al 33, ha de consagrar al Pontífice «Rey judío» o «Emperador kabalístico». LOS JUDÍOS, JEFES SECRETOS DE LA MASONERÍA, han sido extremadamente circunspectos en lo que toca a revelar los secretos de la organización de su sociedad secreta. (...)

    Basta por el momento con comprobar, en dicho rito, la repetición del número 33, el número 11, y, lo que aún nos llevará más dentro de los misterios, la abierta profesión de la Kabala judía.

    3. El número 11 de la Kábala judía. Dirijamos la atención, ya que acabamos de nombrar la Kabala, sobre esta doctrina filosófica de los judíos heterodoxos. También en ella encontramos el número once y, con éste, la clave de los misterios masónicos. Bástenos, por el momento, con hacer constar que el Ensoph (Infinito) es, según la doctrina de la Kabala judía, la fuente de que proviene todo lo que ha existido, existe y existirá por toda la eternidad. (...)

    4. El número once en las insignias masónicas. Ha bastado para estar seguros de que nos hallábamos en el verdadero camino que había de conducirnos a los misterios más recónditos de la Masonería con descubrir el Ensoph, con los diez Sephirot y la Corona a la cabeza, en las insignias masónicas. (...)

    La Cámara del Consejo Supremo del grado 33 del Rito Escocés, está iluminada por once luces: un candelabro de cinco brazos, a oriente; otro de tres, a occidente; otro de un brazo al norte; y un cuarto de dos brazos a mediodía. Aún puede hallarse el número once en la fecha 5312 (Era judía) —1312 de la Era Cristiana— año de la abolición de la Orden de los Templarios. La «batería» (aplauso) del 33 grado se hace también por medio de once golpes: 5, seguidos; luego, 3, 1 y 2, que tienen el mismo significado que las once luces.

    En estos dos símbolos, luces y batería, vemos reunidos los tres misterios fundamentales dé la Masonería:

    1.° El misterio de la Orden abolida de los Templarios que se oculta tras los grados inferiores de la sociedad secreta. Este es el año 1312 que clama venganza.

    2.° El Misterio de la Sinagoga extinta oculta tras la sociedad secreta de la Masonería entera. Para ello, tenemos la era judía.

    3.° El misterio del Ángel Caído, que se esconde, tras los diez Sephirot, es decir, la Trinidad divina y «los siete ángeles que se hallan siempre ante el trono de Dios». Aquí tenemos el número once: ¡Tres odios conjurados contra el Señor y su Cristo!

    5. LA KABALA JUDÍA, BASE DOGMÁTICA DE LA MASONERÍA. Las indicaciones citadas nos bastan para considerar justa nuestra hipótesis de que LA KABALA JUDÍA ES LA BASE FILOSÓFICA Y LA CLAVE DE LA MASONERÍA. Tal descubrimiento nos ha inspirado la idea de este pequeño ensayo. ¿Servirá para abrir los ojos a los millares de masones no judíos que no ven la esclavitud a que les han reducido los Fariseos, los judíos de la Kabala, y en la que los mantienen cautivos con los misterios que nunca les revelan, ni aún en el mismo grado 33? ¿Veremos así el motivo de la sujeción de los pueblos cristianos y sus autoridades políticas a la dominación de los judíos?

    6. El paganismo incorporado a la Kabala judía. Los kabalistas modernos no representan a la sinagoga ortodoxa ni a la verdadera doctrina de Moisés, inspirada por Dios mismo, sino al paganismo de que fueron poseídos algunos judíos sectarios cuando la cautividad de Babilonia. Basta con estudiar la doctrina de la Kabala judía y compararla con las de los antiguos pueblos civilizados, indios, persas, griegos, babilonios, asirios, egipcios y otros, para tener la seguridad de que en todas ellas está presente la misma idea panteísta de emanación. (...)
    Nos vemos, pues, forzados a admitir que existe entre la filosofía Kabalística y el paganismo antiguo una relación difícil de explicar sino es a través de la inspiración de un mismo autor: el enemigo del género humano, el Espíritu de la mentira.

    7. Satán en el paganismo. (...) Aquí se descubre la fuente envenenada de los errores y odios sobrenaturales que llenan el paganismo, tanto antiguo como moderno, igual que el alma de judío de la Kabala y del adepto a la Masonería, de una ira indescriptible contra Dios y los que creen en El.

    8. Los judíos en la Orden abolida de los Templarios. Al suplantar a una de las personas de la Santísima Trinidad, el Príncipe de las Tinieblas, usurpador de honores divinos, ha sabido ocultarse tras los antiguos misterios paganos, basado en el error panteísta, (...) Este espíritu del mal, presidiendo los antros paganos, supo penetrar con su doctrina criminal en el espíritu de determinado sector del pueblo judío durante la cautividad de Babilonia. (...) . Pasemos en silencio el tiempo de los gnósticos y de las grandes persecuciones de los primeros siglos, en las que los judíos tuvieron un papel de máxima importancia, deteniéndonos en la Edad Media. Los Templarios fueron corrompidos en Palestina. En sus reuniones secretas, renunciaban a Cristo y — como lógica consecuencia— se entregaban a la perversión. (...). La Orden abolida de los Templarios, en un principio, con sus doctrinas y prácticas, luego, por la acción de sus miembros dispersos, sirvió de punto de partida para lo que hoy se llama Masonería

    9. (...) Si buscamos en la Historia, hallaremos en ella a la Masonería; si registramos en la Masonería, encontraremos la Orden extinta de los Templarios; si buscamos en dicha Orden, junta con la Masonería, hallaremos la Sinagoga Kabalística; si investigamos en las tres juntas, veremos los antiguos misterios paganos, y, en fin, en el todo, veremos al propio Satán. El Ángel Caído sedujo a los pueblos antiguos con sus doctrinas embusteras; el paganismo sedujo a los judíos, obstinados, e hipócritas; el Judaísmo sedujo y corrompió a la Orden religiosa de los Templarios, y sigue engañando a la gran masa crédula de los masones. El Judaísmo, que ha acaparado el poder civil de este mundo, hace una guerra sin tregua ni merced a la Iglesia de Jesucristo, y a todos los que se niegan a doblar la rodilla ante el becerro de oro. La verdadera doctrina, la auténtica meta de la Masonería, es ceñir las sienes del Judaísmo con la diadema real y poner a sus pies el reino del mundo. (...)


    continúa...

    Última edición por ALACRAN; 23/02/2021 a las 18:48
    "... Los siglos de los argumentadores son los siglos de los sofistas, y los siglos de los sofistas son los siglos de las grandes decadencias.
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    Re: La "judeomasonería" no la inventó Franco; la estudió el obispo mons. Meurin

    Cita Iniciado por ALACRAN Ver mensaje
    10. LOS PRESIDENTES DEL CONSEJO SUPREMO DEL GRADO 33 NO SON LOS VERDADEROS JEFES. Pero, ¿quiénes de entre los judíos son los jefes secretos de la Masonería? Seguramente, que no son los Soberanos Grandes Inspectores Generales del grado 33, porque, en primer lugar, sus nombres figuran impresos, y luego, ¡hay tan elevado número de ellos!... Tampoco son los Presidentes del Consejo Supremo, pues, en la ceremonia de iniciación al grado 33, hablan de sus jefes: «Los príncipes y sacerdotes, que no podían vencer una institución que les es hostil, y que tan temibles les resulta, han tenido en épocas diversas la audacia de pasarse al campo enemigo, haciéndose masones e introduciendo en la Masonería estos usos, estas fórmulas, estos títulos, estas leyendas tan absurdas, que debían falsear el espíritu de la institución, desnaturalizando sus tendencias, a la vez que parecían favorecer a los principios religiosos y aristocráticos, en vez de a las doctrinas democráticas y liberales. «Nuestros jefes; ante tal peligro, estrecharon los vínculos entre los verdaderos miembros de esta sociedad secreta por excelencia que es la Masonería y deseando asegurarse, si no la protección, al menos la tolerancia de los poderosos de este mundo, les dejaron tomar parte en las obras masónicas, de las cuales no se les dio a conocer sino lo que no había inconveniente en que supiesen. Nuestros jefes, viendo, sin sobresalto, a la Masonería convertida en una sociedad benéfica y de caridad, lo más insignificante posible, cuyo gobierno creían tener en las manos esos poderosos de la tierra, les dejaron declarar que la política y la religión eran completamente extrañas a la Masonería» 32. Nos es imposible expresar aquí todas las mentiras, toda la hipocresía, la misma confesión de falsedad con que los famosos Presidentes colman, en esta declaración, a sus jefes; nos basta con hacer notar que no dicen «Nosotros, los jefes...», sino «Nuestros jefes...», lo que lleva implícita la declaración de que por encima de los grados 33, por encima del Presidente del Consejo Supremo, hay todavía otros jefes: los verdaderos jefes masónicos. ¿Quiénes son estos? ¿Dónde se hallan? 32 P. Rosen: Satan; p. 294
    «Eso de Alemania no solamente no es fascismo sino que es antifascismo; es la contrafigura del fascismo. El hitlerismo es la última consecuencia de la democracia. Una expresión turbulenta del romanticismo alemán; en cambio, Mussolini es el clasicismo, con sus jerarquías, sus escuelas y, por encima de todo, la razón.»
    José Antonio, Diario La Rambla, 13 de agosto de 1934.

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    Re: La "judeomasonería" no la inventó Franco; la estudió el obispo mons. Meurin

    Cita Iniciado por ALACRAN Ver mensaje

    10. LOS PRESIDENTES DEL CONSEJO SUPREMO DEL GRADO 33 NO SON LOS VERDADEROS JEFES.


    Pero, ¿quiénes de entre los judíos son los jefes secretos de la Masonería? Seguramente, que no son los Soberanos Grandes Inspectores Generales del grado 33, porque, en primer lugar, sus nombres figuran impresos, y luego, ¡hay tan elevado número de ellos!...

    Tampoco son los Presidentes del Consejo Supremo, pues, en la ceremonia de iniciación al grado 33, hablan de sus jefes: «Los príncipes y sacerdotes, que no podían vencer una institución que les es hostil, y que tan temibles les resulta, han tenido en épocas diversas la audacia de pasarse al campo enemigo, haciéndose masones e introduciendo en la Masonería estos usos, estas fórmulas, estos títulos, estas leyendas tan absurdas, que debían falsear el espíritu de la institución, desnaturalizando sus tendencias, a la vez que parecían favorecer a los principios religiosos y aristocráticos, en vez de a las doctrinas democráticas y liberales.


    «Nuestros jefes; ante tal peligro, estrecharon los vínculos entre los verdaderos miembros de esta sociedad secreta por excelencia que es la Masonería y deseando asegurarse, si no la protección, al menos la tolerancia de los poderosos de este mundo, les dejaron tomar parte en las obras masónicas, de las cuales no se les dio a conocer sino lo que no había inconveniente en que supiesen. Nuestros jefes, viendo, sin sobresalto, a la Masonería convertida en una sociedad benéfica y de caridad, lo más insignificante posible, cuyo gobierno creían tener en las manos esos poderosos de la tierra, les dejaron declarar que la política y la religión eran completamente extrañas a la Masonería» 32.

    Nos es imposible expresar aquí todas las mentiras, toda la hipocresía, la misma confesión de falsedad con que los famosos Presidentes colman, en esta declaración, a sus jefes; nos basta con hacer notar que no dicen «Nosotros, los jefes...», sino «Nuestros jefes...», lo que lleva implícita la declaración de que por encima de los grados 33, por encima del Presidente del Consejo Supremo, hay todavía otros jefes: los verdaderos jefes masónicos.

    ¿Quiénes son estos? ¿Dónde se hallan?

    32 P. Rosen: Satan; p. 294

    «Eso de Alemania no solamente no es fascismo sino que es antifascismo; es la contrafigura del fascismo. El hitlerismo es la última consecuencia de la democracia. Una expresión turbulenta del romanticismo alemán; en cambio, Mussolini es el clasicismo, con sus jerarquías, sus escuelas y, por encima de todo, la razón.»
    José Antonio, Diario La Rambla, 13 de agosto de 1934.

  11. #11
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    Re: La "judeomasonería" no la inventó Franco; la estudió el obispo mons. Meurin

    Continuamos con más judeo-masonería en mons Leurin y su "Filosofía de la Masonería":

    LIBRO PRIMERO LA DOGMÁTICA MASÓNICA

    CAPÍTULO PRIMERO: EL ENSOPH KABALISTICO LA PRIMERA CAUSA MASÓNICA

    1. Los dogmas de la Masonería ocultos tras de sus insignias y emblemas. LOS DOGMAS DE LA MASONERÍA SON LOS DE LA KÁBALA JUDÍA, y en particular los de su libro «Zohar» (Luz). Ello no consta en ningún documento masónico, pues es uno de los grandes secretos que los judíos guardan para sólo conocerlos ellos mismos. Sin embargo, hemos podido descubrirlo siguiendo los rastros del número once. «Para impedir formalmente el conocimiento de sus misterios, la enseñanza de la doctrina masónica está velada en cada uno de sus 33 grados bajo tres insignias y siete emblemas convencionales» derivados de la invisible Autoridad Suprema de la Masonería como los tres Sephirot superiores y los siete inferiores emanan del inescrutable Ensoph de la Kabala. «Las insignias son: «1.ª, el delantal; 2.ª, el Cordón y 3.ª, la Alhaja. «Los emblemas convencionales son: «4.°, la Batería; 5.°, la Orden; 6.°, el signo; 7.°, la Contraseña; 8.°, el Contacto; 9.°, la Palabra Sagrada y 10, la Era Masónica; a los que se ha de añadir, en varios grados, la Marcha para entrar en el Taller». Es aquí donde hemos descubierto los DOGMAS FUNDAMENTALES DE LA KÁBALA JUDÍA, INCORPORADOS A LA MASONERÍA (...)

    6 (...) comprender la transmisión de las ideas panteístas de los persas y otros pueblos paganos a aquellos judíos que, tras la gran cautividad, no quisieron dejar Babilonia, tierra de su exilio. Por supuesto, es cierto que el Talmud fué compuesto en Babilonia por esta época, lo que confirmaría la opinión, casi general, de que es ahí donde se ha de buscar el origen de la Kabala. La doctrina Kabalística no es, en el fondo, más que el paganismo en forma rabínica, y LA DOCTRINA MASÓNICA, esencialmente Kabalística, no es otra cosa que el antiguo paganismo reavivado, oculto bajo una capa rabínica y puesta AL SERVICIO DE LA NACIÓN JUDÍA. (...)

    7 (...) Tal vez los masones comprendan ya lo que significa la insignia de su grado 28: un cordón de blanco «moiré», en aspa, con un ojo en la punta, bordado. La alhaja suspendida del cordón es un triángulo de oro, en cuyo centro hay un ojo. También hallaremos la misma inteligencia en los tres Sephirot superiores de la Kabala judía. (...)

    8 . El Ensoph de la Kabala judía; la esencia infinita y la Causa Primera de la Masonería. La Kabala judía, dice, acerca de la Causa Primera, sobre la que rehúsa explicarse el Presidente del Consejo supremo del grado 33. (...)

    15 (... ) Vengamos ahora a la filosofía de los grandes corifeos del panteísmo moderno, y veremos que no han hecho más que copiar por así decirlo, las grandes bases de la Kabala judía. Podría esperarse que los gobiernos masónicos pusieran en las cátedras de filosofía, en todas sus universidades, a masones que enseñaran la DOCTRINA MASÓNICA, ES DECIR, LA DE LA KÁBALA JUDÍA, más o menos velada, bajo fórmulas y principios más o menos ilógicos e irrazonables, como los encontramos en Fichte, Schelling, Hegel, Causin, y todos los demás seductores de la juventud de las escuelas. (...)

    18. El Ensoph en los emblemas masónicos. En el rito escocés, no se suele hacer uso del círculo como imagen del Ensoph, porque ésta «causa primera», es desconocido de los desconocidos, no es susceptible de adoración. Pero, en cambio, se le encuentra muy frecuentemente en las condecoraciones del rito de Misraim. Este rito, casi exclusivamente judío, representa a la Kabala más clara y completamente que los demás. (...)

    Última edición por ALACRAN; 26/02/2021 a las 13:58
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