Re: La culpa del estado-nación

Iniciado por
raolbo
Recordaba estas palabras de Ayuso, que en su día me chocaron (para bien). Buena idea traerlas al hilo.
Acerca de sus palabras en un prólogo a una colección de ensayos de título For Lancelot Andrews el escritor y ensayista Thomas Stearns ELIOT afirmó: ""decía que yo era un clásico en literatura, monárquico en política y anglocatólico en religión. Debí prever que frase tan propicia para ser citada iba a perseguirme durante toda la vida."
Da la impresión de que a Miguel AYUSO le va a pasar algo similar con su crítica al "lema", que ya he especificado que no es sólo lema, sino contenido esencial del Ideario Carlista, el cual podrá no gustar a algunos, pero para otros es frontispicio en la vida. Por otra parte, el Ideario Carlista, no sólo la Historia, tiene extensión suficiente como para ocupar varios volúmenes, por ser, como también he explicado pero al parecer inútilmente, ideario de vida y sentido católico de la misma.
De todos modos, en un plano más prosaico, siempre me ha hecho mucha gracia aquello de decir "más sociedad, menos Estado" a día de hoy, cuando la sociedad actual da auténtico asco. Seguir apelando a "fueros" y "costumbres" cuando todos eso -que bien es cierto que fue durante muchos años un foco de resistencia al liberalismo- ha pasado a la historia y lo único que queda es degeneración para dar y tomar, me parece políticamente poco hábil, por no decir surrealista. No me extraña que libertarios y similares aprovechen para sembrar la confusión y que hayan tenido cierto éxito. Pero bueno, es bien cierto que este lema va a ser cada vez más cierto de ahora en adelante, pero no para dar lugar a un mundo más cristiano, que nadie se equivoque.
Aparte de no acabar de ver dónde está la posible gracia, el mundo de los Estados como lacayos del poder totalitario mundial, da lo mismo que sea unipolar, bipolar, multipolar o la madre que los parió, están condenados a desaparecer. El Estado moderno no es sino el proyecto de HOBBES llevado a cabo con participación interesada de todos los actores con influencia, sin diferencias sustantivas ideológicas (tan revolucionario es el liberalismo como el nacionalsocialismo, tan revolucionario es el socialismo en cualquiera de sus formas, como el fascismo), cuya meta es la consecución de la Historia con el establecimiento de la mayor tiranía jamás conocida. Y nada de peculiar tiene que el denominador común de todas las mencionadas ideologías, todas, sin excepción, tuviesen como finalidad su implantación mundial por la sencilla razón de que todas en el fondo son lo mismo. Lo que es inadmisible es que se quiera solucionar un mal con otro mal: el Estado totalitario. Por que eso nunca funciona en ningún ámbito.
Queimn quiera saber qué va a pasar al final que lea Los Evangelios, pues en ellos está la respuesta, y da lo mismo si se cree o no se quiere creer, porque el relato es absolutamente certero y sin fisuras.
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
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