Y me parece que Putin actúa sabiamente al adoptar esta actitud, al margen de algunos excesos. Pero la cuestión es que de esto no se habla en los ambientes alternativos, pero un político español cualquiera pone un mensaje casi protocolario en Twitter felicitando el Ramadán y ya tenemos en la red páginas y páginas de marujeos y rasgadas de vestiduras, tildando al político de musulmán encubierto para arriba. ¿Dónde quedaría Putin entonces? Y yo sigo con lo mismo, porque por un lado resulta que con los musulmanes en Europa no se puede ni hablar, pero si lo hace Putin en Rusia está bien y allí no habrá ni califato ni sharia. Más claro agua, los rusos tienen claro que no interesa que, con la que está cayendo, haya demasiado enfrentamiento entre musulmanes y el resto de la población, por eso lo evitan dentro de sus fronteras y les interesa que ocurra en sus países rivales (entre los que ahora mismo, careciendo de soberanía, nos encontramos nos guste o no).
Ahora, si bien es cierto que me parece prudente la manera de gestionar el problema islámico que utiliza Rusia dentro de sus fronteras, más me preocupa, como digo, el doble juego constante de la propaganda rusa con este tema y con muchos otros.
Por cierto, sobre el tema de Israel, precisamente la página Katehon decía hace unos meses que Rusia e Israel son aliados: Israel y Rusia no están al borde de la guerra. ¡Son aliados! | Katehon think tank. Geopolitics & Tradition.
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